Ficha Vitolo -3

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FICHAS DE DANIEL Y GABRIELA VITOLO
SENTIR A TU HIJO Y HABLAR CON ÉL
Este documento de trabajo tiene como objetivo promover la relación" vital” con el hijo muerto.
En numerosas ocasiones hemos oído decir que con frecuencia los padres dialogan con su hijo
muerto, algunas veces hablándole a una foto, otras veces dirigiéndose al vacío o a la naturaleza,
tomando algún objeto que pertenecía al hijo, o de otra manera, y “sienten” que mantienen ese
diálogo en forma real. Sin embargo, a poco de manifestar ese sentimiento tienden a sentirse
inclinados a rechazar la idea, rectificar sus expresiones, o a sufrir contradicciones, señalando
que simplemente se han hablado a “ si mismos”, o que lo ocurrido es sólo imaginación. Con el
presente documento se persigue promover la reflexión y el análisis en los Grupos de este tema
en particular. Tomando como guía algunos conceptos pueden motivar el intercambio de
experiencias, de ideas y de sentimientos.
Daniel y Gabriela Vítolo
COMO SIENTO LA AUSENCIA DE MI HIJO
El sentido de la “ausencia” se expresa generalmente, bajo la idea de “no tener a alguien
conmigo”. Como “falta de presencia”. A su vez la “presencia” tiene gran vinculación con las
“formas” y los “sentidos”. Ver, tocar, palpar, besar, acariciar, escuchar. Con ello el sentido de
“presencia” tiene muchos ingredientes sensoriales.
Sin embargo ello no es siempre sólo así, toda vez que la “presencia” toda vez que la presencia
tiene también elementos racionales y temporales, o-dicho de otro modo-vinculados al
conocimiento y al tiempo. Difícilmente sintamos la “ausencia” de un hijo cuando está de
vacaciones o vive en otra ciudad. Lo “extrañamos” , pero por lo general, no hay sentido de
“ausencia”. Ni esta ausencia provoca “ansiedad” o “angustia vital”. Y ello es porque
“conocemos” que “está”;podemos visitarlo y verificar “sensorialmente” sus “formas”.
Cuando un hijo ha muerto, los padres sienten verdaderamente esa sensación de “ausencia”.en
toda su dimensión; y más la sienten cuando el tiempo comienza a correr. No suele haber
sensación de “ausencia” en los primeros tiempos, toda vez que las reacciones típicas de shock,
negación, o bloqueo emocional, impiden que la comprensión real de lo ocurrido, o la idea de
“definitividad”, pueda aprehenderse.
Es recién cuando se asume la muerte del hijo, el momento en que la sensación de “ausencia” se
materializa en toda su dimensión.
LA AUSENCIA :UN SENTIMIENTO
Con cuantas dificultades nos encontraríamos si tuviéramos que “definir” la “ausencia”.
Tendríamos que recurrir a comparaciones, a sensacionesprovocadas por esa “ausencia”
(derivaciones de ella), a explicar qué entendemos por “presencia”, pero difícilmente llegaremos
a poder definir el concepto. Y ello ocurre porque la “ausencia” es un sentimiento, una
sensación.
Si la “ausencia”, entonces, es un “sentimiento”, tienes manera de contrarrestarla en función otro
“sentimiento”, que es –justamente- el sentimiento opuesto: la “presencia”...
PRESCINDENCIA DEL TIEMPO, LA DISTANCIA Y LAS FORMAS
Si nos mantuviéramos atados a los elementos de las “formas”, no podríamos explicar ni nuestras
propias vidas. Puedes entender –cuando observas una foto tuya de cuando eras niño- que eres la
misma persona de hoy? Puedes entender que cuando sueñas o cuando imaginas, no hay tiempos
ni distancias y que, sin embargo, “sientes” ello como algo “real”? Si puedes revivir hoy, y en
otro lugar, la muerte de tu hijo que ya pasó –en otro tiempo y en otro lugar, u otros- ello es una
prueba de que no estás condicionado en tus sentimientos ni por el tiempo, ni por la distancia ni
por la forma.
SENTIR A TU HIJO CONTIGO
Que pasaríasi te plantearas que puedes “sentir” que tu hijo está?. Cuando te encuentras solo en
tu casa y tus hijos vivos juegan en silencio en su habitación, o dibujan en ella, o duermen, tu no
los ves. Tampoco cuando han salido, cuando están de vacaciones, cuando viven en el
extranjero-y los ves quizá cada dos años o más-; o cuando se han casado y viven con su familia
en otra casa o en otra ciudad. Sin embargo, en ninguna de estas ocasiones-durante ese tiempotu dejas de “sentir” a tus hijos.
De la misma manera, las “formas” que te separan de tu hijo muerto hoy no son paredes ni
distancias. Son-en definitiva- “sentimientos” de “ausencia”, pero puedes asimilarlos a las
paredes y a las distancias. Y al tiempo, probablemente, puedas traspasar esas paredes y recorrer
esas distancias. Igual que lo haces hoy con tus hijos vivos cuando no están físicamente contigo.
Para ello, deberías buscar por ti mismo la nueva forma de tu hijo. La que tu consideres más
apropiada. Igual que como lo conociste, o igual a la foto que más te guste de él, o ya más
crecido, pero invisible a tu mirada. O habitando en un lugar especial, un jardín, un rincón de tu
casa- que tu elijas para visitarlo. O quizá diferente, bajo una nueva forma de ser de Luz, o libre
en el aire- que tampoco ves- y flotando en él. O como parte del cielo inmenso- al que ves tan
lejos, pero sientes tan cerca y te provoca emociones tan nítidas. O como brisa o viento cuando
éstos te acarician o te golpean. O en el trasfondo de la foto que siempre miras, o que te
acompaña. O en sus cosas, en sus dibujos, en tus recuerdos.
Intenta sentirlo y no te cierres a ese “sentimiento”.Tómate tu tiempo, una y otra vez,
“siéntelo”, bajo la forma escogida; y “siéntelo”. Y finalmente...”siéntelo” .Y siéntelo dentro de
ti, con todo tu corazón, porque él te ha dejado dentro más cosas de las que crees poseer de él.
Tu no has vivido todas las horas de tu vida junto a él tratando de recoger – especialmente- cada
minuto o cada segundo, lo que él te daba. Sin embargo, cada minuto y cada segundo él te ha
“dado” y tu le has “dado”,también , a él.
Cuando llegues a “sentir” a tu hijo, seguramente advertirás que ya nunca puede irse de ti.
Comprenderás que ese sentimiento te acompañará para siempre, o que lo encontrarás cada vez
que lo busques. Y quizá, en ese momento, descubrirás la verdad del misterio de tu hijo, que es
más profunda que el misterio de su historia.
HABLANDO CON TU HIJO
Si “sientes” a tu hijo, puedes dialogar con él. Con palabras o sin ellas, aún con gestos, con
emociones, con sentimientos compartidos. No te cierres a esa oportunidad. Inténtalo.
Ponte en tu imaginación en frente a él, en la forma en que lo “sientes”, o a su costado, o camina
con él, y conversa con él. Pregúntale, reflexiona, acércale tus dudas. Quizá sientas, al comienzo,
que las respuestas no son más que tus propias respuestas, o tus propias reflexiones. Sin
embargo, no pasará mucho tiempo antes de que, en determinadas ocasiones, sientas que esas
palabras, que crees provienen de tu hijo no son pura imaginación. A veces la propia respuesta te
sobrecogerá, porque revelará una sabiduría y una perspicacia que, quizá no posees. Ello
probablemente te dará una enorme paz, fuerzas y equilibrio interior.
Podría objetarse que esta forma diálogo es pura fantasía. Sin embargo, al punto que leas algo
sobre la vida de Santa Teresa de Jesús, San Antonio de Padua, o los Ejercicios Espirituales de
San Ignacio de Loyola, advertirás que ellos han encontrado sus mejores respuestas de Dios, en
una práctica como ésta.
Dice Anthony de Mello (Contacto con Dios; página 208 – al hablar del diálogo imaginativo con
Dios) que es verdad que resulta difícil reconocer con el intelecto donde termina nuestra
imaginación y donde comienza la realidad. Pero agrega que, si intentamos esto( la fe es
imaginativa), con sencillez de corazón, desarrollaremos un instinto que nos permitirá distinguir
lo que es pura imaginación y lo que es la realidad, o mejor, la Realidad (con mayúscula) que se
comunica con nosotros a través de las mencionadas imágenes o fantasías.
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