El Fenómeno psicosomático y sus diferencias con el síntoma

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Zulma López Arranz
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El Fenómeno psicosomático y sus diferencias con el síntoma
Autor: Zulma López Arranz
El término “psicosomática”, introducido por Heinroth en la medicina, fue
retomado por dos importantes escuelas médicas; la alemana de Hendelberg
y la americana de Chicago, que por medio de Alexander y Dunbar (1930),
dan comienzo a una clínica psicosomática liderada por médicos internistas
psicoanalizados.
La medicina, a pesar de todo el
innegable avance científico y
tecnológico, con la creciente precisión de sus instrumentales, no consigue
responder a la pregunta de por qué a menudo el cuerpo no responde como
sus cálculos lo indican.
Para
que resulte aprensible lo que queremos
señalar es interesante ilustrar con un pasaje de la pieza teatral de Roberto
Halac titulada. “Frida Kahlo, la pasión”, la protagonista frente a uno de sus
cuadros expresa: “He pintado mi columna vertebral para los médicos, pues
ellos no la pueden ver en sus radiografías”. Esto
pone en evidencia la
distancia entre este cuerpo que es objeto de la medicina y que la ciencia
“manipula” y el cuerpo en el discurso del psicoanálisis.
El cuerpo biológico que constituye un organismo no se concilia con el
estatuto del cuerpo para el psicoanálisis. La conceptualización del cuerpo
desde el
psicoanálisis
se aleja
del cuerpo que es objeto de la
anatomopatología, ese cuerpo que se radiografía, que es objeto de las
ecografías, se transplanta, se injerta, se insemina, se fertiliza.
El cuerpo desde el psicoanálisis tiene que ver con la palabra, se articula
al inconciente. Desde el momento en que un cuerpo aloja a un ser hablante
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se transforma en una sustancia gozante “yo go soy”. Al mismo tiempo el
significante introduce en el soma la pulsión, el deseo y el goce.
A fin de partir de una conceptualización que nos permita efectuar las
distinciones entre síntoma y FPS recurriremos a un uso restringido de
dicho término.
Leemos en el Diccionario del Psicoanálisis, bajo la dirección de
Roland Chemama:
Psicosomático: “Se dice de fenómenos patológicos orgánicos o funcionales
cuando su desencadenamiento y evolución son comprendidos como la
respuesta del cuerpo viviente a una situación simbólica crítica pero que no
ha sido tratada como tal por el inconciente del sujeto, lo que los distingue de
los síntomas conversivos histéricos, que son, por su parte, formaciones del
inconciente”
DIFERENCIAS ENTRE FENÓMENO PSICOSOMÁTICO Y SÍNTOMA
El FPS no es un síntoma.
El FPS no es una formación del inconciente
El FPS es una formación del Ello pulsional.
¿Por qué la importancia de distinguirlo del síntoma?
Porque esta diferenciación nos permitirá pensar la dirección de la cura y
las maniobras de transferencia.
Sin embargo debo adelantar que, siguiendo las enseñanzas de J. Lacan,
se apostará a que “la invención del psicoanálisis sirva para algo”. Lacan
nos propone tener “confianza “en el síntoma. Su posición es opuesta a la
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que organiza la clínica desde la doctrina de la “desconfianza “en el síntoma.
Ella se basa en el “éxito” obtenido por las terapias químicas, ya que se
dispone de medicación que sirve para calmar la angustia, la depresión y el
delirio. En este sentido el síntoma parece tener interés en la medida en que
responde, o no, a determinado medicamento. Existe una alianza entre la
psiquiatría y la corriente psicoanalítica del yo, quienes
“desconfían” del
síntoma. En ambos casos tanto el diagnóstico como la dirección de la cura
dependen del yo. Existe una doctrina del síndrome con items y exclusiones
que es difundida por la Organización Americana de Psiquiatría con el DSM
IV. Lacan, en cambio acentúa la confianza en el síntoma.
De todas maneras, dada la importancia del síntoma dentro de la
enseñanza de Lacan, considero fundamental efectuar la oposición entre
síntoma y FPS.
Si nos apoyamos en las indicaciones dadas por Lacan en el Seminario XI,
(donde Lacan aborda lo simbólico a partir de su articulación en el discurso),
el síntoma tiene estructura de metáfora, implica “algún dos” por medio del
cual se engendra el sentido.
Para la aparición del sujeto es necesario un S1 y un S2, recordemos: “Un
sujeto es lo que representa un significante para otro significante”. En la
hiancia que se produce entre el S1 y el S2 es el lugar de aparición y
desaparición del sujeto.
Podríamos decir que el síntoma tiene una estructura de metáfora, es
decir una estructura de sustitución de significantes.
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En el FPS, en cambio, nos encontramos con la holofrase donde el S1
(significante unario) y el S2 (significante que viene del Otro, bajo la forma de
un saber inconciente) están “pegoteados”, aglutinados, congelados. Es decir
reduce el par de significantes al UNO, pero un UNO más absoluto que no
puede representar al sujeto.
No existe el intervalo, la hiancia donde el
sujeto aparece y desaparece.
Tomando en cuenta las operaciones de constitución del sujeto, el FPS
podría ser pensado como una patología de la separación.
En la operación de alienación el sujeto se identifica a los significantes que
provienen del campo del Otro, en la separación, el sujeto apunta a la falta
en el Otro, hay una intersección de las dos faltas, una falta recubre a la otra.
Pero, en el FPS no se produce la hiancia entre el S1 y el S2. El S2 como
significante que viene del Otro queda holofraseado con el S1, no pudo
producirse la “juntura” de las dos faltas, la del sujeto y la del Otro.
¿Cuál es la consecuencia de la falta de intervalo?
La respuesta es que al no existir intervalo entre el S1 y el S2 no hay
caída del objeto a lo que significa que no hay agujero ni en el Otro ni en el
sujeto, por ello Lacan sitúa el FPS del lado de la psicosis y de la debilidad
mental.
La falla a nivel simbólico, donde el lenguaje no cumple con la función de
separar el goce del cuerpo (dejando reservado el goce a las zonas
erógenas) hace que el goce irrumpa en forma inlocalizada, tomando el
cuerpo propio como cuerpo del Otro.
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Lacan dice que el FPS puede compararse con un jeroglífico en el
desierto, es decir escrito para no ser leído. Podríamos interpretar que no es
un llamado al Otro del significante par.
Pero en el año 1975, época de la Conferencia de Ginebra, Lacan ya no
piensa el síntoma como llamado al Otro para que lo descifre, no pone tanto
el acento en el par ordenado de significantes como estructura del sujeto. En
ese momento de su enseñanza ha elaborado “Hay
lo
UNO”
y desde
entonces, la realidad del inconciente, el UNO, se opone a su elucubración
como sentido.
Desde este punto de viraje, ¿qué queda de nuestra anterior suposición de
oposición entre síntoma y FPS?
Si tanto el síntoma como el FPS es un
UNO de goce por fuere del inconciente. Ese UNO es una letra que hace
“fixión”. A primera vista tanto el síntoma como el FPS se aparecen del lado
del UNO de goce, al menos allí hay una analogía.
Cabe preguntarnos entonces porqué Lacan, en esa conferencia los
separa explícitamente.
El punto en común es la referencia al escrito. Existe una gran brecha
entre la palabra escrita y la palabra hablada. Es el escrito de lo que se llama
“las cifras”, por no hablar de números. En esta conferencia Lacan se refiere
a la “fixierung” freudiana, esa “fijación” que el traduce: “el cuerpo en el
significante hace rasgo y rasgo que es UNO. “Traduje el einziger Zug que
Freud enuncia en su escrito sobre identificación como rasgo unario.”
El cuerpo se deja llevar a escribir algo del orden del número. Podemos
interpretar así que Lacan no se está refiriendo específicamente al FPS sino
de un modo más general al ternario palabra-cuerpo-escrito.
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Lacan plantea un problema de legalidad cuando dice que el FPS “es de
todos modos del orden de lo escrito. En muchos casos no sabemos leerlo”.
Nos está diciendo que lo escrito no está hecho para ser leído, pero esto no
tiene que ver con el hecho de que sea o no legible. Poder leerlo sería
encontrar el sentido que descongelaría la holofrase.
En este momento de la enseñanza de Lacan la diferencia entre FPS y
síntoma debe buscarse en la clase de goce que se encuentra en juego. En
Intervenciones y Textos 2, en la página 139, se podrá leer “La cuestión
debería juzgarse a nivel de ¿cuál es el goce que se encuentra en el
psicosomático?”
En ese mismo párrafo nos orienta en la dirección de la cura señalando
que es mediante la “revelación del goce específico que hay en su fijación,
como siempre debe tenderse a abordar al psicosomático”.
Holofrase o ausencia de afánisis
Partiendo del inconciente lacaniano, el inconciente estructurado como un
lenguaje: “un sujeto es lo que representa un significante para otro significante”,
es decir que en la hiancia que se produce entre el S1 y el S2
es el lugar de
aparición y desaparición del sujeto
Podríamos preguntarnos: ¿en el fenómeno psicosomático, dónde está el
sujeto?
En el fenómeno psicosomático el sujeto se vuelve inlocalizable. Hay
ausencia de afánisis, de desaparición. El sujeto que el sujeto no pueda estar
representado por un significante para
otro significante, esto nos pone en
presencia de la holofrase donde el S1 (significante unario) y el S2 (significante
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que viene del Otro bajo la forma de un saber inconciente), están “pegoteados”,
aglutinados, congelados. Esta falla a nivel simbólico, reduce el par significante
al UNO, pero un UNO más absoluto que no puede representar al sujeto. No
existe el intervalo, la hiancia donde el sujeto aparece y desaparece.
Tomando en cuenta las operaciones de constitución
del sujeto, el FPS
podría ser pensado como una patología de la separación, el presente trabajo
intenta demostrar que si bien
El FPS se pone de manifiesto como
consecuencia de los tropiezos en la segunda operación, el origen se encuentra
en la primera operación. En la alienación
(que es el tiempo uno de la
constitución subjetiva) el sujeto por nacer en el campo del Otro, nace dividido
entre, al menos, dos significantes. Si aparece en un lugar como sentido, en el
otro se manifiesta como fading. Mediante la operación de separación el sujeto
encuentra el camino de regreso del vel alienación, ya que en esta segunda
operación halla el punto débil del par primitivo S1-S2 , la hiancia donde se aloja
el deseo ofertado a la localización del sujeto en la experiencia del discurso del
Otro .
Es preciso insistir que si el niño encuentra la falta en el discurso de ese
primer
gran Otro, que es la madre, se
produce la separación o sea la
superposición de las dos faltas, esto indicaría la puesta en funcionamiento de
la pregunta por el deseo de la madre. Si todo esto ocurre es porque primero
existió la alienación. Lo primero en la dialéctica de Lacan es el fading del
sujeto. Podríamos decir que el fading es lo que le permite al sujeto hallar la
falta en el Otro como manifestación de deseo.
Este recorrido por las operaciones de constitución subjetiva nos permitirá
arribar a la afirmación de que sólo el objeto que falta en el discurso del Otro es
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objeto a si se produce como segundo movimiento, después del primero que
es el fading del sujeto. Podría decirse: sólo si es sujeto del inconciente.
En el fenómeno psicosomático el sujeto cesa de estar representado, en
cierto modo falta la discontinuidad. No hay articulación, pero se está en la
presencia de un significante privilegiado. Un S1 absoluto. Un significante único
y no articulado.
Un punto muy valioso en el que encontré apoyo para la demostración, es el
Seminario 11,
en la página 235: “Lo psicosomático, aunque no es un
significante, es algo que al fin y al cabo, sólo es concebible en la medida en
que la inducción significante a nivel del sujeto ocurrió de una manera que no
pone en juego la afánisis del sujeto”.
La falla en lo simbólico hace imposible el intervalo entre el par significante
S1 S2, estos significantes aglutinados conforman el concepto de holofrase.
Se trata de expresiones que remiten a estados emocionales que se ponen
de manifiesto a través de palabras bruscas: gritos, órdenes, injuciones etc.
que dan cuenta de un deseo insensato. El sujeto queda fijado a un goce
específico que le otorga un ser y en lugar de estar representado por un
significante para otro significante, se encuentra representado por la lesión de
órgano.
Un ejemplo donde podemos observar este fenómeno es el caso de la
paciente G, que llega a análisis tras una ruptura con su pareja, luego de lo
cual regresa al hogar parental. En su discurso se pesquisa un deseo
materno manifestado por mandatos familiares que dan cuenta de que los
hijos son la tranquilidad de los padres en la vejez y que deben asistirlos y
quedarse con ellos. La relación de G con su madre se sitúa en un plano de
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absoluta rivalidad. Relata, como un hecho totalmente aislado del conflicto, la
aparición de un nuevo mioma luego de un chequeo anual. Durante dos
sesiones sólo habla de ello y de las consecuencias que podría tener en
relación con la maternidad. El MI o MA hubo que ser quebrado para que
aparezca el sujeto del inconciente dándole un sentido.
La dirección de la cura en el FPS seguirá por los derroteros de limitar el
goce específico, separar el deseo del goce específico y de la detección y
desmontaje de la holofrase que
abre la posibilidad de que aparezca el
sujeto y se confronte con sus verdaderas preguntas.
El Otro como cuerpo. Una libido corporificada
Lacan sustituye el mito de Aristófanes, quien explica la idea del andrógino:
éramos uno, por efecto de la presencia de los dioses fuimos separados en
dos, entonces el macho quedará buscando permanentemente su parte perdida:
la mujer, y la hembra buscará permanentemente su parte perdida: el macho.
Ya que la parte perdida de sí, es el otro sexo.
Para Lacan, esto no funciona así. La idea lacaniana es que no hay
complementariedad entre los sexos. La experiencia del amor no busca en el
otro su mitad sexual. La experiencia analítica sustituye esta representación
mítica del misterio del amor por la búsqueda que hace el sujeto no de su
complemento sexual, sino de esa parte de sí mismo, eternamente perdida.
El ser humano es inducido a su sexualidad por vía del engaño, de un
señuelo. ¿Cuál ese engaño? Es que buscando algo se encuentra otra cosa.
¿Qué es lo que se busca? Se busca la parte perdida de uno, se la busca en el
Otro. Es así que buscando la parte perdida de uno, perdida irremediablemente
para siempre, se entra por la vía del engaño a lo que sostiene la actividad
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sexual del ser humano. Es por vía del engaño, porque todos creemos que con
la pulsión buscamos el encuentro con el Otro y lo que buscamos es la parte
perdida de uno. Es una búsqueda infructuosa, por esa razón se busca reiterarla
ante cada nuevo fracaso.
El psicoanálisis da cuenta de la actividad sexuada a través del engaño, ya
que se monta una escena tomada del Edipo.
Para explicar estos conceptos, Lacan recurre a un nuevo mito, el mito de la
laminilla, que está destinado a encarnar la parte faltante.
Esta novedad tiene una gran importancia porque abandona el concepto de
libido como campo de fuerzas y lo reemplaza por la libido como un órgano.
¿Qué quiere decir que la libido no es un campo de fuerzas?
Como campo de fuerza se justificaría la atracción de macho y hembra como
polos magnéticos. Lacan plantea la libido como un órgano esencial para
comprender la naturaleza de la pulsión. Este órgano es irreal pero lo irreal no
es lo imaginario. Por articularse con lo real
no se lo puede aprehender
conceptualmente y por lo tanto requiere de un mito para hacerlo.
Esa es la definición de lo irreal, se nos escapa a todos. ¿Cómo articular ese
órgano perdido a lo real de nuestro cuerpo?
El tema psicosomático: La libido como órgano irreal encarnada en el
cuerpo
Cito a Lacan en el Seminario X: “Pero por ser irreal no impide a un órgano
encarnarse”. Una de las formas más antiguas de encarnar, en el cuerpo este
órgano irreal, es el tatuaje y la escarificación.
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“La incisión es para el Otro, ubica al sujeto en el grupo y tiene una función
erótica”
La escarificación tiene dos usos, uno es en medicina, se trata de una
incisión superficial de la piel para provocar el drenaje de sangre o serosidad y
otra, usada mucho en la antigϋedad en función a la pertenencia de grupos
étnicos, consistía en realizar una incisión e introducir un producto químico que
tenía la virtud de de producir una cicatriz queloide artificial dibujando signos
que indicarían la pertenencia a un determinado grupo.
Retomando, Lacan conceptualiza la libido como ese órgano irreal, perdido
con el advenimiento de la vida, o sea que para vivir hay que perder aquel
órgano de nuestro cuerpo que nos dio la condición de vida. Una metáfora de
esto sería la placenta, como parte de nuestro organismo, como condición de
vida, ya que nos alimentamos intrauterinamente por él, pero que es necesario
perder para el mantenimiento de la vida.
Ese órgano irreal, por sus dificultades de anudarlo a lo real del cuerpo,
luego del advenimiento de la vida, puede materializarse, puede encarnarse.
Los ejemplos más antiguos son las escarificaciones y los tatuajes…y el FPS.
Concluyendo con esta nueva conceptualización de la pulsión podríamos
agregar que el recorrido pulsional es equivalente a una flecha que partiendo del
cuerpo hacia el blanco, retorna a él.
El engaño es que creemos que mediante la pulsión nos dirigimos al Otro,
esa es la primera parte engañosa, porque la flecha yendo hacia el Otro lo que
verdaderamente busca, es volver al propio cuerpo.
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Bibliografía
Chemama, R. Diccionario del Psicoanálisis. Buenos Aires, Amorrortu Editores, 1998
DSM-IV. Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, Barcelona,
Masson, s.a. 1998
Lacan, J. Psicoanálisis y Medicina. En Intervenciones y textos 1. Buenos Aires,
Manantial, 2002.
Lacan, J. Conferencia en Ginebra sobre el síntoma. En Intervenciones y textos 2.
Buenos Aires, Manantial, 2001.
Lacan, J. El Seminario 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis.
Buenos Aires, Paidós, 2003.
Lacan, J. El Seminario 2, El yo en la teoría de Freud y en la práctica psicoanalítica.
Buenos Aires, Paidós, 1997.
Lacan, J. El Seminario 3, Las psicosis. Buenos Aires, Paidós, 2004.
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