Jung y la Psicología en Europa durante la época de la II Guerra

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Jung y la Psicología en Europa durante la época de la II Guerra Mundial
La reciente proyección del documental C.G. Jung en nuestros cines, sin duda, ha
despertado un notable interés por parte del público. Esto, además, ha propiciado la
reflexión sobre el posicionamiento del Doctor Jung en relación a la delicada situación
de la Psicología en Europa durante el dominio del Nacionalsocialismo. Sin duda éste es
un tema sobre el que es necesario reflexionar para valorar la experiencia de Jung en el
tiempo que le tocó vivir.
En nuestro encuentro del Círculo de Analistas del 4 de octubre del 2008,
reunimos información de diferentes fuentes y elaboramos la síntesis que a continuación
detallamos.
En primer lugar, planteamos las conclusiones de los hechos. Se cuenta con la
investigación de numerosos estudiosos, que a través de documentos avalan estos datos:
En 1933 Jung aceptó la presidencia de la Sociedad Médica Internacional de
Psicoterapia y al mismo tiempo, la redacción de su Boletín. En ese momento, la
Psicología en Europa atravesaba una circunstancia delicada: los nazis sospechaban de
la psicoterapia, presentándola como ciencia judía. Es en esta atmósfera que Jung acepta
la presidencia.
En la primera época en la que Hitler tomaba el poder, Jung puso sus esperanzas
en el desarrollo fructífero y pacífico de un movimiento político que intentaba reconducir
al país tras los efectos depresores de la 1ª Guerra Mundial. A principios de los años
1930, y de acuerdo al desarrollo de su pensamiento en aquella época, Jung consideraba
que la energía creativa potencial del Sí-mismo, que garantizaba la supervivencia de yo
(...el centro del campo de la consciencia), podía estar dinamizando este proceso en la
psique alemana. En su estudio de 1936, completó esta temprana concepción del mapa
de la psique del pueblo alemán, con el estudio sobre el aspecto sombra de la imagen
arquetípica de Wotan que anida en el inconsciente colectivo, o psique primordial.
En este extraordinario artículo, Jung habla del nazismo como una manifestación del
típico “furor teutonicus”, personificado en Wotan, “…dios de las tormentas y de la
ebriedad”.
El mismo año publica: “Psicología de la Dictadura” y, en 1938, da una charla en
Londres organizada en casa del Doctor E.A.Bennet que, más tarde, se publicó en The
Psychologist (Londres) con el título: “Jung diagnostica a los dictadores”. Éste
documento, junto a la entrevista realizada a Jung por H.R. Knickerbocker: “Diagnóstico
de los dictadores”, constituyen dos aportaciones de enorme valor respecto a las figuras
de Hitler, Mussolini y Stalin.
Asimismo, en Psicología y Religión (1937) criticó con mucha agudeza la
tendencia a los movimientos en masa discernibles entonces en Alemania, habiendo
advertido previamente de los peligros de este fenómeno, en una conferencia
pronunciada en Colonia y Essen, ya en febrero de 1933.
No es extraño, entonces, que, finalmente, en 1940 sus trabajos fueran prohibidos
en Alemania y su nombre censurado. En 11 de mayo de 1945, Die Weltwoche (Zürich)
publicó una entrevista “Los problemas psíquicos de los alemanes en la posguerra”que,
probablemente, se había realizado antes de la rendición del ejército alemán.
También existen documentos que prueban que Jung hizo lo posible por salvar a
sus colegas judíos perseguidos, y en 1939 presentó su dimisión como presidente de la
Sdad. Internacional de Psicoterapia.
Las autoridades hitlerianas tomaron mediadas contra él:
***Prohibieron su entrada al pais
***Sus obras fueron quemadas y deshechas
***Su nombre figuraba en la famosa Lista de Otto; al lado del de Freud y tantos
otros.
**********************
Carl Frederich von Weizsäcker , en su artículo “Erinnerungen an Martin
Heidegger”, (Neue Zürcher Zeitung, 16/17 de abril, 1977), apunta:
“Cuando los nazis obtuvieron el poder (1933) el Profesor Ernrst Kretschmer,
presidente de la Sociedad Médica General para la Psicoterapia, renunció. En este
momento crítico y ante la urgente petición de sus miembros directivos, Jung, entonces
vicepresidente honorario, aceptó la presidencia con la esperanza de evitar lo peor. Las
palabras de Jung parece que fueron: ...“de esta manera surgió para mí un conflicto,
como le hubiera sucedido a cualquier hombre decente en esta situación. ¿Debía yo,
como hombre prudente y neutral, retirarme en la seguridad de este lado de la frontera y
lavarme las manos con mi inocencia, o debía –como bien lo sabía- arriesgar mi
pellejo?...
...¿Debía yo sacrificar los intereses de la ciencia, la lealtad a mis colegas, la amistad
que me une a los médicos alemanes, y el vínculo viviente con las características
otorgadas por una lengua común...
...sacrificar todo esto por una egoísta comodidad y mis sentimientos políticos
diferentes?... En consecuencia, no me quedó otro curso que responder por mis amigos
con el peso de mi nombre y una posición independiente.”
En Collected Works 10, carta a Abraham R. Roback 29 del 9 de 1936 (letters
1,pág. 219), manifiesta Jung:
“...con respecto a mi llamada ‘afiliación nazi’, ha habido un innecesario ruido por
ello, no soy nazi, de hecho soy apolítico ...psicoterapeutas alemanes me pidieron que
les ayudara a mantener su organización profesional, puesto que hubo un peligro
inmediato de que la psicoterapia en Alemania desapareciera, se la consideraba una
‘ciencia judía’, y por lo tanto era altamente sospechosa .
Aquellos doctores
alemanes eran mis amigos y sólo un cobarde abandonaría a sus amigos cuando
necesitan su ayuda”.
Al acceder a la petición de sus amigos, Jung como suizo, mantenía cierta libertad
de acción, en unos meses estimuló el que se volvieran a redactar los estatutos de la
Sociedad, para hacerla formal y efectivamente, de carácter internacional.
En el Congreso de la Sociedad Internacional en Bad Nauheim en mayo de 1934,
Jung estipuló que los doctores judío-alemanes que hubieran sido expulsados o excluidos
de la sección alemana podrían, en forma individual, convertirse en miembros de la
Sociedad Internacional con los mismos derechos, preservando así la condición
profesional y social (Zentralblatt, VII, 6, 1934).
Según Aniela Jaffé1, a pesar de que esta medida más tarde no demostró ser
efectiva, en vista del terror nazi, aun así la intención de Jung fue ir directamente en
ayuda de sus colegas judíos de Alemania ante las restricciones antisemitas promulgadas
por el régimen nazi.
Jung al ser presidente de la Sociedad Médica General Internacional para la
Psicoterapia era también el editor de la revista de la Sociedad llamada Zentralblatt. La
sección alemana de la Sociedad dirigida por el profesor Göring planeó publicar un
manifiesto en que la rama alemana de la Sociedad se comprometía con los principios
ideológicos del nacionalsocialismo. Este manifiesto, algo modificado apareció no sólo
en el suplemento alemán sino, bajo una forma algo diferente, también en la edición de
diciembre de 1933 del Zentralblatt, sin que el editor administrativo (Dr.W.Cimbal,
Hamburgo) informara a Jung de ello. Esto significó una gran vergüenza para Jung. El
doctor Gustav Bally lanzó un ataque contra Jung y allí comenzó la polémica. La
mayoría de ataques posteriores están basados en el artículo de Bally. Dos años más
tarde Bally y Jung se unieron otra vez para trabajar por la psicología analítica, lo que
demuestra que Bally no consideraba a Jung simpatizante del nacionalsocialismo.
En 1936, cuando el profesor Goring se convirtió en coeditor del Zentralblatt,
hecho por el que muchas veces se reprocha a Jung , fue gracias a Jung y a Meier que el
Zentralblatt no estuvo “amoldado”y continuó publicando críticas imparciales de libros
de autores judíos, así como también contribuciones de escritores extranjeros como H. G.
Baynes, Esther Hardind y C.Baudoin.
En 1938, tuvo lugar en Oxford el último congreso de la Sociedad Internacional,
bajo la presidencia de Jung. En esta ocasión la Universidad de Oxford le concedió el
grado de Doctor Honoris Causa. El discurso presidencial de Jung trató acerca de los
puntos comunes a las diferentes escuelas de psicoterapia...
En 1940, el profesor Goring declaró en forma perentoria e ilegal que la Sociedad
Internacional, junto con el Zentralblatt, se habían “amoldado” y habían transferido su
sede de Zürich a Berlín. De ahí, dejó de existir en la práctica. (Carta al Dr. J H van der
Hoop, 26 octubre de 1940).
En 1946 cuando Winston Churchill visitó Suiza, a petición de éste, Jung se
sentó a su lado, tanto durante la ceremonia del Aula de la Universidad de Zürich como
en la cena oficial en SchlloB Allmendingen, cerca de Berna.
Para Aniela Jafré, “una de las raíces más profundas de la polémica periódica
anti-Jung yace probablemente en la relación entre Freud y Jung, que aún hoy ejerce una
peculiar fascinación sobre las personas. La relación entre los dos investigadores fue
1
Aniela Jaffé “De la Vida y la Obra de C.G.Jung” Libro Guía, Madrid, 1992
problemática desde el comienzo, y terminó en forma trágica, con un mutuo
resentimiento que nunca llegó a morir. Sin embargo, en última instancia, fue fructífera
para ambos.
...Jones recuerda que “…el propio Freud se sintió golpeado por la analogía, con su
propia separación de su antiguo maestro Breuer.”
Por último, es significativo que de los tres editores para los volúmenes de las
cartas de Jung, dos eran judíos Gerhard Adler y Aniela Jaffé; sin olvidar a autores que,
continuando la labor de Jung, desarrollaron la Psicología Analítica, como es el caso de
Erich Neuwman, quien nació en Berlín en 1905 y vivió en Tel Aviv desde 1934 hasta su
muerte; lo que nos da más argumentos para valorar infundadas las sospechas de
antisemitismo que ciertos observadores en ocasiones gratuitamente comentan sin tener
en cuenta los datos objetivos y la realidad.
Referencias bibliográficas
Jaffé, Aniela. De la vida y la Obra de C.G.Jung. Libro Guía. Madrid 1992.
Jung, Carl Gustav. Civilización en transición. O.C. Vol 10. Trotta. Madrid 2001
________. Encuentros con Jung. Trotta. Madrid 2000
López-Pedraza, Rafaél. La Psicología de “Después de la Catástrofe”.Festina
Lente. Caracas Venezuela 1998.
Perrot, Etienne. C.G. Jung defensor de la psicoterapia libre frente al nazismo.
Revista de Psicología Analítica, 1991, 2, 87-103
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