EE.UU – Europa: Obama ¿el vaso mitad lleno o mitad vacío?

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EE.UU – Europa: Obama ¿el vaso mitad lleno o
mitad vacío?
Lic. Federico Magra
EE.UU - Europa
AI 004/2010
20 de abril de 2010
RESUMEN
Barack Obama llegó a la presidencia en el año 2009 con promesas de renovación en la
forma en que EEUU conduciría su política exterior y en cómo se relacionaría con el
mundo. Europa fue sin duda quien mayores expectativas tuvo de poder sacar provecho
de ello y así dar un giro a la relación transatlántica. Sin embargo un año después,
parece que las esperanzas de obtener cambios en los lineamientos tomados por EEUU
en política exterior se diluyen en Europa.
EEUU-Europa: Obama ¿el vaso mitad lleno o mitad vacío?
Federico Magra1
En 1962 John F. Kennedy, presidente de los EEUU, hacia gala en un discurso de
lo que él describía ya por aquel entonces, como “obsoleto” en lo referido al concepto
de hegemonía estadounidense, diciendo lo siguiente: “Si actuamos solos, por nuestra
cuenta, no podemos instaurar la justicia en todo el mundo; no podemos garantizar la
tranquilidad interna ni proporcionar una defensa común, ni promover el bienestar
general, ni acceder a las bendiciones de la libertad para nosotros y para nuestra
posteridad” (Rashish,2009)
Lo que Kennedy tenía como propósito con su discurso, era ni más ni menos que
la búsqueda de un socio y nadie encarnaba mejor ese papel que Europa. Casi
cincuenta años después, con la llegada al poder en EEUU de Barack Obama, varios
indicios presagiaban que los deseos de Kennedy serian reflotados en el rol que la
nueva administración demócrata le daría a Europa a la hora de abordar su política
exterior y la forma de relacionarse con el mundo. Obama arribaba a la Casa Blanca con
promesas de cooperación y multilateralismo, tomando como eje una relación más
integrada y plena entre los socios transatlánticos.
En su primer gran discurso de política exterior pronunciado en Praga en abril,
Obama definió el nuevo contexto como inclusión, cooperación y lo que los diplomáticos
denominan multilateralismo. Dijo que la no proliferación nuclear era una máxima
prioridad e indicó que vivimos en un “mundo más interconectado” donde las amenazas
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El autor es Licenciado en Relaciones Internacionales (UES21).
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mundiales a la paz “exigen que nos escuchemos unos a otros y trabajemos juntos; que
nos enfoquemos en nuestros intereses comunes, no en diferencias aisladas”. (FisherThompson, 2010) A principios de 2009 Obama era extremadamente popular en
Europa, tal vez incluso más que en su país. Se suponía que en el futuro todo sería
mejor que en los malos días de Bush. EEUU dejaría de ser agresivo y arrogante; en
una palabra, adoptaría una fisonomía mucho más próxima a Europa. Al propio tiempo,
en Washington se abrigaban grandes esperanzas en el sentido de que las relaciones
con Europa fueran mucho más estrechas en el futuro. Se consultaría a los aliados
europeos, se estudiaría el “modelo europeo” y Europa ayudaría a Estados Unidos.
(Laqueur, 2010)
Como se vio, en aquel tiempo se hablaba de un nuevo despertar en las
relaciones entre Europa y EEUU, se avizoraban señales positivas de ambos lados para
afrontar los retos conjuntos que tanto preocupan a los unos como a los otros. Sin
embargo, los vientos de cambio que se pronosticaban parecen haberse ido
desvaneciendo poco a poco y comenzaron a sumir las relaciones transatlánticas en una
sensación de desencanto mutuo, principalmente en el viejo continente. FISHERTHOMPSON se refiere a ello diciendo: Con George Bush las relaciones transatlánticas
iban mal. Con Barack Obama no van mejor. La negativa del presidente estadounidense
a desplazarse a Madrid los próximos 24 y 25 de mayo para asistir a la cumbre entre la
Unión Europea (UE) y EEUU, más allá de la sensación de desaire sentida en las
capitales europeas y en la española muy en particular, ha puesto al desnudo las
dificultades de relación entre una y otra orilla del Atlántico. (Massagué, 2010)
Otro claro ejemplo de la complicada relación transatlántica se dio con motivo
de la cumbre del G-20 realizada en Londres en 2009, en la cual aparecieron las
primeras disonancias. Allí, Washington hizo hincapié en negociaciones que condujeran
a facilitar el estimulo económico. Por su parte la UE encabezada por Alemania, Francia
e Italia pregonaba tratar temas y formular políticas destinadas a la regulación
financiera. No menos importantes, han sido las discrepancias en asuntos climáticos. La
desilusión de Europa con el presidente norteamericano se dio en momentos de las
difíciles negociaciones que impidieron a EEUU aprobar una ley referida a la cuestión
climática antes de la cumbre de Copenhague realizada el último noviembre. Sumado a
ello, los europeos esperaban un proyecto sustancial de medidas relacionadas al clima
por parte de la administración demócrata, lo que por el momento parece estar
bastante lejos de esas ambiciones. En vista de lo sucedido, la imposibilidad para
Europa de sincronizar su programa de intercambio de derechos de emisión con
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Washington, generó una desilusión en el viejo continente entre lo que esperaban que
haga y lo que está llevando a cabo el presidente americano con su accionar.
La guerra de Afganistán es otra cuestión que añadió decepciones de uno y
otro lado del Atlántico. La mayoría de los países europeos desea reducir su
participación en el conflicto y apoyar una guerra a menor escala, siendo contrarios a
las propuestas de Obama de incrementar la presencia y suministrar mayores recursos
a la lucha en el país asiático. De este modo, los europeos ya habían podido advertir
que el despegue de la relación transatlántica y el nuevo talante del inquilino de la Casa
Blanca no se ajustaban a la euforia inicial. (Hernández, 2010)
Así entonces, Obama tras un año al frente de la Casa Blanca, con una agenda
que estuvo plagada de viajes y misiones, sin dejar de mencionar los severos problemas
internos a los que tuvo que atender, no parece estar colmando del todo las
expectativas creadas en Europa con su arribo al poder. Su ausencia a la cumbre de
Madrid del próximo mayo, al igual que sus políticas hacia los temas que se reflejaron
anteriormente tales como clima, Afganistán, medidas económicas alimentan los
temores europeos de que EEUU la vea a nivel mundial como un socio de poca
relevancia, y que carece de peso mundial a raíz de no poder esgrimirse como un actor
colectivo y coherente (en pocas palabras, un actor unánime, una sola voz) en política
exterior.
En síntesis, se puede decir que si con Bush las relaciones transatlánticas fueron
tensas, con profundos desacuerdos en lo referido a sus políticas exteriores y a
aspectos de legalidad internacional como por ej. Irak, con Obama las esperanzas de
cambio, renovación, cooperación mutua y multilateralismo, lentamente han comenzado
a desvanecerse o a preocupar a Europa. Es por causa de ello que desde el viejo
continente están a la expectativa de las próximas acciones y lineamientos que dicte
Washington para saber si el vaso está medio lleno o medio vacío entre lo que postuló
el candidato demócrata en su plataforma electoral de cambio para Estados Unidos y las
relaciones con Europa.
A modo de resumen, es destacable que con el arribo de Obama a la
presidencia, no fueron pocos quienes creyeron asistir al puntapié inicial de un nuevo
despertar en las relaciones entre Europa y EEUU. Se veía principalmente del lado
europeo un renacer en la forma de afrontar los nuevos retos conjuntamente con su
viejo socio. No obstante, pasado un año ya de aquella euforia inicial, ambos bandos
esgrimen que la contraparte no está alcanzando las expectativas de mejorar la
relación.
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Cabe preguntarse entonces ¿Qué es lo que debilita y dificulta la relación?
Respuesta que podría darse de la siguiente manera, Europa hace foco de sus críticas al
hecho de que Obama demuestre poco interés en la relación entre el país que gobierna
y el otro lado del Atlántico, centrándose en asuntos internos o simplemente virando
sus objetivos de política exterior hacia quienes parecen ser las potencias del futuro
como China, India y Brasil. En síntesis, Europa justifica su desilusión en que a pesar de
que la arrogancia y la agresividad con la que Bush llevaba adelante su política exterior
y el desinterés que aquel mostraba por el viejo continente haya pasado, con Obama
aunque el trato sea más cordial se sigue sintiendo un socio menor, socio que no es
considerado como un peso pesado que pueda hacer oír su voz y a quien cada vez le
cuesta más unificar criterios con su aliado norteamericano.
Washington por su parte, aduce que su comportamiento y su proceder al
momento de tratar con Europa es consecuencia de las dificultades de aquella para
erigirse ante el mundo y EEUU en especial, como un actor coherente, unido y colectivo
en política exterior. En pocas palabras, no se la considera un actor global por derecho
propio. En la actualidad se analiza como el principal problema europeo, el no tener una
política exterior, ni de defensa, ni energética común que la hagan ser un actor
colectivo. Es más, su dependencia energética de Rusia y Medio Oriente, la dificultad
de poner en práctica las fuerzas de despliegue creadas para hacer frente a posibles
crisis y el escaso peso propio como personalidades que ostentan tanto el presidente
permanente de la UE y su responsable de política exterior, no hacen otra cosa más que
mostrar debilidad ante los ojos del mundo, entre ellos EEUU y su presidente. Si bien en
lo que en relaciones internacionales se conoce como “soft power”2 Europa puede
jactarse de que va por el buen camino, en lo referido a “hard power”3 que es
justamente mucho de lo que los EEUU le reclaman, el viejo continente tiene ahí todavía
una materia pendiente.
Recapitulando, la oleada de cambios producto de la victoria demócrata en
2008, suscitó muchas esperanzas de cambio en Europa en la forma en que se
conducirían las relaciones trasatlánticas. A pesar de ello, no ha sido mucho lo que
cambió en ese lapso de tiempo, de manera que el vaso parece estar a medio llenar
2
Soft Power o Poder blando: término usado en relaciones internacionales; describe la capacidad de un
actor político, como por ejemplo un Estado, para incidir en las acciones o intereses de otros actores
valiéndose de medios culturales, ideológicos.
3
Hard Power o Poder duro: término empleado en relaciones internacionales; describe las formas
coercitivas, como las acciones militares o las presiones económicas, que emplean algunos Estados para
alcanzar sus fines políticos y/o de dominación.
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desde la óptica europea entre lo que se esperaba que haga y está haciendo el
presidente norteamericano. De igual modo, Obama y su gabinete tampoco ven
demasiados cambios en su socio como para virar sus políticas, lo que deviene en que
por el momento las relaciones trasatlánticas estén tensas y con cada vez mayores
indefiniciones sobre los temas que los preocupan.
A modo de conclusión, si nos preguntamos que pasará en el corto plazo, se
puede decir que si la alianza transatlántica va a volver a la pista en búsqueda de ver el
“vaso lleno”, tanto EEUU como Europa deben curar la herida que le causó a la relación
la guerra en Irak, deberán encontrar soluciones, ya sea mediante la creación de
nuevas instituciones o la reforma radical de las ya existentes para limar sus asperezas.
Hoy más que nunca deberán restablecer la estrecha red de consultas que constituyó
por mucho tiempo la piedra angular de la cooperación transatlántica. Porque para bien
o para mal si se produce alguna inestabilidad en la región comprendida entre Europa y
Rusia o en el Medio Oriente, la mejor opción para EEUU y Europa de tener éxito al
momento de hacerle frente, será si encuentran rápido una manera de reconstituir su
alianza en torno a un marco común y a una estrategia consensuada, que dista mucho
de darse por estos días, y que es lo que preocupa tanto principalmente a Europa a la
hora de ver el vaso con más agua.
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BIBLIOGRAFÍA
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September/October 2003
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http://www.elperiodico.com/default.asp?idpublicacio_PK=46&idioma=CAS&idnotici
a_PK=685012&idseccio_PK=1007
RASHISH, Peter (2009): “EL FIN DE LA LUNA DE MIEL DE OBAMA CON EUROPA”
Foreing Policy en Español, Octubre-Noviembre, Disponible en: http://www.fpes.org/el-fin-de-la-luna-de-miel-de-obama-con-europa
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