“adjetivos” y los “nombres comunes” expresan cualidades de cosas singulares y que las “preposiciones” y los “verbos” sirven para expresar relaciones entre dos o más cosas, sería no sólo descuidar la importancia de la función de preposiciones y verbos, sino creer que toda proposición puede ser considerada como la atribución de una propiedad a un objeto singular y no como la expresión de una relación entre dos o más cosas; por tanto, sería considerar que las relaciones entre las cosas no serían entidades universales, cuando sí lo son. Los Universales no son Pensamiento, aunque una vez conocidos sean objeto del pensamiento; pero, como el acto de pensamiento de un hombre es necesariamente algo diferente del de otro hombre, y el acto de pensamiento de un hombre en un momento dado es necesariamente algo diferente del acto de pensamiento del mismo hombre en otro momento, se ha prestado esto para que desde la misma filosofía se crea que si el acto de pensamiento cambia tanto, entonces no sería Universal. Además, aún si la blancura fuese el pensamiento como opuesto a su objeto, dos hombres diferentes no podrían pensar en ella y el mismo hombre no la podría pensar dos veces, y lo que tendrían de común varios pensamientos distintos de la blancura es su “objeto”, un objeto que es diferente de todos los pensamientos (particulares). Esto es, la “blancura” sería una “objetividad”, objeto de los pensamientos. En esta idea, los Universales no existen en el sentido en que existen los pensamientos y los sentimientos como objetos espirituales y físicos, ya que los Universales lo que tienen es esencia, donde esencia se opone a existencia. El mundo de los universales puede ser definido como el mundo de la “esencia”, que sería inalterable, rígido, exacto, delicioso para el matemático, el lógico, el constructor de sistemas metafísicos y todos los que aman la perfección más que la vida. En cambio, el mundo de la existencia es fugaz, vago, sin límites precisos, sin un plan u ordenación, pero contiene todos los pensamientos y los sentimientos, todos los datos de los sentidos y todos los objetos físicos, todo lo que puede hacer un bien o un mal, todo lo que representa una diferencia para el valor de la vida y del mundo. El mundo de los universales es real, ya sea sólo el de los “substantivos” y “adjetivos” (cualidades de cosas singulares), o sólo el de “verbos” y “preposiciones” (relaciones entre dos o más cosas), mucho mejor si son Universales que cumplen con los dos aspectos, y nos sirve para resolver el problema del conocimiento apriorístico. Para definir los “universales lingüísticos” Una primera definición de los “Universales” sería dada por Aristóteles al calificarlos como las “cosas universales” que son acerca del Todo y al señalar que de lo Particular no hay ciencia, siendo que la ciencia lo es de lo “Universal”. Dice Aristóteles que con respecto de las cosas unas son universales y otras singulares <Llamo universal a lo que es natural que se predique sobre varias cosas y singular a lo que no, por ejemplo: Hombre es de las cosas universales y Calias de las singulares>, necesariamente hay que aseverar que algo se da o no, unas veces en alguno de los Universales, otras veces en alguno de los singulares. Así, se asevera universalmente sobre lo universal cuando algo se da o no (“a” es todo hombre blanco; “a” no es ningún hombre blanco); en cambio, cuando se asevera sobre los universales, pero no universalmente (“a” es el hombre blanco; “a” no es el hombre blanco), no hay aserciones contrarias, aunque las cosas designadas puede que sean contrarias.342 Así como Aristóteles contrapone lo universal a lo singular o individual, suele contraponerse los “universales” a los “particulares”, equiparando estos particulares con entidades concretas o singulares. Los cinco “universales” (conceptos, nociones o ideas generales) distinguidos por Aristóteles, igualmente acogidos por la escolática, son: Género, Especie, Diferencia, Propiedad y Accidente. Como el universal “hombre” es una especie que ascendería como género o descendería como diferencia, Aristóteles define el “hombre” con base en su género próximo y sus diferencias específicas. Las aserciones contrarias, explica Aristóteles, se dan cuando “a” se asevera universalmente sobre lo universal que algo se da o no: “a es todo hombre blanco”, “a no es ningún hombre blanco”, ya que cuando se asevera sobre los universales, pero no universalmente, no hay aserciones contrarias, así las cosas designadas sean contrarias: 342 Aristóteles. Tratados de Lógica (Organon) II. Madrid, Edit. Gredos, 1995. Pág. 44. Nota: Aristóteles empieza por qué es el Nombre y qué es el Verbo; qué es una negación y qué es una afirmación, qué es una declaración y qué es un enunciado. luego refiere los enunciados (aserciones) caracterizados por el verbo “ser”. En el Ámbito Categorial 403