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Enzo del Búfalo: “La economía no capitalista aún no se ha
inventado”; por Hugo Prieto
Hugo Prieto · Sunday, January 31st, 2016
Enzo del Búfalo retratado por Roberto Mata
El paraguas de la política tiene un diámetro mucho mayor que el de la economía, pero
este último es autónomo y tiene sus propias reglas. Enzo del Búfalo, además de
Economista, es doctor en Ciencias Sociales por la Universidad Central de Venezuela.
Quizás por esa razón se mueve de un nivel a otro como pez en el agua.
Del Búfalo fue ministro de Cordiplan y director del desaparecido diario Economía
HOY. Tiene en su haber una larga trayectoria académica y profesional. En 2012
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publicó el libro “Adiós al Socialismo”, que causó un verdadero revuelo en la izquierda
venezolana. Sus opiniones se enmarcan en un agudo ejercicio de la racionalidad. La
política económica tiene tres ejes, la política fiscal, la política monetaria y la política
de distribución de la riqueza, “no nueve motores ni 24 hélices; uno de los fundamentos
característicos de este gobierno es que carece de todo conocimiento, de toda
capacidad, para comprender cómo funciona una economía moderna”.
El gobierno de Hugo Chávez y la extensión que significa Nicolás Maduro en Miraflores
exacerbó la mentalidad rentista, hasta el punto de que los especuladores descubrieron
que no hacía falta industrializar algo para ponerle la mano a la renta petrolera, porque
bastaba ser amigo del ministro o estar en el lugar adecuado, con una silla y un
teléfono como máxima inversión. Del chavismo reivindica la politización de las
grandes masas de venezolanos pobres. Lo que de inmediato dificulta la solución de los
problemas, pero que en sí misma representa una gran ventaja.
El barril de petróleo cayó por debajo de 20 dólares y el gobierno decretó el
colapso del modelo rentista. ¿Realmente es tan fácil anunciar el fin de una era
y el comienzo de otra?
Ese anuncio pudiera tener cierto efecto mediático, pero el modelo rentista en
Venezuela se agotó hace mucho tiempo, lo que pasa es que el gobierno no se había
enterado… hasta ahora. Y cuando tuvo oportunidad de transformarlo en un modelo
productivo de verdad, prefirió agudizarlo, por razones políticas. Todas las decisiones
que tomó Hugo Chávez tenían el objetivo lograr un dividendo político inmediato, con
absoluto desconocimiento del tema económico. Esto, en realidad, es característico de
gobiernos anteriores, pero para el gobierno chavista se llegó al extremo de que
realmente la economía no existe. Y ese es el verdadero rentismo, el rentismo mental.
Es como el hijo de papá, para el cual la economía no existe, sólo es el dinero que le da
papá. Todo lo demás no cuenta. O papá me dio dinero o no me dio dinero. Eso es todo
el drama económico que puede tener un hijo de papá.
Esa intención de obtener dividendos políticos impidió que el gobierno de
Chávez definiera una política económica, un modelo coherente. Pero el
presidente Maduro anunció nueve motores para reactivar la economía, ¿eso
corrige, digamos, la falla de origen?
Esos anuncios a mi me recuerdan a Mario Moreno Cantinflas… sin la vis cómica que
tenía el gran mexicano. Son enunciados que no dicen nada. Este gobierno no ha
entendido que el comportamiento de los agentes económicos depende de las políticas
económicas. Es decir, el gobierno es como un arriero, tiene que arriar el ganado. La
culpa no es de las vacas si se van para un lado, sino del arriero que no las sabe
manejar. Pero aquí se invierten las cosas. El doctor Pangloss (el famoso personaje de
Voltaire) decía que la nariz había sido hecha por la naturaleza para poder llevar
anteojos; no, es al revés, los anteojos se diseñaron para poder ser apoyados en la
nariz. Esta lógica panglosiana se define en lo que ellos llaman la guerra económica. Es
verdad, son las políticas equivocadas del gobierno las que generan una serie de
fenómenos negativos que han destruido el aparato productivo venezolano, el nivel de
vida y la productividad.
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¿Todo se reduce a la ignorancia?
Como el gobierno no tenía plan económico ni comprensión de la economía, empezaron
a tomar medidas sobre la marcha. Al poco tiempo advirtieron que esas medidas tenían
un efecto económico. Y eso creó las condiciones óptimas para que alguien que no
tuviera calificación profesional o laboral de ningún tipo pudiera especular. Se creó un
nuevo mundo, patrocinado por el Estado, para los especuladores. Voy a referir un
ejemplo: cuando llegó Chávez al poder había una crisis en la industria avícola
venezolana. Escaseaban los pollos en el mercado y Chávez decidió importar, sin tomar
en cuenta ninguna consideración. ¿Qué significa esto? Que efectivamente se
importaron los pollos, porque había dólares. Y esto agravó aún más la situación de la
industria venezolana, que prácticamente quebró. ¿Pero qué es lo interesante de esto?
Que mucha gente descubrió que importando pollos, porque era amigo del ministro o
estaba en el lugar adecuado, se podía ganar un realero sin hacer nada, como comisión.
Por ahí aumentó la corrupción y el empuje político de importar a cada rato.
La estrategia de Chávez pasaba por sustituir a la vieja clase política que
dirigía al país. ¿Ese objetivo se puede verificar con hechos o sencillamente se
creó una nueva clase de especuladores?
Uno de los problemas que había en Venezuela es que el modelo de sustitución de
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importaciones había generado un sistema clientelar entre Estado y grupos
empresariales. Parte de la corrección del modelo rentista pasaba por extirpar ese
elemento. Que los empresarios venezolanos, más que relacionistas públicos, fueran
tomadores de riesgos, que es lo que hace un empresario de verdad. Chávez,
efectivamente, rompió ese clientelismo tradicional, repartiendo las migajas de ese
modelo. Una parte fue excluida, digamos, la que se opuso radicalmente al chavismo.
Otra fue integrada. Hemos visto a varios representantes de la vieja oligarquía formar
parte del órgano de la economía productiva creado por Maduro. Se creó,
efectivamente, un nuevo clientelismo político y económico, con la diferencia de que
este es mucho peor que el anterior. El otro, al menos, intentaba industrializar algo
antes de ponerle la mano a la renta, estos lo simplificaron todo, sin tomarse la
molestia de montar una fábrica o alquilar un galpón, vamos a hacer negocios con un
teléfono y con una silla, porque eso es lo máximo que estoy dispuesto a invertir.
Lo curioso es que mientras se agotaba el modelo, pero se agudizaba la
mentalidad rentista, hubo una contundente demostración de hastío, de
rechazo, en 1998. Ahí está el aluvión que siguió a Chávez. ¿Lo que ocurrió el
6-D es una nueva manifestación de ese hastío, de ese rechazo?
Sí, pero con una diferencia, aquél era más psicológico que material, era el hastío de
una generación de venezolanos que había saboreado (en la década de 1960, e incluso
en la década del 70), la sensación de que Venezuela era un país que podía alcanzar el
desarrollo.
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¿Había un escenario, no? No sólo era un sustrato psicológico o de emociones.
Sí, había una realidad que propició ese estado de ánimo, esa sensación de que mañana
iba a hacer mejor que hoy, que incluso se prolongó hasta que Petkoff lo sintetizó con
aquella frase “estamos mal, pero vamos bien”. Esa generación de venezolanos, que
sufrió el impacto del viernes negro (1983) y la agudización de la crisis en los años 90
—pero que aún tenía esa visión de lo que Venezuela podía ser—, se enteró muy pronto
de que no se podía regresar tan rápido a esa Venezuela o que no se podía regresar
más; a eso le siguió el deterioro progresivo, el estancamiento en que cayó el gobierno
de Caldera, y la gente se convenció de que esa dirigencia, que había manejado mal al
país, que había roto ese sueño, debía ser castigada.
De ahí el triunfo clamoroso de Hugo Chávez.
Chávez se benefició de dos cosas. Uno. Del resentimiento de las clases populares que
habían sido abandonadas, silenciadas, invisibilizadas, por AD y Copei, a partir de la
crisis del 83. Y dos, de la clase media que estaba obstinada de ver gobiernos que no
ayudaban a Venezuela a hacer ese cambio, que estaba planteado desde hacía mucho
tiempo.
Pero usted dijo que el aluvión que se manifestó el 6-D era mucho peor. ¿En
qué sentido?
Si consideras a la sociedad como tal, gran parte del 89 era decepción subjetiva, ¿no?
Después de todo, se trataba de ser un latinoamericano más, no ese privilegiado de los
años 70. Al menos, te podías manejar en ese mundo. Aquí no. Esa gente que votó
contra Maduro vive una realidad totalmente desconocida, de escasez, de
empobrecimiento abrupto, de contracción real del aparato productivo, del nivel de
productividad y, por lo tanto, del nivel de vida, que obedece a una situación mucho
más grave: a la destrucción del aparato productivo venezolano.
Quisiera indagar en esa realidad psicológica, emocional. En los 90 nos toca
ser latinoamericano, nos toca vernos en el vecindario, pero ahora los vecinos
están mucho mejor que tú y son motivo de envidia.
Tenemos una situación, incluso relativa, con respecto al resto de América Latina que
es muchísimo peor, por dos razones. Una, porque esos países mejoraron y dos, porque
nosotros desmejoramos. Por las dos vías, unos subían y nosotros bajamos. Pero lo más
grave, o lo que expresa lo que pasó el 6-D, es que ahora nos encontramos con ciertos
elementos que agravan la crisis y que no existían en 1998, por ejemplo, un aparato
productivo totalmente destruido, condiciones macroeconómicas mucho peores a las
que existían en esa época, una situación social (marcada por la violencia) que impide
la aplicación de soluciones eficaces a corto plazo, una corrupción generalizada,
capilar, que el gobierno convirtió en cotidianidad.
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El gobierno de Chávez abandonó los programas sociales focalizados en los
sectores más vulnerables. ¿Cómo se va a identificar a esos sectores? ¿Cómo se
puede mitigar el impacto de la crisis en esos sectores?
Cuando uno analiza cómo es que pasamos de los programas focalizados a las misiones,
se advierte que no hubo una reflexión, una planificación de estrategia política
económica, sino puramente improvisación. En 2002, Chávez advierte que no tenía
políticas sociales y que eso lo podía tumbar, como de hecho ocurrió. Por consejo de
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autoridades caribeñas, dicen, inventó las misiones, sobre la base de un financiamiento
muy abundante, porque la renta petrolera empezaba a crecer. Se generó una
administración paralela al Estado y un gran desorden financiero, un gran elefante, y
una situación que generaba oportunidades para quedarse con buena parte de la renta
petrolera, tal como ocurrió con la crisis de la industria avícola, a la que me referí
anteriormente. Las misiones se convirtieron en un valor en sí mismo para el gobierno.
Lo que tenía que ser un paliativo, lo que tenía que ser una respuesta provisoria frente
a una emergencia, se convirtió en otra fuente de corrupción.
¿Qué se va a hacer ahora? Porque seguramente no nos podemos quedar ni con
lo que había ni con el elefante que se creó, pero la gente está allí, las
necesidades de la gente están allí.
Por eso es que la gente de la oposición se ha dado cuenta de que políticamente no
puede hablar de eliminar las misiones. Tampoco puede eliminarlas, porque esa
estructura que está allí, administrativamente ineficiente, dañina a largo plazo, tiene
que ser, de alguna manera simplificada, para atender, precisamente, las demandas de
los sectores más vulnerables. El problema básico es uno: no hay recursos y tampoco
este gobierno los va a tener, para evitar que esa población sufra lo que está sufriendo.
Hay cosas que se pueden hacer, pero eso implica tener el aparato del Estado en sus
manos. Habría que indagar más a fondo para saber cuál es el grado de complicidades
y de poderes locales en que se ha vuelto este país. Venezuela se ha convertido en un
gran barrio, donde en cada cuadra hay una banda que pelea contra otra. La única
solución estructural para superar la pobreza es incorporar a la población, en su
conjunto, al aparato productivo para que devengue un salario que eventualmente les
permita vivir bien.
Otro elemento negativo es la inflación, que en Venezuela registra récord
mundial.
De eso se habla muchísimo, pero más grave que eso, que ya es una cosa gravísima, es
el absoluto desquiciamiento de los precios. Los precios tienen una función en la
economía, son reguladores como los semáforos. Tenemos un semáforo que a veces es
verde, amarillo, rojo, entonces el tráfico, simplemente, se vuelve un ocho. Una
corrección de los precios es necesaria y rápida para que las cosas empiecen a
funcionar más o menos, gran parte de la escasez, está dada por eso, ¿no? Mucho más
eficaz que los programas focalizados, que los paliativos, es pasar a lo que en otros
países llaman la renta de ciudadanía (un ingreso mínimo generalizado), que elimina
distorsiones y la corrupción de los subsidios. Eso hay que calibrarlo bien, para que no
desestimule el empleo. Tiene que ser bien orientado, porque debe ir a la gente que
efectivamente lo necesita. Eso es más efectivo, más sencillo, más fácil, que todos estos
aparatajes de misiones e incluso que los programas focalizados, que también son una
fuente de corrupción. De manera que sí hay políticas sociales en la relación del Estado
con la economía, claro, sobre la base de que uno tiene una economía de mercado,
porque la economía no capitalista no ha sido inventada todavía.
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Las economías que no son capitalistas son atrasadas y para ejemplo tenemos
la venezolana.
Esto no es una cosa ni la otra, sino todo lo contrario. Si fuera una economía esclavista
tradicional o la economía de una sociedad sin Estado, sería mucho mejor. Está es una
economía capitalista sumamente enferma. Esto es como un juego de béisbol donde los
peloteros tiene que obedecer las reglas de los futbolistas. Es un enredo total. Eso es lo
que más o menos define el socialismo del siglo XXI en Venezuela. Una economía
capitalista que se quiere jugar con otras reglas que, además, se las inventó el
gobierno, ni siquiera son las del fútbol, ese es un beneficio que yo le doy a una cierta
racionalidad que ellos no tienen. Lo importante es que se simplifiquen los mecanismos
y se llegue al equilibrio entre el Estado y la economía, una economía que funcione
sobre la base del mercado, con ciertas restricciones, como tiene que haberlas en la
economía capitalista moderna, porque es mentira que una economía capitalista
funciona sin el Estado como dicen los neoliberales. Eso no es verdad. Tiene que haber
tres ejes de política, no nueve motores o 24 hélices o lo que sea. Son la política fiscal,
la política monetaria y la política de distribución del ingreso. Son las tres claves para
un crecimiento sostenido y equilibrado.
El chavismo politizó a la base social del país, le dijo que podía construir un
imaginario distinto, que podía ser protagonista del asunto político. ¿Qué se
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podría rescatar de allí y que podría contribuir a solucionar los problemas del
país?
Nada es totalmente blanco o negro. Es verdad que el chavismo nos llevó a este
desastre y es el precio que hemos pagado. La democracia venezolana, en sus inicios,
había cuidado la integración de las masas empobrecidas de venezolanos en un
mecanismo político que tenía bastante de clientelar, pero que en alguna medida
funcionaba. Haberlas olvidado, marginado, durante 20 años, llevó al chavismo. El
chavismo las reintegró a la sociedad y con eso corrigió no sólo el error del
bipartidismo adeco-copeyano, sino que además corrigió un error histórico en
Venezuela.
¿A qué se refiere?
Si uno recuerda bien el chavismo en su origen, cuando ellos hablaban de Zamora, del
árbol de las tres raíces eso tenía un núcleo de verdad, descontada la parte
demagógica que siempre hay. Y era que en Venezuela, desde la Guerra Federal había
quedado pendiente un problema. ¿Cómo integrar a los esclavos y a los descendientes
de los esclavos a una sociedad moderna? El drama de Venezuela es que entre la
abolición de la esclavitud y la aparición del petróleo (un poco más de medio siglo, a lo
sumo tres generaciones) grandes masas de venezolanos pasaron de depender del
hacendado a una sociedad donde la mayor parte de la riqueza viene a través del
Estado. Pero el sustrato es una mentalidad rentista, tanto la del pordiosero que vive
de las dádivas como la del nuevo rico que viaja en sus propios aviones. Eso genera
subjetividad, maneras de ser, estilos de vida y actitudes. Yo creo que el chavismo
resolvió ese problema. Es decir, ya no es posible para ninguna fuerza política que
venga ignorar a esas grandes masas. O para manipularlas con fines electorales. Esa
gente se acostumbró a tener participación política, le hicieron creer que venía una
Venezuela mejor y eso los decepcionó, eso fue lo que los hizo votar en contra. Pero la
autoestima, la certeza de tener capacidad política y mantener la visibilidad social, eso,
creo yo, es irreversible y es una ventaja a largo plazo.
¿Eso es lo que dificulta la solución del problema?
En otro tiempo, en otra Venezuela, esto se hubiera resuelto en dos noches, un ruido de
sables o de cañones, pero eso ya no es posible resolverlo así.
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on Sunday, January 31st, 2016 at 7:00 am and is filed under Actualidad
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