El régimen de Franco: Evolución política, económica y social. La situación en Andalucía Los años de la posguerra fueron muy difíciles en Andalucía. A las perdidas materiales y humanas derivadas de la contienda civil, mucho más graves en los lugares que fueron frentes de batallas, se unieron: • Fuerte represión a través de los Tribunales de Responsabilidad Políticas, que mantuvieron su actividad hasta 1948. Fueron muy numerosas sus condenas a muerte o a largos años de prisión. • Una grave sequía, que se dejó sentir especialmente sobre el sur, con si secuela de cartillas de racionamiento, mercado negro y beneficio para los especuladores, en una etapa conocida como los años del hambre. • El restablecimiento de las tradicionales estructuras de la propiedad de la tierra. La tierra quedó en poder de un reducido grupo de grandes propietarios que, reforzados por las leyes del régimen, desempeñaron un importante papel político y su recuperaron su antigua relevancia social. El campesinado, muy numeroso, fue mantenido con bajos salarios y un trabajo escaso debido a la faltas de capitalización del campo. En la vertiente política, se regresó a un rígido centralismo y se impuso un fuerte control por parte de la Administración central. Las tradicionales grandes familias de las Restauración regresaron a sus puestos de gobierno y el régimen buscó el apoyo de la Iglesia. Entre los episodios mas destacados se hallaron las visitas del propio Francisco Franco a Andalucía, muy resaltadas por los medios de comunicación de la época, casi siempre con la finalidad de llevar a cabo inauguraciones de obras públicas o centros oficiales. Tras la etapa de aislamiento del régimen, el desbloqueo de sus relaciones internacionales tuvo especial repercusión sobre Andalucía al ubicarse en la región las bases militares de utilización conjunta hispano−norteamericana en Rota y Morón. Los grandes propietarios rurales obtuvieron elevados beneficios debido a los bajos salarios y a una legislación muy favorable. Se mantuvieron los cultivos habituales: cereales, leguminosas, olivo, vid y frutales, y progresaron los cultivos industriales como el algodón, el girasol y la remolacha. Apenas se desarrolló la industria. La iniciativa privada no participó en la industrialización de la región ya que el capital generado por la agricultura buscó destinos más rentables fuera de ella. El intento por parte del Estado de promover el desarrollo industrial en la etapa de la autarquía apenas incidió en Andalucía, Por ellos aumentaron los desequilibrios y se favoreció el éxodo rural− Dentro del INI se constituyó en Sevilla la industria naval El Cano, la empresa aeronáutica CASA y algunas destinadas a la fabricación de aperos de labranza. También se crearon los Astilleros de Cádiz. La infraestructura viaria mantuvo grandes carencias, lo que contribuyó a mantener desequilibrios fundamentalmente en el interior de la región, porque dejaba bastantes zonas incomunicadas, y al conexión entre la zona occidental y oriental de la región era muy difícil. A partir de 1959 se puso en marcha el Plan de Estabilización, que supuso un impulso hacia la modernización de España. El desarrollismo, basado en la industrialización y en la pérdida de importancia del sector primario, alcanzó mayor repercusión en las regiones más industrializadas, por lo que los desequilibrios regionales se agrandaron. Andalucía, como otras regiones sin tradición industrial, quedó muy rezagada aunque algunos de los efectos de la modernización también se dejaron sentir. Prueba de ello fueron: • El aumento de los sistemas de regadío. • El crecimiento de la exportación de determinados productos como los vinos. • La introducción de la mecanización en la agricultura. • El impulso modernizador debido a la expansión industrial. Los Planes de Desarrollo puestos en marcha por el Estado a partir de 1963 con el propósito de reducir los 1 desequilibrios regionales y de promover el desarrollo industrial tuvieron gran importancia a través de los polos de desarrollo y promoción. Destacaron el Polo de Desarrollo industrial de Sevilla y los de Promoción de Huelva, Campo de Gibraltar, Córdoba y Granada. Así se fue formando un triángulo industrial con las provincias de Cádiz, Sevilla y Huelva, prolongado por el valle del Guadalquivir (Córdoba y Jaén). La actividad política durante este periodo fue muy limitada y se redujo a la ejecución de la política dirigida desde Madrid: desarrollista en lo económico, conservadora en lo social e inmovilista en lo político. Los dos fenómenos socio−económicos más destacados de esta fase fueron la emigración y el turismo. La emigración, que había comenzado durante los años cincuenta, tuvo su etapa de apogeo en los sesenta. Sus causas estuvieron en la crisis de la agricultura tradicional y las escasas perspectivas de otros sectores económicos. Los emigrantes se dirigieron hacia otras regiones españolas (Cataluña, Valencia, Madrid) y los países de Centroeuropea como Alemania, Francia y Suiza, que experimentaban un notable desarrollo económico. Esta emigración afectó fundamentalmente a varones, procedentes del sector primario y sin calificación profesional, que se incorporaron a fábricas u otras actividades del sector secundario (Más de dos millones de trabadores hasta 1970). En el ámbito social, la emigración produjo separaciones familiares, modificó la composición de la población, con unos aumentos de la media de edad y un desequilibrio en la proporción entre hombres y mujeres. El regreso de los emigrantes introdujo ideal, formas de vida y costumbres propias de zonas con un mayor nivel cultural. El turismo constituyó la principal industria de la época del desarrollismo en Andalucía. La Costa del Sol sirvió de destino a un turismo de sol y playa, procedente de toda Europa, atraído por el clima benigno y los precios competitivos que ofrecía España. Algunas ciudades con patrimonio artístico y cultural participaron también en este desarrollo. El crecimiento turístico de los años sesenta se llevó a cobo de forma desarticulada, dando pie a un urbanismo desordenado y con escaso respecto por el medio ambiente. Al igual que ocurriera con la emigración, el turismo constituyó un factor clave para la llegada a Andalucía de ideas y costumbres de la Europa occidental y a la formación de una clase media que rompió la tradicional estructural social. La resistencia política al franquismo en Andalucía estuvo protagonizada por los maquis, pequeños grupos armados que, escondidos en las sierras, hostigaban a las fuerzas del orden franquista. Aunque alargaron sus acciones hasta los años cincuenta, nunca constituyeron un peligro real para el régimen. El partido Comunista de España consiguió, con grandes dificultades, mantener una organización clandestina en ciudades como Málaga, Granada y Córdoba y protagonizó la resistencia al franquismo con el propósito de que una huelga general revolucionaria pusiera fin al régimen. En los años sesenta, a la UGT, sindicato socialista en la clandestinidad, se unió Comisiones Obreras, cuyas primeras actuaciones fueron a finales de los años cincuenta en Jerez de la Frontera. En 1962 estaban ya constituidas como sindicato en Cádiz y en Sevilla, logrando extenderse por otras provincias en 1965. A diferencia de la UGT, CCOO practicó la oposición al régimen mediante la infiltración en los sindicatos oficiales. Las protestas y movilizaciones contra el régimen fueron creciendo a partir de comienzos de la década de los setenta, dirigidos por los estudiantes universitarios y los obreros. La represión por parte del Gobierno provocó, al igual que otros lugares de España, el procesamiento de los dirigentes sindicales andaluces. 2