GESTIÓN DEL PATRIMONIO FOTOGRÁFICO CONSIDERACIONES GENERALES JOAN BOADAS I RASET ARXIVER MUNICIPAL DE GIRONA/ DIRECTOR DEL CRDI 1.-La fotografía: orígenes y tipología Aunque a veces pueda parecer imposible, el descubrimiento de la fotografía tiene escasamente 160 años de antigüedad. Efectivamente, fue el 19 de Agosto de 1839, ante una sesión conjunta en París de las Academias de Ciencias y Bellas Artes de Francia, cuando se presentó el método del daguerrotipo. La trascendencia de este suceso se evidenció de manera instantánea: “?El daguerrotipo?consiste –anuncia Daguerre- en la reproducción espontánea de las imágenes de la naturaleza, recibidas en la cámara oscura, no con su color, sino con una muy fina gradación de tintas (…) Para este proceso sin idea de dibujo, sin conocimiento de química y física , será posible tomar en pocos minutos las más detalladas vistas, la más pintoresca escena, la manipulación es simple, y no requiere conocimiento especial (…) “En conclusión, el Daguerrotipo no es simplemente un instrumento que sirve para dibujar la naturaleza; por el contrario es un proceso químico y físico que le da poder para reproducirse a ella misma.” i En este párrafo escrito y difundido poco antes de que Louis-Jacques Mandé Daguerre (1787-1851) hiciera público su descubrimiento, se indican algunos de los elementos clave que jugaron un papel determinante en este proceso: 1- la cámara oscura¸2- los avances de la química y especialmente de la óptica y 3la percepción de que la naturaleza se reproduce por ella misma, con lo cual quedaban en entredicho, al menos aparentemente, algunos de los usos que la pintura y el dibujo habían tenido hasta el momento. Con relación a la cámara oscura, su uso ya se conocía desde el siglo IV antes de C., época en la cual Aristóteles describió la observación de un eclipse de sol a partir de este artilugio. Posteriormente, astrónomos, artistas y hombres de ciencia (al Hazem, s. XI; Roger Bacon, 1214-1294; Leonardo de Vinci, 14521519) describieron y utilizaron la cámara oscura para sus trabajos y observaciones. En el Renacimiento se sucedieron un conjunto de innovaciones que comportaron mejoras ópticas, como la incorporación de lentes convergentes y la utilización del diafragma para aumentar la nitidez de la imagen reflejada en su interior, con lo cual su uso no dejó de aumentar en los siglos posteriores produciéndose una gran cantidad y variedad de imágenes (entre ellas las vistas ópticas, destinadas a la observación pública en ferias y mercados a través de las cajas ópticas y mundos nuevos). ii Esquema de funcionamiento de una cámara Cámara oscura. ? Museu del Cinema. J.Ma oscura. Oliveras. Vista óptica. Vue perspective de la Grande Place de St. François a Seville. ? Museu del Cinema. J. Ma Oliveras. En el ámbito de la química los primeros escritos describiendo fenómenos físicoquímicos debidos a la acción de la luz, son debidos al alquimista Albert le Grand (1193-1280) que observó el ennegrecimiento de las sales de plata por acción de la luz y, a lo largo del Renacimiento se sucedieron distintas experimentaciones a partir del descubrimiento del cloruro de plata. No será, sin embargo, hasta inicios del siglo XIX con las realizaciones de los ingleses Thomas Wedgwood (1771-1805) y Humphrey Davy (1778-1829) cuando se producirá un avance en el campo de la fotoquímica. Con sus investigaciones ambos autores consiguieron obtener fotogramas de objetos o de perfiles puestos sobre superficies de papel o de cuero claro untadas de sales de plata. A su pesar, pero, fracasaron en sus tentativas de conservar intactas estas imágenes que se alteraban rápidamente a la luz. Es en este contexto donde cabe situar las distintas tentativas que conseguirían capturar y fijar la imagen formada en el interior de la cámara oscura. El primero en obtener avances significativos en el intento fue Joseph Nicéphore Niepce (1765-1833). En su empeño de mejorar el procedimiento de la litografía, inició a partir de 1816 sus experimentaciones para obtener dibujos por acción de la luz y reemplazar, así, el dibujo manual sobre la piedra. Sus reducidos éxitos con el cloruro de plata le llevaron a experimentar con el betún de Judea (sustancia fotosensible) disuelto en aceite de espliego y extendido sobre placas de vidrio y metal, obteniendo imágenes que denominó heliografías (escribir/dibujar con el sol). En 1826 tomó con este procedimiento, la ayuda de una cámara oscura y un tiempo de exposición superior a las ocho horas, una vista de un patio, el conocido Punto de vista desde la ventana del Gras. En este mismo año de 1826 entra en contacto con Louis-Jacques Mandé Daguerre (1787-1851). Daguerre, inventor en 1822 del Diorama, había utilizado profusamente la cámara oscura para dibujar sus decorados y se había interesado en cómo fijar estas imágenes proyectadas por la luz. Ambos continúan sus experimentaciones, truncadas en el caso de Niepce por su muerte en el año 1833. Daguerre descubrió en esos años que la imagen latente en el yoduro de plata, prácticamente no visible al salir de la cámara oscura, podía reforzarse mediante su exposición a los vapores de mercurio. En 1837 descubre que estas imágenes pueden fijarse sumergiendo las placas de cobre en una solución de sal común en agua caliente. El resultado es un positivo directo de cámara y, por tanto una imagen única no reproducible. En los mismos años en que Daguerre trabajaba para poner a punto su descubrimiento, en Inglaterra William Henry Fox Talbot (1800-1877), utilizaba también la cámara oscura en sus composiciones de pintor amateur. A partir de 1833 experimentó con la fijación de imágenes sobre papeles impregnados de nitrato de plata, a los que denominó dibujos fotogénicos (presentaban los valores invertidos, es decir estaban en “negativo”). A partir de 1839, y a raíz de conocer los descubrimientos de Daguerre, Talbot comunica a la Ro yal Society de Londres y a la Académie des Sciences de Paris, los resultados que había obtenido y denomina, por consejo de su amigo John Herschel (1792-1871), por primera vez a sus imágenes con el concepto fotografía , es decir, escribir/dibujar con la luz. Los avances obtenidos en 1840, que le permitieron el desarrollo de la imagen latente obtenida en el interior de la cámara oscura (circunstancia que consiguió reducir a escasamente diez segundos el tiempo de exposición) le posibilitaron patentar en 1841 su procedimiento que bautizó con el nombre de calotipo (del griego kalos = belleza). Históricamente, pues, Fox Talbot descubrió la copia fotográfica, puesto que de sus negativos se podían obtener múltiples positivos, fundamento de lo que posteriormente será la fotografía. Daguerrotipo, 1855 ca – Autor Calotipo negativo, 1841 – 1850. desconocido – Colección particular. La Calvet R. Jones. ? Museu del Cinema. imagen puede verse en negativo o Col·lecció Tomàs Mallol. positivo en función del ángulo de incidencia de la luz. Vemos pues que en el mismo año 1839 en que se presenta el daguerrotipo, imagen única sobre metal de la cual no pueden hacerse reproducciones, aparece también el calotipo o talbotipo, imagen sobre papel que permite obtener positivos. A partir de este momento, y durante un período de poco más de 30 años se suceden todo un conjunto de avances encaminados a buscar la instantaneïdad en la captura de la imagen fotografiada, que darán lugar a la introducción de nuevos soportes y procedimientos entre los cuales cabe destacar el papel a la sal (1841 – 1850), el papel a la albúmina (1850 – 1900), el colodión húmedo (1851 – 1880), el ambrotipo (1854 – 1860), el ferrotipo (1856 – 1920), el papel al carbón (1860 – 1940), el cianotipo (1880 – 1939) y el gelatino bromuro (1878 – hasta la actualidad) procedimiento descubierto por Richard Leach Maddox (1816 – 1902) y que se impuso definitivamente tanto en los negativos (vidrio y plástico) como en los positivos (papel al gelatinobromuro de plata).iii 2.- Agentes que intervienen en la gestión del patrimonio fotográfico Hemos querido dedicar cierta atención al origen y a la presentación de los distintos procedimientos fotográficos, para evidenciar que nos encontramos ante una parte de nuestro patrimonio documental que a pesar de su relativa “juventud” presenta unas evidentes dificultades de gestión relacionadas tanto con la especificidad de su constitución física (fragilidad, multiplicidad de soportes – metal, vidrio, plástico, papel, etc. -, diversidad de componentes químicos, etc.) como por los derechos de propiedad intelectual inherentes a este tipo documentos y que deberemos tener en consideración en el momento de su explotación. Cierto es que en los últimos años ha aumentado la valoración del patrimonio cultural en general y, en consecuencia, también del patrimonio documental y, por tanto, del patrimonio fotográfico. Lógicamente, a causa de esta revalorización, y también propiciándola y favoreciéndola, se ha desarrollado la regulación jurídica, es decir la legislación destinada a proteger este patrimonio que, cuando es el caso, protege también los derechos derivados de la propiedad intelectual. Como es lógico, este nuevo escenario, estas nuevas circunstancias, han tenido repercusión y han influido en todos los centros responsables de gestionar el patrimonio sujeto a protección y aquel que genera estos derechos de propiedad intelectual que mencionábamos. Y nos afecta porqué desde el momento en que nos convertimos en depositarios de unos bienes sujetos a esta legislación, contraemos un conjunto de responsabilidades que debemos asumir plenamente y que afectan tanto a la conservación como a la divulgación y a la promoción de este patrimonio. Fijémonos que en este caso del patrimonio fotográfico debemos intentar conseguir una fórmula de gestión que satisfaga, concilie y armonice los intereses de: Las instituciones titulares de los centros gestores de este patrimonio Los fotógrafos Los usuarios Lógicamente cada una de las tres partes tienen unos derechos que pueden exigir, pero también unas obligaciones que se les pueden reclamar. En el caso de los centros gestores del patrimonio se alude generalmente a la falta de recursos económicos y al escaso interés de los representantes políticos en esta cuestión. Sin dejar de ser absolutamente cierto pienso que hay, paralelamente a este, un problema de mayor envergadura. Es decir, ¿quién ata las cosas desde arriba? ¿Quién, con atribuciones para hacerlo, planifica y programa, ni que sea en el ámbito intelectual, lo que tendría que ser la estructura del sistema de archivos y centros gestores de la documentación en imagen? No parece ser, al menos por las actuaciones hechas hasta ahora, que las administraciones y organismos con responsabilidad sobre estos temas, asuman y promuevan, además del diseño de lo que debería ser la política de actuación en este sector, propuestas que tiendan a normalizar criterios en el campo del ingreso, la descripción, el tratamiento, la instalación, la conservación, el acceso y la explotación de esta documentación. Sin metodologías de trabajo consensuadas y sin tecnologías de tratamiento de la documentación que tiendan a la homogeneización, difícilmente serán compatibles las distintas opciones planteadas y difícilmente podrá aplicarse una correcta política de gestión más allá del reducido ámbito de un archivo o de un centro determinado. En estos momentos, los organismos responsables no sólo no han homologado programas informáticos, ni validado sistemas de descripción, ni tampoco homologado modelos de documentos para facilitar la gestión, ni han apostado por alguna de las nuevas tecnologías que nos ofrece el mercado, si no que en muchos casos desconocen la localización de los fondos y colecciones, su volumen o su estado de conservación. En el caso de los fotógrafos contrasta aún demasiado a menudo, el escaso interés en identificar su obra en el momento de su creación, con ulteriores reivindicaciones de los derechos que ésta pueda generar. Valorar la obra realizada y facilitar su divulgación - con el lógico respeto a los derechos que se derivan de ella - debería ser una actitud más extendida entre el colectivo profesional. Debería imponerse también una mayor colaboración entre fotógrafos y los responsables de la gestión de los fondos documentales en imagen, a la búsqueda de fórmulas que hagan compatible la protección de los ineludibles derechos de propiedad intelectual de los fotógrafos con la necesaria garantía de los derechos que tienen también los centros gestores de este patrimonio que, entre otros aspectos, debe garantizar las posibilidades de acceso y uso por parte del conjunto de la población, circunstancia que en última instancia justifica su existencia. Y llegamos finalmente a los usuarios. ¿Cómo hacer compatible todo lo que se ha apuntado hasta ahora con la diversidad de demandas para atender a múltiples finalidades? Debemos hacer un esfuerzo pedagógico importante que debe comportar, inevitablemente, la revalorización de la obra fotográfica pero que debe ir acompañado de una clarificación de las relaciones contractuales entre fotógrafos, instituciones y empresas y, especialmente, de un desarrollo legal y normativo como factor transversal que obligue a autores, gestores y usuarios a respetar los derechos que todos tienen en este tema, pero que a la vez explicite también cuáles son las obligaciones de cada uno de ellos. 3.- La actuación de los centros que gestionan el patrimonio fotográfico 3.1.- El ingreso. En términos generales, se pueden establecer cuatro grandes ámbitos donde encuadrar las fotografías existentes en los equipamientos que gestionan este patrimonio: a.- Fotografías que acompañaban o acompañan documentación textual y que formaban o forman parte de documentación administrativa. b.- Encargos de reportajes por parte de la institución o de la empresa titular: actos sociales; cambios urbanísticos (obras de nueva planta, derribos, apertura de nuevas calles, etc.); actos políticos, culturales; campañas de promoción y de difusión, etc. c.- Donaciones o cesiones en régimen de comodato. A menudo es la parte más importante y más voluminosa de los archivos fotográficos. Eso debería obligarnos a adoptar desde el primer momento las precauciones que nos garanticen las posibilidades de su uso y futura explotación. d.- Adquisiciones. No existe en el caso del estado español una gran tradición en lo que se refiere a la compra de fotografías, independientemente que nos refiramos a la fotografía artística como a la que tiene un valor más estrictamente documental. A pesar de que pueden establecerse un conjunto de criterios que pueden ser de utilidad a la hora de adquirir fotografías, y que están referidos a su rareza, autor, estado de conservación, técnica, formato, etc. iv , siempre serán los intereses del comprador y las leyes del mercado las que determinen el precio final de las fotografías. Cuando sea una institución pública la que realice la adquisición de un fondo o colección fotográfica, debería tener en cuenta los siguientes factores: - Que fuera suficientemente representativa de un autor o autores y de un tema (o temas) determinado. Que constituyera recorridos históricos o “corpus” específicos. Que completara otras colecciones ya existentes. 3.2.- Derechos de autor y de propiedad intelectual Como es fácilmente deducible, esta diversidad de posibles procedencias en el ingreso de documentos fotográficos, conlleva un conjunto de particularidades que podríamos establecer en: - - - - Diversidad de soportes y de formatos. Las diversas vías de ingreso y, tal como hemos visto al inicio, la propia evolución técnica de la fotografía, pueden provocar que el soporte fotográfico se presente en distintos materiales: los más comunes, metal, vidrio, papel, plástico y con la imagen en negativo o positivo. Diversidad de estados de conservación. Las distintas vicisitudes por los que han pasado las fotografías en función de su procedencia, dan como resultado que el “estado de salud” del conjunto de los fondos sea desigual y que algunos de ellos puedan presentar patologías importantes que es conveniente detectar antes de su instalación para evitar posibles contagios. Duplicidad de contenidos iconográficos. El hecho de que en muchas ocasiones la constitución de un archivo fotográfico sea consecuencia de la suma de distintas donaciones, cesiones y adquisiciones, puede conllevar la masiva repetición de ciertos contenidos icónicos en detrimento de otros aspectos mucho menos representados e igualmente importantes si queremos dejar constancia gráfica de un período o de un tema determinado. Diversidad de situaciones ante los derechos de autor y de propiedad intelectual. La obra fotográfica participa de lleno en los postulados establecidos en la Ley de Propiedad Intelectual (…) Por lo que se refiere a los derechos morales del autor, es decir, del fotógrafo, éstos se concretan en: . La identificación de la autoría. En aquellos casos en los que se desconozca el nombre del fotógrafo debe hacerse constar expresamente la expresión, autor desconocido. . Acordar con el autor la fórmula de citación correcta de las fotografías. . La obligación por parte de terceros de citar la autoría de la forma como determine la institución o empresa, de acuerdo con el convenio pactado con el autor. . La utilización del símbolo ? en los casos que corresponda y de la forma que se haya pactado entre la institución o empresa y el titular de los derechos. En cuanto a los derechos de explotación, su titularidad debería quedar establecida de una manera clara. Dicho de otra manera, para poder gestionar convenientemente un fondo o una colección fotográfica deberíamos conocer con exactitud a quién pertenecen aquellos derechos, si al fotógrafo, a la institución que posee las fotografías o a un tercero. Porqué una cosa está clara: el hecho de poseer las fotografías no presupone de una manera automática que se posean los derechos que permitan su explotación económica, y por ello es tan importante en el momento de aceptar la donación o cesión o en el momento de realizar la adquisición, determinar si se reciben o adquieren estos derechos de manera general o sometidos a alguna limitación. Circunstancias que, sin duda, deberían quedar explícitamente reflejadas en los documentos que se establezcan entre las partes. 3.3.- La preservación de los documentos fotográficos Hemos apuntado no hace mucho que la especificidad en la constitución física de las imágenes fotográficas (fragilidad, multiplicidad de soportes, componentes químicos, etc.), constituye un elemento clave en su política de gestión y, añadamos ahora, en sus posibilidades de conservación. Incorporemos a esta realidad otros factores como por ejemplo los derivados de las condiciones ambientales por las cuales han pasado, o han sufrido, las fotografías a partir del momento de su creación, las malas prácticas en su manipulación y almacenaje o las consecuencias de desastres naturales, hurtos o destrucciones masivas fruto de la ignorancia más elemental. El panorama que se dibuja no es, en general, excesivamente alentador. El olvido, por no decir menosprecio, del que ha sido objeto el patrimonio documental en imagen (e incluimos aquí también la documentación audiovisual) hasta fechas muy recientes ha sido estremecedor y ayuda a explicar algunas de las situaciones de grave deterioro ante las cuales nos hallamos en la actualidad. Las fotografías son documentos especiales que requieren y demandan unas especiales condiciones medioambientales de preservación y que se concretan en el control de la humedad relativa y la temperatura ambiental, la luz y la polución atmosférica.v No podemos en el ámbito de este texto detallar todas y cada una de estas variables, pero deberíamos tener en cuenta que en general las copias positivas sobre papel en blanco y negro y las fotografías digitales en soporte electrónico, deberían estar instaladas en depósitos donde la temperatura se situara entre los 16ºC y los 21ºC (+- 2ºC) y la humedad relativa no debería superar el 40% (+-5%). Para los negativos en base plástica y de vidrio estos valores se moverían en el mismo nivel de humedad relativa pero con una temperatura que oscilaría entre los 12ºC – 16ºC (+- 2ºC), mientras que los materiales en color exigirían temperaturas inferiores a los 5ºC y el 35% de humedad relativa. En lo que respecta a la exposición a la luz, la iluminación sobre los materiales debería situarse entre los 55 y los 165 lux y evitando siempre los rayos ultravioleta (UV) presentes en las lámparas de vapor de mercurio, las de haluros metálicos, los fluorescentes y, evidentemente, la luz del sol. Para evitar los efectos producidos por la polución atmosférica (acidificación de los soportes fotográficos, aparición de manchas, etc.) debemos controlar en lo posible la pureza del aire, tanto el que proviene del exterior (emisiones derivadas de los automóviles, sistemas de calefacción y de actividades industriales, etc.) como el existente en el interior proveniente de emisiones de humo del tabaco, fotocopiadoras e impresoras láser, determinados tipos de pinturas y barnices, moquetas y alfombras con tratamientos químicos, productos de limpieza, etc. Y también, y muy importante, la utilización de materiales inadecuados para la protección e instalación de los soportes fotográficos, desde mobiliario de madera o de conglomerado, que emiten peróxidos perjudiciales, hasta el uso de cajas de cartón ácido o sobres de papel con colas orgánicas en contacto con las fotografías, en lugar del uso del papel neutro o con reserva alcalina, libre de ácido y de lignino o, en su caso, los plásticos de poliéster, polietileno y polipropileno. Llegados a este punto, pienso que hemos evidenciado que la gestión del patrimonio fotográfico presenta cierto grado de complejidad y que requiere una atención y sensibilidad especiales, tanto por parte de la diversidad de agentes que intervienen en su creación, conservación y difusión, como de la ciudadanía, que tiene el derecho a acceder a este patrimonio de acuerdo siempre con el escenario que dibuja la actual legislación. Avanzar en esta dirección es, sin lugar a dudas, un estimulante reto en el que os invitamos a participar activamente. i Citado por RIEGO, Bernardo: La introducción de la fotografía en España: Un reto cientifico i cultural. Girona: CCG Ediciones – CRDI Ajuntament de Girona, 2000, 255 p. La cita corresponde a la p. 26. El subratllado es nuestro. ii Para comprobar también el uso de la cámara oscura, la cámara clara, los espejos y las lentes en las obras de los grandes maestros de la pintura, véase, HOCKNEY, David: El conocimiento secreto. El redescubrimiento de las técnicas perdidas de los grandes maestros. Barcelona: Ediciones Destino, 2001. 296 p. iii Un primer conocimiento sobre los distintos procedimientos fotográficos puede obtenerse en BOADAS, Joan; CASELLAS, Lluís -Esteve; SUQUET, M.Àngels: Manual para la gestión de fondos y colecciones fotográficas. Girona: CCG Ediciones – CRDI Ajuntament de Girona, 2001. 426 p. iv Ibidem, p. 101-107 v Ibidem, p. 277-347