Pedro PÁramo

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Pedro PÁramo
de La HaBaNa y CHiCago
Henry Godínez
especial. Las imágenes, el poder de los actores,
la música, los elementos corporales, todo contribuía a una experiencia teatral rara veces vista en
los Estados Unidos. Después del éxito que tuvo
el Buendía en Chicago con Charenton y La visita
de la vieja dama, nos pusimos a hablar acerca de
realizar algún trabajo juntos. La idea de montar Pedro Páramo surgió de una visita que Flora
y Raquel hicieron al Museo de Arte Mexicano en
Chicago, y sin duda alguna nos comprometimos con el proyecto. Sabíamos que era algo que
nunca se había hecho, la creación de un espectáculo entre una compañía cubana y un teatro
grande de los Estados Unidos. Pero gracias al
apoyo del Goodman y de varios latinos con poder
en Chicago, decidimos empezar, paso a paso.
La creación de Pedro Páramo se realizó en cuatro partes: un taller en Cuba con los actores del
Buendía en febrero del 2012, seguido por casi un
mes de trabajo en Chicago con estudiantes de la
Universidad de Northwestern y con actores profesionales en mayo de ese mismo año; tres semanas
de investigación en Cuba con actores profesionales de Chicago y del Buendía en diciembre, y
finalmente tres semanas de ensayos y estreno en
Chicago en marzo del 2013. En total atravesamos
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Foto cortesía del goodman Theatre
Para mí, un teatrista nacido en La Habana,
Cuba, hace más de cincuenta años pero criado al
norte de la Isla, la oportunidad de poder colaborar
con el Teatro Buendía en la creación del espectáculo Pedro Páramo ha sido la realización de
un sueño artístico y personal. Empezó cuando
regresé a Cuba por primera vez en 2003, invitado a asistir a un seminario de teatro caribeño.
Yana Elsa Brugal y Beatriz Rizk me llevaron a ver
un ensayo técnico de la obra Bacantes en el Teatro
Buendía y quedé completamente encantado. Después, cuando conocí a Flora Lauten y a Raquel
Carrió, supe que había encontrado a mi familia.
En cuanto regresé a Chicago, le dije al director
ejecutivo del Goodman Theatre –en donde soy el
director del Festival de Teatro Latino–, que teníamos que traer a esta compañía extraordinaria
al Festival. Lamentablemente, la situación política en los Estados Unidos lo prohibió en esos
años, pero no dejé de estar en contacto con Flora,
y en el 2008, con un presidente nuevo, tratamos
otra vez, y por fin logramos presentar al Teatro
Buendía en el Festival del 2010.
Desde aquella primera vez que vi el ensayo de
Bacantes, me di cuenta que la puesta en escena y
el estilo de actuación del Buendía eran algo muy
más de un año de trabajo. Nunca estuvimos juntos con el elenco final completo hasta los últimos ensayos, y entonces hasta tuvimos a un
Juan Preciado nuevo. Fue una colaboración entre
tres organizaciones en Chicago: el Goodman Theatre, el Museo de Arte Contemporáneo y la Universidad de Northwestern.
Como compañía artística, los actores y músicos de Chicago y del Buendía se llevaron muy
bien. Aprendimos unos de los otros, y disfrutamos muchísimo el intercambio de ideas y metodologías. Personalmente, sentimos mucho cariño
y respeto por cada uno. Realmente la única dificultad que tuvimos fue el uso del tiempo. Por
razones económicas, los ensayos para los montajes en los Estados Unidos generalmente son de
cuatro semanas, con una de ensayos técnicos.
Comparado con los meses que el Buendía acostumbra a dedicar para investigar una obra, cuatro
semanas no era nada. Es por eso que el proceso
tuvo que emprenderse en cuatro partes, y siempre con la presión de tener que llegar hasta cierto
punto al final de cada etapa. En inglés hay un dicho,
“Time is money”, es decir, el tiempo es dinero. El
Goodman tiene mucho dinero, pero la ironía es
que ese dinero también aprieta mucho el tiempo.
Aunque el Goodman no es un teatro comercial como los de Broadway, todavía es económicamente imposible mantener actores ensayando
por más de cuatro o cinco semanas sin estrenar
y vender boletos, y menos aun si se incluyen
ocho artistas extranjeros con el costo de su comida
y habitación. En Cuba, me decían, no hay mucho
dinero pero hay tiempo, y es por eso que las obras
del Buendía están realizadas de manera tan perfecta. A la misma vez, también la verdad es que
los cinco actores y los dos músicos de Chicago
no podíamos darnos el lujo de estar en La Habana
por seis o siete meses investigando la obra con el
Buendía, por razones de trabajo y familia.
Sin embargo, logramos derrotar bastante los
obstáculos y nos formamos como una verdadera compañía internacional. Teníamos fe en
Flora y en Raquel, en el texto de Juan Rulfo y en
cada uno de nosotros. Nos dimos cuenta de que
el teatro es algo universal y juntos pudimos crear
un espectáculo muy bonito. Tuvimos mucho éxito
y la gente del Goodman estaba muy contenta
porque, aunque lo presentamos en español con
subtítulos, vino mucho público. Sin embargo,
no sé si realmente terminamos nuestro trabajo.
Con más tiempo, en un mundo perfecto, hubiéramos tenido la oportunidad de seguir investigando. Quizás algún día...
Gracias a Flora, a Raquel y a todos los grandes artistas del Buendía, Pedro Paramo fue
la realización de un sueño artístico y una experiencia personal muy profunda, por la cual, después de cincuenta años, me siento más conectado
con mi tierra natal. m
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