Reseña Eduardo Menendez

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Presentación del N° 2 especial de la revista región y sociedad dedicado a Epidemiología
sociocultural
Eduardo L. Menéndez*
Buenas noches a todas y todos los presentes. En principio agradezco a las autoridades de El
Colegio de Sonora, y especialmente a la doctora Catalina Denman y a los Doctores Ignacio
Almada y Armando Haro la invitación para participar en la presentación de este número de
la revista región y sociedad dedicada a Epidemiología sociocultural.
Mi agradecimiento lo hago extensivo a los otros miembros del Centro de Estudios en Salud
y Sociedad del COLSON, ya que a juicio personal constituye uno de los principales grupos
de investigación y docencia no sólo a nivel nacional sino latinoamericano, dedicado a
estudiar y a impulsar la Epidemiología sociocultural.
Considero que el CESS liderado por la doctora Denman, así como por el doctor Haro en lo
que hace especialmente al impulso dado a la Epidemiología sociocultural, constituye una
de las mejores expresiones de lo que puede hacer un grupo que tiene objetivos, voluntad de
investigación y capacidad para producir los aportes que ha generado este Centro.
Creo que justamente el número de región y sociedad que hoy presentamos evidencia la
voluntad del CESS no sólo de producir materiales de calidad, sino de buscar una
articulación entre enfoques diferentes aunque complementarios que posibiliten el desarrollo
de la Epidemiología sociocultural.
LAS RAZONES DE UNA EPIDEMIOLOGÍA SOCIOCULTURAL
Señalado lo anterior voy a comentar algunos aspectos que se desarrollan en este número de
Región y Sociedad, subrayando que mis comentarios tienen como objetivo aclarar al
público asistente en qué consiste la Epidemiología sociocultural y que buscamos con ella.
En principio señalemos que la Epidemiología sociocultural –con éste o con otros nombres–
no es un producto reciente, sino que investigadores y centros de estudio de países como
Brasil, Canadá y los EEUU han desarrollado este enfoque desde por lo menos la década de
1970.
En forma sintética digamos que la Epidemiología sociocultural pretende desarrollar un
enfoque integral que describa, explique y/o posibilite intervenir sobre los procesos de
salud/enfermedad/atención (de ahora en adelante proceso de s/e/a) que operan sobre los
diferentes grupos sociales, con el objetivo no sólo de explicar los procesos sino de mejorar
la situación de dichos grupos.
Justamente las propuestas de impulsar una Epidemiología sociocultural arrancan de varios
hechos que se desarrollan durante las décadas de los 60’ y 70’ , y de los cuales sólo
señalaré dos. La puesta en evidencia de la crisis de eficacia de la biomedicina,
especialmente en los países del entonces denominado ‘Tercer Mundo’ y en particular
respecto de las llamadas ‘muertes evitables’. Y las propuestas de superación de dicha crisis
a través de varias instancias, de la cual la más reconocida en ese momento fue la Atención
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Primaria Integral, la cual no sólo tomó en cuenta los aspectos biológicos y ecológicos, sino
también los aspectos sociales, económico/políticos y hasta culturales que operan sobre los
procesos de s/e/a. Planteándose además una eficacia no sólo depositada en el personal de
salud, sino en las acciones de grupos de la sociedad civil.
Indudablemente el factor detonante fue la emergencia de una crisis de eficacia de la
biomedicina que generó críticas cada vez más duras respecto de su biologismo unilateral,
del creciente proceso de mercantilización, y especialmente de su ineficacia en aspectos
claves, y de los cuales sólo voy a presentar dos ejemplos.
Durante la década de los 60’,y luego de un descenso sostenido de las tasas de mortalidad
infantil (MI) de más de veinticinco años, se observa en México un incremento de dichas
tasas. Y recordemos que la MI no sólo es un indicador biomédico, sino que es uno de los
principales indicadores de desarrollo/subdesarrollo social.
El segundo ejemplo refiere a una experiencia personal; a principios de los años 70’ yo
trabajaba como antropólogo en el Instituto de Medicina Ocupacional de la Facultad de
Medicina de la Universidad Nacional de Buenos Aires. En dicho Instituto realizábamos
estudios sobre enfermedades ocupacionales; el grupo interdisciplinario al que yo estaba
integrado realizaba estudios sobre una muestra de grandes, medianas y pequeñas empresas
mineras a nivel nacional para detectar cual era la salud de los trabajadores mineros y
establecer programas de acción específicos. El estudio comenzó por varias minas, y
especialmente por la segunda mina en importancia en la producción de cobre, la mina
Pirquitas localizada a 5,200 metros de altura en la provincia de Jujuy. Se realizaron estudios
físicos, psicológicos y sociales a través de los cuales detectamos toda una serie de
problemas, pero sobre todo surgió un dato que impactó a todo el equipo de investigación. Y
es que en dicha mina nunca se había jubilado un trabajador.
Este hecho nos llevó a observar lo que ocurría en otras empresas mineras, así como los
expedientes del sindicato de mineros, y corroboramos que en Argentina nunca se había
jubilado ningún minero, debido básicamente a las enfermedades y accidentes laborales que
los obreros habían padecido durante el proceso productivo. Subrayo que en Pirquitas existía
una clínica médica con equipo y médicos especializados, y sin embargo ni a nivel
asistencial ni preventivo la biomedicina había evidenciado eficacia.
El segundo hecho es complementario del anterior, y refiere al descubrimiento de la salud
desigual, es decir a que la salud, la enfermedad, la mortalidad, la atención médica no se
distribuyen equitativamente a nivel de los grupos sociales, sino que hay fuertes diferencias,
lo cual se expresa en un notable libro denominado justamente La salud desigual del doctor
Lopez Acuña que el doctor Almada hizo editar en una colección que dirigía por aquellos
años. Dicha salud desigual en México alcanzaba en los 60 y 70 –y sigue alcanzando en la
actualidad– su máxima expresión en la situación de nuestros grupos étnicos, dado que los
mismos son los grupos que tienen las más altas tasas de mortalidad general, de mortalidad
infantil, de mortalidad preescolar, de mortalidad materna, de mortalidad en varones en edad
productiva y tienen la menor esperanza de vida comparados con cualquier otro grupo.
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Las preguntas que surgieron entonces fueron ¿por qué la existencia y persistencia de esa
salud desigual?¿qué hace no sólo la sociedad sino la biomedicina frente a ella?
Un tercer aspecto que se plantea en los 60’ y 70’ refiere al dominio de enfoques
teórico/metodológicos que dividen a la sociedad, a los grupos y a los sujetos en diferentes
partes que son estudiadas y tratadas separadamente por disciplinas diferentes. De tal
manera que el sujeto aparece dividido en un cuerpo físico del cual se ocupa la biomedicina;
en una psiquis que interesa básicamente a la psicología; en un cuerpo social estudiado por
sociólogos y en un cuerpo cultural sobre el cual trabajan los antropólogos.
Como sabemos el descubrimiento de esta división de los sujetos y grupos es muy anterior a
las décadas de los 60’ y 70’,y se la veía como un proceso normal fruto de la necesaria
división del trabajo científico para poder profundizar los estudios y justamente lograr más
eficacia. Pero lo que se subraya en las décadas señaladas es que dicha división del trabajo
ha tenido notables aportes, pero ha generado graves consecuencias negativas y omisiones.
Más aún se descubre que cada disciplina subraya únicamente los aspectos que le interesan
en particular. aquellos sobre los cuales tiene ciertas habilidades y conocimientos, dejando
de lado todos los demás aspectos que no maneja en términos profesionales. Y así por
ejemplo un antropólogo al estudiar una enfermedad determinada sólo toma en cuenta los
aspectos simbólicos, mientras que un médico privilegia exclusivamente los aspectos
biológicos. Esta orientación no sólo subraya ciertos aspectos y omite otros, sino que
favorece las diferencias y antagonismos entre las distintas disciplinas, y por lo tanto limita
la posibilidad de conocer e intervenir sobre los procesos de s/e/a.
LAS SUCESIVAS RESPUESTAS
Debemos reconocer que frente a esta situación surgieron a lo largo del tiempo varias
propuestas que trataron de superar esta división desarrollando enfoques más integrales. Y
así entre 1930/1950 se desarrolló el enfoque psicosomático que tuvo una amplia difusión,
para luego quedar relegado.
Así también entre mediados de 1970’ y 1990’ se desarrolló –especialmente en América
Latina– la denominada Medicina Social la cual promovió desde la biomedicina la inclusión
de los aspectos sociales. Pero en la práctica sólo incluyó realmente los aspectos
económico/políticos dejando casi totalmente de lado la mayoría de los aspectos sociales y
sobre todo los aspectos simbólicos.
Y es respecto de estos –y de otros– procesos y como parte de estos intentos de
complementación que se impulsa la Epidemiología sociocultural, tratando de promover los
siguientes objetivos:
a) cuestiona la división y polarización del sujeto y del cuerpo social en partes individuales,
e impulsa la inclusión de las diferentes dimensiones de la realidad en forma articulada. Más
aún propone la articulación no sólo de las diferentes metodologías sino también de las
diversas técnicas.
Reconoce que cada disciplina ha hecho aportes específicos, pero que el aislamiento y la
polarización reducen la eficacia, y por lo tanto promueve un trabajo realmente
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interdisciplinario. Es decir entendido como articulación, y no como yuxtaposición de
enfoques.
Subrayemos que la epidemiologia sociocultural ve las tendencias a la polarización no como
un hecho ocasional, sino como una amenaza constante, y por lo tanto considera que una de
sus tareas básicas es insistir constantemente en la búsqueda de esta complementación.
b) Un segundo objetivo de la Epidemiología sociocultural es investigar toda una serie de
procesos de s/e/a que pese a su importancia no son tomados en cuenta o aparecen como
marginales y casi no estudiados. Yo parto de la base de que en México hay numerosos
procesos de los cuales casi no se habla pese a su significación como por ejemplo los
infanticidios, las venganzas de sangre o las esterilizaciones de mujeres en edad productiva.
Y a manera de ejemplo voy a tratar esta última problemática.
A principios del 2000 se denunció a nivel internacional la situación de Perú, donde entre
250.000 y 280.000 mujeres indígenas fueron esterilizadas durante la segunda mitad de la
década de 1990.Con menos publicidad se señaló que durante esa década se esterilizaron
centenares de miles de mujeres en Brasil y en Colombia. Estas actividades de esterilización
las aplicó el Sector Salud como parte central del Programa de Planificación Familiar. En el
caso de Perú dos estudios, incluido uno realizado por el propio gobierno peruano, demostró
que dichas esterilizaciones se realizaron sin consentimiento informado.
Esta política esterilización también se aplicó en México, de tal manera que a fines de los
70’ sólo el 8 por ciento de las mujeres en edad fértil estaban esterilizadas; a fines de los 80’
lo estaba el 35 por ciento y a mediados de los 90’ el 46 por ciento de las mujeres en edad
fértil habían sido esterilizadas en México. Es decir que en pocos años la esterilización de
mujeres se convirtió en la principal técnica anticonceptiva, lo cual implica que centenares
de miles de mujeres mexicanas fueron esterilizadas.
Es obvio que en México dichas actividades las llevó a cabo el Sector Salud, y fue uno de
los principales factores para que descendiera notablemente la natalidad, que paso de 6 hijos
por mujer a mediados de los 70’ a 2.1 hijos en la actualidad. Ahora bien ¿cómo hizo el SS
para que las mujeres mexicanas se dejaran esterilizar?¿Hubo consentimiento
informado?¿Qué papel jugaron los maridos en este proceso de esterilización de sus esposas,
dado el énfasis que suele señalarse respecto del riguroso control de los varones mexicanos
sobre sus mujeres y especialmente sobre la sexualidad de las mismas?.
Estas y otras preguntas no tienen respuesta, pues no se han investigado estos procesos. Pero
además surgen otras preguntas que tampoco tienen respuesta hasta ahora. ¿Cómo puede ser
que no existan investigaciones sobre las esterilizaciones y sus consecuencias no sólo por el
SS sino por los estudios de género, en un país caracterizado por la gran existencia de
grupos dedicados a este tipo de estudios, y que además en gran medida se han dedicado a
estudiar procesos de salud reproductiva?.¿Cómo puede ser que en México no existieron ni
existen ONGs que hayan estudiado y denunciado este fenómeno sino en forma ocasional y
episódica?.
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En México, salvo algunos pocos estudiosos como J.G.Figueroa, no existen investigadores
preocupados por esta problemática, pese a que la misma es central no sólo para las ONGs,
para los estudios de género, sino también para los demógrafos, epidemiólogos y clínicos.
Más aún, cuando en años recientes he hablado con miembros de estos grupos y profesiones,
todos saben que hubo una política de esterilizaciones durante los 80’ y que sobre todo se
intensificó en los 90’–más aún varios intervinieron en ella–, y sin embargo no sólo no se
las estudiaba, sino que no se las denunciaba.
Por lo tanto uno de los objetivos de la Epidemiología sociocultural es recuperar
problemáticas que pese a su importancia no son estudiadas, para encontrar no sólo
explicaciones a las preguntas señaladas sino, por lo menos, para establecer acciones
reparativas.
CONLUYENDO UNA VEZ MÁS
La epidemiología sociocultural tiene muchos otros objetivos, pero sólo voy a citar uno más
que considero especialmente importante por lo dicho previamente. Como sabemos los
antropólogos han subrayado especialmente el papel de lo simbólico respecto de los
procesos de s/e/a, pero generalmente lo han hecho para subrayar el peso de lo cultural. La
epidemiologia sociocultural que proponemos los antropólogos no sólo tiene que ver con
esto sino con la posibilidad de articularnos con las propuestas de otras disciplinas y no sólo
en términos de explicación sino de intervención.
Y para dar un ejemplo final; recuerdo que los antropólogos hemos propuesto
reiteradamente que los sujetos y grupos desarrollan representaciones y prácticas preventivas
respecto de los procesos que real o imaginariamente ven como amenazantes, de tal manera
que los grupos generan estructuralmente mecanismos de prevención. Esta es una posición
radicalmente opuesta a la biomédica, que generalmente reniega de que las personas y
grupos no desarrollan ni usan sus propuestas de prevención.
Asumir que los grupos y sujetos producen mecanismos de prevención debería a conducir al
SS a diseñar instrumentos que se monten sobre las estrategias previas para poder incidir y
lograr eficacia, como de hecho ocurrió con los sobres de rehidratación oral que lograron en
gran medida eficacia pues se montaron sobre hábitos previos de los grupos sociales de la
mayoría de los países latinoamericanos.
Bueno estos son algunos aspectos de la Epidemiología sociocultural que aparecen
desarrollados en este número región y sociedad que hoy presentamos. Por lo cual
recomiendo su lectura a todos los presentes, aún a los que no se dedican al estudio de estos
procesos y problemas.
Para concluir agradezco nuevamente la invitación de los compañeros del Colegio de Sonora
para estar con Uds. esta noche. Muchas gracias.
*Profesor-investigador del Centro de Investigaciones y Estudos Superiores en Antropología
Social, [email protected]
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