EL NIÑO nvestigación de dos asistentes sociales revela SE LLAMA

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REVISTA DE TRABAJO SOCIAL
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Dentro de un proyecto. histórico solidario, este puede
EL NIÑO
SE LLAMA
AHORA
Sergio Prenafeta Jenkin
Profesor de Estado
y
Periodista
ser el
nifo
que camblará
nuestro futuro.
nvestigación de dos asistentes sociales revela
realidad familiar de niños con desnutrición severa, atendidos en un Centro de la Corporación para la Nutrición Infantil.
La recuperación de los menores debe correr
paralela a una toma de conciencia de los padres, sobre las fronteras materiales y humanas
de su extrema miseria.
Los "signos de los tiempos" nos golpean
minuto a minuto, en un alerta a nuestras conciencias. Hasta los ciegos y sordos saben de su presencia porque invaden el alma de cada individuo.
Los signos de los tiempos son en sí aquellos grandes hechos, acontecimientos y actitudes o relaciones que caracterizan a una época. Proyectan
su significado sobre dos niveles. Revelan al estudioso las corrientes subterráneas, las causas y
los efectos de los eventos, como también las esperanzas y preocupaciones de los hombres.
-
Quien los comprende, puede intuir y palpar
con su espíritu la corriente dinámica de su tiempo, vale decir la historia que vive. Así, también,
podrá influir mejor en ella.
La extrema miseria es uno de esos signos
de los tiempos.
REPORTAJE
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Tal vez el más lacerante y el que deteriora
en forma más profunda a todo el hombre y a todos los hombres.
La extrema miseria no pertenece a éste ni
se originó en tal o cual gobierno. Es un sino trágico que nos persigue generaclonalmente, atávicamente. Obedece a la sumatoria de errores y
egoísmos, y al olvido grave de que cada hombre
es nuestro hermano.
Hace poco más de un año, la Oficina de
Planificación Nacional y el Instituto de Economía
de la Universidad Católica de Chile, publicaron un
"Mapa de la Extrema Pobreza" donde se identificó por primera vez a 1.916.000 chilenos como pobres extremos, aproximadamente el 21 por ciento
de la población nacional. La mitad de éstos, oficialmente pobres, son niños menores de 16 años,
cuya condición se midió con Indicadores tales
como tipo de vivienda usada, hacinamiento,
analfabetismo de los padres, sistemas de eliminación de excretas, tipo de abastecimiento de agua y
equipamiento mínimo del hogar. Otros parámetros
como cesantía, alcoholismo, ruralidad-marginalidad, etc., ayudaron a completar el cuadro.
Hasta allí la estadística fría, la comprobación literal. El documento no pretendió plantear
soluciones para abordar el caos. No era ese su
propósito. Sin embargo, una entidad privada, la
Corporación para la Nutrición Infantil, COPANI,
ya había comenzado a estudiar los caminos para
enfrentar una de las secuelas mayores de la extrema pobreza: la desnutrición aguda en los recién
nacidos.
El presente reportaje no pretende ser un
análisis de lo realizado por COPANI, sino comentar la investigación realizada por sus Aslstenteg
Sociales, Dora Mikacic Hurtado y María Esther
Salazar Pereda, sobre "La Función del Servicio Social frente a la Realidad Socloeconómica Familiar
de los Niños ingresados a la Corporación" (Centro
Pedro de Valdivia).
Permanente desafío
El propósito básico de las actividades de
Servicio Social en COPANI es determinar las condiciones socioeconómicas y de relaciones Interpersonales del núcleo familiar a que pertenece
cada uno de los niños internados, con el fin de
mejorar aquellas condiciones estimadas como negativas para el normal desarrollo del menor, una
vez que sea dado de alta.
Son condiciones negativas el alcoholismo
de uno o ambos padres, la prostitución, cesantía,
problema habitacional, disgregación familiar, conflictos conyugales de padres y/o hermanos que
requieran hospitalización, abandono de la madre
o Imposibilidad de cuidar al menor.
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La casuística atendida por los dos centros
que a enero de 1977 mantenía la Corporación en
la capital, plantean en cada minuto un permanente
desafío al Asistente Social.
La investigación se hizo a partir de 40 casos considerados como "significativos", pertenecientes a las poblaciones periféricas de las comunas de Ñuñoa, Las Condes, Providencia y La Reina.
El 20% de esos niños no fueron amamantados por
su madre, y el 45% alcanzó a recibir alimento
natural aproximadamente un mes. Para la misma
muestra, el 20% de las madres no llevaba a su
hijo a control y no retiraba la leche correspondiente del Consultorio.
La mitad de los casos anotó por lo menos
una hospitalización anterior a su llegada al Centro y la cuarta parte presentó tres o más. Como
el Servicio Nacional de Salud no cataloga los estados de desnutrición como enfermedad, sino como patología acompañante de otros cuadros -diala causal "desnutrirreas, gripes, neumoníasción" no aparece en las fichas de las primeras
hospitalizaciones.
Consultados los padres por su situación legal, un 53 % la consideró "regular", a pesar que,
por tratarse de porcentajes mínimos, tal índice
podría equilibrarse con el de situación legal irregular. Más de la mitad de los niños estudiados
provenientes de estos hogares, resultó tener entre uno y tres hermanos (60%), y otro 20% se
ubicó entre los que componían familias de 4 a 6
hermanos.
Analfabetismo absoluto del padre se anotó
en tres casos (9%), en cambio el indicador subió
a siete casos (18.4%) para las madres. La encuesta midió luego un rango bastante Impreciso
de escolaridad, que va del primero a sexto año
básico y en el que se inscribió el 55% del total
de los hombres y el 50% de las mujeres. El próximo rango fue el séptimo básico a cuarto medio,
en donde la escolaridad masculina (36%) superó
nuevamente a la femenina (31,6). La condición
"analfabeto puro" encontrada y el uso de un patrón tan subjetivo donde los analfabetos potenciales y por desuso se superponen con los de
cierta escolaridad, llevan a pensar que el índice
oficial que da el trabajo debe ser mucho mayor.
Algo similar ocurre con el patrón usado
para medir la condición de alcoholismo del padre.
El trabajo indica sólo como "sí" a un 16.7% de la
muestra.
Cesantía y miseria
El siguiente indicador medido fue la situación laboral del padre. Al momento de realizar la
encuesta (1976), había un 37% de4 obreros con
trabajo fijo, un 26% de cesantes, 1 % de obreros
sin trabajo fijo y 23 % de "otros". La cesantía real
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excede la cuarta parte de los jefes de hogar, y
tiende a crecer si se considera que la condición
de no tener trabajo fijo, en el fondo, disfraza o
enmascara la real dimensión del problema. En este
caso, un 40% de los padres de familia tenía una
situación económica inestable.
El problema del manejo estadístico de los
índices de cesantía se presta frecuentemente a
distorsiones. Según los criterios oficiales que se
manejan hoy en el país no son cesantes quienes
hacen trabajos estacionales (campesinos, paleros
de caminos, etc.), ni quienes perciben sólo propinas -como los que cuidan vehículos en los
estacionamientos-, ni los que generan un subempleo (vender confites en los buses).
En el caso de las madres encuestadas, el
77% dijo ser dueña de casa, sin otro ingreso que
el que aporta su marido.
En el rubro vivienda, la "mejora" de menos
de tres piezas es la que alberga al 65 % de los
encuestados. Al mismo tiempo, más de la mitad
de las familias son asignatarias de sitio municipal y más de un cuarto del total viven en condición de "allegados".
Así como el Centro rescata al niño de la extrema deanutrcl6un, el S.S. motiva el rescate de los padres de su extrema pobreza.
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Si se procede a cruzar los indicadores vistos hasta el momento, se apreciará que el marco
social, cultural, y ambiental en que nacen los niños desnutridos agudos, representa el peor de los
sustratos donde afincar el derecho a la dignidad
humana, que, por derecho natural, reclama y es
consustancial a toda nueva vida.
Sin embargo, veamos los últimos cuatro Indicadores que informan el trabajo de las Asistentes Sociales.
El 65% de las familias encuestadas acusó
hacinamiento, es decir, duermen más de cuatro
personas por habitación. Junto con esto, el 7 8%
Indicó promiscuidad, la obligación de compartir el
mismo lecho con más de una persona.
En el plano sanitario, más de las tres cuartas partes (79%) de las familias no poseen red de
agua potable dentro de sus viviendas, debiendo
acarrearla desde pilones (41%) o buscarla en grifos dentro del sitio. Como ingrata contraparte de
lo anterior, el 10% de las familias no tiene ningún
tipo de servicios higiénicos y el 67% utiliza pozo
negro o letrina.
Acción de conjunto
Hasta aquí la relación de las cifras, con las
que concluye la investigación. María Esther Salazar accedió a una entrevista, con el propósito de
ampliar y enriquecer los antecedentes de su trabajo.
se pensó
"Desde un comienzo -señalaque el trabajo en terreno debería hacerse en forma regular y continua por un grupo de personas
preparadas, lo que nos llevó a la formación del
Departamento de Coordinación Niño-Familia. Bajo
la responsabilidad y dirección de la Asistente Social trabajan allí un grupo de damas "Voluntarias
de Morado" tanto en el mismo Centro como en
terreno. Ellas son las encargadas de ejecutar o
aplicar las indicaciones entregadas por el equipo
multiprofesional. Este Departamento controla así
la evolución y desarrollo del niño en el hogar encargándose dos voluntarias de cada familia. La
Asistente Social vigila directamente el desarrollo
de cada caso en el terreno mismo".
¿Cómo llegan los niños a los Centros de COPANI?
-Vienen referidos de los consultorios periféricos y de los hospitales de área. Traen un informe social junto a sus exámenes médicos donde se acredita que el caso no tiene complicaciones de déficit mental. Procedemos luego a entrevistar a los padres y a visitar el hogar. Muchas
veces hay que referir a las madres a la consulta
neurosiquiátrica debido a sus estados de alteración ante las dificultades económicas que afrontan. En el caso de constatar cesantía del padre,
gestionamos prioridad para él en los planes de
contratación de personal municipal, empleo mínimo u otros, logrando hasta la fecha buen resultado.
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Para la mayoría de los padres, los servicios dei
Centro deben ser la gran solución...
-Para todos, sin embargo, su contacto con
el niño no se pierde. Padres y madres están autorizados para que pasen todos los días, a las
horas que mejor les acomode, a ver a sus hijos.
Paulatinamente van comprobando que una expresión de alegría comienza a sustituir el rostro famélico, senil y de pena inmensa que tenían sus
hijos al ingresar a tratamiento. La recuperación es
lenta y como mínimo la estada de los chicos se
prolonga por cinco a seis meses. Es una etapa de
recuperación para la guagua pero también debe
ser de cambios en el seno de la familia, de los
padres.
Conciencia de su condición
-No ha ocurrido, tal vez porque el padre
y la madre de los niños se han ido familiarizando,
durante seis meses, con las voluntarias al verlas
con sus propios hijos en los brazos. Ellos estiman
que se trata de profesionales con un rol bien preciso dentro de los equipos del Centro. El verlas
un día cualquiera en su casa, hablando de una
guagua a las que han llegado a querer, resulta
para los padres un estímulo más que una visita
Inoportuna. Por otra parte, es responsabilidad de
la Asistente Social adiestrar y controlar las visitas a domicilio, para que ante los ojos y oídos de
la madre no hayan ni gestos duros, ni ostentaciones inconvenientes, ni compasiones irritantes.
-Las damas voluntarias a su cargo tienen
un nivel social que es la antípoda de la gente a
quienes visitan. ¿Han recibido ellas algún rechazo
de parte de esos hogares de extrema miseria?
-¿El paso definitivo del niño desde el Centro a su hogar -el "alta"- se hace con consulta
al equipo de profesionales?
-El jefe de una moderna clínica universitaria destinada a tratar los embarazos de alto riesgo, se lamentaba de que los índices alcanzados
en disminución de la mortalidad infantil se veían
empañados cuando hacían nacer a un niño con
normalidad, para que muriera a los tres días de
llegar a su hogar a causa de una diarrea, es decir
algo totalmente ajeno al alcance de ellos. ¿No les
pasa algo similar a ustedes, que recuperan el nivel nutricional, sicomotriz y afectivo de los niños,
y cuando se vuelven a sus hogares, recaen?
-Así ocurre y es una de las cosas más
gratificantes dentro del desempeño de mi profesión. El médico puede certificar el arribo a índices normales de salud, pero entiende el hecho
como la conjunción de una serie de factores de
tipo educativo, afectivos, económicos, anímicos,
etc., que deben conjugarse. Ese medio hay que
acondicionarlo, y a veces hacerlos todo de nuevo.
Otras sencillamente no tienen solución, y el niño
-por nuestra recomendación -no debe volver a
su hogar original sino que debe derivarse a entidades de protección. Lo importante en nuestro
trabajo es asegurarle a la guagua que egresa del
Centro, que no volverá a recaer.
-Este es un problema que nos aflige y desespera, porque lo vemos que escapa a nuestras
posibilidades de actuar. ¿Qué podemos hacer con
una guagua que ha recuperado prácticamente la
vida en seis meses, cuando sabemos que la esperan en un hogar formado por una débil mental y
un alcohólico, donde la muerte estará a su acecho
desde que traspase su puerta? Hay entonces una
labor tan importante de realizar en la comunidad,
en esos hogares, como la que se ejecuta dentro
del Centro. Porque en la medida que la pareja no
tome conciencia de su condición de miseria extrema -económica, social, cultural, moral- y no
reaccione a un cambio todo nuestro trabajo quedará en el aire. Sólo esta toma de conciencia de
su status podrá apoyar el reacondicionamiento de
aquello llamado hogar.
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-Esta toma de conciencia de que usted habla, se contrapone con la actitud de algunas madres que veo aquí en el Centro. Están embarazadas a la espera de nuevos hijos con desnutrición severa...
-Es cierto y aquí ocurre algo increíble porque hace algún tiempo, a las asistentes sociales
se nos escuchaba cuando en un informe recomendábamos al médico la adopción de medidas para
planificar la natalidad de una multípara con problemas. Hoy nuestra voz no pesa, a lo que se
agrega la falta absoluta de educación sexual en
la pareja. A esta altura, comprenda usted qué
importancia tiene que los medios de comunicación de masas y los contenidos educativos mismos de tipo formal, revisen su validez para esta
sociedad de hoy, con los problemas que usted
conoce tan bien como yo.
-Pero también es un desafío para su propia profesión.
-Es un inmenso desafío. Es importante que
los colegas sean preparados en temas como estos
de la desnutrición, ya que representa la problemática tope en cualquier medio en que trabajemos. Que no se piense que niños con desnutrición
severa hay sólo en las poblaciones marginales.
Nada más erróneo. Este es un asunto que existe
en niveles insospechados donde no hay prostitución, ni alcoholismo, ni mediaguas, ni analfabetismo. Las escuelas de Servicio Social deberían
enviar a nuestros centros a sus alumnos en práctica o en preseminarios. Hace mucha falta...
Oscar se llama ahora
Mientras converso con María Esther Salazar, el pediatra del Centro me invita a conocer
uno de sus sesenta casos. Se trata de Oscar,
que mide 56 centímetros, pesa 3.200 gramos y
tiene tres meses de edad. El diagnóstico indica
desnutrición severa, es decir, un déficit del 75%
o más en peso. Señala que el peso ideal para su
edad debería ser 5.250 gramos.
Oscar presenta como cuadro acompañante
una severa alteración sicomotora. A los 15 días
de ingresar al Centro había subido 115 gramos,
y a los 30 anotaba una recuperación en peso de
170 gramos en relación a su ingreso. Las mediciones hechas por la sicóloga indicaban que al
llegar tenía dos meses de edad motora y apenas
unos 18 días de desarrollo sicomotor. Al mes ya
la edad motora se empinaba por los dos meses
y medio.
¿Cuántos padres tomarán conciencia real
de lo que significa tener un hijo desnutrido, o
niño "deprivado" como se ha puesto en boga
llamarlo hoy? Más allá de ellos, ¿cuántos de
nosotros -muchos con poder de decisión- sabe o atisba lo que esto significa para el país,
para nuestra sociedad, para esa nacionalidad que
se desmorona a pedazos en cada una de estas
criaturas?
Una mujer que no tuvo hijos, pero que los
adoptó por millares en su alma, y que intuyó
poéticamente los signos de su tiempo, escribió
desde el Valle del Elqui:
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"Estamos enfermos de muchos errores y
de otras tantas culpas; pero nuestro delito se
llama abandono de la Infancia, descuido de la
fuente. Muchas de las cosas que hemos menester
tienen espera: el Niño no. El está haciendo ahora
mismo sus huesos, creando su sangre y ensayando sus sentidos. A él no se le puede responder:
"Mañana". El se llama "AHORA".
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