Una comunidad que crece en las dificultades Sigue creciendo la

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Hechos 9,26-31; 1 Juan 3,18-24 y Juan 15,1-8
Una comunidad que crece en las dificultades
Sigue creciendo la Iglesia, convencida de la presencia activa del Señor resucitado y guiada por
su Espíritu. Crece y madura, en medio de dificultades internas y externas.
Hoy la comunidad apostólica acoge a Pablo.
Pablo de Tarso es noble en su actitud y en su testimonio: va a Jerusalén, a confrontar su misión
con Pedro y los demás apóstoles, y les cuenta la experiencia de su encuentro con Cristo y su
conversión.
La comunidad, a pesar de las más que justificadas suspicacias que levantaba la persona de Pablo,
le acoge, no se cierra al carisma que brota, sabe ver en él la acción del Espíritu. La aceptación
de Pablo por la comunidad es una lección de universalismo y de imaginación, porque Pablo va
a ser apóstol de otro modo.
También en nuestras comunidades para que crezcan y maduren al aire del Espíritu, hacen
personas que sepan discernir y muestren un corazón dispuesto a dar un margen de confianza a
las personas.
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos
El domingo pasado se nos presentaba Cristo como el Buen Pastor. Hoy es la metáfora de la vid
y los sarmientos la que nos ayuda a entender mejor el contenido de la Pascua.
Como la savia que fluye a los sarmientos y les permite dar fruto (cuando la savia no llega a los
sarmientos se produce esterilidad y muerte), así nosotros con respecto a Cristo: “Sin mí nada
podéis hacer”. Celebrar la Pascua es, no solo alegrarnos del triunfo de Cristo, sino incorporarnos
por el Espíritu a la vida nueva de Cristo.
El Resucitado no solo quiere que vivamos como Él o que sigamos tras Él o que seamos de Él o
que caminemos con Él. El Resucitado quiere que vivamos en Él. Es un programa de comunión
de vida. Permanecer en Él no equivale a algo pasivo, sino que supone un programa que dinamiza
y compromete todos los aspectos de la vida.
Algunas aplicaciones
La imagen de la vid y los sarmientos admite traducciones concretas en nuestra vida.
Somos una comunidad de fe y de amor. Creemos en el nombre de Jesús y, fieles a su
mandamiento, nos amamos unos a otros; he aquí los frutos de nuestra unión con el Resucitado.
El que ama permanece en Dios.
Formamos una comunidad de oración. La oración personal y comunitaria nos hace centrarnos de
modo privilegiado en Cristo, en su Palabra, en sus sacramentos, en la eucaristía que celebramos.
Constituimos una comunidad sometida a la poda. A los que se mantienen unidos a Cristo, Dios
los poda, para que den mejores frutos. ¿Qué aspectos de nuestra vida estamos dejando que sean
podados en esta Pascua? ¿Qué síntomas de renovación se aprecian en nuestra existencia personal,
en nuestra comunidad?
“Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto
abundante”. ¿No está precisamente en esa ruptura la raíz de tantas vidas estériles de muchos de
los que nos llamamos creyentes?
“Jesús resucitado, escucha nuestra oración”.
Propuesta.Unidos con Jesús, como los sarmientos a la vid, conscientes de que sin Él no podemos hacer
nada, nos dirigimos al Padre con toda confianza diciendo: “Jesús resucitado, escucha nuestra
oración”.
1. Para que la Iglesia, para que nuestra parroquia, viva la savia nueva del Evangelio con la
misma fuerza y convicción que las primeras comunidades cristianas. Oremos.
2. Para que el mundo entre en razón, cese la carrera de armamentos, el gasto irracional de
recursos… Para que seamos conscientes de que con el esfuerzo de todos podríamos remediar
el hambre y la falta de educación. Oremos.
3. Para que nuestra comunidad no se limite a asistir a la Eucaristía y a escuchar la Palabra, sino
que la ponga por obra con todas sus consecuencias. Oremos.
4. Para que cada uno de nosotros vivamos en comunión con Dios por medio de la oración, la
vida de comunidad y la participación litúrgica, y, de esta manera, seamos constructores del
Reino de Dios en la sociedad, en la Iglesia y en el mundo. Oremos.
5. Por todos nosotros y por nuestras familias, para que, permaneciendo unidos a Jesucristo como
los sarmientos a la vid, encontremos en Él la luz para nuestro camino y la alegría para nuestro
corazón. Oremos.
Oración.Esta es Padre, nuestra oración, la oración de nuestra parroquia. Estas son nuestras súplicas por
nosotros y por nuestros hermanos. Que sepamos disfrutar la vida como regalo que tú nos haces
a todos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
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