bibliotecasud.blogspot.com Informe de la Conferencia General Semestral número 165 de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días Discursos y acontecimientos que tuvieron lugar los días 30 de septiembre y 1- de octubre de 1995 en el Tabernáculo de la Manzana del Templo, en Salt Lake City, Utah. V ivimos en una era de pesimismo. Nuestra misión es una misión de fe. A mis hermanos y hermanas en todas partes, les exhorto a que afiancen su fe y hagan progresar esta obra en todo el mundo. Ustedes podrán fortalecería mediante la forma en que vivan. Hagan del evangelio su espada y su escudo", dijo el presidente Gordon B. Hinckley en el discurso que pronunció en la Conferencia General el domingo 1- de octubre por la mañana. Él declaró: "Cada uno de nosotros tiene una responsabilidad en ésta, la causa principal de la tierra. Su doctrina tuvo su origen en la revelación divina. Su sacerdocio ha sido conferido de los cielos. Otro testamento ha sido agregado al testimonio de Jesucristo, y es literalmente la pequeña piedra del sueño de Daniel que fue 'cortada del monte, no con mano..., [para] rodar, hasta que llene toda la tierra'(D. y C. 65:2)". Dirigieron los dos días de sesiones de la Conferencia General, el sábado 30 de septiembre y el 1- de octubre, el presidente Gordon B. Hinckley y el presidente Thomas S. Monson y el presidente James E. Faust, Primero y Segundo Consejeros, respectivamente, de la Primera Presidencia. Una semana antes de la conferencia, el presidente Hinckley anunció en la reunión general de la Sociedad de Socorro, efectuada el 23 de septiembre, una proclamación oficial e histórica de la Primera Presidencia y del Consejo de los Doce Apóstoles enfocada en la unidad familiar, y en la que hacen un llamado "a los ciudadanos responsables y a los representantes de los gobiernos de todo el mundo a fin de que ayuden a promover medidas destinadas a fortalecer ia familia y mantenerla como base fundamental de la sociedad". En la sesión del sábado por la tarde se anunciaron importantes cambios administrativos. Durante el verano se relevó a los eideres Rex D. Pinegar y Charles Didier de la Presidencia de los Setenta y se llamó a los élderes Jack H Goaslind y Harold G. Hillam a la Presidencia de los Setenta; el sostenimiento se efecE N E R O DE 1 9 9 6 / bibliotecasud.blogspot.com tuó en la conferencia. Además, los eideres Ted E. Brewerton y Hans B. Ringger, del Primer Quórum de los Setenta, pasaron a la categoría de Autoridades Generales Eméritas; se relevó a los élderes Eduardo Ayala, LeGrand R. Curtís, Piel vé cío Martins, J Ballard Washburn y Durrel A. Woolsey como miembros del Segundo Quórum de los Setenta; y se relevó a la presidencia general de la Escuela Dominical (todos ellos miembros de los Setenta) del eider Charles Didier, presidente; eider j Ballard Washburn, primer consejero; y eider F. Burton Howard, segundo consejero. Se sostuvo como nueva presidencia general de la Escuela Dominical a estos hermanos de los Setenta: éíder Harold G. Hillam, presidente; eider E Burton Howard, primer consejero; y eider Glenn L. Pace, segundo consejero. En la sesión general del sacerdocio realizada el sábado por la tarde, eí presidente Hinckley anunció que se edificarán templos en Boston, Massachusetts, y White Plains, Nueva York, con "la posibilidad de otro en Venezuela", y "además tenemos seis más en construcción..." El dijo: "Tengo el ferviente deseo de que haya un templo de acceso razonable para todo Santo de los Últimos Días, en todo el mundo". —Los Editores LIAHONA, ENERO DE 1996, VOL. 20, N Ú M E R O ! 96981 002 Public lie i ó ii oficial de La Iglesia de Jesucristo de los Simios de ios Últimos Días, en el idioma español. La Primera Presidencia: Gordon B, Hinekley, Tilomas S, Moiison, james II. FÍIUSI El Q u ó r u m de los D o c e Apóstoles: Boyd K. Packcr, L. Tom Perry, David B. Haight, Neal A, Maxwell, Russell M. Nelson, Dallin H. Oaks, M. Ilusseil Ballard, Joseph B. Wirtblin, Richard O. Scoft, Roben D, Hales, jeílrey R. Holland, Henry B. Eyring. Editor: jack II Goaslind, Asesores: Spencer J. Condie, L. Lionel Kendrick, Administradores del Departamento de Cursos de Estudio: Director administrativo: Ronald L. Knighton. Director de redacción y planeamiento: Brian K, Kcily. Director de antis gráficas: Alian R. Loyborg. Personal de redacción: Editor administrativo: Marvin K, Gardner. Ayudante cíe! editor administrativo: R, Val Johnson, Editar asociado: David Mílchell. Ayudante del editor/Sección para los niños: D e A n n e Walker. Coordinadora de reddcdón/jiroducción: Maiyann M a rúndate. Ayudante de publicaciones: Beih Dayley. Personal de diseño: Gerente de artes gráficas: M. M. Kawasaki. Diseño artístico: Seolt D Van Kampen. Diseñadora: Sharri Cook. Gerente de producción; Jane A n n Petéis. Producción: Reginald J. Christcnsen, Denisc Kirby, Matthew Maxwell. Personal de subscripción: Director de circítkción: B. Rcx Harris. Gerente de distribución: Krts Christensen. Gerente de venta: Joyee Hansen. Coordinación de Liahona: Elizabetli Smania. Derechos reservados © 1995 La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, 50 East North Temple Street, Salt Lake City, Utah, 84150, E E U U . Las col ahorne iones y los manuscritos deben enviarse a las oficinas de la revista Liahona, a la dirección arriba mencionada. The L I A H O N A (ISSN 0885-3169) is published motithly by The Church oí Jesús Christ of Latter-day Saints, 50 East North Temple, Salt Lake City, Utah, 84150. Second-class postage paid at Salt Lake City, Utah, and at additional mailing offices, Stibscription priee $9.00 a year.Thiriy days' noticc required for change of address. Whcn ordering u change, include address label from a recent issue; changes cannot be made unless both the oíd address and the new are included. Send USA and Canadian subscriptions and quedes to Salt Lake Distribution Center, Church Magazincs, P. O. Box 26368, Salt Lake City, Utah 84126-0368, USA. Subscription informaiion telephone muiiber: 801-240-2947. P O S T M A S T E R : Send address changes to Salt Lake Distribución Center, Church Magazines, P, O, Box 26368, Salt Lake City, Utah 84126-0368, USA, La Liahona (ISSN 0885-3169) se publica mensualmente por La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, 50 East North Temple Salt Lake City Utah 84150. El precio de la subscripción pata 1995 es de 1.700 pts., siendo el precio de cada revista de 125 pts. Cuando cambie de domicilio póngase en contacto con el representante de la Liahona de su unidad para que él se haga cargo del cambio, o bien escriba directamente a la Oficina Regional, Envíe su subscripción a: Departamento de Liahona Apartado de correos 318 28850 Torrejón de Ardoz ESI5 A Ñ A lMmiBSOI^ainEPClREDIIOTIAI.ANrARnCASA ÍNDICE DE TEMAS Conferencia General de octubre de 1995 y Reunión General de la Sociedad de Socorro ABORTO 97, ABUSO DE DROGAS 51 ACTITUD 48 ADVERSIDAD 9, 18, 20, 42, 66, 79 ALBEDRÍO 18, 70 AMOR 28 APOSTASÍA 36, 73 ARREPENTIMIENTO 18, 20 AUTORIDAD 95 BAUTISMO 31,90 BENDICIÓN PATRIARCAL 36, 70 BENDICIONES DEL SACERDOCIO 6,36 CARIDAD 103,110 CASTIDAD 90,97, 113 CONSAGRACIÓN 25 CONVENIO 76 CRECIMIENTO DE LA IGLESIA 57, 79 DEUDAS 39 DISCÍPULOS 25 EDUCACIÓN 36 EJEMPLO 18,54,93 ENSEÑANZA 9, 28 ESPÍRITU SANTO 6, 9, 31, 33, 86, 102 EXPIACIÓN 9, 20, 28, 36, 73, 76, 90, 97 FAMILIA 36,48,97 FE 6,42,79,86,102 FELICIDAD 18, 25, 90, 95, 97 GOZO 86,97 HIJOS 28,113 HIMNOS 76 HOGAR 103 INMORALIDAD 97,113 JESUCRISTO 4, 9, 14, 16, 20, 25, 66, 97,107,110,113 LIBRO DE MORMÓN 33,73 MADRES 102, 113 MANDAMIENTOS 51 MUJERES SOLTERAS 113 MUJERES 103, 107, 113 OBRA DEL TEMPLO 57 OBRA MISIONAL 36,42,54,57 ORACIÓN 57, 76, 102 PADRE CELESTIAL 16, 28, 54, 107 PADRES 48,90,93 PALABRA DE SABIDURÍA 86 PAZ 103 PECADO 20, 102 PERDÓN 20,97 PERFECCIÓN 97 PREPARACIÓN 39 L I A H O N A 2 bibliotecasud.blogspot.com PROFETAS 48,86 REINO DE DIOS 83 RESTAURACIÓN 31,73 REVELACIÓN 83 SACERDOCIO 12,36,51 SACERDOCIO AARÓNICO 48, 70, 76 SACRIFICIO 47 SANTA CENA 31,36,76 SOCIEDAD DE SOCORRO 103, 107,110 TEMPLOS 57,97 TESTIMONIO 57,86 VIDA PRETERRENAL 16 Los cliscurscintes de la conferencia por orden alfabético Baliard, M. Russell 6 Beckham, Janette Hales 12 Brewerton, Ted E. 33 Burton, H. David 48 Clyde,AiíeenH. 110 Dunn, Loren C. 31 Eyring, Henry B. 42 Faust, James E. 51, 70 Goaslind, Jack H 9 Haight, David B. 83 Hales, Robert D. 36 Hillam, Harold G. 46 Hinekley, Gordon B. 4, 57, 79, 102, 113 Holíand, Jeffrey R. 76 Jack, Elaine L. 103 Maxwell, Neal A. 25 Mickelsen, Lynn A. 90 Monson, Thomas S. 24, 54, 66 Nelson, Russell M. 99 Oaks, Dallin H. 28 Okazaki, Chieko N. 107 Packer, Boyd K. 20 Perry, L. Tom 39 Porter, Bruce D. 16 Ringger, Hans B. 95 Scott, Richard G. 18 Wells, Robert E. 73 Wirthlin, Anne G. 93 Wirthlin, Joseph B. 86 Woolsey, Durrel A. 97 Zwick, W. Craig 14 Informe de la Conferencia General Semestral número 165 de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días 1 57 Autoridades Generales de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días 60 Sesión del d o m i n g o por la mañana Sesión del sábado por lo mañana Somos una gran familia Presidente Gordon B. Hinckley 4 Hyrum Smith, firme como un pilar Éldcr M. Russell Ballard 6 Las cimas espirituales Eider Jack H Goaslind 9 El poder de la bondad Presidenta Janettc Hales Beckham 12 Entre los brazos del amor del Salvador Eider W. Craig Zwick 14 Redentor de Israel Eider Bruce D. Porter 16 La confianza en el Señor Eider Richard G. Scott 18 La luminosa mañana del perdón Presidente Boyd K. Packer 20 La paciencia: una virtud celestial Presidente Thomas S. Monson 66 Las bendiciones del sacerdocio Presidente James E. Faust 70 Nuestro mensaje al mundo Eider Roben E. Wells 73 "Haced esto en memoria de mí" Eider Jeffrey R. Holland 76 Mantengámonos firmes; guardemos la fe Presidente Gordon B. Hinckley 79 Sesión del d o m i n g o por la tarde Sesión de! sábado por la tarde El sostenimiento de oficiales de la Iglesia Presidente Thomas S. Monson 24 "... absorbida en la voluntad del Padre" Eider Ncal A. Maxwell 25 Conceptos excelentes Eider Dallin H. Oaks 28 Testigos Eider Loren C. Dunn 31 Las bendiciones del sacerdocio Eider Robcrt D. Hales 36 "Si estáis preparados, no temeréis" Eider L. Tom Perry 39 "Buscad primeramente el reino de Dios" Eider David B. Haight 83 Las ventanas de luz y verdad Eider joseph B. Wirthlin 86 Las leyes eternas de la felicidad Eider Lynn A. Míckelsen 90 Para llegar al corazón de los niños Anne G. Wirthlin 93 "Señor, ¿a quién iremos?" Eider Hans B. Ringgcr 95 U n a estrategia de guerra Eider Durrel A. Woolsey 97 La inminencia de la perfección Eider Russell M. Nelson 99 La trama de la fe y del testimonio Presidente Gordon B. Hinckley El Libro de Mormón: U n a antigua historia sagrada Eider Tcd E. Brewerton 33 .' 102 Reunión General de la Sociedad de Socorro Sesión del sacerdocio La fe que hace cambiar a las personas Eider Henry B. Eyring 42 El sacrificio al prestar servicio Eider Harold G. Hillam 46 Iré y haré Obispo H. David Burton 48 Actuar por nosotros mismos, sin ser obligados Presidente James E. Faust El que honra a Dios, Dios le honra Presidente Thomas S. Monson Misiones, templos y responsabilidades Presidente Gordon B. Hinckley La Sociedad de Socorro: Un bálsamo de Galaad Presidenta Elaine L. Jack 103 Formemos una red viviente Chieko N. Okazaki 107 ¿Cuál es la función de la Sociedad de Socorro? Aileen H. Clyde 110 Permanezcan firmes frente a las asechanzas del mundo Presidente Gordon B. Hinckley 113 También se dirigen a nosotros; página para los niños 118 Noticias de la Iglesia 119 51 Los fotografías que aparecen en este número son cortesía de: Welden Andersen, Craig Dimond, John Luke, Maren Mecham, Matthew Reier, Támara Hamblin, Bryant Livingston y Don Thorpe. 54 E N E R O DE 1 9 9 6 3 bibliotecasud.blogspot.com SESIÓN DEL SÁBADO POR LA M A Ñ A N A 30 de septiembre del 995 Somos una gran familia Presidente Gordon B. Hinckley Presidente de lo Iglesia "Todos formamos una gran familia. Somos hijos de Dios y estamos embarcados en el servicio de Su Hijo Amado." M is hermanos, es maravilloso tener la oportunidad de r e u n i m o s cada seis meses en estas grandes conferencias mundiales. Nos congregamos desde todos los puntos de la tierra para expresarnos unos a otros el testimonio, recibir instrucción y relacionarnos como hermanos en la fe. Esta sociabilidad de que participamos es algo muy agradable y es parte importante de la cultura misma de nuestra organización. Estas reuniones han tenido lugar regularmente desde hace más de un siglo en este histórico Tabernáculo. Desde este pulpito ha ido al mundo la palabra del Señor. A través de los años, han pasado por este lugar oradores de personalidades diferentes pero con el mismo espíritu. Es el espíritu al que se refirió el Señor cuando dijo: "...El que la predica y el que la recibe se comprenden el uno al otro, y ambos son edificados y se regocijan juntamente" (D. y C. 50:22)." Este histórico Tabernáculo parece más pequeño cada año. En algunas conferencias regionales solemos reunimos con grupos aún más numerosos bajo un mismo techo. Por ejemplo, no hace mucho estuvimos en la región de Tacoma, estado de Washington, donde un domingo por la mañana tuvimos eí privilegio de hablar ante una congregación de más de diecisiete mil miembros de la Iglesia. La acústica de aquel lugar no era tan buena como la de este magnífico edificio. Por supuesto, gracias a los maravillosos medios electrónicos de que disponemos en la Manzana del Templo, nos escuchan hoy muchas personas más. El Tabernáculo se ha ido convirtiendo en un estudio de transmisión desde el cual se propagan estas conferencias por medio de la radiotelefonía y la televisión, por cable o satélite y por otros medios, para el beneficio de decenas de millares de personas en casi todo el mundo. Estas conferencias se transmiten directamente a todos los Estados Unidos, Canadá y la región del Caribe, como así también a las Islas Británicas y Europa. Esperamos que pronto podremos asimismo transmitirlas en vivo a las islas del bibliotecasud.blogspot.com Pacífico, Nueva Zelanda y Australia, y de igual modo a las naciones de Asia, a México, América Central y América del Sur. Más del cincuenta por ciento de los miembros de la Iglesia pueden hoy, con un poco de esfuerzo, verme y escucharme cuando les hablo. En el subsuelo del Tabernáculo, precisamente debajo de donde me encuentro, un gran número de intérpretes trabaja con devoción para que quienes deseen escucharnos puedan hacerlo en su propio idioma. Yo rindo honores y expreso mi agradecimiento por sus valiosos servicios a estos dedicados hombres y mujeres que tan generosamente consagran su tiempo y su talento a esta obra de traducción. Esta pequeña "piedra cortada del monte, no con mano," está rodando para llenar toda la tierra (véase D. y C. 65:2). ¡Qué maravilloso es el ser partícipes de este reino de nuestro Señor, siempre en progreso! No existen fronteras políticas que separen los corazones de los hijos de Dios, sea donde sea que residan. Todos formamos una gran, familia. Somos hijos de Dios y estamos embarcados en el servicio de Su Hijo Amado, que es nuestro Redentor y Salvador, y en nuestro corazón arde el testimonio de esta gran verdad. Cada uno de nosotros tiene derecho a tal testimonio de esta obra. Es precisamente ese conocimiento personal de las verdades fundamentales lo que nos une en lo que llamamos la Iglesia y Reino de Dios. Y así es que nos reunimos cada seis meses para renovar nuestra fe, aumentar nuestro entendimiento de . todo lo divino y expresarnos amor y respeto mutuos en este notable hermanamiento que todos conocemos como La Iglesia de Jesucristo de los bibliotecasud.blogspot.com Santos de los Últimos Días. Me uno a todos en esperar con gran interés estos servicios en que participaremos hoy y m a ñ a n a , rogando al Señor que bendiga a cada uno de nosotros con la compañía de Su Santo Espíritu. Invoco las bendiciones del Señor sobre todos los que harán uso de la palabra, los que habrán de cantar, los que pronunciarán oraciones y, muy particularmente, con el gran amor y aprecio de mi corazón, sobre todos aquellos que escuchen con la inspiración del Espíritu. En el nombre de Jesucristo. Amén. • Hyrum Smith, firme como un pilar Elder M. Russell Ballard del Quórum de los Doce Apóstoles "José SmJth dijo una vez que sus seguidores harían bien en emular el ejemplo de la vida de Hyrum." M is queridos hermanos y hermanas, estoy agradecido de encontrarme de pie ante ustedes hoy día. Después de haber tenido tina operación al corazón hace dos meses, estoy agradecido de poder estar de pie en cualquier parte. Sentí el poder de la fe y de la oración de los miembros de la Iglesia en mi favor estos últimos meses, y sinceramente lo agradezco. He sido grandemente bendecido y públicamente expreso mi humilde gratitud a mi Padre Celestial. A principios de julio, mi esposa y yo tuvimos la oportunidad de viajar a los lugares históricos de la Iglesia en Palmyra, Kirtland y Nauvoo, con nuestros siete hijos, sus cónyuges y veinte de nuestros nietos. Algunas personas me sugirieron que eso quizás haya contribuido a causarme los pro- blemas del corazón... Lo dudo, pero sí sé que nuestro viaje a esos lugares llenó nuestra alma con un mayor amor y respeto por el profeta José Smith, por su familia y por la gente fiel y fuerte que abrazó el evangelio restaurado y se unió a La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. ¡Qué experiencia extraordinaria enseñar a mi familia usando Doctrina y Convenios en el mismo lugar donde se recibieron muchas de esas revelaciones e instrucciones! El visitar esos lugares de inspiración y sumergirnos con la familia en los acontecimientos de la Restauración, me recordaron el maravilloso privilegio que tenemos de vivir en una época en que poseemos un conocimiento doctrinal tan claro del plan de salvación y de exaltación de nuestro Padre Celestial para nosotros. La claridad de nuestra relación con el Señor Jesucristo y Su iglesia restaurada es un conocimiento preciado que nos fortalece. Agradezco a Dios que en estos días difíciles de decadencia moral y alejamiento de los valores íntegros no nos falten las verdades reveladas que guíen nuestra vida. Durante varias de estas últimas semanas de recuperación física me encontré con más tiempo libre del que acostumbro tener, lo que me dio la oportunidad inesperada de pensar, meditar y orar. No recomiendo los medios por los que recibí ese regalo de tiempo, pero creo que todos nos beneficiaríamos si dejáramos bibliotecasud.blogspot.com algo del que tenemos para pensar y meditar. El Espíritu nos puede enseñar mucho durante los silenciosos momentos de introspección. El Espíritu me ha confirmado la importante responsabilidad que tenemos de que nunca se pierda el legado de fe que nos dejaron nuestros antepasados pioneros. Podemos obtener gran fortaleza, en especial los jóvenes, del conocimiento de la historia de la Iglesia. Como descendiente de Hyrum Smith, considero una obligación solemne el asegurarme de que la Iglesia jamás olvide el importante ministerio de ese gran líder. Reconociendo que nadie, con la excepción de jesús, sobrepasó la gran obra y el singular cometido del profeta José Smith, mi alma se conmueve al recordar y respetar ja valiente vida y las contribuciones extraordinarias de su hermano mayor, el patriarca Hyrum Smith. En septiembre de 1840, Joseph Smith reunió a su familia. El venerable patriarca estaba agonizante y deseaba dejar una bendición a su amada esposa y a sus hijos. Hyrum, el mayor de los hijos que todavía vivían, le pidió a su padre que intercediera en los cielos a su llegada para que los enemigos de la Iglesia "no tuvieran tanto poder" sobre los santos. Luego, el padre le puso las manos sobre la cabeza y lo bendijo para que tuviera "paz... suficiente... para cumplir la obra que Dios le había encomendado". Conociendo la vida de fidelidad de su hijo, concluyó esa última bendición que le dio con la promesa de que Hyrum "sería tan firme como un pilar de los cielos hasta el fin de sus días" (Lucy Mack Smith, History of Joseph Smith, ed. por Preston Nibley. Salt Lake City: Bookcraft, 19.58, pág. 309). Esta bendición define la característica más fuerte de Hyrum Smith: la cualidad que más se destacaba en él es que era "firme como un pilar de los cielos". A través de su vida, se combinaron en contra de él las fuerzas del mal en un intento de vencerlo, o por lo menos de alejarlo del camino recto. Después de la muerte de su hermano mayor, Alvin, ocurrida en 1823, heredó responsabilidades importantes en ía familia Smith. En esa misma época, ayudó y sirvió a su hermano, el profeta José, en el largo y arduo proceso de la Restauración. Finalmente, se unió al Profeta y a otros mártires de dispensaciones pasadas: Se vertió su sangre como postumo testimonio al mundo. Hyrum Smith se mantuvo firme a pesar de las circunstancias adversas; él sabía el curso que tomaría su vida y con conocimiento de causa decidió seguirlo; con el tiempo, llegó a ser compañero, protector, proveedor y confidente del Profeta y al fin murió como un mártir junto a él. Vivieron rodeados de injustas persecuciones durante toda su vida y, aun cuando era mayor, él reconocía el llamamiento de autoridad divina de su hermano. Aunque en ciertas ocasiones le daba firmes consejos, siempre obedeció a su hermano menor. José Smith le dijo una ves: "Hermano, ¡qué corazón tan fiel tienes! ¡Que el Eterno Jehová corone tu cabeza con bendiciones sempiternas como recompensa por el cuidado que has brindado a mi alma! ¡Cuántos dolores hemos compartido juntos!" (History of the Church, 5:107-108). En otra oportunidad, el Profeta se refirió a su hermano con estas palabras profundas y tiernas: "Lo amo con un amor que es más fuerte que la muerte" (History of the Church, 2:338). Hyrum Smith sirvió fielmente a la Iglesia. En 1829 estuvo entre las pocas personas a quienes se les permitió ver las planchas de oro de las cuales se tradujo el Libro de Mormón, y durante el resto de su vida testificó de la naturaleza divina del libro, como uno de los Ocho Testigos que "habían visto las planchas con sus ojos y las habían tocado con sus manos" (citado por Richard Lloyd Anderson en Investigating the Book of Mormon Wknesses, Salt Lake City: Deseret Book Company, 1981, págs. 158-159). Él estuvo entre los primeros que se bautizaron en esta dispensación del evangelio. En 1830 tenía treinta años y era el mayor de los seis hombres elegidos para organizar formalmente La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. En 1831 habló en. una conferencia en Ohio y se comprometió diciendo que "todo lo que tenía pertenecía al Señor y que estaba preparado para hacer la voluntad del Señor" (citado por Donald Q. Cannon y Lyndon W. Cook, editores, en Far West Record, Salt Lake City: Deseret Book Company, 1983, pág. 21). En 1833, cuando el Señor reprendió a la Iglesia por demorar el comienzo del Templo de Kirtland, Hyrum Smith fue el primero en empezar a cavar para los cimientos. Como presidente bibliotecasud.blogspot.com del comité del templo, reunió a la gente de la Iglesia para llevar a cabo la tarea casi imposible de edificar el Templo de Kirtland cuando la mayoría de los miembros no tenían nada, literalmente, para dar a la causa. Pocos años después repitió ese servicio con ia edificación del Templo de Nauvoo. Hyrum Smith prestó servicio como integrante del obispado de Ohio, en el primer sumo consejo, como patriarca; fue consejero en la Primera Presidencia y, finalmente, fue uno de los dos únicos hombres que tuvieron el oficio de Presidente Asistente de la Iglesia. Cumplió muchas misiones para la Iglesia; durante una de ellas, mientras viajaba de Kirtland a Indiana, sufrió una de sus más grandes pruebas cuando su primera esposa, Jerusha, murió poco después de haber dado a luz al sexto hijo de ambos. La madre de los Smith, Lucy Mack Smith, escribió que la muerte de su nuera "nos estrujó el corazón con un dolor muy grande... Era una mujer que todos amábamos" (Smith, History of Joseph Smith, pág. 246). Aun cuando Hyrum Smith quedó muy dolorido, su fe era inquebrantable, y la determmación que tenía de servir a nuestro Padre Celestial y a Su Iglesia nunca disminuyó. Creo que el Señor lo recompensó por su fidelidad dándole una de las mujeres más grandes de la historia de la Iglesia, Mary Fielding, con quien se casó más tarde. Juntos edificaron un legado extraordinario de amor y de ejemplo. En realidad, Hyrum Smith fue uno de los pilares firmes de la Restauración; pero lamentablemente, muchos miembros de la Iglesia saben muy poco sobre él fuera de que murió junto a su hermano, en la Cárcel de Carthage; eso es de gran importancia, pero él hizo mucho más. En verdad, el mismo José Smith dijo una vez que sus seguidores harían bien en emular el. ejemplo de la vida de Hyrum (véase Histoi~y of the Church, 5:108). Deseo mencionar algunos de los ejemplos de su vida que quizás deberíamos seguir. En 1829, cuando José Smith estaba terminando la traducción del Libro de Mormón, su hermano estaba ansioso por empezar a propagar el evangelio y a edificar la Iglesia y le pidió que le preguntara al Señor qué debía hacer él. En la sección 11 de Doctrina y Convenios leemos la respuesta del Señor: "No intentes declarar mi palabra, sino primero procura obtenerla... "...estudia mi palabra que ha salido... y también estudia mi palabra... lo que ahora se está traduciendo" {D.yC. 11:21-22}. La vida de Hyrum Smith es un testimonio de obediencia a esta instrucción divina. Hasta e! último día de su vida se dedicó a obtener la palabra por medio del estudio de las Escrituras. Estando en la cárcel de Carthage leyó e hizo comentarios de pasajes del Libro de Mormón. Indudablemente, las Escrituras formaban parte de su ser y se volvió a ellas en momentos en que más necesitaba consuelo y fortaleza. Pensemos en la fortaleza espiritual que lograríamos y en cuánto más eficaces seríamos como maestros, misioneros y amigos si estudiáramos las Escrituras a diario. Estoy seguro de que, al igual que Hyrum Smith, podremos enfrentar las pruebas más grandes que se nos presenten si escudriñamos la palabra de Dios como él lo hizo. El segundo gran ejemplo de la vida de Hyrum Smith que podríamos emular ocurrió muy a principios de la Restauración. De acuerdo con Lucy Mack Smith, la madre, cuando el joven José contó por primera vez al resto de su familia la experiencia en la Arboleda Sagrada, Hyrum y los demás recibieron el mensaje "con júbilo"; la familia se sentó formando un "círculo... prestando la mayor atención a un muchachito... que jamás en su vida había leído toda la Biblia" (Smith, History of Joseph Smith, pág. 82). En contraste con la reacción de Laman y Lemuel ante el llamamiento divino de su hermano menor Nefi, y con los celos de los hermanos de José .que fue vendido a Egipto, no había celos ni animosidad en Hyrum Smith. Por el contrario, nació una gran fe en su corazón como resultado de la simple y gozosa respuesta que sintió con respecto a la veracidad del mensaje de su hermano. El Señor le hizo saber en lo íntimo de su ser que era verdad y siguió fielmente ai Profeta por el resto de su vida. "...yo, el Señor, lo amo [a Hyrum S m i t h ] " , reveló el Salvador en Doctrina y Convenios, "a causa de la integridad de su corazón, y porque él ama lo que es justo ante mí..." (D.yC. 124:15). El fiel Hyrum tenía un corazón creyente; para creer, no necesitaba ver todo lo que José Smith veía sino que le era suficiente oír la verdad de los labios del Profeta y sentir la impresión espiritual de que era verdad. La fe para creer fue su fuente de fortaleza espiritual y ha sido la fuente de fortaleza espiritual de los miembros fieles de la Iglesia de antaño y de hoy, No necesitamos miembros que cuestionen todo detalle, sino los que hayan sentido con el corazón, que vivan cerca del Espíritu y que sigan Sus impresiones con júbilo; necesitamos corazones y mentes inquisitivas que reciban con alegría las verdades del evangelio sin argumentos ni quejas y sin demandar mani- bibliotecasud.blogspot.com festaciones milagrosas. ¡Cuan bendecidos somos cuando los miembros responden con gozo ante los consejos del obispo, del presidente de la estaca, de los líderes de los quórumes y las organizaciones auxiliares, algunos de los cuales pueden ser menores que ellos o tener menos experiencia! ¡Qué bendición tan grande recibimos cuando seguimos "lo que es justo" contentos y sin protestas! El tercer ejemplo proviene de la forma desinteresada en que Hyrum Smith sirvió a sus semejantes. El comentario de su madre al respecto fue que "era sumamente tierno y amable" (Smith, History of Joseph Smit/i, pág. 55). Cuando el pequeño José sufría fuertes dolores en una pierna, su hermano Hyrum reemplazó a la madre y se sentó junto a él para cuidarlo durante casi todas las veinticuatro horas del día y por un período de más de una semana. El era siempre el primero en demostrar amistad a un forastero, el primero en intentar pacificar en una disputa, el primero en perdonar a un enemigo; se sabía que el profeta José Smith había dicho que "si Hyrum no podía hacer las paces entre dos que se habían peleado, ni siquiera los ángeles tendrían la esperanza de lograrlo" (J. P Widtsoe, "Hyrum Smith, Patriaren", The Utah Geneatogical and Historical Magazine, abril de 1911, pág. 56). ¿Existen exigencias similares en la Iglesia y en nuestras familias hoy día? ¿Somos sensibles a los intereses de aquellos que necesiten atención especial? ¿Percibimos los problemas de familias que luchen espiritual o emocionalmente, a quienes les hagan falta nuestro amor, aliento y apoyo? El ejemplo de servicio desinteresado de Hyrum Smith sería una fuerte influencia en el mundo de hoy día si muchos de nosotros decidiéramos seguirlo. Otro gran ejemplo nos llega desde el obscuro calabozo de la cárcel de Liberty. Allí Hyrum y José Smith y otros hermanos sufrieron el frío, el hambre, el tratamiento inhumano y la separación de sus amigos. En esa cárcel, que fue una experiencia de aprendizaje, el Patriarca aprendió una lección de paciencia ante la adversidad y la aflicción. En medio de esta severa prueba, su preocupación primordial no era por sí mismo ni por sus compañeros, sino por su familia. En una carta a su esposa, escribió que "lo más duro de mi dificultad" era preguntarse cómo estarían ella y la familia. "Cuando pienso en tus aflicciones, mi corazón se atormenta de dolor... Pero, ¿qué puedo hacer?... que se haga Tu voluntad, oh Señor" (carta de Hyrum Smítli a su esposa, Mary Eielding, fechada el 16 de marzo de 1839). Al viajar por toda la Iglesia, veo a miembros que han sido probados con aflicciones personales. Veo esposos, esposas y padres que viven en circunstancias difíciles de sobrellevar y que no pueden cambiar con respecto a su cónyuge o sus hijos. Todos nosotros nos enfrentamos a veces con situaciones desagradables, con adversidades y aflicciones que no podemos cambiar. Muchas circunstancias se pueden encarar sólo con tiempo, lágrimas, oración y fe. Nosotros, como Hyrum Smith, sólo lograremos la paz cuando nos digamos: "Pero, ¿qué puedo hacer?... Hágase Tu voluntad, oh Señor". Indudablemente, José Smith estaba inspirado cuando escribió sobre su h e r m a n o mayor, Hyrum: "Tu nombre será escrito... para que aquellos que vendrán después de ti lo consideren con veneración y puedan moldear su carácter según tus obras" (History of the Church, 5:108). Ruego que podamos guardar la promesa que se le hizo a Hyrum Smith en la sección 124 de Doctrina y Convenios de que "su nombre se guarde en memoria honorable, de generación en generación para siempre jamás" (D. y C. 124:96). Su nombre seguramente será reverenciado si seguimos su ejemplo y moldeamos nuestro "carácter según [sus] obras". Ruego que el recuerdo de Hyrum Smith y el de todos nuestros fieles antepasados nunca se aleje de nuestra memoria, y lo hago humildemente, en el nombre de Jesucristo. Amén. • Las cimas espirituales Elder Jack H Goaslind de los Setenta "El poder del testimonio de Jesucristo es una de las grandes y desaprovechadas fuentes de dirección de nuestra vida." H ace poco, tuve la oportunidad de asistir a unas reuniones en Eago Jackson, cerca de las majestuosas montañas Tetón, del estado de Wyoming, en el oeste de los Estados Unidos. Los agrestes picos de las montañas y el paisaje indescriptiblemente hermoso se combinaban con el fresco y límpido aire otoñal para elevar y renovar el espíritu de todo visitante. Tengo que reconocer que el trabajo que se me había enviado a hacer allí parecía mucho menos arduo de lo que nos parece el trabajo diario a la mayoría de nosotros. El sereno panorama de las montañas tenía un efecto renovador en mí y en otros de ios presentes. Los problemas del mundo parecían entonces menos insuperables; las dificultades con que me enfrentaba se me hacían menos amenazadoras. Salí de allí con una visión más elevada y con el espíritu iluminado por una esperanza y un entusiasmo nuevos. bibliotecasud.blogspot.com Esos paisajes montañosos me inspiraron también otras reflexiones, de algunas de las cuales me gustaría hablar hoy. Muchas veces, el Señor ha empleado las cimas de las montañas como santuarios. En la época del Antiguo Testamento, cuando no había un templo disponible, El utilizaba los picos de las montañas como el lugar sagrado donde revelaba verdades a Sus profetas. Del mismo modo, tanto el Nuevo Testamento como el Libro de Mormón describen las cumbres sagradas donde Dios reveló verdades a Sus siervos. José Smith, arrodillado en la Arboleda Sagrada, estaba simbólicamente arrodillado en la cima de una alta montaña espiritual. Hoy en día, el Señor nos concede un amplio espacio que, en forma personal, se convierte en nuestra propia cima espiritual en la cual recibimos verdad e inspiración. Por ejemplo, escudriñar las Escrituras nos contesta muchas de nuestras preguntas cotidianas elevándonos el espíritu a una altura que nos ofrece una visión más clara de todo. Además, el mundo está lleno de templos santos a los que podemos asistir para recibir instrucciones e inspiración y para efectuar ordenanzas sagradas. Y las conferencias como ésta, las proféticas expresiones escritas de nuestros queridos líderes, las reuniones sacramentales y las conferencias de estaca, todo ello nos provee oportunidades magníficas de escuchar la verdad y de que ésta penetre en lo profundo de nuestra alma. Nosotros mismos, en nuestro mundo de diaria labor, podemos crear una experiencia "de cima" espiritual tan personal y exclusiva que me pregunto por qué no hay más personas que lo hagan. La cima espiritual a la que me refiero es el desarrollar y refinar el testimonio de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo. Del mismo modo en que podemos contemplar un maravilloso panorama desde la cima de una montaña alta, creo que podemos, en cualquier parte que nos hallemos, sentir el sobrecogedor asombro de saber que el Salvador, en un acto de amor que supera la comprensión humana, dio Su vida para tomar sobre Sí nuestro dolor y sufrimientos. Creo que el poder del testimonio de Jesucristo es una de las grandes y desaprovechadas fuentes de dirección de nuestra vida. Estoy convencido de que cada uno de nosotros, por bueno, leal y dedicado que sea al evangelio y a la Iglesia, podría hacer mucho más, si lo hiciera con el poder y la influencia de una fe inalterable en el Señor. Quiero dar un ejemplo de esto. Pienso que la mayoría de los padres que me escuchan tratan de enseñar a sus hijos a distinguir el bien del mal, a ser honestos, a respetar a los demás y a la propiedad ajena, a llevar una vida moralmente limpia y a amar a su familia; se esfuerzan por enseñarles la importancia de las ordenanzas salvadoras, tal como el bautismo para la remisión de pecados; desean que sus hijos varones reciban el sacerdocio y sean ordenados a la edad apropiada; enseñan a todos sus hijos que casarse en el lugar debido, con la persona debida, en el momento debido y por la debida autoridad es esencial para la exaltación. Estas importantes lecciones y otras similares, tan cruciales para todo Santo de los Últimos Días, son la marca inconfundible de todo lo que creemos y consideramos de máximo valor. Si se aprenden por medio del Espíritu, cuando se hayan enseñado por la influencia de un fuerte testimonio de la expiación del Salvador, se habrán enseñado y aprendido en una atmósfera de amor y confianza que asegure con certeza que se recordarán. Como enseña este pasaje de las Escrituras: "Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él" (Proverbios 22:6). La creencia y, al final, la convicción de que Jesús de Nazaret, el hijo del carpintero, el Redentor de Israel —nuestro Señor y Salvador Jesucristo—, dio Su vida en un abnegado sacrificio a fin de que nosotros alcanzáramos la inmortalidad y la vida eterna pone en la debida perspectiva cualquier enseñanza que impartamos a nuestros hijos o a otras personas de quienes tengamos responsabilidad. A veces pienso que sentimos aprensión injustificada de relacionar nuestras enseñanzas con este fundamento de las verdades del evangelio; quizás nos excedamos en enseñar a nuestros hijos a obedecer una bibliotecasud.blogspot.com ley o principio sólo porque la familia espera que lo hagan. Pueden tal vez obedecer una verdad con el fin de complacer al obispo o a un vecino y alguna otra por una tazón diferente; pero cuando les enseñamos una verdad eterna y no la explicamos dentro del contexto de un firme testimonio de nuestro Salvador, desperdiciamos así el poder del ejemplo del Maestro más grandioso que el mundo haya conocido. Del mismo modo, muchos hemos logrado un estado de obediencia en el cual guardamos continuamente la letra de la ley, o sea, no cometemos pecados graves; si miramos alrededor, vemos que no somos peores que esta o aquella familia, y nos sentimos satisfechos y cómodos; estamos a la par de otros en nuestra meseta, que se halla a mitad de camino hacia la cima de la montaña, y nos gusta ese lugar panorámico donde mantenemos a raya todo lo que debemos y no debemos hacer. Es preciso que aprendamos —y luego enseñemos— que somos obedientes a las leyes y los principios del evangelio por nuestra creencia, nuestro conocimiento, nuestro testimonio y nuestra fe en Jesucristo. Nefi, que en las Escrituras declara que su "alma se deleita en la claridad", nos recuerda lo siguiente en el capítulo 25 de 2 Nefi: "Y hablamos de Cristo, nos regocijamos en Cristo, predicamos de Cristo, profetizamos de Cristo y escribimos según nuestras profecías, para que nuestros hijos sepan a qué fuente han de acudir para la remisión de sus pecados" (vers. 26). El presidente Harold B. Lee nos aconsejó, quizás dándose cuenta de lo difícil que nos resultaría a veces concentrar nuestra fe en nuestro testimonio del Salvador: "Caminen hasta el límite de la luz y quizás unos cuantos pasos en la oscuridad, y verán que la luz aparece y se pone delante de ustedes" (citado por el presidente Boyd K. Packer en el seminario para Representantes Regionales, 1Q de abril de 1977). Al desarrollar nuestro testimonio, al salir de nuestra posición cómoda y movernos aunque sea un poco hacia la cima de la montaña, creo que es entonces que empezamos a acercarnos a nuestra propia cima espiritual en la que recibiremos inspiración y verdad como nunca. Es allí, tal como lo experimenté aquel día en la cumbre de las montañas, que podemos pensar más claramente, ver las cosas como realmente son y comprender la verdad con una luz pura y límpida. Allí, con la guía y la influencia del Espíritu Santo, comenzamos a comprender y sabemos cómo enseñar y bendecir a otros con nuevo significado y mayor percepción. Si se me concediera un solo deseo esta mañana, lo que haría sería plantar profundamente en el corazón de los que me escuchan el recuerdo indeleble de Jesucristo. Hace poco, el presidente Howard W. Hunter nos inspiró con estas palabras: "Debemos llegar a conocer a Cristo mejor de lo que lo conocemos; debemos recordarle con más frecuencia de lo que le recordamos; debemos servirle más valientemente de lo que le servimos" ("¿Qué clase de hombres habéis de ser?", Líahona, julio de 1994, pág. 72). Quizás lo que haya querido decirnos el presidente Hunter con esas palabras de admonición haya sido lo mismo que Alma enseñó cuando habló de experimentar un gran cambio en el corazón. Él enseñó a los miembros de la Iglesia en Zarahemla que debían elevar el corazón a un plano espiritual más alto; les habló de la importancia de confiar en Dios y les dijo lo esencial que era ejercer la fe; luego les hizo esta pregunta fundamental que debemos hacernos nosotros mismos en la actualidad: "Y ahora os digo, hermanos míos, si habéis experimentado un cambio en el corazón, y si habéis sentido el deseo de cantar la canción del amor que redime, quisiera preguntaros: ¿Podéis sentir esto ahora/" (Alma 5:26). Mis hermanos, nuestra bondad —todo empeño de rectitud—, nuestras buenas obras, nuestra obediencia y nuestros esfuerzos por bendecir a los demás tienen que estar basados en nuestra fe en Cristo y motivados por ella, por el testimonio que tengamos de Su misión y de Su sacrificio y por nuestra disposición a abandonar la situación cómoda en que nos hallamos. No nos será posible responder afirmativamente a la pregunta de Alma hasta que hayamos encontrado el modo de fortalecer, aumentar y magnificar nuestro testimonio de Jesucristo y el efecto de la Expiación en nosotros mismos. Satanás quiere impedirnos alcanzar esa cima que nos permita desarrollar un testimonio tan fuerte que él no pueda tener influencia en nosotros. Su obra consiste en malograr nuestros esfuerzos, pero el Señor nos ha dicho: 'Así que, no temáis, rebañito; haced lo bueno; aunque se combinen bibliotecasud.blogspot.com en contra de vosotros la tierra y el infierno, pues si estáis edificados sobre mi roca, no pueden prevalecer" (D. y C. 6:34). Tenemos toda confianza en que la tierra y el infierno no prevalecerán sobre ustedes, pero es indispensable que abandonen las mesetas bajas en que se encuentran y asciendan a terrenos más elevados. Quisiera terminar con las magníficas palabras de nuestro amado Profeta, Gordon B. Hinckley, que dijo: "Sigan adelante. Lo mejor está por venir. Inculquen a nuestros jóvenes algo más de espiritualidad; cultiven en el corazón de cada uno un sentido de la relación que tiene con el Señor, al mismo tiempo que ellos empiezan a conocer al Salvador del mundo entendiendo algunos de los elementos de la expiación del Redentor por medio de los cuales se pone la vida eterna al alcance de cada uno de nosotros" (Graduación del seminario de la escuela "West High", Salt Lake City, 14 de mayo de 1995; reunión de liderazgo del sacerdocio, Conferencia Regional de Springville y Heber City, 13 de mayo de 1995). Que Dios bendiga a los padres. Nosotros los queremos y sabemos que no es fácil hacer lo que están haciendo; sabemos que cada día les trae dificultades y pruebas que les parecen insuperables. Que mediante el aumento de su fe y de su confianza en el Señor puedan obtener fortaleza, vigor y resistencia renovados para enseñar y bendecir a aquellos que son parte de su mayordomía paternal. Que por los consejos del presidente Howard W. Hunter, del presidente Gordon B. Hinckley y de todos los que han dado su inalterable testimonio de Jesucristo, sepan que sólo por medio del amor y las enseñanzas de Aquél de quien testificamos, y gracias a las bendiciones de Su expiación por nosotros, podemos enseñar con el poder de bendecir y salvar a nuestras familias en el reino de Dios. De esto testifico en el sagrado nombre de Jesucristo. Amén. D El poder de la bondad Hermana Janette Hales Beckham Presidenta General de las Mujeres Jóvenes "Dios nos ha dado a todos el poder individual de actuar, de decidir, de servir, de amar y de realizar mucho bien." U na madre me dijo una vez: "Me gustaría que encerraran a todos los niños en el templo hasta que cumplieran los veintiún años". Y un padre comentó: "Me siento totalmente impotente en mi propio hogar. Nuestra familia no tiene control". ¿Qué fuerza o poder hay que mitigue el anhelo humano de disfrutar de mayor seguridad, orden, control e incluso de paz? Mi primer recuerdo de haber tenido necesidad de poder es de cuando mi familia se mudó, el año que comencé el tercer grado. Allí empecé a entender más sobre los amigos y la familia de otras personas. Al charlar con mis nuevos amigos y chicos de la vecindad, comparábamos posesiones y cantidades: quién tenía los mejores árboles de sombra o un gallinero en el que pudiéramos treparnos. Además de enterarme de qué papá era el más fuerte, noté que muchos chicos eran mayores que yo. Por suerte, yo tenía dos hermanas mayores que contaban con muchos amigos. Y una vez dije que, si era necesario, toda la escuela secundaria iría a ayudarme. De este modo sentía que poseía el poder indispensable para mi seguridad y protección. Poco a poco, el mundo de mis ocho años se fue ensanchando; también se hacía más necesaria la habilidad de enfrentar este mundo civilizado. Comencé a apreciar la seguridad del tamaño, de la cantidad y de los recursos. El empleo de lo que llamamos el "poder político" empieza a temprana edad; lo primero que se aprende es la importancia del tamaño: "¡Si no te sosiegas, llamo a mamá!" "¡Ya verás cuando papá vuelva!" Los recursos pueden ser un suplemento al tamaño. Un juguete sirve para golpear; lo que empezó como un muñeco de nieve se transforma en un fuerte. El mundo estaba en guerra en aquellos días, pero yo estaba en tercer grado y el peligro al que temía era el niño que tenía una pistola de madera con la que tiraba aros de goma de los frascos de conservas; su blanco eran las piernas cié las niñas. Mis amigos me decían que si le daba aros de goma, él no me iba a tirar más a mí, pero contribuir a su arsenal me parecía un acto de traición, y dudaba de poder confiar en la palabra de un buscapleitos. Creo que al fin algún maestro le debe de haber quitado la pistola. En mi mundo, yo valoraba a la gente con poder, como los padres y los maestros, especialmente si sus reglas eran justas. Ese mismo año, la comunidad bibliotecasud.blogspot.com compartió la alegría de nuestra familia cuando mi madre dio a luz al único varón después de cuatro niñas. Mi papá era el único varón de su familia, y pensó que ya tendría a alguien para que perpetuara su apellido. A los pocos meses, fue obvio que Tommy sufría de una grave anormalidad. Entonces empecé a sentir en mi interior una fuerza claramente diferente de la de mi mundo exterior. Empezó a tomar forma una nueva dimensión de amor, ternura y compasión; observé cómo mamá y papá cambiaban su estilo de vida para cuidar amorosamente de un niño que en cinco años nunca aprendió a sentarse ni a hablar, pero que iluminaba el cuarto con su sonrisa. Todo el pueblo parecía más amable, más cuidadoso, más atento. Mis temores a lo externo disminuyeron; me sentía segura porque mí madre y mi hermano estaban allí; mis padres estaban en casa por la noche. Nuestro hogar estaba lleno de calidez. Había un poder diferente que parecía emanar desde adentro; era más permanente, no como el momentáneo que sentía con mis amigos; era sereno y lleno de paz; era el poder de la bondad, el poder del amor. En la bondad hay un poder que se aprende a veces en el seno familiar. Y hay un vacío cuando ésta falta. Conozco a una familia que dejó lo que llamaban "la buena vida" por el deseo de hacer el bien. Acordaron embarcarse en un noble propósito que los llevó a vivir un año en Filipinas. La madre de esta familia contó lo anonadados que estaban de ver lo difícil que era su nueva vida. Sin la rutina normal ni las comodidades del hogar, según dijo, "éramos los mismos insufribles de siempre". Entonces iniciaron una nueva rutina: ejercicio a las cinco y media de la mañana, estudio de las Escrituras a las seis y media, luego el desayuno y la escuela. Y todas las tardes visitaban orfanatos para jugar con los niños. Gradualmente, la familia comenzó a notar un cambio: tenían más paciencia, gratitud y respeto. Empezaron a hablar más unos con otros, pero realmente hablar y realmente escuchar. La madre comentó: "Nunca olvidaré la lección que aprendimos el día en que llevaron al orfanato a un bebé de cinco meses al que le habían cortado la lengua y sacado un ojo." Cuando supieron que la propia madre, una mendiga, era quien lo había dañado, la clase de estudios sociales que habían tenido en el hogar cobró nuevo significado. Empezaron a sentir mayor compasión, más reverencia por la santidad de la vida. Esas personas pusieron su "confianza en ese Espíritu que induce a hacer lo bueno" (D. y C. 11:12), y gradualmente comenzaron a experimentar el poder que les permitió cambiar. Los poderes del cielo están al alcance de todos por medio de la rectitud. Moroni enseña que "toda cosa que invita a hacer lo bueno, y persuade a creer en Cristo, es enviada por el don y el poder de Cristo" (Moroni 7:16; cursiva agregada). A José Smith se le dio una revelación sobre el poder, precisamente cuando el poder político se había vuelto en su contra y se hallaba prisionero en la cárcel de Liberty. Su primer ruego al Señor fue para pedir ayuda para castigar a sus enemigos: "Permite que tu enojo se encienda en contra de nuestros enemigos", suplicó. Nuestro Padre Celestial le respondió con una bendición mayor: "Hijo mío, paz a tu alma". Luego le hizo una promesa, si perseveraba y era fiel: "Dios te exaltará; triunfarás sobre todos tus enemigos" (D. y C. 121:5,7,8). Fue en esa misma prisión que Dios enseñó al Profeta acerca del poder del sacerdocio, diciendo: "Ningún poder o influencia se puede ni se debe mantener en virtud del sacerdocio, sino por persuasión, por longanimidad, benignidad, mansedumbre y por amor sincero" (D. yC. 121:41). El poder del sacerdocio se emplea para ministrar, predicar, enseñar, bautizar, ordenar, sanar, sellar, restaurar, bendecir, profetizar, testificar y hacer el bien. El poder político, por otra parte, puede ser una fuerza para bien o para mal y es siempre momentáneo. Todos tenemos poder político y cada uno de nosotros lo necesita; debemos emplearlo para el bien. Sin un ejercicio correcto de ese poder, estaría en peligro nuestra libertad; las religiones podrían desaparecer. Por supuesto, necesitamos reglas y leyes, pero debemos recordar que las Escrituras nos dicen que "los poderes del cielo... no pueden ser gobernados ni manejados sino conforme a los principios de la rectitud" (D.y C. 121:36). Una fiel hermana expresó este testimonio de la manera que el poder de la bondad influyó en ella: "Hasta que tenía aproximadamente ocho años de edad, no me había dado cuenta de que mi madre tenía serios problemas de salud, diagnosticados más tarde como esclerosis múltiple. Cuando estaba en el primer año de Abejitas, desperté una mañana de mayo y la encontré paralizada del cuello para abajo; previamente había perdido la vista". Confinada a su lecho, esta valerosa mujer se convirtió en el eje del hogar. Su hija escribe lo siguiente: "Un día me tocaba limpiar el horno, una tarea que acometí con bibliotecasud.blogspot.com autoconmiseración y bastantes quejas. Fui al dormitorio de mamá para lamentarme un poco y vi que estaba llorando. Me dijo: '¿Sabes cuánto daría por levantarme y limpiar ese horno?' Logré entonces una nueva perspectiva de la naturaleza del trabajo; y hasta el día de hoy, cada vez que limpio el horno pienso en esa experiencia. "Fue una bendición muy especial el tener a mi madre siempre disponible. Ella escuchaba pacientemente las preocupaciones y preguntas de mi adolescencia. Me hacía sentir la persona más importante e interesante del mundo. Ella estaba siempre EN CASA, atenta, llena de interés, y siempre disponible". La madre falleció el año en que ella se graduó. Continúa el relato: "Uno de los momentos más dolorosos de mi joven vida fue el día que volví de la escuela para entrar en una casa vacía y caminar por el largo pasillo hasta su dormitorio. Mi consejera y confidente ya no estaba allí, pero me había dado esos dones eternos e intangibles de amor, interés, sabiduría y aceptación. Y estaré siempre agradecida por su bondad". Esa valiente mujer, aunque físicamente impedida, tuvo el poder para amar, motivar, inspirar, para perpetuar la rectitud y hacer el bien. Mi ruego por cada uno de nosotros es que podamos reconocer que Dios nos ha dado a todos el poder individual de actuar, de decidir, de servir, de amar, y de realizar mucho bien. Quizás sea tiempo de tomar las riendas de nuestra vida. Nuestro Profeta, el presidente Gordón B. Hinckley, ha dicho: "[Sean fieles]... considerados y buenos... No debemos temer; Dios está a la cabeza... El derramará Sus bendiciones sobre aquellos que caminen obedeciendo Sus mandamientos" ("Esta es la obra del Maestro", Liahona, julio de 1995, pág. 81). Es mi oración que podamos buscar el poder de la rectitud en nuestro diario vivir al seguir el consejo de nuestro Profeta, y que vivamos según las enseñanzas de nuestro Salvador, Jesucristo, en Su nombre. Amén. • Entre los brazos del amor del Salvador Elder W. Craig Zwick de los Setenta "Nuestra vida es bendecida al aprender lecciones de amigos de confianza cuyas deficiencias físicas y humildad invitan al Espíritu. Ellos nos enseñan una nueva dimensión de la fe, el valor, la paciencia, el amor y la dignidad individual." i corazón tiembla con profunda humildad al .ocupar este lugar sagrado por primera vez. Sé con toda seguridad que la voz y los pensamientos del presidente Hinckley representan los deseos del Salvador para cada uno de nosotros. En una hermosa mañana de verano, nuestra familia asistió a las Olimpíadas Especiales para ver participar a nuestro hijo Scott. Las Olimpíadas Especiales se realizan todos los años para dar a las personas con deficiencias físicas la oportunidad de disfrutar de una competición amistosa. Observamos que mientras los corredores tomaban sus puestos para la carrera de 50 yardas, había amigos especiales que los animaban y que se conocen afectuosamente como "abrazadores". Segundos antes de comenzar la carrera, esos "abrazadores" ocupaban un lugar junto a la meta. No tenía importancia quién cruzase la línea primero; lo que importaba era que cada participante terminara la carrera y recibiese un abrazo de felicitaciones. Tanto los bravos corredores como los cariñosos "abrazadores" enseñaban fundamentales principios de la verdad. El Señor habló claramente cuando dijo: "Sé fiel y diligente en guardar los mandamientos de Dios, y te estrecharé entre los brazos de mi amor" (D. y C. 6:20). Todos queremos sentir el consuelo del abrazo del Señor. Durante Su ministerio, el Salvador contempló con gran compasión más allá de las imperfecciones físicas y mentales de las personas, y vio el corazón. El ser discípulo implica la sagrada responsabilidad de seguir Su ejemplo, de preocuparnos por ios que tienen deficiencias y amarlos. Los discípulos valientes procuran encontrar maneras significativas de extender su alma en el servicio y el amor hacia los demás. Este consejo del élder Richard G. Scott es preciso: "...te convertirás en un instrumento por medio del cual el Señor pueda bendecir a otra persona. El Espíritu te hará sentir el interés que bibliotecasud.blogspot.com el Salvador tiene en tí, y luego la calidez y la fortaleza de Su amor" ("Para ser sanado", hiahona, julio de 1994, pág. 9). Nuestra tarea, facilitada por la oración, es reconocer aun las más pequeñas limitaciones de cada persona que pueda estar sufriendo dolor o desaliento; puede que sea una deficiencia minúscula para aprender, una dislexia o un pequeño impedimento auditivo; pero sin nuestra ayuda, quizás ellos sean incapaces de participar de ia bondad del Señor o de disfrutar de la plenitud de la vida. Toda persona desea sentirse segura en este mundo, que a veces es cruel y competitivo. Todos somos de gran valor, porque somos hijos espirituales de Dios. María, una jovencita con ciertas deficiencias mentales, que no era miembro de la Iglesia, tenía limitaciones, pero deseaba mucho participar en las actividades de otras jóvenes. Percibiendo sus necesidades, varias Mujeres Jóvenes la invitaron a participar en el "teatro ambulante" del barrio. Se invitó también a la familia a asistir a su actuación. El padre de María quiso saber más sobre esa religión cuyos miembros se interesaron tanto en su hija que la hicieron participar de sus actividades. Toda la familia abrazó el evangelio y fue bautizada. Agradezco a todos los atentos amigos, maestros, obispos y a aquellos que se aseguran de que nadie se sienta solo ni fuera de lugar. Siempre existe la necesidad de saber que se forma parte importante de algo. Todos nos mejoramos y elevamos en ese proceso. La hermana Navarro vive en una pequeña villa del sur de Chile. Tiene el cuerpo afectado por la artritis y sufre considerable dolor al caminar con la ayuda de un bastón. Pero todos los domingos, durante diecinueve años, ha tomado la mano de su hija que tiene un impedimento mental, y ha caminado arrastrando los pies la distancia de más de tres kilómetros que tiene que recorrer para ir a la Iglesia. Su llamamiento de directora de música en la Sociedad de Socorro significa todo para la querida hermana Navarro. Su deseo de elevar a los demás es como un imán para que, a su vez, le sirvan de ayuda a su hija minus válida. El Salvador, en Su infinita bondad, permite que todos tengan gozo. "...todo hombre tiene tanto privilegio como cualquier otro, y nadie es excluido" (2 Nefi 26:28). Toda persona tiene dones especiales y todos necesitan contribuir. Jamie Wheeler es un joven excepcional de dieciséis años. Nació con Síndrome de Down. Tiene un llamamiento en el barrio y ayuda al obispo en tareas importantes; además, participa activamente en el programa Scout. Verdaderamente contribuye y recibe amor y aprecio genuínos. El profeta José Smith enseñó lo siguiente: "Todas las mentes y espíritus que Dios ha enviado al mundo están capacitados para progresar" (Enseñanzas del Profeta José Smith, págs. 438-439). Nuestra vida es bendecida al aprender lecciones de amigos de confianza cuyas deficiencias físicas y humildad invitan al Espíritu. Ellos nos enseñan una nueva dimensión de la fe, el valor, la paciencia, el amor y la dignidad individual. Cuatro hombres jóvenes con severas incapacidades trabajan en el Templo de Sao Paulo. Cada uno tiene una dificultad diferente, pero todos son una bendición para miles de personas al contribuir al dulce espíritu que se siente dentro de ese hermoso templo. "Recordad que el valor de las almas es grande a la vista de Dios" (D. y C. 18:10). Mi alma se emociona con profundo amor y aprecio por nuestro hijo mayor, Scott, mentalmente deficiente desde su nacimiento. Su valor y amor han permitido que muchos amigos y todos los miembros de nuestra familia sintamos por medio del Espíritu "el interés que el Salvadot tiene... y luego la calidez y la fortaleza de Su amor" (Richard G. Scott, Liahona, julio de 1994, pág. 9). Agradezco mi compañera eterna, Jan, cuya fe y tierno amor por cada bibliotecasud.blogspot.com uno de nuestros hijos ha hecho de nuestro hogar un lugar de paz. Ella realmente procura hallar maneras de hacer que cada hijo de Dios se sienta consolado. Mediten en lo íntimo de su ser los sentimientos del Salvador al expresar El Su amor por cada hijo de Dios: "...vio que estaban llorando, y lo miraban fijamente, como si le quisieran pedir que permaneciese un poco más con ellos. "Y les dijo: He aquí, mis entrañas rebosan de compasión por vosotros. "¿Tenéis... quienes estén afligidos de manera alguna? Traedlos aquí y yo los sanaré, porque tengo compasión de vosotros... "...veo que vuestra fe es suficiente para que yo os sane" {3 Nefi 17:5-7). Ruego que nuestra fe sea suficiente para que cada uno de nosotros pueda sentirse envuelto en los brazos del amor del Salvador. Sé que Él vive y que nos conoce íntimamente. En el nombre de Jesucristo. Amén. • Redentor de Israel Elder Bruce D. Poríer de ios Setenta "Él recorre largas distancias para hallar y traer de regreso al hogar a los 'hijos pródigos'. Nos encuentra fatigados, hambrientos y oprimidos, y nos alimenta y nos da de beber." reconciliarnos con nuestro Padre y retornar a Su hogar. "Hemos errado mucho, clamando a ti, extraños, en yermos del mal" ("Oh Dios de Israel", Himnos, N 2 5.) a parábola del hijo pi'ódigo se aplica a cada uno de nosotros. Nos recuerda que todos somos, en cierta medida, hijos pródigos de nuestro Padre Celestial. Porque, como lo escribió el apóstol Pablo, "todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios" (Romanos 3:23). Tal como el hijo errante de la parábola del Salvador, hemos venido a "una provincia apartada", separada de nuestro hogar premortal. Como el hijo pródigo, tenemos parte en una herencia divina, pero, a causa de nuestros pecados, malgastamos una porción y experimentamos "una gran hambre" del espíritu (véase Lucas 15:13, 14). Así como él, aprendemos por dolorosas experiencias que los placeres y afanes del mundo no tienen mayor valor que "las algarrobas que comían los cerdos" (Lucas 15:16). Anhelamos En la parábola del hijo pródigo, sólo el hijo mayor permanece fiel a su padre, según sus propias palabras, "no habiendo [le] desobedecido jamás" (Lucas 15:29). En forma similar, en el plan de salvación, el Primogénito del Padre es sin pecado y sin defecto. Pero aun así, hay una diferencia esencial: En la parábola, el hijo mayor está celoso de la atención brindada al retorno del pródigo; en el plan de salvación, en cambio, el Hijo mayor hace posible el regreso de los hijos pródigos. El Padre lo envía a redimir a Sus hijos del cautiverio. El Hijo mayor acepta la misión: "...y los salvaré de todas sus rebeliones con las cuales pecaron, y los limpiaré..." (Ezcquiel 37:23). El recorre largas distancias para hallar y traer de regreso al hogar a los "hijos pródigos". Nos encuentra fatigados, hambrientos y oprimidos, y nos alimenta y nos da de beber. Vive entre nosotros y comparte nuestras cargas. Después, en un acto culminante de supremo amor, el Hijo mayor toma de Sus propios bienes y nos rescata, uno por uno. A fin de pagar la totalidad de nuestra deuda, se ve obligado a sacrificar Sus propias riquezas, sí, todo bibliotecasud.blogspot.com lo que tiene, hasta el último ápice. Hay algunos que rehusan el rescate ofrecido; encadenados por el orgullo, prefieren el cautiverio a la contrición. Pero los que aceptan el ofrecimiento y abandonan sus caminos erróneos, son sanados por Sus manos y reciben el don de la libertad. A éstos los lleva de regreso al Padre, con cánticos de regocijo eterno. Testifico que el Hijo mayor de nuestro Padre Celestial nos ha redimido de los lazos del pecado. Somos un pueblo comprado. En las palabras de Pablo, "Por precio fuisteis comprados..." (1 Corintios 7:23). En el jardín de Getsemaní, el Primogénito del Padre "descendió debajo de todo" (D. y C. 88:6); y como dijo Isaías, "llevó nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores" (Isaías 53:4). En el Gólgota, "derramó su vida hasta la muerte" (Isaías 53:12) a manos de los mismos hombres cuyos pecados El había expiado, entregando libremente Su vida mientras vencía al mundo. En el mundo premortal, Él fue el Dios de Abraham, Isaac y Jacob, el Creador de la tierra, el gran YO SOY. Desde esas exaltadas cumbres, descendió para venir a la tierra en la más humilde circunstancia, para que no le fueran extraños nuestros pesares. En lugar de un sitial mundano, eligió nacer en un humilde establo y vivir la vida sencilla de un carpintero; creció en un oscuro villorrio de un distrito menospreciado de Palestina. No quiso forjarse una reputación, y fue "como raíz de tierra seca... sin atractivo para que le deseemos" (Isaías 53:2). Pudo haber tenido poder y honores políticos; optó en cambio por sanar y enseñar. Pudo haberse ganado el favor de los de Su pueblo liberándolos de la opresión de los romanos; en vez de ello, los salvó de sus pecados y fue rechazado por los suyos. Sacrificó la gloria de Galilea para sufrir la humillación y el juicio de Jerusalén. Luego, de manera literal, el Señor Jesucristo pagó las máximas exigencias de nuestro rescate al sufrir "el dolor de todos los Los miembros del Quórum de los Doce Apóstoles saludan a la Primera Presidencia al llegar a una de las sesiones de la conferencia. hombres" (D. y C. 18:11). "Y el mundo, a causa de su iniquidad, lo juzgará como cosa de ningún valor; por tanto, lo azotan, y él lo soporta; lo hieren y él lo soporta. Sí, escupen sobre él, y él lo soporta, por motivo de su amorosa bondad y su longanimidad para con los hijos de los hombres" (INefi 19:9). Hace unos años visité Jeru salen poco antes de la Navidad. Las calles estaban frías y desoladas; había una aguda tensión política en el aire. Aun así, mi corazón se llenó de paz pensando que ésa era la ciudad que Él amó tanto, el lugar mismo de Su eterno sacrificio; que allí había vivido Aquel que fue el Salvador de toda la humanidad. Volví a los Estados Unidos un sábado por la noche. Al amanecer del día de reposo, desperté escuchando estas palabras de "Oh N o c h e Santa": El Rey de reyes yace en un pesebre nacido para nuestro amigo ser. (Recreational Songs, 1949, págs. 142-144-) Y comencé a sollozar al meditar sobre la vida perfecta y el glorioso bibliotecasud.blogspot.com sacrificio del Redentor de Israel, de Aquel que nació para ser el amigo de los humildes y la esperanza de los mansos. Doy testimonio de que el Señor Jesucristo ha pagado el precio de nuestros pecados, con la condición de nuestro arrepentimiento. El es el Primogénito del Padre, es el Santo de Israel; es las primicias de la Resurrección. Testifico que El vive. Testifico que es, verdaderamente, "nuestro gran Redentor... del mundo [el] Rey y Señor" ("Oh Dios de Israel", Himnos, N- 5). En el nombre de Jesucristo. Amén. D La confianza en el Señor Elder Richard G. Scotl del Quórum de los Doce Apóstoles Tenemos "la absoluta seguridad de que, cuando el Señor lo disponga, aparecerá la solución, la paz prevalecerá y el vacío se llenará". no recibir la respuesta deseada a una oración ferviente y sincera es muy difícil, y más aún, si el Señor contesta no cuando hemos pedido algo que consideramos digno y que sabemos nos daría gran gozo y felicidad. Sea el alivio de una dolencia o de la soledad, la recuperación de un hijo extraviado, la entereza frente a un impedimento o el ruego de prolongar la vida de un ser querido que se nos va, parece tan razonable y de acuerdo con nuestra felicidad recibir una respuesta favorable. Es difícil entonces comprender por qué, habiendo sido siempre obedientes, el ejercer una fe sincera y profunda no nos trae el resultado deseado. Nadie quiere pasar adversidades. Las pruebas, las desilusiones, la tristeza y el dolor surgen de dos orígenes que son fundamentalmente diferentes: los que quebrantan las leyes de Dios siempre las tendrán; la otra razón de la adversidad es que se cumplan los propósitos del Señor de que seamos refinados por las pruebas. Para cada uno de nosotros es esencial reconocer de cuál de esos dos orígenes provienen nuestras tribulaciones y dificultades, puesto que la conducta a seguir para corregir la situación es muy diferente en ambos casos. Si sufres por los descorazonadores efectos de la transgresión, te pido que reconozcas que la única senda hacia un alivio permanente de la tristeza es el arrepentimiento sincero, con el corazón quebrantado y el espíritu contrito. Date cuenta de que dependes totalmente del Señor y de la necesidad que tienes de encaminar tu vida con Sus enseñanzas; no hay ningún otro modo de lograr una paz duradera. Posponer el arrepentimiento humilde sólo demorará o impedirá que recibas el alivio. Reconoce tus errores y busca ayuda ahora; el obispo es tu amigo y tiene la autoridad para ayudarte a hallar paz de conciencia y contentamiento. Así tendrás fortaleza para arrepentirte y recibir el perdón. Ahora deseo dar unas ideas a los que enfrentan la adversidad del otro origen, el de las pruebas que nuestro sabio Padre Celestial considera necesarias aun para los que viven dignamente y obedecen Sus mandamientos. En el preciso momento en que todo parece ideal, a veces surgen simultáneamente múltiples dificultades. Si esas pruebas no son resultado de tu desobediencia, son evidencia de que el Señor sabe que estás preparado para progresar más (véase bibliotecasud.blogspot.com Proverbios 3:11-12). Entonces te da experiencias que estimulen tu progreso, tu comprensión y compasión y que te refinan para tu bienestar eterno. Llegar de donde estás adonde El quiere que estés exige un penoso esfuerzo que generalmente va acompañado de pesar y dolor. Cuando enfrentas la adversidad, quizás tengas la propensión a hacer muchas preguntas, algunas buenas, otras no. El preguntar "¿Por qué tiene que pasarme esto?, ¿Por qué tengo que sufrir?, ¿Qué hice para merecerlo?", te llevará a callejones sin salida. No es bueno hacer preguntas que impliquen oposición a la voluntad de Dios. Es mejor preguntarse: "¿Qué debo hacer? ¿Qué aprenderé con esto? ¿Qué puedo cambiar? ¿A quién debo ayudar? ¿Estoy dispuesto a recordar mis muchas bendiciones en medio de la prueba?" La disposición a sacrificar los anhelos personales más profundos sometiéndose a la voluntad de Dios es muy difícil. Pero, el pedir con real convicción: "Dame a saber tu voluntad" y "Hágase tu voluntad", es la mejor forma de recibir la máxima ayuda de tu amoroso Padre. Esta vida es una experiencia de profunda confianza en Jesucristo, en Sus enseñanzas y en nuestra capacidad, guiados por el Santo Espíritu, de obedecer las que nos darán felicidad ahora y una existencia eterna significativa y de supremo gozo. Confiar quiere decir obedecer voluntariamente desde el principio sin saber el fin (véase Proverbios 3:5-7). Para producir fruto, tu confianza en el Señor debe ser más fuerte y duradera que la que tengas en tus propias ideas y experiencia. Ejercer la fe es confiar en que el Señor sabe lo que hace contigo y que lo logrará por tu bien eterno aun cuando tú no entiendas cómo lo hará. Somos como infantes para comprender los asuntos eternos y el efecto que tienen en nosotros aquí, y sin embargo, a veces nos portamos como si lo supiéramos todo. Cuando pasas una prueba para que se cumplan Sus propósitos, si confías en Él, si ejerces la fe en Él, Él te ayudará. Lo hará paso a paso, poco a poco. La aflicción y el pesar continuarán al pasar cada fase de este proceso; si todo se resolviera después de la primera súplica, no progresarías. Tu Padre Celestial y su Amado Hijo te aman con amor perfecto, y no te exigirán pasar un solo momento más de dificultad que los indispensables para tu beneficio o el de tus seres queridos. Como en todo lo demás, el Maestro es nuestro ejemplo perfecto de esto también. Nadie habría podido pedir con fe más perfecta, con mayor obediencia ni con una comprensión más completa que Él cuando le dijo a Su Padre en Getsemaní: "Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú" (Mateo 26:39). Más tarde, oró dos veces más: "Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad" (Mateo 26:42, 44). Cuan agradecido estoy de que el Salvador haya enseñado que debemos terminar las oraciones más fervientes, aquellas en las que pedimos lo que es de máxima importancia para nosotros, con las palabras: "Hágase tu voluntad" (Mateo 26:42). Tu disposición a aceptar la voluntad del Padre no cambiará lo que en Su sabiduría El haya decidido hacer, pero cambiará el efecto que esa decisión tenga en ti. La evidencia del uso apropiado del albedrío hará que Sus decisiones te brinden bendiciones mucho mayores. He aprendido que, por el deseo del Padre de vernos progresar, nos dará impresiones suaves, casi imperceptibles, que después ampliará, si aceptamos la prueba sin quejas, para que nos iluminen dándonos una indicación muy clara de Su voluntad. Esa luz es el resultado de nuestra fe y disposición a hacer lo que Él nos pida aun cuando nosotros desearíamos otra cosa. Nuestro Padre Celestial te ha invitado a expresarle tus carencias, esperanzas y deseos; pero no debes hacerlo con la idea de negociar sino con la determinación de obedecer Su voluntad, te lleve adonde te lleve. Sus palabras: "Pedid, y recibiréis" (3 Nefi 27:29), no te aseguran que recibirás lo que quieras; pero te garantizan que, si eres digno, recibirás lo que necesites de acuerdo con el juicio de un Padre que te ama con amor perfecto y desea tu felicidad eterna aún más que tú. Testifico que cuando el Señor cierra una puerta muy importante, demuestra Su amor y compasión abriendo, mediante el ejercicio de nuestra fe, muchas otras que nos compensen. El coloca a tu paso haces de luz espiritual que iluminan tu camino y que surgen muchas veces después de las pruebas más grandes como demostración de la compasión y el amor de un Padre que todo lo sabe; además, te indican la senda hacia una felicidad y comprensión mayores, fortaleciendo tu bibliotecasud.blogspot.com determinación de aceptar Su voluntad y obedecerla. La fe en el Salvador y el testimonio de Sus enseñanzas son una bendición maravillosa. Muy pocos tienen esa brillante luz que los guíe. La plenitud del evangelio restaurado nos da perspectiva, pi"opósito y comprensión, y nos permite enfrentar lo que de otro modo parecerían dificultades injustas y sin razón. Aprende esas provechosas verdades meditando sobre el Libro de Mormón y las otras Escrituras; trata de entender esas enseñanzas no sólo con la mente sino también con el corazón. La felicidad real y duradera, acompañada de la fortaleza, el valor y la capacidad de sobreponerse a las peores dificultades, se obtiene concentrando la vida en Jesucristo. La obediencia a Sus enseñanzas provee una base segura sobre la cual edificar. Pero exige esfuerzo, y no hay garantía de resultados inmediatos sino la absoluta seguridad de que, cuando el Señor lo disponga, aparecerá la solución, la paz prevalecerá y el vacío se llenará. Hace poco, un gran líder que sufría los impedimentos físicos propios de una edad avanzada, dijo: "Me alegro de tener lo que tengo". Es sabio abrir las ventanas a la felicidad reconociendo nuestras abundantes bendiciones. No dejes que los pesares de la adversidad absorban tu vida por completo. Trata de entender lo que sea posible; haz lo que puedas y deja el asunto en manos del Señor por un tiempo, mientras te dedicas a dar de ti a los demás hasta que llegue el momento de ocuparte de lo tuyo otra vez. Entiende que al mismo tiempo que enfrentas un problema que te causa tristeza puedes sentir también paz y regocijo. Sí, el dolor, la desilusión, la frustración y la angustia son actos pasajeros en el escenario de la vida; detrás de ellos puede encontrarse un fondo de paz y la seguridad de que el Padre amoroso cumplirá Sus promesas. La determinación de aceptar Su voluntad, la comprensión del plan de la felicidad, el recibir todas las ordenanzas y guardar los convenios que aseguran su cumplimiento te harán digno de esas promesas. El plan del Señor es exaltarte para que vivas con Él y recibas grandes bendiciones. Tu capacidad de madurar, de progresar, de amar y de dar de ti determinarán el tiempo que te lleve ser digno de ello. Él te está preparando para ser un dios y, aunque no entiendas por completo lo que eso significa, Él lo sabe. AI confiar en Él, conocer y seguir Su voluntad, recibirás bendiciones que tu mente limitada no puede comprender acá en la tierra. Tu Padre Celestial y Su Santo Hijo saben mejor que tú lo que trae felicidad. Ellos te han dado el plan de la felicidad y, al comprenderlo y seguirlo, tendrás la bendición de ser feliz. Si obedeces de buena gana, recibes y honras las ordenanzas y los convenios de ese santo plan, tendrás la satisfacción más grande de esta vida; sí, incluso momentos de maravillosa felicidad. Y te prepararás para una gloriosa eternidad con tus seres queridos que sean dignos de ese reino. Sé que estos principios de los que te he hablado son verdaderos y los he probado en el crisol de la experiencia propia. El reconocer la mano del Señor en tu vida y aceptar Su voluntad sin quejas es el comienzo, y esa decisión no eliminará las luchas que tendrás para tu progreso, pero te aseguro que es la mejor manera que existe de desarrollar fortaleza y comprensión; te librará de los callejones sin salida a los que te conduzcan tus propios pensamientos y hará que tu vida sea una experiencia fructífera y significativa, mientras que de otro modo quizás no supieras cómo seguir adelante (véase D. y C. 24:8). Testifico que tienes un Padre Celestial que te ama y que el Salvador dio Su vida por tu felicidad. Yo lo conozco. Él comprende todas tus necesidades. Sé sin dudas que si aceptas la voluntad de Ellos sin quejas, te bendecirán y te sostendrán. En el nombre de Jesucristo. Amén. La luminosa mañana del perdón Presidente Boyd K. Pctcker Presideníe en Funciones del Quórum de los Doce Apóstoles "Con excepción de unos pocos que han optado por seguir la vía de la perdición, no existen el hábito, la adicción, la rebelión, la transgresión, la apostasía ni el crimen en los cuales no pueda cumplirse la promesa de un perdón completo." E n abril de 1847, Brigham Young guió a la primera compañía de pioneros que p a r d o de Wínter Q u a r t e r s . Al mismo tiempo, dos mil seiscientos kilómetros hacia el oeste, los patéticos sobrevivientes del grupo de Donner bajaban desorganizados pollas laderas de las montañas de la Sierra Nevada hacia el valle de Sacr amento Habían pasado el crudo invierno atrapados en los ventisqueros, justo debajo de la cima. Es casi imposible creer que alguien haya podido sobrevivir los días, las semanas y los meses que pasaron expuestos al hambre y a un sufrimiento indescriptible. Entre ellos se encontraba John Breen, de quince años de edad, que bibliotecasud.blogspot.com en la noche del 24 de abril llegó a la hacienda de los Johnson; años más tarde, él mismo escribió: "Hacía mucho que había anochecido cuando llegamos a la hacienda de Johnson, por eso, la primera vez que realmente la vi fue a horas tempranas de la mañana. El tiempo estaba bueno, el suelo cubierto de verde hierba, los pájaros cantaban en las ramas de los árboles y nuestra jornada había llegado a su fin. Me parecía mentira estar todavía con vida. "La escena que se me presentó ante los ojos esa mañana permanece grabada en mi mente. Me he olvidado de la mayoría de las cosas que sucedieron, pero aquel campamento junto a la hacienda de Johnson jamás se borrará de mi memoria. (John Breen, "Pioneer Memoirs", inédito, citado en "The Americanization of Utah", programa de televisión de PBS.) Al principio me sentí sumamente desconcertado por su declaración de haber "olvidado la mayoría de las cosas que sucedieron". ¿Cómo podía haber olvidado los largos meses de intenso sufrimiento? ¿Cómo era posible que una mañana luminosa reemplazara en su memoria aquel brutal y tenebroso invierno? Sin embargo, luego de reflexionar más detenidamente, me di cuenta de que no tenía por qué asombrarme esa reacción, puesto que he observado algo semejante en gente conocida. He visto personas a quienes, después de pasar un largo invierno de remordimiento y hambre espiritual, les ha amanecido la mañana del perdón. Al llegar esa mañana, aprendieron lo siguiente: "He aquí, quien se ha arrepentido de sus pecados es perdonado; y yo, el Señor, no los recuerdo más" (D. y C. 58:42). "Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados" (Isaías 43:25; cursiva agregada). "...porque perdonaré la maldad de ellos y no me acordaré más de su pecado" (Jeremías 31:34). "Porque seré propicio a sus injusticias, y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades" (Hebreos 8:12). De joven, el profeta Alma pasó por una época así: "...me martirizaba", dijo, "un tormento eterno", y tenía el "alma... atribulada en sumo grado" {Alma 36:12; cursiva agregada). Incluso llegó a pensar: "¡Oh si fuera desterrado... y aniquilado en cuerpo y alma...!" (Alma 36:15; cursiva agregada.) Pero su mente se concentró en un pensamiento, y al reflexionar sobre la idea y ponerla en práctica, amaneció la mañana del perdón, que él describe con estas palabras: "...ya no me pude acordar más de mis dolores; sí, dejó de atormentarme el recuerdo de mis pecados. "Y ¡oh qué gozo, y qué luz tan maravillosa fue la que vi! Sí, mi alma se llenó de un gozo tan profundo como lo había sido mi dolor" (Alma 36:19-20). Muchos de los que han cometido faltas graves nos escriben cartas, preguntando: "¿Podré ser perdonado alguna vez?" La respuesta es "¡Sí!" Eí evangelio nos enseña que por medio del arrepentimiento se logra el alivio del tormento y la culpa. Con excepción de unos pocos que han optado por la vía de la perdición luego de haber conocido la plenitud, no existen un hábito, una adicción, una rebelión, una transgresión, ni una ofensa en los cuales no pueda cumplirse la promesa de un perdón completo. "Venid luego, dice Jchová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana". Eso será, continúa diciendo Isaías, "Si quisiereis y oyereis" {Isaías 1:18—19). Aun la gracia de Dios que se promete en las Escrituras se recibirá bibliotecasud.blogspot.com sólo "después de hacer cuanto podamos" (2 Nefi 25:23). Ustedes podrán decirse que las transgresiones que han cometido no son verdaderos pecados, pero eso no vale de nada, como tampoco vale rebelarse, enojarse ni hacer bromas sobre las transgresiones. Eso no los beneficia, y no tienen por qué hacerlo. Hay un camino de regreso. Yo no les ayudaría si, por temor a lastimar sus sentimientos, no les hablara de la parte ardua. John Breen no llegó a disfrutar de aquella mañana gloriosa en la hacienda de Johnson sólo con desearlo, sino que luchó con gran denuedo y sacrificio para atravesar e! desfiladero, sufriendo en cada paso del camino. Una vez que supo que sobreviviría y que el sufrimiento llegaría a su fin, con seguridad no protestó por las penurias que había pasado. Había recibido ayuda en su descenso porque sus salvadores lo acompañaban. Cuando una afrenta es pequeña, se satisface la ley con algo tan sencillo como pedir perdón. La mayoría de las faltas se pueden resolver entre nosotros y el Señor, y eso debe hacerse cuanto antes (véase D. y C. 109:21). Para ello, es necesario que nos confesemos con El y hagamos las reparaciones que sean necesarias. Cuando el arrepentimiento sincero es parte de nuestra vida, según la disposición que tengamos para confesar los pecados y abandonarlos (véase D. y C. 58:43; Ezequiel 18:21-24, 31-32), el Señor ha prometido que "siempre retendremos] la remisión de [n]uestros pecados" (Mosíah 4:12). Alma le dijo de manera contundente a su hijo que "el arrepentimiento no podía llegar a los hombres a menos que se fijara un castigo" (Alma 42:i 6). El castigo puede consistir, en gran parte, en el tormento que nosotros mismos nos infligimos por el remordimiento; puede constituir también la pérdida de privilegios o el retraso en nuestro progreso. Al final, toda alma arrepentida que no haya cometido el pecado imperdonable recibirá el perdón (véase Mateo 12:31); sin embargo, como sucede en el caso de David, el perdón no significa tener asegurada la exaltación (véase D. y C. 132:38-39; véase también Salmos 16:10; Hechos 2:25-27; Enseñanzas del Profeta José Smith, pág. 419). O sea, si no recibimos un castigo a causa de nuestros pecados, de todos modos somos castigados por elhs. Hay algunas transgresiones por las cuales se requieren medidas disciplinarias con el fin de recibir el alivio que se experimenta con la mañana del perdón. Si sus faltas han sido graves, vayan a ver al obispo. Al igual que las personas que rescataron a John Breen y le ayudaron a bajar la cordillera, el obispo los guiará a través de los pasos necesarios para obtener el perdón en lo que a la Iglesia se refiere. Por otra parte, cada uno de nosotros debe esforzarse individualmente por obtener el perdón del Señor. Para obtener el perdón debemos restituir; ello significa que debemos devolver lo que hayamos tomado y aliviar el dolor de aquellos a quienes hayamos lastimado. No obstante, a veces es imposible devolver lo que se ha tomado ya que no se tiene para restituir. Si han causado a otra persona un sufrimiento insoportable —por haberle mancillado la virtud, por ejemplo—, no tienen el poder de restituirla. Hay ocasiones en que no se puede reparar lo que se ha quebrado. Quizás el agravio se haya cometido mucho tiempo atrás, o las personas a las cuales hayan ofendido rehusen aceptar su arrepentimiento. Puede ser también que el daño haya sido tan grave que les sea imposible hacer nada para repararlo, por más que deseen con desesperación hacerlo. Su arrepentimiento no puede aceptarse a menos que haya restitución. Si no les es posible reparar lo que hayan hecho, están en un grave aprieto. Es fácil de comprender cuán bibliotecasud.blogspot.com impotentes y desesperados se sienten entonces y por qué, como Alma, sienten también el deseo de darse por vencidos. La reflexión que rescató a Alma, cuando él ía puso en práctica, fue la siguiente: Restaurar lo que no se puede restaurar, curar las heridas incurables, reparar lo que se ha quebrado y no tiene arreglo, es el propósito principal de la expiación de Cristo. Cuando el deseo que nos guía es firme y estamos dispuestos a pagar hasta "eí último cuadrante" (véase Mateo 5:25-26), la ley de restitución queda sín efecto; nuestra deuda se transfiere al Señor. El se hará cargo de nuestras deudas. Lo repito, con excepción de unos pocos que han optado por seguir la vía de la perdición, no existen el hábito, la adicción, la rebelión, la transgresión, la apostasía ni el crimen en los cuales no pueda cumplirse la promesa de un perdón completo. Esa es la promesa de la expiación de Cristo. En qué forma se puede reparar todo, no lo sabemos; es posible que no todo se logre en esta vida. Por medio de visiones y visitaciones sabemos que los siervos del Señor continúan la obra de redención del otro lado del velo (véase D. y C. 138). Ese conocimiento debe dar no sólo consuelo al culpable sino también al inocente. Pienso en los padres que sufren en forma intolerable por las faltas de sus hijos descarriados y que están perdiendo las esperanzas. Algunos miembros se preguntan por qué los líderes del sacerdocio no los aceptan como son y sencillamente los consuelan con ío que se da en llamar puro amor cristiano. El puro amor cristiano, el amor de Cristo, no significa aprobar todo tipo de conducta. Sin duda, las experiencias más comunes de la paternidad enseñan que se puede tener un amor intenso por otra persona y no por eso aprobar una conducta indigna. A la Iglesia le es imposible aprobar una conducta indigna o aceptar a un miembro con todos sus derechos si esa persona vive o enseña normas que sean contrarias a lo que el Señor requiere de los Santos de los Últimos Días. El hecho de que, por conmiseración, aprobemos una conducta indigna, quizás pueda dar solaz temporal a alguien, pero no contribuirá finalmente a su felicidad. En el más tierno de los sermones, en las revelaciones acerca de la bondad, la longanimidad, la benignidad y el amor sincero, el Señor nos instruyó diciendo que debíamos reprender "en el momento oportuno con severidad, cuando lo induzca el Espíritu Santo; y entonces [demostrar] mayor amor hacia el... reprendido" (D. y C. 121:43). El Señor nos proporciona las formas de pagarle nuestras deudas. En un sentido, nosotros mismos podemos participar en un tipo de expiación. Cuando estamos dispuestos a restaurar a los demás lo que no hayamos tomado, a sanar las heridas que no hayamos infligido o a pagar una deuda que no hayamos contraído, estamos emulando Su parte en la Expiación. Hay tantos que viven sufriendo de sentimientos de culpabilidad cuando el alivio está siempre al alcance de la mano. Hay muchos como la mujer inmigrante que ahoITÓ todo lo que pudo y se privó aun de lo necesario hasta que, vendiendo todo lo que poseía, pudo comprarse un pasaje de tercera clase para América. D u r a n t e el viaje, racionó las pocas provisiones que había podido llevar consigo, pero aun así, se le terminaron a los pocos días de travesía. Cuando los demás iban a comer, ella se quedaba debajo de cubierta, determinada a sufrir. Finalmente, el último día, pensó que debía pagar una comida para alimentarse y adquirir la fortaleza necesaria para emprender la jornada que le esperaba. Y al preguntar cuánto costaba la comida, le dijeron que todas las comidas estaban incluidas en el precio del pasaje. La gran mañana del perdón quizás no llegue en seguida. Pero no se den por vencidos si fracasan en el primer intento; muchas veces la parte más difícil del arrepentimiento es perdonarse a sí mismo. El desaliento es parte de la prueba. No se den por vencidos: esa mañana luminosa llegará. Entonces, volverán a sentir "la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento" (Filipenses 4:7)- Y ustedes, como El, no recordarán más sus pecados. ¿Cómo lo sabrán? ¡Les aseguro que lo sabrán! (Véase Mosíah 4:1-3.) Hace unos años me encontraba en Washington D. O, con el presidente Harold B. Lee, cuando una mañana temprano me llamó a su cuarto del hotel. Todavía tenía puesta la bata y se hallaba sentado, leyendo Doctrina del Evangelio, por el presidente Joseph F. Smith, Me dijo: "Escuche esto", y leyó lo siguiente: "Jesús no había completado su obra cuando fue muerto Su cuerpo, ni la terminó después de Su resurrección de los muertos; aun. cuando había realizado el propósito para el cual vino a ia tierra en esa época, todavía no cumplía toda su obra. ¿Y cuándo será esto? Sólo cuando haya redimido y salvado a todo hijo e hija de nuestro padre Adán que han nacido o que nacerán sobre esta tierra hasta el fin del tiempo, salvo a los hijos de perdición. Esta bibliotecasud.blogspot.com es Su misión. Nosotros no terminaremos nuestra obra sino hasta que nos hayamos salvado a nosotros mismos, y en seguida, hasta que hayamos salvado a todos los que dependen de nosotros; porque nosotros hemos de llegar a ser salvadores en el Monte de Sión, así como Cristo. Somos llamados a esta misión" (Doctrina del Evangelio, págs. 435-436). El profeta José Smith enseñó: "El espíritu nunca es demasiado viejo para allegarse a Dios. Todos pueden alcanzar la misericordia y el perdón, si no lian cometido el pecado imperdonable" (Enseñanzas del Profeta José Smith, pág. 230; cursiva agregada). Por eso oramos, ayunamos, rogamos e imploramos. Amamos a los que se han extraviado y nunca perderemos la esperanza. Doy testimonio de Cristo y del poder de Su expiación. Sé que, tal como dice en la traducción que el profeta José Smith hizo de Salmos 30:5, "su ira se enciende contra los inicuos; ellos se arrepienten, y en un instante cesa su ira, y hallan su favor, y él les da vida. Por tanto, una noche durará el lloro, pero a la mañana vendrá la alegría" (véase Salmos 30:5; véase también D. y C. 61:20). En e¡ nombre de Jesucristo. Amén. • S E S I Ó N DEL S Á B A D O P O R L A T A R D E 30 de septiembre de 1 995 El sostenimiento de oficiales de la Iglesia Presentado por el presidente Tilomas S. Monson Primer Consejero de la Primera Presidencia is hermanos y hermanas, el presidente Hinckley me ha pedido que les presente los nombres de las Autoridades Generales y de las presidencias de las organizaciones auxiliares de la Iglesia para su voto de sostenimiento. Se propone que sostengamos a Gordon Bitner Hinckley como Profeta, Vidente y Revelador y Presidente de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días; a Thomas Spencer Monson como Primer Consejero de la Primera Presidencia; y a James Esdras Faust como Segundo Consejero de la Primera Presidencia. Los que estén de acuerdo, sírvanse manifestarlo. Los que estén en contra, si los hay, con la misma señal. Se propone que sostengamos a Thomas Spencer Monson como Presidente del Quórum de los Doce Apóstoles y a Boyd Kenneth Packer como Presidente en Funciones del Quórum de los Doce Apóstoles, y a los siguientes miembros de ese quórum: Boyd K. Packer, L. Tom Perry, David B. Haight, Neal A. Maxwell, Russell M. Nelson, Dallin H. Oaks, M. Russell Ballard, Joseph B. Wirthlin, Richard G. Scott, Robert D. Hales, Jeffrey R. Holland y Henry B. Eyring. Los que estén de acuerdo, sírvanse manifestarlo. Los que estén en contra, con la misma señal. Se propone que sostengamos a los Consejeros de la Primera Presidencia y a los Doce Apóstoles como Profetas, Videntes y Reveladores. Los que estén de acuerdo, sírvanse manifestarlo. Los que estén en contra, si los hay, con la misma señal. En vista de sus asignaciones para servir en presidencias de área, se propone que extendamos un voto oficial de relevo y agradecimiento a los eideres Rex D. Pinegar y Charles Didier por el servicio prestado como miembros de la Presidencia de los Quórumes de los Setenta. Los que estén de acuerdo, sírvanse manifestarlo. Se propone que sostengamos como Presidentes de los Quórumes de los Setenta a los eideres Carlos E. Asay, L. Aldin Porter, Joe J. Christensen, Monte J. Brough, W Eugene Hansen, Jack H Goaslind y Harold G. Hillam. Los que estén de acuerdo, sírvanse manifestarlo. Los que estén en contra, con la misma señal. Se propone que extendamos un voto oficial de agradecimiento a los eideres Ted E. Brewerton y Hans B. bibliotecasud.blogspot.com Ringger y que se les designe miembros eméritos del Primer Quórum de los Setenta. Los que estén de acuerdo, sírvanse manifestarlo. Con gratitud por el servicio que prestaron como Autoridades Generales, se propone que relevemos a los eideres Eduardo Ayala, LeGrand R. Curtís, Helvecio Martins, J Ballard Washburn y Durrel A. Woolsey como miembros del Segundo Quórum de los Setenta. Aquellos que deseen unirse en una expresión de agradecimiento, sírvanse indicarlo levantando la mano. Aquellos que quieran unirse a nosotros para relevar con un voto de agradecimiento a los eideres Charles Didier, J Ballard Washburn y F. Burton Howard como presidencia de la Escuela Dominical, pueden indicarlo con la misma señal. Se propone que sostengamos como presidencia general de la Escuela Dominical al eider Harold G. Hillam como presidente, al eider F. Burton Howard como primer consejero y al eider Glenn L. Pace como segundo consejero. Los que estén de acuerdo, sírvanse manifestarlo. Los que estén en contra, con la misma señal. Se propone que sostengamos a las demás Autoridades Generales y a las presidencias de las organizaciones auxiliares como están constituidas actualmente. Los que estén de acuerdo, sírvanse manifestarlo. Los que estén en contra, con la misma señal. Presidente Hinckley, hasta donde he podido observar, la votación ha sido unánime y afirmativa. Gracias, hermanos y hermanas, por su voto de sostenimiento, por su amor y oraciones. • "...absorbida en la voluntad del Padre" Elder Neal A. Maxwell del Quórum de los Doce Apóstoles "La sumisión de nuestra voluntad es la única cosa exclusivamente personal que tenemos para colocar sobre el altar de Dios." uando los miembros hablan de la consagración, deberían hablar con reverencia, reconociendo que estamos "destituidos de la gloria de Dios" (Romanos 3:23), y algunos muy destituidos. Ni siquiera los que hacen un esfuerzo consciente han llegado a la consagración total, pero ésos perciben lo que les falta y se esfuerzan sinceramente. A modo de consuelo, 3a gracia de Dios no sólo alcanza a "los que [lo] aman y guardan todos [Sus] mandamientos" sino también a "los que procuran hacerlo" (D.yC.46:9). Otro grupo de miembros son "honorables" pero no "valientes"; ellos no perciben la diferencia que hay entre esas cualidades ni la importancia de eliminar esa diferencia (véase D. y C. 76:75, 79). Las personas honorables no son desgraciadas ni inicuas, ni injustas ni desdichadas; su error no consiste en lo que hayan hecho sino en lo que han dejado sin hacer. Por ejemplo, si fueran valientes, podrían tener gran influencia en los demás en lugar de conformarse con dejarles solamente un recuerdo agradable. En otro grupo están los que se hallan excesivamente enredados con la maldad del mundo, haciéndonos recordar, como escribió Pedro, que el que "es vencido" por las cosas del mundo "es hecho esclavo" (2 Pedro 2:19). Los que "piensan en las cosas de la carne" (Romanos 8:5) no tendrán "la mente de Cristo" (1 Corintios 2:16), porque sus pensamientos se hallan lejos de Jesús, así como los deseos y "las intenciones de su corazón" (Mosíah5:13). Por otra parte, si el Maestro es un extraño para nosotros, terminaremos sirviendo a otros amos; y el dominio de estos otros amos es real aunque a veces sea muy sutil, porque ellos hacen marcar el paso a quienes los sirven. En realidad, todos "somos los soldados que combaten" en alguna causa (véase Himnos, N e 162), aun cuando sólo sea la causa de los indiferentes. Si no estamos dispuestos a dejarnos guiar por el Señor, nuestros apetitos nos dominarán y más nos ocuparemos de las pequeneces de la vida diaria. El remedio, sin embargo, está implícito en este lamento maravilloso bibliotecasud.blogspot.com del rey Benjamín: "Porque ¿cómo conoce un hombre al amo a quien no ha servido, que es un extraño para él, y se halla lejos de los pensamientos y de las intenciones de su corazón?" (Mosíah 5:13.) Mucha gente de nuestros días, al oír la pregunta: "¿Qué pensáis del Cristo?" (Mateo 22:42), lamentablemente contestarían: "En realidad, ¡nunca pienso en El!" Consideremos tres ejemplos de personas honorables que retienen una porción, lo cual les impide consagrarse (véase Hechos 5:1-4): Una hermana que rinde a la comunidad servicio digno de encomio y muy visible, y disfruta de su merecida fama; no obstante, se mantiene relativamente alejada de los templos de Jesucristo y de las Santas Escrituras, dos elementos vitales del discipulado. Sin embargo, todavía podría tener la imagen de Cristo en su semblante (véase Alma 5:14). Un padre honorable que cumple con su deber de proveer para la familia, pero que no es bondadoso ni amable con ella. A pesar de que se mantiene relativamente ajeno a la bondad y a la amabilidad de Jesús, que se nos manda emular, si hiciera un poco más de esfuerzo, el cambio sería muy grande. Consideremos al ex misionero, cuya capacidad se agudizó mientras cumplía una misión honorable, que se halla ahora embarcado en el esfuerzo de lograr el éxito en su carrera; siempre ocupado, llega al fin a una posición de cierta importancia en el mundo; pero ha abandonado sti responsabilidad de antes edificar el reino, ocupándose primero de lo suyo. Una pequeña corrección en el curso que lleva le traería grandes bendiciones, sobre todo en cuanto a su destinación final. Las deficiencias que acabo de citar consisten en la omisión. Una vez que se dejan de lado y se evitan los pecados "telestiales", se debe prestar más atención a los pecados de omisión. El cometer esta clase de pecado no nos permite llenar plenamente los requisitos para entrar en el Reino Celestial. Sólo la consagración sincera corregirá esas omisiones, que tienen consecuencias tan reales como los pecados de comisión. Muchos de nosotros tenemos bastante fe para evitar los graves pecados de comisión, pero no suficiente para sacrificar ciertas obsesiones que nos distraen ni para concentrarnos en las omisiones. La mayoría de las omisiones ocurren por nuestra incapacidad de salir de nuestro propio yo; nos dedicamos con tanto afán a tomar nuestra temperatura, que no notamos las fiebres ardientes de otros aun cuando tenemos algunos de los remedios para aliviarlos: una sonrisa, un acto de bondad, un elogio. Las manos que más necesitan que las levanten son aquellas que, demasiado desalentadas, ya no se extienden pidiendo ayuda. En realidad, todo depende de nuestros deseos, los cuales dan forma a los pensamientos. Los deseos preceden a las acciones y están en el fondo del alma, inclinándonos hacia Dios o alejándonos de Él (véase D. y C. 4:3). Dios puede "educar nuestros deseos" (véase de Joseph F. Smith, Doctrina del Evangelio, pág. 291) y otras personas tratarán de manipularlos; pero somos nosotros quienes creamos "los pensamientos y... las intenciones [del] corazón" (Mosíah 5:13). La regla es: "Conforme a tus deseos... te será h e c h o " (D. y C. 11:17), "pues yo, el Señor, juzgaré a todos los hombres según sus obras, según el deseo de sus corazones" (D. y C. 137:9; véase también Alma 4L5; D. y C. 6:20, 27). La voluntad es exclusivamente del individuo, y Dios no tratará de dominarla ni de forzarla. Por eso, ¡mejor que estemos dispuestos a aceptar las consecuencias de nuestros deseos! Otra verdad eterna es que sólo si conformamos nuestra voluntad a la de Dios encontraremos una felicidad plena; cualquier otra cosa dará como resultado "la menor porción" (véase Alma 12:11). El Señor se ocupará de nosotros aun cuando al principio lo que tengamos "no sea más que un deseo" pero estemos dispuestos a dar "cabida a una porción de [Sus] palabras" (Alma 32:27). Todo lo que Él necesita es una pequeña oportunidad, pero somos nosotros quienes debemos dársela. Hay muchos de nosotros que nos privamos de llegar al punto de la consagración porque caemos en el error de creer que si dejamos que nuestra voluntad quede absorbida en la del Padre, perderemos la individualidad (véase Mosíah 15:7). Lo que en realidad nos preocupa no es renunciar al "yo" sino a las aspiraciones egoístas como la posición económica o social, el tiempo, el reconocimiento y las posesiones. No es de extrañar que el Salvador nos haya mandado perder la vida (véase Lucas 9:24). Lo que Éí nos pide es que perdamos el viejo "yo" para encontrar el nuevo. No es cuestión de perder la identidad sino de hallar la verdadera. Irónicamente, muchas son las personas que de todos modos ya se han perdido al dedicarse demasiado a sus pasatiempos y al estar absortas en cosas de mucho menor importancia que la salvación. Tanto en Su primero como en Su segundo estado, jesús sabía siempre lo que debía hacer: continuamente procuró emular a Su Padre: "...No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente" (Juan 5:19). "...me he sometido a la voluntad del Padre en todas las cosas desde el principio" (3 Nefi 11:11). Al ir gradualmente sometiendo nuestra voluntad a la de Dios, recibimos inspiración y revelación para hacer frente a las pruebas de la vida. En la difícil y decisiva experiencia con Isaac, A b r a h a m no "dudó, por incredulidad" (Romanos 4:20). John Taylor comentó que "sólo el espíritu de revelación podría haber dado a Abraham esa confianza... y haberlo sostenido en esa peculiar situación" (Journal of Discourses, 14:361). ¿Confiaremos también nosotros en el Señor frente bibliotecasud.blogspot.com a una complicada e inexplicable prueba? ¿Comprendemos que El sabe cuando estamos tensos y perplejos? La total consagración que llevó a Jesús a efectuar la Expiación aseguró que El tenga una comprensión perfecta en ese sentido; Él experimentó todos nuestros dolores antes que nosotros y sabe cómo socorrernos (véase Alma 7:11-12; 2 Nefi 9:21). Puesto que el Inocente de inocentes fue el que sufrió más, nuestros lamentos de "¿Por qué?" al sentirnos desamparados no pueden compararse con ei Suyo; en cambio, podemos decir las mismas palabras sumisas: "...pero no sea como yo quiero, sino como tú" (Mateo 26:39). El progreso hacia la sumisión trae otra bendición: Un aumento en la capacidad de sentir gozo. El presidente Brigham Young aconsejó: "Si quieres gozar intensamente, hazte Santo de los Últimos Días y después vive según la doctrina de Jesucristo" (Journal of Discourses, 18:247). De ahí que la consagración no es ni resignación fatalista ni un mero darse por vencido, sino más bien un deliberado esfuerzo por avanzar, haciendo que cantemos con mayor sinceridad: "Más santidad dame, más consagración" (Himnos, N(- 71). Por consiguiente, la consagración no es aceptación pasiva con un encogimiento de hombros, sino en cambio es preparar los hombros para soportar mejor un yugo un poco más pesado. El consagrarnos implica "seguir adelante con firmeza en Cristo, teniendo un fulgor perfecto de esperanza y amor por Dios y por todos los hombres", mientras nos deleitamos "en la palabra de Cristo" (2 Nefi 31:20). Jesús siguió adelante, y io hizo en forma sublime; El no desmayó quedándose a mitad de camino hacia la Expiación, sino que acabó Sus "preparativos" para toda la humanidad, introduciendo una resurrección universal, no una de la que algunos de nosotros hubiéramos quedado excluidos (véase D. y C. 19:18-19). Tal vez sea bueno que nos pregun- temos: "¿En qué sentido desmayo o retengo una porción?" Una introspección humilde puede darnos una comprensión muy clara. Por ejemplo, ¿de qué nos hemos despojado voluntariamente en la senda del discipulado? Ése es el único camino donde está permitido y hasta se alienta a tirar basura. En las primeras etapas, los desperdicios se componen de los pecados más graves de comisión; más adelante, los desechos son variados: nos despojamos de cosas que nos han hecho utilizar mal o desperdiciar nuestro tiempo y talento. En el camino hacia la consagración, a veces las dificultades graves nos motivan a deshacernos de lastres, lo cual es necesario para llegar a un estado de mayor consagración (véase Helamán 12:3). Si nos hemos ablandado, quizás se hagan necesarios tiempos difíciles. Si nos hemos echado para atrás demasiado contentos, tal vez tengamos que recibir una dosis de descontento divino; la reprobación quizás nos ayude a comprender mejor. Un nuevo llamamiento nos saca de la cómoda rutina de cargos en los cuales ya nos hayamos capacitado. Se nos puede despojar de algunos lujos con el fin de extirpar el cáncer maligno del materialismo; o se nos puede abrasar en el fuego de la humillación con objeto de derretir el orgullo. Sea lo que sea que nos falte, Dios se ocupará del asunto. John Taylor dijo que quizás el Señor decida retorcernos las fibras mismas del corazón (véase Journal of Discourses, 14:360). Si hemos puesto el corazón con mucho afán en las cosas de este mundo, tal vez sea necesario retorcerlo o quebrarlo o someterlo a un gran cambio (véase Alma 5:12). La consagración es, al mismo tiempo, un principio y un proceso, y no se logra en un momento determinado. En cambio, se da generosamente, gota a gota, hasta que la copa se llena y se desborda. Sin embargo, mucho antes de eso, como lo dijo Jesús, debemos tomar la determinación de hacer lo que Él nos pida (Lucas 14:28, en la Traducción de José Smith al inglés). El presidente Young aconsejó esto: "...que nos sometamos a la mano del Señor... y la reconozcamos en todo; entonces haremos exactamente lo correcto; pero hasta que lleguemos a ese punto, no podremos ser totalmente correctos. A eso tenemos que llegar" (Journal of Discourses, 5:352). El reconocer la mano de Dios incluye, según lo explicó el profeta José Smith, la confianza de que Él ha preparado todo de antemano para llevar a cabo todos Sus propósitos, incluso los que conciernen a nuestra vida. A veces, nos dirige claramente; otras, se limita a permitir que sucedan las cosas. Por lo tanto, no siempre comprendemos la acción de la mano de Dios, pero sabemos lo suficiente de Su amor y Su bibliotecasud.blogspot.com intención para ser sumisos. Aí encontrarnos perplejos y apesadumbrados, no siempre recibiremos una ayuda que nos aclare la situación, pero tendremos una ayuda que nos compense. Por eso, en los momentos en que debemos "esta[r] quietos, y conoce [r] que yo soy Dios" (Salmos 46:10), el conocimiento da lugar a la sumisión. Al mismo tiempo, cuanto más "absorbida" o consumida esté nuestra voluntad, tanto más quedarán nuestras "aflicciones... consumidas en el gozo de Cristo" {Alma 31:38). Hace setenta años, Lord Moulton inventó esta inteligente frase: "la obediencia a lo que no se puede imponer", que describe "la obediencia de una persona a aquello que no se le puede forzar a obedecer" ("Law and Manners", Atlantic Monthly, julio de 1924, pág. 1). Las bendiciones de Dios, incluso las que provienen de la consagración, se reciben por la obediencia voluntaria a las leyes sobre las cuales se basan (véase D. y C. 130:20-21). De ahí que nuestros deseos más profundos sean lo que determinan hasta qué punto obedeceremos lo que no se nos puede imponer. Dios procura que nos consagremos más generosamente dándolo todo, y así, cuando regresemos a Él en el hogar celestial, Él nos dará generosamente "todo lo que... tiene" (D. y C. 84:38). Para terminar, la sumisión de nuestra voluntad es la única cosa exclusivamente personal que tenemos para colocar sobre el altar de Dios; todo lo demás que le "damos" es, en realidad, lo que Él nos ha dado o prestado a nosotros. Pero cuando nos sometemos dejando que nuestra voluntad sea absorbida en la voluntad de Dios, entonces, verdaderamente le estamos dando algo. ¡Es la sola posesión exclusivamente nuestra que podemos dar! La consagración es entonces la única capitulación incondicional que constituye al mismo tiempo una victoria total. Que podamos desear profundamente ese fin victorioso, lo ruego en el nombre de Jesucristo. Amén. D Conceptos excelentes Elder Dallin H. Oaks del Quórum de los Doce Apóstoles "Todo Santo de los Últimos Días debe estar constantemente interesado en enseñar y recalcar esos grandes y excelentes conceptos que habrán de ayudarnos a encontrar el camino para regresar a la presencia de nuestro Padre Celestial." E l verano último asistí al funeral de una electa dama. Uno de los oradores describió tres de las cualidades que la destacaron: lealtad, obediencia y fe. Al escucharle hablar de la vida de esa dama en relación con estas cualidades, pensé cuan apropiado era que se tratara ese tema en un homenaje funerario. La vida no es algo trivial, y, cuando llega a su fin, no debiera comentarse con incidentes triviales. Los funerales son un momento para hablar de conceptos excelentes —ideas compatibles con la importancia de la vida, ideas que puedan ejercer una influencia positiva en quienes permanecemos aquí. Mientras disfrutaba del espíritu que reinaba en aquel funeral inspirador, traté de enfocar mis pensamientos en la aplicación de este principio en otras circunstancias. Los padres también deberían enseñar conceptos excelentes a sus hijos; también deben hacerlo los maestros orientadores, las maestras visitantes y los instructores en varias clases. El Salvador nos advirtió que seremos juzgados "de toda palabra ociosa que [hablemos]" (Mateo 12:36). Las revelaciones contemporáneas nos m a n d a n que cesemos "de todas [nuestras] conversaciones livianas, [y] de toda... frivolidad" (D. y C. 88:121) y que desechemos nuestros "pensamientos ociosos y risa excesiva" (D. y C. 88:69). Existen muchos comentaristas de cosas triviales. Todo Santo cíe los Últimos Días debe estar constantemente interesado en enseñar y recalcar esos grandes y excelentes conceptos que habrán de ayudarnos a encontrar el camino para regresar a la presencia de nuestro Padre Celestial. Hace unos treinta años, algunos expertos escribieron un libro sobre la educación formal —un compendio de las cosas que toda persona educada debe saber. El título del libro se refiere al Conocimiento de mayor valor (Wayne C. Booth, Chicago y Londres: The University of Chicago Press, 1967), y sugiere que no todo conocimiento es de igual valor. Algunos conocimientos son más importantes que otros. Y este principio corresponde también a lo que llamamos conocimiento espiritual. Consideremos el excelente concepto que enseña ese himno predilecto titulado "Soy un hijo de Dios" bibliotecasud.blogspot.com (Himnos, 196), que tan bellamente interpretó el coro al comienzo de esta sesión. He aquí la respuesta a una de las principales pi'eguntas de la vida: "¿Quién soy yo?" Soy un hijo de Dios, dotado del linaje espiritual de padres celestiales. Y tal ascendencia determina nuestro potencial eterno, lo cual es un concepto realmente confortante. Puede alentarnos a escoger con prudencia y cultivar lo mejor que hay en nosotros. Si inculcamos en la mente de los jóvenes el excelente concepto de que son hijos de Dios, les facilitaremos el respeto en sí mismos y la motivación necesaria para confrontar los problemas de la vida. Cuando entendemos nuestra relación con Dios, entendemos también nuestra relación con los demás. Todos los hombres y todas las mujeres de la tierra son progenie de Dios, hermanos y hermanas espirituales. ¡Cuan poderoso es este concepto! No es de extrañarse entonces que el Hijo Unigénito de Dios nos haya mandado amarnos los unos a los otros. iCuán maravilloso sería que lo hiciéramos! El mundo sería muy diferente si todos tuviéramos entre sí un amor fraternal, y el servicio abnegado al prójimo no conocería fronteras, creencias ni color. Un amor tal no eliminaría las diferencias de opinión o comportamiento, pero nos alentaría a basar nuestra oposición en las acciones más que en los actores. La eterna verdad de que nuestro Padre Celestial ama a todos Sus hijos es un concepto de inmenso significado. Es un concepto particularmente poderoso cuando los hijos pueden reconocerla mediante el amor y el sacrificio de sus padres terrenales. El amor es la fuerza más poderosa del mundo. Arthur Henry King ha dicho que "el amor no es solamente éxtasis; no es sólo un sentimiento intenso, sino una fuerza dinámica, algo que nos impulsa a través de nuestra existencia de gozosas obligaciones" (The Abundance of the Heart, Salt Lakc City: Bookcraft, 1986,pág.84). Todos tenemos nuestros propios ejemplos del poder del amor. Hace más de veinticinco años anoté en mi diario algunos recuerdos que tengo de mi padre, quien murió cuando yo tenía ocho años de edad. Lo que escribí entonces refleja el efecto del amor en la vida de un muchacho: "No es posible demostrar con ningún evento o palabra que pueda recordar, cuál fue la más poderosa impresión que tengo de mi relación con mi padre. Es, en verdad, un sentimiento. Basado en las palabras y las acciones que han pasado al olvido, este sentimiento persiste en mí con toda la claridad de la fe perfecta. El me amaba y estaba orgulloso de mí... Ésta es la clase de recuerdo que tanto un niño como un hombre puede atesorar." (Dallin H. Oaks, "Memories of My Father," 15 de octubre de 1967.) Otro concepto excelente que debiéi"amos enseñarnos mutuamente es que la vida terrenal tiene un propósito y que la muerte física no es el fin sino una simple transición hacia la próxima fase de nuestra existencia, que es inmortal. El presidente Brigham Young enseñó que "nuestra existencia aquí es con el solo propósito de llevar a cabo nuestra exaltación y restauración a la presencia de nuestro Padre y nuestro Dios" (Discourses of Brigham Young, compilados por John A. Widtsoe, Salt Lake City: Deseret Book Co„ 1978, pág. 37). Este concepto del progreso eterno es uno de los más poderosos de nuestra teología. Nos brinda esperanza cuando erramos y nos anima cuando triunfamos. Por cierto que ésta es una de las mayores "solemnidades de la eternidad" que se nos ha ordenado "reposlar] en Injuestra mente]" (véase D. y C. 43:34). Otro concepto valioso que nos rescatará del desaliento es que la obra de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, de "llevar a cabo... la vida eterna del hombre," {Moisés 1:39), es de carácter eterno. No todos los problemas se solucionan y no todas las relaciones necesarias se establecen en la vida terrenal. La obra de salvación se extiende más allá del velo de la muerte y no debe preocuparnos demasiado cuan incompleta sea nuestra actuación dentro de los límites de la vida terrenal. Un concepto excelente de inmediata aplicación práctica es que podemos dirigirnos en oración a nuestro Padre Celestial y que Él nos escucha y nos ayuda en la manera más conveniente para nosotros. La mayoría de nosotros ha podido experimentar cuan terriblemente solos nos sentimos cuando estamos separados de quienes nos aman. Si recordamos que podemos orar y que se nos escucha y ayuda, podremos resistir ese sentimiento de soledad. Siempre podemos mantenernos en contacto con ese poderoso Amigo que nos ama y nos ayuda, en Su propio tiempo y a Su manera. Hay miles de experiencias que demuestran que podemos orar y obtener respuesta a nuestras oraciones. Algunas de ellas tienen que ver con niños pequeños. La biografía del presidente Spencer W. Kimball nos relata lo siguiente: "Una y otra vez Spencer había observado que sus padres siempre le llevaban sus problemas al Señor. Un día, cuando Spencer tenía cinco años y estaba haciendo sus quehaceres, su hermanita Fannie, de un año de edad, salió de la casa y se perdió. Nadie podía encontrarla. Clare, de dieciséis años, sugirió: 'Mamá, si bibliotecasud.blogspot.com oramos el Señor nos guiará al lugar donde se encuentra Fannie.' La madre y sus hijos oraron. Terminada la oración, Gordon se dirigió al lugar exacto donde se hallaba Fannie profundamente dormida en una caja grande... detrás del gallinero. 'Le dimos gracias al Señor una y otra vez,' anotó Olive en su diario" (Edward L: Kimball y Andrew E. Kimball, hijo, Spencer W. Kimball, Salt Lake City: Bookcraft, 1977, pág. 31). Todo discípulo de Jesucristo sabe que los conceptos más poderosos de la fe cristiana son la resurrección y la expiación de Jesucristo. Gracias a El, nuestros pecados pueden ser perdonados y nosotros volveremos a vivir. Desde este pulpito y desde muchos otros se han explicado estos excelentes conceptos mediante innumerables sermones. Tenemos un buen conocimiento de estos conceptos, pero no siempre los aplicamos bien en nuestra vida. Nuestro modelo ejemplar no es el más reciente héroe deportivo o personaje popular; ni las posesiones o el prestigio que hayamos adquirido, ni los juguetes o placeres más costosos que nos inducen a preocuparnos por lo temporal y olvidar lo que es eterno. Nuestro modelo ejemplar —nuestra prioridad cabal—- es Jesucristo. Debemos testificar acerca de Él y enseñarnos mutuamente en cuanto a cómo aplicar Sus enseñanzas y Su ejemplo en nuestra vida diaria. Brigham Young nos dejó algunos consejos prácticos para ello. "La diferencia entre Dios y el Diablo", dijo, "es que Dios crea y organiza, mientras que la intención principal del Diablo es destruir" (Discourses of Brigham Young, pág. 69). Ese contraste es un importante ejemplo de la realidad de "una oposición en todas las cosas" (2 Nefi 2:11). Tengamos presente que nuestro Salvador, Jesucristo, siempre edifica y nunca nos agravia. Es necesario que apliquemos el poder de ese ejemplo en cada ocasión de nuestra vida, incluso en nuestros pasatiempos y diversiones. Consideremos los temas de los libros, las revistas, las películas y los programas de televisión a cuya popularidad contribuimos con nuestro auspicio. Preguntémonos si los propósitos y las representaciones de nuestros pasatiempos son edificantes o perjudiciales para los hijos de Dios. A través de los años, he podido observar una fuerte tendencia a desplazar lo que edifica y dignifica a los hijos de Dios mediante representaciones y acciones deprimentes, perniciosas y destructivas. El concepto excelente en este ejemplo es que todo lo que edifica a la persona ayuda la causa del Señor, y que aquello que perjudica a la gente sirve la causa de Satanás. Mediante nuestro auspicio personal, todos los días favorecemos una causa o la otra. Ello debería hacernos pensar en nuestras responsabilidades y motivarnos a cumplirlas en una manera aceptable para el Señor, cuyo sacrificio nos ofrece la esperanza y cuyo ejemplo nos muestra el camino a seguir. Siempre debemos poner a nuestro Salvador en primer lugar. El primer mandamiento que Jehová dio a los hijos de Israel fue: "No tendrás dioses ajenos delante de mí" (Éxodo 20:3). Ésta parece ser una idea sencilla, pero en la práctica puede resultarnos difícil. Lamentablemente, es fácil subordinar a otras prioridades lo que debería ser nuestro interés primordial. Hace cincuenta años, el filósofo cristiano C. S. Lewis ilustró esa tendencia con un ejemplo que lastimosamente se manifiesta hoy en día. En su obra Cartas Vermiformes, un diablo experto explica cómo corromper a los cristianos y malograr la obra de Jesucristo. Una de las cartas describe cómo una devoción exagerada puede alejar a los cristianos del Señor y de la práctica del cristianismo. Lewis sugiere dos ejemplos: el patriotismo en demasía y el pacifismo excesivo, y explica cómo el fanatismo puede corromper a cualquiera de sus adeptos. Y el diablo dice: "Primero debe considerar el Patriotismo o el Pacifismo como una parte de su religión. Después, bajo la influencia del espíritu partidario, pasará a estimarlo como algo fundamental. Luego, tácita y gradualmente, lo irá nutriendo hasta el punto en que la religión pasará a ser una simple parte de su 'causa', y apreciará el cristianismo principalmente por las excelentes razones que puede ofrecer en favor del esfuerzo bélico británico o del pacifismo... Una vez que haya hecho del mundo un fin. y de la fe un medio, habremos conquistado a esa persona y muy poco importa qué clase de objetivo persiga." (C. S. Lewis, The Screwtape Letters, Nueva York: Mac Mili an, 1982, pág. 35). Podemos percibir muy bien esa tendencia en esta época, con tantas causas que, aunque bien intencionadas, pueden corromper espiritualmente a la gente cuando toman el lugar del Señor que les ha mandado: "No tendrás dioses ajenos delante de mí". Jesucristo y Su obra están en primer lugar. Todo lo que pretenda valerse de Él o aprovechar Su reino o Su Iglesia como un medio para otros fines, sólo ayudará a ía causa de Satanás. Cierta joven noble que logró superar una terrible experiencia demostró otros dos conceptos excelentes. Virginia Reed fue una de las sobrevivientes de la tragedia que sufrió la caravana pionera Donner-Reed, cuando efectuaron en carretas una bibliotecasud.blogspot.com de las primeras peregrinaciones a California. Si la caravana hubiera seguido la ruta establecida por el Sendero Oregón, desde Fort Bridger (Wyoming) hacia el noreste, hasta Fort Hall (Idaho), y de allí hacia el suroeste, rumbo a California, habrían llegado a destino sin problemas. Sin embargo, fueron engañados por el especulador Lansford W. Hastings, quien los persuadió a que fueran por un camino más corto para ahorrar tiempo. La caravana Donner-Reed así lo hizo, abandonando el sendero de Fort Bridger en camino hacia el suroeste. Abrieron una nueva ruta por las encrespadas montañas Wasatch y el sur del Gran Lago Salado, en medio de temperaturas extremas a través del desierto salitroso. Las demoras y el increíble esfuerzo físico requerido por esta ruta virgen costaron al grupo Donner-Reed más de un mes adicional para llegar a las montañas de la Sierra Nevada. Al apresurarse para evitar las primeras tormentas de nieve, se vieron atrapados en un temporal de invierno a tan sólo un día de camino para llegar a la cima y después emprender eí descenso hacia California; tuvieron que permanecer allí varios meses, durante los cuales la mitad del grupo pereció a causa del hambre y del frío. Después de esos meses que pasó en la montaña y de las dificultades que sufrió por el hambre y el terror, Virginia Reed, entonces de trece años de edad, llegó a California y le escribió una carta a su prima, que vivía al otro lado del país. AI relatarle sus terribles experiencias y el sufrimiento de su gente, concluyó la carta con este sabio consejo: "Nunca tomes un atajo y no malgastes tu tiempo" (Carta de Virginia E. B. Reed a su prima Mary Gillespie, 16 de mayo de 1847, citada en West from Fort Bridger, Logan, Utah: Utah State University Press, 1994, pág. 238). Este es un potente y verdadero consejo, especialmente para los adolescentes. Los jóvenes están rodeados de caminos tentadores y de especuladores que ofrecen consejos y atajos como substituciones del sendero apropiado. "Prueba este atajo" o "quédate un ratito aquí" son propuestas comunes en el viaje de nuestra vida. A mis jóvenes amigos les sugiero que recuerden el consejo de Virginia Reed: Nunca tomen atajos y no malgasten su tiempo. Deseo terminar con un ejemplo de la vida del apóstol Pablo. Durante todo su ministerio pudo percibir gran frivolidad, pensamientos ociosos y frivolidades. En Atenas observó que "todos los atenienses y los extranjeros residentes allí, en ninguna otra cosa se interesaban sino en decir o en oír algo nuevo" (Hechos 17:21). En una de sus epístolas a los corintios, Pablo pone de manifiesto su determinación de concentrarse en conceptos positivos. Les dijo que no iba a ellos "con excelencia de palabras o de sabiduría," agregando: "Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado" (1 Corintios 2:1-2}. Cumplamos los mandamientos de Dios y sigamos el ejemplo de Sus siervos. Enfoquemos nuestras enseñanzas en esos grandes y excelentes conceptos que tienen un significado eterno para promover la rectitud y la edificación de los hijos de Dios, y ayudémonos mutuamente en el sendero hacia nuestro destino de la vida eterna. Ruego en ferviente oración que podamos lograrlo. En el nombre de Jesucristo. Amén. Testigos Eider Loren C. D u n n de los Setenio "Toda persona que se bautice en la Iglesia y que reciba y sienta la confirmación del Espíritu mediante el don del Espíritu Santo es testigo de Dios." D esde la restauración del evangelio, se ha ofrecido desde este pulpito y en muchos otros lugares el más maravilloso despliegue que se haya registrado de testimonios personales sobre la divina misión del Redentor. La ley de los testigos ha sido siempre una parte de la obra del Señor sobre la tierra. Esta ley establece que "Por boca de dos o de tres testigos se decidirá todo asunto" (2 Cor. 13:1; Deuteronomio 17:6; 19:15; Mateo 18:15-16; Juan 8:12-29). El tener testigos confirma que ocurrieron ciertos acontecimientos, y que la doctrina y los principios que Dios ha dado son verdaderos. El primer deber del testigo es testificar. La persona que pueda dar testimonio de las verdades del Evangelio restaurado de Jesucristo habla de cosas que sabe que son verdaderas. En el Señor y en Sus testi- bibliotecasud.blogspot.com gos fieles mora una verdad que supera el entendimiento terrenal. Pablo sabía esto cuando dijo: "Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, "lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual" (1 Cor. 2:12-13), Yo era jovencito cuando asistí a una conferencia de estaca efectuada en la Estaca Tooele, Utah, y escuché con atención las palabras de la autoridad visitante. Era el eider LeGrand Richards, que predicó el evangelio a su acostumbrada manera cálida y espiritual; nunca he olvidado aquella experiencia. No recuerdo de qué habló, pero sí recuerdo lo que sentí. Más tarde aprendí que la razón por la que me sentí así fue porque estaba escuchando a un testigo especial de Jesucristo. Sé que él estaba consciente de ello, y ese día mi testimonio y fe en cuanto a las verdades del evangelio se hicieron más firmes. Orson Pratt dijo: "Una persona no puede dar testimonio de aquello en lo que meramente crea. Dios requiere de la humanidad, o de ciertas personas entre la humanidad, que sean testigos de El —testigos de Su existencia—, para que así puedan dar testimonio a otros" (Journal of Discourses, 16:209-210). Hubo muchos que presenciaron los grandes milagros y escucharon las enseñanzas del Salvador durante Su ministerio terrenal, pero no todos se convirtieron en testigos. No hubo ministraciones personales de Cristo a los incrédulos. El Señor abrió los ojos de sólo unas cuantas personas para que supieran en verdad quién era Él. Con el llamado que el Salvador hizo a los Doce, se instituyó el llamamiento de los testigos especiales de Cristo. El profeta José Smith, refiriéndose a la resurrección del Señor, dijo: "...Dios lo levantó de los muertos, y ...ellos (los apóstoles) eran testigos suyos... y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen." (Enseñanzas del Profeta José Smith, pág. 68). Toda persona que se bautice en la Iglesia y que reciba y sienta la confirmación del Espíritu mediante el don del Espíritu Santo es testigo de Dios "en todo tiempo, y en todas las cosas y en todo lugar" (Mosíah 18:9). Al participar de la Santa Cena, ese miembro renueva su testimonio y cometido de tomar sobre sí el nombre del Salvador, de guardar Sus mandamientos y recordarle siempre. Y no sólo la persona a quien el Espíritu le testifique de esta manera sabe de estas cosas, sino que El las lleva al corazón de otros. Esta es la base del gran esfuerzo misional de la Iglesia, "...porque cuando un hombre habla por el poder del Santo Espíritu, el poder del Espíritu Santo lo lleva al corazón de los hijos de los hombres" (2Nefi33:l). El testimonio que nos inspira el Espíritu Santo es más potente aún que el testimonio de las cosas que vemos con los ojos. Los miembros de la Iglesia nos convertimos en testigos del Salvador y de la veracidad de esta obra no sólo mediante la palabra, sino al guardar nuestros convenios, al tratar en la debida forma a los demás y al vivir rectamente. La Primera Presidencia y los Doce son llamados como "testigos especiales del nombre de Cristo en todo el mundo" (D. y C. 107:23). Son hombres que, por comisión divina, la ordenación en el sacerdocio y el fuego del Espíritu Santo tienen las llaves del ministerio en la tierra. Los Setenta trabajan bajo la dirección de la Primera Presidencia y los Doce, y son testigos especiales a los gentiles y en todo el mundo. Todos ellos, en conjunto, se convierten en lo que Pablo denomina una "nube de testigos" (Hebreos 12:1). El profeta José Smith definió la obra del reino en nuestra dispensación con estas palabras: "Y ahora, después de los muchos testimonios que se han dado de él [Jesucristo], éste es el testimonio, el último de todos, que nosotros damos de él: ¡Que vive! "Porque lo vimos, sí, a la diestra de Dios; y oímos la voz testificar que él es el Unigénito del Padre" (D. y C. 76:22-23). Los Tres Testigos del Libro de Mormón, Oliver Cowdery, David Whitmer y Martin Harris, dijeron: "Y declaramos con palabras solemnes que un ángel de Dios bajó del cielo, y que trajo las planchas y las puso ante nuestros ojos, de manera que las vimos y las contemplaL I A H O N A 32 bibliotecasud.blogspot.com mos, así como los grabados que contenían; y sabemos que es por la gracia de Dios el Padre, y de nuestro Señor Jesucristo, que vimos y testificamos que estas cosas son verdaderas" {"El Testimonio de Tres Testigos", Libro de Mormón). Wilford Woodruff dijo en este Tabernáculo: "José Smith era lo que profesaba ser, un Profeta de Dios, un Vidente y Revelador. Vivió... los años suficientes para entregar las llaves del reino... a los Doce Apóstoles... Nosotros hemos edificado sobre los cimientos que él puso..." (Journal of Discourses, 13:164). El presidente David O. McKay, cuya vida se extendió desde la época de algunos de los que comenzaron esta obra hasta la de algunos de los que hoy servimos, y que fuimos llamados por él, dijo: "Tengo un firme testimonio de que el Padre y el Hijo aparecieron al profeta José Smith, y revelaron por medio de él el Evangelio de Jesucristo... Deidad, hermandad, servicio: estos son los principios que guían la vida cristiana y que influyen en todo lo que se hace en la Iglesia" (Testimonies of the Divinity of the Church of Jesús Christ of Latter-day Saints by hs Leaders, compilado por Joseph E. Cardón y Samuel O. Bennion, Independence, Misuri: Zion's Printing and Publishing Co., 1930, pág. 178). Y éstas son las palabras de nuestro Profeta actual, el presidente Gordon B. Hinckley: "Tengo un testimonio de que el Hijo de Dios, Jesucristo, mi Salvador y mi Redentor, el jehová del Antiguo Testamento, el Mesías del Nuevo Testamento, realmente vive... Por medio de Su sacrificio expiatorio... cada uno de nosotros, si rinde obediencia a Sus verdades, podrá alcanzar la exaltación y una vida eterna que en nuestro estado actual no podemos entender o comprender. Él es mi Redentor, mi Señor, mi Salvador, mi Rey, mi Amigo" (Conferencia Regional de Vacaville/Santa Rosa, sesión para líderes del sacerdocio, 20 de mayo de 1995). El testimonio que han expresado los que hoy ocuparon este pulpito es compatible con el de aquellos que, mediante la autoridad divina, comenzaron esta obra. Los miembros y los misioneros de esta Iglesia llevan ese mismo testimonio a cada uno de los hijos de nuestro Padre. Es una invitación para aprender la doctrina, sentir el Espíritu y ser sanado al participar de la plenitud del Evangelio de Jesucristo. A ese testimonio me gustaría añadir el mío concerniente a la veracidad de esta obra. Sé que tenemos un Dios en los cielos que nos protege y nos cuida. Sé que Dios vive; lo sé, lo sé. Sé que Jesucristo es nuestro Salvador y nuestro Redentor. Sé que José Smith fue un Profeta verdadero de Dios. Sé que Gordon B. Hinckley es un Profeta de Dios hoy día, y que éste es el Evangelio de Jesucristo. Que Dios nos bendiga a fin de que prestemos oído a los testigos y expresemos nuestro propio testimonio. En el nombre de Jesucristo. Amén. • El Libro de Mormón: Una antigua historia sagrada Elder Ted E. Brewerton Miembro Emérito del Primer Quórum de los Setenta "Todo el que tenga dudas o inquietudes en cuanto a la Iglesia puede aferrarse con toda certeza a esta ancla firme." H ay muchos que basan su fe en símbolos de buena suerte, como por ejemplo una pata de conejo, pero no hay que olvidar que ese símbolo de nada le sirvió al conejo. No quiero parecer trivial, pero creo que uno debería preguntarse si seriamente y en verdad basa su fe en lo que corresponde y confía en los méritos de Cristo. ¿Tenemos la certeza de que la salvación sólo se logra por intermedio de Él y de que, si tenemos una fe firme en Él, tomará sobre Sí nuestra carga y nuestros pesares? Las Escrituras declaran ser "las que dan testimonio de [Dios]" Quí\n 5:39). La vida eterna consiste en bibliotecasud.blogspot.com conocer a Dios y a Su Santo Hijo (véase Juan 17:3). Uno puede conocerlo al escudriñar el Libro de Mormón ya que cada una de sus páginas da testimonio de El. Los cambios que se hicieron en 1981 en el Libro de Mormón están basados en algo aún más antiguo que la primera edición del libro que salió en 1830: se basaron en el manuscrito original, el que se escribió a mano. El Libro de Mormón es un antiguo d o c u m e n t o sagrado de las Américas que fue escrito a medida que se desarrollaban los acontecimientos, comenzando hace más de dos mil años. Es la historia de unas familias a las que el Señor condujo a las Américas con un propósito específico. Varios siglos antes del nacimiento del Salvador, tres grupos distintos salieron de la región de Jerusalén y cruzaron los mares para llegar a esta tierra prometida: América. Anales antiguos escritos por nativos de las Américas corroboran estos orígenes. Por ejemplo, un traductor del libro Título de los Señores de Totonicapán, cuyo texto original, basado en leyendas antiguas, fue escrito en 1554 en el lenguaje quiche de Guatemala, declara: Los quichés "son descendientes de las diez tribus del Reino de Israel, que Salmanazar redujo a perpetuo cautiverio y que, hallándose allá en los confines de Asiría, determinaron la emigración... "Estas, pues, fueron las tres naciones de Quichés y vinieron de allá de donde sale el sol, descendientes de Israel, de un mismo idioma y de unos mismos modales... pues eran hijos de Abraham y de Jacob... "Ahora, a veinte y ocho de septiembre de 1554, firmamos este testimonio en que hemos escrito lo que por tradición nos dijeron nuestros antepasados, venidos de la otra parte del mar, de Civán—Tulán, confines de Babilonia" (Título de los Señores de Totonicapán, trad. por Dionisio José Chonay y Delia Goetz, Norman, Oklahoma: University of Oklahoma Press, 1953, págs. 10, 12, 14,64). El eider Mark E. Petersen, que en vida integraba el Consejo de los Doce Apóstoles, escribió: 'Así como los antiguos israelitas padecieron una dispersión que los esparció entre todas las naciones, también los descendientes de Laman y de Lemuel [hijos de Lehi] fueron diseminados por las regiones del hemisferio occidental. Hoy habitan las regiones de un polo al otro." (The Children of the Promise, Salt Lake City: Bookcraft, 1982, pág. 31; cursiva agregada.) Muchos grupos migratorios vinieron a las Américas, pero ninguno fue tan importante como los tres a los que el Libro de Mormón se refiere. La sangre de aquella gente corre por las venas de los indios blackfoot y de los blood de Alberta, Canadá; de los navajos y de los apaches del sudoeste norteamericano; de los incas del oeste sudamericano; de los aztecas de México; de los mayas de Guatemala y de otros grupos nativos del hemisferio occidental y de las islas del Pacífico. Esta gente nativa es escogida y reconoce la verdad del Libro de Mormón, el cual escribieron para ellos sus propios antepasados. El presidente Spencer W. Kimball dijo: "Los conversos lamanitas son muy devotos; muy pocos apostatan. Algunos se desvían del camino cuando participan de las cosas -a Donald Ripplinger dirige el Coro del Tabernáculo por última vez durante una sesión de la conferencia. Se jubiló a fines de I 995 después de 20 años de prestar servicio como director asociado del coro. mundanales que los rodean; pero, por lo general, los hijos de Lehi del siglo veinte han heredado esa buena voluntad y capacidad para creer que hace mucho tuvieron sus antepasados. En Helamán 6:36 leemos: 'Y así vemos que el Señor comenzó a derramar su Espíritu sobre los lamanitas, por motivo de su inclinación y disposición a creer en sus palabras'" (The Teachings of Spencer W. Kimball, Edward L. Kimball, Salt Lake City: Bookcraft, 1982, pág. 178; cursiva agregada). bibliotecasud.blogspot.com Toda autoridad eclesiástica de cualquier iglesia y toda persona agnóstica debería regocijarse y alabar a Dios por habernos dado, tanto a ellos como a nosotros, el valioso Libro de Mormón. ¿Por qué? Porque es un segundo testamento sagrado e innegable para el mundo de que Dios vive y de que Jesús es el Cristo, nuestro Redentor. El primer testamento es la Santa Biblia, que da testimonio del Maestro desde el Medio Oriente. En Juan 10:16, el Señor dice que otras ovejas habrían de oír Su voz. Después de Su resurrección, El vino a las Américas y dijo: "Y de cierto os digo que vosotros sois aquellos de quienes dije; Tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo yo traer, y oirán mí voz; y habrá un rebaño y un pastor" (3 Nefi 15:21). Estos dos testamentos no pueden negarse sin poner el alma en peligro. El importante mensaje y propósito del Libro de Mormón se explica en su misma portada: "...Para mostrar al resto de la casa de Israel cuan grandes cosas el Señor ha hecho por sus padres; y para que conozcan los convenios del Señor... Y también para convencer al judío y al gentil de que JESÚS es el CRISTO, el ETERNO DIOS, que se manifiesta a sí mismo a todas las naciones" (Portada del Libro de Mormón). La literatura de la antigua América contiene referencias sobre un Dios blanco y barbado que descendió de los cielos. Se le dieron muchos nombres, y uno de ellos fue Quetzalcóatl. Unos historiadores del siglo XVI, cuyos libros yo poseo, escribieron acerca de las creencias precolombinas con respecto a un Dios blanco y barbado que vino a las Américas mucho antes de la llegada de los conquistadores españoles. Los siguientes párrafos contienen ejemplos en cuanto a esas creencias: Bernardino de Sahagún (14991590) escribió: "Quetzalcóatl fue estimado y tenido por Dios y lo adoraban de tiempo antiguo en Tulla; tenía el cabello largo... y era barbudo... Adoraban a un solo señor que tenían por Dios" (véase Historia General de las cosas de Nueva España, México: Editorial Porrúa, S.A., 1985, págs. 195,598). Diego Duran (H537M588) escribió: "Un gran varón... una persona muy venerable y religiosa... con una venerable presencia... [de] barba... alto de cuerpo; el cabello, largo... con mucha mesura... sus hechos heroicos |y| con apariencia de milagros... Me atrevo afirmar que este varón puede haber sido algún apóstol bendito" (véase Historia de las Indias de Nueva España, 1867, primera edición, 2 tomos, México: Editorial Porrúa, S.A., 1967, 1:9-10). Bartolomé de las Casas (14741566) escribió que Quetzalcóatl, que significa la serpiente emplumada, era un personaje blanco, de barba redonda, alto, y que había venido del mar del este, de donde un día volverá (véase Los indios de México y Nueva España, Antología, México: Editorial Porrúa, S. A., 1982, págs. 54, 218, 223). Los tamanacos, tribus indígenas de Venezuela, preservan la misma leyenda de un dios barbado: "|.Amalivacá] tenía la cara color de las nubes ligeras de la mañana, y blanca era la larga cabellera... Y dijo; 'Soy Amalivacá y vengo en nombre de Ina-Uíki, mi Padre' " (Arturo Hellmund Tello, Leyendas Indígenas del Bajo Orinoco, traducido por Ted E. Brewerton, Buenos Aires, Argentina; imprenta López, Perú 666, págs. 19,22). El Libro de Mormón contiene un relato verídico de la venida del Señor a la América primitiva. Una vez que aceptemos las raíces antiguas del libro y creamos que José Smith tuvo realmente en su posesión anales sagrados que no podían estar escritos en inglés, es natural preguntarnos cómo los tradujo. La única respuesta razonable es lo que él afirmó: por revelación divina. ¿Qué podría ser más peligroso para nosotros, en la perspectiva eterna, que decir que el Libro de Mormón es Escritura sagrada si no lo fuera? Todo el que tenga dudas o inquietudes en cuanto a la Iglesia puede aferrarse con toda certeza a esta ancla firme, porque es una evidencia inmutable y tangible de su veracidad. Nefi, un Profeta del Libro de Mormón, escribió lo siguiente: "Porque nosotros trabajamos diligentemente para escribir, a fin de persuadir a nuestros hijos, así como a nuestros hermanos, a creer en Cristo y a reconciliarse con Dios; bibliotecasud.blogspot.com pues sabemos que es por la gracia por la que nos salvamos, después de hacer cuanto podamos" {2 Nefi 25:23). El eider B. H. Roberts escribió en 1909: "[El Espíritu Santo] siempre debe ser la fuente principal de evidencia en cuanto a la veracidad del Libro de Mormón. Toda otra evidencia ocupa un lugar secundario, pues ésta es la principal e infalible. Sea como sea que se presenten otras evidencias y cualquiera sea la exactitud con que se expliquen, ningún razonamiento, por más hábilmente que se exprese, podrá jamás reemplazar [al Espíritu Santo]... "Toda evidencia secundaria que apoye la verdad, tal como las causas secundarias de los fenómenos naturales, posiblemente sean de gran valor e importantes factores en lograr los propósitos de Dios" (New Witnesses for God, Salt Lake City, Deseret News, 1909, págs. vi~vü). El sol se levanta en silencio y a veces quizás pensemos que la voz del Señor es igualmente silenciosa; pero si oramos, meditamos y lo escuchamos, Su voz es audible e instila pensamientos claros en nuestra mente. Así como es real la salida del sol, también lo es que Dios vive, al igual que Su Hijo Todopoderoso. Tan cierto como que el sol sale a diario, es también que La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es de Él. Gracias a que sale el sol, podemos ver todo lo demás. Por c u a n t o Jesucristo vive, vemos mediante Su luz las invariables verdades eternas y una senda iluminada que nos muestra el propósito de nuestra vida preterrenal, la razón de nuestra existencia actual y el efecto que ambas tendrán en nosotros después de aquello que llamamos muerte. La Biblia es un testamento. El Libro de M o r m ó n es un testamento. Y yo soy uno de los testigos de que Él ha resucitado y de que vendrá. En el nombre de Jesucristo. Amén. • Las bendiciones del sacerdocio Elder Robert D. Hales del Quórum de los Doce Apóstoles "El sacerdocio de Dios provee luz a Sus hijos en este mundo de obscuridad y tribulación." H ace unas semanas, estaba en Santiago, Chile, participando en reuniones de capacitación del sacerdocio. Durante la reunión del sábado, tuvimos una charla acerca de cuan importante es que los hermanos reciban el sacerdocio después del bautismo. En la madrugada del domingo, me desperté sintiendo un fuerte testimonio del poder del sacerdocio en nuestra vida. D u r a n t e unas horas, antes de empezar el día, reflexioné acerca de lo que el sacerdocio significa para mí, para mi familia y para el mundo entero. Hermanos y hermanas, ¿se imaginan qué obscura y vacía sería la vida terrenal si no existiera el sacerdocio? Si el poder del sacerdocio no estuviera sobre la tierra, el adversario tendría la libertad de andar errante y reinar sin ninguna restricción. No tendríamos el don del Espíritu Santo para dirigirnos e iluminarnos; ni profetas para hablar en el nombre del Señor, ni templos donde hacer convenios sagrados y eternos; ni autoridad para bendecir y bautizar, para sanar y consolar. Sin el poder del sacerdocio "...toda la tierra sería totalmente asolada" (véase D. y C. 2:1-3). No habría luz, ni esperanza, sólo tinieblas. Sin el sacerdocio, ¡qué mundo tan obscuro sería éste para todos nosotros! Nuestro amoroso Padre Celestial ha enviado a Sus hijos aquí a ía tierra para obtener experiencia y ser probados; nos ha proporcionado la senda de regreso a Él y nos ha brindado la luz espiritual indispensable para encontrar nuestro camino. El sacerdocio de Dios provee luz a Sus hijos en este mundo de obscuridad y tribulación. Por medio del poder del sacerdocio, recibimos el don del Espíritu Santo, que nos guía hacia la verdad, el testimonio y la revelación. Este don está al alcance en forma equitativa de hombres, mujeres y niños. Mediante las bendiciones del sacerdocio, nos vestimos con "toda la armadura de Dios, para... podfer] estar firmes contra las asechanzas del diablo" (véase Efesios 6:11-18). Esta protección está al alcance de cada uno de nosotros. Por medio del sacerdocio, muchas otras bendiciones se encuentran también accesibles para todos bibliotecasud.blogspot.com los hijos y las hijas de Dios, haciendo posible que hagamos sagrados convenios y recibamos las santas ordenanzas que nos permitan viajar por el angosto camino que nos llevará de regreso a nuestro Padre Celestial {véase Mateo 7:13-14). El sacerdocio es el poder de Dios, el cual es dado al hombre para actuar en Su nombre. El sacerdocio de Dios es eterno, "existió en el principio, existirá también en el fin del mundo" (Moisés 6:7; véase también History of t/ie Church, 3:386). Antes cié que este mundo fuera creado, se llevó a cabo un concilio preterrenal en los cielos bajo la dirección del sacerdocio. La formación del universo y del mundo en el que vivimos no ocurrió por casualidad, sino por medio del poder del sacerdocio. El gran Creador habló, y los elementos le obedecieron. Los procesos de la naturaleza que nos permiten existir en este planeta, los recursos del mundo para sostener la vida, todos ellos fueron activados y continúan su curso a través del poder del sublime sacerdocio de Dios. Aun cuando la mayoría de los habitantes de la tierra no creen en el poder de este sacerdocio, toda criatura viviente se beneficia con él. La creación de esta tierra proporcionó un lugar para que los hijos de Dios vivieran y progresaran, un lugar donde nuestro Padre pudiera conferir sobre nosotros las bendiciones de Su prodigioso sacerdocio. Este poder se le dio primeramente a Adán, que poseyó las llaves de generación en generación; Adán ordenó al sacerdocio a siete generaciones de su posteridad, a partir de sus hijos Abel y Set (véase D. y C. 84:16; 107:40-53). Después de la muerte de Adán, el sacerdocio continuó de padre a hijo, hasta Melquisedec. Originalmente, este sacerdocio "se llamaba el Santo Sacerdocio según el Orden del Hijo de Dios. "Mas por respeto o reverencia al nombre del Ser Supremo, para evitar la demasiado frecuente repetición de su nombre, la iglesia en los días antiguos dio a ese sacerdocio el nombre de Melquisedec" (D. y C. 107:3-4), debido a "que Meíquisedec fue un gran sumo sacerdote" (versículo 2). Abraham recibió el sacerdocio de manos de Meíquisedec {véase D. y C. 84:14)- Más tarde, el Señor hizo convenio con Abraham, diciendo: "...en ti {es decir, en tu sacerdocio) y en tu descendencia... serán bendecidas todas las familias de la tierra, sí, con las bendiciones del evangelio, que son las bendiciones de salvación, sí, de vida eterna" (Abraham 2:11). Fue por intermedio del sacerdocio que el Hijo de Dios, el Salvador, Jesucristo, estableció Su •iglesia, tanto en el Viejo como en el Nuevo Mundo. En ambos continentes, El estableció convenios sagrados y ordenanzas que son indispensables para entrar por la "estrecha... puerta... que lleva a la vida [eterna]" (Mateo 7:13-14; 3 Nefi 14:13-14). En ambos lugares, ordenó doce testigos especiales para gobernar los asuntos de la Iglesia y llevar Su palabra a los hijos de Dios. Jesucristo expió los pecados de todos los que se arrepintieran y se bautizaran por el poder del Santo Sacerdocio. Mediante la Expiación, nuestro Salvador quebrantó las lazos de la muerte y se convirtió en el "autor de eterna salvación para todos los que le obedecen" {Hebreos 5:9). Después de la muerte de Jesús y de Sus Apóstoles, la tierra se cubrió de obscuridad. Ese período, la Edad Media, conocido también como el obscurantismo, fue una época de gran apoetasía en la que a los mortales se les privó de las bendiciones y las ordenanzas del sacerdocio (véase de Joseph Fielding Smith, Answers lo Gospel Questions, comp. por Joseph Fielding Smith, hijo, 5 tomos, Salt Lake City: Deseret BookCo., 1957-1966,2:45). Pero, como se había profetizado, el sacerdocio glorioso de Dios, junto con la plenitud de sus bendiciones, se ha restaurado sobre la tierra en nuestra época. La restauración del sacerdocio y sus bendiciones dio comienzo en 1820, cuando José Smith, un joven Profeta, contempló a Dios el Padre y Su Hijo, Jesucristo, y habló con los dos en una sagrada arboleda. Más tarde, otros mensajeros celestiales: Juan el Bautista, Pedro, Santiago y Juan; Moisés, Elias y Elias el profeta; y otros, le confirieron al profeta José Smith el poder, la autoridad y las llaves necesarias para la salvación y exaltación de la humanidad. Como resultado, la Iglesia de Jesucristo se restauró sobre la tierra, juntamente con los Sacerdocios A a r ó n i c o y de Melquisedec de la antigüedad. Ahora, de acuerdo con el convenio que Dios hizo con Abraham, todas las personas y familias sobre la tierra serán bendecidas. Piensen en ello, hermanos y hermanas: el sacerdocio ha sido restaurado y se encuentra hoy sobre la tierra. El presidente Gordon B. Hínckley es el Profeta actual. La Primera Presidencia y el Quórum de los Doce son los Apóstoles del Señor Jesucristo en nuestros días. Bajo la dirección de esos profetas, videntes y reveladores, que poseen las llaves de esta dispensación, los poseedores del sacerdocio de la Iglesia hoy día tienen el derecho legítimo de actuar en el nombre de Dios. Como Sus agentes autorizados, están comisionados para ir a bendecir a otras personas por medio del poder y la autoridad del sacerdocio, y efectuar todos los convenios, las ordenanzas y las bendiciones del sacerdocio disponibles en la actualidad. Las bendiciones del sacerdocio se encuentran a disposición de todos. En verdad, el Padre "invita a todos... a que vengan a él'y participen de su bondad; y a nadie de los que a él vienen desecha, sean negros o blancos, esclavos o libres, varones o mujeres... y todos son iguales ante Dios" (2Neñ26:33). ¿Cuáles son algunas de las bendiciones del sacerdocio? Repasemos juntos lo que sería la jornada espiritual ideal de un niño por la vida. Examinemos la cantidad de posibilidades que tiene durante su vida de recibir bendiciones por medio del sacerdocio. De recién nacido, se le arrulla bibliotecasud.blogspot.com tiernamente entre manos amorosas, mientras el padre, el abuelo, el obispo u otro poseedor del sacerdocio pronuncia su nombre y le da una bendición sagrada según lo dicte la inspiración del Espíritu Santo. Pocos años después, el niño comienza a asistir a la Primaria y luego a la Escuela Dominical, y a recibir lecciones e instrucciones de maestros fieles, hombres y mujeres a quienes se ha llamado y apartado por el poder del sacerdocio para enseñar las vías del Señor. Cuando eí niño llega a la edad de ocho años, la edad de responsabilidad, un poseedor del sacerdocio lo sumerge en las aguas del bautismo. Luego, un poseedor del Sacerdocio de Meíquisedec lo confirma miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días; durante esa ordenanza, se le confiere también el don del Espíritu Santo, el cual, si presta atención a Su voz suave y apacible, le ayudará a permanecer en el camino estrecho y angosto que conduce a la vida eterna. Todos los domingos, a medida que va creciendo, el niño recibe junto con otros santos dignos la Santa Cena de manos de poseedores del sacerdocio: el pan, que representa el cuerpo de Cristo y el agua, que representa Su sangre que fue derramada para expiación de nuestros pecados. Durante la Saiata Cena, recuerda el sufrimiento del Salvador, testifica que está dispuesto a tomar sobre sí el nombre del Salvador y promete recordarle siempre y guardar Sus mandamientos. A su vez, el Salvador promete "que siempre puedan tener su Espíritu consigo" (D. y C. 20:77). A medida que el joven continúa madurando, puede buscar la orientación y el consejo espiritual del obispo y otros líderes de los jóvenes. Los líderes del Sacerdocio Aarónico y de las Mujeres Jóvenes son personas que han sido llamadas y apartadas por la autoridad del sacerdocio con el fin de guiar e inspirar a la juventud de la Iglesia. C u a n d o precisa consejo o consuelo especiales, o durante una enfermedad, el jovencito puede recibir una bendición de su padre, del maestro orientador, del obispo o de otro poseedor del sacerdocio. Una bendición patriarcal —dada por un patriarca ordenado— contiene palabras inspiradas por Dios para Sus hijos, que les sirven de guía y consuelo para toda la vida y que incluso encierran un significado eterno. Piensen en lo maravilloso que es eso. Si al joven se le encuentra digno, recibe el Sacerdocio Aarónico, o sea, el sacerdocio preparatorio, y a medida que madura, se le ordena" diácono, luego maestro y finalmente presbítero. Más adelante, si sigue siendo digno, recibe el Sacerdocio de Melquisedec y se le ordena al oficio de eider. La jovencita pasa a ser miembro de la organización de las Mujeres Jóvenes y más tarde de la Sociedad de Socorro. Todas esas experiencias dan a los jóvenes muchas oportunidades de aprender y de prestar servicio, de disfrutar una hermandad que es más preciada que las amistades típicas del mundo. Sea varón o mujer, al joven se le puede apartar como misionero regular para prestar servicio bajo la dirección del sacerdocio de un presidente de misión, y dar testimonio del Señor Jesucristo a todos los que deseen escuchar. Mediante las bendiciones que se reciben al prestar servicio y sacrificarse, experimenta un humilde cambio de corazón que le permite discernir la diferencia entre tomar lo que es del mundo en contraste con dar lo que es del reino de Dios. Entonces, al haber establecido el hábito de dar, presta servicio a la Iglesia y a la comunidad durante toda su vida, mientras que a la vez, recibe bendiciones por medio del servicio que los demás le brinden. Las bendiciones más sublimes del sacerdocio disponibles para este joven se encuentran en el templo. Allí, vislumbra el cielo. En ese lugar santo, a pesar de encontrarse en el mundo, no es del mundo. En el templo, se ve a sí mismo como descendencia real, un hijo o una hija de Dios. Los gozos de la eternidad, que se consideran tan distantes fuera del templo, de pronto Las estatuas de Hyrum Smith, a la izquierda, y del profeta José Smith, ubicadas en la Manzana del Templo, se yerguen como recordatorio para los visitantes a lo conferencia. parecen estar al alcance de la mano. En el templo se explica el plan de salvación y se efectúan convenios sagrados. Esos convenios, junto con el uso del gárment sagrado del templo, fortalecen a la persona que ha recibido su investidura y la protegen de los poderes del adversario. Luego de recibir su propia investidura, el joven puede continuar asistiendo al templo y efectuar ordenanzas vicarias con el fin de hacer posible que las bendiciones del sacerdocio estén al alcance de aquellos que hayan muerto sin la oportunidad de recibirlas en este mundo. En la ordenanza culminante del templo —el matrimonio eterno— a los novios se les promete que, si son fieles, disfrutarán de una unión familiar, junto con sus hijos y con el Señor, por toda la eternidad, en lo que se conoce como la vida eterna. Cuando esa persona establece un hogar junto con un compañero o compañera eterna, continúa disfrutando de las bendiciones del sacerdocio. A medida que escuche y bibliotecasud.blogspot.com siga el consejo de los profetas, videntes y reveladores actuales, Dios le dará a conocer revelación durante toda su vida. El esposo dedica la casa de la familia "como santuario... en donde todos ellos pueden adorar, encontrar seguridad, progresar espiritualmente y vivir en forma tal que puedan prepararse para vivir juntos como una familia eterna" {Sujetaos a la palabra de Dios, Guía de estudio personal del Sacerdocio de Melquisedec, 1, pág. 176). A medida que los hijos crecen, los padres les enseñan el evangelio en las noches de hogar; también les enseñan a orar en forma individual y en familia. Estudian las Escrituras, incluso el Libro de Mormón y otras Escrituras de la Restauración, escritas y preservadas a través de las generaciones de los tiempos por los santos profetas. Les enseñan el plan de salvación y ayudan a cada uno de sus hijos a prepararse para recibir las bendiciones y ordenanzas del sacerdocio que ellos mismos han recibido. Cada vez que esta madre esté a punto de dar luz, su dedicado esposo puede colocarle las manos sobre la cabeza y, por medio del poder del Sacerdocio de Melquisedec, pronunciar una bendición especial. Más tarde, con ternura mecerá en sus brazos al recién nacido, que ha nacido dentro del convenio del sacerdocio, y pronunciará sobre él palabras inspiradas de una bendición de padre. Y de esa forma, el ciclo de las bendiciones del sacerdocio comienza una y otra vez con cada generación subsiguiente, todas ellas con el sagrado propósito del Padre de "llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna" de Sus hijos (Moisés 1:39). Mis hermanos, he sido testigo del extraordinario poder del sacerdocio para elevar y bendecir, para sanar y consolar, para fortalecer y dar potestad a los hombres, mujeres y niños de todo el mundo. De todo corazón, deseo que las bendiciones del sacerdocio estén al alcance de todos. Hermanos, ustedes que poseen el sacerdocio, magnifíquenlo; los que lo hayan poseído pero no lo utilicen, reactívenlo; y los que no lo tengan, esfuércense diligentemente por obtenerlo. Y que todos luchemos con más ahínco para recibir y dar a otros las bendiciones del sacerdocio, con el fin de incorporar más plenamente los poderes del cielo en nuestra vida y en la de nuestros seres queridos. Desde esas horas de la madrugada en Santiago, he reflexionado y meditado mucho acerca del sacerdocio y en lo que significa para el mundo entero. Permítanme expresar mis más profundos sentimientos en un poema de testimonio de las bendiciones del sacerdocio. Por el sacro poder del sacerdocio, divino don, alabamos tu bendito nombre, oh amado Señor, pues tu poder que eleva, da guía y bendición nos brinda la certeza de tu infinito amor. En la más profunda y lóbrega desesperación se hundiría nuestra vida sin tu santo poder; Satanás nos tendería su red de tentación y en abismos de tormento nos haría caer. Tu Santo Espíritu llena de luz nuestra vida, y de los ardientes dardos del malo nos libera. Tus convenios exaltan, la esperanza se anida; tu poder nos conduce hacia tu eterna esfera. ¡Cantemos hosannas! ¡Tunombre sea alabado! ¡El santo sacerdocio ha sido restaurado! Les prometo que, mediante nuestra obediencia, podemos gozar de las abundantes bendiciones del sacerdocio, y que todas las magníficas y eternas bendiciones que Dios ha dispuesto para el hombre, la mujer y la familia sobre la tierra están a nuestro alcance por medio del poder del sacerdocio. En el nombre de Jesucristo. Amén. D "Si estáis preparados, no temeréis" Eider L. Tom Perry del Quórum de los Doce Apóstoles "Así como es importante estar preparados espiritual mente, también lo es prepararnos para nuestras necesidades temporales." L ehi tuvo un sueño maravilloso mientras viajaba con su familia por el desierto. Este sueño o visión del árbol de la vida, presentado en forma simbólica, nos brinda mucho conocimiento acerca de la vida y el curso que debemos seguir en ella. En las Escrituras leemos: "Y sucedió que vi un árbol cuyo fruto era deseable para hacer a uno feliz. "Y aconteció que me adelanté y comí de su fruto; y percibí que era de lo más dulce, superior a todo cuanto yo había probado antes. Sí, y vi que su fruto era blanco, y excedía a toda blancura que yo jamás hubiera visto. "Y al comer de su fruto, mi alma se llenó de un gozo inmenso; por lo que deseé que participara también bibliotecasud.blogspot.com de él mi familia, pues sabía que su fruto era preferible a todos los demás" (INefi 8:10-12). En el sueño Lehi vio a muchos que se adelantaban para participar de ese delicioso fruto, que se definió como el amor de Dios. Una barra de hierro, que simbolizaba la palabra de Dios, los guiaba hasta el árbol. No obstante, también había un vapor de tinieblas, o sea, tentaciones, a lo largo del camino, que hacía que muchos se desviaran y se perdieran. Esto es lo que dicen las Escrituras: "Y sucedió que vi a otros que se adelantaban, y llegaron y se asieron del extremo de la barra de hierro, y avanzaron a través del vapor de tinieblas, asidos a la barra de hierro, hasta que llegaron y participaron del fruto del árbol. "Y después de haber comido del fruto del árbol, miraron en derredor de ellos, como si se hallasen avergonzados. "Y yo también dirigí la mirada alrededor, y vi del otro lado del río un edificio grande y espacioso que parecía erguirse en el aire, a gran altura de la tierra. "Y estaba lleno de personas, tanto ancianas como jóvenes, hombres así como mujeres; y la ropa que vestían era excesivamente fina; y se hallaban en actitud de estar burlándose y señalando con el dedo a los que habían llegado hasta el fruto y estaban comiendo de él. "Y después que hubieron probado del fruto, se avergonzaron a causa de los que se mofaban de ellos; y cayeron en senderos prohibidos y se perdieron" (1 Nefi 8:24-28). Esa es la parte del sueño de Lehi sobre la que me gustaría comentar hoy día. Los gritos que oímos hoy provenientes del edificio grande y espacioso nos tientan a participar en las cosas de este mundo, Pensamos que necesitamos una casa más grande, con cochera para tres autos, y una casa rodante estacionada al costado; deseamos tener ropa de marcas famosas, varios televisores, todos con videograbadoras, computadoras de último modelo y el automóvil más nuevo. A menudo estas cosas se adquieren con dinero prestado, y sin siquiera pensar en proveer para el futuro. El resultado de toda esta gratificación instantánea está en los tribunales colmados de juicios de bancarrota, y familias demasiado preocupadas por sus cargas económicas.. Vivimos en una de las épocas más emocionantes y difíciles de la historia humana. Mientras la tecnología se infiltra en cada faceta de nuestra existencia, los cambios se suceden con tanta rapidez que tal vez sea difícil mantener el equilibrio en nuestra vida. Para alcanzar cierto grado de estabilidad, es esencial que planeemos nuestro futuro. Creo que es el momento de recordar, y quizás con cierta urgencia, el consejo que hemos recibido concerniente a la preparación personal y familiar. Deseamos ser hallados con bastante aceite en nuestras lámparas para perseverar hasta el fin. El presidente Spencer W. Kimball nos ha amonestado, diciendo: "Al repasar el consejo que nos da el Señor sobre la importancia de la preparación, me impresiona la sencillez del mensaje. El Salvador pone bien en claro que no podemos tener suficiente aceite en nuestras lámparas de preparación con solamente evitar el mal. Debemos además estar diligentemente embarcados en un programa concreto de preparación". En El milagro del perdón, el presidente Kimball también expresó: "El Señor no convertirá las buenas esperanzas, deseos o intenciones de una persona en obras. Cada cual debe hacer esto por sí mismo" (véase El milagro del perdón, pág. 8). A diario somos testigos de reveses económicos, de guerras, de conflictos entre las personas, de desastres nacionales; hay grandes variaciones del clima; innumerables ataques de las fuerzas de la inmoralidad, el crimen y la violencia; acosos y presiones sobre las familias y las personas; avances tecnológicos que dejan obsoletos muchos puestos de trabajo, etc. La necesidad de la preparación es absolutamente evidente. La gran bendición de estar preparados nos libera del temor, tal como el Señor lo garantiza en Doctrina y Convenios: "...si estáis preparados, no temeréis" (D. y C. 38:30). Así como es importante estar preparados espiritualmente, también lo es prepararnos para nuestras necesidades temporaíes-l Cada uno de nosotros debe preguntarse: ¿Qué tipo de preparación se requiere para satisfacer mis necesidades y las de mi familia? Durante años se nos ha exhortado a cumplir por lo menos cuatro requisitos a fin de prepararnos para lo que ha de venir. bibliotecasud.blogspot.com Primero, obtener una educación adecuada. Aprendan un oficio o profesión que les permita obtener un empleo estable con una remuneración suficiente para cuidar de ustedes mismos y de su familia. El mundo cambia rápidamente y todo pasa de moda, lo que requiere que nos preparemos en forma continua para el futuro. Podemos quedarnos un tanto estancados en nuestra profesión si no nos actualizamos. Imaginen cuántos pacientes tendría un dentista que continuara usando las mismas técnicas y equipos que usaba hace diez años. ¿Qué haría un empresario que tratara de competir sin usar computadoras? ¿O un constructor que no estuviera al día con los nuevos materiales y métodos disponibles? La educación, por necesidad, se ha convertido en una tarea de toda la vida. Al programar nuestra vida, debemos apartar suficiente tiempo para educarnos ahora y para el futuro. Segundo, vivan estrictamente dentro de sus ingresos y ahorren algo para los días de "las vacas flacas". Acostúmbrense a la disciplina de presupuestar aquello con lo que el Señor les haya bendecido. En forma tan regular como el pago del diezmo, separen como ahorro una cantidad destinada a necesidades futuras de la familia. Incluyan a sus hijos al planear para el futuro. Estoy convencido de que en muchos patios un pequeño huerto de maíz, fresas o tomates, cuidado y cosechado cada año por los hijos y vendido a los vecinos, podría a su tiempo rendir lo suficiente para hacer una contribución significativa a un fondo para la misión o la universidad. Vayan a la cochera y observen todas las bicicletas, juguetes, equipos atléticos, esquís y patines amontonados sin uso, y calculen el beneficio que hubieran obtenido si hubiesen invertido el costo de todo eso en sus necesidades futuras. Recuerden que recalqué las cosas fuera de uso. Muchos han comprado tantas cosas para usarlas sólo un corto tiempo, que ahora les resulta casi imposible guardar el auto en la cochera. Tercero, eviten, las deudas excesivas. Las deudas necesarias deben asumirse sólo luego de mucha oración y consideración, y después de buscar el mejor asesoramiento. Necesitamos la disciplina para mantenernos dentro de nuestra capacidad de pago. Se nos ha dado el sabio consejo de evitar las deudas como evitaríamos una plaga. El presidente ], Reuben Clark aconsejó firme y repetidamente a los miembros de la Iglesia de esta manera: "Vivan dentro de sus medios; salgan de las deudas; manténganse libres de deudas. Ahorren para los días malos, que siempre han llegado y que volverán a venir. Practiquen y mejoren sus hábitos de ahorro, industria, economía y frugalidad" (en "Conference Report", oct. de 1937, pág- 107). Deberíamos tener en un lugar visible la descripción que el presidente Clark hace del interés: "El interés nunca duerme, ni se enferma ni muere... Una vez endeudados, el interés es su compañero cada minuto del día y de la noche; no pueden huir ni escapar de él; no pueden despreciarlo; no cede a sü plicas.,, demandas ni órdenes; y cada vez que se crucen en su camino, atraviesen su curso o no cumplan sus exigencias, les aplastará" (en "Conference Report", abril de 1938, pág. 103). El adquirir deudas es sumamente tentador. La gran facilidad con que nos hacemos de deudas debería ir acompañada de la prudencia para evitarlas. Dediquen tiempo a calcular cuánto agregarían a su patrimonio personal neto si la hipoteca de su casa fuera a diez o quince años en lugar de treinta. Calculen lo que pueden ahorrar si ustedes mismos invierten su tiempo y talentos en agregar tamaño o comodidades a su vivienda. Es tan fácil meternos excesivamente en deudas. Si no tienen la disciplina de controlar el uso de las tarjetas de crédito, es mejor no tenerlas. Una familia bien administrada no paga intereses, los percibe. Cuarto, adquieran y almacenen una reserva de alimentos y bienes esenciales. Compren ropa y tengan una cuenta de ahorro de forma tal que puedan contar con una reserva para tiempos de emergencia. Desde que tengo memoria, se nos ha enseñado que debemos prepararnos para el futuro y tener una reserva de un año de artículos de primera necesidad. Es muy posible que los años de abundancia nos hayan llevado casi umversalmente a hacer caso omiso de este consejo. Creo que ha pasado el tiempo de no tener en cuenta esta admonición; con los acontecimientos cotidianos actuales, es hora de darle seria consideración. Las carreras cambian constantemente. Se ha pronosticado que los jóvenes que engrosan las fuerzas de trabajo en la actualidad tendrán que hacer tres o cuatro cambios drásticos en sus carreras a lo largo de su vida laboral. El cambiarse de un empleo a otro sucederá con más frecuencia, quizás de diez a doce veces en un ciclo laboral completo. No conozco otra forma de prepararse para esos tiempos de ajuste que el efectuar durante los períodos de trabajo la preparación necesaria para los tiempos menos prósperos, cuando ello ocurra. Comiencen ahora a bibliotecasud.blogspot.com crear un plan si no lo tienen, o actualicen el plan que tengan; busquen las ofertas que encajen dentro de su almacenamiento. No estamos en una situación que requiera hacer compras urgentes, pero sí necesitamos un plan de rotación y reposición de nuestras reservas anuales. La inestabilidad en el mundo de hoy hace indispensable que demos oído a este consejo y nos preparemos para el futuro. El presidente Harold B. Lee, al comentar en cuanto a la gran visión de Lehi, dijo lo siguiente: "Si hay algo realmente necesario en este tiempo de tumulto y frustración, en que hombres y mujeres, jóvenes y adultos, buscan con desesperación las respuestas a los problemas que afligen a la humanidad, es una barra de hierro como guía segura a lo largo del recto sendero que conduce a la vida eterna, entre los extraños y tortuosos caminos que al final llevan a la destrucción y a la ruina de todo aquello que es virtuoso, bello, o de buena reputación" (Ensign, junio de 1971, pág. 7). Lamentablemente, hay muchos entre nosotros que son como los burlones de la visión de Lehi. Se mantienen aparte y tienden a burlarse de los fieles que aceptan a las autoridades de la Iglesia como testigos especiales de Dios y de Su evangelio, y como Sus agentes en la dirección de los asuntos de la Iglesia. Mi sincero consejo en este día es que recuerden los buenos principios básicos que se nos han enseñado desde el mismo comienzo: los de ahorro, laboriosidad e integridad, que han servido a la humanidad en todos los tiempos. Eviten el grande y espacioso edificio que representa el orgullo del mundo, porque caerá, y grande será su caída. Que el Señor nos bendiga con la sabiduría de seguir el consejo que hemos recibido, y que nos preparemos espiritual y temporalmente para lograr la fuerza y la seguridad de nuestras unidades familiares, es mi humilde oración, en el nombre de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo. Amén. SESIÓN DEL SACERDOCIO 30 de septiembre de 1 995 La fe que hace cambiar a las personas Eider Henry B. Eyring de! Quórum de los Doce Apóstoles "Pueden confiar en que Él los calificará para ser Sus siervos y para ayudarle a cambiar vidas con fe a fin de llevar a cabo la vida eterna del hombre." S iento gratitud por estar reunidos aquí los del Sacerdocio de Dios, presididos por el Profeta que posee y ejerce el derecho de usar las llaves del Santo Sacerdocio en todo el mundo. El presidente Hinckley habló en la sesión del domingo por la mañana, durante la conferencia del pasado mes de abril, y hacia el final del discurso dijo: "Ahora, hermanos y hermanas, para concluir quiero dejarles un pensamiento que espero nunca olviden". Después de esas palabras, las que captaron nuestra atención, agregó: "Esta Iglesia no pertenece a su Presidente. A la cabeza de ella está el Señor Jesucristo, cuyo nombre cada uno de nosotros ha tomado sobre sí. Todos estamos embarcados juntos en esta obra; estamos aquí para ayudar a nuestro Padre en Su obra y en Su gloria, que es 'llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre' (Moisés 1:39). La obligación de ustedes es tan seria en su esfera de responsabilidad como lo es la mía en mi esfera de responsabilidad. En esta Iglesia no hay ningún llamamiento pequeño o insignificante. Todos, en el desempeño de nuestras tareas, surtimos una influencia en la vida de los demás. El Señor nos ha dicho, refiriéndose a nuestras respectivas obligaciones: 'De manera que, sé fiel; ocupa el oficio al que te he nombrado; socorre a los débiles, levanta ¡as manos caídas y fortalece las rodillas debilitadas' (D. y C. 81:5)" ("Ésta es la obra del Maestro", Liahona, julio de 1995, págs. 80-81). Esa idea de que el llamamiento de ustedes es de tanta responsabilidad como el de él les habrá hecho pensar. Pero, es obvio el porqué es así. Ustedes y él son llamados por el mismo Salvador, a quien esta Iglesia pertenece; están haciendo la misma obra, que es la de ayudar al Señor a llevar a cabo la vida eterna del hombre. Ustedes, por medio de su bibliotecasud.blogspot.com llamamiento, tienen influencia en los demás, y la vida que afecten con su servicio será de tanto valor para Dios como cualquier otra. Por eso, su influencia sobre los demás es un asunto tan serio para ustedes como lo sería para cualquiera de los otros siervos de Dios. El propósito que se les ha asignado hace que sea asunto serio: tienen la responsabilidad de influir en los demás de manera que ellos tomen las decisiones que los encaminen hacia la vida eterna, que es el más grandioso de todos los dones de Dios. Algunos de nuestros jóvenes quizás se sientan incómodos ante la idea de que lo que parecen ser asignaciones sencillas y actos cotidianos puedan tener consecuencias eternas. Pero es posible que hayan hecho más de lo que creen. Quizás la semana que viene, el presidente del quórum de diáconos les pida que inviten a la reunión del domingo a un jovencito que nunca haya asistido, ni su familia tampoco; van a su casa algo desganados, lo llevan a la iglesia unas cuantas veces, y un día él se muda. Entonces pensarán que no han hecho gran cosa. Sin embargo, el abuelo de un muchacho como ése fue a hablar conmigo en una conferencia de estaca; me contó con detalles cómo un diácono había hecho eso mismo por su nieto diez años atrás y a una gran distancia, y con lágrimas en los ojos me pidió que agradeciera en su nombre a ese diácono, ahora mucho mayor, que no tenía idea de que el Salvador se había valido de un siervo de doce años que había recibido una asignación de un presidente de quórum de trece años. Algunos de ustedes sabrán lo que sentía aquel abuelo. La madre de su nieto lo estaba criando sola, sin ningún contacto con la Iglesia; él había tratado de muchas maneras de influir en ellos, porque los amaba y se sentía responsable de ella y de su nieto; y sabía lo que ustedes saben: que algún día, cuando ellos vieran las cosas comq realmente son, desearían con todo el corazón haber tomado las decisiones que los hiciera dignos de la vida eterna, decisiones que no se toman ni se pueden tomar sin la fe suficiente en Jesucristo para llevarnos a la salvación. Su pesar era el mismo que la mayoría de nosotros hemos sentido por alguien a quien queremos y en quien no hemos podido influir. Y ese pesar nos lleva a preguntarnos: ¿Cómo puedo cambiar a alguien por medio de la fe? Para empezar a reflexionar sobre eso, pensemos en el Salvador y Sus discípulos. Al principio de Su ministerio, ellos querían que El los cambiara con late. "Dijeron los apóstoles al Señor: Auméntanos la fe. "Entonces ei Señor dijo: Si tuvierais fe como un grano de mostaza, podríais decir a este sicómoro: Desarraígate, y plántate en el mar; y os obedecería" (Lucas 17:5-6). No es de sorprender que el Señor haya respondido hablando de una semilla. Para pensar en cómo aumenta la fe en El, lo primero es compararla con el crecimiento de un árbol. Recordarán que Alma empleó esa ilustración. La semilla es la palabra de Dios, y deben plantarla en el corazón de la persona a quien estén prestando servicio y cuya fe deseen ver aumentada. Alma lo describe de esta manera: "Compararemos, pues, la palabra a una semilla. Ahora bien, si dais lugar para que sea sembrada una semilla en vuestro corazón, he aquí, si es una semilla verdadera, o semilla buena, y no la echáis fuera por vuestra incredulidad, resistiendo al Espíritu del Señor, he aquí, empezará a hincharse en vuestro pecho; y al sentir esta sensación de crecimiento, empezaréis a decir dentro de vosotros: Debe ser que ésta es una semilla buena, o que la palabra es buena, porque empieza a ensanchar mi alma; sí, empieza a iluminar mi entendimiento; sí, empieza a ser deliciosa para mí. "He aquí, ¿no aumentaría esto vuestra fe? Os digo que sí; sin embargo, no ha llegado a ser un c o n o c i m i e n t o perfecto" (Alma 32:28-29). Del mismo modo en que es necesario preparar el suelo para una semilla, también hay que preparar el corazón humano para que la palabra de Dios germine en él. Antes de hablar a las personas de plantar la semilla, Alma Íes había dicho que tenían el corazón preparado; habían sido perseguidos y expulsados de las iglesias. El amor de Alma y la condición en que se hallaban los había llevado a ser humildes, y eso los había preparado. Ahora estaban dispuestos a escuchar la palabra de Dios. Si decidían plantarla en su corazón, su alma progresaría y eso aumentaría su fe. En esos ejemplos verán claramente lo que deben hacer para influir en alguien con fe. Para empezar, reconozcan que lo que esa persona decida hacer, y lo que haga el Señor, será más importante para ella que lo que ustedes hagan; pero hay cosas que ustedes pueden hacer para que haya más posibilidades de que esa persona tome las decisiones que la lleven hacia la vida eterna. Primero, como saben, para plantar la semilla, necesitan algo más que oír la palabra de Dios; tienen que ponerla a prueba obedeciendo los mandamientos. El Señor lo dijo así: "Jesús les respondió y dijo: Mi doctrina no es mía sino de aquel que me envió. bibliotecasud.blogspot.com "El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta" (Juan 7:16-17). No será suficiente que sólo escuchen la palabra de Dios, sino que deben decidirse a guardar los mandamientos porque sienten por lo menos el comienzo de un deseo de saber la voluntad de nuestro Padre Celestial y de someterse a ella. Pero con toda probabilidad, ese deseo no surgirá si no sienten que los aman y que vale la pena ser mansos y humildes de corazón. Ustedes pueden ayudar, además, con su ejemplo; si los aman porque sienten el amor que Dios les tiene, ellos también lo sentirán. Y si son mansos y humildes porque reconocen que de Él dependen, también eso lo sentirán. Además del ejemplo, pueden enseñarles la palabra de Dios de una manera que haga más factible el que se arrepientan y traten de vivirla. Quizás piensen que han oído bastantes discursos, pero deben hacer algo más que escuchar la palabra de Dios: deben plantarla en su corazón poniéndola a prueba. Eso será más probable si hablan con ellos al respecto de una manera que les haga sentir cuánto los ama Dios y cuánto necesitan de El. Aarón, uno de los grandes misioneros del Libro de Mormón, sabía cómo enseñar así. Recordarán que le enseñó al padre del rey Lamoni, el rey viejo. El corazón del rey ya había sido preparado al haber visto el amor y la humildad con que el hermano de Aarón había tratado a Lamoni, su hijo. Pero aun cuando el viejo rey estaba preparado, Aarón le enseñó la palabra de Dios de una forma que hizo resaltar el amor de Dios y la necesidad que tenemos de Él. Esta es la descripción de lo que hizo: "Y aconteció que al ver que el rey creería sus palabras, Aarón empezó por la creación de Adán, leyendo al rey las Escrituras, de cómo creó Dios al hombre a su propia imagen, y que Dios le dio mandamientos, y que, a causa de la transgresión, el hombre había caído. "Y Aarón le explicó las Escrituras, desde la creación de Adán, exponiéndole la caída del hombre, y su estado carnal, y también el plan de redención que fue preparado desde la fundación del mundo, por medio de Cristo, para cuantos quisieran creer en su nombre" (Alma 22:12-13). No tendrán ustedes muchos resultados tan extraordinarios como el que tuvo Aarón. Después de oír la palabra de Dios así enseñada, en lo que las Escrituras llaman el pían de la felicidad, el viejo rey dijo que estaba dispuesto a dar todo lo que tenía por eliminar de sí la maldad y tener vida eterna. Cuando Aarón le dijo que orara suplicando a Dios el perdón, en el acto el rey se inclinó a orar. La semilla se había plantado y él hizo la voluntad de Dios (véanse los versículos 15-18). Cuando influyan en alguien a quien sirvan, no lo harán todo exactamente como Aarón, pero harán algunas de ias mismas cosas. Querrán hacerle sentir, por su manera de tratarlo, que Dios lo ama; serán humildes, para que a él le sea más fácil ser manso y humilde; le enseñarán la palabra de Dios, cuando el Espíritu se lo indique, en una forma que testifique del amor que Dios le tiene y de la necesidad que él tiene de recibir el beneficio de la expiación de Jesucristo; y le enseñarán mandamientos que pueda obedecer. Por eso, cuando van a la misión, aprenden a exhortar a aquellos a quienes enseñan, a orar, a leer el Libro de Mormón, a asistir a la reunión sacramental y a bautizarse; porque saben que una vez que obedezcan mandamientos, plantarán la semilla, y saben que ésta crecerá, les ensanchará el alma y, cuando esto suceda, su fe aumentará. No sólo saben lo que deben hacer, sino también cuáles son las ocasiones en las que es más factible que el Espíritu les inspire a hacerlo. El momento en que es más probable que la gente ponga a prueba la palabra de Dios y se arrepienta es cuando empieza a sentir por lo menos algo del amor que Él le tiene y la forma en que depende de El. Por ejemplo, los obispos experi- bibliotecasud.blogspot.com mentados han aprendido que un funeral ofrece esa oportunidad. Cuando muere una persona, el obispo, los miembros del quórum y los maestros orientadores y maestras visitantes se ocupan de la familia porque la aman. Los familiares por lo general se sienten abatidos y necesitan consuelo y paz. Muchos de ellos estarán preparados entonces para oír la palabra de Dios. Al planear el servicio funerario, el obispo sabe eso y se asegurará de que se expresen testimonios del plan de salvación, de la expiación de Jesucristo, de la Resurrección y de la gloriosa reunión del más allá, porque sabe que esos mensajes darán consuelo y esperanza a la familia. Pero esas enseñanzas harán más aún: La palabra de Dios llegará a las personas que tienen el corazón ablandado por el amor y el dolor y que, por ese motivo, están más preparadas para aceptarla y vivirla más plenamente. Y al hacerlo, su fe aumentará y habrá en ellas cambios que las impulsarán hacia la vida eterna. No sólo en tiempos de tragedia o de gran necesidad tendrán esa oportunidad. La vida presenta dificultades que hacen que aun la persona más endurecida para lo espiritual se pregunte: "¿No hay algo más?" Si han sido un amigo constante, si han probado su afecto por medio del servicio y se han hecho dignos de confianza, quizás les haga a ustedes esa pregunta. Y cuando eso suceda, sabiendo que la persona está preparada, pueden decir: "Sí, hay algo más, y yo te diré dónde y cómo encontrarlo". La enseñanza se hará más fácil a medida que aquellos a quienes sirven pongan a prueba la palabra de Dios. Por ejemplo, un diácono o un eider puede seguir la admonición de escudriñar las Escrituras y leer pasajes que hablen del honor y de la gloria que se confieren por medio del Santo Sacerdocio (véase D. y C. 124:34). Al obedecer de esa manera leyendo las Escrituras, quizás reciban la impresión del Espíritu Santo diciéndoles que ese honor, ese llamamiento sagrado, merece el uso de prendas mejores cuando efectúan ordenanzas del sacerdocio o de un lenguaje más refinado dondequiera que estén. Como habrá otros que no honren el sacerdocio de esa manera, la obediencia en este caso requiere fe; pero la fe aumenta al ejercerla, y ese aumento traerá mayor poder para escuchar y para obedecer. Tendrán momentos hermosos en el servicio a los demás, cuando éstos descubran el origen de la fe o cuando su fe los lleve a pasar el dolor del arrepentimiento para lograr la paz del perdón. Pero aun las personas que tienen una fe basada en la obediencia y que han sido limpiadas de pecados necesitarán ayuda de ustedes para reavivar y fortalecer esa fe. Hay razones para ello. Cuando las bendiciones ya no se ven como dones de nuestro Padre Celestial, pueden conducir al orgullo; la paz que sentimos después de recibir el perdón puede llevar a un exceso de confianza, haciendo que se olvide de la oración que nos protege de la tentación. Incluso los que han ejercido una fe tal que les ha proporcionado grandes experiencias espirituales más tarde se han dejado engañar y llevar a la apostaría o vencer por las pruebas de la vida. Todos necesitarán ayuda para nutrir su fe y api"ender a poner toda su confianza en Dios. La forma de ayudar a todos los que sirvan, sea cual sea ia prueba de la vida que pasen, será más o menos igual: les demostrarán afecto; los alentarán en sus deseos de ser humildes; les presentarán la palabra de Dios de la forma que más los motive a ejercer la fe para arrepentirse y ver así que Dios tiene mucho más reservado para ellos. Eso les ayudará a soportarlo todo con fe. Quizás piensen que la responsabilidad de influir en la gente sea demasiado pesada. Que les aliente el saber que fue el Salvador quien los llamó; y les hace la misma promesa que hizo a los que llamó al principio de Su ministerio terrenal. Él había llamado a hombres humildes, sin educación, con menos instrucción y menor conocimiento del evangelio que el que tenga el jovencito más recientemente ordenado. Pero fíjense en lo que les dijo, que se aplica a ustedes por igual: "Andando Jesús junto al mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano, que echaban la red en el mar; porque eran pescadores. "Y les dijo: Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres. "Ellos entonces, dejando al instante las redes, le siguieron" (Mateo 4:18-20). Y El los hará a ustedes pescadores de hombres, aun cuando se sientan muy incapaces de serlo. No será un proceso misterioso, sino el resultado natura! de haberse decidido a seguir al Señor. Piensen en lo que bibliotecasud.blogspot.com deben hacer para ser pescadores de hombres, para influir con fe en los demás, por El. Es preciso que amen a los que sirvan, que sean humildes y estén llenos de esperanza; tendrán que tener como compañero al Espíritu Santo, para saber cuándo hablar, qué decir y cómo testificar. Pero todo eso surgirá naturalmente, poco a poco, de los convenios que hagan y obedezcan al seguir al Señor. En el capítulo 8 de Moroni hay una descripción de lo que sucederá: "Y las primicias del arrepentimiento es el bautismo; y el bautismo viene por la fe para cumplir los mandamientos; y el cumplimiento de los mandamientos trae la remisión de los pecados; "y la remisión de los pecados trae la mansedumbre y la humildad de corazcm y por motivo de la mansedumbre y la humildad de corazón viene la visitación del Espíritu Santo, el cual Consolador llena de esperanza y de amor perfecto, amor que perdura por la diligencia en la oración, hasta que venga el fin, cuando todos los santos morarán con Dios" {Moroni 8:25-26). Quizás todavía no hayan visto ese gran cambio en ustedes, pero ocurrirá si continúan siguiendo al Señor. Pueden confiar en que El los calificará para ser Sus siervos y para ayudarle a cambiar vidas con fe a fin de llevar a cabo la vida eterna del hombre. Y encontrarán en ese servicio una satisfacción con la que ni siquiera han soñado. Testifico que Dios el Padre vive y que los ama. Testifico que Jesús es el Cristo, que Él los ha llamado, y que expió los pecados de ustedes y de todos aquellos a quienes sirvan. Testifico que el presidente Gordon B. Hinckley posee las llaves que nos permiten ofrecer a los hijos de nuestro Padre los convenios y las ordenanzas que los haga dignos de la vida eterna. Y ruego de todo corazón que todos podamos cambiar a las personas con la fe que las lleve al arrepentimiento y hagan y guarden esos sagrados convenios. En el nombre de Jesucristo. Amén. El sacrificio al prestar servicio Elder H aroId G. Hillam de la Presidencia de los Setenta "Que todo joven capacitado y todo matrimonio que esté en condiciones se una a aquellos que han pagado el precio necesario para cumplir una misión regular." A l contemplarles esta tarde, veo a muchos jóvenes sentados junto a sus valientes padres y sus leales líderes del sacerdocio. Estos padres y líderes están dispuestos a pagar el precio, aun con sacrificio, del éxito de ustedes, los jóvenes. En relación con el espíritu de sacrificio, recuerdo una conversación que mantuve hace unos años con el presidente de la estaca a que asistía, en Idaho; estábamos deliberando sobre el próximo campamento Scout del Sacerdocio Aarónico, y le expliqué que sería necesario que cada persona llevara su propia bolsa de dormir, a lo cual él comentó: "Nunca he dormido en una bolsa de dormir". Yo le dije: "Presidente, no puede estar hablando en serio. Ha vivido todos estos años en este hermoso Idaho, ¿y nunca durmió en una bolsa de dormir?" "¡No, nunca; nunca he podido dormir!", contestó, "pero sí me metí muchas veces en mi bolsa durante toda una noche". Y luego agregó: "Y estoy dispuesto a meterme muchas veces más si eso va a ayudar a salvar muchachos". El sacrificio del que me gustaría hablar es el que acompaña al servicio misional. Desde el comienzo de los tiempos nuestro Padre Celestial ha llamado a siervos dignos para que vayan por el mundo a proclamar el evangelio y testificar del Mesías, Jesucristo. Muchos de los que han cumplido con sus llamamientos lo han hecho con grandes sacrificios. Quisiera hablarles de cuatro misioneros que cumplieron sus misiones hace mucho tiempo; eran Ammón, Aarón, Omner e Himni, los hijos del rey Mosíah. Su conversión había sido tan ferviente, que deseaban que toda persona escuchara el mensaje del evangelio. Leemos esto en el Libro de Mormón: "Pues estaban deseosos de que la salvación fuese declarada a toda criatura, porque no podían soportar que alma humana alguna pereciera; sí, aun el solo pensamiento de que alma alguna tuviera que padecer un tormento sin fin los hacía estremecer y temblar" (Mosíah 28:3). Suplicaron a su padre durante muchos días que les permitiera efectuar la obra misional entre los bibliotecasud.blogspot.com tamañitas; pero Mosíah temía por la seguridad de sus hijos en la tierra de sus enemigos. "Y el rey Mosíah fue y preguntó al Señor si debía dejar ir a sus hijos entre los tamañitas para predicar la palabra". La primera parte de la respuesta del Señor quizás no haya sido exactamente lo que Mosíah deseaba oír: "Y el Señor dijo a Mosíah: Déjalos ir". Pero luego siguieron tres promesas maravillosas; una fue: "...porque muchos creerán en sus palabras"; otra: "...yo libraré a tus hijos de tas manos de los tamañitas"; y esta otra: "...y tendrán vida eterna'^ {Mosíah 28:6-7). El no les prometió grandes riquezas, sino el mayor de todos los dones de Dios, ¡la vida eterna! ¿Pueden imaginar una promesa más maravillosa para misioneros fieles? Los cuatro hijos misioneros de Mosíah no escogieron un camino fácil. Su decisión no era conveniente ni popular: Renunciaron al reino, "...Mosíah no tenía a quién conferir el reino" (Mosíah 28:10), pues todos salieron en la misión; servir en una misión no era particularmente aceptable y fueron ridiculizados por otros miembros de la Iglesia. Ammón recordó la experiencia, diciendo: "¿No os acordáis, hermanos míos, que dijimos a nuestros hermanos en la tierra de Zarahemla que subíamos a la tierra de Nefi para predicar a nuestros hermanos los tamañitas, y que se burlaron de nosotros?" (Alma 26:23; cursiva agregada). Su decisión de cumplir una misión no fue dictada por la conveniencia. Ammón contó tas dificultades que enfrentaron: "...y nos han echado fuera, y hemos sido objeto de burlas, y han escupido sobre nosotros y golpeado nuestras mejillas, y hemos sido... atados con fuertes cuerdas y puestos en la prisión". Sin embargo, continúa, "por el poder y sabiduría de Dios hemos salido libres otra vez" (Alma 26:29). Las suyas no fueron misiones fáciles, pero tuvieron miles de conversos. Ahora veamos otro grupo de misioneros, más cercano a nuestra época, en los tiempos de la Restauración. Existía entonces considerable persecución de los enemigos, tanto de los de afuera como de los mismos miembros de la Iglesia. En un momento en que parecía que el Profeta los necesitaba cerca, dos de los Apóstoles, Brigham Young y Heber C. Kimball, fueron llamados a cumplir misiones en el exterior. A continuación, el histórico relato del eider Heber C. Kimball sobre las patéticas condiciones de su partida: "Fui hasta la cama y le estreché las manos a mi esposa, que temblaba con la fiebre palúdica y tenía acostados a su lado a dos de nuestros hijos, también enfermos; los abracé a ella y a los niños y me despedí de ellos. El único niño sano era el pequeño Heber Parley, y con gran dificultad apenas podía cargar un cubo con dos litros de agua del manantial que estaba en la base de una colina para mitigar la sed de los enfermos. Abrumados, subimos a la carreta y nos dirigimos colina abajo. Sentía como si las entrañas mismas se me fueran a derretir aí tener que dejar a mi familia en esas condiciones, casi en los brazos de la muerte. Me parecía algo imposible de soportar. Después de recorrer unos cincuenta metros, le indiqué al conductor que se detuviera. Entonces le dije al hermano Brigham: Esto es muy duro, íno es cierto? Levantémonos y despidámonos alegremente. Nos pusimos de pie en el carro, y agitando tres veces los sombreros en el aire, gritamos: ¡Viva! ¡Viva! ¡Viva Israel! Al oírnos, Vilate [Kimball] se levantó de la cama y salió a la puerta; tenía una sonrisa en los labios, y ella y Mary Ann Young nos gritaron: ¡Adiós! ¡Dios les bendiga! Devolvimos el saludo y dijimos al conductor que siguiera. Luego de eso sentí un espíritu de gozo y gratitud por haber visto a mi esposa de pie en lugar de dejarla en la cama, sabiendo como sabía que no habría de verles nuevamente durante dos arios o más" (citado por Helen Mar Whitney en "Life íncidents", Woman's Exponent, 15 de julio de 1880, pág. 25). bibliotecasud.blogspot.com Aquélla fue una de las cuatro misiones que cumplieron estos dos Apóstoles misioneros. Ahora, vayamos al presente, a una entrevista que tuve con un apuesto líder de zona en la Misión Brasil Sao Paulo Interlagos. Y le dije: "Cuénteme sobre su familia". Entonces me relató lo siguiente: Había nacido en una familia acomodada. Su padre tenía un puesto de importancia en una corporación multinacional y se mudaron de Brasil a Venezuela. El era uno de siete hijos, todos miembros de la Iglesia. Cuando este joven tenía quince años, un ladrón le disparó a su padre y lo mató. En consejo de familia, se tomó la decisión de volver a Brasil e invertir los ahorros en la compra de una pequeña casa. Un año y medio después, la madre informó a sus hijos que le habían diagnosticado cáncer; y aunque emplearon los ahorros para pagar parte de los gastos médicos, los esfuerzos fueron en vano y seis meses después la madre falleció, dejando huérfana a la joven familia. Cuando nuestro joven misionero, el eider Bugs, tenía dieciséis años, encontró trabajo, primero vendiendo ropa y más tarde material para computadoras. Utilizó el dinero duramente ganado para mantener a sus hermanos menores. "Siempre fuimos bendecidos con lo necesario para comer", me dijo. "Trabajaba durante el día, y luego ayudaba a los chicos en sus estudios por la noche. Extraño mucho a mi hermanita menor; yo le enseñé a leer". El eider Bugs continuó contándome: "Un día, el obispo me invitó a una entrevista, en la que me llamó a cumplir una misión. Le dije que antes de contestarle tenía que hablar con mi familia. En nuestro consejo de familia, mis hermanos me hicieron recordar que papá siempre nos había enseñado que debíamos prepararnos para servir al Señor como misioneros regulares. Así que acepté el llamamiento. Cuando recibí la carta del Profeta, retiré todos mis ahorros, me compré un traje nuevo, un par de pantalones, camisas blancas y corbatas, y un par de zapatos. Entregué el resto del dinero al obispo (suficiente para sostener a mis hermanos unos cuatro meses). Abracé a mi pequeña familia y salí a la misión". Mirando a aquel valiente joven, le pregunté: "Pero, eider, estando usted lejos, ¿quién cuida ahora a su familia?" "Oh", me contestó, "mi hermano tiene dieciséis años, la misma edad que yo tenía cuando mamá murió. Ahora él está cuidando a la familia". Hace poco tuve la oportunidad de hablar por teléfono con el eider Bugs, que hace ya seis meses regresó de la misión. Cuando le pregunté cómo estaba, me dijo: "Tengo nuevamente un buen trabajo y estoy cuidando de mi familia; pero extraño mucho la misión. Fue lo más grandioso que he hecho. Ahora estoy ayudando a mi hermano menor a prepararse para su misión". ¿Por qué han sacrificado estos grandes misioneros y muchos otros como ellos sus comodidades, su familia, sus seres queridos y sus afectos para responder al llamado a servir? Porque tienen un testimonio de Jesucristo. Y una vez que lo conocen a Él, no hay cama demasiado dura o pequeña, ni clima demasiado frío o caluroso, ni comida tan diferente o idioma tan extraño que les impida servir a su Maestro. No hay sacrificio demasiado grande para servir a Aquel que lo sacrificó todo con el fin de preparar la vía para que Sus hermanos pudieran volver a reunirse con su Padre Celestial. Y porque ellos han sido fieles, miles de almas han de reverenciar su nombre por toda la eternidad. Testifico que no hay llamamiento de mayor majestad que el estar totalmente al servicio de nuestro Redentor, y ayudarle a llevar a los hijos de nuestro Padre Celestial al c o n o c i m i e n t o de Aquel que ha hecho posible la vida eterna. Ruego que todo joven capacitado y todo matrimonio que esté en condiciones se una a aquellos que han pagado el precio necesario para cumplir una misión regular. Y esto lo ruego en el nombre de Jesucristo. Amén. D Iré y haré Obispo H. David Burton Primer Consejero del Obispado Presidente La promesa mas importante que todos podríamos hacer sería: Seguiré a los profetas." mande. La vía Él preparará y obedeceré" (Canciones para los niños, pág. 65). Al mismo tiempo, me pongo a tararear y a silbar el estribillo de este famoso himno de la Restauración: A donde me mandes iré, Señor... diré lo que quieras que diga, Señor, y lo que tú quieras, seré. (Himnos, Ng ¡75.) H ermanos, me siento muy humilde al compartir este histórico estrado con otras Autoridades Generales, en especial con los quince profetas, videntes y reveladores sentados a mis espaldas, a quienes amo y respeto. Doy testimonio de que estos extraordinarios hombres de Dios que integran la Primera Presidencia y el Quórum de los Doce Apóstoles han sido preparados, refinados, probados, y llamados a presidir y dirigir esta labor del sacerdocio que está en progreso constante. En un centro comercial de Manila, en Filipinas, hay un cartel colocado en un lugar muy visible, que dice: "Su voluntad es mucho más importante que su inteligencia". Al meditar sobre el significado de esa frase, me vienen a la memoria las palabras de una hermosa canción de la Primaria, basada en 1 Nefi 3:7: "Iré y haré lo que el Señor me bibliotecasud.blogspot.com Hay muchas personas que han sido bendecidas con gran capacidad y una inteligencia excepcional, pero que no están dispuestas cuando hay que ir, hacer, decir y ser lo que el Señor manda. Las palabras iré, haré, diré, seré, implican una resuelta obediencia. Nuestro tercer Artículo de Fe declara: "Creemos que por la Expiación de Cristo, todo el género humano puede salvarse, mediante la obediencia a las leyes y ordenanzas del Evangelio." Por cierto, el más magnífico acto de obediencia tuvo lugar en Getsemaní. Recordemos la sincera súplica del Salvador; "Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya" (Lucas 22:42). Para aquellos que poseemos el Sacerdocio de Dios, hay muchos importantes "seré": Seré leal al juramento y convenio del sacerdocio; seré siempre un apoyo para el presidente del quórum; seré perfectamente fiel a los convenios hechos en lugares santos; y seré un siervo excelente en el ministerio del Sacerdocio Aarónico, preparándome así para mi futuro servicio en el sacerdocio. Posiblemente, la promesa más importante que todos podríamos hacer sería: Seguiré a los profetas. El presidente Brigham Young dijo lo siguiente: "Ustedes no pueden destruir el llamamiento de un Profeta de Dios, pero en cambio, pueden cortar el hilo que les une al Profeta de Dios y hundirse en el infierno" (citado en "Conference Report", mayo de 1963, pág. 81). El eider John A. Widtsoe expresó: "En cualquier época, el más importante de los profetas es el que esté vivo en esos días... Seguir al Profeta, el que interpreta el pasado, es la esencia de la sabiduría. Toda la fortaleza de la Iglesia descansa en la doctrina de la revelación continua a través de un profeta" (Evidences and Reconciliations, 3 tomos en 1, arr. por G. Homer Durham, Salt Lake City: Bookcraft, 1960, pág. 352). El presidente Wilford Woodruff recordaba una reunión en la que el profeta José Smith le dijo a Brigham Young: "Hermano Brigham, quiero que suba al estrado y nos diga sus puntos de vista acerca de los oráculos escritos y de la palabra escrita de Dios". Se dice que Brigham Young colocó delante de sí las Escrituras, una por una, y luego dijo que consideraba que las palabras de un profeta viviente eran más importantes que los escritos, porque lo que dicen los oráculos vivientes comunica la palabra de Dios para los que vivan en esos días. El presidente Woodruff c o n t i n u ó diciendo: " C u a n d o él hubo terminado, el hermano José dijo a la congregación: El hermano Brigham ha hablado la palabra del Señor, y les ha dicho la verdad" (en "Conference Report", oct. de 1897, págs. 22-23). ¿Hasta qué punto obedecemos nosotros a los profetas actuales? ¿Recuerdan el consejo que nos dieron, hace seis meses, en la última reunión general del sacerdocio? Por ejemplo, ¿recuerdan esto que dijo el presidente Faust?: "No hay responsabilidad más grande que la de ser un esposo y padre, y de ésta no se recibe un relevo... Amarás a tu esposa con todo tu corazón, y te allegarás a ella y a ninguna otra (D. y C. 42:22) (James E. Faust, "Las responsabilidades de los pastores, Liahona, julio de 1995, pág. 52). ¿Y se acuerdan del ferviente ruego del presidente Monson?: "Hermanos del sacerdocio, el mundo tiene necesidad de su ayuda. Hay pies que estabilizar, manos que aferrar, mentes que animar, corazones que inspirar y almas que salvar... Tienen el privilegio de no ser espectadores sino participantes en el escenario del servicio del sacerdocio" (Thomas S. Monson, "Haced discípulos a todas las naciones", Liahona, julio de 1995, págs. 54-55). Y espero, jóvenes, que todavía resuene en sus oídos este magnifico consejo del presidente Hinckley: "...es imposible dejarse arrastrar por un comportamiento indigno sin dañar la belleza de la trama de ía vida; con los actos inmorales de cualquier clase se entreteje en ella un hilo repulsivo; todo tipo de deshonestidad deja una mancha, y el lenguaje profano, vulgar o soez le roban al diseño su belleza" (Gordon B. Hinckley, "Esta obra está dedicada a la gente", Liahona, julio de 1995, pág. 59). Jóvenes poseedores del Sacer- bibliotecasud.blogspot.com docio de Aarón, ¿puedo proponerles un "seré" para que lo consideren seriamente? Es éste: Seré estudioso para familiarizarme muy bien con el noble profeta Nefi, escudriñando los dos primeros libros del Libro de Mormón, meditándolos y deleitándome con sus palabras. Mis jóvenes amigos, les prometo que cuando realmente lleguen a conocer a Nefi, les impresionará tanto su determinación, su valor y su deseo de obedecer "ío que el Señor ha mandado", que sentirán un fuerte deseo de incorporar sus atributos en su propio carácter. Entonces, cuando los tiente el adversario, como sucederá casi todos los días, al desviarse del consejo de los profetas, de los deseos de sus padres o de "lo que el Señor ha mandado", de inmediato les vendrán automáticamente a ía memoria las palabras del valiente Nefi: "Iré y haré lo que el Señor ha mandado..." (1 Nefi 3:7). Y cuando uno de sus conocidos los invite a participar en algo que no es "lo que el Señor ha mandado", pensarán en la valerosa súplica que Nefi hizo a sus hermanos mayores: "...seamos fieles en guardar los m a n d a m i e n t o s del Señor" (1 Nefi 3:16). Conozco un grupo de bravos jóvenes que siguieron el ejemplo de Nefi. Luego de ganar un campeonato estatal de béisbol para jóvenes de su edad, el equipo, compuesto en su mayoría por poseedores del Sacerdocio Aarónico, fue invitado a representar al estado en un torneo a disputarse en un lugar lejano. Luego de llegar al sitio del campeonato, supieron que algunos de los encuentros habían sido programados para un domingo. Cada uno de estos jóvenes debía tomar una difícil decisión personal: ¿Apoyaría al equipo y a los compañeros que no eran miembros de la Iglesia, o, si le tocaba jugar el domingo, haría "lo que el Señor ha mandado" para guardar el día de reposo? Su respeto por el día de reposo podía dar como resultado que el equipo perdiera las posibilidades de ganar el torneo. Uno por uno, hablaron con sus entrenadores, y, siguiendo el ejemplo de Nefi, declinaron la participación en el día de reposo. Lo que sucedió fue que al llegar el domingo, por la secuencia de los encuentros y del mal tiempo, se modificó la programación. He seguido con atención la actuación de estos jóvenes a través de los años; han continuado amoldando su vida al excelente ejemplo de Nefi; han cumplido misiones; y continúan diciendo, enseñando y esforzándose por hacer "lo que el Señor ha mandado". Hace unas semanas, presencié por televisión cómo se batía un récord muy antiguo en el béisbol, que se consideraba imbatible. Con lágrimas en los ojos, observé cuando el excelente jugador que batió el récord recibía, junto a su familia, en el campo de juego las aclamaciones del público y de sus compañeros. Aunque me impresiona su habilidad de jugador, mucho más impresión me causan los atributos que demostró en la obtención de su logro, evid e n c i a n d o gran perseverancia, constancia, sacrificio, valor y determinación para alcanzar la meta. Estos son los mismos atributos que necesitamos para tener éxito en ir, hacer y decir "lo que el Señor ha mandado". A los hermanos adultos, quiero sugerirles dos "haré" que los profetas de nuestros días han destacado repetidamente. Tiene fundamental importancia en el mundo de hoy, Eí elder Gene R. Cook, del Primer Quórum de los Setenta, a la izquierda, conversa con los eideres Claudio R. M. Costa y Julio E. Dávila, del Segundo Quórum de los Setenta. donde la influencia del adversario se intensifica y la base de nuestra sociedad, la familia, se está desintegrando. Son éstos: haré que el gobierno de mi familia sea mi responsabilidad más importante y sagrada; y no haré que la enseñanza y la guía de mi familia queden en manos de la sociedad, de la escuela ni de la Iglesia. Se nos recuerda en Doctrina y Convenios que los padres son responsables ante el Señor de enseñar a sus hijos la fe, el arrepentimiento, el bautismo, el Espíritu Santo, y la necesidad de orar y andar rectamente delante del Señor (véase D. y C. 68:25,28). Quizás hayan escuchado a alguien decir: "Estoy tan ocupado con las obligaciones de la vida que tengo muy poco tiempo para dedicar a mi familia; pero hago todo lo posible para que ese poco tiempo sea tiempo de calidad". Hermanos, ese razonamiento falla por la base; para que sea eficaz, la dirección de la familia requiere tiempo, tanto en cantidad como en calidad. Cuando se me llamó como obispo del barrio, nuestro pequeño hijo de cuatro años me preguntó: "¿Tú eres entonces eí que recibe esos sobres con dinero?" Dándome cuenta de que sería necesario darle una pequeña lección acerca del diezmo, le contesté: "Sí, soy yo". Brandon entonces, palmoteando con alegría, exclamó: "¡Qué bueno, vamos bibliotecasud.blogspot.com a ser ricos!" Más tarde nos enteramos de que él pensaba que su papá no tendría que trabajar más, y así dispondría de más tiempo para dedicarle a él. Si el dedicar más tiempo a su familia significa ocuparse menos de proveer pequeños "lujos" o dejar de lado actividades que no incluyan a la familia con cañas de pescar, palos de golf, botes, viajes, etc., deben poner manos a la obra de inmediato. Hermanos, necesitamos desesperadamente reafirmar el compromiso con estos "haré" tan importantes. Que nunca estemos demasiado ocupados para hacer las cosas de máxima importancia: presidir con rectitud en nuestro hogar y seguir incondicionalmente el consejo de los profetas de nuestros días. Hermanos, ruego que podamos recordar a menudo, e incluso tararear y cantar esa sencilla y contagiosa canción de la Primaria que mencioné: "Iré y haré lo que el Señor me mande. La vía El preparará y obedeceré". Que podamos someter nuestra voluntad a la Suya. Testifico que el Señor quiere que obedezcamos a los profetas que tenemos en la actualidad. Y testifico que nuestro Señor y Salvador, Jesucristo, vive; es nuestro Salvador y Redentor. Y, basándose en los principios de nuestro arrepentimiento, El ha expiado nuestros pecados. Testifico que así es, en el santo nombre de Jesucristo. Amén. Actuar por nosotros mismos, sin ser obligados Presidente James E. Faust Segundo Consejero de la Primera Presidencia "El Señor puede llevar a cabo extraordinarios milagros con una persona de talento común que sea humilde, fiel y diligente en servirle, y que trate de mejorar," E s siempre una sagrada responsabilidad dirigirme a! grupo numeroso que compone el sacerdocio de esta Iglesia. Esta noche quisiera hablar principalmente a los magníficos jóvenes del Sacerdocio Aarónico; lo hago porque reconozco que el futuro de la Iglesia, e incluso del mundo, depende de la manera en que ustedes, jovencitos, consideren y honren el sacerdocio que poseen. Recientemente pregunté a unos jóvenes qué debería yo saber en cuanto a su generación. Uno de ellos me respondió, hablando por todos: "Que vivimos al borde..." Desde ese entonces he pensado mucho en lo que esas palabras significan; naturalmente, pueden significar muchas cosas. Creo que mi buen amigo se refería al peligro de las motocicletas, de trepar por riscos y de otras formas de recreo en las que se exponen a riesgos innecesarios a fin de enfrentar un desafío o sentir una gran emoción. Hace algunos años, el eider Marión D. Hanks habló de un grupo de Boy Scouts que había ido a explorar una caverna. El angosto sendero estaba marcado con piedras blancas y algunas secciones estaban iluminadas; después de más o menos una hora, llegaron a una enorme y elevada cúpula, debajo de la cual había un lugar al que se conocía como "el pozo sin fondo", llamado así porque el suelo de la caverna se había derrumbado, dejando expuesto un hoyo muy profundo. Era difícil no empujarse unos a otros sin querer en la angosta senda. Al poco rato, uno de los muchachos más grandes accidentalmente empujó a uno más pequeño que cayó en un lugar oscuro, lleno de lodo. Aterrorizado al sentir que resbalaba, el niño lanzó un grito en la oscuridad. El guía se acercó rápidamente al oír la exclamación de terror; el jovencito volvió a gritar cuando vio, a la luz de la linterna del guía, que se hallaba en el borde mismo del pozo bibliotecasud.blogspot.com {Historia adaptada de "Questions for the Iconoclast", Improvement Era, junio de 1957, págs. 444, 446-448,450-451). En esa oportunidad, se rescató al muchacho; pero esto no siempre sucede. Muchas veces los jóvenes son tentados a llegar hasta el borde, e incluso más allá; contando sólo con un precario punto de apoyo, es muy fácil salir gravemente herido e incluso morir. La vida es demasiado valiosa para desperdiciarla en favor de las emociones, o, como dice Jacob en el Libro de Mormón, "por traspasar lo señalado" (Jacob 4:14). Ustedes, jovencitos, tal vez piensen que son indestructibles y que van a vivir para siempre. Dentro de unos años se darán cuenta de que no es así. El vivir al borde también puede significar estar peligrosamente muy cerca del "pozo sin fondo". Más peligroso aún es poner el alma en peligro al meterse en problemas de drogas o de otras substancias nocivas para sentir un placer momentáneo. Quizás algunos piensen que, viviendo "al borde", descubrirán sus fuerzas y habilidades. Tal vez piensen también que esa es la manera de encontrar su identidad y hombría. Sin embargo, la identidad no se puede encontrar buscando emociones, tales como el exponer su vida o su alma intencional e innecesariamente a cualquier peligro, físico o moral. Siempre habrá suficientes riesgos que se presenten de manera natural sin que ustedes los tengan que buscar. Su fortaleza e identidad la obtendrán al honrar el sacerdocio, desarrollar sus habilidades y servir al Señor. Cada uno tendrá que trabajar arduamente a fin de hacerse acreedor de lograr su potencial eterno; no será fácil. El encontrar la verdadera identidad será una tarea mucho más fatigosa que escalar una montaña peligrosa o ir a alta velocidad en un auto o una motocicleta; les exigirá toda su fortaleza, entereza, inteligencia y valor. El mejor consejo que he recibido en cuanto a mantenerme alejado del borde lo escuché cuando, siendo recién casado, el presidente Harold B. Lee me llamó para integrar un obispado. En esa oportunidad, me dijo: "De ahora en adelante, no sólo debes evitar lo malo, sino también la apariencia del mal". No prosiguió a interpretar ese consejo, sino que lo dejó a mi discreción. Todo esto me lleva a un punto importante del que me gustaría hablar esta noche al Sacerdocio de Dios. Cada uno de nosotros debe tomar la responsabilidad de las decisiones morales que tomamos en cuanto a la proximidad en que viviremos del borde. Nefi dijo: "Y porque son redimidos de la caída, han llegado a quedar libres para siempre, discerniendo el bien del mal, para actuar por sí mismos, y no para que se actúe sobre ellos" (2 Nefi 2:26). Que se actúe sobre una persona significa que alguien controla nuestras acciones, o nos obliga. Vivimos en una época en que muchos desean evitar la responsabilidad de sus propios actos. Cuando era un joven abogado, recibí el nombramiento de los jueces para defender personas a quienes se acusaba de infringir la ley. Un día se me asignó representar a un muchacho. Al acercarnos al tribunal, el venerable juez federal nos miró a ambos y preguntó: "¿Cuál de los dos es el acusadoi"' Por las experiencias que tuve en esa época, aprendí que algunas personas no se consideraban responsables ni culpables de ninguna manera a pesar de haber quebrantado la ley; pensaban que no se les debía culpar; habían dejado a un lado su conciencia; admitían que tal vez hubieran cometido un acto indebido, pero pensaban que en realidad era culpa de los padres por no haberles enseñado debidamente, o de la sociedad porque nunca les había dado una oportunidad en la vida. Muchas veces recurrían a razones o excusas para culpar a alguien o algo de sus acciones, en vez de aceptar la responsabilidad de éstas; las atribuían al hecho de que no actuaban por sí mismos, sino que otras personas o circunstancias actuaban sobre ellos. Mickey Mande, que fue estrella de béisbol en los Estados Unidos hace muchos años, reconoció hace poco que durante años se había entregado al abuso de substancias nocivas. Al recibir un trasplante de hígado con el fin de salvarle la vida, hizo una declaración extraordinaria: "No me pongan a mí por modelo", dijo; y agregó que estaba dispuesto a dedicar el resto de su vida a ser un mejor ejemplo. Mickey Mantle por fin aceptó la responsabilidad de sus errores. Lamentablemente, murió al poco tiempo. D u r a n t e la Segunda Guerra Mundial, muchos de nosotros pasamos por un entrenamiento para oficiales; se nos enseñó que la única respuesta apropiada cuando cometíamos errores de gravedad debía ser: "Es inexcusable, señor". A veces, cada uno de nosotros debe defender, en forma valiente y firme, lo que es y lo que cree. C u a n d o el presidente joseph F. Smith era joven, se vio ante esta dificultad: Una mañana, cuando él y otros misioneros regresaban a Salt Lake City, se toparon con un grupo de hombres rudos, montados a caballo, que disparaban las armas y blasfemaban. El líder desmontó del animal y exclamó: "¡Mataremos a cualquiera que sea mormón!" Los otros misioneros habían salido despavoridos hacia los bosques, pero Joseph F. Smith permaneció valientemente sin moverse. El hombre le apuntó a la cara con la pistola y le preguntó: "¿Eres mormón?" El joven Smith se irguió y le dijo: "Sí, señor, lo soy. De pies a cabeza". El hombre quedó sorprendido ante la respuesta; guardó el arma y estrechándole la mano, le dijo: "¡Es usted el hombre más simpático que he conocido!... Me gusta ver a un hombre que es capaz de defender sus convicciones". Volvió a montar a caballo y se alejó con sus compañeros ("Courageous Mormón Boy", Friend, agosto de 1995, pág. 43). A diferencia de Joseph F. Smith, bibliotecasud.blogspot.com el peligro que ustedes, jovencitos, afrontan, no es tanto en lo físico, sino más bien el peligro de ser engañados y desviados. Éste es, en cierto sentido, más sutil y difícil, y requiere más fuerza y valor para vencer que el peligro físico. El permanecer alejados del borde es una responsabilidad individual. A veces, nuestros bien intencionados jóvenes quieren que se les especifique hasta el más mínimo detalle de lo que es una conducta apropiada o inapropiada, quizás para acercarse al borde con más tranquilidad. Algunos parecen más preocupados con lo que el evangelio prohibe que con lo que nos brinda. Por ejemplo, unos jóvenes adultos se quedaron sorprendidos al enterarse de que no es apropiado que los grupos de jóvenes solteros de ambos sexos participen en actividades que duren toda la noche. E hicieron este comentario: "(Por qué no nos lo ha dicho el Profeta?" El consejo de la Iglesia en este asunto ha sido bastante claro durante machos años. No debía haber sido necesario decirles a esos jóvenes que evitaran la apariencia del mal. Mi consejo es que si tienen alguna duda en cuanto a la conducta que deben seguir, no lo hagan. Los profetas tienen la responsabilidad de enseñar la palabra de Dios y no de detallar con todas sus jotas y tildes el comportamiento humano. Nuestro albedrío moral exige que diferenciemos el bien del mal y elijamos el bien. Si tratamos de evitar no sólo lo malo, sino la apariencia misma del mal, estaremos actuando por nosotros mismos sin ser obligados. Los poseedores del Sacerdocio de Dios no sólo son responsables de sus propios actos, sino que proporcionan seguridad moral y física a las mujeres y a los niños de las familias de la Iglesia. Ustedes, los muchachos poseedores del sacerdocio que cortejan a las maravillosas jóvenes de la Iglesia, tienen el deber de hacer todo lo que puedan por proteger la seguridad física y la virtud de ellas. El sacerdocio que poseen deposita en ustedes la gran responsabilidad de asegurarse de que siempre se mantengan los elevados principios morales de la Iglesia. El Señor sabe que ustedes son demasiado prudentes para acercarse al borde de la tentación sexual; si van más allá del borde y abusan de los sublimes poderes de la procreación, perderán parte de lo que es sagrado en ustedes. Cada uno de nosotros es responsable de sus propias acciones. ¿Cómo podríamos pretender tener una función de importancia en esta vida o en la eternidad si no tenemos el poder del autodominio? Los que andan en busca de placeres pasajeros parece que quisieran aplacar un vacío interno por medio de la satisfacción externa del alcohol, las drogas y las relaciones sexuales ilícitas. Con el fin de apaciguar su conciencia, algunos esperan en vano a que la Iglesia se "modernice", que "despierte", o "que se ponga al día". Ese vacío interno únicamente se puede llenar al hacer de nuestra relación con "Dios el centro de nuestro ser", tal como lo enseñó el presidente David O. McKay. "No es fácil hacer que Dios sea el centro de nuestro ser. Para lograrlo, debemos tomar la determinación de guardar Sus mandamientos; además, la meta principal deben ser los logros espirituales, y no las posesiones físicas ni los caprichos ni los placeres del cuerpo. " Ú n i c a m e n t e en la renuncia completa de nuestra vida interior podremos elevarnos por encima de la influencia egoísta y sórdida de la naturaleza... Así como el cuerpo muere cuando el espíritu se aleja de él, también muere el espíritu cuando excluimos de él a Dios. No puedo imaginar que reine la paz en un mundo del que se haya desterrado a Dios y a la religión (David O. McKay, Gospel Ideáis, Salt Lake City: The Improvement Era, 1953, pág.295). El Señor tiene una gran obra para que cada uno de nosotros lleve a cabo. Tal vez se pregunten cómo puede ser eso, porque quizás piensen que no hay nada especial ni sobresaliente en ustedes ni en sus habilidades. Quizás piensen o se les haya dicho que son torpes; muchos de nosotros nos hemos sentido así y se nos ha dicho eso. Gedeón pensó de esa manera cuando el Señor le pidió que salvara a Israel de los madianitas. Gedeón dijo: "He aquí que mi familia es pobre en Manases, y yo el menor en la casa de mi padre" (Jueces 6:15). Contaba con tan sólo trescientos hombres, pero con la ayuda del Señor, derrotó los ejércitos de los madianitas (véase jueces 7). El Señor puede llevar a cabo extraordinarios milagros con una persona de talento común que sea humilde, fiel y diligente en servirle y que trate de mejorar. La razón es que Dios es la fuente máxima de poder. Mediante el don del Espíritu Santo no sólo podemos saber todas las cosas (D. y C. 11:14), sino incluso "la verdad de todas las cosas" (Moroni 10:5). Muchos de ustedes se preocupan de su futuro; creo que todo jovencito serio lo hace. Pero de lo que no se dan cuenta es de las oportunidades que les reserva el futuro. Después de toda una vida de tratar asuntos humanos, me inclino a pensar que el futuro de ustedes sobrepasará sus sueños si observan lo siguiente: 1. Si no viven al borde. 2. Si evitan no sólo lo malo, sino bibliotecasud.blogspot.com también la apariencia del mal. 3. Si siguen el consejo de Nefi de actuar por sí mismos, sin ser obligados. 4- Si buscan primeramente el reino de Dios y reciben la gran promesa de que todo lo demás les será añadido. 5. Si siguen los consejos de los líderes de la Iglesia. En este gran recinto, y escuchándonos esta noche, se encuentran miles de líderes futuros de la Iglesia que han sido llamados de entre los del mundo y elegidos por el Señor antes de la fundación del mundo, tal como lo describió Abraham: "Y el Señor me había mostrado a mí, Abraham, las inteligencias que fueron organizadas antes que existiera el mundo; y entre todas éstas había muchas de las nobles y grandes; "y vio Dios que estas almas eran buenas, y estaba en medio de ellas, y dijo: A éstos haré mis gobernantes; pues estaba entre aquellos que eran espíritus, y vio que eran buenos; y me dijo: Abraham, tú eres uno de ellos; fuiste escogido antes de nacer" (Abraham 3:22-23). Creo que el Señor ha traído a esta tierra espíritus especiales que fueron reservados desde antes que existiera el mundo para ser fuertes y valientes en estos tiempos tan difíciles de la historia del mundo. Sobre ustedes, jovencitos, pronto descansará el futuro del reino de Dios sobre la tierra. En esos días, los problemas y las oportunidades serán más grandes de lo que jamás lo han sido. Con todo mi corazón, les exhorto, jovencitos, a que sean dignos y fieles a los llamamientos del sacerdocio en su juventud. Hoy son los poseedores del sacerdocio preparatorio. Si se conservan dignos, muy pronto serán poseedores del Sacerdocio Mayor, que vendrá acompañado de la gran responsabilidad de la obra sagrada de Dios en toda la tierra. Que sean dignos de lograrlo, lo ruego en el nombre de Jesucristo. Amén. El que honra a Dios, Dios le honra Haz el bien; cuando tomes decisiones, el Espíritu te guiará. Y Su luz, si hacer el bien escoges, en tu vida siempre brillará. ("Haz el bien", Himnos, N9 155). Presidente Thomas S. Monson Primer Consejero de lo Primera Presidencia "El sentimiento más dulce que se puede experimentar en la tierra es el de darse cuenta de que Dios, nuestro Padre Celestial, conoce a cada uno de nosotros y nos permite ver y compartir Su poder divino para salvar." amor y paz... ...El os dará consuelo y os enseñará; estará con vosotros, y os protegerá. ("Oh vos que sois llamados", Himnos, N s 207). N o es empresa fácil el estar ante ustedes esta noche. Estoy impresionado por su fe, asombrado de su potencial e inspirado por su devoción al deber en la causa del Maestro. Un querido amigo y colega en la obra del Señor, el eider Bruce R. McConkie, tenía un himno favorito que le gustaba escuchar. Decía que las palabras de esa canción lo inspiraban a tratar de hacer lo mejor. Estas son dos de las estrofas: Oh vos que sois llamados a ministrar por Dios, con santo sacerdocio, llamados por Su voz. a predicar al mundo palabras de solaz, y alto en las montañas, verdad, veces en un día. El consejo que se encuentra en uno de los himnos que cantamos con frecuencia en nuestras reuniones nos brinda una guía inspirada: ¡Qué gran promesa proclaman estas bellas palabras! Se aplican a ustedes, jovencitos poseedores del Sacerdocio Aarónico, y a sus padres y a otros hermanos que han recibido el Sacerdocio de Melquisedec. Parece que fue ayer que era secretario del quórum de diáconos de mi barrio. Nos instruían hombres sabios y pacientes que nos enseñaban de las Santas Escrituras, hombres que nos conocían bien. Ellos dedicaban el tiempo para escuchar y para reír, para edificar e inspirar, para recalcar que nosotros, como el Señor, podíamos aumentar en estatura y sabiduría, y en gracia para con Dios y los hombres (véase Lucas 2:52). Eran ejemplos para nosotros. Su vida era un reflejo de su testimonio. La juventud es una época para progresar. Durante esos años formativos, nuestra mente es receptiva a la verdad, pero a la vez, receptiva también al error. La responsabilidad para decidir recae sobre cada diácono, maestro y presbítero. Con el paso de los años, las opciones se vuelven más complejas, y a veces estaremos tentados a vacilar. La necesidad de tener un código personal de honor surge no solamente a diario, sino que con frecuencia muchas bibliotecasud.blogspot.com La determinación de hacer lo correcto puede llegar a temprana edad. Un día, en el cementerio, después de asistir a un hermoso funeral, cerca del sepulcro todavía abierto, vi a un niño; tenía en el rostro una expresión de inocencia, y en sus ojos brillaba la promesa de un futuro brillante. Le dije: "Jovencito, algún día tú serás un gran misionero. ¿Cuántos años tienes?" Me respondió: "Diez". "Dentro de nueve años te vamos a buscar para que cumplas una misión", le aseguré. Su respuesta inmediata me reveló algo en cuanto a él; me dijo: "Hermano Monson, no tendrán que buscarme, porque yo iré a buscarlos a ustedes". Jovencitos, ustedes aprenden de sus padres algunas de las lecciones de la vida, mientras que otras se aprenden en la escuela o en la Iglesia. No obstante, hay ciertos momentos en que se dan cuenta de que nuestro Padre Celestial es el Maestro y ustedes son los alumnos. Quisiera contarles una lección que me enseñaron eficazmente y que aprendí para siempre. Esta tiene que ver con la natación, pero va mucho más allá de la habilidad para nadar. Aprendí a nadar en las veloces corrientes del río Provo, que corre por el hermoso Cañón de Provo. El "pozo" de natación de entonces se encontraba en una parte profunda del río, y se había formado a causa de una enorme roca que cayó en él y que me imagino se habrá desprendido cuando los trabajadores del ferrocarril dinamitaron el cañón. El pozo era peligroso, con una profundidad de aproximadamente cinco metros, con las corrientes que se estrellaban violentamente contra la roca y la succión de los remolinos debajo de ella. No era lugar para un novato ni para un nadador inexperto. Una cálida tarde de verano, cuando tenía aproximadamente doce o trece años, saqué la cámara de uno de los neumáticos del tractor, me la eché sobre el hombro y me fui descalzo por las vías del ferrocarril que corrían paralelas a la orilla del río. Entré al agua a poco más de un kilómetro de distancia del hoyo donde nadaba, me instalé cómodamente en la cámara y me dejé ir notando plácidamente corriente abajo. El río no me asustaba, pues conocía todos sus secretos. Ese mismo día, los inmigrantes griegos realizaban una reunión en el Parque Vivían, que estaba en el Cañón de Provo, tal como lo hacían todos los años. La comida típica, los juegos y los bailes eran parte de la diversión; pero algunas personas se fueron de la fiesta para ir a nadar en el río; c u a n d o llegaron ai "pozo", no había nadie porque las sombras de la tarde ya empezaban a oscurecer el lugar. La cámara había empezado a sacudirse, pues estaba a punto de entrar en la parte más rápida del río, precisamente donde daba comienzo el pozo, cuando oí unos gritos frenéticos: "¡Sálvenla! ¡Sálvenla!" Una jovencita, acostumbrada a nadar en las aguas tranquilas de una piscina de natación, se había resbalado de la roca y caído entre los peligrosos remolinos; ninguno de los que la acompañaban sabía nadar para salvarla. Y justo en ese momento llegué yo a la escena trágica. Vi la cabeza de la joven que desaparecía bajo el agua por tercera vez, para hundirse en lo que podía ser una tumba permanente; extendí la mano y la agarré por los cabellos, la levanté hasta que pude sostenerla con ambos brazos y la coloqué en la cámara conmigo. En el otro extremo del pozo el agua era más tranquila, y hacia allí me dirigí con mí valiosa carga, hasta los parientes y amigos que esperaban en la orilla. Todos la abrazaron y la besaron, exclamando: "¡Gracias a Dios! ¡Gracias a Dios que estás bien!" Luego, me abrazaron y me besaron a mí. Un tanto avergonzado, me apresuré a volver a mi cámara y continué flotando hasta el puente del Parque Vivían. El agua estaba helada, pero yo no tenía frío porque me embargaba un cálido sentimiento. Me di cuenta de que había participado en el rescate de una vida. El Padre Celestial había escuchado las súplicas: "¡Sálvenla! ¡Sálvenla!", y me bibliotecasud.blogspot.com permitió a mí, un diácono, flotar por ahí en el preciso momento en que se me necesitaba. Ese día aprendí que el sentimiento más dulce que se puede experimentar en la tierra es el de darse cuenta de que Dios, nuestro Padre Celestial, conoce a cada uno de nosotros y nos permite ver y compartir Su poder divino para salvar. Oren siempre al desempeñar sus responsabilidades del sacerdocio y nunca se encontrarán en la situación de "Alicia en el País de las Maravillas". Como dice Lewis Carroll [el autor], Alicia iba por un sendero del bosque, en el País de las Maravillas, cuando vio que el camino se bifurcaba. Indecisa, le preguntó al gato que repentinamente había aparecido en la rama de un árbol cercano cuál sendero debía tomar. "¿A dónde quieres ir?", preguntó a su vez el gato. "No lo sé", contestó Alicia. "Entonces", le dijo el gato, "en realidad no tiene importancia, ¿no es así?" Nosotros, los poseedores del sacerdocio, sabemos a dónde queremos ir. Nuestro objetivo es el Reino Celestial de nuestro Padre Celestial, y tenemos el sagrado deber de seguir el sendero bien definido que conduce allí. Muy pronto estarán listos para cumplir una misión; es maravilloso que estén dispuestos y preparados para servir dondequiera que el Espíritu del Señor lo indique. Esto en sí es un milagro moderno, considerando la época en la que vivimos. La labor misional es un trabajo arduo. El servicio misional es difícil y requiere largas horas de estudio y preparación, a fin de que el misionero esté a la altura del mensaje divino que proclama. Es una labor de amor, pero también de sacrificio y devoción al deber. La madre de un futuro misionero me preguntó una vez ansiosamente qué le recomendaría a su hijo que aprendiera antes de recibir su llamamiento misional. Estoy seguro de que esperaba una respuesta profunda sobre los requisitos más conocidos para el servicio, que nos resultan familiares a todos. No obstante, le dije: "Enséñele a su hijo a cocinar; pero, lo que es más importante aún, enséñele. a llevarse bien con los demás. Será mucho más feliz y útil si adquiere esas dos importantes habilidades". J ove ncitos, cuando ustedes aprenden sus deberes de diácono, maestro y presbítero, y luego llevan a cabo esos deberes con determinación y amor, sabiendo que están en los asuntos del Señor, se están preparando para la misión. Algunas lecciones se aprenden sencillamente. Hace unas semanas, me encontraba en una reunión sacramental que se efectuó en una casa de convalecencia, en Salt Lake City. Los presbíteros que iban a encargarse de la Santa Cena estaban sentados reverentemente antes de cumplir sus deberes, cuando se anunció el himno de apertura. Uno de los pacientes, que estaba en una de las filas del frente, tenía dificultad para abrir el himnario. Sin que nadie se lo pidiera, uno de los jovencitos se acercó al paciente, y, volviendo suavemente las páginas hasta el himno, tomó un dedo del hermano imposibilitado y se lo puso al comienzo de la primera estrofa del himno. Se intercambiaron sonrisas y el presbítero regresó a su asiento. Aquella modesta señal de amor y cortesía me impresionó. Lo felicité y le dije: "Usted va a ser un buen misionero". Algunos misioneros son bendecidos con la facilidad de expresarse, mientras que otros poseen un conocimiento superior del evangelio. Sin embargo, hay otros que son un poco más lentos en dar frutos, pero que con el correr de los días van adquiriendo habilidad y aumentando en eficacia. Eviten la tentación de desear puestos de liderazgo en la misión. No importa si se es líder de distrito o de zona o ayudante del presidente. Lo importante es que uno se esfuerce por hacer lo mejor en la obra para la que ha sido llamado. Yo tuve algunos misioneros que eran tan eficaces para capacitar a los nuevos misioneros que me era imposible prescindir de ellos dándoles otras asignaciones de liderazgo. El comienzo en la obra misional a veces puede ser una experiencia abrumadora y atemorizante. El presidente Harold B. Lee me habló un día en cuanto a aquellos que se sienten incapaces y que se preocupan cuando reciben una asignación en la Iglesia. El aconsejaba lo siguiente: "Recuerda, a quien el Señor llama, el Señor califica". C u a n d o fui Presidente de la Misión Canadiense, con sede en Toronto, llegó a nuestra misión un misionero que no poseía algunas de las habilidades de los demás misioneros, y que, sin embargo, se entregó totalmente a sus labores misionales. El trabajo era difícil para él; no obstante, se esforzó valientemente por hacer lo mejor. En una conferencia de zona en la que estuvo presente una Autoridad General, a los misioneros no les había ido muy bien en una pequeña prueba que les había hecho el visitante sobre las Escrituras; con cierto sarcasmo, él comentó: "Mmmm... no creo que este grupo sepa siquiera los nombres de los folletos misionales básicos ni de sus autores". Consideré ese comentario un desafío que no podía resistir. "Le aseguro que los saben", afirmé. bibliotecasud.blogspot.com "Bien, veremos", me respondió, y les pidió que se pusieran de pie. Al •-eleccionar a un misionero para probar lo que había dicho, no escogió a ninguno de los jóvenes sobresalienres, de experiencia y conocimiento, sino a mi nuevo misionero, aquel al que le era tan difícil aprender. Se me cayó el alma a los pies. Observé la expresión suplicante del eider y me di cuenta de que estaba paralizado de temor. Y oré... ¡con cuánto fervor oré!: "Padre Celestial, ¡ven a su rescate!" Y El lo hizo. Después de una larga pausa, el visitante le preguntó: "¿Quién es el autor del folleto Eí \<lan de salvación7," Después de lo que pareció una eternidad, el tímido misionero respondió: "John Morgan". "¿Y quién escribió ¿Cuál es la iglesia verdadera?" De nuevo una pausa, y luego la respuesta: "Mark E. Petersen". "¿Y El diezmo del Señor?" "James E. Talmage escribió ése", contestó él. Y así continuó con toda la lista de folletos misionales que utilizábamos. Al terminar, le hizo otra pregunta: "¿Hay algún otro folleto?" "Sí, se llama ¿Qué sigue después del bautismo?" "¿Quién lo escribió?" Sin vacilar, el misionero contestó: "El nombre del autor no aparece en el folleto, pero el presidente de la misión me dijo que fue escrito por el eider Mark E. Petersen, por asignación del presidente David O. McKay". La Autoridad General procedió entonces a demostrar su grandeza; volviéndose a mí, me dijo: "Presidente Monson, les debo una disculpa a usted y a sus misioneros. No hay duda: realmente conocen los folletos básicos y sus autores". Esa actitud despertó mi admiración por él y llegamos a ser muy buenos amigos. ¿Y qué le sucedió a aquel misionero? Terminó la misión honorablemente y volvió a su casa en el oeste. Más tarde, fue llamado para prestar servicio como obispo de un barrio. Todos los años recibo una tarjeta de Navidad de él y su esposa y familia. Siempre firma su nombre y luego agrega este comentario: "Su mejor misionero". Todos los años, cuando llega la tarjeta, pienso en esa experiencia, y la lección que se encuentra en el primer libro de Samuel, en la Santa Biblia, me llega al alma. Recordarán Presidente Gordon B. Hinckley que el profeta Samuel recibió el mandato del Señor de ir a Belén, a ver a Isaí, con la revelación de que se encontraría un rey entre los hijos de éste. Samuel hizo lo que el Señor "Es maravilloso y altamente satisfactorio saber que cada uno de nosotros le mandó. Uno a uno, los hijos de puede hacer algo para fortalecer esta obra del Todopoderoso." Isaí se presentaron ante Samuel, siete de ellos. Aunque eran hermosos y de buena apariencia, el Señor Me refiero al servicio misional. le dijo a Samuel que no habría de Hace poco estuve en Londres y tuve elegir a ninguno. una reunión con los misioneros que trabajan allá. Había representantes "Entonces dijo Samuel a Isaí: de la BBC (British Broadcastíng ¿Son éstos todos tus hijos? Y él resCorporation) para filmar parte de pondió: Queda aún el menor, que esas reuniones, pues están preparanapacienta las ovejas. Y dijo Samuel a do un documental sobre nuestra Isaí: Envía por él... obra misional en las Islas Británicas. "Envió, pues, por él, y le hizo entrar... Entonces J chova dijo: Antes de eso, ya me había entreLevántate y úngelo, porque éste es" vistado un representante de la radio (1 Samuel 16:11-12). mundial BBC, que había observado que los misioneros son muy jóvenes. La lección que debemos aprender El me preguntó: "¿Cómo puede esse encuentra en el mismo capítulo perar que la gente escuche a estos del primer libro de Samuel, en el jovencitos inexpertos?" versículo 7: "...el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová Con eso me quiso decir que son mira el corazón". inmaduros, sin experiencia y sin Los poseedores del sacerdocio, i puedo contar con su fe y roce social. todos nosotros unidos, podemos haoraciones, espero decir algo Le respondí sonriente: "¿Jovencernos dignos de la influencia guiade provecho para todos. citos inexpertos? Con estos misionedora de nuestro Padre Celestial al Hace una semana, e! sábado pasado, ros pasa io mismo que pasaba con desempeñar nuestros respectivos lla- tuvo lugar en este Tabernáculo una Timoteo, en la época de Pablo. Fue mamientos. Estamos embarcados en gran conferencia de la Sociedad de Pablo quien escribió a su joven comla obra del Señor Jesucristo. Socorro. Fue una experiencia inspi- pañero: 'Ninguno tenga en poco tu Nosotros, como los de a n t a ñ o , radora contemplar los rostros de la juventud, sino sé ejemplo de los crehemos respondido a Su llamado. congregación de mujeres fuertes, va- yentes en palabra, conducta, amor, Estamos en Sus asuntos y llevaremos lientes y capaces. También es una espíritu, fe y pureza' (1 Timoteo a cabo con éxito este solemne man- experiencia inspiradora contemplar 4:12). dato que dio Mormón de declarar la sus caras, hermanos, y sentir su for"Lo extraordinario es que la palabra del Señor entre Su pueblo: taleza, su fe, su lealtad y devoción. gente los recibe y los escucha. Son Éstos han sido momentos de ins- sinceros, son inteligentes, vivaces y "He aquí, soy discípulo de Jesucristo, el Hijo de Dios. He sido piración, en los que hemos oído sobresalientes; tienen aspecto aseado, atraen, a las personas y les inspillamado por él para declarar su pa- buenos consejos que nos bendecirán ran confianza." si los aceptamos. Deseo hablar de labra entre los de su pueblo, a fin dos o tres asuntos. Debería haber agregado: "Son un de que alcancen la vida eterna" milagro". Ellos van a golpear puer(3Nefi5:I3). Del primero ya han hablado el tas, pero como en estos días no hay Que siempre recordemos la ver- presidente Monson y el hermano mucha gente en casa en una ciudad dad de que "El que honra a Dios, Hillam, pero quiero agregar mi como Londres, también se acercan a apoyo a lo que han dicho y algunas Dios le honra". En el nombre de las personas en la calle y se ponen a observaciones. Jesucristo. Amen. • Misiones, templos y responsabilidades S bibliotecasud.blogspot.com conversar con ellas. No es fácil para un joven sensible hacer esto. Pero ellos creen en estas otras palabras de Pablo a Timoteo: "Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio. "Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios" (2 Timoteo 1:7-8). Reconocen que el temor no proviene de Díos sino del adversario de la verdad. Y por eso, desarrollan la habilidad de hablar con la gente sobre la obra que realizan y el mensaje que llevan. Esos misioneros traerán a la Iglesia en 1995 cerca de trescientos mil conversos, o sea, el equivalente a cien estacas de Sión y a más de quinientos barrios. "¿Jóvenes inexpertos?" Es cierto que no tienen mucho roce social. ¡Y qué bendición es! No hay en ellos rastro de engaño; no se expresan con falsedad. Hablan del corazón, con firme convicción. Cada uno es un siervo de Dios, un embajador del Señor Jesucristo. Su poder no proviene de una erudición en las cosas del mundo, sino de la fe, ía oración y la humildad. Su obra no es fácil, ni lo ha sido nunca. Hace mucho tiempo, Jeremías dijo que el Señor juntaría a Su pueblo, uno de cada ciudad y dos de cada familia, y los llevaría a Sión y les daría pastores según Su corazón (véase Jeremías 3:14-15). Individualmente, la cosecha de los misioneros no es muy grande en la mayoría de los casos, pero el total es enorme. La obra exige valor, esfuerzo, dedicación y la humildad necesaria para ponerse de rodillas y suplicar al Señor ayuda y guía. Quiero hacer un desafío a todo joven que me escuche esta noche: Prepárate ahora para ser digno de servir al Señor como misionero regular. Él ha dicho: "Si estáis preparados, no temeréis" (D. y C. 38:30). Prepárense para consagrar dos años de su vida a este servicio sagrado; ese tiempo es, en efecto, un diezmo de los primeros veinte años de su vida. Piensen en todo lo bueno que tienen: la vida misma, la salud, fortaleza, comida, ropa, padres, hermanos y amigos. Todos son dones del Señor. Por supuesto, su tiempo es muy valioso, y quizás piensen que no pueden dedicar dos años. Pero les prometo que el tiempo que pasen en una misión, si lo pasan dedicados al servicio, será una inversión que les dejará mayores dividendos que cualesquiera otros dos años de su vida. Se darán cuenta del significado de la dedicación y de la consagración; desarrollarán un poder de persuasión que los bendecirá toda su vida; su timidez, sus temores, su cortedad, desaparecerán gradualmente al seguir adelante con convicción; aprenderán a trabajar con otras personas, a desarrollar un espíritu de equipo. El destructivo mal del egoísmo será reemplazado con un sentido del servicio al prójimo. Se acercarán más al Señor de lo que lo harían en cualquier otra circunstancia, y llegarán a saber que sin El son realmente "débiles y sencillos", pero que con Su ayuda pueden lograr milagros. Establecerán el hábito de la industriosidad; desarrollarán la habilidad de ponerse metas que les requieran bibliotecasud.blogspot.com esfuerzo; aprenderán a trabajar con sencillez de corazón. ¡Qué base tan sólida para sus estudios y su ocupación en el futuro! Esos dos años no representarán tiempo perdido, sino habilidades ganadas. Bendecirán la vida de aquellos a quienes enseñen y la de los de su posteridad. Y se bendecirán ustedes mismos. También serán una bendición para sus familiares, que los sostendrán y orarán por ustedes. Por encima de todo, recibirán en el corazón esa dulce paz de saber que han servido a su Señor fielmente y bien; su servicio será una expresión de gratitud hacia su Padre Celestial. Llegarán a conocer a su Redentor como el mejor Amigo que tendrán en esta vida o en la eternidad. Comprenderán que por medio de Su sacrificio expiatorio Él les ha abierto el camino hacia la vida eterna y a una exaltación que va más allá de sus más grandiosos sueños. Si cumplen la misión fielmente y bien, serán mejores esposos, mejores padres, mejores estudiantes, mejores trabajadores en la ocupación que elijan. El amor es la esencia de la obra misional; la abnegación es una de sus principales características; la autodisciplina es una de sus exigencias. La oración abre la reserva del poder de esta obra. Por eso, mis queridos jóvenes hermanos, resuelvan hoy mismo incluir en el programa de su vida el servicio en el campo de la cosecha del Señor come) misioneros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Ahora, paso a otro tema. La obra misional tiene el objeto de proveer las ordenanzas salvadoras a los hijos de nuestro Padre que viven por todo el mundo. La obra del templo tiene por objeto principal el beneficio de los hijos de Dios que han pasado más allá del velo de la muerte. Dios no hace acepción de personas. Si los que viven en todas las naciones merecen las ordenanzas salvadoras del evangelio, los que han vivido en épocas pasadas también deben de merecerlas. Nuestros miembros no pueden participar de todas las bendiciones del evangelio a menos que reciban sus propias ordenanzas del templo y luego las pongan a disposición de sus antepasados muertos. Si han de hacer esto, necesitan templos. De ello estoy firmemente convencido. En 1954, antes de ser yo Autoridad General, el presidente McKay me llamó a su oficina y me habló de los planes de construcción del Templo de Suiza. Me dio la asignación de hallar la manera de administrar las ordenanzas del templo a personas de diversos idiomas sin tener que aumentar mucho la cantidad de obreros del templo. Desde entonces he tenido mucha participación en estos sagrados edificios y en las ordenanzas que en ellos se administran. En la actualidad, tenemos cuarenta y siete templos abiertos. Ocho están en Utah, dieciséis en otras partes de los Estados Unidos, dos en Canadá y los otros veintiuno en otras partes del m u n d o . Desde que pasé a integrar la Primera Presidencia, en 1981, se han dedicado veintiocho de los cuarenta y siete; además, se han vuelto a dedicar cuatro que ya estaban construidos, después de una extensa remodelación. Tenemos seis más en construcción, en American Fork y en Vernal, U t a h ; en Saint Louis, Missouri; en Hong Kong; en Preston, Inglaterra, y en Bogotá, Colombia. Hemos anunciado la construcción de otros siete templos, en Santo Domingo, en Madrid, en Guayaquil, en Recife, en Cochabamba; y en NashvÜle, Texas, y Hartford, Connectícut [EE. UU.]. Y estamos considerando la posibilidad de un templo en Venezuela. Después de tratar durante años de adquirir un sitio apropiado en Hartford, tiempo en el cual la Iglesia ha crecido considerablemente hacia el sur y hacia el norte de esa ciudad, hemos decidido no construir ahora un templo en los alrededores de Hartford, sino que edificaremos uno en Boston, estado de Massachusetts, y otro en White Plains, estado de Nueva York. En otras palabras, donde antes habíamos planeado tener un templo habrá en el futuro dos para atender a las necesidades de nuestra gente. En ambas ciudades tenemos lugares muy hermosos para los templos. Pedimos disculpas a nuestros fieles santos de la región de Hartford, pues sabemos que quedarán desilusionados con este anuncio. Como saben, hemos pasado incontables horas con sus oficíales locales, tratando de encontrar un lugar apropiado que fuera conveniente para los miembros de Nueva York y de la región de Nueva Inglaterra. Aunque nos apena muchísimo desilusionar a los miembros de Hartford, tenemos la seguridad de haber recibido una guía especial al tomar esta decisión, así como de que esos templos se edificarán en localidades que no les exigirán recorrer grandes distancias para llegar a ellos. Además, estamos procurando adquirir otros seis sitios. Este es un programa de proporciones gigantescas. Tengo el ferviente deseo de que haya un templo de acceso razonable para todo Santo de los Últimos Días, en todo el mundo. Sin embargo, no podemos ir más rápido de lo debido. Tratamos de asegurarnos de que cada templo esté en un lugar bibliotecasud.blogspot.com excelente, donde haya buenos vecinos durante mucho tiempo. Los terrenos en esos lugares son por lo general caros. El templo es un edificio mucho más complicado de construir que un centro de reuniones o un centro de estaca; su arquitectura es mejor; su construcción lleva más tiempo y cuesta más. La obra se mueve con toda la rapidez con que nos es posible. Constantemente suplico que se pueda apresurar a fin de que haya más miembros que tengan fácil acceso a la sagrada Casa del Señor. Brigham Young una vez dijo que si los jóvenes comprendieran realmente las bendiciones del matrimonio en el templo, caminarían toda la distancia hasta Inglaterra, si ello fuera necesario. Esperamos que no sea necesario caminar tanto. Estos edificios únicos y maravillosos, y las ordenanzas que en ellos se efectúan, representan lo máximo de nuestra adoración; éstas son la expresión más profunda de nuestra teología. Exhorto a nuestros miembros de todas partes, con todo el poder de persuasión de que soy capaz, a que sean dignos de tener una recomendación para el templo, a conseguir una y considerarla una posesión preciada, y a hacer un esfuerzo mayor por ir a la Casa del Señor y participar del espíritu y las bendiciones que se reciben allí. Estoy seguro de que todo hombre y mujer que vayan al templo con sinceridad y fe saldrán de allí convertidos en mejores personas. Constantemente tenemos la necesidad de mejorar. De vez en cuando, sentimos eí deseo de dejar atrás el alboroto y el tumulto del mundo y entrar en los recintos de la santa casa de Dios, para sentir Su Espíritu en ese ambiente de santidad y paz. Si todo hombre de la Iglesia que haya recibido el Sacerdocio de Melquisedec se hiciera digno de tener una recomendación para el templo, y luego fuera a la Casa del Señor a renovar sus convenios con solemnidad ante Dios y los testigos, seríamos una gente mejor. Habría poca o ninguna infidelidad entre nosotros; el divorcio casi desaparecería y se evitaría gran parte del dolor y el sufrimiento. Habría más paz, amor y felicidad en nuestros hogares; habría menos mujeres y niños llorando. Existiría entre nosotros mayor aprecio y respeto mutuos. Y estoy seguro de que eí Señor estaría más contento con nosotros y nos favorecería más. Ahora, hermanos, antes de concluir, debo tratar otro asunto, y si me extiende) un poco, espero que me disculpen. Quiero presentar al sacerdocio de la Iglesia mi evaluación de la condición presente de esta gran organización en la que tenemos un interés y de la cual forma parte cada uno de nosotros. Creo que tienen derecho a recibir este tipo de informe de cuando en cuando. Me siento agradecido de poder decír que la Iglesia está en buenas condiciones, y que sus filas aumentan. Al finalizar 1994, el número de miembros era de 9.025.000, un aumento de 300.730 desde el año anterior. Esto quiere decir que agregamos un millón de miembros nuevos cada tres años y medio, y estoy seguro de que esa cantidad aumentará. La Iglesia se expande geográficamente, y creo que está bien administrada. No es que no tengamos problemas. Demasiados miembros caen en la inactividad, y son muchos los que no viven los principios del evangelio. Pero con todo eso, aún tenemos causa para regocijarnos por lo que sucede. La Iglesia no tiene deudas. Debo aclarar respecto a esto que tenemos contratos para la compra de propiedades en los cuales los vendedores han insistido en que paguemos cuotas en ciertas fechas. Sin embargo, tenemos los recursos que aseguran que esos contratos se pagarán a su debido tiempo. En nuestras pocas empresas comerciales, se utiliza la deuda como instrumento de administración; pero la proporción de deudas y valores sería la envidia de los ejecutivos de cualquier organización importante. La Iglesia ha vivido dentro de sus medios y así seguirá. Siento gratitud por la ley del diezmo. Es un milagro; y es posible mediante la fe de la gente. Es el plan del Señor para la administración económica de Su reino. Es muy claro y sencillo, y consiste en unas cuantas palabras que se hallan en la sección 119 de Doctrina y Convenios. Es un enorme contraste con los engorrosos, complejos y difíciles códigos de los impuestos que los ciudadanos tenemos la obligación de obedecer. En el pago del diezmo no hay compulsión, aparte de que es un mandamiento del Señor lo cual se convierte, por supuesto, en la mejor razón para pagarlo. Ésta es la única bibliotecasud.blogspot.com sociedad que conozco que no anula la afiliación de aquellos que no pagan lo que se podría considerar su cuota. El pago del diezmo lleva aparejada la convicción de la veracidad de esc principio. Sabernos que estos fondos son sagrados. Hemos recibido el encargo de emplearlos prudente y cuidadosamente. He dicho antes que tengo sobre el escritorio de mi oficina una blanca, como las de la viuda, que me dio hace mucho tiempo el hermano David B. Galbraith, que entonces era Presidente de ía Rama de Jerusalén (es tan pequeña que es casi invisible, pero está ahí). La conservo para recordarme el sacrificio que representa, y que administramos la consagración de la viuda tanto como la ofrenda del rico. Agradezco a todo el que sea honesto con el Señor en el pago de su diezmo y ofrendas. Pero sé que no necesitan que les dé las gracias, porque ustedes tienen un testimonio como el mío de la divinidad de esta ley y de las bendiciones que se reciben en abundancia por obedecerla. No sólo estamos determinados a vivir dentro de los medios de la iglesia, sino que todos los años ponemos en reserva una porción de nuestro presupuesto anual. Sólo estamos haciendo lo mismo que hemos aconsejado a toda familia que haga. Si viniera una época de desastre económico, confiamos en tener los medios para capear el temporal. Reconocemos la importancia del servicio voluntario para llevar adelante los programas de ía Iglesia. Contamos con un verdadero ejército de personas dedicadas que dan su tiempo con generosidad para ayudar en la obra de la Iglesia. El grupo de Recursos Humanos informa eme tenemos en el presente 96.484 voluntarios; éstos representan el equivalente a diez mil empleados regulares y su servicio tiene un valor anual de $360.000.000 (de dólares). Son personas que trabajan como misioneros o voluntarios en el Sistema Educativo de la Iglesia, en la organización de Historia Familiar, en los templos y en otros diversos departamentos y oficinas de la Iglesia. Les estamos profundamente agradecidos y en deuda por sus contribuciones. Estoy seguro de que el Señor se halla complacido con su servicio consagrado. Nuestro programa diario de educación religiosa sigue adelante. En donde esté la Iglesia organizada, se pone en marcha el programa de Seminario. También los institutos proveen un maravilloso servicio a los que están estudiando. Durante el año escolar 1995-1996 hay más de 583.000 alumnos inscritos en seminario e instituto. Muchos de los jóvenes que están aquí hoy —yo diría que casi todos ustedes— se han beneficiado con este programa. Por favor, pónganse de pie todos los que asistan a clases de seminario o instituto. ¡Son muchos! Eso lo dice todo en cuanto a este programa. Gracias. Esperamos que todos aquellos que tengan estos programas a su disposición los aprovechen. Verán que aumenta su conocimiento del evangelio, se fortalece su fe y disfrutarán de hermosas amistades con sus compañeros de la misma creencia. Recuerdo los esfuerzos del Profeta para sacar la primera edición del Libro de Mormón. Constaba de cinco mil ejemplares y fue posible imprimirlo solamente gracias a la generosidad de Martin Harris. Les interesará saber que el año pasado se repartieron 3.742.629 ejemplares del libro, que se imprime, todo o en extractos, en ochenta y cinco idiomas. No estaremos inundando la tierra con el Libro de Mormón, como el presidente Benson nos aconsejó, pero no deja de ser importante el haber entregado más de tres millones y medio en un solo año. Tuve el privilegio de presidir la estaca N- 150, creada en 1945, ciento quince años después de haberse organizado la Iglesia. Ahora, apenas cincuenta años después, hay 2.101 estacas de Sión. En 1994 se organizaron setecientos setenta y dos barrios y ramas nuevos, haciendo que el número total a fin de año fuera de 21.774 unidades. Es muy obvia la razón por la cual tenemos que construir tantos edificios de adoración e instrucción para nuestra gente. Actualmente, tenemos 375 edificios en construcción; cada vez son más caros. Esperamos que los cuiden bien. A los jóvenes, quiero pedirles algo para que hagan todo lo posible al respecto: Queremos que esos edificios se usen con el propósito para el que fueron hechos, pero no queremos que se abuse de ellos. Los servicios públicos son muy caros; por favor, apaguen las luces cuando no se necesiten; no dejen basura dentro; mantengan los jardines limpios y atractivos. En todas partes donde haya uno de nuestros edificios, su estructura debe expresar lo siguiente; "La gente que adora al Señor aquí es gente que cree en la limpieza, el orden, la belleza y la respetabilidad". Ya les he hablado sobre el aumento del número de templos. Lo mismo pasa con todos los aspectos del programa. Veo un futuro brillante. No descuento la posibilidad de que haya problemas, puesto que esta obra siempre los ha enfrentado. El bibliotecasud.blogspot.com adversario sigue sus labores contra ella. Pero seguiremos adelante, del mismo modo que lo hicieron los que nos precedieron. Todo hombre y jovencito que oiga mi voz esta noche tiene la responsabilidad de ayudar en esta gran obra de influir en otros y fortalecernos. Hermanos, gracias por su fe y su devoción. Nos damos cuenta de la gran confianza que han puesto en nosotros, y también de la gran confianza que nos tiene el Señor. Del mismo modo, El ha colocado una encomienda sagrada sobre cada uno de los que poseen Su divino sacerdocio. Como lo he dicho antes, estamos juntos en esto; cada uno de nosotros tiene su parte en la edificación de este reino. Es maravilloso y altamente satisfactorio saber que cada uno de nosotros puede hacer algo para fortalecer esta obra del Todopoderoso. Es verdadera y es la obra de nuestro Padre; es la Iglesia de nuestro Redentor. El sacerdocio que poseemos es un don real y precioso. Les dejo mi testimonio, mi amor y mi bendición, con gratitud, en el nombre de Jesucristo. Amén. • SESIÓN DEL D O M I N G O POR LA M A Ñ A N A Io de octubre de 1995 La paciencia: una virtud celestial Presidente Thomas S. Monson Primer Consejero de la Primera Presidencia "El problema es que muchas veces esperamos soluciones instantáneas para las dificultades, olvidando que frecuentemente es necesario que pongamos en práctica la virtud celestial de la paciencia." H ace poco, me e n c o n t r é con un amigo al que no había visto desde hacía tiempo y que me saludó con las palabras: "¿Cómo te está tratando el mundo?" Yo no recuerdo mi respuesta exacta, pero esta provocativa pregunta me hizo reflexionar sobre mis muchas bendiciones y la gratitud que siento por la vida misma, y por el privilegio y la oportunidad que tengo de servir. A veces, la reacción a esta pregunta trae una respuesta inesperada. Hace unos años asistí a una conferencia de estaca en Texas. El presidente de la estaca me recibió en el aeropuerto y, mientras íbamos en auto hacia el centro de la estaca, yo le dije: "Presidente, ¿cómo va todo?" El me respondió: "¡Ojalá me hubiera hecho esa pregunta la semana pasada! Esta semana ha sido desastrosa: El viernes me despidieron del trabajo, esta mañana mi esposa amaneció con bronquitis y esta tarde nuestro perro murió atropellado por un automóvil. Pero, aparte de eso, creo que todo anda bien". La vida está llena de dificultades, algunas más penosas que otras. Parecería que hay una infinidad de pruebas para todos. El problema es que muchas veces esperamos soluciones instantáneas para las dificultades, olvidando que frecuentemente es necesario que pongamos en práctica la virtud celestial de la paciencia. Los consejos que escuchábamos en nuestra juventud son todavía aplicables hoy en día y deberíamos prestarles atención: "Espera un poco"; "No pierdas la paciencia"; "Toma las cosas con calma"; "No te apresures tanto"; "Sigue las reglas"; "Ten cuidado", son mucho más que meras expresiones; son buenos consejos, resultado de la sabiduría que brota de la experiencia. Un automóvil, lleno de jovencitos imprudentes, que baja por un cañón sinuoso a alta velocidad puede perder el control, haciendo que el auto caiga en el precipicio, bibliotecasud.blogspot.com con las trágicas consecuencias de causar a veces incapacidad permanente a los pasajeros o quizá una muerte prematura, dejando así destrozado el corazón de los seres queridos. El júbilo momentáneo puede cambiar, en un solo instante, para convertirse en una vida llena de remordimiento. Oh, juventud preciosa, no vivan tan a prisa. Pongan en práctica la virtud de la paciencia. En las enfermedades, a las que casi siempre acompaña el dolor, se requiere mucha paciencia. Si al único hombre perfecto que ha existido —Jesús de Nazaret—- se le requirió padecer gran sufrimiento, ¿cómo vamos a esperar nosotros, que no somos ni cerca de perfectos, estar libres de esas tribulaciones? Sería imposible contar las innumerables personas que viven en la soledad, los ancianos, los desamparados, aquellos que se sienten abandonados en el camino, mientras la caravana de la vida avanza inexorable y desaparece de la vista de los que se han quedado solos con sus pensamientos e interrogantes. La paciencia puede ser una compañera invalorable en esos tiempos de aflicción. De vez en cuando visito hogares de ancianos, donde se observa la paciencia. Un día, mientras asistía a las reuniones dominicales en uno de esos hogares, me fijé en una jovencita que iba a tocar eí violín para entretener y llevar consuelo a los presentes; antes de tocar, me dijo que estaba nerviosa y que anhelaba ejecutar la música mejor que nunca. Mientras estaba tocando, uno de los espectadores exclamó: "¡Qué bonita eres y qué hermosamente tocas!" El arco que se movía rozando las cuerdas bien ajustadas y el elegante movimiento de los dedos de la joven parecieron inspirados por el comentario espontáneo. La interpretación fue magnífica. AI concluir la reunión, las felicité a ella y a su talentosa acompañante. La respuesta que me dieron fue: "Vinimos para dar ánimo a los débiles, los enfermos y los ancianos. Nuestros temores desaparecieron al empezar a tocar; olvidamos nuestras propias preocupaciones e inquietudes. Quizá les hayamos animado a ellos, pero ellos realmente nos inspiraron". Algunas veces, sucede lo contrario. Un ejemplo de ello es mi querida y preciada joven amiga, Wendy Benníon, de Salt Lake City. Hace apenas dos días, ella partió de este mundo y se fue "de regreso a ese Dios que [le] dio la vida" (Alma 40:11); había luchado más de cinco años en su batalla con el cáncer. Siempre alegre, siempre tratando de ayudar a otros, fuerte en la fe, su sonrisa contagiosa atraía a otras personas como un imán atrae las piezas de metal. Un día en que no se sentía bien y tenía mucho dolor, fue a visitarla una de sus amigas, que estaba abatida por sus propios problemas. Nancy, la madre de Wendy, sabiendo que su hija estaba con fuertes dolores, pensó que quizá la amiga había permanecido más tiempo del que a la enferma le convenía. Después que ésta se fue, le preguntó a Wendy por qué le había permitido quedarse todo ese tiempo cuando ella misma estaba sufriendo tanto. La joven le respondió: "Lo que hice por mi amiga es mucho más importante que el dolor que yo sentía. Si con eso la ayudo, entonces el dolor vale la pena". La actitud de Wendy me hace recordar de Jesús, que cargó los dolores del mundo, que pacientemente sufrió terrible dolor y desilusión, pero que, al pasar con su paso silencioso al lado de un hombre que era ciego de nacimiento, le restauró la vista; se acercó a la dolorida viuda de Naín y levantó a su hijo de entre los muertos; subió penosamente la empinada cuesta del Calvario, cargando su propia cruz inhumana, sin prestar atención a las constantes burlas e injurias que le acompañaban en cada paso. Porque El tenía que cumplir Su destino divino. Y de una manera muy real Él nos visita, a cada uno, con Sus enseñanzas; nos da ánimo y nos inspira bondad. Él dio Su preciosa vida para impedirle al sepulcro su victoria, para que la muerte perdiera su aguijón, para que tuviéramos el don de ía vida eterna. Después que lo sacaron de la cruz y lo sepultaron en una tumba prestada, este varón de dolores y experim e n t a d o en q u e b r a n t o [véase Mosíah 14:3; Isaías 53:3] se levantó en la mañana del tercer día. María Magdalena y la otra María descubrieron que había resucitado cuando fueron al sepulcro y vieron que la gran piedra que cubría la entrada había sido removida. Y dos ángeles con vestiduras resplandecientes que estaban allí de pie les hicieron la pregunta: "¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, sino que ha resucitado" (Lucas 24:5-6). Pablo declaró a los hebreos: "Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante" (Hebreos 12:1). Quizá nunca haya habido tal demostración de paciencia como la manifestada por Job, a quien se describe en la Santa Biblia diciendo que era perfecto y justo, temeroso de Dios y apartado del mal (véase Job 1:1). Había sido bendecido con grandes y abundantes riquezas, y Satanás obtuvo permiso del Señor para tratar de bibliotecasud.blogspot.com tentarlo. ¡Cuan grande fue la aflicción de Job, cuan terribles sus pérdidas, cuan torturada su vida! Después de haberlo instado su mujer a que maldijera a Dios y muriera, con su respuesta demostró su fe: "Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo; "Y después de deshecha esta mi piel, en mi carne he de ver a Dios" (Job 19:25-26). ¡Qué fe, qué valor, que confianza! Job perdió sus posesiones, todas ellas; perdió la salud, completamente, mas honró la confianza que se había depositado en él. Job personifica la paciencia. Otro que ejemplificó la virtud de la paciencia fue el profeta José Smith. Después de su sublime experiencia en la Arboleda Sagrada, donde el Padre y el Hijo se le aparecieron, se le dijo que tenía que esperar. Con el tiempo, y habiendo padecido más de tres años de burlas por sus creencias, el ángel Moroni se le apareció; y le dijo que esperara más y que tuviera más paciencia. Recordemos el consejo que se encuentra en Isaías: "Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. "Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos" (Isaías 55:8-9). Hoy día, en medio de esta vida llena de apuro y de inquietudes, sería bueno remontarnos a una época anterior a fin de revivir la lección que nos enseñaban para cruzar las calles peligrosas: "Detente, mira y escucha", eran las palabras de advertencia. ¿No podríamos aplicarlas ahora? Deténganse en una ruta imprudente que lleva a la destrucción; miren hacia lo alto en busca de la ayuda celestial; escuchen esta invitación del Señor: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar" {Mateo 11:28). Él nos enseñará la verdad de esta maravillosa estrofa: ¡La existencia es real e intensa pasará! y el sepulcro no es su meta final. "Del polvo es y al polvo volverá" no es el destino del alma inmortal. (Henry Wadsworth Longfellow, "A Psalm of Life". Traducción libre.) Aprenderemos que cada uno de nosotros es de gran valor para nuestro Hermano Mayor, el Señor Jesucristo, y que Él nos ama verdaderamente. Su vida es el ejemplo sin defectos de Aquel que fue afligido con dolores y desilusiones, y que, sin embargo, nos dio el ejemplo de olvidarse de sí mismo y servir a Sus semejantes. Un verso popular de mi niñez resuena como si fuera nuevo: Sí, Jesús me ama; Sí, Jesús me ama; Sí, Jesús me ama; La Biblia así me enseña. ("Jesús Loves Me!" Alexander's Gospel Songs, comp. por Charles M. Alexander, Neueva York: Fleming H.RevellCo., 1908, pág. 139.) También lo enseña el Libro de Mormón, Doctrina y Convenios y la Perla de Gran Precio. Si permiten que las Escrituras sean su guía, siempre tendrán propósito en la vida; nunca se encontrarán en un camino sin destinación. Hoy en día hay quienes no tienen trabajo, carecen de dinero y les falta confianza en sí mismos. El hambre los aflige y el desaliento es su compañero constante. Pero hay ayuda, incluso comida para el hambriento, ropa para el desnudo y morada para el desamparado. Miles de toneladas de artículos se movilizan de los almacenes de la Iglesia semanalmente: comida, ropa, equipo médico y provisiones van tanto a las partes más lejanas de la tierra como a las alacenas vacías y a las personas necesitadas que están a nuestro alrededor. Observo la motivación que impulsa a ocupados y talentosos dentistas y doctores, que en forma regular dejan por un tiempo su clientela y donan sus habilidades a quienes los necesiten, viajando a lugares distantes para arreglar bocas defectuosas, corregir huesos deformados y mejorar cuerpos lisiados, todo por el amor que sienten por los hijos de Dios. Los afligidos que pacientemente han esperado la anhelada ayuda reciben bendiciones de estas personas angelicales. Utilizando las palabras de una canción popular, me gustaría que ustedes pudieran "volar conmigo" a Alemania Oriental, donde estuve el mes pasado. Al viajar por la carretera, iba recordando una ocasión de hace veintisiete años cuando, en esa misma carretera, vi camiones llenos de soldados y policías. Por todos lados había perros atraillados que ladraban furiosamente y las calles estaban llenas de informantes. En esa época, la llama de la libertad se había debilitado y estaba vacilante; se había edificado un muro ignominioso y la cortina de hierro se había bajado; casi se había perdido toda esperanza. Pero la vida, la preciada vida, continuaba con fe, no dudando nada. Se requirió una espera paciente. Una firme confianza en Dios caracterizó la vida de todo Santo de los Últimos Días en esos días. Cuando fui por primera vez a visitar a los que estaban del otro lado del muro, los santos vivían en una época de temor y luchaban por poder cumplir con sus responsabilidades. Noté bibliotecasud.blogspot.com la expresión de desesperanza que cubría los rostros de muchos de los transeúntes, pero en los de nuestros miembros se reflejaban bellas expresiones de amor. Nos reunimos en un edificio de Gorlitz que tenía muchos agujeros de proyectiles de guerra, pero cuyo interior reflejaba el amoroso cuidado de nuestros líderes, quienes habían reparado y limpiado lo que de otro modo hubiera sido un edificio ruinoso y sucio. La iglesia había sobrevivido tanto la época de la guerra como la guerra fría que sobrevino después. El canto de los santos les reanimaba el alma. En esa oportunidad cantaron el conocido himno popular: Si la vía es penosa en la lid, si pesares nos abruman en la lid, si la vida es amarga, nuestra dicha no se tarda y el gozo se alarga en la lid. No te canses de luchar; sé firme en la lid. Dios descanso mandará A los que luchan en la lid. (Himnos, Ny 67.) Me conmovió profundamente su sinceridad, me sentí agobiado ante su pobreza. ¡Tenían tan poco! Me quedé apesadumbrado al saber que no tenían un patriarca; tampoco tenían barrios ni estacas, sólo ramas; no podían recibir las bendiciones del templo, como la investidura y los sellamientos; no habían tenido un visitante oficial de la Iglesia en mucho tiempo; se les prohibía salir del país. Aun así, confiaban en el Señor con todo su corazón, y no se apoyaban en su propia prudencia; reconocían al Sefior en todo, y Él los dirigía (véase Proverbios 3:5-6). Me acerqué al pulpito, y con lágrimas en los ojos y la voz temblorosa por la emoción, hice a ese pueblo una promesa: "Si permanecen firmes y fíeles a los mandamientos de Dios, recibirán todas las bendiciones que los miembros de la Iglesia gozan en otros países del mundo". Esa noche, al darme cuenta de lo que les había prometido, me arrodillé truido y dedicado. Finalmente, después de cincuenta años, permitieron que los misioneros regulares entraran en esa nación y que los jóvenes de allí pudieran ir a cumplir misiones en otras partes del mundo. Así, al igual que el muro de jericó, eí Muro de Berlín también cayó y se restituyó la libertad, con sus correspondientes responsabilidades. Cada parte de esa maravillosa promesa hecha veintisiete años antes se cumplió con la excepción de una. La pequeña ciudad de Gorlitz, donde se les había hecho la promesa, aún no tenía su propia capilla. Pero hoy en día incluso ese sueño se ha convertido en realidad. El edificio fue aprobado y construido y llegó el día de la dedicación. Hace apenas un mes, mi esposa y yo, conjuntamente con el eider y la hermana Uchtdorf, tuvimos una reunión para dedicar esa capilla; en ella se cantaron las mismas canciones de hace veintisiete años. Los miembros se daban cuenta del significado de esa reunión que marcaba el pleno cumplimiento de la promesa. Todos lloraban al cantar. La canción de los justos había sido realmente una oración para el Señor y Él la había contestado con una bendición sobre la cabeza de ellos (véase D. y C. 25:12). Al terminar la reunión, no queríamos retirarnos. Cuando lo hicimos, notamos las manos elevadas en señal de despedida y escuchamos las palabras: uAuf Wiedersehen, auf Wiedersehen; para siempre Dios esté con vos" (Himnos, Nü 89). La paciencia, esa virtud celestial, había llevado a esos humildes santos un premio del cielo. Las palabras de Rudyard Kipling son apropiadas: y oré, diciendo: "Padre Celestial, estoy a tu servicio; ésta es tu Iglesia. He pronunciado palabras que no provenían de mí, sino de Ti y de tu Hijo. Por lo tanto, te suplico que cumplas la promesa que he hecho a estas nobles personas". En ese momento, me vinieron a la memoria las palabras de Salmos: "Estad quietos, y conoced que yo soy Dios..." (Salmos 46:10). Pero se les requirió la celes- tial virtud de la paciencia. Poco a poco se cumplió la promesa. Primeramente, se ordenaron patriarcas, luego se les enviaron manuales de lecciones; se organizaron barrios y estacas; se construyeron capillas y centros de estacas, que después se dedicaron. Luego, ocurrió el más grande de los milagros: nos dieron permiso para construir un templo al Señor, que fue diseñado, cons- bibliotecasud.blogspot.com Vano poder los reinos son; ¡mecos los gritos y el clamor. Constante sólo es tu amor; al compungido da perdón. No nos retires tu amor; haznos pensar en ti, Señor. (Himnos, NQ 35.) En el nombre de Jesucristo. Amén. Las bendiciones del sacerdocio Presidente James E. Faust Segundo Consejero de lo Primera Presidencia "Si mediante estas bendiciones pudiésemos percibir, aunque fuera en parte, la clase de persona que Dios desea que seamos, se nos quitaría el temor y nunca volveríamos a dudar." M is amados hermanos, hermanas y amigos, quisiera afirmar mi amor y agradecimiento a todos ustedes por su fidelidad y devoción. Con fervor suplico su fe y sus oraciones al hablar sobre un tema muy sagrado e importante: el poder divino, magnificador y fortalecedor que podemos recibir de las bendiciones del sacerdocio. Una bendición del sacerdocio es sagrada, y puede ser una declaración santa e inspirada de nuestros deseos y necesidades. Si estamos en armonía con el Espíritu, recibiremos un testimonio que confirme la veracidad de las bendiciones prometidas. Las bendiciones del sacerdocio nos darán guía en las decisiones que tomemos en la vida, ya sean importantes o de menor trascendencia. Si mediante estas bendiciones pudiésemos percibir, aunque fuera en parte, la clase de persona que Dios desea que seamos, se nos quitaría el temor y nunca volveríamos a dudar. Recuerdo lo intrigado que estaba cuando era niño con una lupa que mi abuela usaba en su vejez para leer y tejer. Al enfocar el lente, todo lo que miraba me parecía mucho más grande. Pero lo que más me llamaba la atención era lo que sucedía cuando el lente hacía que se concentraran los rayos del sol en un objeto; al pasar a través del lente de aumento, el poder de la luz solar era absolutamente extraordinario. Este grandioso efecto magnificador se puede comparar con una gran bendición que Dios le dio a Jacob, al luchar él la mayor parte de la noche para recibirla: "Así se quedó Jacob solo; y luchó [con un mensajero de Dios (véase de Joseph Fielding Smith, Doctrina de Salvación, 3 tomos, 1:16)] hasta que rayaba el alba... "Y dijo: Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices. "Y el varón le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió: Jacob. "Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido" (Génesis 32:24, 26-28). Jacob recibió su bendición por medio de esta maravillosa experiencia bibliotecasud.blogspot.com y, como herederos de Abraham por la sangre de Israel, nosotros también recibimos nuestras bendiciones del favor divino. Como el Señor dice en Doctrina y Convenios: "Porque sois herederos legítimos, según la carne... "por tanto, vuestra vida y el sacerdocio han permanecido, y es necesario que permanezcan por medio de vosotros y de vuestro linaje hasta la restauración de todas las cosas que se han declarado por boca de todos los santos profetas desde el principio del m u n d o " (D. y C. 86:9-10). A diferencia de Jacob, no es preciso que luchemos físicamente la mayor parte de la noche para recibir bendiciones que nos fortalezcan y magnifiquen. En la Iglesia, mediante aquellos que han sido autorizados e incluso señalados para dar bendiciones del sacerdocio, éstas están a disposición de todos los que sean dignos. Los presidentes de estaca, obispos, presidentes de quórum [del Sacerdocio de Melquisedec] y maestros orientadores están autorizados para dar bendiciones. Los padres y los abuelos dignos, así como otros poseedores del Sacerdocio de Melquisedec, también pueden dar bendiciones a los miembros en tiempos de enfermedad y cuando ocurran acontecimientos importantes. Tales bendiciones individuales son parte de la revelación continua que afirmamos tener los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. El eider John A. Widtsoe dijo lo siguiente: "Todo padre a quien le nazcan hijos en el convenio es patriarca para ellos, y tiene el derecho de bendecir a su posteridad en virtud de la autoridad del sacerdocio que posee" (Evidences and Reconciliatiom, 3a ed., Salt Lake City: Bookcraft, 1943, pág. 72). Sabemos que el evangelio siempre ha funcionado y siempre funcionará por medio de la familia. Desde los primeros tiempos bíblicos, se ha establecido el orden en la casa de Israel a través de las unidades familiares; dentro del grupo familiar existían en forma i n h e r e n t e un amor y una preocupación naturales por sus integrantes, así como los lazos de sangre para brindar paz y estabilidad a los pueblos de Dios. Lo mismo ocurre hoy día esencialmente por las mismas razones. Ninguna otra unidad de la sociedad puede servir como substituto eficaz de los lazos de amor y afecto innatos en las familias. Los líderes naturales de la familia son los padres, que hombro a hombro, como iguales, comparten la responsabilidad de guiar amorosamente a sus hijos. Cada uno de los padres tiene su propio efecto ennoblecedor. El poder del sacerdocio debe ser la influencia predominante en los asuntos familiares. Las bendiciones del sacerdocio no son sólo para los hombres, sino que las reciben en forma equitativa y plena tanto ellos como las mujeres y los hijos de la familia. Cualquier cosa que disminuya el orden familiar es destructivo para la familia y la sociedad. Somos en verdad afortunados de que haya hombres que han sido específicamente oixlenados y autorizados, mediante su oficio y llamamiento en el sacerdocio, para dar bendiciones y declarar nuestro linaje en la casa de Israel. La inspirada declaración del linaje es una parte integral de la bendición patriarcal. Rindo honor y tributo a íos hombres nobles y fieles que han sido ordenados para ser nuestros patriarcas. Ellos no han buscado esta pesada y solitaria responsabilidad; muchos de ellos se cuentan entre los más humildes y devotos de nuestros hermanos. Estos hombres elegidos son dignos de recibir la inspiración de los cielos. Los patriarcas tienen el privilegio de conferir bendiciones, ya que tienen el derecho de hablar con autoridad por la inspiración del Señor. El oficio de patriarca es un oficio del Sacerdocio de Melquisedec y su función es bendecir, no administrar; es un llamamiento revelador, sagrado y espiritual que por lo general continúa durante gran parte de la vida del que lo haya recibido. Nuestros patriarcas se dedican plen a m e n t e a sus llamamientos y hacen todo lo posible por vivir con fe y dignidad a fin de que cada bendición sea inspirada. El llamamiento de patriarca se convierte en una experiencia bella, sagrada, espiritual que brinda gran satisfacción. Recibiendo guía del Espíritu Santo, el patriarca declara, por medio de la inspiración, el linaje de la casa de Israel al cual pertenece la persona que recibe la bendición, junto con las bendiciones, los dones espirituales, las promesas, los consejos, exhortaciones y advertencias que el patriarca se sienta inclinado a pronunciar. La bendición patriarcal es, en esencia, una bendición y pronunciación profética. La bendición patriarcal que recibamos de un patriarca ordenado nos puede indicar las metas a las que debemos aspirar, lo cual es una revelación personal de Dios para cada uno de Sus hijos. Si seguimos los consejos que recibamos, seremos menos propensos a tropezar o a caer en el engaño. Nuestra bendición patriarcal será como un ancla para nuestra alma, y si somos dignos, ni la muerte ni el diablo podrán privarnos de las bendiciones prometidas; son bendiciones de las que podemos gozar ahora y para siempre. Al igual que muchas otras, la bendición patriarcal la debe solicitar por lo general la persona que desee recibirla. Una vez que llega a comprender lo que significa esa bendición, la persona misma es quien tiene la responsabilidad principal de procurarla. Exhorto a todos los miembros de la Iglesia que tengan esa madurez a que se hagan dignos de obtener su bendición. Por su propia naturaleza, el cumplimiento de todas las bendiciones depende de la dignidad del que las reciba, ya sea que la bendición explique o no específicamente las condiciones que haya que llenar. La bendición patriarcal es principalmente una guía para el futuro y no una lista de los hechos del pasado; por lo tanto, es importante que la persona que la reciba sea suficientemente joven para que muchos bibliotecasud.blogspot.com de los acontecimientos significativos de la vida aún estén en el futuro. Recientemente me enteré de que una persona de más de noventa años recibió la bendición patriarcal; sería interesante leerla. La bendición que da el patriarca no provie de de él. El eider LeGrand Richards contaba de un patriarca que una vez le dijo a una hermana: "Tengo una bendición maravillosa para darle". Pero cuando le colocó las manos sobre la cabeza, la mente se le quedó completamente en blanco. Entonces se disculpó y le dijo: "Me equivoqué; yo no tengo una bendición para usted; es el Señor quien la tiene". La mujer regresó al día siguiente, después que el patriarca hubo orado con fervor al Señor, y recibió una bendición en la que se mencionaban algunos asuntos y preocupaciones que únicamente la buena hermana conocía. Todas las bendiciones provienen de Dios, Nuestro Padre Celestial conoce a Sus hijos; El conoce sus fortalezas y sus debilidades; conoce sus capacidades y su potencial. Nuestra bendición patriarcal indica lo que El espera de nosotros y cuál es nuestro potencial. La bendición patriarcal se debe leer con humildad, con un espíritu de oración y a menudo. Aunque es algo muy sagrado y personal, se puede compartir con miembros cercanos de la familia. Es una guía sagrada que contiene consejos, promesas e instrucción del Señor; no obstante, la persona no debe esperar que la bendición detalle todo lo que le sucederá ni que dé respuesta a todas sus preguntas. El hecho de que una bendición patriarcal no mencione acontecimientos importantes de la vida, tales como una misión o el casamiento, no significa que no se llevarán a cabo. A fin de que se cumpla lo que se nos promete en la bendición, debemos atesorar en nuestro corazón las bellas palabras que contiene, meditarlas y vivir de tal manera que obtengamos las bendiciones prometidas en la vida terrenal y una corona de justicia en el más allá. Mi propia bendición es breve, y se limita quizás a las tres cuartas partes de una página; sin embargo, ha sido completamente adecuada y perfecta para mí. La recibí al entrar en la adolescencia. El patriarca me prometió que sería "un consuelo y una guía" para mí durante la vida. Cuando era joven, la leía una y otra vez; meditaba sobre cada palabra; y oraba fervientemente con el fin de comprender plenamente su significado espiritual. El haber tenido esa bendición a temprana edad me sirvió de guía a través de todos los acontecimientos importantes y de las dificultades de la vida. No obtuve un pleno conocimiento de su significado hasta que adquirí más madurez y experiencia. La bendición señalaba algunas de las responsabilidades que tendría en el Reino de Dios aquí en la tierra. El presidente Heber J. Grant hizo este comentario acerca de la bendición patriarcal que él recibió: "El patriarca me puso las manos sobre la cabeza y me confirió una breve bendición que quizás sería un tercio de una página escrita a máquina. Esa bendición predijo mi vida hasta el momento actual" (citado por James R. Clark, comp., en Messages of the First Presidency of The Church of Jesús Christ of Latterday Saints, 6 tomos, Saít Lakc City: Bookcraft, 1965-1975,5:152). El eider John A. Widtsoe dijo: "Siempre se debe tener presente que el cumplimiento de las promesas recibidas puede llevarse a cabo en ésta o en la vida futura. A veces, las personas han tropezado porque las bendiciones que se les han prometido no han ocurrido en esta vida; pero no han tenido presente que en el evangelio, la vida, con todas sus actividades, continúa para siempre, y que las labores de la tierra prosiguen en los cielos. Además, el Señor, que es quien da las bendiciones, se reserva el derecho de activarlas en nuestra vida según Sus propósitos divinos. Nosotros estamos en las manos del Señor, y así también nuestras bendiciones. Pero, existe el testimonio general de que cuando se ha obedecido la ley del evangelio, las bendiciones prometidas se han cumplido" (Evidences and Reconciliations, pág. 75). Este punto quedó bien ilustrado en la bendición patriarcal de mi padre. En ella se le dijo que sería bendecido con "muchas bellas hijas". El y mi madre fueron padres de cinco varones. No les nació ninguna hija; pero trataron a las esposas de sus hijos como hijas. Hace unos años, en una reunión familiar, vi a las nueras, nietas y bisnietas de mi padre ocupadas preparando y sirviendo la comida, cuidando a los niños y a los ancianos, y me di cuenta de que la bendición de mi padre literalmente se había cumplido. El en verdad tiene muchas bellas hijas. El patriarca que le dio la bendición tenía visión espiritual para ver más allá de esta vida. La línea divisoria entre esta vida y la eternidad desapareció. La Iglesia está creciendo a un ritmo acelerado. Actualmente tenemos estacas de Sión en muchos países del mundo, y la mayoría de esas estacas tienen por lo menos un patriarca. Este progreso hace posible que por todo el mundo mucha gente tenga el privilegio de recibir su bendición patriarcal. Como dijo el presidente Joseph Fielding Smith: "La gran mayoría de aquellos que se hacen miembros de la Iglesia son descendientes literales de Abraham bibliotecasud.blogspot.com por conducto de Efraín, hijo de José" (Doctrina de Salvación, 3:232). No obstante, Manases, el otro hijo de José, así como los otros hijos de Jacob, tienen muchos descendientes en la Iglesia. Y tal vez en nuestros días ingresen a la Iglesia algunos que no sean del linaje directo de Jacob. Nadie tiene por qué pensar que a esa persona se le negará alguna bendición por no ser descendiente directo de Israel. El Señor le dijo a Abraham: "Y las bendeciré mediante tu nombre; pues cuantos reciban este evangelio serán llamados por tu nombre; y serán considerados tu descendencia, y se levantarán y te bendecirán como padre de ellos" (Abraham 2:10). Nefi nos dice que "cuantos de los gentiles se arrepienten son el pueblo del convenio del Señor" (2 Nefi 30:2). Por lo tanto, no importa si se reciben las bendiciones prometidas a la casa de Israel mediante el linaje o la adopción. Algunas personas tal vez se inquieten debido a que los miembros de una misma familia tienen bendiciones en las que se les reveía que provienen de linajes diferentes. Hay familias que son de linaje mixto. Creemos que la casa de Israel hoy día constituye una porción considerable de la familia humana. Debido a que las tribus se han entremezclado, a un hijo tal vez se le declare ser de la tribu de Efraín, mientras que otro de la misma familia sea de Manases o de una de las otras tribus. Es posible entonces que las bendiciones de una tribu predominen en un hijo, mientras que las bendiciones de otra tribu predominen en otro. Es así que los hijos de los mismos padres podrían recibir las bendiciones de tribus diferentes. Una de las razones principales por las que hablo sobre este tema es que la bendición patriarcal testifica de la divinidad de Cristo y de la veracidad de la Iglesia. Además, estas bendiciones sagradas fortalecen la vida de aquellas personas dignas que las reciben. Por lo tanto, las bendiciones de padre, las bendiciones patriarcales y otras bendiciones del sacerdocio son un privilegio extraordinario que pueden recibir los miembros fieles que posean la madurez suficiente para comprender su naturaleza e importancia. Estas bendiciones del sacerdocio, que se dan en forma individual, son un testimonio poderoso del amor del Sefror Jesucristo, quien desea que todo ser humano alcance la exaltación; son la revelación personal que recibimos proveniente de Dios. Nuestras bendiciones nos alientan en momentos de desánimo, nos fortalecen, cuando tenemos temor, nos consuelan cuando estamos afligidos, nos dan valor cuando nos sentimos llenos de dudas y nos dan fuerza cuando nos sentimos débiles de espíritu. Nuestro testimonio se puede fortalecer cada vez que leamos la bendición patriarcal. Al igual que las imágenes en el lente de aumento de mi abuela, nos haremos más fuertes, nuestro talento y habilidades se magnificarán y multiplicarán, nuestro conocimiento se ensanchará considerablemente y nuestra espiritualidad florecerá. Moroni enseñó que "toda buena dádiva viene de Cristo" (Moroni 10:18). Pero el Señor dijo: "...¿en qué se beneficia el hombre a quien se le confiere un don, si no lo recibe?" (D. y C. 88:33.) Humilde y fervientemente exhorto a los que, por cualquier razón, no hayan vivido de tal manera de ser merecedores del cumplimiento de las bendiciones del sacerdocio pronunciadas sobre ellos, a que pongan su vida en orden para obtener esas bendiciones. Exhorto a los miembros fieles de esta Iglesia a que traten de comprender el pleno significado de su bendición. Quizás se les haya conferido dones sin que ustedes se hayan dado cuenta de ello; esos dones pueden ser tanto de naturaleza profundamente espiritual como temporal. Ruego que todos recibamos nuestros dones. Al hacerlo, aumentará nuestro conocimiento, nuestra fe y nuestro testimonio en el Señor Jesucristo. Testifico de ello humildemente en el nombre de Jesucristo. Amén. • Nuestro mensaje al mundo Elder Robert G. Wells de los Setenta Nuestro singular mensaje al mundo está centrado en Cristo y consta de tres partes: la divinidad de Jesucristo como Hijo de Dios, la misión divina de José Smith y del Libro de Mormón, y la naturaleza divina de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. E n este día del Señor, deseo referirme al singular mensaje que presentamos al mundo, que consta de tres partes y está centrado en Cristo. LA DIVINIDAD DE JESUCRISTO COMO HIJO DE DIOS La primera parte se trata de la naturaleza divina de Jesucristo como Hijo de Dios, doctrina que es esencial para comprender el plan de salvación en su totalidad. El es el Primogénito del Padre en la existencia preterrenal y el Unigénito del Padre en ía tierra. Dios, el Padre Eterno, es el Progenitor literal de nuestro Señor y Salvador Jesucristo y de todos Sus otros hijos espirituales bibliotecasud.blogspot.com (véase 1 Nefi 11:18, 21; James E. Talmage, Artículos de Fe, Salt Lake City: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, pág.512). Cuando hablamos de la naturaleza divina de Jesucristo por ser Hijo de Dios, nos referimos también a Su función como Dios en la esfera preterrenal. El Primogénito de Elohim, el Padre, fue escogido y ordenado en los primeros concilios de los cielos para ser el Salvador de una raza h u m a n a todavía por nacer (véase de James E. Talmage, Jesús el Cristo, Salt Lake City: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, pág. 6). Jesús fue también escogido y enviado por el Padre para organizar y crear esta tierra, nuestro sistema solar, nuestra galaxia y aun mundos sin número. Jesucristo fue y es el Jehová del Antiguo Testamento, el Dios de Adán y de Noé, el Dios de Abraham, Isaac y Jacob. Jehová se manifestó y habló a los antiguos profetas, y al hacerlo, habló en el nombre de Su Padre y dijo lo que Su Padre habría dicho. El Jehová del Antiguo Testamento es el Jesucristo del Nuevo Testamento que vino al mundo como un Ser mortal. La "naturaleza divina de Jesucristo como Hijo de Dios" también se refiere a Su designación como el "Unigénito en la carne". Tanto las Escrituras antiguas como El elder LeGrand R. Curtís, a la izquierda, relevado como miembro del Segundo Quórum de los Setenta en ia conferencia, ¡unto con el eider Robert K. Dellenbach, del Primer Quórum de los Setenta. las recientes utilizan el título de "Unigénito" para destacar la naturaleza divina de Jesucristo. Este título significa que el cuerpo físico de Jesús era progenie de una madre mortal y un Padre Eterno inmortal, un hecho verídico que fue esencial para la Expiación, ese acto supremo que ningún hombre común podría haber realizado. Cristo tenía el poder para dar Su vida y volverla a tomar, porque había heredado la naturaleza inmortal de Su Padre Celestial. De María, Su madre terrenal, heredó su condición de ser mortal, o sea, la facultad de morir. Conjuntamente, esta expiación infinita de Cristo y Su naturaleza divina como Hijo de Dios constituyen la doctrina más importante del cristianismo. El eider Bruce R. McConkie dijo: "Nosotros consideramos que la expiación de Jesucristo es el centro, el núcleo y el corazón mismo de la religión revelada" (A New Witness fox the Articles of Faith, Salt Lake City: Deseret Book Co., 1985, pág. 81). Y el libro de Alma dice: "...éste es el significado entero de la ley" (Alma 34:14). LA MISIÓN DIVINA DE JOSÉ SMITH Y DEL LIBRO DE MORMÓN La segunda parte de nuestro mensaje del evangelio, imprescindible para la Restauración, es la misión divina que tuvo José Smith y que tiene el Libro de Mormón de guiar a la gente hacia Cristo. Nosotros declaramos que los cielos le fueron abiertos a José Smith y que de ellos descendió una columna de luz más brillante que el sol. En medio de esa columna de luz, aparecieron dos Personajes cuyo fulgor y gloria no admitían descripción: Dios el Padre y Su Hijo, Jesucristo. El Padre entonces habló, diciendo: "José, Éste es mi Hijo Amado: ¡Escúchalo!" (José Smith— Historia 1:7). Una de las características del llamamiento de José Smíth fue que recibió una capacitación divina sobre los documentos y las profecías de los antiguos Apóstoles y profetas. Los escritos y las enseñanzas del profeta José Smith son como "una trama continua del evangelio, tejido con las verdades sagradas de Escrituras antiguas y modernas" (Richard C. Galbraith, Scriptural Teachings of the Prophet Joseph Smith, sel. por Joseph Fielding Smith, Salt Lake City: Deseret Book Co., 1993, pág. 5). José Smith era mucho más que un simple joven campesino sin educación de las regiones de la colonización americana. Por el contrario, en el proceso de su capacitación divina, recibió la mayor tutoría celestial jamás otorgada al hombre. La respuesta a sus oraciones provino bibliotecasud.blogspot.com directamente de Dios, no de los libros. Después de la Primera Visión, recibió otras visiones, como así también numerosas visitas de mensajeros angelicales y "durante varios años fue educado por los santos ángeles que Dios envió desde los cielos para que le enseñaran e instruyeran, preparándolo para establecer los cimientos de esta Iglesia" (Wilford Woodruff, en Journal of Discourses, 16:265). La inspiración del Espíritu Santo fue asimismo fundamental para que José Smith interpretara las Escrituras bíblicas; él recibió revelaciones de Jesucristo y el Urim y Tumim le proporcionaron otros medios para recibir instrucciones adicionales en c u a n t o a las Escrituras. Las verdades eternas que enseñó dieron respuesta a la multitud de dudas que durante siglos habían tenido los filósofos. Si estudia las enseñanzas doctrinales reveladas a José Smith, toda persona que esté sinceramente en la búsqueda de la verdad obtendrá el testimonio de Jesucristo y de Su misión como Salvador, Redentor y Abogado nuestro ante el Padre Celestial. Al estudiar estas enseñanzas del profeta José acerca de nuestro Salvador, desaparecen la incertidumbre y la duda, y el corazón mismo cambia. Toda persona honesta descubrirá un mayor significado de la vida en las respuestas del Profeta a estas preguntas filosóficas: ¿De dónde venimos? ¿Por qué estamos aquí? ¿Hacia dónde vamos? Gracias a las revelaciones recibidas por José Smith, el velo de la memoria que existe entre esta vida y la existencia preterrenal se torna a veces casi transparente; y el velo entre esta vida y el mundo espiritual venidero se vuelve aún más tenue, haciendo que los lazos familiares se hagan más fuertes, más dulces y más significativos, a medida que el corazón de los hijos se vuelva hacia los padres y el corazón de los padres se vuelva hacia los hijos. El profeta José Smith enseñó que la misma sociabilidad que disfrutamos en esta vida continuará en la venidera, lo cual nos da un gran consuelo cuando nuestros amigos y seres amados dejan esta tierra (véase D. y C. 130:2). Las doctrinas de salvación que este Profeta enseñó destilan sobre nuestra alma como rocío del cielo (véase D. y C. 121:45). José Smith enseñó verdades eternas que conducen a quienes tienen hambre y sed de justicia al Cristo viviente y a Dios el Padre. Tal como lo fue José Smith, el Libro de Mormón es un instrumento divino para acercar a sus lectores a Cristo. Es un compendio de los anales de profetas que vivieron en el hemisferio occidental y que creían en Cristo y profetizaron sobre Cristo; y algunos de ellos conocieron en persona a Cristo durante Su breve visita a las Américas después de Su resurrección. Esos antiguos profetas de las Américas escribieron el Libro de Mormón para nuestros días. Este libro ha superado todas las pruebas a que ha sido sometido, tanto por el escéptico como por el investigador sincero. El libro no está en tela de juicio; somos nosotros quienes lo estamos, ya sea que aceptemos o rechacemos sus verdades, enseñanzas, mandamientos y declaraciones (véase 2 Nefi 33:11-14). El presidente Ezra Taft Benson nos advirtió elocuentemente que si nos olvidamos de enseñar y predicar del Libro de Mormón, y si nos olvidamos de estudiarlo y meditar acerca del contenido de este compendio de Sagradas Escrituras, estaremos bajo c o n d e n a c i ó n . Tenemos la misión y el m a n d a m i e n t o de declarar al mundo su contenido y dar testimonio de él (véase D. y C. 84:57-58). LA NATURALEZA DIVINA DE LA IGLESIA Nuestra tercera declaración se refiere a la divina naturaleza de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días para preparar el camino para la segunda venida de Cristo. Esta Iglesia ha recibido desde lo alto la restauración de la autoridad divina para poseer y ejercer el sacerdocio de Cristo y utilizarlo para efectuar las ordenanzas que se requieren para la salvación, de modo que lo que se registre en la tierra sea también registrado en los cielos. Dicha Restauración fue esencial para la Segunda Venida, porque un estudio de la historia eclesiástica muestra que se habían violado las leyes originales, modificado las auténticas ordenanzas y quebrantado los convenios sempiternos, tal como lo profetizó Isaías hace muchos siglos (véase Isaías 24:5). Aún más, Pablo había anunciado que la Segunda Venida sólo ocurriría después que aconteciera una apostasía de las enseñanzas originales de Cristo y Sus Apóstoles (véase 2 Tesalonicenses 2:3-4). A fin de preparar el camino para la Segunda Venida, se llevó a cabo, por medio de José Smith, la restauración de todas las doctrinas y sagradas ordenanzas necesarias que Dios había revelado a los Profetas en dispensaciones anteriores, incluso las ordenanzas del templo, centradas en Jesucristo. Nosotros poseemos, en su forma original, todo lo que ha existido en la tierra como parte del gran plan de salvación, en su forma inalterada y bibliotecasud.blogspot.com sin modificación. Creemos en la misma autoridad del sacerdocio que tuvieron los antiguos; en la misma organización de la Iglesia original, encabezada por Apóstoles y profetas; en los mismos dones espirituales; en las mismas Escrituras antiguas, juntamente con las nuevas Escrituras de los últimos días: el Libro de Mormón, Doctrina y Convenios y la Perla de Gran Precio. Ruego que cada uno de nosotros reconozca, mediante el estudio diligente y sincero, cuan importante es obtener un cabal entendimiento en cuanto a la naturaleza divina de Jesucristo como Hijo de Dios, el Salvador del mundo; de que la divina misión de José Smith fue llevar a cabo la restauración de los principios y las ordenanzas del Evangelio de Jesucristo, y también del Libro de Mormón, que en verdad es otro testamento de que Jesucristo es el Hijo del Dios viviente; y de que esta Iglesia, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, es "el reino del Señor que de nuevo se ha establecido sobre la tierra, en preparación para la segunda venida del Mesías" (Introducción del Libro de Mormón). Así lo declaro y atestiguo humildemente, en el nombre de Jesucristo. Amén. "Haced esto en memoria de mí" Eider Jeffrey R. Hollcinct del Quórum de los Doce Apóstoles "Si recordar es lo más importante que debemos hacer, ¿en qué debemos pensar cuando se nos ofrecen esos sencillos y preciosos emblemas?" L as horas que estaban por transcurrir cambiarían el significado de la historia de la humanidad; serían el momento más grandioso de la eternidad, el milagro más extraordinario de todos; serían la contribución suprema a un plan concebido desde antes de la fundación del mundo para la felicidad de todo hombre, mujer y niño que viviera en él. La hora del sacrificio expiatorio había llegado. El propio Hijo de Dios, Su Unigénito en la carne, pronto se convertiría en el Salvador del mundo. El lugar era jerusalén durante la época de la Pascua, una celebración llena de simbolismo por lo que habría de suceder. Mucho tiempo atrás, se había "pas[ado] por encima" de las casas de los afligidos y esclavizados israelitas, se les había perdonado la vida y finalmente liberado por medio de la sangre de un cordero, untada sobre el dintel y los postes de las casas egipcias (véase Éxodo 12:21-24). Eso, a su vez, había sido sólo una reiteración simbólica de lo que se les había enseñado a Adán y a todos los profetas que le sucedieron desde el comienzo del mundo: que los corderos puros y sin mancha de las primicias de los rebaños israelitas eran una semejanza, señal y representación del grandioso y supremo sacrificio del Cristo que habría de venir (véase Moisés 5:5-8). En aquel día, después de todos esos años y de todas esas profecías y ofrendas simbólicas, el símbolo estaba por convertirse en realidad. La noche en la que el ministerio de Jesús estaba por llegar a su fin, la declaración que había hecho Juan el Bautista ai comienzo de ese ministerio cobró mayor significado que nunca: "...He aquí el Cordero de Dios" (Juan 1:29). Al estar por terminarse aquella última cena preparada en forma especial, jesús tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio a Sus Apóstoles, diciendo: "Tomad, comed" (Mateo 26:26). "Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí" (Lucas 22:19). De igual manera, tomó la copa de vino, que tradicionalmente se diluía con agua, y, habiendo dado gracias, la pasó para que bebieran de ella los que se encontraban presentes, diciendo: "Esta copa es el nuevo pacto bibliotecasud.blogspot.com en mi sangre", "que... es derramada para remisión de los pecados". "Haced esto en memoria de mí". "Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga" (Lucas 22:20; Mateo 26:28; Lucas 22:19; 1 Corintios 11:26). Desde aquel acontecimiento que tuvo lugar en el aposento alto, en la víspera de Getsemaní y del Gólgota, los hijos de la promesa han estado bajo convenio de recordar el sacrificio de Cristo en esta forma nueva, más perfecta, más santa y personal. Con el trozo de pan, siempre partido, bendecido y ofrecido primero, recordamos Su cuerpo herido y Su corazón quebrantado, Su sufrimiento físico sobre la cruz cuando clamó: "Tengo sed" y finalmente: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?" (Juan 19:28; Mateo 27:46). El sufrimiento físico del Salvador garantiza que, por medio de Su misericordia y gracia (véase 2 Nefi 2:8), todo miembro de la familia humana quedará libre de los lazos de la muerte y será resucitado triunfal' mente de la tumba. Claro está que el momento de la resurrección y el grado de exaltación que obtengamos se basan en nuestra fidelidad. Con un vasito de agua recordamos el derramamiento de la sangre de Cristo y la profundidad de Su sufrimiento espiritual, la angustia que comenzó en el h u e r t o de Getsemaní, en donde dijo: "Mi alma está muy triste, hasta la muerte" (Mateo 26:38). "Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra" (Lucas 22:44). El sufrimiento espiritual del Salvador y el derramamiento de Su sangre inocente, que El ofreció en forma tan amorosa y voluntaria, pagó la deuda de lo que las Escrituras llaman la "transgresión original" de Adán (Moisés 6:54). Además, Cristo sufrió por los pecados, los sufrimientos y los dolores de todo el resto de la humanidad, proporcionando también la remisión de todos nuestros pecados, a condición de que obedezcamos los principios y las ordenanzas del evangelio que Él enseñó (véase 2 Nefi 9 : 2 1 - 2 3 ) . Como el apóstol Pablo escribió, fuimos "comprados por precio" (1 Corintios 6:20). ¡Qué precio tan caro y cuan misericordiosa compra! Es por esa razón que toda ordenanza del evangelio se concentra, de una forma u otra, en la expiación del Señor Jesucristo; y no hay duda de que ésa es la razón por la que recibimos esa ordenanza particular, con todos sus simbolismos, más regularmente y con más frecuencia que ninguna otra en la vida. Se presenta en lo que se conoce como "la más sagrada, la más santa de todas las reuniones de la Iglesia" (Joseph Fielding Smith, Doctrina de Salvación, comp. por Bruce R. McConkie, 3 tomos, Salt Lake City: Bookcraft, 1954-1956,2:320). Quizás no siempre le demos esa clase de significado a la reunión sacramental de todas ías semanas. ¿Cuan "sagrada" y "santa" es? ¿Xa consideramos como nuestra Pascua, la forma de recordar nuestra protección, salvación y redención? Por ser tan trascendental, esta ordenanza, que conmemora nuestra liberación del ángel de las tinieblas, debe tomarse con más seriedad de la que por lo general se le da. Debe ser un momento importante, reverente, de reflexión; que promueva sentimientos e impresiones espirituales. Por tanto, no debe realizarse de prisa; no es algo que se tenga que hacer "a la carrera" para de ese modo empezar con el verdadero propósito de la reunión sacramental, sino que esta ordenanza es el verdadero propósito de la reunión; y todo lo que se diga, se cante y se ore en esos servicios debe estar en armonía con la grandiosidad de tan sagrada ordenanza. La administración y el reparto de la Santa Cena van precedidos de un himno, que todos debemos cantar, sea cual sea el talento que tengamos para hacerlo. De todos modos, los himnos sacramentales son como oraciones, iy todos podemos expresarnos en una oración! Uno sala del Edificio Conmemorativo José Smith, de las varias que dan cabida a la gran cantidad de visitantes que asisten a la conferencia; desde allí pueden ver los procedimientos de la conferencia en una televisión de pantalla grande. Jamás podremos comprender las penas que sufrió, mas para damos salvación El en la cruz murió. (Himnos, No. 119). Un elemento importante de nuestra adoración es el unirnos en esas líricas y conmovedoras expresiones de gratitud. En esa perspectiva sagrada, les pedimos a ustedes, jóvenes del Sacerdocio Aarónico, que preparen, bendigan y repartan los emblemas del sacrificio del Salvador de una manera digna y reverente. ¡Qué privilegio extraordinario y confianza tan sagrada se les ha otorgado a tan temprana edad! No puedo pensar en mayor elogio que eí cielo les pudiera conceder. En verdad les amamos; traten de vivir lo mejor posible y de vestirse con lo mejor que tengan cuando participen en el sacramento de la Santa Cena del Señor. Permítanme sugerir que, siempre que sea posible, tanto los diáconos, como los maestros y presbíteros que administran la Santa Cena lleven camisa blanca. Para las sagradas ordenanzas de la Iglesia, con frecuencia utilizamos ropa ceremonial; por tanto, una camisa blanca se podría considerar un tierno recordatorio de la ropa blanca que utilizaron en la bibliotecasud.blogspot.com pila bautismal y un precedente de la camisa blanca que pronto se pondrán en el templo y en la misión. No deseamos que esta simple sugerencia tenga un tono farisaico ni formalista; no queremos diáconos ni presbíteros uniformados que se preocupen excesivamente por ninguna otra cosa excepto su propia pureza. Sin embargo, la forma en que la gente joven se vista puede enseñarnos un principio santo a todos y ciertamente dar a los demás una impresión de santidad. Como el presidente David O. McKay dijo una vez: "Una camisa blanca contribuye al carácter sagrado de la Santa Cena" (véase "Conference Report", octubre de 1956, pág. 89). En el lenguaje sencillo y hermoso de las oraciones sacramentales que esos jóvenes presbíteros ofrecen, la palabra principa! que escuchamos parecería ser: recordarle. En la primera y un poco más larga oración que se ofrece para bendecir el pan, se menciona nuestra disposición de tomar sobre nosotros el nombre del Hijo de Dios y de guardar los mandamientos que El nos ha dado. Ninguna de esas frases se menciona en la bendición del agua, aun cuando se da por sentado y se espera que las cumplamos. Lo que se recalca en ambas oraciones es que todo se hace en memoria de Cristo. Cuando tomamos ¡a Santa Cena, testificamos que siempre le recordaremos para que siempre podamos tener Su Espíritu con nosotros (véase D. y 0 20^77, 79). Si recordar es lo más importante que debemos hacerj ¿en qué debemos pensar cuando se nos ofrecen esos sencillos y preciosos emblemas? Podríamos recordar la vida preterrenal del Salvador y todo lo que sabemos que hizo como el gran Jehová, el Creador de los cielos y de la tierra y de todas las cosas que hay en ella; podríamos recordar que aun en el gran concilio de los cielos Él nos amaba y fue maravillosamente fuerte, que aun allí triunfamos mediante el poder de Cristo y nuestra fe en la sangre del Cordero (véase Apocalipsis 12:10-11). Podríamos recordar la sencilla grandeza de su nacimiento terrenal a una joven mujer, que posiblemente tuviera la edad de las jovencitas de nuestra organización de las Mujeres Jóvenes, que habló por cada una de las mujeres fieles de todas las dispensaciones de los tiempos, cuando dijo: "He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra" (Lucas 1:38). Podríamos recordar Su magnífico pero virtualmente desconocido padre "adoptivo", un humilde carpintero que nos enseñó, entre otras cosas, que han sido personas tranquilas, sencillas y sin pretensiones, las que han sacado adelante esta magnífica obra desde el comienzo y continúan haciéndolo en la actualidad. Si prestan servicio en forma casi anónima, recuerden que de esa forma también lo hizo uno de los mejores hombres que ha vivido sobre la faz de la tierra. Podríamos recordar los milagros y las enseñanzas de Cristo, la forma en que Él sanó y prestó ayuda a Sus semejantes; podríamos recordar que devolvió la vista al ciego, el oído al sordo y el movimiento al lisiado, al mutilado y al atrofiado. Entonces, en esos días en que sintamos que nuestro progreso se ha detenido o nuestra alegría y la visión del futuro se ha empañado, podremos seguir adelante con firmeza en Cristo, con una fe inquebrantable en Él y un fulgor perfecto de esperanza (véase 2 Nefi 31:19-20). Podríamos recordar que aun a pesar de la misión solemne que se le había encomendado, el Salvador encontraba deleite en la vida, disfrutaba de la gente y les dijo a Sus discípulos que tuvieran ánimo. Él dijo que debíamos sentirnos tan llenos de regocijo con el evangelio como alguien que haya encontrado una verdadera perla de gran precio a las puertas de su casa. Podríamos recordar que Jesús encontró gozo y felicidad especiales en los niños, y recalcó que todos deberíamos ser como ellos: inocentes y puros, prestos para reír, amar y perdonar, y lentos para recordar cualquier ofensa. Podríamos recordar que Cristo llamó amigos a Sus discípulos y que los amigos son los que nos dan su apoyo en los momentos de soledad o a las puertas de la desesperación; podríamos recordar a un amigo con el cual necesitemos ponernos en contacto o, mejor aún, a alguien a quien debamos ofrecer nuestra amistad. Al hacerlo, podríamos recordar que Dios muchas veces nos bibliotecasud.blogspot.com proporciona Sus bendiciones por medio del servicio oportuno y caritativo de otra persona. Para alguien que se encuentre cerca de nosotros, es posible que seamos el medio por el cual el cielo da contestación a una apremiante oración. Podríamos, y deberíamos, recordar las cosas maravillosas que hemos recibido en nuestra vida y que "todas las cosas que son buenas vienen de Cristo" (Moroni 7:24). Los que recibimos abundantes bendiciones podríamos recordar el valor de aquellos que nos rodean y que enfrentan más dificultades que nosotros pero que permanecen animados, que hacen todo lo que está a su alcance y confían en que la Estrella Resplandeciente de la Mañana aparecerá nuevamente para ellos, como por cierto lo hará (véase Apocalipsis 22:1.6). Habrá ocasiones en que tendremos razón para recordar el trato cruel que se le dio, el rechazo que sufrió y la injusticia —la terrible injusticia— que padeció. Cuando nosotros enfrentemos algo semejante en la vida, podremos recordar que Cristo también estuvo atribulado por doquier, mas no angustiado; confuso, mas no desesperado; perseguido, mas no desamparado; derribado, pero no destruido (véase 2 Corintios 4:8-9). Cuando nos lleguen esas épocas difíciles, podemos recordar que Jesús tuvo que descender debajo de todo antes de ascender a lo alto, y que sufrió dolores, aflicciones y tentaciones de todas clases para estar lleno de misericordia y saber cómo socorrer a Su pueblo en sus enfermedades (véase D. y C. 88:6; Alma 7:11-12). Él está allí para sostener y fortalecer a los que vacilen o tropiecen. Al final, está allí para salvarnos, y por todo ello Él dio su vida. Por más obscuros que parezcan nuestros días, para el Salvador del mundo han sido aún mucho más tenebrosos. De hecho, en Su cuerpo resucitado y en toda otra forma perfecto, el Señor de esta mesa sacramental ha optado por mantener las heridas en las manos, los pies y el costado para beneficio de Sus discípulos, como señales, por así decirlo, de que aun los que son perfectos y puros pasan por trances dolorosos; señales de que el dolor en este mundo no es una evidencia de que Dios no nos ama. Es el Cristo herido el que es el capitán de nuestra alma, el que todavía lleva consigo las cicatrices de Su sacrificio, las lesiones del amor, la humildad y el perdón. Son esas heridas las que El invita a ver y palpar, a viejos y jóvenes, antes y ahora (véase 3 Nefi 11:15; 18:25). Entonces recordamos con Isaías que fue por cada uno de nosotros que nuestro Maestro fue "despreciado y desechado.-, varón de dolores, experimentado en quebranto" (Isaías 53:3). En todo eso podríamos pensar cuando un joven presbítero arrodillado nos invita a recordar a Cristo siempre. Esta ordenanza no se realiza más con una cena, pero continúa siendo un b a n q u e t e . Por medio de ella podemos adquirir la fortaleza que precisaremos para hacer frente a lo que se nos presente en la vida, y al hacerlo, demostraremos más compasión hacia los demás a lo largo del camino. En esa noche de profunda angustia y sufrimiento, Cristo les pidió a Sus discípulos una sola cosa: que le apoyaran y se mantuvieran junto a Él en esa hora de pesar y dolor. "¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora?", preguntó entristecido (Mateo 26:40). Yo creo que esa misma pregunta nos la hace a todos nosotros cada domingo en que se parten, bendicen y reparten los emblemas de Su vida. Jesús, en la corte celestial, mostró Su gran amor al ofrecerse a venir y ser el Salvador. (Himnos, No. 116). "Cuan asombroso es lo que dio por mí" (Himnos, No. 118). Testifico de El, quien es el Autor de todo, y lo hago en el nombre de Jesucristo. Amén. D Mantengámonos firmes; guardemos la fe Presidente Gordon B. Hinckley "Ésta es Su obra. Nunca lo olvidemos. Aceptémosla con entusiasmo y amor." M is hermanos y hermanas, deseo agradecerles el sostén que, con la mano y el corazón, nos brindan, y también sus expresiones de confianza y de amor. Lo que he visto y escuchado al haber viajado para visitar a los miembros de muchos lugares durante estos últimos seis meses ha fortalecido mi fe en esta gran obra. Tengo un gran deseo de estar con ustedes, los Santos de los Últimos Días de todo el mundo, de contemplar su rostro, de estrechar sus manos y, en forma más personal, expresarles mis sentimientos acerca de esta obra santa; de sentir su espíritu y amor por el Señor y por Su causa sublime. Quisiera poder agradecerles en persona la bondad que de tantas maneras siempre nos han demostrado. Yo sé que sólo mediante el servicio que prestemos mereceremos su bibliotecasud.blogspot.com respeto, confianza y amor. Un solo deseo tengo: que mientras el Señor me dé fuerzas, pueda servirle con fidelidad y eficacia por medio del servicio que presto a Sus hijos, que son ustedes, mis hermanos y hermanas. Dedico para ello mis fuerzas, mi tiempo y toda posible habilidad que posea. Amo mucho a esta Iglesia; amo al profeta José Smith, a quien Dios, nuestro Padre Eterno, y nuestro Señor resucitado le hablaron tan personalmente como yo les hablo hoy a ustedes. Siento un inmenso amor por todos los que aceptaron su testimonio en aquellos primeros años tan difíciles; la vida que llevó esa gente constituye, en gran manera, la historia de los primeros días de esta obra. Es maravilloso tener antecedentes tan extraordinarios. Ellos dieron vida a esta gran causa mundial que conocemos como La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Agradezco al Señor que, desde niño, haya plantado en mi corazón este amor que tengo por el profeta José Smith, por el Libro de Mormón y por aquellos hombres y mujeres nobles que tanto sufrieron para establecer los cimientos sobre los cuales edificar esta causa y reino. Amo el sacerdocio que tenemos, esta autoridad que se ha dado a los hombres para hablar en el nombre de Dios. Estoy agradecido por su poder y autoridad, que se extienden aun más allá del velo de la muerte. Amo a los santos, dondequiera que anden con fe y fidelidad; doy gracias por la fortaleza de sus testimonios y por su probidad. Amo a los misioneros que se encuentran prestando servicio por todo el mundo, dando testimonio de la restauración deí evangelio. Ruego por cada uno de ellos para que sean protegidos y guiados hacia aquellos que hayan de aceptar su mensaje. Amo a los jóvenes de esta iglesia, muchísimos de los cuales están llenos de entusiasmo, buscan la verdad, oran y tratan de hacer lo justo. Guardo un enorme respeto y amor por las hermanas de la Sociedad de Socorro; por las hermanitas de la organización de las Mujeres Jóvenes; por los niños de la Primaria, que son tan hermosos, vivan donde vivan y sea cual sea el color de su piel o sus condiciones de vida. Estoy muy agradecido por nuestros obispos y quienes sirven con eílos; por nuestros presidentes de estaca y sus consiervos; por las nuevas Autoridades de Área y por mis hermanos de las Autoridades Generales. Abrigo un verdadero sentido de optimismo con respecto a esta obra; he vivido bastante para haber presenciado el milagro de su progreso; he tenido el privilegio de ayudar a consolidar su establecimiento en casi todo e! mundo; su progreso continúa en todas partes y tiene una gran influencia para el bien en un número cada vez mayor de personas. Nuestros expertos en estadísticas me dicen que si la tendencia actual perdura, en febrero de 1996, es decir, dentro de pocos meses, habrá más miembros de la Iglesia en el resto del mundo que en los Estados Unidos. El llegar a ese punto es algo maravillosamente significativo porque representa los resultados de nuestra noble labor en beneficio al prójimo. El Dios de los cielos, cuyos siervos somos, nunca tuvo como meta que ésta fuera una obra de alcance limitado. Juan el Revelador vio "volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo" (Apocalipsis 14:6). Ese ángel ya ha venido; se llama Moroni. Su voz ha hablado desde el polvo para traernos otro testamento de la existencia real del Señor Jesucristo. No hemos llevado aún el evangelio a toda nación, tribu, lengua y pueblo, pero hemos progresado a grandes pasos en esta labor. Hemos ido adonde se nos ha permitido entrar. Dios está al timón, y por medio de Su poder las puertas se abrirán conforme a Su voluntad. De eso estoy seguro. No puedo entender a aquellos que carecen de visión y consideran esta obra como algo limitado y de miras estrechas, y no alcanzan a comprender que tiene que llegar a todas partes. Pero tan indudable como lo es la existencia de nuestro Padre Celestial y de Su Hijo Jesucristo, nuestro Redentor Divino, también lo es el hecho de que esta obra ha sido diseñada para cubrir el mundo entero. Siempre me ha intrigado la historia de Caleb y Josué y de los otros espías de Israel. Moisés dirigió a los hijos de Israel por el desierto; en el segundo año de su peregrinaje, escogió a un representante de cada una de las doce tribus y los envió a la tierra de Canaán para que recogieran datos en cuanto a sus recursos naturales y su gente. Caleb representaba a la tribu de Judá y Josué, a la de Efraín. Los doce se internaron en la tierra de Canaán y encontraron que era muy productiva; cuarenta días más tarde regresaron llevando algunas de "las primeras uvas" como evidencia de su fertilidad {Números 13:20). Caleb y Josué se presentaron ante Moisés y Aarón, y ante toda la congregación de los hijos de Israel y, refiriéndose a la tierra de Canaán, dijeron que allí "ciertamente [fluía] leche y miel; y este es el fruto de ella" (Números 13:27). Pero los otros diez espías cayeron víctima de sus propias dudas y temores y presentaron un informe negativo en cuanto al número y la bibliotecasud.blogspot.com estatura de los cananeos, diciendo que ese pueblo era "más fuerte que nosotros" (Números 13:31), y que ellos eran, a su parecer, como langostas en comparación con los "gigantes" que decían haber visto en ese país. Fueron, pues, víctimas de sus propios temores. Caleb y Josué hablaron al pueblo, diciendo: "...La tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra en gran manera buena. "Sí Jehová se agradare de nosotros, él nos llevará a esta tierra, y nos la entregará; tierra que fluye leche y miel. "Por tanto, no seáis rebeldes contra jehová, ni temáis al pueblo de esta tierra; porque nosotros los comeremos como pan; su amparo se ha apartado de ellos, y con nosotros está Jehová; no los temáis" {Números 14:7-9). Sin embargo, el pueblo se inclinó más a aceptar el informe de los diez que dudaban que el de Caleb y Josué. Fue entonces que el Señor declaró que los hijos de Israel debían deambular por el desierto durante cuarenta años, hasta que pereciera la generación de incrédulos, de los que dudaban y tenían temor. Las Escrituras nos dicen que "aquellos varones que habían hablado mal de la tierra, murieron de plaga delante de Jehová. "Pero Josué ...y Caleb ...quedaron con vida, de entre aquellos hombres que habían ido a reconocer la tierra" (Números 14:37-38). Fueron ellos los únicos que sobrevivieron después de las cuatro décadas de peregrinación y que tuvieron el privilegio de entrar en la tierra prometida, la tierra de la que habían presentado un buen informe. Vemos a nuestro derredor a algunos que son indiferentes en cuanto al futuro de esta obra, que son apáticos, que hablan de limitaciones, que expresan temores, que se dedican a buscar y a escribir sobre lo que consideran debilidades pero que en realidad son de poca importancia. Dudando del pasado, carecen de vi- sión en cuanto al futuro. Bien se ha dicho en tiempos antiguos: "Sin profecía el pueblo se desenfrena" (Proverbios 29:18). No hay lugar en esta obra para aquellos que sólo piensan con pesimismo y desesperanza. El evangelio significa "buenas nuevas". Es un mensaje triunfal y su causa debe aceptarse con entusiasmo; El Señor nunca dijo que no tendríamos problemas. Nuestro pueblo ha padecido aflicciones de toda índole a manos de quienes se han opuesto a esta obra; pero aun en sus pesares, ha manifestado su fe. Esta obra ha progresado constantemente, y desde sus comienzos nunca ha retrocedido. Pienso en la persecución y las calumnias de que fue objeto el jovencito José Smith por parte de quienes eran mayores que él. Pero su dolor por las heridas de la persecución fue mitigado por la declaración de Moroni, quien le dijo que Dios tenía para él una obra "y que entre todas las naciones, tribus y ienguas se tomaría [su] nombre para bien y para mal, o sea, que se iba a hablar bien y mal de [él] entre todo pueblo" {José Smith-Historia 1:33). Él y su hermano Hyrum fueron asesinados el 27 de junio de 1844. Sus enemigos pensaron que eso daría fin a la causa por la cual José y Hyrum Smith habían sacrificado su vida; ni siquiera se imaginaban que la sangre de estos mártires habría de nutrir las tiernas raíces de la Iglesia. Días pasados estuve en los viejos muelles de Liverpool, Inglaterra. Ese día, un viernes por la mañana, no se notaba mucha actividad, pero años atrás ese mismo lugar fue como una verdadera colmena. En el siglo pasado, decenas de miles de miembros de la Iglesia recorrieron las calles empedradas que ese día visitamos; habiéndose convertido a La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, de allí partieron personas de las Islas Británicas y de otras naciones europeas. Llegaron con un testimonio en los labios y gran fe en el corazón. ¿Fue acaso difícil para ellos dejar sus hogares y viajar hacia un mundo desconocido? íPor supuesto que lo fue! Pero lo hicieron con optimismo y entusiasmo. Se embarcaron en naves a vela, sabiendo que el cruce del océano sería, en el mejor de los casos, arriesgado; en seguida se dieron cuenta de que en la mayor parte del viaje tendrían que sufrir condiciones pésimas. Semana tras semana bibliotecasud.blogspot.com debieron permanecer hacinados en pequeños camarotes; padecieron tormentas y enfermedades; muchos perdieron la vida y fueron sepultados en alta mar. La travesía era ardua y desconsoladora; y claro que surgieron dudas, pero su fe probó ser más fuerte que esas dudas. Su optimismo eclipsaba sus temores; su sueño era llegar a Sión y allá se dirigían para realizarlo. Con un enorme espíritu optimista basado en la sólida roca de la fe, construyeron este Tabernáculo en el que hoy estamos reunidos. Trabajaron cuarenta años para edificar el templo que se halla a pocos pasos de aquí. Pero a través de todas sus dificultades brillaba la resplandeciente visión del progreso de esta obra. Apenas puedo imaginar la magnitud de la fe con que Brigham Young guió a millares de personas por eí desierto. Él nunca había visto esta tierra, excepto en una visión; su hazaña requirió una proeza que está más allá de nuestra comprensión. Para él, venir aquí era parte esencial del gran designio para el progreso y destino de esta causa. Quienes lo siguieron iban detrás de un grandioso sueño. Y así fue en la última parte del siglo pasado. Parecía que el mundo entero se nos oponía; pero los que ejercieron su fe podían ver el sol que brillaba detrás de las nubes obscuras y sabían que si se mantenían firmes, la tormenta se disiparía. En la actualidad andamos a la luz de la buena voluntad. Existe en algunos una tendencia a volverse indiferentes; hay quienes, atraídos por las cosas del mundo, se olvidan de la causa del Señor; veo a otros que consideran que está bien rebajar sus normas, tal vez pensando que son cosas de poca importancia; pero ai hacerlo, pierden el entusiasmo por la obra. Por ejemplo, piensan que guardar santo el día del Señor no es muy importante y dejan de asistir a las reuniones; se vuelcan a la crítica y empiezan a hablar mal de otros. En breve, estarán completamente alejados de la Iglesia. ¡Cuan maravilloso es el presente, a medida que avanzamos para bendecir la vida de nuestros semejantes en cualquier lugar donde escuchen y obedezcan el mensaje de ios siervos del Señor! Y cuan maravilloso será el futuro, a medida que el Todopoderoso haga avanzar Su obra gloriosa y bendiga a todo aquel que acepte y viva Su Evangelio, extendiéndose aun para bendecir eternamente a Sus hijos de todas las generaciones por medio de la obra abnegada de aquellos cuyo corazón esté repleto de amor por el Redentor de la humanidad. En la época llamada la Gran Depresión, había un cartel colgado de un viejo alambrado, en el que el granjero había escrito lo siguiente: Quemado por las sequías y anegado por las inundaciones; devorado por los conejos; decomisado por eljuez^ ¡Todavía estoy aquí! El profeta José Smith dijo en una ocasión: "Donde reina la duda, la fe pierde su poder" (Lecturas on Faith, Saít Lake City: Deseret Book Co., 1985,pág.46). Invito a todos los que se hayan alejado a que regresen al fuerte y sólido fundamento de la Iglesia. Ésta es la obra del Todopoderoso. Si hemos de lograr algún progreso individual, todo depende de nosotros mismos. Pero la Iglesia nunca dejará de progresar. Recuerdo una antigua canción que escuché cantar con vigor a un grupo de varones, que dice: "Para empezar, denme diez hombres valientes, y pronto tendré yo otros diez mil" (Osear Hammerstein, Stouthearted Mein). Cuando el Señor se llevó a Su lado a Moisés, le dijo entonces a Josué: "Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas" (Josué 1:9). Ésta es Su obra; nunca lo olvidemos. Aceptémosla con entusiasmo y amor. No temamos, porque Jesús es nuestro líder, nuestra fortaleza y nuestro Rey. Vivimos en una era de pesimismo, pero la nuestra es una misión de fe. A mis hermanos de todas partes, les exhorto a que afiancen su fe y hagan progi'esar esta obra en todo el mundo. Ustedes podrán fortalecerla mediante la forma en que vivan; hagan del evangelio su espada y su escudo. Cada uno de nosotros tiene una responsabilidad en ésta, la causa principal de la tierra; su doctrina tuvo origen en la revelación divina; su sacerdocio ha sido conferido de los cielos. Otro testamento ha sido agregado a su testimonio de Jesucristo, y es literalmente la pequeña piedra del sueño de Daniel que fue "cortada del monte, no con mano..., [para] rodar, hasta que llene toda la tierra" (D. y C. 65:2). "Hermanos, ¿no hemos de seguir adelante en una causa tan grande? Avanzad, en vez de retroceder. ¡Valor, hermanos; e id adelante, adelante a la victoria!" (D. y C. 128:22). Así lo escribió el profeta José Smith en un salmo de fe. ¡Cuan glorioso es el pasado de esta causa maravillosa! Está lleno de heroísmo, valentía, audacia y fe. bibliotecasud.blogspot.com Y así es con nosotros. Hay quienes han atentado contra nosotros, oponiéndose, criticándonos y pronosticando nuestro fracaso. Han intentado de todas formas dañar y destruir esta Iglesia. Pero todavía estamos aquí, más fuertes y decididos a seguir avanzando. Para mí, esto es motivo de regocijo; es maravilloso. Pienso como Ammón, cuando dijo: "Ahora bien, ¿no tenemos razón para regocijarnos? Sí, os digo que desde el principio del mundo no ha habido hombres que tuviesen tan grande razón para regocijarse como nosotros la tenemos; sí, y mi gozo se desborda, hasta el grado de gloriarme en mi Dios; porque él tiene todo poder, toda sabiduría y todo entendimiento;..." (Alma 26:35). Invito a cada uno de ustedes, los miembros de esta iglesia, doquiera que estén, que se levante con un canto en el corazón y avance, viviendo el evangelio, amando al Señor y edificando Su reino. Juntos, nos mantendremos firmes y guardaremos la fe, pues el Todopoderoso es nuestra fortaleza. En el nombre de Jesucristo. Amén. • SESIÓN DEL D O M I N G O POR LA TARDE Io de octubre de 1995 "Buscad primeramente el reino de Dios" Eider David B. Haight del Quórum de los Doce Apóstoles "Si buscamos primero el Reino de Dios y vivimos como debemos, todo lo demás se coloca en la perspectiva apropiada y ocurren hechos maravillosos." A medida que nos hacemos más viejos, actuamos con más lentitud, por lo tanto, les ruego que tengan paciencia y sean tolerantes con nosotros. Le agradezco al Señor Sus bendiciones, el haber podido asistir a esta conferencia y haber escuchado lo que se ha dicho hasta ahora. Éste es un período trascenderla! en la historia de la Iglesia. Cuando el eider LeGrand Richards iba entrando en años, por lo general los discursos que daba en la conferencia eran improvisados. Como sabrán, tenemos ciertas restricciones de tiempo; por consiguiente, surgió la preocupación de cómo podrían avisarle que se le había acabado el tiempo asignado para su discurso. La solución fue instalar en el pulpito una lucecita que se prendía y se apagaba para hacérselo saber. Durante uno de sus discursos, él dijo: "Aquí hay una lucecita que se prende y se apaga". Para la próxima conferencia hicieron la luz roja, pero él resolvió el problema poniéndole la mano encima. Así que tal vez hoy yo tenga que valerme de alguna de esas ideas. A nuestra edad, llega el punto en que el apuntador eléctrico ya no da resultado; luego, atribuimos los problemas a los que se encargan de la impresión y parecen no hacer un buen trabajo al imprimir el texto; además, encontramos que la tinta que se usa hoy no es tan buena como la que solíamos utilizar. De todos modos, es un honor y estoy muy agradecido de estar con ustedes. Estoy seguro de que los que estuvieron presentes esta mañana sintieron lo mismo que yo sentí al escuchar a nuestro Profeta y líder: que el manto del Profeta de Dios descansa debidamente y con autoridad divina sobre Gordon B. Hinckley. Cuando él pronunció sus palabras de consejo esta mañana, con firme dirección e inspiración, y alentándonos a fijar metas más elevadas, sentí como si estuviéramos bibliotecasud.blogspot.com escuchando la voz del Señor. En la sección 88 de D o c t r i n a y Convenios, el Señor nos enseña que Su voz es Espíritu (véase el versículo 66). Estoy agradecido no solamente de estar aquí, sino también por la buena música y la influencia que ésta tiene sobre nosotros; por el himno que el coro e n t o n ó esta mañana, "Por tus dones loor cantamos" (Himnos, N- 19). Mientras entonaban esas palabras, pensé en la fortaleza que he recibido, no sólo en esta conferencia, sino a lo largo de mi vida, en la fuerza que recibimos cuando somos miembros fieles y obedientes de la Iglesia. El hecho de vivir como debemos se convierte en nuestra fortaleza de carácter. Mi abuelo vivió algunos años en Farmington, Utah, pero después se le solicitó que se mudara con su familia a la zona central del sur del estado de Idaho y colonizaran una nueva comunidad, a la cual íe pondrían el nombre de Oakley. Cuando se mudaron, mi padre, Héctor, era apenas un adolescente. Por esa misma época, mi madre, Clara, era también una jovencita que vivía en la ciudad de Tooele, Utah, cuando a su padre le pidieron que se mudara a Oakley y ayudara a construir el primer molino de harina. Fue así que Héctor y Clara se enamoraron en aquel pueblito de Idaho. En 1890, cuando les llegó el momento de contraer nupcias, no preguntaron en dónde se casarían ni lo que harían, porque ya lo sabían. Para aquellos que no estén familiarizados con la ubicación geográfica de Oakley, esa parte de Idaho se encuentra a aproximadamente 300 kilómetros de distancia del Templo de Logan. El 15 de mayo de 1890, mis padres hicieron el viaje desde ese pequeño pueblo al Templo de Logan para contraer matrimonio. Muchas veces me he preguntado cómo harían el viaje. Imagínense uno de esos viejos coches de doble asiento, sin soportes laterales, y tirado por un par de caballos. A pesar de las intensas lluvias primaverales, salieron en ese coche para empezar su viaje de cerca de 300 kilómetros. No sé cuántas personas los acompañaron, pero si comparamos ese coche de tiro con un automóvil moderno con ventanas automáticas, calefacción, radio y asientos cómodos, veríamos que existe una gran diferencia. Imagínense a esos jóvenes haciendo los preparativos con algunos de sus familiares para realizar el largo viaje que les llevaría una semana. Se dispusieron a partir, para llevar a cabo la jornada de siete días en aquel coche tirado por caballos, sin bolsas de dormir ni ropa de invierno como las que tenemos actualmente. Tenían, sin embargo, los artículos apropiados para aquella época: mantas y acolchados, y sacos de harina llenos de alimentos. De modo que cuando cantamos acerca de la fuerza que el Señor nos ha dado, debemos darle las gracias por la fortaleza de nuestras raíces, de quiénes somos, de nuestras creencias y de la manera en que vivimos. ¿Se preguntan los jóvenes de hoy si sería un inconveniente viajar unos cuantos kilómetros hasta el Templo de Manti, o el Templo de Saint George, o el Templo de Atlanta, Georgia, o incluso el Templo de Estocolmo, en Suecia, o el de Johanesburgo, en Sudáfrica, o cualquier otro? Imagínense cómo eran las cosas hace apenas unos cuantos años, y el viaje a un templo quizás no les parezca un inconveniente tan grande. Mi esposa Ruby y yo celebramos recientemente nuestro sexagésimo quinto aniversario de bodas, ya que fue el 4 de septiembre de 1930 que contrajimos matrimonio en el Templo de Salt Lake. Cuando a la mañana siguiente fuimos a despedirnos de su madre, que vivía en la Calle M, en Salt Lake City, ella nos preparó durante esos emotivos momentos una canasta con alimentos para que nos lleváramos, y me dijo: "David, prométeme que cuidarás a Ruby", a lo que yo contesté: "Le prometo que lo haré". En ocasiones, le digo a Ruby que algún día voy a encontrar a su madre, y que espero poder decirle con toda sinceridad que he cuidado bien a su hija. Ruby y yo nos casamos de la manera debida: fuimos sellados en el templo con sus divinos convenios y promesas que promueven la confianza, la fidelidad, la devoción y la dedicación. Hoy, después de sesenta y cinco años maravillosos, reflexionamos sobre el tiempo que hemos pasado juntos y nos damos cuenta de que, con el correr de los años, el matrimonio se hace cada vez mejor. Cuando Ruby y yo salimos para California en 1930, en nuestro pequeño auto Ford T, cruzamos el estado de Nevada haciendo en partes bibliotecasud.blogspot.com 160 kilómetros por carreteras sin pavimento y llenas de baches; claro que no eran 160 kilómetros por hora sino que por cada cincuenta kilómetros que avanzábamos pasábamos ciento diez subiendo y bajando por caminos ásperos y desiguales. Nunca habíamos estado en California, de modo que cuando por fin llegamos al Lago Tahoe, ese enorme lago nos pareció cálido y bello [el lago se encuentra en la frontera de los estados de Nevada y California]. Yo no sabía que el agua estaba helada a tan sólo tres c e n t í m e t r o s de la superficie. Encontramos un modesto hotel, nos fuimos al cuarto y decidimos p o n e r n o s i n m e d i a t a m e n t e los trajes de baño e ir al íago. Yo quería demostrarle a mi esposa que se había casado con un "verdadero" hombre. Caminamos por el muelle hacia el lago, el cual me pareció sumamente hermoso; la tarde había empezado a caer. Con el fin de demostrarle a Ruby la suerte que había tenido al encontrar un marido tan excepcional, me zambullí de cabeza. Al descender en aquella agua casi congelada, tuve la seguridad de que me iba a morir y rogué con todas mis fuerzas poder salir. El resto del camino hasta Berkeley, California, fue bastante divertido. Una vez en la ciudad, encontramos un apartamento amueblado por cuarenta y cinco dólares al mes. Al segundo día, cuando llegué a casa, me di cuenta de que la llave no abría la puerta. Por fin me fui a hablar con la administradora del edificio y le dije: "No sé por qué, pero mi llave no abre la puerta", a lo que ella me respondió: "Naturalmente; lo que sucede es que su esposa se mudó". "¿Que se mudó?", le pregunté confundido. "Sí", me explicó, "teníamos otro apartamento que se alquilaba por cinco dólares menos". Un día, Ruby y yo calculamos que nos habíamos mudado veintisiete veces a diversas partes de los Estados Unidos. En tres diferentes ocasiones nos mudamos a California; dos veces a Illinois, y así anduvimos, de aquí para allá. Pero a pesar de todo, contemplamos el pasado con gran gozo. Hoy, con nuestros tres hijos y alrededor de cincuenta y tantos nietos y bisnietos, afirmamos: "¡Cuan maravillosa ha sido la vida que hemos disfrutado juntos!" Si buscamos primero el Reino de Dios y vivimos como debemos, todo lo demás se coloca en la perspectiva apropiada y ocurren hechos maravillosos. De manera que, al contemplar a nuestra familia, nos complace que todos nuestros nietos y algunas nietas hayan cumplido misiones regulares. Todos comprenden el signifi- cado de la canción "Soy un hijo de Dios" (Himnos, NQ 196), y les gusta cantarla, así-corno otros maravillosos himnos de Sión. Nos sentimos orgullosos de todos ellos. Un miembro de nuestra familia tiene una pequeña acuarela, la cual no es obra de un pintor famoso, sino de unos niños de Armenia que la obsequiaron en señal de agradecimiento después de haber recibido un regalo de vida cuando algunos de nuestros familiares, entre ellos unos nietos, llevaron alimentos a través de las fronteras de Armenia. La vida es buena, plena y maravillosa; según la forma en que vivamos, todo en la vida se coloca en su perspectiva apropiada. Hace unas semanas, Ruby y yo fuimos un par de días a Oakley, Idaho, con el fin de c o n t i n u a r restaurando nuestra vieja casa. Un día recibí una llamada telefónica de Lenore Romney, la esposa de George Romney, que vive en Detroit, estado de Michigan; me comunicó que George había fallecido esa mañana y deseaba saber si yo podría hacer los arreglos necesarios para asistir al funeral. Le dije que era para mí un honor, pero que tendría que hacer los arreglos con mis superiores de la Iglesia. Después de nuestra conversación, salí de la vieja casa y me fui andando por la calle, crucé el canal y me dirigí al lugar donde habían vivido los Romney. El padre de George se llamaba Gaskell Romney. Mi padre era el obispo en aquel entonces. Contemplé los alrededores; la casa ya no estaba ahí. Luego, comencé a caminar por la orilla del canal de irrigación y me detuve en el lugar donde mi padre me bautizó; miré también el lugar donde George y yo solíamos ir a nadar. En aquellos días, los trajes de baño consistían en un par de pantalones viejos de mezclilla, con pechera, muy diferentes de los trajes modernos, a los que íes cortábamos las piernas y les quitábamos los bolsillos para que no se llenaran de agua y nos hicieran hundir; eso era lo que utilizábamos como trajes de bibliotecasud.blogspot.com baño. Nos sentábamos en la ribera del canal donde hubiera un poco de sol, y tiritábamos de frío. Pero la natación era nuestra diversión principal. George y yo éramos más o menos de la misma edad; era mi amigo, mi compañero. AI caminar por la orilla del canal, pensando en George, acudió a mi mente un poema de Rosemary y Stephen Vincent Benét, que habían escrito sobre la madre de Abraham Lincoln, Nancy Hanks. Abraham Lincoln tenía sólo siete años cuando su madre murió, y ambos se querían mucho. En ese tierno poema, los Benét expresaron la posibilidad de que si Nancy Hanks volviera a la vida, tal vez preguntaría: ¿Qué le pasó a mi niño Abe? ¿Pudo ir al pueblo? ¿Aprendió a leer? ¿Llegó a ser alguien? (Véase "Nancy Hanks", en Edwin Markham, compilación, The Book of American Poetry, Nueva York: Wm. H. Wise & Co„ 1936, Pág. 791.) La madre de George falleció cuando él era apenas un adolescente, y no supo lo que su hijo llegó a ser. En el funeral, tuve el privilegio de estar ahí con el gobernador del estado de Michigan, un estado que tiene una población de nueve millones de habitantes, donde George fue elegido gobernador en tres elecciones. El gobernador comentó que George Romney era un gran hombre, que nunca permitió que el servicio que prestaba a los hombres le hiciera descuidar el servicio que prestaba a Dios. El diario The Detroit News comentó que George Romney utilizaba su religión como una brújula para dirigir su vida pública. Les dejo mi amor y mi testimonio de que esta obra es verdadera. Ustedes, jovencitos, que están por salir al mundo a ganarse la vida, tengan presente que otras personas, que también han utilizado el evangelio como una brújula para guía, han salido adelante muy bien. El evangelio es verdadero. Tenemos un Profeta actualmente en la tierra. Que vivan el evangelio en su plenitud, lo ruego humildemente en el nombre de Jesucristo. Amén. Las ventanas de luz y verdad Elder Joseph B. Wirthlin del Quórum de los Doce Apóstoles "Cuando los embates de la vida nos confunden, las ventanas de revelación pueden guiarnos sanos y salvos al hogar junto a nuestro Padre Celestial." M is queridos hermanos y hermanas, al entrar en esta reunión esta tarde, el presidente Hinckley comentó: "Decidimos volver", a lo que le respondí: "Menos mal". Es un privilegio estar aquí en esta ocasión para dirigirles la palabra, y pido que el Espíritu del Señor esté conmigo. En esta era de información digital, nuestras computadoras se han convertido en ventanas por medio de las cuales podemos contemplar un mundo virtualmente sin horizontes ni fronteras. Literalmente, con sólo apretar una tecla, podemos curiosear de un extremo al otro por bibliotecas computarizadas de universidades, de museos, de agencias gubernamentales e instituciones de investigación ubicadas en todo el mundo. En la actualidad, una red mundial de conexiones electrónicas transporta un volumen de información cada vez mayor y a una velocidad que va siempre en aumento por lo que se le llama la super vía de información. A través de las ventanas de los monitores de las computadoras, ya sea en nuestra casa o en el trabajo, tenemos acceso a este depósito interconectado de información para ver libros de estudio, arte, fotografías, mapas y gráficas, y para escuchar música y discursos que se encuentran almacenados en lugares ubicados a grandes distancias los unos de los otros. De la misma forma, hay instrumentos de muchas clases que nos proporcionan una perspectiva que no tendríamos si careciéramos de ellos. Los telescopios y los microscopios nos permiten ver cosas que de otra forma no veríamos ni conoceríamos. La medicina moderna se vale de "ventanas" de imágenes, tales como los detectores de imágenes por resonancia magnética, a través de las cuales se obtiene información de suma importancia que de otra forma no se podría detectar, y que los médicos capacitados pueden, utilizar para beneficio de íos pacientes. El radartscopio que utilizan los controladores del tráfico aéreo es otra clase de "ventana", el cual nos permite ver objetos a grandes distancias, los que serían invisibles si no tuviéramos ese instrumento tan bibliotecasud.blogspot.com esencial. Un controlador capacitado puede utilizar la información del radariscopio para guiar al piloto a su destino sin contratiempos. VENTANAS DE REVELACIÓN La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días declara con firmeza que a través de otro tipo de "ventana" —las ventanas de los cielos—, podemos tener acceso a la información espiritual, que proviene de la Fuente de luz y verdad. '"Creemos todo lo que Dios ha revelado, todo lo que actualmente revela, y creemos que aún revelará muchos grandes e importantes asuntos pertenecientes al reino de Dios" (Artículos de Fe, 1:9). En esta dispensación del cumplimiento de los tiempos, la super vía electrónica de la revelación ha llevado un denso tráfico de verdades eternas, desde aquel día de la primavera de 1820 cuando en la Arboleda Sagrada el Señor dio respuesta a la oración ferviente de un muchacho campesino y se dio comienzo a la restauración del Evangelio de Jesucristo. Es una bendición vivir en éstos, los postreros días, en que un amoroso Padre Celestial ha llamado a un gran líder, el presidente Gordon B. Hinckley, como profeta, vidente y revelador. Por medio de él, el Señor abre las ventanas de la revelación con el fin de guiar y bendecir a todos los hijos de nuestro Padre que escuchen y obedezcan las palabras del Profeta. En la actualidad, como en los tiempos antiguos, Dios abre las ventanas del evangelio de luz y verdad al revelar "su secreto a sus siervos los profetas" (Amos 3:7). Quienes tengan "ojos para ver, ly] oídos para oír" (Deuteronomio 29:4), aprenderán principios eternos; contemplarán un majestuoso panorama de conocimiento, prudencia y sabiduría; y recibirán dirección sobre la mejor forma de vivir. Si preparamos nuestro corazón y nuestra mente en forma apropiada, mediante la obediencia, la oración y el estudio de las Escrituras, tendré- mos acceso aí sistema de difusión de verdades divinas y eternas. Podemos escuchar las enseñanzas y el consejo del Profeta de Dios, y de esa manera recibir conocimiento y revelación de nuestro Padre Celestial y de Su amado Hijo, Jesucristo. El Señor nos aconseja que nos capacitemos en el uso de esas ventanas espirituales a fin de buscar y recibir revelación personal para nosotros y nuestra familia. Cuando los embates de la vida nos confunden, las ventanas de revelación pueden guiarnos sanos y salvos al hogar junto a nuestro Padre Celestial. Si cedemos a las tentaciones del adversario y nos encontramos debilitados espiritualmente, los inspirados obispos y otros líderes pueden abrir las ventanas de la revelación para proporcionarnos dirección espiritual. Los misioneros bien preparados e inspirados pueden abrir las ventanas de los cielos para iluminar a quienes "...no llegan a la verdad sólo porque no saben dónde hallarla" (D. y C. 123:12). LA OBEDIENCIA ABRE LAS VENTANAS DE LOS CIELOS Las ventanas de los cielos se abren de par en par para los fieles y rectos; nada las cierra con más rapidez que la desobediencia. Es imposible que las personas indignas tengan pleno acceso aí sistema de la verdad revelada, "...los poderes del cielo... no pueden ser gobernados ni manejados sino conforme a los principios de la rectitud" (D. y C. 121:36). "La obediencia es la primera ley de los cielos" (Bruce R. McConkie, Mormon Doctrine, pág. 516). Es por eso que Alma nos exhortó a que seamos "...humildes... sumisos y... diligentes en guardar los mandamientos de Dios en todo momento" (Alma 7:23; cursiva agregada). Para abrir las ventanas de los cielos, debemos ajustar nuestra voluntad a la de Dios. La obediencia diligente y constante a las leyes de Dios es la clave que abre las ventanas de los cielos. La obediencia hace posible que seamos receptivos a la disposición y la voluntad de! Señor. "...el Señor requiere el corazón y una mente bien dispuesta; y los de buena voluntad y los obedientes" (D. y C. 64:34) son quienes reciben las bendiciones de la revelación por medio de las ventanas abiertas de los cielos. EL SERVICIO MISIONAL El Señor ha mandado a los miembros de la Iglesia que "proc l a m [ e n ] . . . al m u n d o " (D. y C. 1:18) la restauración de la plenitud del evangelio, que abran las ventanas de luz y verdad a todos nuestros hermanos y hermanas y que lo hagamos "con todo [nuestro] corazón, alma, mente y fuerza" (D. y C. 4:2). Nuestro Salvador ha dicho que "la voz de amonestación irá a todo pueblo por boca de [sus] discípulos", quienes "irán y no habrá quien los detenga" (D. y C. 1:4-5). Los miembros de la Iglesia del Señor pueden con regocijo hacer eco de las siguientes palabras del profeta Mormón: "He aquí, soy discípulo de Jesucristo, el Hijo de Dios. He sido llamado por él para declarar su palabra entre los de su pueblo, a bibliotecasud.blogspot.com fin de que alcancen la vida eterna" (3Neíi5:13). Nosotros somos los discípulos del Salvador que "irán". Todos "he[mos] sido llamado[s] por él [como misioneros] para declarar su palabra entre los de su pueblo". Podemos prestar servicio como misioneros regulares durante nuestra juventud o más tarde como matrimonio jubilado. La ventana de la oportunidad se abre sólo por un período de tiempo relativamente corto, por lo que debemos seguir el consejo del presidente Kimball: "hazlo", y luego él agregó: "y hazlo ahora". Los misioneros de estaca y toda persona que se preocupe por su vecino tienen la oportunidad de prestar esta clase de servicio divino. Todos tenemos la sagrada obligación y la gozosa oportunidad de abrir las ventanas de luz y verdad al proclamar las bendiciones de la vida eterna a un mundo en tinieblas. Si por timidez evadimos esa responsabilidad, debemos recordar que el Señor ha prometido que "no habrá quien /nos] detenga" y que "ni habrá ojo que no vea, ni oído que no oiga, ni corazón que no sea p e n e t r a d o " (D. y C. 1:5, 2; cursiva agregada). No hay gozo más grande que el de ver la luz del evangelio brillar en los ojos y en el semblante de un nuevo converso que haya "nacido espiritualmente de Dios", quien haya "experimentado [un] gran cambio en [el] corazón" y que tenga "la imagen de Dios grabada en [su] semblante" (Alma 5:14, 19). Si hemos de cumplir con el mandamiento de Dios de abrir las ventanas de los cielos a todos nuestros hermanos y hermanas, debemos prepararnos para enseñar el evangelio. Al estudiar las Escrituras, ayunar y orar, fortificamos nuestro testimonio; cultivamos los atributos cristianos de "la fe, la virtud, el conocimiento, la templanza, la paciencia, la bondad fraternal, piedad, caridad, humildad, [y] diligencia" (D.yC.4:6). Por medio de la obediencia ejemplar, podemos hacer que "alumbre [nuestra] luz delante de los hombres, para que vean [nuestras] buenas obras, y glorifiquen a [nuestro] Padre que está en los cielos" (Mateo 5:16). Al guardar los mandamientos, encendemos la luz del evangelio y la ponemos "sobre el candelera, y alumbra a todos los que están en casa" (Mateo 5:15; cursiva agregada). LA LEY DEL DIEZMO Las siguientes palabras de! tercer capítulo de Malaquías son familiares para los Santos de los Últimos Días: "Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde" (Malaquías 3:10). Tal vez pensemos que 3a ley del diezmo es un m a n d a m i e n t o temporal solamente y lo veamos desde el punto de vista material. Careceríamos de visión y de gratitud si no viéramos y reconociéramos las grandes bendiciones espirituales que se reciben por medio de la obediencia a esta ley divina. C u a n d o somos obedientes, las ventanas de los cielos se abren no sólo para derramar bendiciones de abundancia material sino también bendiciones de abundancia espiritual, bendiciones de valor infinito y eterno. El presidente Hinckley ha declarado que las bendiciones que se reciben por pagar el diezmo "no son necesariamente las de ser recompensados material o económicamente". Él explicó: "Hay muchas maneras en las que el Señor nos puede bendecir más allá de las riquezas del mundo. La merced de la salud es una de ellas. El Señor nos ha prometido que reprenderá al devorador por nosotros. Malaquías habla de ios frutos de la tierra. ¿No podría aplicarse esa reprensión del devorador a nuestros esfuerzos e inquietudes en general? ("Tres asuntos vitales", Liahona, julio de 1982, págs. 83-84). LA PALABRA DE SABIDURÍA En 1833, cuando el Señor abrió las ventanas de los cíelos y reveló "una Palabra de Sabiduría para el beneficio de... los santos de Sión" (D. y C. 89:1), el profeta José Smith empezó a enseñar acerca de las bendiciones que vienen al evitar el bibliotecasud.blogspot.com consumo de tabaco y otras substancias adictivas. El Señor dio esa revelación como una advertencia contra "las maldades y designios que existen y que existirán en el corazón de hombres conspiradores en los últimos días" (D. y C. 89:4). Uno de los primeros artículos que se publicó acerca de la conexión que existe entre el fumar y el cáncer de pulmón apareció en 1950, en la revista Journal of the American Medical Association (la revista de la Asociación Médica de Estados Unidos) (véase "Milestones", Time, 24 de julio de 1995, pág. 19), ciento diecisiete años después de que el Señor abriera esa ventana a Su profeta. Las bendiciones de salud y fortaleza que se prometen (D. y C. 89:18-21) mediante la obediencia a la Palabra de Sabiduría es bien conocida y está bien documentada (véase "El gozo vendrá mañana", Liahona, enero de 1987, pág. 68). Además, las bendiciones espirituales de "sabiduría y grandes tesoros de conocimiento, sí, tesoros escondidos" (D. y C. 89:19) los reciben quienes guardan su cuerpo limpio de substancias adictivas. Cuando obedecemos la Palabra de Sabiduría, se nos abren ventanas de revelación personal y nuestra alma se llena de luz y verdad divinas. Si mantenemos nuestro cuerpo sin mancha, el Espíritu Santo "vendrá sobre [nosotros] y morará en [nuestro] corazón" (D. y C. 8:2), y nos enseñará "las cosas pacíficas de la gloria inmortal" (Moisés 6:61). LA PALABRA DE SABIDURÍA PARA LA MENTE Nuestro Padre Celestial abrió las ventanas de ios cielos y dio a Sus hijos la Palabra de Sabiduría para prevenirlos en cuanto al consumo de substancias que pudieran dañar y destruir nuestro cuerpo físico. Asimismo, Él nos ha advertido por medio de los profetas no consumir la constante dieta de maldad que se ofrece implacablemente en los medios de difusión y en la prensa de la actualidad, especialmente en las revistas, las películas, los videos, los juegos de video y la televisión. Las "ventanas" de los monitores de la computadora y de la televisión nos ofrecen información realmente valiosa, pero también pueden brindarnos información maligna, degradante y destructiva. El Señor nos ha advertido repetidamente en contra de las maldades y los designios de hombres conspiradores de nuestros días que buscan esclavizarnos por medio de nuestros apetitos y pasiones al tentarnos y provocarnos con imágenes, palabras y música obscenas. Mediante Sus siervos, el Señor nos ha amonestado a no dejar entrar en nuestra mente pensamientos que puedan perjudicar nuestro espíritu. Desde el año 1950, los líderes de la Iglesia nos han aconsejado en las conferencias generales unas setenta y cinco veces en contra de mirar, leer o escuchar materiales nocivos para nuestro espíritu. En años recientes, con el deterioro de las normas de decencia y moral pública y debido a que los medios de difusión han reflejado y muchas veces promovido esa decadencia, se han recibido con más y más frecuencia y premura estas palabras de tierna preocupación de pastores inspirados del rebaño del Señor. Los atalayas sobre la torre han levantado su voz de amonestación. Yo agrego a ello mi propia voz y sugiero que prestemos mayor atención a las voces de amonestación que nuestro Padre Celestial ha levantado en contra de las numerosas fuerzas de Satanás que tan fácilmente llegan a nuestros hogares a través de los medios de difusión. Considero que todas las palabras de consuelo y guía que hemos recibido al respecto constituyen en forma colectiva una "palabra de sabiduría para la mente". De la misma forma que ejercemos un gran cuidado acerca de lo que ponemos dentro de nuestro cuerpo a través de la boca, debemos ejercer una vigilancia similar acerca de los que ponemos en nuestra mente a través de los ojos y los oídos. EL DON DEL ESPÍRITU SANTO El don del Espíritu Santo se puede comparar a una precisa brújula personal; es una ventana espiritual que nos indica el camino hacia la salvación y que nos proporciona sabiduría y discernimiento. El Espíritu Santo nos da una guía y una dirección firmes en un mundo falto de fe. El presidente James E. Faust expresó su inquebrantable testimonio de que "el Espíritu Santo es lo que nos garantiza paz interior en este mundo inestable... Calmará los nervios; dará sosiego al alma... Agudizará nuestros sentidos naturales haciendo posible que veamos con más claridad, que tengamos un oído más fino y recordemos todo aquello que debemos recordar. Nos hace sentir una felicidad suprema" (Ensign, mayo de 1989, págs. 32-33; cursiva agregada). LA ADORACIÓN DIGNA Las ventanas se deben limpiar con regularidad a fin de quitarles el polvo y la mugre. Si no se limpian en forma regular, después de un tiempo se ponen tan sucias que la luz que por ellas se filtra se vuelve bibliotecasud.blogspot.com obscura. Así como es preciso limpiar constante y concienzudamente las ventanas en esta vida, también las ventanas espirituales requieren esa clase de cuidado. La asistencia semanal a la reunión sacramental fortifica nuestra determinación de mantener nuestras ventanas personales de los cielos libres de las distracciones engañosas del mundo y de la tentación. Al participar dignamente de la Santa Cena para renovar nuestros convenios bautismales, vemos con más claridad el propósito eterno de la vida y el orden de prioridad de las cosas. Las oraciones sacramentales nos impulsan a hacer examen de conciencia, a arrepentimos y a ser más fieles a nuestra promesa de recordar siempre al Salvador, Jesús el Cristo. Este cometido de ser como Cristo, si se renueva semana tras semana, se convierte en la aspiración suprema de todo Santo de los Últimos Días. La asistencia frecuente al templo, según lo permitan nuestras circunstancias, es otra forma de mantener limpias las ventanas espirituales. El adorar en la casa del Señor hará que percibamos con más claridad las cosas que son realmente importantes sin la obstrucción de la contaminación del mundo. EL TESTIMONIO Testifico que las ventanas de los cielos realmente están abiertas. El presidente Gordon B. Hinckley es el Profeta del Señor hoy en día. José Smith es el Profeta de la Restauración. Jesús es el Cristo, eí Señor y Salvador de la humanidad. Nuestro Padre Celestial vive y ama a cada uno de Sus hijos. El Señor ha restaurado una "red" mediante la cual podemos recibir verdades eternas. Podemos abrir las ventanas de los cielos para contemplar, junto con el Salvador, "la vasta expansión de la eternidad" (D. y C. 38:1), un universo sin horizonte, "por los siglos de los siglos" (D. y C. 76:112) De esto testifico, en el nombre de Jesucristo. Amén. Q Las leyes eternas de la felicidad Eider Lynn A. M i c k e l s e n de los Setenta "Cuando cumplimos los Diez Mandamientos, le expresamos a Dios nuestro amor y, mediante la aplicación adecuada de esos principios eternos, demostramos amor al prójimo." P residente Hinckley, pienso que puedo hablar por todos los miembros de la Iglesia de todas partes del mundo, al decir que nos encontramos profundamente conmovidos por su exhortación profética de sacar adelante la obra de Dios con más energía; y prometemos obedecer y dedicar nuestra vida a cumplir con ese propósito. En 1978, cuando estudiaba en la Universidad Brigham Young, el hermano Dennis Rasmussen solicitó su admisión para estudiar en el Seminario Teológico Judío de los Estados Unidos, donde se le aceptó. Al mencionar su nombre y su universidad en la sesión inaugural, el rabino Muffs le preguntó entusiasmado: "¿Es usted el mormón? ¿Paga gozoso el diezmo/" El h e r m a n o Rasmussen respondió que sí. "Yo creo", le dijo el rabino, "que el gozo es la esencia misma de la religión. No hay nada más fundamental que el gozo para la religión... en el momento, estoy escribiendo un libro sobre ese tema". El hermano Rasmussen entonces comentó: "Cierto pasaje del Libro de Mormón dice que Adán cayó para que los hombres existiesen; y existen los hombres para que tengan gozo (1 Neñ 2:25; comparar con Moisés 5:10, 6:48)". El rabino Muffs demostró estar profundamente emocionado y exclamó: "Ese es un pasaje que he estado buscando toda mi vida y ahora vengo a encontrarlo... ¡en el Libro de Mormón!" Luego, le pidió: "Repítamelo, pero lentamente". A medida que le repetía las (para nosotros) tan conocidas palabras, los ojos del rabino reflejaban su aprecio por esa gran verdad que él comprendía muy bien, pero que nunca había escuchado enunciada con tanta sencillez (véase de Dennis E Rasmussen, "An Eider Among the Rabbis", Brigham Young Vniversity Studies, tomo 21, 1981, págs. 344-345). Cuan importante es conocer el propósito de nuestra existencia! El hombre existe para que tenga gozo, y ese gozo lo recibimos cuando cumplimos con los mandamientos de Dios (véase Jacob 5:75; Joseph F. Smith, Doctrina del Evangelio, pág. 270). bibliotecasud.blogspot.com En febrero último, presencié una manifestación de este gozo en Santiago, Chile, al acompañar a varios misioneros que fueron a visitar a algunos de sus conversos. En casa de los Basuare, los gemelos Nicolás e Ignacio, de ocho años, nos recibieron a la puerta, ambos vestidos con camisa blanca y corbata, como los misioneros. Su padre se había bautizado tres semanas antes, y una semana después él mismo bautizó a la esposa y a los hijos. Comenzamos a hablar de su conversión y ellos expresaron el amor que sentían hacia los misioneros y el gozo que experimentaban al vivir el evangelio y cumplir con los mandamientos. Con sincero orgullo, nos mostraron la fotografía del Templo de Santiago que tenían en la sala, como símbolo de la meta que tienen de llegar a ser una familia eterna, un año después de su bautismo. Le pregunté a Nicolás si le gustaría ser misionero cuando tuviera la edad para ello. Me contestó que sí y nos dimos la mano como promesa de que se preparará para esa fecha. Entonces le hice a Ignacio la misma pregunta; él vaciló un momento y me respondió: "No sé si puedo hacerle esa promesa. Sólo tengo ocho años". Yo insistí, díciéndole: "Nicolás me lo ha prometido. ¿No quieres hacer tú lo mismo?" Todavía vacilante, me contestó: "No sé si voy a estar listo". Al darme cuenta de que me había excedido un poco, le sugerí: "Quizás deberías hablar de eso con tu papá". El niño se acercó entonces a su padre, quien, tomándolo en brazos, le dijo: "Ignacio, Jesús fue un misionero. Anduvo por las calles como el eider Sheets y su compañero, e hizo feliz a la gente al enseñarle a cumplir con los mandamientos. ¿No te gustaría ser como Jesús?" "Sí, papi, me gustaría". "¿No crees en-tonces que si trabajamos juntos podrías prepararte para ser misionero cuando cumplas los diecinueve años?" "Sí, creo que sí". "Siendo así, ¿no te gustaría prometerle al eider Mickelsen que lo harás?" Ignacio se acercó a mí y nos dimos la mano para confirmar su promesa, y yo quedé realmente maravillado de que aquel joven padre, convertido hacía sólo tres semanas, tuviera esa sensibilidad para ayudar a su familia a seguir al Salvador y emular el ejemplo de los misioneros para enseñar a su hijo. No hay duda de que su objetivo de llegar a ser una familia eterna se convertirá en realidad con la guía de ese padre fiel. Esa felicidad familiar ha sido desde el principio de la Creación el núcleo del plan de nuestro Padre Celestial. Una vez desterrados del Jardín de Edén, Adán y Eva comenzaron a multiplicarse y henchir la tierra. A medida que la familia iba en aumento, ellos procuraron la ayuda del Señor, quien les dio mandamientos y les encomendó que se los enseñaran a sus hijos (véase Moisés 5:1 7 5; 6:57-62; D. y C. 20:19). Ésas son las leyes eternas que Dios reiteró a Moisés en el monte Sinaí, que el Salvador resumió en los dos grandes mandamientos (véase Mateo 22:36-40; Marcos 12:33), y que se ie repitieron a José Smith en una revelación conocida como "la ley de la Iglesia" (véase el encabezamiento de D. y C. 42). También nosotros debemos enseñar esos mandamientos a nuestros hijos. Nuestra felicidad en esta vida y nuestro gozo en el futuro como familias eternas dependen de cuan eficazmente los cumplamos. Yo creo que podemos enseñar los Diez Mandamientos a nuestros hijos de una manera positiva que refleje la ley más alta que el Salvador nos ha dado. 1. "No tendrás dioses ajenos delante de mí" (Éxodo 20:3). Enseñen a sus hijos que Dios vive, que realmente existe y que es el Padre literal de nuestro espíritu; que fuimos creados a imagen Suya y tenemos todos Sus atributos en "estado rudimentario" (véase de James E. Talmage, Artículos de Fe, pág. 536). El Señor nos ama y quiere que seamos como Él y que nos comuniquemos con El. Enséñenles a orar. 2. "No te harás imagen, ni... te inclinarás a ellas..." (Éxodo 20:4-5; véase también Mateo 19:16-22; 2 Nefi 27:25; Hechos 17:29; D. y C. 93:19). Nuestro Padre Celestial debe estar siempre primero. No hay nada en este mundo que pueda tomar Su lugar. Enseñen a sus hijos a reconocer Su mano en todas las cosas, y a respetarlo y honrarlo (véase D. y C. 59:21; Alma 31:5). Demuéstrenles cómo deben adorar a Dios mediante el abnegado servicio al prójimo. Veneren al Señor por medio de la oración familiar y la noche de hogar. Dejamos de adorar a Dios cuando damos prioridad a los deportes, los estudios, los pasatiempos, las riquezas, las vanidades o cualquier otra cosa de este mundo. 3. "No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano..." (Éxodo 20:7). Preparen a sus hijos para que tomen sobre sí el nombre de Cristo mediante el convenio del bautismo. Cuando hacemos ese convenio, pasamos a ser Sus hijos y prometemos cumplir Sus mandamientos (véase Alma 19:35; Moisés 5:7; Moisés 5 : 1 - 9 ; D. y C. 20:37; Moroni 6:1-8). Cuando quebrantamos nuestras promesas y los convenios que hemos hecho con Él y no nos arrepentimos, estamos tomando Su nombre en vano (véase Proverbios 30:9; D. y C. 136:21). bibliotecasud.blogspot.com 4. "Acuérdate del día de reposo para santificarlo" (Éxodo 20:8-11; véase también D. y C. 59:9-14). Enseñen a sus hijos a dedicar todas las semanas una séptima parte de su tiempo para aprender acerca del Señor, apartarse de sus preocupaciones cotidianas y recordarle. Cuando dedicamos ese tiempo al Señor, ello nos ayuda a concentrar nuestro corazón y nuestra mente en el verdadero propósito de nuestra existencia y nos aleja de las cosas del mundo. Ése es un día para llegar a ser como Él, para adorarle y para ayudar a los demás como Él lo hizo. No es necesario que tengamos reglas para el día del Señor cuando comprendemos su propósito y lo cumplimos. 5. "Honra a tu padre y a tu madre..." (Éxodo 20:12). Enseñen a sus hijos la obediencia, encaminándolos hacia donde deben ir (véase Proverbios 22:6; Discourses of Brtgham Young, selección por John A. Widtsoe, Salt Lake City: Deseret Book Company, 1978, pág. 207; Hebreos 12:9). Nuestros hijos aprenden a obedecer a su Padre Celestial al honrar, respetar y obedecer a sus padres terrenales. Enséñenles las normas de la familia y establezcan para ellos medidas de rectitud. El Señor prometió a los hijos de Israel que sus días se alargarían en la tierra que habría de darles. Esa misma promesa es válida en la actualidad. Para ellos El presidente Gordon B. Hinckley, a la derecha, saluda a los miembros del Quórum de los Doce Apóstoles. fue la tierra de Canaán; para nosotros es la vida eterna con nuestra familia (véase D. y C. 132:19). 6. "No matarás" (Éxodo 20:13; D. y C. 42:18; Mateo 19:8). Nosotros hemos sido creados a imagen de Dios (véase Génesis 1:27; Moisés 1:13; Mosíah 7:27; Éter 3:16-17). Gracias a la unión de la carne y del espíritu podemos recibir una plenitud de gozo (véase D. y C. 93:33). Enseñen a sus hijos a respetar la santidad de la vida humana, a reverenciarla y apreciarla. La vida humana es un valioso peldaño hacia la vida eterna y debemos protegerla celosamente desde el preciso momento de su concepción (véase del eider James E. Faust, Brigham Young University devotional address, 15 de noviembre de 1994). 7. "No cometerás adulterio" (Éxodo 20:14; D. y C. 42:24). Enseñen a sus hijos que nuestro cuerpo es un templo de Dios en el cual puede morar Su Espíritu (véase 1 Corintios 6:19). Enséñenles el concepto sagrado de la familia, ía belleza del matrimonio y la divina naturaleza de la procreación que nuestro Padre Celestial nos ha conferido. En la creación de una vida somos copartícipes con El; y ese poder debemos respetarlo, protegerlo y utilizarlo únicamente dentro de los lazos sagrados del matrimonio (véase D. y C. 49:15-17). Es un poder celestial que nos será quitado si abusamos de él. 8. "No hurtarás" (Éxodo 20:15; véase también Mateo 19:18; D. y C. 42:20; D. y C. 119; Malaquías 3:8-11). Enseñen a sus hijos que deben ser honrados y respetar lo que pertenece a otros, especialmente lo que pertenece a nuestro Padre Celestial. Enséñenles mediante el ejemplo a pagar un diezmo íntegro y a contribuir con ofrendas generosas. Al poner un sello de honradez en sus acciones, se llenarán del Espíritu y el poder de Dios (Véase Discourses of Brigham Young, pág. 43). Enséñenles en cuanto al gozo que se recibe cuando damos y compartimos lo que tenemos (véase Mateo 5:42; Hechos 20:35). 9. "No hablarás contra tu prójimo falso testimonio" (Éxodo 20:16; Mateo 19:18). Enseñen a sus hijos a decir siempre la verdad; a decir las cosas como realmente son, a edificar y encontrar lo bueno en otros, a ser positivos y elogiosos. La verdad es más valiosa que cualquier otra posesión terrenal. La verdad es la esencia misma de nuestra existencia (véase Himnos, Ny 177; D. y C. 93:24; Juan 8:32). Cuando decimos la verdad, nuestra confianza se fortalece ante Dios y en presencia de nuestros semejantes (véase D. y C. 121:45). 10. "No codiciarás..." (Éxodo bibliotecasud.blogspot.com 20:17; D. y C. 19:25). Debemos amar a nuestros hijos y enseñarles que son hijos de un Padre Celestial quedos ama. Al sentir nuestro amor, sentirán también el amor de Dios y la gratitud por su buen nombre y por el nombre de Cristo que han adoptado. Si perciben nuestro amor y el de nuestro Padre Celestial, no sentirán deseo alguno por las posesiones de los demás. Ayúdenles a valorar su progreso personal y a no compararse con los demás. Enséñenles a amar al prójimo y a regocijarse por lo que otros hayan logrado. C u a n d o cumplimos los Diez Mandamientos, le expresamos a Dios nuestro amor y, mediante la aplicación adecuada de esos principios eternos, demostramos amor al prójimo. Si cumplimos con esas leyes eternas de la felicidad, éstas nos llevarán de regreso a la presencia de nuestro Padre Celestial (véase 2Nefi9:18-24). Ruego que podamos enseñar a nuestra familia esos conceptos mediante el ejemplo y el precepto. Que podamos sentir el mismo gozo que la familia Basuare experimentó al conocer la verdad del evangelio y al enseñar los mandamientos a sus hijos. AI tener una percepción positiva de los m a n d a m i e n t o s , nuestros hijos tendrán un mayor deseo de cumplirlos y una mejor comprensión del poder de la Expiación para el arrepentimiento cuando cometan errores. Al entender el sacrificio que el Señor hizo por nosotros, se arrepentirán y seguirán adelante con un fulgor perfecto de esperanza, sabiendo que Cristo pagará sus pecados si perseveran en El (véase 2 Nefi 31:20). Que podamos enseñar y aplicar los mandamientos para que, junto con nuestra familia, podamos cumplir con la medida de nuestra creación (véase D. y C. 88:19; de John Taylor, The Government of Gotí, Liverpool: S. W. Richards, 1852, págs. 3 2 - 4 6 ) y obtener el gozo que nuestro Padre Celestial desea para nosotros. En el nombre de Jesucristo. Amén. Para llegar al corazón de los niños Anne G. Wirthlin Primera Consejera de la Presidencia General de la Primaria "Nuestro Padre Celestial desea que enseñemos a Sus hijos, que les enseñemos verdaderamente quiénes son, y que los llevemos al Salvador." H ace exactamente un año, la hermana Susan Warner y yo fuimos sostenidas como consejeras de la hermana Patricia Pinegar en una nueva Presidencia General de la Primaria. Después de haber criado nuestros propios hijos (entre las tres tenemos veinticuatro), tendríamos ciertas razones para confiar en nuestra habilidad de entender las necesidades de los niños. Sin embargo, la responsabilidad de representar a los niños de la Iglesia en el mundo de hoy era un gran peso sobre nuestros hombros. El mayor deseo que sentíamos era conocer la voluntad de nuestro Padre Celestial y buscar Su dirección. Al reunimos con el eider Robert D. Hales, después de recibir el llamamiento, él nos sugirió que mientras leíamos las Escrituras, marcáramos los pasajes que se referían a los niños. Hallamos muchos. De hecho, parece que la totalidad de las Escrituras hubiera sido escrita para las familias. Los profetas no dejan duda alguna en cuanto a los deseos del Señor con respecto a Sus pequeñitos. Nefi comienza su registro diciendo: "Yo, Nefi, nací de buenos padres, y recibí, por tanto, alguna instrucción en toda la ciericia de mi padre" (1 Nefi 1:1). Enós inició sus escritos así: "He aquí, aconteció que yo, Enós, sabía que mi padre era un varón justo, pues me instruyó en su idioma y también me crió en disciplina y amonestación del Señor —y bendito sea el nombre de mi Dios por ello—" (Enós 1:1). Y el lema de nuestra Primaria proviene de las palabras de Isaías: "Y todos tus hijos serán instruidos por el Señor; y grande será la paz de tus hijos" (3 Nefi 22:13). Nuestro Padre Celestial desea que enseñemos a Sus hijos, que les enseñemos verdaderamente quiénes son, y que los llevemos al Salvador. En su mensaje de la Conferencia General de octubre del año pasado, recuerdo que la hermana Pinegar hizo esta provocativa pregunta: "¿Quién ha de enseñar a los niños?" No era sólo una pregunta, sino una invitación a todas nosotras, a todos los que tenemos niños en nuestro círculo de influencia, a responder al llamado de nuestro Padre Celestial para enseñar a Sus hijos. bibliotecasud.blogspot.com Al tratar humildemente de responder a ese llamado, surgen otras preguntas más profundas: "¿Cómo hemos de enseñar a los niños? ¿Cómo podemos grabar la palabra del Señor en su corazón mientras son pequeños, para que cuando alcancen los años de su juventud puedan ser capaces de discernir entre la verdad y el error, y tengan fuerza interior para resistir la tentación? ¿Cómo podemos nutrir su progreso espiritual para que su obediencia pase de un mero acatamiento exterior a un deseo interior que nazca del amor por el Padre Celestial y de la conciencia de quiénes en verdad son?" Estos interrogantes que nos preocupan no son exclusivos de nuestros días, sino que han representado un problema para los padres en todas las generaciones. Y este consejo, que el Señor dio hace cientos de años por medio de Moisés a los hijos de Israel, es tal como si nos hablara en este mismo día. "Y amarás a jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. "Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; "y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes... "y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas" (Deuteronomio 6:5-7, 9). Cuando en verdad amemos al Señor con todo nuestro corazón, entonces podremos guiar a Sus hijos a El mediante cada uno de nuestros actos. Su devoción al Señor aumentará al observar nuestra devoción hacia El; entenderán el poder de la oración al oírnos orar a un amoroso Padre Celestial que nos escucha y contesta nuestras oraciones; comprenderán la fe al observarnos vivir por la fe; y aprenderán la fortaleza del amor por la forma amable y respetuosa en que los tratemos. No podemos enseñar la verdad a nuestros niños sin tener con ellos relaciones de confianza y amor. El presidente Howard W. Hunter expresó: "Los padres que han tenido éxito son los que han amado, los que se han sacrificado, los que se han preocupado, han enseñado y han atendido a las necesidades de sus hijos" (Howard W. Hunter, Liahona, enero de 1984). Si nuestros hijos sienten nuestro amor hacia el Señor y el amor incondicional que tenemos por ellos, el ejemplo que les demos se convertirá en una guía significativa para el desarrollo de su prdpia fuerza espiritual. Recordemos que el mandato del Señor a los Israelitas fue que pusieran primero Sus palabras en su corazón, y después les dijo: "y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes" (Deuteronomio 6:7). En todo lo que hagamos podemos enseñar a nuestros hijos a amar al Señor. A veces, impartimos nuestras enseñanzas más perdurables sin siquiera darnos cuenta de que estamos enseñando. Recuerdo que cuando era maestra de las niñas de once años de la Primaria, tuvimos una actividad para las niñas y sus madres. Yo había pedido a cada una que presentara a su mamá y mencionara algo que admirara en ella; y si lo deseaba, podía llevar un objeto que le recordara a su madre. Una de las chicas dijo que sabía que a su madre le gustaba leer las Escrituras. Señalando los libros, dijo: "Siempre sé en qué lugar de la casa estuvo, al encontrar ahí las Escrituras". He recordado ese ejemplo a través de los años y pienso cuan natural habrá resultado para esa madre transmitirles a sus hijos el amor por ías Escrituras, sin siquiera pensar en ello, porque ella misma había desarrollado ese amor. Enseñamos primero lo que somos, y eso es lo que queda grabado en la memoria y en el corazón de nuestros niños. Hay un espíritu especial que inunda nuestro hogar cuando en él hay amor por el Señor, amor mutuo entre fa familia, y un compromiso de obediencia que nace de ese amor. Al hablar de ese espíritu, recuerdo nuestra casa de la Misión de Frankfort, Alemania, donde mi esposo fue Presidente de Misión. Nuestra hija Marianne tenía en ese entonces diez años; algunas de sus amigas de la escuela solían ir a la casa de la misión y en ocasiones se quedaban a dormir. Cierta noche, una de ellas dijo: "Me gusta venir a tu casa, porque aquí me siento segura". Marianne entendió lo que su amiga quiso decir: toda nuestra familia conocía el espíritu de la casa de la misión; era un legado de miles de dedicados misioneros que habían pasado por esa casa expresando sus testimonios y su amor por su Padre Celestial y por el Salvador. Es un espíritu que puede percibirse en todos los hogares de la Iglesia cuando la familia comparte impresiones del Espíritu al leer juntos las Escrituras, aí expresar el testimonio y arrodillarnos juntos en oración. El presidente Spencer W. Kimball guardaba vividos recuerdos de su bibliotecasud.blogspot.com hogar; él contaba: "La familia se arrodillaba siempre antes de las comidas para orar, retirando las sillas de la mesa. Había siempre oraciones nocturnas en Ías rodillas de mi madre. Siento pena por los niños que debieron aprender estas importantes lecciones después de haber crecido, cuando les resultó mucho más difícil" (Edward L. Kimball y Andrew E. Kimball, Jr., Spencer W. Kimball, Salt Lake City, Utah: Bookcraft, 1977, pág. 31). El hogar puede ser un oasis de paz en el mundo. Es un lugar donde todo niño tiene el derecho a sentirse seguro. En una reunión de ayuno y testimonios a la que asistí hace poco en mi barrio, tres niños expresaron su testimonio. Richie se paró al comenzar la reunión y dijo: "Anoche estaba leyendo los capítulos 1, 2 y 3 de 1 Nefi; y mientras leía sentí una paz muy grande, y me sentí muy bien. Estoy agradecido por las Escrituras". Charity relató una experiencia que tuvo al asistir a un concierto con su familia y encontrarse separada de sus padres, diciendo: "Encontré un rincón y me senté y oré al Padre Celestial. Le pedí que enviara al Espíritu Santo para estar conmigo hasta que mis padres me encontraran; y no tuve nada de miedo". Spencer había sido ordenado diácono y expresó su agradecimiento por el obispo, que lo había ordenado al Sacerdocio Aarónico, y habló de lo mucho que significaba para él ser diácono. El corazón de estos niños ha tenido la influencia de padres, maestros y líderes que amaron primeramente al Señor y luego encaminaron a sus hijos hacia El. Todos podemos influir en nuestros niños y llevarlos hacia el Salvador. Al principio, ellos lo verán a través de nuestros ojos, y aprenderán a conocerle y amarle como su Amigo más querido. Entenderán lo que significa tener Su Espíritu con ellos, y esto constituirá su fuerza. Es mi oración que todos podamos tener esta visión en nuestra mente, y lo pido en el nombre de Jesucristo. Amén. "Señor, ¿a quién iremos?" Eider H a n s B. Ringger Miembro emérito de los Setenta "Los Santos de los Últimos Días creemos que Cristo nos muestra el camino y el lugar hacia donde debemos ir y lo que debemos hacer para encontrarlo." A l principio de Su misión terrenal, las multitudes se empujaban junto a las riberas del Mar de Galilea ansiosas de acercarse a Cristo y oír Su mensaje. Muchos discípulos lo seguían en esa época; no obstante, algunos se ofendieron con Sus enseñanzas y se alejaron de El. Al verlos, Cristo les preguntó a ios Doce Apóstoles si ellos también lo iban a abandonar. Simón Pedro le contestó, preguntándole a su vez: "Señor, ¿a quién iremos?" (Juan 6:68). Esa pregunta tiene tanta importancia hoy como hace dos mil años. Los Santos de ios Últimos Días creemos que Cristo nos muestra el camino y el lugar hacia donde debemos ir y lo que debemos hacer para encontrarlo. Pero, reconocer el camino de Cristo y seguirlo depende de cada uno de nosotros. Hace unos meses, tuve el privilegio de escuchar el poderoso testimonio de un hombre que estaba en busca de la verdad. Por medio del evangelio, sus ojos se abrieron a lo eterno y le fue posible cambiar el curso de su vida. Al mismo tiempo, supe de un miembro fiel de la Iglesia que se había apartado del evangelio y había cambiado de creencias. Ambos hombres habían tratado, con buena intención, de saber a quién debían ir, pero llegaron a conclusiones diferentes y, por lo tanto, tomaron caminos opuestos. ¿Cuál podría ser la causa de esas acciones contrarias? Creo que las palabras y acciones tienen su raíz en nuestros pensamientos, y que éstos determinan nuestros actos. Las decisiones que tomamos diariamente, planeadas o espontáneas, son resultado de nuestros pensamientos y nosotros somos responsables de ellas. Aunque como personas individuales pensemos que somos independientes de Dios y que podemos actuar de acuerdo con ello, no nos es posible escapar al hecho de que estamos sujetos a leyes eternas. Nuestra felicidad y nuestra paz, tanto en esta vida como en la venidera, dependen de la disposición que tengamos de basar los pensamientos y las acciones en las leyes de Dios. La verdadera paz mental y la felicidad eterna se consiguen estando en bibliotecasud.blogspot.com armonía con El. Si vamos a ser uno con la Deidad, somos nosotros quienes debemos cambiar, no Dios. Pienso que los dos hombres tomaron caminos diferentes porque su manera de pensar y su percepción de Dios eran diferentes. Es esencial conocer a Dios para obtener las bendiciones y la salvación eternas viviendo de acuerdo con el Evangelio de Jesucristo. El llegar al conocimiento de Cristo y de Dios es un requisito para poder comprender nuestra misión en la vida. Loweíl L. Bennion escribió lo siguiente en su libro Legacies of Jesús: "Una de las cosas más importantes que debemos saber es cuáles son los atributos de Dios. Cristo vino a la tierra para revelarnos el carácter de Dios. El es la revelación de Dios a los seres humanos, enseñándonos por el precepto y el ejemplo lo que son la fe, la humildad, la integridad y el amor" (Salt Lake City: Deseret BookCo., 1990,pág.ól). Por la vida de Cristo, aprendemos sobre Dios; y siguiendo el ejemplo de Cristo, llegamos a conocer a Dios. Mis queridos hermanos, amigos y escuchas, conozcamos de verdad al Salvador y a Su Padre. Debemos preguntarnos sí nuestras decisiones están de acuerdo con el ejemplo de Cristo, a fin de que podamos seguir Sus pasos. No nos dejemos engañar ni apartar del camino de Cristo; más bien, cosechemos las bendiciones de paz y gozo eterno que se reciben al seguirlo. Sus enseñanzas, Su ejemplo y Su perfección no dejan lugar a dudas con respecto a que El es el Hijo de Dios. El mismo dice: "Y he aquí, soy la luz y la vida del mundo; y he bebido de la amarga copa que el Padre me ha dado, y he glorificado al Padre, tomando sobre mí los pecados del mundo, con lo cual me he sometido a la voluntad del Padre en todas las cosas desde el principio" (3 Nefi 11:11). Con ese conocimiento, se nos promete lo siguiente: "Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero" (Juan 6:40). A fin de seguir la dirección correcta en la vida y recibir las bendiciones del evangelio, es importante que primero estemos dispuestos a aceptar el evangelio restaurado en toda su plenitud. Con respecto a la restauración del evangelio, Cristo le dijo a José Smith: "...resplandecerá una luz... y será la plenitud de mi evangelio" {D. y C. 45:28). Además, debemos aceptar la autoridad divina de Dios y la de Sus siervos. Pablo explicó a la rama que había en Efeso por qué se daba la autoridad y por qué seremos bendecidos si seguimos a los siervos del Señor. Esto es lo que escribió: "A fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, "hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo" (Efesios 4:12-13). Más aún, si conocemos los mandamientos de Dios, debemos obedecerlos sin transigencias ni excepciones. A veces nos sentimos tentados a dar menos importancia a las enseñanzas de Cristo, por conveniencia, o porque dejamos que las circunstancias externas nos empañen la fe. Por tanto, para que podamos escapar a las influencias s e d u c t o r a s que nos alejan de Cristo, El nos dice: "Y para que más íntegramente te conserves sin mancha del mundo, irás a la casa de oración y ofrecerás tus sacramentos en mi día santo" (D.yC.59:9). Obedecer Sus mandamientos nos dará libertad, independencia, fortaleza y felicidad verdadera. Por consiguiente, pregunto hoy a todos: "¿A quién iremos?" Decidámonos a seguir a Cristo y ser verdaderos discípulos Suyos, no dejándonos ofender por Su mensaje de la verdad sino más bien regocijándonos por él. No sé de ningún otro camino ni. lugar adonde podamos ir, y por eso agrego mi testimonio al de Simón Pedro cuando le dijo: "Señor... Tú tienes palabras de vida eterna. "Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente" (Juan 6:68-69). Les testifico que José Smith vio al Padre y al Hijo. Ellos son Seres reales. Jesús ha resucitado; El es nuestro bibliotecasud.blogspot.com Cristo y nuestro Salvador, y es el Hijo del Dios viviente. Este conocimiento es mi fe, mi testimonio y mi vida. Ruego que todos podamos llegar al conocimiento de Jesucristo y actuar de acuerdo con ese conocimiento, con un corazón puro, con esperanza y con caridad. En el nombre de Jesucristo. Amén. G Una estrategia de guerra Eider D u r r e l A. Woolsey Relevado recientemente del Quórum de los Setenta "La solución continúa siendo la misma de siempre: guardar los mandamientos, seguir a los profetas, leer, entender y meditar las Escrituras." H oy quisiera hablarles acerca de una estrategia de guerra. Cantamos el himno "Con valor marchemos, huestes de Jesús" (Himnos, No. 159). Pablo dijo, "Y si la trompeta diere sonido incierto, ¿quién se preparará para la batalla?" (1 Corintios 14:8.) En el libro del Apocalipsis se nos habla de "una gran batalla en el cielo" (Apocalipsis 12:7) ¿Qué clase de batalla es? ¿De qué guerra se habla? Se trata de la guerra por las almas de los hombres. La línea de combate se ha establecido desde la época de Adán: el mal contra la rectitud. En esta última dispensación, y en preparación para el Milenio, las fuerzas del mal se han intensificado y unido bajo la poderosa influencia de Satanás. En el bando opuesto, el Reino de Dios hace resonar con claridad la trompeta de la rectitud, como quizás nunca antes se ha escuchado. La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días se halla en la ofensiva declarando que el bien es el bien y el mal es eí mal. Isaías profetizó acerca de nuestra época sobre este mismo tema ai decir: "¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!" (Isaías 5:20.) Satanás ofrece una extraña mezcla con sólo la cantidad suficiente de lo bueno como para enmascarar el mal a lo largo de su sendero cuesta abajo hacia la destrucción, como lo describiera Nefí, el antiguo profeta, al decir: "porque he aquí, en aquel día él enfurecerá los corazones de los hijos de los hombres, y los agitará a la ira contra lo que es bueno. "Y a otros los pacificará y los adormecerá con seguridad carnal, de modo que dirán: Todo va bien en Sión; sí, Sión prospera, todo va bien. Y así el diablo engaña sus almas, y los conduce astutamente al infierno" (2 Nefi 28:20-21). Satanás en verdad enfurece el corazón de algunos, adormece a muchos con seguridad carnal, a otros los lisonjea y les dice que no hay infierno. Ha atraído y enlistado a muchos de sus seguidores con promesas de fama, riquezas y poder; ha hecho un arte del llamar "bien" al mal y "mal" al bien; ha confundido a muchos, aun a naciones y dirigentes, bibliotecasud.blogspot.com usando un enfoque inmoral de los asuntos morales. Permítanme mencionar sólo tres ejemplos de potentes voces impías entre las muchas proclamas de Satanás. Primero: él dice que el albedrío individual justifica la destrucción de una vida humana mediante el aborto; segundo: que las relaciones íntimas y aun los matrimonios entre personas del mismo sexo son aceptables; y tercero: que la castidad y la fidelidad son principios pasados de moda e intolerantes; y considera aceptable el ser sexualmente activo con total libertad. En este mismo momento, héroes internacionales del deporte, de la música y del cine no sólo viven vidas inmorales sino que enseñan la inmoralidad por todo el mundo mediante la poderosa influencia de los medios masivos de difusión y prensa. Millones en todo el mundo los idolatran y aceptan. El mundo en general parece haber caído en un coma de inmoralidad, dejando atrás los valores morales que Dios ha dado y que se respetaron durante tanto tiempo. Las Autoridades Generales han dicho que debemos desechar lo mundano. Somos muchos más que los "diez" que se necesitaban para salvar a Sodoma y a Gomorra. ¿Cómo hemos de pelear esta batalla? Los santos fieles de Dios, con el sostén de Su Santo Sacerdocio, son la fuerza más poderosa de la tiei"ra. Debemos apegarnos a las firmes proclamaciones de Dios acerca de la santidad de la vida, y a su eterna e imperecedera instrucción de que seamos castos y puros. Su amoroso consejo de que las familias son ordenadas por Dios, con un padre, una madre e hijos que viven juntos para siempre, no se dio como una excepción, sino como la regla. El retorno de una persona a Cristo traerá paz a su mente en lugar de agitación, tranquilidad para reemplazar la contención, y valor y optimismo en lugar de temor. Esta forma de vida centrada en Cristo, no es sólo para las personas en forma individual, sino para las familias, los gobiernos y las naciones e n t e r a s , a todos los cuales brindará resultados muy similares. Por ejemplo, la persona o aun la nación que viva en forma recatada y virtuosa, no tiene por qué temerle a la terrible enfermedad del SIDA. Las familias sin padre creadas por la contención y el divorcio serían virtualmente desconocidas. Al examinar su responsabilidad individua!, ¿en dónde se hallan? Hay síntomas o señales del camino cuesta abajo. Diez de estos síntomas podrían ser: • Una creciente miopía espiritual, o la incapacidad de ver claramente ¡as cosas de naturaleza espiritual. • Una insensibilidad creciente en cuanto a las cosas de Dios. • Un endurecimiento de las arterias espirituales: El cuidado de las necesidades espirituales pasa a ser de algo diario o semanal a algo mensual, luego se hace de vez en cuando, y por último desaparece totalmente. • Una creciente dependencia de un verdadero ejército de especialistas en psiquiatría, en lugar del sacerdocio, de Dios y de uno mismo. • Una creciente independencia de las cosas espirituales. • Un creciente número de amigos que poseen bajas normas morales. • El citar temas de los programas de televisión con invitados especiales en lugar de citar las Escrituras. • Voces airadas en lugar de expresiones calmas. • Abuso verbal, y aun físico, reemplazando un círculo de amor. • Aceptación gradual del mal, no totalmente de golpe, sino poco a poco. Algunos están mucho más al tanto de la ubicación de las trampas de arena en el campo de golf o de un buen revés en un partido de tenis, que de la ubicación de las Escrituras de salvación. Muchos buscan la felicidad en las páginas de finanzas en lugar de ir al consejo inspirado de los profetas. He observado que la gran mayoría de la gente en el mundo desperdicia su vida comprometiendo lo mejor de su tiempo y de sus esfuerzos en proyectos que no les sirven para ganar la exaltación, pero que tienen consecuencias eternas. Debemos estar embarcados en una causa buena y justa. Tenemos que ver con claridad, no obscuramente (ver 1 Corintios 13:12), bibliotecasud.blogspot.com Debemos mirar objetivamente, a nosotros mismos y a nuestra familia, con el fin de que no nos atrape el segundo gran diluvio universal de calamidades a nuestro derredor. Se ha profetizado que los fieles vencerán en esta batalla, y se levantarán triunfantes para recibir al Señor Jesucristo al tiempo de Su segunda venida. La fórmula para obtener esa victoria incluye oraciones diarias familiares e individuales con Noches de Hogar familiares al menos una vez por semana. Tal vez digan: "No tengo tiempo". Hermanos y hermanas, simplemente no pueden darse el lujo de no disponer de ese tiempo. Es sorprendente c u á n t o tiempo queda disponible con sólo apagar la televisión. La solución continúa siendo Ja misma de siempre: guardar los mandamientos, seguir a los profetas, leer, entender y meditar las Escrituras. Testifico que Dios vive, que Su Hijo Jesucristo ha llevado a cabo la realidad del plan de redención. Que gracias a Él y a Su amorosa Expiación, todos los que así lo anhelen ganarán la batalla y estarán junto a El eternamente. Lo testifico en el nombre de Jesucristo. Amén. Q La inminencia de la perfección Eider Russell M. Nelson del Quórum de los Doce Apóstoles " N o debemos desalentarnos si nuestros esfuerzos más sinceros en busca de la perfección nos parecen demasiado arduos e interminables. La perfección... llegará en su totalidad únicamente después de la resurrección y sólo por medio del Señor." S i les preguntara cuál de los mandamientos del Señor es el más difícil de guardar, muchos de nosotros tal vez citaríamos Mateo 5:48: "Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto". El guardar este mandamiento puede ser una preocupación ya que todos estamos muy lejos de ser perfectos, tanto en el aspecto espiritual como temporal. Y las pruebas de ello se nos presentan muy a menudo. Podemos dejar olvidadas las llaves dentro del auto o incluso olvidar dónde lo estacionamos; y con frecuencia caminamos resueltamente de un lado a otro de la casa y nos damos cuenta de que hemos olvidado lo que íbamos a hacer. Cuando comparamos nuestro desempeño personal con la norma suprema de lo que el Señor espera de nosotros, la realidad de nuestra imperfección puede resultar a veces desalentadora. Me siento muy triste por aquellos miembros de la Iglesia que, por motivo de sus defectos, permiten que la depresión les prive de la felicidad de sus vidas. Es preciso que recordemos lo siguiente: "existen los hombres para que tengan gozo" ¡sin sentimientos de culpabilidad! {Véase 2 Nefi 2:25.) Asimismo, debemos recordar que el Señor no nos da mandamientos que sean imposibles de obedecer, sino que a veces no los comprendemos plenamente. Tal vez podríamos comprender mejor la perfección si la clasificáramos en dos categorías: la primera podría tener que ver únicamente con esta vida: la perfección mortal; la segunda categoría podría aplicarse únicamente a la vida venidera: la perfección inmortal o eterna. LA PERFECCIÓN MORTAL En esta vida podemos perfeccionar determinadas acciones: un lanzador de béisbol podría lograr una victoria en la que no se anotara ninguna carrera; un cirujano podría realizar una operación sín error alguno y un músico podría ejecutar un número musical sin equivocarse ni una bibliotecasud.blogspot.com vez. De la misma forma, una persona puede lograr la perfección en ser puntual, pagar el diezmo, guardar la Palabra de Sabiduría, etc. El enorme esfuerzo que se requiere para lograr tal autodominio se ve recompensado con un profundo sentimiento de satisfacción. Pero, más importante aún, es que los logros espirituales que obtengamos en esta vida mortal permanecerán con nosotros en la eternidad (véase D. y C. 130:18-19). Santiago nos dejó una guía práctica por medio de la cual se podría medir la perfección. Él dijo: "Si alguno no ofende en palabra, éste es varón perfecto" (Santiago 3:2; cursiva agregada). Las Escrituras describen a Noé, a Set y a Jacob como hombres perfectos (véase Génesis 6:9; D. y C. 107:43; Job 1:1). Indudablemente, se podría aplicar el mismo término a un gran número de fieles discípulos en varias dispensaciones. Alma dijo que "hubo muchos, muchísimos" (Alma 13:12) que eran puros ante el Señor. Eso no quiere decir que esas personas nunca cometían errores ni necesitaban que se les corrigiera. El proceso de la perfección abarca retos difíciles de superar y pasos hacia el arrepentimiento que pueden ser muy dolorosos (véase Hebreos 5:8). En la formación del carácter hay un lugar apropiado para eí castigo, porque sabemos que "el Señor al que ama, disciplina" (Hebreos 12:6). La perfección mortal se puede lograr cuando tratamos de llevar a cabo toda responsabilidad, cumplimos toda ley y nos esforzarnos por ser igualmente perfectos en nuestra esfera como nuestro Padre lo es en la suya. Si ponemos lo mejor de nuestra parte, el Señor nos bendecirá según nuestras obras y los deseos de nuestro corazón (véase D. y C. 137:9). LA PERFECCIÓN ETERNA Sin embargo, Jesús ha pedido más que una perfección mortal. En el momento en que pronunció las palabras: "como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto", El hizo que eleváramos la mirada más allá de los límites de la mortalidad. Nuestro Padre Celestial tiene una perfección eterna; por tanto, este hecho en sí merece tener una perspectiva mucho más amplia. Hace poco, estudié las versiones inglesa y griega del Nuevo Testamento, concentrándome en eí uso del término perfecto y sus derivados. El estudiar ambos idiomas al mismo tiempo, me brindó algunas perspectivas interesantes, ya que el Nuevo Testamento se escribió originalmente en griego. En Mateo 5:48, el término perfectos fue traducido del griego télelos, que significa "completo". Télelos es un adjetivo derivado del sustantivo telas, que quiere decir "final" '. La forma infinitiva del verbo es teleiono que quiere decir "llegar a un punto distante, estar completamente desarrollado, consumar o terminar". Sírvanse notar que la palabra no implica "sin errores", sino "alcanzar un objetivo distante". De hecho, cuando los autores del Nuevo Testamento en griego deseaban describir la perfección en el comportamiento —la precisión o la excelencia del esfuerzo humano— no utilizaron el término télelos en ninguna de sus formas, sino que eligieron palabras diferentes2. El término télelos no es del todo desconocido para nosotros, ya que de él se deriva el prefijo te/e- que usamos en forma cotidiana; teléfono literalmente significa "conversación distante"; televisión significa "ver desde lo lejos"; telefoto quiere decir "luz distante", etc. Teniendo presentes estos antecedentes, consideremos otra declaración de suma importancia que hizo el Señor. Momentos antes de Su crucifixión, El dijo que "...al tercer día termino mi obra" (Lucas 13:32) [en lugar de decir "termino mi obra", en la Biblia en inglés dice: "seré perfeccionado"]. Reflexionen en esta declaración. El Señor, sin pecados ni errores — quien según nuestras normas mortales ya era perfecto—, proclamó que Su propio estado de perfección estaba aún en el futuro.5 Su perfección eterna llegaría después de Su resurrección y de recibir "toda potestad... en el cielo y en la tierra" (Mateo 28:18; véase también D. y C. 93:2-22). La perfección que el Salvador espera de nosotros es mucho más que actuar sin errores. Es la expectativa eterna, tal como lo expresó el Salvador en Su extraordinaria oración en la que intercedió por nosotros ante Su Padre, de que fuésemos perfectos para que de esa forma pudiéramos morar con ellos en las eternidades venideras (véase Juan 17:23-24). La obra y la gloria completas del Señor se relacionan con la inmortalidad y la vida eterna de cada ser humano (véase Moisés 1:39). Él vino al mundo para hacer la voluntad de su Padre que lo envió (véase 3 Nefi 27:13). Su sagrada responsabilidad fue prevista desde antes de la Creación (Moisés 4 : 1 - 2 ; 7:62; Abraham 3:22-28) y profetizada por todos Sus santos profetas desde el comienzo del mundo (véase Hechos 3:19-21). La expiación de Cristo cumplió el propósito tan extensamente esperado para el cual El había venido a la tierra. Las últimas palabras que pronunció en la cruz, en el Calvario, bibliotecasud.blogspot.com hicieron alusión a la culminación de la asignación que se le había encomendado: de expiar en beneficio de toda la humanidad. Entonces dijo: "Consumado es" (Juan 19:30)4. No es de sorprenderse que la palabra consumado se haya derivado del término griego télelos. El Libro de Mormón confirma el hecho de que Jesús alcanzó la perfección después de Su resurrección; registra la visita del Señor resucitado a la gente de la antigua América, donde Él repitió el importante mandato citado anteriormente, pero agregando algo de gran significado. Él dijo: "quisiera que fueseis perfectos así como yo, o como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto" (3 Nefi 12:48; cursiva agregada). Esta vez Él se nombró juntamente con su Padre como un personaje perfecto, cosa que previamente no había hecho (véase Mateo 5:48). La resurrección es un requisito para la perfección eterna. Gracias a la expiación de Jesucristo, nuestro cuerpo, corruptible en la vida terrenal, llegará a ser incorruptible. Nuestro ser físico, ahora sujeto a las enfermedades, a la muerte y al deterioro, adquirirá una gloria inmortal (véase Alma 11:45; D. y C. 76:64-70). Nuestro cuerpo, cuya vida se la debe a la sangre, y que va envejeciendo paso a paso (véase Levítico 17:11), recibirá el sustento del espíritu, no envejecerá y superará los lazos de la muerte''. La perfección eterna está reservada para los que superan todas las cosas y heredan la plenitud del Padre en Sus mansiones celestiales. La perfección consiste en obtener la vida eterna: la clase de vida que Dios tiene. (Véase Joseph Fielding Smith, The Way to Perfection [ Independe nce, Misuri: La Sociedad Cenealógica de Utah, 1946], pág. 331; Bruce R. McConkie, Mormon Doctrine, segunda edición, [Salt Lake City: Bookcraft, 1966], pág. 237.) LAS ORDENANZAS Y LOS CONVENIOS DEL TEMPLO Las Escrituras mencionan otros requisitos importantes para la perfección eterna, los cuales se relacionan con las ordenanzas y los convenios del templo6. Ninguna persona que tenga uso de razón podrá recibir la exaltación en el reino celestial sin las ordenanzas del templo. Las investiduras y los sellamientos forman parte de nuestra perfección personal y se aseguran por medio de nuestra fidelidad. (Véase Joseph Fielding Smith, Doctrinas de Salvación, 3 tomos, compilación por Bruce R. McConkie; Salt Lake City: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, 1979, Tomo II, págs. 42-43.) Este requisito también atañe a nuestros antepasados. Pablo enseñó "que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros" (Hebreos 11:40; cursiva agregada). Nuevamente, en este versículo, del término griego del cual se tradujo la palabra perfeccionados era una forma del término teleios7. En una revelación contemporánea, el Señor ha sido todavía más explícito. Su Profeta escribió: "...mis muy queridos hermanos y hermanas, permítanme aseguraros que éstos son principios referentes a los muertos y a los vivos que no se pueden desatender, en lo que atañe a nuestra salvación. Porque su salvación es necesaria y esencial para la nuestra... ellos sin nosotros no pueden ser perfeccionados, ni tampoco podemos nosotros ser perfeccionados sin nuestros muertos" (D. y C. 128:15; véase también Enseñanzas del Profeta]osé Smith, pág. 185). EL EJEMPLO DEL SALVADOR NOS DA ALIENTO Nuestra ascención por el camino hacía la perfección recibe el aliento y el empuje que nos brindan las Escrituras. En éstas se encuentra la promesa de que si somos fieles en todas las cosas, llegaremos a ser como Dios. Juan, el Apóstol amado, escribió: "...para que seamos llamados hijos [e hijas] de Dios... "...cuando El se manifieste, seremos semejantes a Él, porque le veremos tal como Él es. "Y todo hombre que tiene esta esperanza en Él, se purifica a sí mismo, así como Él es puro" (1 Juan 3:1-3. Para información adicional véase joseph Fielding Smith, The Way to Perfection, págs. 7-9). El seguir el ejemplo de Jesús nos brinda constante aliento. Él enseñó: "Sed santos, porque yo soy santo" (1 Pedro 1:16; véase también Levítico 11:44-45; 19:2; 20:26). ¡Su esperanza en nosotros es muy clara! Éí declaró: "...¿qué clase de hombres habéis de ser? En verdad os digo, aun como yo soy" (3Nefi27:27). Por consiguiente, la mejor manera de expresar nuestra adoración por Jesús es emulando Su ejemplo. (Véase Neal A. Maxwell, We Talk of Christ, We Rejoice in Christ, Salt Lake City: Deseret Book Co., 1984, pág 145; Hugh B. Brown, The Abundant Life, Salt Lake City: Bookcraft, 1965, pág. 199). Las personas nunca han dejado de seguir a Jesús porque Sus normas hayan sido imprecisas o no muy elevadas. Por el contrario, algunos han descartado sus enseñanzas porque las consideraron demasiado precisas o inalcanzables. Sin embargo, esas bibliotecasud.blogspot.com elevadas normas, cuando se buscan con diligencia, producen una gran paz interior y un gozo incomparable. No hay otro ser que se compare a Jesucristo, ni tampoco exhortación alguna que se asemeje a Su expresión sublime de esperanza: "...quisiera que fueseis perfectos así como yo, o como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto" (3Nefil2:48). Esa gran invitación divina es compatible con el hecho de que, como hijos engendrados de Padres Celestiales, estamos investidos con el potencial de llegar a ser como Ellos; de la misma forma que a los hijos teiTenales les es posible llegar a ser como sus padres terrenales. El Señor restauró Su Iglesia para ayudarnos a prepararnos para alcanzar la perfección. Pablo dijo que el Salvador puso en la Iglesia apóstoles, profetas... y maestros, "a fin de perfeccionar a los santos, ...para la edificación del cuerpo de Cristo: "Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo" (Efesios 4:12-13; cursiva agregada). El hombre perfecto descrito en la cita de Pablo es la persona completa —teleios— ¡el alma glorificada! Moroni enseñó la manera de obtener ese glorioso objetivo. En cualquier época, sus enseñanzas son un antídoto para la depresión y un precepto para alcanzar la felicidad. Yo hago eco a su súplica: "Venid a Cristo, y perfeccionaos en él, y absteneos de toda impiedad... [amad] a Dios con toda vuestra alma, mente y fuerza, entonces... fseréis] perfectos en Cristo... santos, [y] sin mancha" (Moroni 10:32-33). Mientras tanto, hermanos y hermanas, hagamos todo lo que esté a nuestro alcance por tratar de mejorar cada día. Cuando surjan nuestras imperfecciones, continuemos corrigiéndolas; aprendamos a perdonar los defectos en nosotros mismos así como en las personas que amamos; recibiremos consuelo y paciencia. El Señor enseñó: "No podéis aguantar ahora la presencia de Dios...; por consiguiente, continuad con paciencia hasta perfeccionaros" (D. y C. 67:13). No debemos desalentarnos si nuestros esfuerzos más sinceros en busca de la perfección nos parecen demasiado arduos e interminables. La perfección es inminente; llegará en su totalidad únicamente después de la resurrección y sólo por medio del Señor; está en espera de todos los que le aman a El y guardan Sus mandamientos; abarca tronos, reinos, principados, potestades y dominios (véase D. y C. 1.32:19). Es el fin para el cual hemos de perseverar. Es la perfección eterna que Dios tiene reservada para cada uno de nosotros; de lo cual testifico en el nombre de Jesucristo. Amén. • La trama de la fe y del testimonio Presidente Gordon B. Hinckley "El gran propósito de la obra en la que estamos embarcados es ayudarnos en el camino hacia la inmortalidad y la vida eterna." NOTAS 1. La forma femenina del nombre es leída, el término griego de un punto al final de una frase. 2. Algunos de los ejemplos son: * "De la boca de ios niños y de los que maman perfeccionaste la alabanza" (Mateo 21:16; cursiva agregada). " "El discípulo no es superior a su maestro; mas todo el que fuere perfecciona* do, será como su maestro" (Lucas 6:40). En ambos versículos, el término perfecto se deriva de la palabra griega katartizp que significa "equipar, proveer, poner en orden, arreglar, ajustar; formarse o moldearse a sí mismo" —un acto de preparación. .3. En el texto en griego, se utilizó nuevamente el verbo teleiono, esta vez en tiempo futuro: teleiouma. 4- En una revelación moderna, Jesús utilizó un lenguaje semejante al decir. "...bebí, y acabé mis preparativos para con los hijos de los hombres" (D. y C. 19:19; cursiva agregada). 5. Según el diccionario bíblico en inglés, la resurrección significa volverse inmortal, sin sangre, pero con un cuerpo de carne y huesos. ó. José Smith enseñó: "El nuevo nacimiento viene por el Espíritu de Dios mediante las ordenanzas" (Enseñanzas del Profeta José Smilh, pág. 188). 7. telcioo. E sta conferencia ha sido un acontecimiento magnífico. Hemos escuchado en ella a veintiocho discursantes, a ninguno de los cuales se le asignó el tema del que debía hablar: cada uno tenía la libertad de elegir el mensaje que deseara comunicar. En ese sistema, siempre existe el riesgo de la repetición. Pero, qué extraordinario es ver que todo se ha entretejido para formar una hermosa trama de expresiones de fe y testimonio. Siento inmensa gratitud por lo que hemos escuchado. Siento que seré una persona mejor si pongo en práctica los conceptos que se me han recordado en estas sesiones, y les aseguro que también cada uno de ustedes lo será si aplica en su vida algo de lo que ha escuchado en esta grandiosa conferencia. Mis hermanos, sé que ustedes bibliotecasud.blogspot.com oran, y eso es algo maravilloso en esta época en que el hábito de la oración ha desaparecido cié la vida de muchas personas. Suplicar aí Señor para recibir una sabiduría superior a la nuestra, para pedir fortaleza a fin de hacer lo que debamos hacer, para obtener consuelo y expresar gratitud, es una acción maravillosa y trascendental. Sabemos que oran por nosotros y agradecemos esas oraciones, pues nos sostienen y nos recuerdan la gran confianza que ustedes nos tienen. Quiero que sepan que también nosotros oramos por ustedes siempre; oramos para que sean felices y para que, al vivir de acuerdo con eí evangelio, haya amor y paz en su hogar y una abundancia de bondad en su vida. Esa es la esencia de todo lo que hacemos, porque Dios mandó a Su Unigénito Hijo Amado "para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" (Juan 3:16). El gran propósito de la obra en la que estamos embarcados es ayudarnos en el camino hacia la inmortalidad y la vida eterna. Tengan la seguridad de que los amamos. Cada mañana de mi vida agradezco al Señor la restauración del evangelio y la importancia fundamental que tiene en la vida de los fieles Santos de los Últimos Días. Padres, amen a sus hijos y valórenlos. ¡Son tan preciados y tan extremadamente importantes! Ellos son el futuro. Para criarlos, necesitan algo más que su propio conocimiento, necesitan la ayuda del Señor; oren para obtenerla y obedezcan la inspiración que reciban. Ahora, al despedirnos a la conclusión de esta conferencia, les reafirmamos el afecto que sentimos por cada uno de ustedes. Aun los que han transgredido, sepan que los amamos. No podemos aceptar el pecado, pero amamos al pecador. Que Dios los bendiga. Dejo mi bendición con ustedes para que, al andar por la fe, haya paz en su corazón y bondad y alegría en su vida, y que el Espíritu del Señor more con ustedes en su hogar para nutrirlos espiritualmente, junto con sus seres más queridos. En el nombre de Jesucristo. Amen. • ilS REUNIÓN GENERAL DE LA SOCIEDAD DE SOCORRO 23 de septiembre de 1 995 La Sociedad de Socorro: Un bálsamo de Galaad Presidenta Elaine L. Jack Presidenta General de la Sociedad de Socorro "Hermanas, testifico que una de nuestras funciones más importantes como miembros de la Sociedad de Socorro es fortalecernos mutuamente, y de este modo servir mejor a nuestra familia." M i mensaje de hoy es sencillo: sepan, que amo a la Sociedad de Socorro. Conozco el amor, la paz y la unidad que lleva a la vida de las mujeres de esta Iglesia. Esta organización ha sido una fuente de fortaleza para mí y me ha ayudado a criar a mi familia; debido a ella he hecho amistades muy queridas, me ha impulsado a aprender y progresar en el evangelio y me ha servido para mantener la mira puesta en Jesucristo y en lo que Él quiere que haga. Cuando fui llamada como Presidenta General de la Sociedad de Socorro, recibí consejos del presidente Thomas S. Monson. Quisiera bibliotecasud.blogspot.com mencionar una porción de lo que él me dijo: "Vivimos en una época de grandes cambios en el mundo y en la Iglesia, por las modificaciones en los estilos y en las características familiares. Reconocemos que hay muchas familias con un solo padre, otras en las que hay dificultades entre marido y mujer, y más aún, la invasión de las drogas y otros problemas que causan tensión en la familia. En esta hora de necesidad, usted ha sido llamada... para dirigir la organización que puede brindar esa influencia reconfortante, ese bálsamo de Galaad para unir a todas las hermanas de la Iglesia". Esta noche quiero hablar sobre el consejo del presidente Monson: hablar de nuestras familias, de la Sociedad de Socorro y de la forma en que esta gran organización puede ser un bálsamo de Galaad para todas, particularmente en nuestro hogar. Me enteré de dos maestras visitantes que apenas habían empezado a hablar con una hermana en su casa cuando las dos hijas adolescentes de ésta entraron emocionadas, diciendo que iban a la reunión de las Mujeres Jóvenes; el esposo, que también salía para asistir a reuniones esa noche, entretuvo un momento al hijito de tres años que estaba empeñado en acompañar a sus hermanas; otras dos hijas discutían en su habitación sobre cuál video iban a ver. Al irse cada uno a lo suyo, la hermana empezó a llorar y les confesó que había sido una semana muy difícil. Prudentemente, las maestras visitantes le permitieron a la ocupada esposa y madre la oportunidad de desahogarse; ella íes contó todo lo que había acontecido durante la semana y les habló de lo mucho que extrañaba a su madre recién fallecida. Las tres conversaron y expresaron sus ideas en cuanto al evangelio y las dificultades de llevarlo a la práctica todos los días. Las maestras visitantes, una de ellas soltera y la otra divorciada, la elogiaron por todo lo que hacía por criar bien a su familia. La madre se sintió mejor. Los lazos entre ella y las maestras visitantes se fortalecieron y todas se beneficiaron. En el verdadero espíritu de la Sociedad de Socorro, aquellas maestras visitantes fortalecieron a la hermana y a su hogar. A mí también me benefició el hecho. (Por qué? Porque este relato es testimonio de lo que ya sé: de que en verdad la Sociedad de Socorro es un bálsamo, nos une y nos ayuda con nuestra familia. Hermanas, testifico que una de nuestras funciones más importantes como miembros de la Sociedad de Socorro es fortalecernos mutuamente, y de este modo servir mejor a nuestra familia. Nos reunimos juntas; aprendemos las unas de las otras; volvemos al hogar y fortalecemos a nuestra familia; es así de sencillo, pero a la vez muy profundo, que tengamos esta organización como nuestro bálsamo de Galaad. El presidente Boyd K. Packer, en un discurso dirigido a las mujeres de la Iglesia, citó a la Primera Presidencia, diciendo: "Pedimos a nuestras hermanas de la Sociedad de Socorro que jamás olviden que constituyen una organización única en el mundo, pues fueron organizadas bajo la inspiración de) Señor... Ninguna otra organización de mujeres en toda la tierra ha contado con tal excelso origen" ("Una hermandad sin fronteras", Liahcma, marzo de 1981, pág. 70). Esa dirección divina continúa hoy día con el consejo, la guía, el aliento y la inspiración que nos brindan los líderes del sacerdocio. Estoy agradecida por nuestro Profeta, Gordon B. Hinckley, y por las Autoridades Generales de esta Iglesia que rinden honor a la obra de la Sociedad de Socorro. Nos esforzamos por cumplir con el encargo que se nos ha dado de demostrar caridad, de edificar el testimonio del Evangelio de Jesucristo en las hermanas, de fortalecer a las familias de la Iglesia y de destacar la importancia de vivir de acuerdo con el evangelio. Lo hacemos en las reuniones, en el hogar, en nuestras relaciones mutuas. Esta perspectiva espiritual es el bálsamo de Galaad, esa influencia reconfortante de la que habló el presidente Monson, que lleva paz al alma. Llevamos este bálsamo con nosotras en todo momento, y es por eso que tenemos éxito. En estos días hay muy poca paz espiritual. Para muchos, ésta es una época de confusión en cuanto a lo que en verdad es importante en la vida. Siempre se nos presentarán dificultades y asuntos apremiantes que alejen nuestra atención de la obra del Señor. Recuerden, la Sociedad de Socorro es la organización del Señor para las mujeres; es mucho más que limitarse a asistir a una clase los domingos. El prestar servicio en la Sociedad de Socorro hace progresar a todas las hermanas. Una hermana del estado de Virginia escribió esto: "He prestado servicio en casi todos los llamamientos de la Sociedad de Socorro y siento un gran amor por esta organización que me ha educado de diversas maneras. Considero esos años como los más espirituales y felices de mi experiencia en la Iglesia. La Sociedad de Socorro me ha hecho ver que soy una persona de valor" (Loretta H. Ison, Big Stone Gap, Virginia). En la Sociedad de Socorro somos bibliotecasud.blogspot.com fieles a las virtudes que se relacionan con la mujer, la madre, la familia y una vida de rectitud. Al aceptar esa dirección divina, las hermanas de la Sociedad de Socorro pueden emplear este bálsamo de Galaad en tiempos de tribulación. Contamos con las fuentes espirituales de fe, esperanza y compasión, para aplicarlas como bálsamo. En tiempos antiguos, el bálsamo de Galaad era una especia aromática que se utilizaba para sanar y calmar. Provenía de un arbusto o árbol que crecía en los alrededores de Galaad, se usaba como mercancía de trueque y era sumamente popular. La fortaleza del bálsamo se hace evidente en la letra de un himno: Hay bálsamo en Galaad para al herido sanar. El bálsamo de Galaad el pecado del alma va a quitar. (Recreational Songs, 1949, pág. 130). La presidencia de la Sociedad de Socorro desea que todas las hermanas de la Iglesia reconozcan la importancia de su servicio y progresen en la obra que realizan para el Reino de Dios en la tierra. Hermanas, tenemos un sagrado llamamiento. Al dedicarnos a los propósitos de la Sociedad de Socorro, veremos muchos cambios favorables en cuanto a los problemas que afectan nuestros hogares y comunidades. El nombre "Sociedad de Socorro" describe nuestro objetivo: proveer socorro. Aunque las mujeres muchas veces tenemos el deseo y la tendencia natural de tratar de resolver cualquier problema, no somos la "sociedad de soluciones"; somos la Sociedad de Socorro. Comprendemos el poder y la fortaleza de los frutos del Espíritu que se describen en Gálatas: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe (Gálatas 5:22; cursiva agregada). Aunque no nos sea posible eliminar el problema, podemos prestar alivio al que sufre; podemos brindarle seguridad y apoyo, bondad y tranquilidad. Cuando el profeta José Smith sufría en la cárcel de Liberty, escribió lo siguiente en cuanto al bálsamo que recibió de sus amigos: "... aquellos que jamás han sido encerrados dentro de los muros de una prisión sin causa... difícilmente se pueden imaginar cuan dulce es el son de la voz de un amigo. Una señal de amistad, de dondequiera que proviniere, despierta y activa todo sentimiento de simpatía... la voz de la inspiración llega quietamente, y susurra: ...Hijo mío, paz a tu alma..." (Enseñanzas del Profeta José Srnith, pág. 158). El Profeta reconoció la función que cada uno de nosotros tiene de animar, de ayudar y tranquilizar, a fin de mitigar las calamidades de la vida y ser receptivos a la voz del Señor. Ése es el bálsamo que hoy día emplean las mujeres de la Sociedad de Socorro. En esta Iglesia mundial hay innumerables hermanas que ponen a su familia en primer plano: mujeres que leen las Escrituras y las meditan; que siguen el consejo de los profetas que nos guían; que dedican su tiempo a cumplir llamamientos difíciles, los que varían desde organizar campamentos para las Laureles, hasta enseñar los Artículos de Fe a los niños de la Primaria, o saludar a las hermanas que llegan a la Sociedad de Socorro los domingos por la mañana. Y la influencia de todas ellas trae bendiciones al mundo. Gran parte de lo que hacen lo llevan a cabo silenciosamente, hermana por hermana. Siempre ha sido así. Pienso en María, que lavó los pies de Jesús después de Su calurosa y polvorienta jornada, y luego los enjugó con sus cabellos antes de ungírselos con perfumes (véase Juan 12:3); pienso en Dorcas, a quien a veces se menciona como la hermana de la Sociedad de Socorro del Nuevo Testamento, ya que las buenas obras que realizó a lo largo de su vida fueixin causa de que las mujeres lloraran cuando ella murió y que le suplicaran a Pedro que le restaurara la vida (véase Hechos 9:36-39); pienso en Helen, que trabaja conmigo en las oficinas generales de la Sociedad de Socorro: incansable, paciente y gentil, Helen es una fuente de paz que me da consuelo, bibliotecasud.blogspot.com porque sé que siempre puedo contar con su ayuda. He tenido el privilegio de conocer a muchas de ustedes. Gracias por el constante amor que se extienden unas a otras, por su ejemplo y servicio. Gracias por estrecharse la una a la otra, acogiéndose mutuamente en el círculo de hermandad que es el corazón y el alma de una rama, un barrio o una estaca. La quinta Presidenta General de la Sociedad de Socorro, Emmeline B. Wells, describió la influencia de las hermanas cuando dijo: "El sol nunca se pone para la Sociedad de Socorro" ("R.S. Reports: Alpine Stake", Womarís Exponent, agosto de 1904,pág.21). He asistido a reuniones de la Sociedad de Socorro en muchas partes del mundo y sé que el Señor no tiene mejores trabajadores que las buenas mujeres de estas congregaciones. Nuestro bálsamo de Galaad adquiere muchas formas, ya que prestamos servicio tanto con el corazón como con las manos. Recuerdo el informe de una hermana del estado de Georgia, a quien se había dado la asignación de determinar el daño que unas inundaciones severas habían causado a las casas de los miembros de la estaca. Entró en la cocina de una de las casas, caminando entre el fango que le llegaba a los tobillos, y abrió uno de los gabinetes; allí vio enrollada una serpiente extremadamente venenosa; rápidamente cerró la puerta y abrió otro gabinete, en donde se encontró frente a frente con otra culebra; consternada, corrió hasta la planta alta, y allí se topó con un caimán. Esto lo clasificaría yo como caridad heroica. Una madre del estado de Carolina del Norte que había estado bajo el cuidado de las hermanas de la Sociedad de Socorro durante una enfermedad, comentó: "Las herman.as me han enseñado una lección en cuanto al valor de un alma, y el hecho de que, aun cuando nos encontremos despojados de todos nuestros títulos y responsabilidades, somos de valor para nuestro Padre Celestial y la una para con la otra, y que la caridad nunca deja de ser". Dondequiera que estemos, podemos llevar una porción de nuestro bálsamo de Galaad para brindar alivio a los demás. Puede ser algo tan sencillo como el sentarse junto a una hermana que se sienta sola; podría ser un comentario positivo durante una lección, que sirviera de respuesta a la oración de alguna de las presentes; podría ser una mirada de aprobación, ayudar a una criatura a tomar agua del bebedero, enviar una nota por correo o leer las Escrituras con alguien. Podría ser una visita a alguien a quien no hayamos visto en las reuniones y cuyo nombre nos revele la voz apacible y delicada. Estos pequeños actos nos inspiran y hacen que nuestros problemas parezcan menos serios. De hecho, "de las cosas pequeñas proceden las grandes" (D. y C. 64:33). Tanto el que da como el que recibe son bendecidos. Nuestra fortaleza como hermanas de la Sociedad de Socorro es más obvia y más importante en el hogar. La mujer es el centro del hogar. Cualesquiera sean sus circunstancias, ustedes son el corazón de su hogar. Les exhorto a que lo santifiquen, a que den prioridad al fortalecimiento y el cuidado de su familia. Mi hermana y yo hablamos con frecuencia de la familia en que nos criamos. Nacimos de buenos padres. Mi madre era fiel miembro de la Sociedad de Socorro en Cardston, Alberta, Canadá. Cuando yo era joven, sentí la influencia de las hermanas de la Sociedad de Socorro del barrio; me doy cuenta ahora de que siempre podía contar con ellas. Mi querido padre poseía un testimonio inquebrantable, y a los ochenta y ocho años me dio su última bendición del sacerdocio. Nuestros abuelos eran vecinos nuestros, algo que no es muy común hoy día; mi abuelo era el patriarca de la estaca y yo transcribía las bendiciones que él daba, lo cual fue una gran bendición para mí. Mi hermana Jean y yo tenemos recuerdos felices de nuestros años en la casa paterna. El hogar puede ser un refugio sagrado; no sólo ofrece albergue físico sino también un sentido de seguridad, un sentimiento de unidad, de solidaridad con otros miembros de la familia. En el hogar vive la familia y ésta se compone de la madre, las hijas, hermanas, tías y abuelas; también hay en ella abuelos, tíos, hermanos, hijos y un padre. La familia nos brinda nuestros mayores gozos y algunas de nuestras más dolorosas aflicciones; provee un ambiente de aprendizaje, un aula de la cual nunca nos graduamos, pero de la que siempre aprendemos. En el seno familiar aprendemos a reconocer la paz espiritual que se logra al aplicar los principios de la caridad, la paciencia, la integridad, la bondad, la generosidad, el autodominio y el servicio. Estos no son sólo valores familiares, sino que son el modo de vida del Señor. El objetivo de la organización de la Sociedad de Socorro de la Iglesia, según el manual de instrucciones, es ayudar a la mujer y a su familia a venir a Cristo. Esto significa llevar la influencia de Jesucristo a nuestro hogar; significa concentrar nuestra atención en Su Evangelio y encontrar gozo al vivir Sus mandamientos; significa que debemos analizar lo que hacemos con nuestro tiempo y hacer hincapié en llegar a ser una familia que vive en unión y paz. Como ustedes saben, ésta no es tarea fácil. Todos los medios de comunicación comentan sobre el quebrantamiento o incluso ía desaparición de la familia. Las presiones económicas obligan a las familias a tomar decisiones difíciles; hay factores que nos tiran en diferentes direcciones, y aun así, no debemos desviarnos de los principios del evangelio. Quizás nuestros esfuerzos pasen inadvertidos, pero valdrán la pena. La familia es la estructura básica de nuestra vida aquí y en las eternidades. El hecho de que la familia sea sellada indica la importancia central que tiene en el plan del Señor. Y la mujer tiene una función clave en la familia: nosotras establecemos el espíritu que reina en nuestro hogar; bibliotecasud.blogspot.com establecemos el modelo para el diario vivir; establecemos las normas para tratar a los demás; somos maestras, consejeras, confidentes, defensoras y compañeras. En la Sociedad de Socorro contamos con un largo y significativo antecedente de dar prioridad a la familia. La "clase para las madres" fue la primera lección regular que se enseñó en la Sociedad de Socorro. Iniciadas en 1901, estas lecciones formaban el curso original de Educación para la Madre, el cual tenía como propósito ayudar a las hermanas a administrar el hogar, inspirar a sus hijos, enseñar el evangelio y vivir en forma ejemplar, tal como lo hacemos en la actualidad. En la Sociedad de Socorro de hoy día, enfocamos una lección del mes en las necesidades del hogar y la familia. Pero eso no es todo. El hogar y la familia son el foco central de referencia de todas las lecciones. Debido al gran amor que sentimos por nuestra familia, ésta a veces nos causa dolor o aflicción. Tenemos el ejemplo de Lehi y Saríah. ¿Cómo se habrán sentido con las riñas constantes de Laman y Lemuel? Cuando José fue vendido para Egipto, ¿qué habrá pensado de sus hermanos? ¿Deseaba en realidad la reina Ester oír estas palabras de su tío Mardoqueo: "¿Y quién sabe si para esta hora has llegado al reino?" (Ester 4:14). La familia significa asumir responsabilidad el uno del otro. Esta primavera, mi nieto de siete años, David, me llamó para invitarme a un concierto en el que me dijo que iba a tener un papel estelar. Era el martes, mi día más ocupado, pero le prometí que trataría de asistir. El día del programa, estuve ahí, esforzándome junto con los padres de él por encontrarlo en aquel mar de rostros que llevaban puestas orejas del ratón Mickey [Miguelito]. En efecto, tenía un solo; cada niño de la clase tenía un solo. Pero la recompensa llegó al final del programa cuando él corrió por el pasillo, diciendo: "Abuela, sabía que vendrías". Una amiga me habló reciente- mente de su padre, que había sufrido un ataque apoplético. Ella había enfrentado un período difícil, tratando de determinar la mejor manera de cuidarlo y ofrecerle apoyo, y a la vez considerar a su madre, que gozaba de buena salud y todavía tenía la perspectiva de disfrutar de la vida y de sus nietos. En la conversación, mi amiga comentó en cuanto al sentimiento de admiración que le llenaba el alma durante ese tiempo: "He descubierto que me gusta aprender de él, observarlo mientras lucha con este difícil proceso de su cuerpo que se envejece". Nuestra familia puede permanecer unida en los tiempos más difíciles; esto lo aprendemos bien de una de las experiencias más dolorosas en la historia del mundo: la crucifixión de Jesucristo, el Hijo de Dios. En Juan leemos: "Estaban junto a la cruz de Jesús su madre, y la hermana de su madre" (Juan 19:25). Estaban juntos como lo habían estado durante Su vida. Mis pensamientos se remontaron a aquellos primeros años en que María y José criaron a aquel niño tan extraordinario. Me imagino a María confortando al niño Jesús con las palabras de consuelo tan naturales para nosotras, las madres: "Aquí estoy". Y luego, en ese momento más dramático de todos los tiempos, ahí estaba la madre, María. Ella no pudo aliviarle el dolor en ese momento, pero en cambio podía estar a Su lado. Jesús, en un tributo, ofreció estas grandiosas palabras: "...Mujer, he ahí tu hijo. Después dijo al discípulo: He ahí tu madre" (Juan 19:26-27). Mis hermanas de la Sociedad de Socorro, somos las poseedoras del bálsamo de Galaad. Que la hermandad de la Sociedad de Socorro las conforte y bendiga. Les reitero mi apoyo en todo lo que hacen por su familia y con ella. Ruego que sientan la influencia reconfortante del bálsamo de la Sociedad de Socorro. Les testifico que Dios vive, que Jesucristo es Su Hijo y que Su evangelio ha sido restaurado en estos últimos días. En el nombre de Jesucristo. Amén. D Formemos una red viviente Chieko N. Okctzaki Primera Consejera de la Presidencia General de la Sociedad de Socorro "Todas somos literalmente hermanas espirituales. Toda Sociedad de Socorro debe ser un lugar donde se junten hermanas que se aprecien entre sí." M is queridas hermanas, ¡Aloha! Al expresar nuestras ideas esta noche en cuanto a lo que podemos hacer para fortificar a toda familia, quiero hablar de la forma en que la Sociedad de Socorro ofrece ayuda entrelazándonos en una fuerte hermandad para lograr esa meta. Ésta es una red, una red de pescador que mi padre, Kanenorí Nishimura, hizo en Hawai hace muchos años. La he tenido en mi posesión desde que él murió, hace treinta años, y yo la aprecio ya que me recuerda de él. Para mí, ese momento en que se lanza la red es de belleza supi'ema. Me encantaba ver a mi padre de pie sobre una roca de la playa, con la red en las manos; luego, con un movimiento fuerte y bibliotecasud.blogspot.com elegante y con la agilidad de un bailarín, lanzaba hacia arriba y a la distancia la red, que se abría en vuelo como un abanico o un paraguas, para luego caer sobre los peces que saltaban sobre las olas como flechas plateadas. Las pesas que había en el borde de la red hacían que ésta se hundiera lentamente hasta el fondo, aprisionando a los peces. Luego, mi padre se metía en el agua y recogía la red del fondo, juntando los extremos en sus manos, hasta poder levantarla como si fuera una bolsa. Después, subía a la playa, sosteniendo en las manos la red mojada llena de peces que se retorcían, la extendía y rápidamente escogía uno para nuestra cena y para el día siguiente, y muchas veces uno o dos peces para nuestros vecinos; el resto los devolvía al mar. Quiero comparar nuestra hermandad en la Sociedad de Socorro con esta red. Nuestro Profeta es quien lanza la red, dirigiendo la Sociedad de Socorro en su misión; y hay tres formas en que la Sociedad de Socorro funciona como una red: primero, toda persona es importante, tal como cada una de las cuerdas que forman la red es importante. Segundo, la red necesita buen cuidado. Y tercero, el propósito de la red es pescar en abundancia. Mi padre elegía los peces que quería y devolvía el resto, pero el evangelio nos enseña que toda persona es un hijo apreciado y de gran valor para sus Padres Celestiales. Todas somos literalmente hermanas espirituales. Toda Sociedad de Socorro debe ser un lugar donde se junten hermanas que se aprecien entre sí, sin elegir a algunas y apartar a las otras. Todas merecemos que se nos aprecie. En el caso de los peces de mi padre, la red los sacaba de su ambiente natural al aire donde morían. Pero el evangelio nos junta en un ambiente donde experimentamos el aprecio, la bondad, el amor, el servicio, la instrucción y el cuidado de unos por otros que nos permite darnos una idea de lo que ha de ser el cielo. En realidad, somos los peces, somos la red y somos los pescadores, simultáneamente. El segundo punto sobre la red que se aplica a nuestra hermandad es que no apareció por accidente ni espontáneamente. Costó trabajo. Mi padre hizo esta red con sus propias manos; compró el material adecuado en la tienda del pueblo y luego pasó muchas horas por las noches, después del trabajo, y los fines de semana, trabajando pacientemente. Comenzó por este cuadrado aquí, que sería el centro de la red; luego siguió hacia afuera en círculo, anudando con gran paciencia cada cuadrado del tamaño preciso para poder pasar por él un dedo pulgar. En cada esquina hizo un nudo llano para que cada cuadrado de la malla fuera sólido y fuerte; así, si una hebra se enganchaba en una piedra o se rasgaba por ser débil, los cuadrados que rodeaban a ése no se deshacían. Todos los demás se mantenían fuertes y firmes. Cada vez que mi padre usaba la red, la cuidaba. Cuando llegaba a casa, la enjuagaba en agua dulce para impedir que el agua salada debilitara o carcomiera las fibras; luego la colgaba en la cerca, estirando las arrugas con cuidado para que se secara rápida y uniformemente. Una vez seca, y antes de doblarla y guardarla, la inspeccionaba con detención; si un nudo parecía flojo o si una cuerda estaba gastada, la reparaba de inmediato, antes de que el daño se hiciera peor. Una red como ésta duraba muchos años y se mantenía fuerte, porque él siempre la cuidaba. Esto también, pasa cuando nos apreciamos y nos cuidamos unas a otras. De la misma manera que mi padre no siempre podía evitar las piedras al lanzar la red, tampoco nosotras podemos impedir que a veces haya roturas y daño; pero podemos asegurarnos de cuidar y remendar nuestras redes cada vez que las usemos y cuando estén dañadas. Miren alrededor del salón en que se encuentran reunidas, a las hermanas que están con ustedes. Todas forman parte de una hermandad, investidas con muchas fortalezas y bendiciones. Estas fortalezas incluyen miles de matrimonios felices, testimonios fuertes, compañerismo en el hogar con un poseedor digno del sacerdocio, hijos que estén aprendiendo el evangelio y lo amen, miles de horas de servicio caritativo prestado de buena voluntad y con sensibilidad, testimonios fuertes de los principios del evangelio, estudio regular de las Escrituras, obispos y otros líderes del sacerdocio que se preocupan por los miembros, oportunidades para servir en el barrio y la estaca, y la bendición de escuchar palabras inspiradas de nuestro amado Profeta, el presidente Hinckley, especialmente esta noche. Todas tenemos una visión clara del hogar ideal, uno que se base en el bibliotecasud.blogspot.com evangelio, y las mujeres de la Iglesia tratan de lograrlo, lo añoran, oran por él y se regocijan por tenerlo. Pero uno de los propósitos de esta vida terrenal, que forma parte del plan del evangelio, es que experimentemos tanto lo bueno como lo malo, para que aprendamos de esa manera a tomar decisiones sabias. Muchas de estas experiencias son dolorosas. En la mayoría de las congregaciones de hermanas, aun en aquellas personas y hogares que aparentan ser ideales, existen corazones rotos y grandes dificultades que no se ven; algunas de ustedes son víctimas del abuso y otros actos de violencia; la muerte o el divorcio pueden ocurrir en cualquier hogar; el sufrimiento surge del potencial desperdiciado, de una fe que falle, de las acciones de un ser querido que haya empleado su albedrío para tomar terribles decisiones que les hayan hecho daño a él y a otras personas. En su familia o en la familia de un allegado, ¿hay alguien que sufra de enfermedades crónicas mentales, físicas o emocionales? ¿alguien adicto a las drogas o el alcohol/ ¿Hay inseguridad económica, soledad, tristeza o desaliento? Muchas hermanas están en segundas nupcias, con la triple complicación de reponerse del fracaso del primer matrimonio, de tratar de edificar un segundo matrimonio fuerte y de ser también madres, aunque sea ocasionalmente, para los hijos del primer matrimonio de su esposo. Toda familia, ya sea con problemas que parezcan eternos o bendecida por circunstancias ideales, es una familia de valor, preciada y querida. El Salvador quiere que tengan éxito. Nuestro Padre Celestial las ama. Nosotras las amamos. Oramos por que tengan fuerza y reciban la ayuda que necesiten y que puedan prestar ayuda a otros. El tercer punto de comparación es que nuestra relación con los demás, tal como la red de mi padre, tiene como fin brindarles una abundancia de multitud de bendiciones, de copioso amor y de gracia indescriptible. La red que mi padre hizo era para utilizarla en ía playa, pero recuerden la hermosa historia que está en Lucas, de cuando el Salvador le dijo a Pedro: "...Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar" (Lucas 5:4)¿Recuerdan lo que pasó? Las redes se llenaron de tantos peces que corrían peligro de romperse, y ellos hicieron servas a otros para que fuesen a ayudarles y ambas barcas casi se h u n d i e r o n bajo el peso. Las Escrituras no dicen lo que hacía Jesús mientras los maravillados pescadores sacaban un número mayor de peces de lo que jamás habían sacado en toda su vida, pero me imagino que los observaría sonriente. Saben, lo mejor de una playa es todo io que pasa allí. Hay personas tomando el sol o jugando a la pelota o asando carne; hay cangrejos caminando de costado sobre sus pequerías patas frágiles y hay plantas marinas que arrastra la marea. Las gaviotas vuelan sobre las olas para pescar algún pez que ande cerca de la superficie. En otras palabras, se puede pasar toda la vida en la playa y siempre será hermosa e interesante, porque hay cosas interesantes y bonitas que suceden allí en todo momento. Pero el Salvador quiere que vayamos a lo más profundo, "mar adentro", porque El tiene tesoros para nosotras que simplemente no existen ni pueden existir en la arena, la espuma o la actividad constante de la playa. El Salvador dice: "Si pides, recibirás revelación tras revelación, conocimiento sobre conocimiento, a fin de que conozcas los misterios y las cosas apacibles, aquello que trae gozo, aquello que trae la vida eterna" (D. y C. 42:61). Y la experiencia de Pedro, Santiago y Juan nos dice que necesitamos compañeros que nos ayuden para poder recibir esa abundancia. En Salmos 42:7 dice: "Un abismo llama a otro..." Ese "abismo" no es solamente un profundo conocimiento del evangelio sino también lo profundo de ustedes mismas. Espero que parte de su personalidad sea como la playa, donde hay juego, sonrisas y sol. Pero también espero que haya una parte dentro de ustedes que quiera dejar ese lugar superficial y arenoso y entrar en lo profundo. A veces, aun cuando no queramos, las fuertes corrientes de la vida terrenal nos llevan a lo profundo, al abismo de penas y sufrimiento y a un examen de conciencia. En ese abismo descubrimos quiénes somos verdaderamente y quién es el Salvador. Hermanas, nosotras, las de la presidencia de la Sociedad de Socorro sabemos de sus cargas. Oramos en todas nuestras reuniones para que sean fortalecidas personalmente, para que puedan proveer fortaleza a su familia, sus amistades, al barrio y a la comunidad. Nos emociona su firme valor y su ánimo; sufrimos con su dolor y nos sentimos humildes ante su fe; nos alienta su amor. Compartan su valor, su fe y su amor las unas con las otras. Fortalézcanse ustedes mismas y den fuerzas a otras. Creen una red viviente de apoyo fraternal. Todas tenemos días en que aguantamos bien la carga, pero hay días en que nos resulta tan pesada que parece que nos aplasta. Algunas de ustedes ya saben de la enorme fuerza que se obtiene cuando se comparten las cargas con alguien que las quiera. Algunas están intentando sobrellevarlas solas o luchando con una más pesada aún: la de no reconocer que la carga existe. Hermanas, les pido que reconoz- bibliotecasud.blogspot.com can que nadie puede llevar por ustedes sus cargas, excepto eí Salvador, pero comprendan también que cada una de nosotras puede aliviar una carga si la comparte. No traten de sobrellevarlas solas y no dejen a otra hermana hacerlo sola. Reconozcan que estamos en esta vida por nuestra libre elección para tener experiencias tanto de gozo como de sufrimiento, Existe una diferencia entre confiar las penas y hacer un problema público. Les pido que sean sensibles a los problemas de sus hermanas, que siempre que sea posible ofrezcan una mano para aliviar una carga, que presten un oído atento cuando el hablar de un problema pueda llevar consuelo a un corazón agobiado; y que ustedes mismas busquen una amiga compasiva que sepa entenderlas y fortalecerlas en tiempos difíciles. De esta manera, lanzamos nuestras redes, reforzamos los nudos y mantenemos nuestra hermandad íntegra y sana. Hermanas, para concluir, recuerden la red de mi padre y edifiquen una red viviente en sus Sociedades de Socorro. Se necesita valor, fe y amor para hacer frente a todos los problemas que se presentan en nuestras respectivas familias. Las relaciones de padres e hijos están basadas en relaciones más profundas y antiguas de hermanos eternos, hijos de un Padre Celestial que nos ama y se preocupa por nosotros, y que espera que aumente nuestra fe, que nuestro valor edifique a los demás y que amemos a nuestros sem.ejan.tes tal como Él nos ama a nosotros. En las palabras del apóstol Pablo: "Y el Señor os haga crecer y abundar en amor unos para con otros, y para con todos, como también lo hacemos nosotros para con vosotros, "para que sean afirmados vuestros corazones, irreprensibles en santidad delante de Dios nuestro Padre, en la venida de nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos" (1 Tesalonicenses 3:12-13). Que así sea, lo pido en eí nombre de Jesucristo. Amén. ¿Cuál es la función de la Sociedad de Socorro? Aileen H. Clyde Segundo Consejero de la Presidencia General de lo Sociedad de Socorro "La Sociedad de Socorro fue organizada por un Profeta de Dios, José Smith, y ha sido guiada... por un Profeta, para que seamos verdaderas discípulos de Jesucristo." E sta noche, en la presencia de nuestro Profeta y sus consejeros, con gratitud recordamos y testificamos al mundo que la Sociedad de Socorro fue divinamente organizada por un amoroso Padre Celestial por medio del profeta José Smith, y testificamos que aún la guían los profetas de Dios. Siento humildad al estar con ustedes en esta reunión general de la Sociedad de Socorro para escuchar los consejos del presidente Gordon B. Hinckley, nuestro profeta para nuestra época. Necesitamos su voz que nos guíe ahora, tal como nuestras hermanas necesitaron la intervención de un Profeta en 1842, cuando en Nauvoo presentaron a José Smith la constitución para una sociedad femenina de benevolencia. Fueron a hablar con el Profeta y le pidieron su consejo sobre el deseo que tenían de servir en el reino y organizarse de acuerdo con ese plan. Él les dijo que tenía algo mejor para ellas: una orden y un propósito que precisaba el liderazgo del sacerdocio a fin de que sus buenos deseos dieran aún mejores frutos. Muchas organizaciones compiten por nuestro tiempo. De hecho, nuestros llamamientos en las varias organizaciones de la Iglesia pueden hacernos pensar que por ahora "no estamos trabajando en la Sociedad de Socorro" o podemos decir: "Cuando estaba en ía Sociedad de Socorro". Hermanas, las que somos miembros de la Iglesia siempre formamos parte de la Sociedad de Socorro. No es raro que las mujeres, especialmente las que son nuevas en la Iglesia o en la organización, pregunten: "¿Cuál es la función de la Sociedad de Socorro?", "¿Por qué debo participar?", "¿Cómo me puede ayudar?" Todas podemos sacar provecho de reflexionar sobre estas preguntas y sobre las respuestas que nos han dado nuestros profetas y que nos darán en lo futuro en ocasiones como ésta. Simplemente, participamos en la Sociedad de Socorro porque sabemos que ésta es la organización de Dios para nosotras y porque tenemos la firme convicción de que, tal como Él prometió por medio de Su bibliotecasud.blogspot.com Profeta, "nos.regocijaremos y desde hoy empezaremos a recibir conocimiento e inteligencia" (History of the Church, 4:607; citado en History of Relief Society, 1842-1966, Salt Lake City: The General Board of Relief Society, 1966, pág. 21). O, como dijo la madre del Profeta: "La Sociedad de Socorro es donde podemos instruirnos unas a otras y apreciarnos para poder sentarnos juntas en el cielo" {libro de actas de la Sociedad de Socorro femenina de Nauvoo, 24 de marzo de 1842; citado en History of Relief Society, 1842-1966, pág. 20). Hermanas, necesitamos recibir instrucción, ser apreciadas y saber apreciar a otros. Todos los maestros y los alumnos más preparados conocen la relación entre estos dos principios. No podemos enseñar a los que no queramos; ni tampoco podemos aprender de aquellos que no nos quieran. Consideremos el poder mismo de los medios de comunicación modernos, que prometen un sistema que facilitará dicha comunicación entre todos los países y seres del mundo, pero que, a la vez, son causa de mucha preocupación pública por el temor de estar aislándonos cada vez más unos de otros. Aun en nuestra vida privada, en los barrios de la Iglesia y también en nuestra familia, nos sentimos aisladas o privadas del cariño de los demás porque no tenemos ni el tiempo ni un motivo bastante fuerte para cruzar el pasillo o la calle a fin de saludarlos; y a otros les pasa lo mismo. Es esa falta de relación entre nosotras, ese vacío que cada día se hace más grande en la familia y en el barrio, lo que hace que sea cada vez más importante participar en la Sociedad de Socorro. Pedro dio instrucciones fuertes a los santos de su época, las que se aplicaban tanto a los hombres como a las mujeres, y repito algo en particular de lo que dijo que nos concierne a nosotras: "...tened entre vosotros ferviente amor... "Hospedaos los unos a los otros sin murmuraciones. "Cada [una] según el don que ha recibido, minístrelo a [las] otr[a]s, como buen [a] s admínistrador[a]s de la multiforme gracia de Dios" (1 Pedro 4:8-10). Cómo quisiera poder transferir el poder de ese pasaje de las Escrituras a todas las futuras reuniones de la Sociedad de Socorro. Ojalá sucediera algo en cada una de esas reuniones para que toda mujer presente — ya sea casada o soltera, que trabaje en el hogar o fuera de él, que por el momento sienta seguridad o desesperanza— sintiera el Espíritu del Padre Celestial y amor y aliento verdaderos de sus hermanas. Recuerden, mis hermanas, "la caridad nunca deja de ser". Éste es más que nuestro lema, es una comisión divina. Como hermanas, amémonos unas a otras y a nuestros hermanos en esta gran obra; y demostrémoslo por medio de nuestra caridad y fe. "...Allegaos, pues, a la caridad, que es mayor que todo... "...y permanece para siempre; y a quien la posea en el postrer día, le irá bien. "Por consiguiente, [amadas hermanas mías], pedid al Padre con toda la energía de vuestros corazones, que seáis llen[a]s de este amor que él ha otorgado a todos los que son discípulos verdaderos de su Hijo, Jesucristo..." (Moroni 7:47-48). La Sociedad de Socorro fue organizada por un Profeta de Dios, José Smith, y ha sido guiada desde aquel entonces, y lo es hoy en día, por un Profeta, para que seamos verdaderas discípulas de Jesucristo. Esa es la respuesta a la pregunta: "¿Por qué existe la Sociedad de Socorro/" Es por eso que participamos en ella y esto es lo que puede brindarnos: una instrucción más perfecta acerca de las obligaciones y promesas, o sea, los convenios que hemos hecho de ser discípulas del Señor. O, como José Smith enseñó a las primeras hermanas que se reunieron en 1842: "La Sociedad de Socorro de las hermanas existe no sólo para dar alivio al pobre, sino para salvar almas" (Enseñanzas del Profeta José Smith, pág. 293). ¿Qué significa salvar almas? Les daré un ejemplo de los muchos de que he sido testigo al andar entre ustedes: Una hermana de África del Sur me dijo una vez que cuando murió su esposo y tuvo que criar a sus seis hijos sola, se apoyó en las enseñanzas de la Biblia para recibir dirección. Muchas veces meditaba sobre el significado de Proverbios 13, versículo 24, que comúnmente se interpreta como: "Si no se castiga al niño, se le malcría". Cuando se hizo miembro de la Iglesia, recurrió al Libro de Mormón para mayor entendimiento y encontró que existe otra manera mejor de criar a los hijos: la de enseñarles la palabra de Dios que nos lleva al árbol de la vida. Entonces entendió que el no corregirles en este sentido sería realmente malcriar a sus hijos y que debe poner su hogar en orden y llevarles la luz del evangelio para salvar sus almas. Vi a la hermana Mavimbela hace poco, cuando recibió un premio en la Universidad Brigham Young; ahora se ha fijado metas aún más altas. Al conversar con ella, me dijo que por haber participado en la Sociedad de Socorro, en Soweto, ha aprendido a emplear los métodos bibliotecasud.blogspot.com que en ella se enseñan para ayudar al prójimo en la comunidad. Basándose en la práctica de tener maestras visitantes y en los principios del programa de bienestar, que se describen en el manual El proveer conforme a la manera del Señor, ha supervisado a más de mil niños para que aprendieran a trabajar en huertos y cosechar alimentos para ellos mismos y para otros. Además, ha reclutado la ayuda de más de doscientas cincuenta abuelas de su comunidad que ayuden en las muchas tareas esenciales para el bienestar temporal y espiritual de los niños y para fortalecer a la familia. La hermana Mavimbela está salvando almas. Está en la misma categoría de esas otras grandes mujeres, como Eliza R. Snow, Phoebe Kimball y Zina D. H. Young, quienes hacían visitas a las hermanas de Nauvoo con el propósito de dar comida a las familias necesitadas y de apoyar a los faltos de fe en épocas difíciles. Para eso es la Sociedad de Socorro: para que seamos mujeres que alimenten tanto el cuerpo como el alma; para que sepamos "cómo socorrer a los del... pueblo [de Dios], de acuerdo con las enfermedades de ellos" (Alma 7:12). Esta es la obra que realizó nuestro Salvador y es la obra para la cual Él nos llamó cuando estableció esta organización bajo la dirección del sacerdocio. Esta simple explicación de lo que hace la hermana Mavimbela no significa que su obra sea fácil. Estos son tiempos complicados, ya sea que vivamos en Soweto o en San Francisco, en Sapporo o Sao Paulo. De hecho, son tan complicados que "...engañarán, si fuere posible, aun a los mismos escogidos, que son los escogidos conforme al convenio" (José Smith—-Mateo 1:22). Lo que hará imposible que Sus discípulos sean engañados es la capacidad que tengan de discernir la voz de la verdad de entre todas las demás que exijan nuestra obediencia. La palabra dé Dios que se nos da en las Escrituras es, de cierto, una barra de hierro que nos lleva a la vida eterna. Ahí vemos la verdad; podemos asirnos a ella tal como se ha hecho a través de las generaciones. Pero no toda verdad es fácilmente aceptada; es preciso que la reconozcamos una vez que la encontremos. El Espíritu tiene que testificarnos de estas cosas, o sea, hacer que las reconozcamos como verdaderas; hacernos sentir que vienen de Dios. Consideremos la imagen del Salvador cuando habló de la necesidad de discernir la verdad. El compara el reconocer la verdad con recibir "agua viva", es decir, agua que es buena para beber, agua pura, de vertiente. Él le dijo a la mujer que fue a sacar agua del pozo: "...Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva" (Juan 4:10). Cuando pienso en pozos y aguas que salvan la vida, también pienso en Agar (véase Génesis 2.1:14-20). La historia de su familia es complicada, puesto que ella se vio forzada a vivir sola en el desierto de Beerseba con su pequeño hijo, Ismael. Al pasar cierto tiempo, se terminaron el agua y el pan que había llevado consigo al desierto, y ella y su hijito sintieron mucha hambre. Al no poder soportar oír el llanto de su hijo, el registro nos dice que lo "echó... debajo un arbusto, y se fue y se sentó enfrente, a distancia de un tiro de arco" (vers. 16). bibliotecasud.blogspot.com Allí alzó su voz y lloró. En respuesta, un ángel de Dios le habló para consolarla y le aseguró que Dios no se había olvidado de ella. Y dice que "Dios le abrió los ojos, y fio una fuente de agua" (vers. 19; cursiva agregada). Es preciso que nosotras, como Agar, veamos "la fuente de agua". Como la mujer en el pozo, debemos pedirle al Señor: "...dame esa agua, para que no tenga yo sed" (Juan 4:15). Este es el propósito de la Sociedad de Socorro. Nos enseña, como hijas de Dios, a ver y pedir lo que necesitemos del Señor a fin de no volver a tener sed. Recuerden la promesa que el profeta José Smith nos hizo: que por medio de esta Sociedad, "nos regocijaremos y desde hoy empezaremos a recibir conocimiento e inteligencia". Debemos vivir de tal manera que podamos recibir esa promesa. No la recibiremos si nos apartamos "a distancia de un tiro de arco". Hermanas, les pido que sean unidas, que se amen y aprecien unas a otras para que el Espíritu les enseñe "la verdad de todas las cosas" (Moroni 10:5). Instruyanse unas a otras. Empleen el discernimiento que Dios les ha dado por medio del Espíritu Santo. Escuchen para oír Su voz de inspiración. Las exhorto a buscar instrucción en la palabra de Dios, tanto en las Escrituras y las palabras de los profetas de la antigüedad, como en las expresadas esta noche por nuestro Profeta actual. Vean el pozo. Pidan agua para no tener sed. Obtengan las promesas que un amoroso Padre Celestial les ha hecho por medio de la expiación de Su Unigénito, el que prometió: "mas el que bebiere del agua que yo daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna" (Juan 4:14). Testifico que esto es verdadero, que estamos unidas en Su Iglesia por medio de Su sacerdocio, para poder edificar Su reino en la tierra y regocijarnos en nuestro conocimiento de Él. Y esto lo digo en el nombre de Jesucristo. Amén. Permanezcan firmes frente a las asechanzas del mundo Presidente Gordon B. Hinckley "Que el Señor las fortalezca para que puedan hacer frente a los problemas de nuestros días; que El les dé una sabiduría superior a la humana a fin de que puedan luchar con los problemas que constantemente enfrentan." M is queridas hermanas, me siento muy privilegiado por la invitación de participar en esta reunión. Mi amada compañera, Marjorie, sabría dirigirles la palabra mejor que yo. Le rindo honor por ser la que es miembro de la Sociedad de Socorro en nuestra familia y gracias a ella y a sus actividades, mi aprecio por esta gran organización ha aumentado. Esta ha sido una reunión maravillosa. Recomiendo a todas ustedes que pongan en práctica todo cuanto hemos escuchado de estas hermanas líderes tan capaces. Tenemos total confianza en ellas. Qué congregación tan extraordi- naria de mujeres son ustedes. Hay tres millones y medio de hermanas como ustedes, que viven en muchas tierras y hablan una diversidad de idiomas, pero comprenden con unidad de corazón; cada una es una hija de Dios. Reflexionen en todo el maravilloso significado de esta verdad suprema. El, nuestro Padre Eterno, les ha bendecido con poderes milagrosos tanto mentales como físicos. Su intención fue siempre que ustedes fueran la corona gloriosa de Sus creaciones. Les hago recordar las palabras que el profeta José Smith declaró a las mujeres de la Sociedad de Socorro en abril de 1842: "Si ustedes son dignas del privilegio que se les ha dado, no se les podrá impedir a los ángeles que sean sus compañeros" (Libro de actas de la Sociedad de Socorro, 28 de abril de 1842, Archivos de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días). ¡Qué maravilloso potencial se encuentra en ustedes! Esta noche contemplo a las hermosas jóvenes, que sueñan con una vida llena de logros y felicidad; contemplo a las madres, cuyo corazón abriga inquietudes en cuanto a su hogar y sus hijos; contemplo a las madres que están solas para criar a sus hijos, que tienen cargas muy bibliotecasud.blogspot.com pesadas, y que, en su soledad, suplican y oran pidiendo fortaleza y compañerismo; contemplo a las abuelas y bisabuelas, que tienen muchos años de experiencia, que han capeado las tempestades de la vida y han tenido múltiples experiencias profundas con el correr de los años, algunas amargas y otras dulces. Me siento agradecido por la presencia de cada una de ustedes. Les agradezco su fortaleza y fidelidad, su fe y amor, y la resolución que han tomado en su corazón de andar con fe, guardar los mandamientos, y hacer lo que es correcto en todo momento y en toda circunstancia. Yo creo que ésta es la mejor época para las mujeres en toda la historia del mundo. En cuanto a las oportunidades para recibir una educación, a la capacitación de sus manos y mentes, nunca ha habido otra época en la que las puertas de la oportunidad hayan estado tan abiertas para ustedes como lo están ahora. Pero tampoco hemos tenido otra época, por lo menos de las últimas, en la que hayan tenido que enfrentar problemas tan complicados. No necesito hacerles recordar que vivimos en un mundo de confusión, uno en el que los valores éticos están cambiando. Hay voces tentadoras que llaman en ésta o aquella dirección y hacen que se traicionen las normas de comportamiento comprobadas por el paso del tiempo. Las bases morales de nuestra sociedad se han debilitado considerablemente. Gran parte de la juventud del mundo, e igualmente muchos de los adultos, escuchan tan sólo las voces que invitan a la gratificación de los deseos personales. Ustedes, las jóvenes solteras, enfrentan tremendos problemas y bien sabemos que no es nada fácil. No tengo palabras con qué expresarles mi agradecimiento en la forma que se lo merecen por su determinación de vivir de acuerdo con las normas de la Iglesia, de andar con la fortaleza de la virtud, de mantener la mente por encima de ía inmundicia moral que parece moverse como una inundación por el mundo. Gracias por reconocer que hay una mejor opción. Gracias por la voluntad que tienen para decir no. Gracias por la fortaleza para apartarse de la tentación y mirar más allá, hacia la resplandeciente luz de su potencial eterno. Cuan amargos son los frutos de apartarse de las normas de la virtud. Las estadísticas son aterradoras. Más de una cuarta parte de todos los niños nacidos en los Estados Unidos nacen fuera de los lazos matrimoniales, y la situación se hace más seria día tras día. De las adolescentes que tienen hijos, un 46 por ciento buscará la ayuda económica del gobierno en los próximos cuatro años; de las adolescentes que tienen hijos y no son casadas, un 73 por ciento recurrirá al amparo del gobierno en cuatro años (véase Starting Points— Meetíng the Needs of Our Youngest Chitaren, Nueva York: Carnegie Corporation, 1994, págs. 4, 21). Yo creo que todo niño debería tener la bendición de nacer en un hogar donde sea bienvenido, amado y bendecido con padres, un padre y una madre que sean fieles el uno al otro y a sus hijos. Estoy seguro de que ninguna de ustedes jóvenes querrán nada menos que eso. Permanezcan firmes frente a las asechanzas del mundo. Los creadores de nuestros medios de entretenimiento, Sos proveedores de gran parte de nuestra literatura, quieren que ustedes crean lo contrario. La sabiduría acumulada durante siglos declara con certeza y claridad que la felicidad más grande, la seguridad más grande, el mayor estado de paz mental, los más profundos depósitos de amor, los experimentan sólo los que siguen las normas de virtud, probadas por el tiempo, antes del matrimonio, y de fidelidad total dentro del matrimonio. Es nuestra oración que, al recorrer ustedes los senderos de la vida, caminen por sendas de rectitud y tengan la fortaleza de vivir de acuerdo con las normas sagradas, aunque esos senderos sean estrechos. Hay quienes quieren que creamos en la validez de lo que llaman matrimonio del mismo sexo. Deseamos expresar nuestro amor por los que luchan con sentimientos de afinidad hacia los de su mismo sexo. Oramos al Señor por ustedes; nos compadecemos de sus padecimientos, los consideramos nuestros hermanos y hermanas. Sin embargo, no podemos aceptar prácticas inmorales de su parte de la misma forma en que no podemos aceptarlas de ninguna otra persona. A ustedes, las esposas y madres, que trabajan para m a n t e n e r un hogar estable donde reine un ambiente de amor, respeto y aprecio, les digo: Que el Señor les bendiga. Sean cuales sean sus circunstancias, caminen con fe. Críen a sus hijos en la luz y la verdad; enséñenles a orar mientras son niños; léanles las Escrituras aun cuando no puedan comprender todo lo que les lean; enséñenles a pagar el diezmo y las ofrendas del dinero que ganen desde la primera vez que lo reciban. Hagan que esta práctica llegue a ser un hábito para ellos. Enseñen a sus hijos a honrar a la bibliotecasud.blogspot.com mujer; enseñen a sus hijas a ser virtuosas. Acepten responsabilidades en la Iglesia y confíen en que el Señor las hará capaces de desempeñar cualquier llamamiento que reciban. Su ejemplo será un modelo para sus hijos. Extiendan una mano de amor a los que padezcan aflicción y necesidad. Animen a sus hijos a dedicarse más a la lectura y a mirar menos televisión. Un estudio hecho por la Asociación Psicológica Americana indica que el niño típico de los Estados Unidos, que mira 27 horas de televisión por semana, habrá visto 8.000 asesinatos y 100.000 actos de violencia en el período que va de los tres hasta los doce años de edad (V.S. News & World Repon, 11 de sept. de 1995, pág. 66). Busquen establecer un ambiente que conduzca al estudio en el hogar. Un editorial en el periódico norteamericano Wall Street Journal informa en cuanto a la superioridad escolástica de los estudiantes de origen asiático en la Universidad de California, en Berkeley. Hablando de los logros extraordinarios de esa gente, dice: "El factor más importante en el progreso de esta nueva élite estadounidense es la intensa y devota relación familiar que caracteriza al hogar asiático... Esto encierra el respeto por los mayores y altas normas de conducta para los niños, incluso el trabajo esmerado en la escuela y otras responsabilidades durante su tiempo libre, en el que en muchos casos se incluyen asignaciones en el negocio de un p a r i e n t e " ("The Asians in Berkeley", 30 de mayo de 1995,pág.A14). Es en la casa donde se forma el fundamento para nuevas generaciones. Yo espero que las madres se den cuenta de que al final no hay responsabilidad que sea más apremiante ni que tenga recompensas más grandes que el cuidado que den a sus hijos en un ambiente de seguridad, paz, compañerismo y amor; una atmósfera que los motive a progresar y alcanzar buenos logros. A ustedes, las madres que están solas, sea cual fuere la causa de su situación presente, tengan la seguridad de que las tenemos en el corazón. Sabemos que muchas viven en soledad, con inseguridad, preocupación y temor. En la mayoría de los casos, casi nunca tienen bastante dinero; sienten constante inquietud por sus hijos y por el futuro de ellos. Muchas se encuentran en circunstancias en las que tienen que trabajar y dejar a sus niños solos, sin alguien que ios cuide. Pero si les dan mucho afecto mientras son pequeñitos, si les hacen muchas demostraciones de amor, si oran juntos, entonces hay más probabilidad de que sus hijos tengan paz en el corazón y un carácter íntegro. Enséñenles los caminos del Señor. Isaías declaró: "Y todos tus hijos serán enseñados por Jehová; y se multiplicará la paz de tus hijos" (Isaías .54:13). Cuanto más eduquen a sus hijos en los senderos del Evangelio de Jesucristo, con amor y altas metas, tanta más seguridad hay de que tendrán paz en la vida. Sean un ejemplo para sus hijos. Eso los beneficiará más que codas las enseñanzas que les impartan. No los echen a perder dándoles todo lo que quieran. Ayúdenles a crecer teniendo respeto por el trabajo y comprendiendo la importancia que tiene; deben hacer que ayuden en los quehaceres de la casa y aprendan a ganarse su propio dinero. Permitan a sus hijos ahorrar para la misión, y anímenles a prepararse no sólo en lo económico sino también en el aspecto espiritual, con el deseo de ir a servir al Señor sin egoísmo alguno. No titubeo al prometerles que sí hacen esto, t e n d r á n razón para contar sus muchas bendiciones. El lunes pasado recibí una,carta de la cual voy a leerles parte; es de una mujer que escribió: "Hizo veinte años el pasado junio, yo estaba esperando un bebé y tenía otros cinco hijos, todos menores de nueve años. Mi esposo decidió abandonar a la familia y seguir otro camino. Ojalá pudiera decir que fui una gran pionera, pero por el contrario, era una ingenua madre joven, asustada e insegura, que no sabía qué hacer y cometía a diario errores tontos. Sin embargo, busqué el consejo de los líderes y obedecí, aun cuando sabía que sus consejos harían que mi vida fuera más complicada. Decidí no dudar y di por sentado que si algún consejo me causaba dolor pasajero, debería ser algo que yo necesitaba experimentar. "Recuerdo que leí las palabras del presidente Kimball en el mensaje mensual de la revista Ensign. El prometía que si leíamos las Escrituras diariamente, todos los problemas que enfrentáramos durante el día tendrían respuesta en esas santas páginas. Yo pensé: 'Muy bien, presidente Kimball, pondré a prueba sus consejos. Tengo muchos problemas y no hay duda de que necesito respuestas'. Reuní a mis hijos y estudiamos diariamente, oramos y ayunamos, por mi esposo y por nosotros, tuvimos nuestras noches de hogar y asistimos a todas las reuniones. Perdonamos a mi esposo y literalmente me entregué a mi Padre Celestial. Le dije que si no bibliotecasud.blogspot.com podía tener a mi esposo por la eternidad como había pensado al principio, me sentiría conforme si Él cambiaba el amor de esposa que sentía por él, por un amor puro de Cristo, porque para mí era preferible morir que continuar un minuto más odiándolo o sintiendo resentimiento por el padre de mis hijos. No quería enseñarles a ellos enojo, odio ni amargura. Sabía que mi esposo era un buen hombre, lleno de gran potencial y talento; había cometido un grave error y yo sabía que él cosecharía ío que había sembrado; y así ha sido. Pero mí responsabilidad en ese tiempo era cuidar a mis seis hijos, incluido el que esperaba, y enseñarles de tal manera que no interpretaran mal el Evangelio de Jesucristo. Sentía que podía soportar la pérdida de mi esposo, pero no podría soportar si perdía uno de ios preciosos hijos de Dios que El me había encomendado. "Con humildad, me siento conmovida al informarle que el Señor ha escuchado y contestado mis oraciones. El más joven de mis cuatro hijos (de mi primer matrimonio) está actualmente sirviendo en una misión... El siguió el ejemplo de sus otros tres hermanos y de una hermana que decidieron dar a conocer sus testimonios literalmente por el mundo entero... Mi hija mayor se casó con un ex misionero en el templo... Los tres varones mayores han sido presidentes del quórum de eideres y líderes misionales; mis otras dos hijas han formado parte de la presidencia de la Primaria y la presidencia de la Sociedad de Socorro. Cuatro de estos maravillosos hijos han encontrado compañeros eternos y se han casado en el templo. Todos han seguido el sendero recto y han disfrutado algo del gozo que se recibe al servir a! prójimo. "Presidente Hinckley", continúa, "esto es un milagro, no tengo ninguna duda. El Señor ha protegido y cuidado a mis hijos. Él ha respondido a sus oraciones... "El Señor consideró a bien darme un segundo esposo y fuimos sellados en el templo. Hemos sido una familia. ¿Ha sido todo fácil? No. Hubo un millón de problemas para superar. Pero con las Escrituras como nuestra guía y barra de hierro, la oración como fundamento y la obediencia como nuestro sendero determinado, mis hijos están aprendiendo a fiarse del Señor de todo corazón y a no apoyarse en su propia prudencia. "No le cuento todo esto para vanagloriarme, sino que me glorío en el Señor. La Expiación es muy real para nosotros. Las heridas de nuestros corazones han sido sanadas, la confianza se nos ha restaurado, la paz ha vuelto de la manera más hermosa. De hecho, tal como usted ha dicho: 'Cada principio que Dios ha reveiado lleva en sí su propia confirmación de su verdad'. Pienso en mi primer esposo, si sólo se diei"a cuenta del precio que ya ha pagado por su error... No tuvo el gozo de ver a sus hijos crecer en el Señor, llenos de talento. No disfrutó de sus logros en la escuela y en las actividades en la Iglesia, de las despedidas al partir para la misión ni de sus informes al regresar; de ninguna de esas cosas que hacen que la vida sea placentera. Cuan agradecida me siento por haber tenido el privilegio de haber estado al lado de ellos". Concluye la carta, diciendo: "Sé que hoy en día hay madres y padres que están criando solos a sus hijos. Cuánto me gustaría poder ayudarles a ver que no dehen perder el tiempo reavivando sus heridas. He aprendido que si se ponen los padecimientos a los pies del Salvador, Él los cargará por nosotros y reemplazará el dolor con amor... Que el Señor siempre les bendiga a usted y a su familia. Con el más profundo amor y aprecio", y sigue la firma de ella. A ustedes las abuelas y bisabuelas, ¿me permiten expresarles unas palabras? Grande ha sido su experiencia; amplia es su comprensión; ustedes pueden ser como un ancla en un mundo donde cambian los valores; han vivido largo tiempo, refinadas y pulidas por las adversidades de la vida; sus acciones son sin ostentación y sus consejos cuidadosamente considerados. Ustedes, queridas mujeres, son un tesoro en este mundo de tanto desorden. Que Dios les bendiga, que los años que les queden en la tierra estén, acompañados de felicidad, del amor de sus seres queridos y del amor por el Señor. He tocado brevemente algunos de los serios problemas que tienen que enfrentar muchas de ustedes. Con tanta sofistería que se hace pasar como verdad, con tanto bibliotecasud.blogspot.com engaño en cuanto a las normas y los valores, con tanta tentación de seguir los consejos del mundo, hemos sentido la necesidad de amonestar y advertir sobre todo ello. A fin de hacerlo, nosotros, la Primera Presidencia y el Consejo de los Doce Apóstoles, presentamos una proclamación a la Iglesia y al mundo como una declaración y confirmación de las normas, doctrinas y prácticas relativas a la familia que los profetas, videntes y reveladores de esta Iglesia han repetido a través de la historia. Ahora quiero aprovechar la oportunidad para leerles esta proclamación: "Nosotros, la Primera Presidencia y el Consejo de los Doce Apóstoles de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, solemnemente proclamamos que el matrimonio entre el hombre y la mujer es ordenado por Dios y que la familia es la parte central del plan del Creador para el destino eterno de Sus hijos. "Todos los seres humanos, hombres y mujeres, son creados a la imagen de Dios. Cada uno es un amado hijo o hija espiritual de padres celestiales y, como tal, cada uno tiene una naturaleza y un destino divinos. El ser hombre o mujer es una característica esencial de la identidad y el propósito eternos de los seres humanos en la vida premortal, mortal, y eterna. "En la vida premortal, los hijos y las hijas espirituales de Dios lo conocieron y lo adoraron como su Padre Eterno, y aceptaron Su plan por el cual obtendrían un cuerpo físico y ganarían experiencias terrenales para progresar hacía la perfección y finalmente cumplir su destino divino como herederos de la vida eterna. El plan divino de felicidad permite que las relaciones familiares se perpetúen más allá del sepulcro. Las ordenanzas y los convenios sagrados disponibles en los santos templos permiten que las personas regresen a la presencia de Dios y eme las familias sean unidas eternamente. "El primer mandamiento que Dios les dio a Adán y a Eva tenía que ver con el potencial que, como esposo y esposa, tenían de ser padres. Declaramos que el mandamiento que Dios dio a sus hijos de multiplicarse y henchir la tierra permanece inalterable. También declaramos que Dios ha mandado que los sagrados poderes de la procreación se deben utilizar sólo entre el hombre y la mujer legítimamente casados, como esposo y esposa. "Declaramos que la forma por medio de la cual se crea la vida mortal fue establecida por decreto divino. Afirmamos la santidad de la vida y su importancia en el plan eterno de Dios. "El esposo y la esposa tienen la solemne responsabilidad de amarse y cuidarse el uno al otro, y también a sus hijos. 'He aquí, herencia de Jehová son los hijos' (Salmos 127:3). Los padres tienen la responsabilidad sagrada de educar a sus hijos dentro del amor y la rectitud, de proveer para sus necesidades físicas y espirituales, de enseñarles a amar y a servirse el uno al otro, de guardar los mandamientos de Dios y de ser ciudadanos respetuosos de la ley dondequiera que vivan. Los esposos y las esposas, madres y padres, serán responsables ante Dios del cumplimiento de estas obligaciones. "La familia es ordenada por Dios. El matrimonio entre el hombre y la mujer es esencial para Su plan eterno. Los hijos tienen el derecho de nacer dentro de los lazos del matrimonio, y de ser criados por un padre y una madre que honran sus promesas matrimoniales con fidelidad completa. Hay más posibilidades de lograr la felicidad en la vida familiar cuando se basa en las enseñanzas del Señor Jesucristo. Los matrimonios y las familias que logran tener éxito se establecen y mantienen sobre los principios de la fe, la oración, el arrepentimiento, el perdón, el respeto, el amor, la compasión, el trabajo y las actividades recreativas edificantes. Por designio divino, el padre debe presidir sobre la familia con amor y rectitud y tiene la responsabilidad de protegerla y de proveerle las cosas necesarias de la vida. La responsabilidad primordial de la madre es criar a los hijos. En estas responsabilidades sagradas, el padre y la madre, como iguales, están obligados a ayudarse mutuamente. Las incapacidades físicas, la muerte u otras circunstancias pueden requerir una adaptación individual. Otros familiares deben ayudar cuando sea necesario. "Advertimos a las personas que violan los convenios de castidad, que abusan de su cónyuge o de sus hijos, o que no cumplen con sus responsabilidades familiares, que un día deberán responder ante Dios. Aún más, advertimos que la desintegración de la familia traerá sobre el individuo, las comunidades y las naciones las calamidades predichas por los profetas antiguos y modernos. "Hacemos un llamado a los ciudadanos responsables y a los representantes de los gobiernos de todo el mundo a fin de que ayuden a promover medidas destinadas a fortalecer la familia y mantenerla como base fundamental de la sociedad". El presidente Gordon B. Hinckley leyó esta proclamación como parte de su mensaje en la Reunión General de la Sociedad de Socorro, el 23 de septiembre de 1995, en Salt Lake City, U t a h , E.U.A. Recomendamos a todos que lean bibliotecasud.blogspot.com con cuidado y con espíritu de oración esta proclamación. La fortaleza de toda nación radica en las paredes de sus hogares. Instamos a nuestros miembros, en todo lugar, a fortalecer a su familia de acuerdo con estos valores que a través de los años han sido probados. Que el Señor les bendiga, mis queridas hermanas. Ustedes son los guardianes del hogar. Ustedes son las que dan a luz a los hijos; son las que cuidan de ellos y les ayudan a establecer buenos hábitos. No hay otra obra que se acerque tanto a la divinidad como la obra de cuidar de los hijos de Dios. Que el Señor las fortalezca para que puedan hacer frente a los problemas de nuestros días; que El les dé una sabiduría superior a la humana a fin de que puedan luchar con los problemas que c o n s t a n t e m e n t e enfrentan. Que sus oraciones y súplicas reciban como respuesta bendiciones para ustedes y para sus seres queridos. Les dejamos nuestro amor y nuestra bendición, que su vida esté llena de paz y felicidad. Así puede ser. Muchas de ustedes pueden testificar que es así. Que el Señor les bendiga ahora y en los años venideros. Lo ruego humildemente en el nombre de nuestro Salvador, el Señor Jesucristo. Amén. También se dirigen a nosotros Informe de la Conferencia General Semestral número 165, 30 de septiembre y 1 5 de octubre de 1995 Preparen a sus hijos para que tomen sobre sí el nombre de Cristo mediante el convenio del bautismo. Cuando hacemos ese convenio, pasamos a ser Sus hijos y prometemos cumplir Sus mandamientos. Eider Robert E. Wells, del Primer Quórum de los Setenta: El Libro de Mormón es un instrumento divino para acercar a sus lectores a Cristo. Es un compendio de los anales de profetas que vivieron en el hemisferio occidental y que creían en Cristo y profetizaron sobre Cristo; y algunos de ellos conocieron en persona a Cristo durante Su breve visita a las Américas después de Su resurrección. Eider Bruce D. Porter, del Segundo Quórum de los Setenta: Doy testimonio de que el Señor Jesucristo ha pagado el precio de nuestros pecados, con la condición de nuestro arrepentimiento. Él es el Primogénito del Padre, es el Santo de Israel... Testifico que Él vive. Presidente Gordon B. Hinckley: Todos formamos una gran familia. Somos hijos de Dios y estamos embarcados en el servicio de Su Hijo Amado, que es nuestro Redentor y Salvador, y en nuestro corazón arde el testimonio de esta gran verdad. Cada uno de [ustedes] tiene derecho a tal testimonio de esta obra. Presidente Thomas S. Monson, Segundo Consejero de la Primera Presidencia: De una manera muy real [el Salvador] nos visita, a cada uno, con Sus enseñanzas. Él trae ánimo e inspira bondad. El dio Su preciosa vida para que el sepulcro no tuviera victoria, para que la muerte perdiera su aguijón, para que la vida eterna fuera nuestro don. Presidente James E. Fawst, Segundo Consejero de la Primera Presidencia: El Señor tiene una gran obra para que cada uno de nosotros lleve a cabo. Tal vez se pregunten cómo puede ser eso, porque quizás piensen que no hay nada especial ni sobresaliente en ustedes ni en sus habilidades... El Señor puede llevar a cabo extraordinarios milagros con una persona de talento común que sea humilde, fiel y diligente en servirle y que trate de mejorar. Eider Richard G. Scott, del Quórum de los Doce Apóstoles: Tu Padre Celestial y Su Santo Hijo... te han dado el plan de la felicidad y, al comprenderlo y seguirlo, tendrás la bendición de ser feliz. Eider Robert D. Hales, del Quórum de los Doce Apóstoles: Un amoroso Padre Celestial ha enviado a Sus hijos e hijas aquí a la tierra para obtener experiencia y ser probados... Por medio del poder del sacerdocio, recibimos el don del Espíritu Santo, que nos guía hacia la verdad, el testimonio y la revelación. Eider Lynn A. Míc/celsen, del Primer Quórum de los Setenta: bibliotecasud.blogspot.com Eider Ted E. Brewerton, miembro emérito del Primer Quórum de los Setenta: Así como es real la salida del sol, también lo es que Dios vive, al igual que Su Hijo Todopoderoso. Tan cierto como que el sol sale a diario, es también que La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es de Él Eider Hans B. Ringger, miembro emérito del Primer Quórum de los Setenta: Les testifico que José Smith vio al Padre y al Hijo. Ellos son Seres reales. Jesús ha resucitado; El es nuestro Cristo y nuestro Salvador, y es el Hijo del Dios viviente. Este conocimiento es mi fe, mi testimonio y mi vida. Janette Hales Beckham, presidenta general de las Mujeres Jóvenes: Dios nos ha dado a todos el poder individual de actuar, de decidir, de servir, de amar y de realizar mucho bien. quien fue llamado a formar parte del Primer Quórum de los Setenta en 1978, después de prestar servicio como presidente de estaca, presidente de misión y representante regional. A través de los años prestó servicio en diversas asignaciones, siendo la más reciente la de presidente del Área Noroeste de América del Norte. Se graduó en farmacología de la Universidad de Alberta y trabajó como farmacéutico en Calgary, Alberta, después de prestar servicio en la Real Fuerza Aérea Canadiense durante la Segunda Guerra Mundial. También pasó a ser Autoridad Emérita el eider Hans B. Ringger, de Suiza, que integró el Primer Quórum de los Setenta desde 1985. Previamente prestó servicio como representante regional, presidente de estaca y obispo. La última asign a c i ó n que desempeñó como Autoridad General fue la de primer consejero de la presidencia del Área E u r o p a / M e d i t e r r á n e o . El eider Ringger es coronel jubilado del ejército suizo y trabajó como ingeniero electrotécnico, arquitecto, diseñador industrial y encargado de planeamiento para laboratorios y fábricas. Después de cinco años de servicio, se extendió el relevo del Segundo Quórum de los Setenta a los eideres Eduardo Ayala, LeGrand R. Curtís, Helvecio Martins, J Ballard Washburn y Durrel A. Woolsey. Todos ellos fueron llamados a prestar servicio el 31 de marzo de 1990. El eider Ayala, de Chile, ha sido consejero en el Área Sur de América del Sur y el Área Norte de América del Sur. Actualmente es presidente del Templo de Santiago Chile. El eider Curtís ha sido consejero en las Áreas Sureste de América del N o r t e , Europa/Mediterráneo, y Noroeste de América del Norte. Previamente fue miembro de la presidencia general de la organización de los Hombres Jóvenes. El eider Martins ha prestado los cinco años de servicio como Setenta en su país natal. Fue primero y segundo consejero de la presidencia del Área Brasil. Eider F. Burton Howard Eider Glenn L. Pace Se efectúan cambios en las asignaciones de las Autoridades Generales D urante la sesión del sábado por la tarde de la conferencia general semestral número 165 se anunciaron los cambios en los llamamientos de siete miembros de los Quórumes de los Setenta, así como la reorganización de la presidencia general de la Escuela Dominical. Además, se sostuvo en sus llamamientos a los nuevos miembros de la Presidencia de los Setenta, que se habían anunciado previamente. Los eideres Jack H Goaslind y Harold G. Hillam fueron sostenidos como miembros de la Presidencia de los Setenta, para reemplazar a los eideres Rex D. Pinegar y Charles Didier, quienes recibieron asignaciones en las presidencias de área. Pasó a ser Autoridad General Emérita el eider Ted E. Brewerton, Eider Harold G. Hillam bibliotecasud.blogspot.com El eider Washburn fue consejero en las Áreas Norte de Utah, África, y Centro de Utah, y en la presidencia general de la Escuela Dominical. Actualmente es presid e n t e del Templo de Las Vegas Nevada. El eider Woolsey ha sido miembro de la presidencia de las Áreas Filipinas/Micronesia, Noreste de América del Norte, y Centro de Utah. Su última asignación la cumplió en la presidencia del Área del Pacífico. Fueron sostenidos también los eideres Harold G. Hillam, miembro de la Presidencia de los Setenta, como p r e s i d e n t e g e n e r a l de la Escuela Dominical, con F. Burton Howard, de los Setenta, como primer consejero y Glenn L. Pace, de los Setenta, como segundo consejero. Se relevó a los eideres Charles Didier como presidente, j Ballard Washburn como primer consejero, y F. Burton Howard como segundo consejero. D Se anuncian los lugares en donde se levantarán nuevos templos D urante la sesión del sacerdocio de la Conferencia General Semestral número 165 de la Iglesia, el presidente Gordon B. Hinckley dio a conocer los planes para la construcción de dos templos más: uno en Boston, Massachusetts, y el otro en White Plains, Nueva York: bibliotecasud.blogspot.com "Después de tratar durante años de adquirir un sitio apropiado en Hartford, [Connectícut] tiempo en el cual la Iglesia ha crecido considerablemente hacía el sur y hacia el norte de esa ciudad, hemos decidido no construir ahora un templo en los alrededores de Hartford, sino que edificaremos uno en Boston,... y otro en White Plañís,... "Pedimos disculpas a nuestros fieles santos de la región de Hartford", dijo el presidente Hinckley. "fPerol tenemos la seguridad de haber recibido una guía especial al tomar esta decisión, así como de que esos templos se edificarán en localidades que no les exigirán recorrer grandes distancias para llegar a ellos." Además, el presidente Hinckley anunció que los líderes de la Iglesia estaban viendo la posibilidad de construir un templo en Venezuela y seis más en otros sitios. "Tengo el ferviente deseo de que haya un templo de acceso razonable para todo Santo de los Últimos Días, en todo el mundo", comentó. "Sin embargo, no podemos ir más rápido de lo debido." En la actualidad hay cuarenta y siete templos abiertos: ocho están en Utah, dieciséis en otras partes de los Estados Unidos, dos en Canadá y los otros veintiuno en otras partes del mundo. Actualmente hay seis templos en construcción, y previamente se anunciaron los planes para la construcción de seis más. bibliotecasud.blogspot.com enid o mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y a p r e n d e d de mí, q u e soy m a n s o y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas" (Mateo 1 1 : 2 8 - 2 9 ) . INFORME DE LA CONFERENCIA GENERAL SEMESTRAL NÚMERO 165 LIAHONA (SPANISH) bibliotecasud.blogspot.com