397 No cabe duda de que este trabajo de Sol Serrano representa

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RESEÑAS
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SOL SERRANO, Um''Usid{ld y fI{lC"j". Chilt trI ti JI810 XIX. SanIJago, Editorial Umvcrsita·
ria.1994 .
No cabe duda de que este trabajo de Sol Serrano representa un aporte
de gran valor a nuestros conocimientos del siglo XIX en Chile, y no vacilo
en liamarlo un libro importante que tendrá (o debería tener) una larga vigencia
como obra de consulta obligatoria para todos los que nos interesamos por
las primeras décadas de la vida republicana del país. Es de esperar que muchos
otros lo leerán, también. No se trata de un house hisrory (para emplear la expresión inglesa) de la Universidad de Chile, es decir, una crónica interna de la
institución como institución. En aquella línea ya existe el trabajo clásico de
don Luis Galdames (1934), sin mencionar otros aportes más recientes y menos
macizos. El enfoque de Sol Serrano es más amplio: nos ofrece una visión
pormenorizada de la Universidad como ---en sus propias palabras- "la columna
vertebral de la educación pública, de la vida intelectual, y de la formación
de la elite dirigente" (pág. 15), Si bien la autora afirma que su trabajo pertenece al género de la "historia institucional", el empleo de aquel término es a
mi juicio un poco engañoso, pues una dimensión notable del libro es, precisamente, la manera en que examina las múltiples conexiones entre la Universidad y el Estado. la Iglesia, la sociedad en general, y la tensión subyaccnte
entre la tradición y la modernidad que marca el siglo XIX en Chile (como lo
marcará el siglo xx también). al igual que en prácticamente todos los países
del mundo.
Habría que agregar que el estudio de Sol Serrano está basado en una gama
impresionante de fuentes. Ha indagado en los archivos de los ministerios (Interior y Educación). del Instituto Nacional, del Protomedicato, de la Facultad
de Medicina, del Instituto de Ingenieros, etc. Su revisión de revistas claves (La
Revista Católica, los Anales de la Universidad de Chile) ha sido exhaustiva, y
su bibliografía secundaria es extensa, con un amplio despliegue de trabajos
chilenos. europeos y norteamericanos, gracias a los cuales la autora capta bien
las tendencias educacionales en airas panes del mundo euroamericano. Esta
dimensión es imponante: las figuras más activas en el desarrollo de la Universidad y del sistema educacional estaban muy conscienles de tales tendencias,
y hacia fines del siglo. como se sabe, el "embrujamiento alemán" dejará su
impronta en la educación chilena, más allá de la época examinada en este
libro, cuyo punto final es la ley de 1879.
Después de un resumen cuidadoso de la educación en las postrimerías de
la Colonia y de los proyectos educacionales durante la revolución de la Independencia, Sol Serrano pasa a evaluar la fundación de la Universidad de Chile,
la lenta transformación de ésta en una institución docente, su rol como superinlendencia de la educación nacional. y el papel que le correspondía en la
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fannación de las tres profesiones (leyes, medicina, ingenierfa) consolidadas en
la segunda mitad del siglo XIX. Detrás de estos temas, bien importantes en sf
mismos, hay un tema más general y, si se quiere, más fundamental: la misión
del Estado como eje de [a "modernización" lan ansiada por los dirigentes
nacionales. (Pongo "modernización" entre comillas; su popularidad como frase
hecha en Chile, repetida hasta el cansancio, es bastante reciente: en el siglo
XIX se hablaba más abiertamente del "progreso".) La expansión educacional
no surge como una aspiración espontánea de las comunidades locales (como
ha ocurrido en Francia, según Fram;:ois Furet); es algo que se impone "desde
arriba" por el Estado. como parte esencial de su visión del porvenir del país.
La población en general sólo llega a aceptarla (a medias: la deserción escolar
es un problema hasta muy avanzado el siglo actual) cuando la percibe como un
posible canal de ascenso social en una sociedad (dicho sea de paso) altamente
jerárquica. El impulso estatal es fundamental, si bien el "sector privado" también hace su aporte más tarde, especialmente en el nivel secundario. Los logros del Estado en el siglo XIX no son enonnes (habrá un esfuerzo más grande
en la época parlamentaria), pero tampoco son despreciables: por los anos 1880
el nivel de alfabetización sube hasta un 30% de la población. Más vale algo
que nada.
El aspecto clave de toda esta historia, indudablemente, es la fonnación
de la Universidad de Chile, uno de los grandes inventos chilenos del siglo
XIX. El Estado acepta las ideas de don Andrés Bello, cuya deslumbrante
autoridad intelectual le da el primer Rectorado (no sin la oposición de los
conservadores más retrógrados). La inspiración de don Andrés es básicamente
francesa (la universidad como "academia" no docente y como superintendencia de la educación nacional), si bien no se trata de una copia exacta de 10 que
existe en Francia. Bello siempre quiere adaptar los modelos foráneos a la realidad chilena (e hispanoamericana), es uno de los rasgos más notables de su
pensamiento.
Para él, la Universidad de Chile, además de reunir en sus "facultades" lo
mejor de la intelectualidad del país, debe alentar y reglamentar la educación
nacional, mientras la instrucción superior será suministrada, como antes, en
el Instituto Nacional (aquel orgullo de los padres de la patria) o en escuelas
especializadas. Para Ignacio Domeyko, la segunda gran figura de la época en
la opinión (seguramente juslificada) de Sol Serrano, la Universidad debería
asemejarse al modelo de la de Berlfn (con facultades docentes, profesores
activos en la investigación, etc.), o sea el gran modelo alemán que ha sido lejos
el más influyente del mundo moderno y que ha llegado a predominar. por
ejemplo, en las grandes universidades norteamericanas, que muy frecuentemente se jactan (no enteramente sin razón) de ser las mejores del mundo. Uno
de los muchos méritos de este libro es su análisis de la manera en que la
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Universidad de Bello se transforma, poco a poco, en algo más acorde con los
conceptos de Domeyko, si bien esta transfonnación solamente llega a ser realmente firme después de la ley de 1879.
Aunque no es posible en esta reseña catalogar todos los aciertos de Sol
Serrano en este estudio, hay un aspecto de su interpretación que merece ser
destacado. Según ella (y mis propias investigaciones en esta época confinnan
este punto), existe un consenso muy marcado en cuanto a la necesidad del
'·Estado docente", dentro de la clase dirigente de la fase inicial del régimen
"ponaliano". Sobre el valor de la educación y la importancia de desarrollarla
no hay grandes divergencias de opinión entre conservadores y liberales antes
de la década del 1860. Un elemento esencial del consenso es el apoyo de la
Iglesia. o mejor dicho el reconocimiento por parte del Estado del rol primordial de la Iglesia en la educación y en la sociedad en general, algo que el
Estado da por descontado. Este consenso de las primeras décadas, según
Sol Serrano, significaba que "los confiietos posteriores pudieran ser absorbidos ... dentro de una institucionalidad educacional estable" (pág. 95). Pero los
"conflictos posteriores", como se sabe, no tardan en llegar. La Iglesia misma,
pasando de su etapa "regalista" a su nueva etapa "ultramontana". está cada vez
más consciente de las fuenes corrientes liberales y laicas que surgen a mediados
del siglo, y después de la reorienlación política del decenio de Manuel Monlt,
tras la cuestión absurda-grave del sacristán, empieza a mirar el Estado como su
enemigo. Con el rompimienlo de la fusión liberal-conservadora (la "Concertación" del siglo XIX) y la creciente clericalización del Partido Conservador,
irrumpen las llamadas "cuestiones teológicas", se entabla una lucha feroz entre
clericales y anticlericales, y el consenso anterior se hace pedazos. Inevitablemente, la educación se convierte en un tema fundamental en los debates apasionados de los años 1870 (como lo será en menor escala durante la época
parlamentaria). Algunos conservadores (Zorobabel Rodríguez por ejemplo)
llegan a plantear una amplia privatización de la educación secundaria y universitaria, si bien el "Estado docente" (con un contenido cada vez más laico)
supera tales desafíos e incluso se fonalece en la ley de 1879. Sumamente inleresantes son las apreciaciones de Sol Serrano en torno a estos debates, y -entre
otras cosas- el manejo habilidoso por el Rector Domeyko de los intereses de la
Universidad en medio de este torbellino de pasiones piadosas e impías.
Las conclusiones de la autora sobre la función clásica del Estado como
"eje modernizador" de Chile son sugerentes, y merecen una serie de reflexiones, especialmente quizás en la época actual, cuando la sabiduría convencional
en casi todas panes del mundo se está alejando (¿por cuánto tiempo?) de
concepciones estatistas.
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