Algunos ídolos en barro cocido y hueso de la Baja

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ALGUNOS ÍDOLOS EN BARRO COCIDO
Y HUESO DE LA BAJA EXTREMADURA
Juan-Javier Enríquez Navascués
Alonso Rodríguez Díaz
«Una religión siempre es, al menos en parte, una forma de control del hombre sobre
su universo cotidiano, pero también un modo de definirse en el mundo y frente a sus
semejantes. Sea cual sea la forma histórica que revista, toda religión permite a los hombres
mantener su cohesión social y justificar todo cuanto rige su existencia colectiva. Factor
tanto de coherencia como de cohesión, la religión se manifiesta así como la respuesta del
hombre a las exigencias de su condición en el mundo; imprime un sentido a su vida. Se
puede pensar, pues, que un sistema religioso será considerado tanto más verdadero cuanto
mejor consiga ayudar al hombre a realizar la unidad de su existencia».
M. Meslim.
Entre la manifestaciones muebles de la Edad del
Cobre los ídolos constituyen uno de los objetos arqueológicos más característicos y definitorios, a los
que vemos desempeñando un papel prominente dentro del contexto social y funerario de la época. Además de la significación espiritual que se les otorga, la
cual permite a veces una aproximación a las creencias
religiosas del momento, como elementos de expresión
cultural adquieren múltiples versiones. Son éstas las que
sirven para barajar hipótesis sobre el origen, difusión,
cronología y caracteres o versiones locales y zonales de
los distintos tipos y clases de ídolos, aspectos todos ellos
de gran interés para definir y valorar la personalidad del
contexto cultural concreto en que se integran
Uno de los fenómenpos a destacar en el Caleolítico de la Cuenca Media del Guadiana es
precisamente el desarrollo que adquieren los ídolos, la riqueza y variedad con que aparecen representados.
Ya el yacimiento de Araya (Mérida) , encuadrable dentro de una fase de transición entre el Neolítico y el Calcolítico, proporcionó una figurilla
femenina de barro cocido y carácter esteatopígeo1,
cuya concepción formal guarda relación con los atributos que personofican a la gran diosa femenina característica de un buen número de diversas
comunidades, de ámbitos geográficos y cronológicos
distintos del Mediterráneo, según lo expuesto por E.
O. James2.
Pero es en la fase plena de la Edad del Cobre, en
los momentos anteriores a la llegada de la cerámica
campaniforme y cuando ésta está ya presente en algunos conjuntos materiales como un elemento asimilado, cuando los ídolos adquieren su momento de
máximo esplendor. Además de los característicos y
numerosos ídolos-placa, presentes en distintos poblados y sepulcros y que en conjunto parece que hay
que relacionar con la gran cultura megalítica del
Alentejo portugés, otra serie de ídolos van a desarrollarse y a adquirir gran predicamento. Se trata de
ídolos que presentan un especial énfasis en la representación de los ojos y que se fabricaron en diferentes soportes desde la piedra marmórea hasta el barro
cocido en sus versiones más modestas. Junto a los
oculados, hay que reseñar como máxima expresión
plástica del ídolo calcolítico a los antropomorfos
masculinos y femeninos documentados en La Pijoti11a fundamentalmente3 y el ejemplar de Rena4.
La excavación durante los últimos años del yacimiento de La Pijotilla (Solana de Los Barros, Badajoz) ha contribuido enormemente al conocimiento
del período Calcolítico en la Baja Extremadura, así
como a la sistematización de una facies regional a escala en torno a la Cuenca Media del Guadiana5. En
este sentido, la colección de ídolos procedente de este yacimiento, estudiada por Víctor Hurtado 6 , ha
constituido un documento de enorme valor arqueológico, que ha permitido a su vez, junto a esporádi-
1
3
V. HURTADO, «LOS ídolos calcolíticos de La Pijotilla
(Badajoz)». Zephyrus, XXX-XXXI, 1980, págs. 165-203.
2
Calcolítico en el Sudoeste hispano». M.M.,24. 1984, págs.
46-58.
J. J. ENRlQUEZ NAVASCUÉS, «Avance del estudio de los
materiales procedentes de Araya, Mérida (Badajoz)». Pyrenae,
págs. 17-18. 1981-1982. fig. 5.
E. O . JAMES, The cult ofthe mother Goddess. Londres,
1959. II.
4
V. HURTADO y L. PERDIGONES, «ídolos inéditos del
102
JUAN-JAVIER ENRÍQUEZ NAVASCUÉS - ALONSO RODRÍGUEZ DÍAZ
eos hallazgos, aproximarnos al análisis de un sistema
religioso enmarcado dentro de una dinámica cambiante respecto a los cultos y deidades referidos a la
fecundidad y sexualidad, que trascendían del carácter
eminentemente agrícola de la etapa neolítica.
Los ídolos constituyen, por tanto, la representación figurativa de un pensamiento religioso que adquiere su máxima significación durante un m o m e n t o
avanzado del Calcolítico Pleno; sin embargo, las relaciones entre el simbolismo religioso y el conjunto
ideológico que representan siguen siendo imprecisas
por cuanto los materiales arqueológicos de que disponemos para establecer los hechos de u n a actividad
religiosa resultan de valor desigual y, en la mayor
parte de los casos, de difícil interpretación. Es precisamente a partir de este tipo de información desde
donde nos disponemos a considerar los recientes hallazgos procedentes de la Baja Extremadura, cuyas
características técnicas e idiosincráticas así como el
contexto arqueológico en el que se integran nos h a n
sugerido el presente trabajo.
ídolo núm. 1
Procede del poblado calcolítico de Los Cortinales, perteneciente al término municipal de Villafranca de los Barros (Badajoz) 7 , y, más concretamente en
una de las cuadrículas excavadas durante la campaña
de 1985-Apareció en el segundo nivel artificial establecido durante la excavación de una subestructura
de planta curvada y sección en U, formando parte de
u n repertorio de hallazgos m u y fragmentados que
colmataban dicha subestructura. Entre estos, destacan vasos de paredes entrantes, cuencos de casquete
esférico o semiesférico, platos de borde reforzado
m u y evolucionados, algunos fragmentos de pequeños
vasos carenados y bruñidos de paredes m u y finas y
un borde de u n cuenco semiesférico decorado con la
técnica de pastillas repujadas 8 . Estos materiales, en su
5
V. HURTADO, El yacimiento de la Pijotilla (Badajoz).
Estudio de las relaciones culturales. Tesis doctoral inédita. Sevilla 1984.
6
V. HURTADO, op. cit., 1980 v. nota 3.
7
M. GIL-MASCARELL BOSCA y A. RODRÍGUEZ DÍAZ,
«El yacimiento calcolítico de «Los Cortinales», en Villafranca
de los Barros (Badajoz)». A.P.L. Homenaje a Fletcher (e.p.).
8
V. HURTADO y F. AMORES, «Relaciones culturales entre el SE francés y La Pijotilla (Badajoz) en el Calcolítico: las
pastillas repujadas y el campaniforme cordado». Habis, 13.
1982, págs. 189 y ss.
conjunto, nos remiten a un m o m e n t o avanzado del
Calcolítico Pleno (Pleno-Final) de la Cuenca Media
del Guadiana, con probable presencia de campaniforme y conocimiento de la metalurgia del cobre en
La Pijotilla y con una cronología en torno al 2 0 0 0 1800 a. C .
Se trata de una variante de ídolo oculado, de
perfil espatuliforme y seción plana, fragmentado en
su tercio superior. Está realizado en barro cocido de
color negruzco y semicuidado, fuego reductor y espatulado superficial. Carece del tema oculado y del
tatuaje facial, en el anverso; mientras que en su cara
posterior y bajo una serie de trazos verticales sobre
una línea horizontal incisa, se desarrollan líneas en
zig-zag que caen en vertical configurando el peinado.
Dimensiones: long.: 39 m m . ; anch. máx.: 33
mm.; sección: 11 m m . (fig. 1, 1).
ídolo núm. 2
Procede de u n muestreo de superficie realizado
junto al Apeadero de Zarza de Alange (Badajoz), en
una zona completamente arrasada donde en muchos
puntos aflora la roca. El material, que sobrepasa el
millar de objetos, es bastante uniforme y viene caracterizado por los grandes platos, sobre todo de bordes
almendrados y reforzados, vasos de tendencia globular, cuencos sencillos y pequeños vasos bruñidos de
paredes finas, elementos éstos que adquieren representatividad en el Calcolítico Final 9 . Destacan, además, u n fragmento de campaniforme inciso por el
interior y exterior, que se asimila sin dificultad al
complejo Ciempozuelos, y diversos útiles metálicos
de cobre: u n fragmento de hacha plana, un cincel,
u n punzón y el enmangue con escotaduras laterales
de u n puñal o, tal vez, una sierra.
C o m o en el caso anterior, es una variante de
ídolo oculado de perfil espatuliforme y sección aplanada, fragmentado en su tercio superior. Está realizado en barro cocido de color oscuro, semidecantado;
cocción reductora y cuidado tratamiento superficial.
Carece del tema oculado, pero dos series de cinco
curvas que se prolongan hasta los flancos de la pieza
señalan lo que genéricamente es interpretado como
«tatuaje facial». E n su cara posterior cinco líneas en
zig-zag que caen verticales desde la parte superior simulan el peinado.
9
V. HURTADO, op. cit., 1984 v. nota 5.
ALGUNOS ÍDOLOS EN BARRO COCIDO Y HUESO DE LA BAJA EXTREMADURA
Dimensiones: long.: 44 mm.; anch. máx.: 38
mm.; sección 15 mm. (fig. 1,2).
En ambos casos, se trata de piezas derivadas de
los ídolos subrectangulares o espatuliformes oculados
que V. Hurtado 10 consideró en el tipo VII de su estudio sobre las piezas procdentes de La Pijotilla. Se
define éste por su forma rectangular alargada, sección plana y decoración oculada con tatuaje facial en
el anverso y líneas en zig-zag verticales por el reverso.
Estos ídolos, realizados siempre en mármol o caliza
marmórea, están relacionados a su vez tipológicamente con los ídolos-cilindro oculados, incluidos
por M. J. Almagro11 en el tipo IV de su trabajo sobre
Los ídolos del Bronce I Hispano. Dichos ídolos, ya
sean de sección circular o plana con el tema oculado,
son característicos de la Península Ibérica, no encontrándose paralelos similares en otras zonas del Mediterráneo. Sus orígenes no resultan muy claros; sin
embargo M. J. Almagro considera su posible relación
y evolución posterior a partir del ídolo betilo simple,
en base principalmente a la asociación de ambas clases de ídolos en la mayoría de los yacimientos portugueses12.
A los ídolos oculados se asocia la «diosa de los
ojos», cuya significación posee un marcado sentido
funerario, por cuanto se trata de la diosa que «todo
lo ve» o que «mira en la oscuridad», que es a su vez
la más representada en la iconografía megalítica peninsular. Desaparece todo tipo de simbolismo alusivo a la Diosa-madre con las implicaciones de
fecundidad y sexualidad que caracterizaron el Neolítico. En estos momentos, la religión adquiere mayor
complejidad de forma paralela a «una nueva estructuración socio-económica con arreglo a nuevas exigencias. La mujer asume un papel de primera
importancia en la organización social del poblado
que se trasluce en la religión, pero va a ir cediendo
lugar al hombre, como se desprende de la aparición
de las estatuillas masculinas»13.
Por su parte, una serie de características técnicas
e idiosincráticas, tales como su sección plana, el peinado, el tatuaje facial y el mismo tema oculado, confieren una personalidad propia a los ídolos de la Baja
Extremadura que, junto a otros factores, han permi-
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tido a V Hurtado 14 distinguir dentro del círculo cultural del Suroeste varios subcírculos culturales diferentes entre sí, como son el Valle del Guadalquivir,
Huelva, Algarve, Alentejo y la propia Cuenca Media
del Guadiana. Son piezas, por tanto, de carácter autóctono que tienen su máximo desarrollo durante la
fase plena del Calcolítico o Edad del Cobre de la referida Cuenca del Guadiana, representada de forma
particular en La Pijotilla, si bien encontramos hallazgos de este tipo en el sepulcro megalítico de Los
Fresnos15, colección Pidal y un ejemplar de procedencia extremeña conservado en el MAN16.
Es en relación con estos ídolos como podemos
interpretar las piezas de barro cocido aparecidas en
Zarza de Alange y en Los Cortinales de Villafranca
de Los Barros, dos poblados calcolíticos representativos de un tipo de asentamiento más pequeño y pobre
que La Pijotilla y muy numeroso en la provincia de
Badajoz; sin embargo, dichos hallazgos presentan,
dentro de los paralelismos iconográficos y figurativos
de estas representaciones, importantes matices que
los diferencian entre sí, tanto desde el punto de vista
técnico como decorativo e incluso cronológico-cultural.
En este sentido, resulta particularmente significativo el hecho de que en la elaboración de estos ídolos materiales como el mármol o la caliza marmórea
sean sustitidos por la arcilla que indudablemente les
confiere un marcado carácter artesanal que, a su vez,
podría estar relacionado con un proceso de difusión
y generalización del ídolo oculado a nivel regional,
en este tipo de poblados de segundo orden.
Por otra parte, la ausencia del tema oculado o tatuaje facial en estas piezas no constituye un hecho
novedoso, por cuanto en La Pijotilla aparecieron hasta un total de ocho ídolos sin estos motivos. Hurtado17 estima que sobre estos últimos «cabría
considerar dos posibilidades: o bien que no hayan sido terminados o bien que no se haya querido figurar
el tema intencionadamente, con lo que tendrían sentido por sí mismos. La segunda posibilidad supondría una relación muy estrecha entre la forma y el
14
V. HURTADO y L. PERDIGONES, op. cit., 1984. v. no-
ta 4.
10
V. HURTADO, op. cit., 1980. v. nota 3.
11
M. J. ALMAGRO GORBEA, «LOS ídolos del Bronce I
Hispano». BPH, XII. Madrid, 1973.
12
13
M. J. ALMAGRO GORBEA, op. cit., 1973. v. nota 11.
V. HURTADO, «Los ídolos del Calcolítico en el Occidente peninsular». Habis, 9, 1978, pág. 361.
15
L. MOLINA LEMOS, «La colección de ídolos cilindro
del Museo Arqueológico de Badajoz, procedentes del sepulcro
megalítico de Los Fresnos». RABM, LXXXI, 3. 1978, págs.
669-677.
16
M. J. ALMAGRO GORBEA, op. cit., 1973. v. nota 11.
17
V. HURTADO, op. cit., 1978. 359. v. nota 13.
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tema, fuertemente asimilado por el pueblo hasta el
punto de que la supresión de un elemento sería evocado de manera inconsciente por el otro. En diversas
zonas, se han hallado objetos cilindricos sin decorar
que pudieran estar en consonancia con esta idea. E
igual ocurriría con las falanges de animales que extraña encontrar tan abundantemente en algunos yacimientos». En cualquier caso, en las piezas que nos
ocupan se ha prescindido del tema oculado, si bien
en el ídolo de Zarza de Alange el tatuaje facial está
presente. Ambos muestran un grado.de esquematismo considerable respecto a los ídolos espatuliformes
oculados más genuinos, que, además, se manifiestan
en sus menores proporciones. Por su parte,en el ídolo de Villafranca de los Barros, el zig-zag del reverso
arranca de unas suaves incisiones verticales que ocupan la base superior de la pieza y que podrían constituir, tal vez, un rasgo de carácter local o una
licencia expresiva de su autor.
Por último, los dos ídolos en barro cocido objeto de estudio se integran en conjuntos materiales tardíos, cronológicamente posteriores al período de
máximo apogeo de estos ídolos, a partir de un momento en el que comienzan a generarse en otras zonas
peninsulares una serie de profundas transformaciones socioculturales que desembocarán en la Edad del
Bronce y que, al parecer, alcanzarán nuestra región
en un momento avanzado.
De otro lado, la complejidad en la iconografía
de los ídolos correspondientes al Calcolítico Pleno y
Final de la Cuenca Media del Guadiana viene puesta
de manifiesto por la presencia de otros tipos más
propios de otras zonas geográficas. En este sentido,
las excavaciones de Huerta de Dios (Casas de Reina,
Badajoz) sirven de complemento a la serie de ídolos
de La Pij orilla y a las versiones en barro cocido que
acabamos de ver. En Casas de Reina han aparecido
ídolos-placa, bastones betiloides e ídolos falange sin
decorar y con decoración, paralelos a la variante C
del tipo VI de M. J. Almagro18; son ídolos que sobre
un metacarpo de toro o buey representan una rica
decoración pintada en color rojo ocre que representa, en nuestro caso, los ojos de la divinidad con pestañas y cejas y el tatuaje facial, por el anverso; y el
pelo, en su cara posterior. Dichos ídolos falange son
más frecuentes en Portugal que en España, donde los
hallazgos se remiten a algunos puntos del Sureste, resultando sus orígenes bastante inciertos (fig. 2, 3b).
Pero, entre todos, destacan de forma particular los
18
M. J. ALMAGRO
GORBEA,
op: cit., 1973. v. nota 11.
ídolos pintados sobre hueso largo, dos de los cuales
ya fueron dados a conocer por uno de nosotros19.
ídolo núm. 3
Este tercer ejemplar se encontró fuera de la estructura que proporcionó los otros dos, en un marco calcolítico
pleno con campaniforme. Es un radio de cánido, posiblemente de edad avanzada, ya que, según el análisis realizado, ambas epífisis están tan soldadas que no se
aprecian ni señales de la soldadura de la conjunción diáfisis-epífisis. La decoración reproduce los motivos de uno
de los ídolos publicados —núm. 1—20 y la pintura, muy
ennegrecida, ha sido aplicada sobre suaves surcos raspados bien visibles en algunos tramos. Se observa, así, una
franja horizontal bajo la epífisis superior; tras una franja
lisa, dos rectángulos separados por otra lisa y vertical, en
el centro. Inmediatamente debajo de la consabida franja
lisa, dos motivos en forma de U con la abertura hacia
afuera; el borde superior de los rectángulos y los interiores de éstos junto a los de los motivos en U presentan un
fino dentado. Más abajo, casi perdido, está el arranque de
los que debieron ser dos sietes vueltos ocupando la zona
mesial del hueso. Por último, en el tercio inferior, un rectángulo cuyo interior posee bandas en zig-zag.
Dimensiones: long.: 158 mm.; anch. cent.: 18
mm.; esp.: 13 mm. (fig. 2, 3).
ídolo núm. 4
Procede de la cueva de La Charneca (Oliva de
Mérida, Badajoz). Apareció durante la excavación de
urgencia realizada en este yacimiento, en un contexto
material comprendido entre el Neolítico Final y
Campaniforme.
Se trata de una extremidad anterior de un animal sin que éste pueda ser precisado al estar la epífisis totalmente desgastada. Tiene la convexidad dorsal
algo aplanada y cerca de la epífisis interior conserva
parte de la concavidad oleocraniana. Las superficies
están bien pulimentadas, con huellas finas de frotamiento, y los restos de pintura que conserva son de
tono oscuro y están adheridos como una fina película. Mal estado de conservación. Los motivos no pueden
19
J. J. ENRÍQUEZ NAVASCUÉS, «DOS ídolos sobre hueso
largo procedentes de la Huerta de Dios». 77/?, 40. 1984, págs.
293-306.
20
J. J. ENRÍQUEZ NAVASCUÉS, op. cit., 1984. v. nota 19.
ALGUNOS ÍDOLOS EN BARRO COCIDO Y HUESO DE LA BAJA EXTREMADURA
apreciarse en detalle, sin embargo,en la extremidad
superior y bajo lo que queda de la epífisis, se observan
bien representados los ojos e inmediatamente debajo,
tras un corto espacio liso, tres franjas horizontales.
En los ojos, se conservan trazos en forma de segmento de círculo y un punto que debía ser grueso marcando el iris. En él convergen, además, una serie de
líneas radiales muy finas. Aquí la pintura está aplicada directamente sobre la superficie del hueso mientras en las tres franjas horizontales está adherida a
sendos surcos raspados con anterioridad. La primera de
las franjas es discontinua y las otras dos continuas. El
resto del hueso no presenta restos de pintura ni surcos.
Dimensiones: long.: 148 mm.; anch. cent.: 20
mm.; esp.: 13 mm. (fig. 2, 4).
Los ídolos sobre hueso largo, que hasta el
momento no ofrecen paralelo alguno fuera de la
Península Ibérica 21 , tienen su mayor concentra-
105
ción en el Sureste y Levante, aunque no faltan
hallazgos en otras zonas alejadas de éstas como
en la Meseta Norte, en la provincia de Madrid 22 .
Su encuadre resulta claro dentro del Calcolítico,
asociado a veces también a cerámica campaniforme. Su presencia en la Cuenca Media del Guadiana, ya en un total de cuatro ejemplares,
confirma a nuestra región como un foco receptor de influjos del SE. y SO. durante la fase plena de la Edad del Cobre, al mismo tiempo que
como un núcleo reelaborador y difusor de las
propias ideas religiosas.
21
22
M. J. ALMAGRO GORBEA, op. cit., 1973. v. nota 11.
M. I. MARTÍNEZ NAVARRETE, «El comienzo de la metalurgia en la provincia de Madrid. La cueva y el cerro de
Juan Barbero (Tielmes)». 77?, 41. 1984.
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ALGUNOS ÍDOLOS EN BARRO COCIDO Y HUESODE LA BAJA EXTREMADURA
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