ESTABLECIMIENTO: Instituto de Educación superior “Juan Carlos Dávalos” Anexo El Galpón ALUMNAS: Cantolla, Claudia Marcela CURSO: 3º Año Profesorado de Lengua CATEDRA: Literatura Hispanoamericana y Argentina PROFESOR: Fabio Barqués Año: 2006 Consigna: 1- El crítico peruano Mariátegui distingue tres períodos por los que atraviesa el proceso normal de la literatura de un pueblo. Determine de qué manera el Barroco Hispanoamericano y la obra poética de sor Juana Inés de la Cruz se ubican en el segundo período que corresponde a la asimilación de literaturas extranjeras. Para ello: a- Caracterice el Barroco en Hispanoamérica. b- Exponga las influencias perceptibles en Sor Juana. c- Analice una obra de la autora. Desarrollo 1- a) Llamamos Barroco al estilo artístico y literario que prevaleció en Europa y en Hispanoamérica desde finales del siglo XVI hasta los primeros años del siglo SVIII Se refleja en la arquitectura colonial, en la poesía, como la de sor Juana Inés de la Cruz, y en el teatro. El Barroco americano será una gran síntesis entre la cultura hispánica y la visión original y propia de la nueva sociedad de las Indias. El arte Barroco encontrará en los virreinatos campo propicio para desarrollarse como la primera gran manifestación cultural de Hispanoamérica. Características del arte barroco americano: En la literatura no sólo se advierte en los numerosos festejos y homenajes a personajes del virreinato, sino en las formas recargadas de metáforas oscuras que deslumbran al lector y lo pierden en laberintos intelectuales, si no está Procedente de Proyecto Aula, http://lenguayliteratura.org Autora: Marcela Cantolla Página 1 de 8 habituado a las reglas del juego, como así también en la predominancia de cultismos los cuales conducen , junto con las metáforas, por un lado a deformar la realidad de forma caricaturesca y ridícula y por otro lado a idealizar diversas creaciones de la realidad sustituyéndolas por un mundo de belleza superior. Temas: El Amor, la Naturaleza, la Mitología... utilizan los mismos temas que los poetas renacentistas, pero las intensifica hasta llevarlos a sus últimas consecuencias. El estilo del Barroco es el resultado de la intensificación de los temas y las formas del Renacimiento. Los poetas barrocos parten de los renacentistas y no podemos entender a Góngora (Barroco) sin el modelo de Gracilazo (Renacimiento). La vida en un mundo de contradicciones y tensión tendrá su reflejo en la literatura en el uso de dos recursos que expresan la ruptura del equilibrio renacentista: • La antítesis (contradicción) • La hipérbole (exageración, desmesura) Culteranismo y conceptismo: Son las dos corrientes principales de la poesía del siglo XVII. Ambas fueron creadas a partir de la necesidad de renovación del lenguaje poético culto. Culteranismo y conceptismo son dos estilos y dos actitudes ante la creación poética que recubrirán toda la poesía del siglo. Estarán sobretodo en la poesía culta. Las dos parten del mismo punto: el intento de superar las formas renacentistas: el culteranismo por la vía de la forma poética y el conceptismo por el juego semántico y de conceptos. Culteranismo: principal representante Góngora Caracteres y procedimientos del culteranismo Por ser de selección, la poesía culterana debe tener su lenguaje propio, buscado así mismo por procedimientos especiales. El aspecto métrico queda apenas afectado por las nuevas escuelas. Ni Góngora, ni ninguno de sus imitadores introducen en el verso hispano modificaciones sensibles. Cierto que en ellos el endecasílabo adquiere perfección casi absoluta. El léxico se renueva, el vocabulario se enriquece por la introducción de innumerables términos no usados hasta entonces. Tales términos son tomados del latín principalmente. La sintaxis se revoluciona. Por medio de transposiciones, de hipérbaton violentos, de un régimen casual u oracional desconocido en castellano -acusativos griegos, ablativos oracionales-, se aspira a la creación de una lengua nueva. Otro tanto se puede decir de la metáfora. La metáfora, se alegaba entonces y se vuelve a repetir insistentemente ahora, es el lenguaje propio de la poesía. Los culteranos se refieren a la poesía estrictamente literaria, que consiste en trasladar un término de su primera y más directa significación a otra que no es suya propia. Añádase el último de los elementos: el abuso de motivos y alusiones mitológicas. Con el renacimiento, dioses, ninfas, héroes, y toda clase de personajes del mundo grecolatino invaden nuestra lírica. Conceptismo: su principal representante fue Quevedo. Algunos aspectos internos. Procedente de Proyecto Aula, http://lenguayliteratura.org Autora: Marcela Cantolla Página 2 de 8 Suelen darse involucrados con los de forma. Sin embargo, creemos que se pueden separar perfectamente cuatro o cinco notas que definen el conceptismo en función del contenido. Estas notas serían: El ingenio. Lo que priva en los escritores de esta tendencia no es la inspiración, ni el gusto, ni el poder creador, sino el ingenio. Este ingenio, es para Gracián casi de naturaleza superior al mismo genio. Para él, el genio sin ingenio es una cosa incompleta. La agudeza. Es la manifestación natural del ingenio. Agudeza era sinónimo de pensamiento nuevo, original, penetrante, sutil, expresado también en forma insólita. El concepto. Es la base y fundamento de toda la doctrina. La aspiración de un perfecto conceptista sería llenar su obra de tantas ideas como palabras y aunque algunas de éstas encerrasen tres o cuatro ideas. El humor. Todos los escritores conceptistas tienden a ver la vida a través de un prisma deformador. Aquella jocunda alegría del Renacimiento, que iluminaba, traspasándolos con su luz, todos los objetos se ha convertido en desencanto, pesimismo y hieles. Y son precisamente los escritores de este grupo quienes dan salida al mal humor. La tendencia ético-docente. El culterano busca una finalidad casi exclusivamente estética; quiere ante todo, agradar; se siente más que nada poeta. El conceptista persigue una finalidad moral, política y pedagógica. De ahí la preferencia del culterano por el verso, como que se presta más a los primores de la forma, y la del conceptista por la prosa. Aspectos externos o formales Tenemos dentro del lenguaje conceptista una serie de factores literarios y lingüísticos que le dan especial fisonomía. Los más importantes de estos factores son: Antítesis. Es el más importante de los recursos a que puede recurrir ⇒ un autor conceptista. Antítesis de palabras, de frases, de ideas. Voces equívocas o de doble sentido. Es uno de los artificios más ⇒ frecuentes, especialmente en las obras festivas. Consiste en usar de alguna palabra que tenga dos significaciones, de modo que deje en duda lo que quiso decir. ⇒ Hipérbole. Tanto a los conceptistas como a los culturistas, no les basta la metáfora; tiene que estirarla, que agrandarla desmesuradamente. ⇒ En el aspecto gramatical se empieza a señalar un nuevo artificio: el empleo del zeugma. Consiste esta figura en la conexión de varios elementos con una palabra que sólo se acomoda por su sentido a uno de ellos. b) Nos parece conveniente antes que nada ofrecer una pequeña biografía de quien fue en Hispanoamérica la mas importante figura de El Barroco, Sor Juana Inés de la Cruz, “la monja de México”, famosa e inolvidable cuyos prestigios le dieron, con toda justicia, el título de “Décima Musa”. Su fama fue tan extraordinaria, que los escritores posteriores se nutren en su poesía. La personalidad de esta monja adquirió gran importancia en el contexto cultural hispanoamericano, suscitando numerosos estudios sobre ella y su obra. Autodidacta, humanista y gran poeta mexicana (1651-1695), que fue conocida en el siglo como Juana Ramírez de Asuaje. Procedente de Proyecto Aula, http://lenguayliteratura.org Autora: Marcela Cantolla Página 3 de 8 Fue hija ilegítima, nació en una aldea, Nepantla, hoy estado de México. Aprendió a leer y escribir a los tres años; estudió en la biblioteca de su abuelo y a los ocho años escribió una loa eucarística. Muy joven, viajó a la ciudad de México, donde entró en la Corte al servicio de los virreyes de Mancera y fue objeto de asombro y veneración por su inteligencia, memoria y discreción. Instigada por su confesor, el poderoso jesuita Antonio Núñez de Miranda, entró primero en un convento de carmelitas descalzas del cual salió por enfermedad y finalmente profesó en 1669 en el convento de San Jerónimo de la ciudad de México, donde permaneció hasta su muerte ocurrida durante una epidemia de peste. Su época más fecunda empieza en 1680 con la concepción del Neptuno Alegórico, arco triunfal en honor de los virreyes de la Laguna, cuya barroca y magnífica “fabrica” le abrió las puertas de palacio y la convirtió en favorita de los virreyes, sus mecenas. Es entonces cuando despidió a su confesor, según se deduce de la recientemente descubierta Carta al Padre Núñez, escrita en torno a de 1682, y que ha mostrado una faceta polémica y argumentativa de la monja. De 1680 a 1688, es una época de gran producción literaria, en la que abundan admirables sonetos, endechas, glosas, quintillas, décimas, redondillas, ovillejos amorosos, religiosos, filosóficos y satíricos, numerosos romances, composiciones en las que destaca su gran variedad de metros y estrofas (véase Versificación). Esta cualidad la coloca, según Tomás Navarro Tomás, entre los más altos poetas de su periodo, apenas igualada por ninguno anterior. En los villancicos, quizá uno de los aspectos menos estudiados de su obra, despliega la mayor riqueza. Obras de todo género y tipo, cortesanas y religiosas, se van acumulando en su producción: comedias de enredo, Los empeños de una casa, La segunda Celestina, tal vez escrita con Agustín Salazar y Torres; la comedia mitológica Amor es más laberinto, escrita con Juan de Guevara; autos sacramentales: El Divino Narciso, El cetro de José, San Hermenegildo, en los que utilizando la poética de Calderón de la Barca nunca desmerece de su modelo; en las loas que preceden a los dos primeros autos mencionados se reitera la relación de los sacrificios humanos aztecas (véase Mitología azteca) con la Eucaristía, concediéndole derecho de existencia a la religión azteca. Primero Sueño es un extraordinario poema en forma de silva de 975 versos en el que rivaliza con el Góngora de las Soledades, y del que ella misma dijo: “…no me acuerdo de haber escrito por mi gusto sino un papelillo que llaman El Sueño”. En Las trampas de la fe, Octavio Paz traza las principales diferencias entre los dos poetas; “La poetisa mexicana se propone describir una realidad que, por definición, no es visible. Su tema es la experiencia de un mundo que está más allá de los sentidos”. Y José Gaos, filósofo español exiliado en México tras la Guerra Civil española, advierte: “El poema de Sor Juana es un astro de oscuros fulgores absolutamente señero en el firmamento de su edad”. Gracias a la condesa de Paredes, su mecenas y musa, se publicó en España: Inundación Castálida (Madrid, 1689), Segundo Volumen (Obras, Sevilla, 1692) y de las que, cosa insólita, se hicieron veinte reediciones españolas de 1689 a 1725, incluidas las de Fama y obras póstumas (Madrid, 1700). Hasta 1950 se carecía de una buena edición de su obra. Por eso, en 1951, Alfonso Méndez Plancarte empezó a ordenarla en 4 tomos, y sigue siendo la versión más completa y autorizada de que disponemos; en 1995, la Universidad Nacional Autónoma de México publicó los facsímiles de sus primeras ediciones. Procedente de Proyecto Aula, http://lenguayliteratura.org Autora: Marcela Cantolla Página 4 de 8 En 1690, el obispo Fernández de Santa Cruz publica la Carta Atenagórica, precedida por la Carta de Sor Filotea, nombre bajo el cual se traviste el dignatario, y en la que conmina a sor Juana a dejar sus escritos profanos y abrazar los religiosos, —la primera señal de una probable persecución que la obligó a abandonar las letras—. En esa obra teológica, sor Juana discute sobre las máximas finezas de Cristo y parece impugnar al célebre jesuita portugués Antonio Vieira. Justamente célebre es la obra de sor Juana, Respuesta a sor Filotea (1691), contestación a la Carta del obispo de Santa Cruz, una autobiografía y a la vez una brillante defensa del derecho femenino a expresarse libremente. Una polémica sobre los últimos años de su vida dividió a los sorjuanistas: unos postulaban la tesis de su conversión, otros atribuían su silencio final a una persecución. Recientes descubrimientos parecen confirmar esta última tesis. El historiador mexicano Elías Trabulse publicó en 1996 un documento satírico, muy probablemente autógrafo de sor Juana, La Carta de Serafina de Cristo, escrita en 1691, un mes antes de la Respuesta a Sor Filotea, en donde la monja revela que el verdadero personaje impugnado en su Atenagórica es el Padre Núñez. Trabulse asegura que sor Juana fue objeto de un juicio secreto instituido por el obispo Aguiar y Seijas y amparado por el derecho Canónico, si se incurría en “un error religioso”: los cinco documentos finales de Sor Juana serían prueba fehaciente de dicho proceso. A partir de 1694 no publicó nada aunque siguió escribiendo, como prueban los Enigmas, poemas manuscritos que conforman un libro intitulado La Casa del Placer, recientemente publicado. Un inventario del siglo XIX encontrado en su celda, da cuenta de 15 manuscritos póstumos con poemas sagrados y profanos. Sor Juana ocupó cargos importantes en su convento y murió siendo contadora, oficio que desempeñó hasta su muerte. ♦ Influencias perceptibles en sor Juana: Sor Juana tuvo estrecha relación con Carlos de Sigüenza y Góngora escritor y científico de esa época, quien la visitó constantemente en el convento; del tío de Carlos Sigüenza, Luis de Góngora y Argote, recibió influencia culterana en sus escritos. Sor Juana fue la única persona que pudo combinar las dos corrientes literarias opuestas de su época, manejándolas perfectamente, con un ingenio único (el culteranismo de Góngora y Argote y el conceptismo creado por Francisco de Quevedo). Al realizar lo anterior se sitúa como la exponente de un barroco auténtico con características plenas de este estilo, por su rebuscamiento, extravagancia en las formas, desengaño, pesimismo, entre otras. La lírica de Sor Juana se nutre en el barroco y en los escritores españoles que pertenecieron a este movimiento, recibe múltiples influencias: emplea, como Lope, diversos moldes; soneto, lira, romance; sigue de cerca a Calderón en su teatro, ya que los mismos temas que toca en la mayoría de sus sonetos, como el amor, los celos, etc, también son temas que toca Calderón de la Barca. Fue influida por Góngora en algún romance endecasílabo y en la técnica arquitectónica de poemas como el que analizaremos en el próximo ítem ; por Lope en los romances filosóficos-morales; Francisco de Quevedo incide en la elaboración de conceptos con que sustenta las argumentaciones de las enamoradas en algunos poemas (incluido el que vamos a analizar). Se muestra personal en sus liras, endechas, silvas y en los villancicos, que hace como por juego y en los cuales refiere el vocabulario característico de los indígenas y negros. Sor Juana cultivó también el género dramático a la manera de Calderón, haciendo suyas las formas más difíciles, con destreza formal "inimitable"; así realiza tres autos sacramentales: El divino Narciso, El mártir del Sacramento San Hermenegildo y El cetro de José, todos ellos acompañados de loas; escribió también dos comedias de capa y espada Los empeños de una casa y Amor es más laberinto. En sus obras observamos como formas más características del barroco literario: Procedente de Proyecto Aula, http://lenguayliteratura.org Autora: Marcela Cantolla Página 5 de 8 intensificación del uso de cultismos, como por ejemplo: canoro, cerúleo, cóncavo, ebúrneo, embrión, funesto, horrendo, pompa. Hipérbaton. juegos de elusiones y alusiones. repetición de fórmulas, procedimiento estilístico que procede de Góngora y que implica la adversación entre dos términos que pueden ser o no lógicamente contradictorios. Alusiones mitológicas. Juegos de ingenio antítesis c) Soneto: “Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba”. Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba, A como en tu rostro y tus acciones vía B que con palabras no te persuadía, B que el corazón me vieses deseaba; A y Amor, que mis intentos ayudaba, A venció lo que imposible parecía: B pues entre el llanto, que el dolor vertía, B el corazón deshecho destilaba. A Baste ya de rigores, mi bien, baste; C no te atormenten más cielos tiranos, D ni el vil recelo tu quietud contraste C con sombras necias, con indicios vanos, D pues ya en líquido humor viste y tocaste C mi corazón deshecho entre tus manos. D Procedente de Proyecto Aula, http://lenguayliteratura.org Autora: Marcela Cantolla Página 6 de 8 Este soneto, ubicado dentro de las composiciones de vertiente amorosa de sor Juana, no tiene título. Los críticos lo identifican por el primer verso del poema. A este soneto lo incluimos entre las manifestaciones líricas puras, es decir, en aquel tipo de composiciones que carecen de anécdota y que se limitan a transmitir los sentimientos personales del poeta. No se puede hablar de un argumento en este soneto, sin embargo, recrea el momento en que la amada se encuentra dolorida por los infundados celos del amado. El amor – así personificado – permite el surgimiento de la verdad, pues con el llanto, la amada desnuda su corazón enamorado. Podemos observar, en cuanto a los aspectos formales, que posee versos endecasílabos, cuya rima consonante está organizado de la siguiente manera: ABBA /ABBA /CDC / DCD. Como vemos, el poema sigue los cánones tradicionales de la arquitectura barroca, ya que desde el punto de vista del contenido, está dividido claramente en dos partes contrapuestas y definidas: - el mundo de los cuartetos: presentación del conflicto; - el mundo de los tercetos: resolución y cierre. Entre ambos mundos hay un verso de transición: “Baste ya de rigores, mi bien, baste”, presente en el primer terceto. El final repentino y cerrado, característico de los sonetos barrocos, se resume en los dos versos finales. El poema está narrado en primera persona, el personaje central es el “yo lírico”- una mujer – centro de las manifestaciones líricas puras, y dirigido a una segunda persona a quien la enamorada llama “mi bien”. De esta forma, el soneto "queda entre ellos", por lo que podemos inferir que el tema principal es el sentimiento amoroso; pero el clima no expresa pasión sino que predomina en él el aspecto intelectual. En ese sentido obedece a las características del estilo barroco en el que el sentimiento se presenta velado, enmascarado. Los recursos estilísticos que sor Juana utiliza son: Las enumeraciones: con sombras necias, con indicios vanos; Adjetivación precisa: celos tiranos; vil recelo; Imágenes visuales: entre el llanto, que el dolor vertía; Personificación: y amor, que mis intentos ayudaba; Asimismo, notamos la utilización de una metáfora para hablar de la lágrima: “líquido humor”. Se nos presenta, también, una alusión mitológica respecto del Amor considerado en forma de Dios. Esta ideología es típica de la época en la que se encuentra. Procedente de Proyecto Aula, http://lenguayliteratura.org Autora: Marcela Cantolla Página 7 de 8 Sintáctica mente, sor Juana presenta las distorsiones típicas del barroco mediante el uso del hipérbaton. Por ejemplo: “como en tu rostro y tus acciones vía /que con palabras no te persuadía, / que el corazón me viese deseaba”, en lugar de decir: “como veía en tu rostro y tus acciones que no te persuadía con palabras, deseaba que me vieses el corazón. Utiliza una forma arcaica del verbo ver, en el segundo verso aparece vía por veía, que al mismo tiempo es realmente significativo para la época barroca porque en esta etapa predomina la duda. La vista es le órgano sensorial, entonces, que nos permitiría observar la realidad. El poema sigue los cánones barrocos; es recargado, artificioso, aunque en él se percibe cierto matiz de ternura y emoción contenidas. La poetisa demuestra un acabado dominio de la técnica un conocimiento de la arquitectónica de ese tipo de poesías que busca conmover con el empleo del énfasis y la afectación – tal como lo preconizaba la estética barroca - , el soneto es un arte de la palabra más que de la emoción. El primer cuarteto contiene una sucesión de verbos: “hablaba, vía, persuadía, vieses, deseaba”. Hay acumulación de acciones que abren la composición. El segundo cuarteto continúa con los verbos, pero ya en el último verso aparece una imagen “corazón deshecho” que junto con los verbos e modo imperativo del primer verso del terceto siguiente señalan un momento de transición frente a un cambio esencial en el poema. A partir de aquí, será la adjetivación la que, en forma acumulativa, solucionará la tensión interna del soneto: celos tiranos; vil recelo; sombras necias; indicios vanos. Los sustantivos y adjetivos van sumando las argumentaciones de la amada hasta que vuelve a recuperar la misma imagen “corazón deshecho” con que había comenzado su defensa: cerrando de improviso la composición. Procedente de Proyecto Aula, http://lenguayliteratura.org Autora: Marcela Cantolla Página 8 de 8