IRAK Los medios de comunicación en vísperas de la guerra

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IRAK
Los medios de comunicación en vísperas de la guerra
Entre golpes de Estado y represiones sangrientas, el presidente Sadam Hussein ha
transformado la prensa iraquí, que en otros tiempos fue una de las más dinámicas
de Oriente Medio, en una herramienta de propaganda.
Reporteros Sin Fronteras - febrero de 2003.
Informe : Séverine Cazes
Reporteros Sin Fronteras
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Introducción
Los iraquíes cuentan, bajo cuerda, que el país tiene 20 millones de habitantes y otros
tantos retratos de Sadam Hussein, Como si eso no fuera bastante, los periódicos
oficiales publican prácticamente cada día, en primera página, una fotografía de al-Batal
al-Kadissiya (el héroe de la guerra Irán-Irak). Por otra parte, el presidente Sadam
Hussein declaró que, en caso de una avería de televisión, los iraquíes solo tienen que
colocar uno de sus retratos delante de la pantalla. Pero, atención, una interrupción
técnica de la programación no es ningún motivo de broma para el presidente iraquí. En
los años 90, el Ministro de Información, Hamid Yusuf Hamadi, fue cesado
inmediatamente de sus funciones a causa de un incidente de ese tipo, y reemplazado por
el ingeniero de transmisiones Hamman Abd al-Khaliq.
En el marco de una noche temática sobre Irak, el canal franco-alemán Arte emitió, el
martes 21 de enero de 2003, un documental titulado irónicamente "Nuestro amigo
Saddam". Al día siguiente, la prensa oficial iraquí relataba la emisión como un
"homenaje al venerable Presidente". La importancia y la sinceridad del homenaje no
dejan ninguna duda: el documental duró dos horas.
De esta manera funcionan la propaganda y la desinformación en el Estado baasísta que,
desde hace tres décadas, dirigen Saddam Hussein, su familia y su clan (los tikritis). El
presidente iraquí se mantiene en el poder gracias a un sistema de represión y de censura
institucionalizadas, cuyo balance resulta catastrófico en términos de libertad de prensa.
En el lugar 130 de la clasificación mundial de la libertad de prensa, establecida por
Reporteros Sin Fronteras, Irak figura entre los diez países más hostiles a los periodistas,
y a los medios de comunicación, en 2002.
La propaganda política del régimen
Según la biografía "El verdadero Saddam Hussein", de Said K. Aburish, el líder iraquí
descubrió, siendo muy joven, la eficacia de la propaganda. Exiliado político en El Cairo,
de 1959 a 1961, Saddam Hussein dedicó mucho tiempo a la lectura. Se interesó sobre
todo por la vida de algunos hombres célebres, entre ellos Stalin, un modelo en la
materia. A principios de los años 70, el futuro presidente iraquí aprendió a utilizar la
propaganda, en su propio beneficio y en el del Estado. Hizo saber en la prensa que su
esposa, Sajida, trabajaba como profesora al mismo tiempo que se ocupaba de una
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familia, que aumentaba. Empezaron a aparecer fotografías suyas, como buen padre de
familia. Se dedicó a posar acompañado de niños cada vez que visitaba fábricas, o se
encontraba con campesinos. Saddam Hussein construyó su imagen cuidando siempre de
llevar una ropa impecable, especialmente los zapatos. Sin embargo, según Said K.
Aburish, su sentido de las conveniencias le llevó a ordenar a los periódicos que solo
publicaran sus fotos debajo de las de Bakr y Aflak, sus mayores y dirigentes del
gobierno de la época. A partir de ese momento, Sadddam Hussein recurrió al servicio
de un "negro", Aziz Mohammed Jassim, redactor político que le sirvió hasta su
misteriosa desaparición, en 1991.
Saad E-Bazzaz, ex director de la televisión nacional y redactor jefe del periódico AlJoumhouryia (La República) hasta su desaparición en 1992, conocía muy bien los
principales temas de la propaganda oficial. Desde hace tres décadas, explica, el mensaje
es muy simple: "Saddam e Irak son uno. El Presidente es capaz de comprender a todos
los iraquíes y de dirigirse a cada uno de ellos". En los años 90, Saddam Hussein añadió
a esa propaganda nacionalista y unificadora un fuerte componente religioso. "En 1991,
Saddam Hussein dio un giro de 180 grados. Mandó construir mezquitas y se apoyó en la
religión para galvanizar la moral de la población, a pesar de que el laicismo es uno de
los pilares ideológicos baasistas", subraya el periodista exiliado en Londres. Hoy, la
propaganda de Saddam Hussein hace una síntesis de los valores árabes, nacionalistas,
baasistas y religiosos.
En Irak, el calendario está repleto de conmemoraciones oficiales que son objeto de una
amplia cobertura en los medios de comunicación gubernamentales, y especialmente en
la televisión nacional. El 20 de noviembre de 1997 millares de iraquíes se parapetaron
"espontánea y voluntariamente" en el palacio presidencial, para servir de escudos
humanos cuando parecía inminente un bombardeo occidental. Aquel día entró en el
calendario oficial como el "Día del Pueblo". El 24 de febrero de 1998, Saddam Hussein
aceptó abrir su palacio presidencial a los inspectores de Naciones Unidas. Ese cambio
evitó la confrontación y se convirtió en el "Día de la Bandera". El 5 de agosto del
mismo año, fue el "Día de la Actitud": Saddam Hussein puso fin a toda cooperación con
los inspectores, antes de volver a dar marcha atrás. El régimen nunca ha estado falto de
imaginación, cuando se ha tratado de reescribir la historia. Todo comenzó el "Día del
Noble Llamamiento", cuando las tropas iraquíes invadieron Kuwait, el 2 de agosto de
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1991. De la Guerra del Golfo, o "madre de todas las batallas", el régimen se ha quedado
con el "Día de la Ciencia", el 18 de enero de 1991, fecha del primer disparo de un misil
Scud sobre Israel. En cambio, omisión total del alto el fuego, aceptado por Irak el 3 de
marzo de 1991. Más antiguo, el "Día de la gran Victoria", o "Día de los Días", designa
el fin de la guerra de ocho años con Irán, el 8 de agosto de 1988, que según las
estimaciones causó 360.000 muertos y 600.000 heridos, iraníes e iraquíes.
Finalmente, varias fechas están reservadas para el propio Presidente en persona, entre
otras el 15 de octubre, "Día de la Gran Marcha", en referencia al primer referendum
presidencial de 1995. A finales de septiembre de 2002, cuando se acercaba el segundo
referendum que dio a Saddam Hussein el 100% de los "si", con un índice de
participación también del 100%, el semanario Al-Zaura, publicado por el Sindicato de
Periodistas Iraquíes, propuso a las autoridades bautizar a ese día como el "Día de la
proclamación del Amor". "En la papeleta del voto, los ciudadanos no deben elegir entre
sí y no, sino entre "le amamos mucho" o "le amamos enormemente", sugirió el editorial
del periódico.
Saddam Hussein afirma que nació el 28 de abril de 1937. Desde 1980, esa fecha se ha
convertido en un día festivo, pretexto para varios días de cobertura televisada
ininterrumpida del acontecimiento. Lo mismo que otros profesionales del país, los
periodistas organizan celebraciones para la circunstancia. El 28 de abril de 2002, más de
250 periodistas llegados de Bagdad, y de las provincias de Irak, entonaron cantos para el
sesenta y cinco cumpleaños del Presidente, ante la ex embajada norteamericana, situada
en el norte de la capital y cerrada desde hace diez años. "Los periodistas eligieron este
lugar para festejar el cumpleaños del presidente Saddam Hussein, con el fin de
manifestar su desafío a la administración norteamericana, que prepara planes hostiles
para Irak", lanzó un animador de los festejos, organizados por el Sindicato de
Periodistas Iraquíes.
El control de los medios de comunicación: "una vieja costumbre"
La transformación de los medios de comunicación iraquíes en herramientas de
propaganda no se hizo de un día para otro. Saad El-Bazzaz, periodista iraquí exiliado en
Londres, explica que al final del imperio otomano y hasta con la monarquía, derrocada
el 14 de julio de 1958, la prensa iraquí era una de las más libres y más dinámicas de
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Oriente Medio. Las radios y la prensa de Bagdad participaban en la emulación
intelectual de la época, y entre otras cosas en la difusión de la ideología nacionalista
árabe. Su influencia era tan grande que una parte de la élite comercial sunnita kuwaití
pidió públicamente, en 1938 y después en 1958, la incorporación de Kuwait a Irak.
Uno de los primeros periódicos iraquíes, publicado a finales del siglo XIX, se llamaba
Az-Zaoura (uno de los nombres de Bagdad). En los años 20, se publicaban decenas de
diarios, semanarios y revistas literarias, y entre ellos un periódico satírico, Habez Bouz.
Dotado de un nombre que suena cómico, ese periódico era "muy apreciado por la gente
de Bagdad, sobre todo por sus caricaturas", precisa un iraquí residente en París.
Entonces la población iraquí tenía acceso a toda la producción escrita del mundo árabe,
lo que dio origen al dicho: "Lo que se escribe en El Cairo, se imprime en Beirut y se lee
en Bagdad". Son muchos los que piensan que la prensa iraquí de principios de siglo
rivalizaba con la prensa egipcia y libanesa.
Tras la revolución de 1958 se multiplicaron los sobresaltos políticos y se instaló la
violencia. Aparecieron una quincena de diarios, que estaban próximos a los partidos de
izquierda, islamistas, demócratas, kurdos, baasistas, e incluso al Partido Comunista.
Pero la prensa pagó el precio de los sucesivos derrocamientos de regímenes y,
progresivamente, se redujo su espacio de libertad. Según un periodista iraquí, exiliado
desde 1979, que prefiere permanecer en el anonimato porque su familia sigue viviendo
en Irak, "ya antes de la llegada del Baas al poder, en 1968, los gobiernos cerraban
periódicos a su antojo. ¡Es una antigua costumbre!".
De 1959 a 1963, los gobiernos se contentaban con interrogar a los redactores jefes y
retirar temporalmente la licencia a determinados periódicos, especialmente al diario
comunista de la época, titulado Ittihad Al-Shaab (La Unión del Pueblo). A partir de
1968, el partido Baas se quedó con un solo periódico: Al-Thawra (La Revolución), que
se convirtió en el órgano oficial del partido. Tarek Aziz, el actual vice-Primer Ministro
iraquí, fue su redactor jefe durante años. Luego, el Baas, que tenía la necesidad de dar
un paso hacia los comunistas, autorizó de nuevo sus publicaciones. El órgano principal
del Partido Comunista reapareció con el nombre de Tarik Al-Shaab (El Camino del
Pueblo). El periódico del Partido Democrático Kurdo se llamaba entonces Al-Taakhi
(La Conciliación). Cuando, a partir de 1967, los comunistas criticaron las restricciones
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que se les imponían, Tarek Aziz se convirtió en el portavoz de Saddam Hussein, en AlThawra: "No hay sitio para un partido comunista en nuestro país". En 1979, tras una
nueva caza de brujas que duró meses, se cerraron Tarik Al-Shaab y Al-Taakhi. Entonces
solo quedó un único periódico que no fuera baasista.
A finales de los años 70, se volvieron extremadamente violentos los métodos
encaminados a controlar e intimidar a los periodistas. Se multiplicaron el acoso judicial,
los arrestos, las amenazas, las detenciones prolongadas, los casos de tortura y las
ejecuciones. Durante los años de 1980-1988, la guerra con Irán sirvió de pretexto para
imponer un control total de los medios de comunicación. En 1986, el Consejo del
Mando de la Revolución (CCR) dictó un decreto (número 840), firmado por el propio
Saddam Hussein, castigando con la pena de muerte a cualquier persona que insulte o
critique al Presidente, a su entorno, al partido Baas e incluso al gobierno.
La organización de defensa de los derechos humanos Alianza Internacional para la
Justicia, que pide la creación de un Tribunal Penal Internacional para juzgar a los
dirigentes iraquíes por crímenes de guerra, ha establecido una lista de los escritores,
artistas, poetas y periodistas asesinados por el régimen de Saddam Hussein. Según esta
organización, desde 1968 han sido ejecutados más de 500 y otros centenares se vieron
obligados al exilio. Según la agencia de prensa Iraq Press, ligada al periódico en el
exilio Azzaman, solo durante el año 2001 cincuenta periodistas huyeron de la represión
del hijo mayor de Saddam Hussein, Udai. Saad El-Bazzaz evalúa en cerca de 400 el
número de periodistas y técnicos de la prensa iraquíes que viven en el exilio, entre los
que figuran las mejores plumas del país. Por su parte, el régimen dispone de una lista
completa de los periodistas en el exilio, a los que llama "traidores", y no duda en
intentar darles caza en el extranjero. Desde la llegada a la presidencia de Saddam
Hussein han desaparecido decenas de periodistas, y sólo el régimen de Bagdad conoce
la suerte que han corrido.
Las cabeceras de los periódicos de ayer son, en gran parte, las mismas de hoy: se llaman
Al-Thawra (La Revolución, órgano oficial del Baas), Al-Joumhouryia (La República),
Alef Ba (A-B), un semanario popular; Al-Ittihad (la Unión), Al-Zaoura (el semanario del
Sindicato de Periodistas Iraquíes), etc. "Los periódicos son todos más oficiales los unos
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que los otros, pero son numerosos", subraya un exiliado político que ha seguido de
cerca los cambios en su país, desde 1979.
Terror y represión contra los periodistas
Desde hace treinta años que se ejerce la represión baasista, "los propios periodistas
saben lo que hay que escribir. Una minoría apoya con todo el corazón a Saddam
Hussein y al régimen. La mayoría lo padece. Tienen familia, hijos, no pudieron
abandonar el país y viven con miedo", explica un periodista iraquí que vive en París.
Hoy, Udai Saddam Hussein, el hijo mayor del Presidente, es el encargado de imponer el
orden entre los periodistas. Sus métodos: la corrupción y el terror.
Saad El-Bazzaz, que ocupó puestos de responsabilidad en los medios de comunicación
iraquíes hasta 1992, cuenta que era "extremadamente difícil ser periodista. Como la
mayoría de mis colegas, yo sufría enormemente. Poníamos cara de enfermos para no
escribir, o para ir a curarnos al extranjero". Recuerda a algunos de sus colegas que
padecieron prisión y tortura en los años 90. Entre ellos, a Aziz Mohammed Jassim,
colaborador a partir de 1979 de los periódicos Al-Kassidiya, Al-Ghad y Al-Thawra, que
desapareció misteriosamente en 1991. Se ignora lo que le ocurrió. En cuanto a Dahoud
Al-Farham, estuvo encarcelado varias veces en 2000 y 2001, por haber criticado la
situación económica y la burocracia. Hachem Hasan, redactor jefe del diario Al-Thawra,
fue acusado de "crítica indirecta" del régimen. Le detuvieron en 1999 cuando viajaba a
Jordania, con intención de huir. Después de haber padecido torturas en la cárcel, fue
puesto en libertad y se refugió en el Kurdistán iraquí. Hoy vive en Jordania.
Una de las particularidades de la represión de las autoridades iraquíes es que no se
ejerce solamente sobre un individuo, sino sobre el conjunto de su familia y de su
comunidad. El 24 de enero de 2002, la televisión iraquí emitió las imágenes de las caras
aterrorizadas de la familia de Faiq Sheik Alí, abogado, escritor y periodista iraquí que
vive en Londres. Pocas semanas antes, él había participado en un programa de gran
audiencia, "Pareceres contrarios", en el canal Al-Jazira. Faiq Sheik Alí denunció
entonces las violaciones de los derechos humanos, y los crímenes cometidos por el
gobierno iraquí. Sus hermanos, su hermana y sus padres, fueron detenidos
inmediatamente. Exhibidos por la televisión por satélite, le amenazaban con represalias.
Su propia madre le anunció que renegaba de él, y que su hermana iba a pagar por su
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"falta", lo que significa que estaba amenazada de violación. Según algunas fuentes de
Al-Jazira, Faisal Al-Qasem, el presentador del programa, también recibió amenazas de
muerte para el caso de que continuara dando la palabra a los opositores iraquíes.
Para Saad El-Bazzaz, frente a esa represión violenta "los periodistas iraquíes han
inventado maneras para murmurar las cosas". En la prensa iraquí se publican muchas
poesías y cuentos y "en cada uno de ellos, los poetas no se olvidan nunca de meter el
personaje de un carnicero. La verdad se encuentra en esas ficciones, más que en los
artículos periodísticos". El alcance de esos actos de resistencia es muy limitado: solo las
élites y los intelectuales del país descifran los mensajes, mientras que la mayoría de los
iraquíes solo registra la marea propagandística de los medios de comunicación,
totalmente interferidos.
"La prensa iraquí es monocromática", cuenta un periodista extranjero, de regreso de
Bagdad. "No hay ninguna diferencia entre leer un periódico u otro". Pero son muchos
los periódicos oficiales, lo que permite salvar las apariencias y dar trabajo a numerosos
periodistas formados en los años 70, precisa una especialista de Irak. Sería inútil esperar
encontrar más información en la televisión. Aunque existe desde 1957, el paisaje
audiovisual iraquí es muy monótono. Se compone de cuatro canales controlados por el
Estado. El canal nacional, Iraq Television, dedica una gran parte de su programación a
los hechos y gestas del Presidente. Otro canal emite copias piratas de películas y
culebrones egipcios, e incluso norteamericanos. El canal por satélite Iraq Satellite TV se
inauguró en 1998. Finalmente, el canal Shabab TV (Televisión de la Juventud) forma
parte de las novedades introducidas en los años 90 por el hijo de Saddam Hussein, Udai,
en el terreno de los medios de comunicación. En efecto, el canal retransmite algunos
programas emitidos por el canal qatarí Al-Jazira.
Udai, el hijo mayor de Saddam Hussein, "decano de los periodistas"
A partir de 1991, Udai Hussein ejerce un papel predominante en el control y la
represión de los medios de comunicación. Famoso por sus excesos intempestivos y su
brutalidad, Udai Saddam Hussein, el hijo podrido, nació en 1965. Algunos compañeros
de clase han contado que, en la escuela, pasaba la mayor parte del tiempo dando órdenes
a los profesores. En la universidad, sus guardaespaldas tenían la orden de confiscar los
automóviles que eran más bonitos que el suyo. Víctima de un intento de atentado en
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1996, que le dejó paralizado en parte, Udai Saddam Hussein tiene una merecida fama de
bebedor de alcohol. El octubre de 1988, borracho y vociferante, asesinó a Hanna Gogo,
el catador de su padre, durante una ceremonia oficial en la que participaba la mujer del
presidente egipcio, Hosni Mubarak. Udai Hussein acusaba a Hanna Gogo de haber
presentado a su padre a Shamira Shabandar que, en 1968, se convirtió en la segunda
mujer de Saddam. Ya eran legión las historias sobre la mala conducta de Udai Hussein
durante la guerra de Irán-Irak pero este último crimen hizo de él, a los ojos de los
iraquíes, un dirigente cuya crueldad hay que temer, más aún que a la de su padre.
Saddam Hussein reaccionó ante la cólera popular encarcelando a su hijo, y luego
exiliándole durante cuatro meses en Suiza. La prensa se hizo eco de aquellos castigos.
Más tarde, por intercesión de su madre Sajida, Udai Hussein fue autorizado a regresar a
Irak y consiguió el perdón presidencial.
Elegido "unánimemente" en 1992 como presidente del Sindicato de Periodistas Iraquíes,
se dedicó a modernizar los medios de comunicación oficiales y a rejuvenecer la
propaganda del régimen. Los métodos utilizados por quien se hace llamar el "decano de
los periodistas" hacen temblar. Presidente también del Comité Olímpico, dispone de una
cámara de tortura en los locales de su comité, cuyos refinamientos han podido conocer
varios periodistas. Al decir de Saad El-Bazzaz, "el sindicato era eficaz hasta los años 80,
hasta que Udai hizo de él una pieza del aparato policial y una oficina de la censura bis".
El sindicato tendría alrededor de dos mil miembros. La afiliación al sindicato, a pesar de
no ser formalmente obligatoria, es "vivamente aconsejada". Una negativa podría
acarrear sanciones. Esta organización permite vigilar de cerca de los periodistas, al
tiempo que les reparte recompensas y privilegios. El Sindicato de Periodistas parece
más activo que el propio Ministerio de Información, para transmitir a los periodistas las
consignas editoriales. Según un exiliado iraquí en París, "Udai distribuye la lluvia y el
buen tiempo en el terreno de los medios de comunicación, mucho más que Mohammed
Said Assahaf (Ministro de Información iraquí)".
Además de presidir el Sindicato de Periodistas, el hijo de Saddam Hussein se ha
convertido, en el espacio de diez años, en un magnate de los medios de comunicación.
Supervisa o dirige una decena de semanarios, varios diarios, un canal de televisión y
una radio que emite en FM. Pero su mayor logro es, sin duda, el lanzamiento del
periódico Babel. Creado durante la Guerra del Golfo para apoyar la moral de las tropas,
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el diario se ha convertido en el más influyente del país. A finales de 2002, el precio de
venta del periódico se rebajó a 250 dinares (alrededor de 0,12 dólares), para "permitir
que pueda tenerlo en sus manos el mayor numero de personas". El último en aparecer de
los periódicos oficiales vehicula una especie de discurso de oposición, en el interior del
sistema. En él se encuentra una mayor cobertura de la actualidad internacional, vista a
través del prisma de su propietario, que se permite abordar allí un determinado número
de temas, normalmente prohibidos. Según un periodista iraquí exiliado en París,
"Saddam Hussein necesitaba un periódico para enviar mensajes que no puede decir. Si,
por ejemplo, Saddam Hussein quiere atacar a Siria, lo hace a través de Babel, y así se
mantiene a salvo la amistad entre los hermanos árabes".
Según el libro "El hijo del Presidente me dijo", del periodista Hachem Hassan,
frecuentemente Babel sirve para promocionar los objetivos políticos de Udai Hussein, y
para ajustar cuentas con sus enemigos. Entre ellos figuran algunos miembros de la
administración y del gobierno, en particular los ministros de Información, a los que le
gusta contradecir y ridiculizar públicamente. Hachem Hassan relata como, en los años
90, Udai Hussein consiguió el cese del Ministro de Información Abd al-Ghani Abd alGhafur, al que llamaba "Abdu". Udai Hussein hizo que se publicara en Babel una
información, completamente fabricada y atribuida a la Agencia France-Presse, según la
cual el ministro "de espíritu esclerótico" se oponía a determinadas reformas, y no
disponía de un nivel estudios suficiente para el puesto que ocupaba.
La libertad de tono de Babel solo refleja, en realidad, el poder que disfruta Udai
Hussein. Del 20 de noviembre al 20 de diciembre de 2002, el Ministerio de Información
suspendió el periódico, por orden del gabinete presidencial. "Saddam tenía miedo de
que su hijo llegara demasiado lejos criticando a los jefes de Estado sirio y jordano,
mientras que ellos apoyan la causa de Irak en Naciones Unidas", estima un periodista
iraquí en el exilio. Según otro análisis, Babel habría desencadenado la cólera de Saddam
Hussein al atacar a la comunidad chiíta (mayoritaria) del país. Cuando las amenazas
norteamericanas se hacen cada vez más fuertes, Saddam Hussein intenta hacer olvidar a
los chiítas la represión de que han sido víctimas desde 1979, para evitar que se repitan
las rebeliones chiítas y kurdas de 1991. Este episodio demuestra que existe in fine un
límite al poder de Udai Hussein sobre los medios de comunicación: el que pone su
padre.
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La población iraquí tiene limitado el acceso a la información
Por tanto, el acceso de la población iraquí a la información solo pasa de forma muy
marginal por los medios de comunicación oficiales que, por ejemplo, no se hicieron eco
de la vuelta de los inspectores Hans Blix y Mohammed El-Baradei al país, el 18 de
noviembre de 2002. En 1993-1994, el régimen prohibió la instalación de antenas
parabólicas a los particulares. Sin embargo, una minoría de personas en Bagdad ha
instalado antenas parabólicas, de fabricación artesanal. Están colocadas al amparo de las
miradas, tras un depósito de agua en el tejado o en el fondo del jardín, lo que permite
que algunas familias puedan ver, a escondidas, Al-Jazira y los canales occidentales.
"Los servicios de seguridad les dejaban tranquilos, no es que se hubieran vuelto
respetuosos con los derechos de los ciudadanos sino que, en aquel momento, tenían
otras prioridades que cazar las antenas parabólicas", cuenta un periodista en el exilio.
Sin embargo, en noviembre de 2002, Saddam Hussein retiró la prohibición de poseer
antenas parabólicas. En un discurso leído por un presentador en la televisión iraquí,
invocaba justificaciones religiosas y añadía que "publicar la opinión de otros (...)
cuando están en las filas enemigas, y no en las de los amigos, es un sabotaje". Solo los
medios de comunicación extranjeros, las embajadas y los altos dirigentes del régimen,
están autorizados para utilizar antenas parabólicas en Irak.
El acceso a Internet y a los mensajes electrónicos, introducido tardíamente en 1999, solo
es posible a través del servidor gubernamental y en la treintena de centros de Internet, a
través del país. Las autoridades vigilan esos cibercafés y, sobre todo, intentan controlar
las informaciones que salen del país. Está prohibido el acceso a sitios como Hotmail, y
conectarse al correo personal puede ser castigado con multas. Las molestias
administrativas y las tarifas prohibitivas prohiben, de hecho, el acceso a Internet a la
mayoría, y disuaden a cualquiera que pretenda disponer de Internet a domicilio.
Sin embargo, según Saad El-Bazzaz la población iraquí no está totalmente separada del
mundo. "Ese era efectivamente el caso, hace diez años, cuando la población sólo tenía
acceso a los rumores que el régimen dejaba filtrar. Pero hoy ya no es cierto. Las
personas tienen pequeños transistores, con los que pueden escuchar los programas en
árabe de Radio Monte-Carlo y de la BBC. Se esconden para oír la radio, pero el régimen
nunca ha podido prohibir completamente los transistores. Grosso modo, los iraquíes
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saben lo que pasa en el mundo. En cambio, no tienen ningún medio para expresar lo que
piensan". También son cada vez más numerosos los que escuchan Radio Sawa
("Conjunto" en árabe), cuya programación musical ha conseguido un franco éxito. La
información, ausente al principio, ha ido apareciendo progresivamente en las ondas de
la radio, financiada por el gobierno norteamericano, y entre cuyas cargas se encuentra la
obligación de conceder un tiempo de palabra a los oficiales norteamericanos. Esta nueva
emisora reemplazó, en marzo de 2002, a La Voz de América en Oriente Medio. Para que
se pueda escuchar a la vez en el Golfo, en Egipto y en Irak, los norteamericanos han
construido gigantescos emisores en Chipre, Kuwait y pronto en Djibuti. Mientras que la
mayor parte de los oyentes de los países árabes escuchan esta radio por su música, los
iraquíes rebuscan en ella también las informaciones.
Particularidad notoria: la prensa es abundante en el Kurdistán iraquí. En un territorio del
tamaño de Suiza, existen una miríada de periódicos y revistas, dos canales de televisión
por satélite, una veintena de televisiones locales y una decena de emisoras de radio.
Aunque esos medios de comunicación disfrutan de una libertad real, desconocida en
Irak, se trata de una prensa militante, financiada por los partidos políticos.
La prensa en el exilio refleja las divisiones de la oposición iraquí
La prensa iraquí en el exilio está disparatada y políticamente dividida, a imagen de la
oposición iraquí. Existen una veintena de periódicos, en ocasiones de aparición
irregular, y algunos canales de radio y de televisión. La mayoría de esa prensa está
radicada en Londres, pero no sólo. En Estados Unidos, en Europa y en Siria, se publican
medios de comunicación de la oposición, financiados por algunos regímenes árabes
adversarios de Irak, por Irán y por Estados Unidos.
En mayo de 2002 cesó de emitir la televisión Liberty TV del Consejo Nacional Iraquí
(CNI), que reúne a los principales partidos de la oposición en el exilio. Los créditos
aprobados por el Congreso norteamericano no les llegaban desde el mes de febrero.
Liberty TV, creada en septiembre de 2001 con ayuda de Washington, y difundida desde
algunos países occidentales, emitía en Irak, en Oriente Próximo, en Europa, y en
algunos países de Africa y Asia.
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Uno de los periódicos más importantes y mejor establecidos económicamente es el
diario Azzaman (El Tiempo), fundado en 1996 por Saad El-Bazzaz, que hoy es su
redactor jefe. "Cuando todavía estaba en Irak, escribí un libro sobre la invasión de
Kuwait, titulado "La guerra del Golpe y la de después". Cuando se publicó el libro, a
finales de 1992, yo me encontraba en Jordania. Había organizado todo para que
pudieran huir mi mujer y mis hijos, y desertamos. Después, ya nunca he vuelto a Irak.
El régimen me condenó a muerte por contumacia, me privó de todos mis derechos
cívicos, incluida mi nacionalidad iraquí", explica Saad El-Bazzaz, que asegura haber
sido objeto de dos intentos de asesinato, por parte del régimen, pero que ahora ya no
teme expresarse a cara descubierta.
La redacción -una treintena de personas-, instalada en el suburbio oeste de Londres, está
constituida mayoritariamente por iraquíes que abandonaron el país en los años 90. El
periódico presta particular atención a la actualidad iraquí, pero comparte las dudas en
cuanto a la fiabilidad de sus informaciones. A la pregunta de si la prensa en el exilio
prepara la renovación de la prensa iraquí, Saad El-Bazzaz da una respuesta matizada:
"Si y no. Desgraciadamente, los periódicos en el exilio no son radicalmente diferentes
de la prensa oficial de Irak, y en ellos se encuentra el mismo estilo totalitario. Cada cual
expresa un único punto de vista, al tiempo que descalifica a las demás opiniones para
que puedan entrar en el juego. Lo mismo que Udai controla la prensa en Bagdad,
algunos mini-Udai controlan la prensa en el exilio".
Vigilados algunos periodistas extranjeros
Cuando la crisis iraquí centra la atención de los medios de comunicación de todo el
mundo, el trabajo en Irak de los periodistas extranjeros está muy enmarcado. A los
periodistas se les vigila y sus desplazamientos, fuera de Bagdad, debe autorizarlos por
escrito el Ministerio de Información. Además, el sistema policial, que impone el miedo
y el silencio a la población, hace particularmente delicada la recogida de informaciones.
El primer medio de presión de que dispone el régimen iraquí es la concesión de un
visado, para viajar al país. Cuando el régimen intenta hacerse publicidad, a los
periodistas extranjeros se les conceden los visados sin problemas. Así, las autoridades
de Bagdad concedieron cerca de 500 visados de una semana, para que los medios de
comunicación internacionales pudieran cubrir el referendum presidencial del 15 de
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octubre de 2002. A los periodistas se les permitió incluso que se quedaran una semana
más. El resto del tiempo, los periodistas se ven sometidos a las molestias
administrativas y a la arbitrariedad de las autoridades iraquíes. La petición de un visado,
planteada por Reporteros Sin Fronteras a principios de enero de 2003, obtuvo una única
respuesta, oficiosa: "Cuando necesitemos periodistas extranjeros en Bagdad, usted
tendrá el visado".
Porque la obtención de un visado, en debida forma, es un paso obligado para los
periodistas, como pone de manifiesto la desventura de un reportero indonesio. El 3 de
febrero de 2003, Mohammed Dahlan, periodista del diario Surya, con sede en Surabaya,
fue detenido durante un corto espacio de tiempo por unos guardias iraquíes, antes de ser
devuelto a Jordania. La embajada indonesia en Amman confirmó que el periodista
entró en Irak sin disponer de un visado, ni de los documentos requeridos para un
periodista extranjero. Según el diario Surya, al periodista le acusaron de intento de
espionaje, que puede ser castigado con la pena de muerte.
Desde hace algunos meses, cada vez más periodistas de todo el mundo viajan a Amman
(Jordania), con la esperanza de conseguir el derecho a entrar legalmente en Irak. La
espera es larga y frecuentemente vana, como le ocurrió a ese periodista occidental que
decidió regresar con las manos vacías, después de permanecer diez días en el lugar:
"Yo pensaba que sería más fácil conseguir un visado en Amman, pero parece que no se
sigue ninguna lógica clara en estas cuestiones". El agregado de prensa de la embajada
de Irak en Amman, Jawad al-Alí, pide a los medios de comunicación que dirijan su
petición por escrito directamente al Ministerio de Información iraquí, en Bagdad. Si la
demanda de visado se acepta, le será entregada por la embajada de Amman. Según
Jawad al-Alí, la embajada expide diariamente doce o trece visados a periodistas
extranjeros, "sin discriminaciones", una vez que recibe la autorización del ministerio en
Bagdad. Estimó en cerca de 350 el número de periodistas presentes en la capital iraquí,
en enero de 2003.
Tampoco la obtención de un visado significa el final de los problemas. Una vez en el
lugar, está prohibido filmar imágenes de edificios oficiales, abordar todos los temas
delicados y hablar de política. Un ex director de la oficina de Oriente Medio de la
Agencia France-Presse recuerda que siempre fue difícil trabajar en Irak, como en la
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mayoría de los países del Medio Oriente. "Es un país enclavado al que se llega menos
fácilmente que a Siria, por ejemplo. Y, sobre todo, es un país que siempre ha estado
muy controlado. Entre otras cosas, estaba prohibido salir de Bagdad, sin autorización.
Las autoridades iraquíes consideraban a nuestro corresponsal como un funcionario del
ministerio francés de Asuntos Exteriores, y resultaba casi imposible desengañarles. Los
periodistas nacionales que trabajan para medios de comunicación extranjeros se
encuentran en una situación peligrosa. Para una agencia de prensa, eso significa tener
que prestar atención a las informaciones que envían. No se puede reescribir la crónica
de un corresponsal nacional. Porque eso, podría hacerle correr grandes riesgos".
Las instalaciones de las agencias internacionales de prensa y de los medios de
comunicación extranjeros, para la transmisión de sus reportajes, están ubicadas en los
edificios del Ministerio de Información iraquí. Los periodistas extranjeros van
acompañados de un "murafek" (carabina, en árabe), que es a la vez chófer, traductor y
censor. Ese guía oficial, puesto a disposición de los periodistas extranjeros por el
Ministerio de Información, disuade de hablar libremente a los iraquíes entrevistados, e
invita a los periodistas a filmar esto, o a no filmar aquello. Para imponer restricciones a
los periodistas extranjeros, se esgrime siempre la amenaza de prohibirles trabajar, o de
expulsión, a semejanza de las intimidaciones de que fue objeto el canal norteamericano
CNN.
A comienzos de octubre de 2002, un equipo de la CNN desembarcó en el norte de Irak,
en el Kurdistán que se encuentra bajo la protección de Naciones Unidas. Para entrar en
esa zona, que escapa al control de Bagdad, los periodistas atravesaron el Tigris en barca,
en las mismas barbas de los guardias iraquíes apostados en la colina que separa
Kurdistán de Irak, y tuvieron la idea de enviar, en imágenes, el relato de la travesía. La
respuesta de Bagdad, que tomó la iniciativa como una afrenta, no se hizo esperar. El 25
de octubre, Irak anunció su decisión de expulsar a seis periodistas del canal CNN, entre
ellos a la directora de la oficina en Bagdad, Jane Arraf. Les dieron hasta el 28 de
octubre, para que abandonaran el país. La señora Arraf, de nacionalidad canadiense, es
la única corresponsal occidental con sede en Bagdad, donde el canal dispone de una
oficina, desde hace doce años. El 26 de octubre, el Ministerio de Información iraquí
desmintió la inminente expulsión de los periodistas. Provisto de buenas intenciones,
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Bagdad anunció que se esperaba a un grupo de periodistas extranjeros para la Feria
Internacional de Bagdad (del 1 al 10 de noviembre).
Tras este incidente, los visados se distribuyen con cuentagotas, y para una duración que
no exceda de diez días. Según el Ministerio de Información, la decisión se justifica por
el hecho de que el centro de prensa de Bagdad no puede recibir más que a un número
limitado de periodistas, cada vez. Hay otra explicación que podría ser la causa de las
amenazas contra la CNN. En efecto, las autoridades iraquíes se habían quejado de la
cobertura que hizo el canal norteamericano de una de las escasas manifestaciones en
Bagdad, el 22 de octubre, cuando algunas decenas de iraquíes pedían información de
sus allegados, tras la amnistía general decretada por el presidente Saddam Hussein. En
el reportaje, se filmó a unos "murafek" del Ministerio de Información, cuando
intentaban impedir que los periodistas del canal entrevistaran a algunos manifestantes.
En julio de 2002, al corresponsal del canal Al-Jazira en Irak, Diar Al-Umari, le
prohibieron trabajar durante diez días. La prohibición, finalmente rebajada a cuatro días,
procedía del Ministerio de Información iraquí. Se acusaba al canal qatarí de emplear la
expresión "partido en el poder" para referirse al partido Baas, en lugar de la
terminología oficial "partido socialista árabe". Como respuesta a esta prohibición de
trabajo, la dirección de Al-Jazira decidió cerrar temporalmente su oficina en Bagdad.
Como las autoridades iraquíes no pueden prescindir de la amplia audiencia del canal en
los países árabes, anularon su decisión el 24 de julio.
Sin embargo, las autoridades de Bagdad, preocupadas por ganar para su causa a las
opiniones públicas árabes, se sienten mejor dispuestas con los periodistas árabes, que
trabajan con mayor libertad en el país, que con los periodistas occidentales. Pero esos
intereses estratégicos, y ese favoritismo para con los medios de comunicación de los
"países amigos", no explican todo. Los periodistas árabes también están mejor armados
que los periodistas no arabófonos para librarse de la vigilancia y la interferencia del
"murafek". Si a cualquier periodista arabófono le ofrecen uno a su llegada, puede
rechazarlo alegando su autonomía, y el Ministerio de Información no insiste.
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Conclusión
El control de los medios de comunicación iraquíes, instalado desde 1958, cambió en
1979 a una represión sangrienta contra el conjunto de los periodistas. Incluso contra los
periodistas leales a Saddam Hussein y al régimen baasista, que han tenido que sufrir el
encarcelamiento y la tortura...Algunos de ellos desaparecieron misteriosamente, lo que
ha contribuido a instaurar, entre los profesionales de los medios de comunicación, un
clima de temor y de servilismo. La libertad de los periódicos, prometedora a principios
de siglo, ha desaparecido totalmente. Hoy, su papel consiste solo en reproducir el
discurso oficial de una dictadura de tipo estalinista. Incluso el diario Babel, cuya
pretendida libertad de tono pudo ilusionar durante un tiempo, no consigue disimular la
represión que padecen los medios de comunicación iraquíes, desde hace treinta años.
En cuanto a los periodistas extranjeros, las trabas a su trabajo y las presiones de que son
objeto no han llegado, hasta el momento, a las amenazas físicas. En cambio, en el
Kurdistán iraquí, que escapa al control de Bagdad, se ha producido un primer incidente.
El 30 de enero de 2003, una decena de periodistas norteamericanos se vieron
amenazados por el grupo Ansar Al-Islam, una organización extremista relacionada con
Al-Qaeda. El gobierno norteamericano se refiere a ese grupo terrorista, que controla un
pequeño territorio del Kurdistán iraquí en la frontera iraní, para demostrar la existencia
de relaciones entre el régimen iraquí y la red Al-Qaeda. Unos combatientes de la Unión
Patriótica del Kurdistán (UPK) tuvieron que evacuar a los periodistas norteamericanos,
de su hotel en Suleimaniyah.
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