TEMAS FUNDAMENTALES DE LA NIÑEZ Y ADOLESCENCIA EN LA JUSTICIA PENAL JUVENIL Desde tal perspectiva, únicamente mediante conductas verdaderamente graves cabe la utilización –proporcionada– de la sanción penal, llámese ésta pena en el régimen penal común, o medida en el sistema de justicia penal juvenil. Y es que no puede dudarse, aunque a mi manera de ver tales hechos debieran de resultar atípicos, que los aplicadores de la ley en materia de justicia penal juvenil tienen un elenco muy diverso de medidas sancionatorias que atemperan de gran manera la rigidez del catálogo penal de adultos. Y es allí donde pudiera encontrarse –si es que se considera necesario criminalizar estos casos– una respuesta sancionatoria adecuada al problema. Por otra parte, convendría que el legislador salvadoreño tuviera en cuenta formulaciones legales como las que existen en el Derecho Comparado, particularmente en el italiano o el alemán, en las que existe un tratamiento legal especíÀco para la protección de la juventud. Así, podría regularse una excusa absolutoria que dispense de pena a los actos sexuales de común acuerdo, realizado entre jóvenes de catorce a quince años y, aún, donde alguno de ellos tuviera menos de dieciocho años en los que ya existiera convivencia permanente. Aunado a lo anterior, sería conveniente regular un tipo penal de abuso sexual que castigue al adulto o al menor de dieciocho años que involucre sexualmente a una víctima cuya edad comparativamente sea inferior al menos cuatro o cinco años. Pudiendo el juez –hablamos de menores entre los referidos catorce o quince años– analizar el discernimiento del menor, acerca de las consecuencias y límites que el ejercicio responsable de la sexualidad le impone. Esto podría suponer una clara modiÀcación de los arts. 159 y 161 CP, volviendo a la edad de doce años o aumentando a trece, lo cual sería una medida adecuada en el caso de los niños; y estableciendo un régimen especial entre los catorce a los dieciocho años de edad, que únicamente castigue aquellos hechos donde la asimetría de edad pueda signiÀcar un ejercicio de poder o control por quien determina al menor. En este sentido, una interpretación auténtica de lo que debe entenderse por prevalimiento pudiera ser la clave. Por último, sería adecuado ir eliminando del Código Penal Àguras que denotan concepciones arcaicas de la moral sexual ya superada, como el hablar de violación o de agresión sexual en menor o incapaz. Al efecto, sería preferible nombrar las conductas de acuerdo a lo que en realidad son: abusos sexuales. Así deben ser identiÀcadas y reguladas normativamente. 101