LECTIO DIVINA "EL ROSTRO DE LA MISERICORDIA" 2016 "Simón, tengo algo que decirte" ORACION INICIAL Ponte en la presencia de Dios con plena confianza en su amor y su misericordia. Su mirada es de bondad y comprensión contigo. Él conoce tus pensamientos y tus sentimientos, sabe cómo estás y qué te preocupa. Acoge Señor mi plegaria. Mira mis deseos de autenticidad. Perdona mis incoherencias. Hazme sentir tu bondad y tu mirada llena de ternura y compasión. Haz silencio confiado y piadoso, evoca el amor del Señor que has sentido tantas veces. Ensancha tu corazón, descansa en su infinita paz, en su amor envolvente. Señor, que tu amor me envuelva. Que tu paz me inunde. Que tu misericordia me abrace. Que mi corazón descanse en tu infinita bondad Prepara tu mente y tu corazón para la escucha atenta de su Palabra. Sitúate en la escena, en casa de Simón. Llega la pecadora y se echa a los pies de Jesús. Abre mi mente y mi corazón para comprender tu Palabra… … para confrontar mi vida sin miedo … para no poner obstáculos a su acción. LECTIO (Lectura): ¿Qué dice el texto? La Palabra escuchada Jesús tomó la palabra y le dijo: ---Simón, tengo algo que decirte. Contestó: ---Dilo, maestro. Le dijo: ---Un acreedor tenía dos deudores: uno le debía quinientas monedas y otro cincuenta. Como no podían pagar, les perdonó a los dos la deuda. ¿Quién de los dos le tendrá más afecto? Contestó Simón: ---Supongo que aquél a quien más le perdonó. Le replicó: ---Has juzgado correctamente. Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: ---¿Ves esta mujer? Cuando entré en tu casa, no me diste agua para lavarme los pies; ella me los ha bañado en lágrimas y los ha secado con su cabello. Tú no me diste el beso de saludo; desde que entré, ella no ha cesado de besarme los pies. Tú no me ungiste la cabeza con perfume; ella me ha ungido los pies con mirra. Por eso te digo que se le han perdonado numerosos pecados, ya que siente tanto afecto. Que al que se le perdona poco, poco afecto siente. Y a ella le dijo: ---Tus pecados te son perdonados. Los invitados empezaron a decirse entre sí: ---¿Quién es éste que hasta perdona pecados? Él dijo a la mujer: ---Tu fe te ha salvado. Vete en paz. Lc. 7, 40-50 LECTIO DIVINA "EL ROSTRO DE LA MISERICORDIA" 2016 MEDITATIO (Meditación): ¿Qué me dice el texto? comprendida La Palabra La escena empieza en casa de un fariseo que había invitado a Jesús a comer, Jesús accede a la invitación. Todo acontece en el interior de una casa, en la intimidad de una comida… de repente sucede algo, entra en la escena una mujer pecadora pública que se pone a los pies de Jesús y con sus lágrimas de arrepentimiento enjuga los pies del Señor, su presencia incomoda a los comensales. Simón, así se llamaba el fariseo, escandalizado se dice en sus adentros, (como hacemos nosotros tantas veces murmurando en nuestro interior y prejuzgando hechos y personas) “Si este fuera profeta sabría quién y qué clase de mujer le está tocando”. Dejo que la escena, las palabras, los gestos me toquen el corazón. Me fijo en la pecadora, necesitada de compasión, pero libre, humilde, llena de fe y confianza en Jesús. Miro a Simón que actúa con prejuicios, censura en su interior a la mujer por pecadora y a Jesús por dejarse tocar por ella. Miro a Jesús y contemplo su modo de dirigirse a la mujer, su compasión y ternura con aquella pecadora, su libertad para aceptar el arrepentimiento de aquella mujer. Me detengo a observar cómo interpela Jesús a Simón, su sabiduría para confrontar sus actitudes. Quédate con alguna actitud de las personas, con alguna frase de Jesús: “quedan perdonados sus muchos pecados porque ha mostrado mucho amor”, “Tu fe te ha salvado, vete en paz”. ORATIO (Oración): ¿Qué le digo? Mi palabra responde a la Palabra Como la pecadora vengo ante ti, me pongo a tus pies, Señor, con deseos de conversión. Reconozco mis faltas y siento confianza en tu perdón y en tu infinita misericordia. Me arrepiento de mi conducta a veces severa y despiadada con los demás como la de Simón el fariseo. Abre mi corazón a tu amor benevolente para que yo pueda ver al otro, al que a veces condeno y juzgo, como tú lo miras. Dame esa mirada compasiva que perdona, que, con paciencia, acoge las limitaciones del otro y disculpa los errores. Quiero actuar como tú, Jesús, mirar con misericordia, amar sin miedo, perdonar sin rencor. Vivir relaciones que liberen, que consuelen y animen a LECTIO DIVINA "EL ROSTRO DE LA MISERICORDIA" 2016 quienes tengo junto a mí diariamente. Pido por todos los que sufren las consecuencias del mal, víctimas inocentes del egoísmo humano, por los pecadores, por los que no reconocen ni descubren la salvación de Dios en sus vidas… Y ahora callo y me dejo mirar por Jesús… dejo que su mirada me transforme, sus dulces palabras de perdón me serenen, sus gestos de amor y compasión me consuelen. Dejo que sus palabras me reprendan cariñosamente como a Simón y me animen a vivir con mayor misericordia. Me quedo en paz, en sus manos, evocando en el fondo de mi corazón que “el Señor no nos trata según nuestros pecados” y que “tan lejos como está el oriente del ocaso aleja de nosotros nuestras rebeldías” (Salmo 103) CONTEMPLATIO (Contemplación): ¿Cómo interiorizo el mensaje? La Palabra encarnada Soy yo quien está ante Jesús, ya no está Simón, ni la pecadora… desaparecen de la escena. Soy yo quien entro en la “estancia” de Dios, quien me acerco y escucho, quien acojo y siento su infinita misericordia que me abraza. Me pongo ante Él sin miedo, sin muros ni atajos, confiando en su amor pues “cual la ternura de un padre para con sus hijos, así es tierno el Señor con cuantos le buscan” (Sal. 103) Descanso en su misericordia y en silencio doy gracias al Señor que me mira con ternura y me invita a ser misericordioso como lo es Él conmigo. ACTIO (Acción): ¿A qué me comprometo? La Palabra confrontada, compartida y en acción “Vete en paz”. Después de este rato de oración, de escucha y de contemplación, sal de la oración agradecido/a, déjate interpelar: “Si Dios es bueno y misericordioso, paciente y tierno conmigo” no puedo más que: Mejorar mis relaciones con los demás y acoger sin juzgar. Manifestar con mis actitudes diarias la misericordia de Dios. Acompañar con paciencia y ternura a los que el Señor me ha encomendado, alumnos, enfermos, ancianos, compañeros, hermanos en la fe… Perdonar a quien me haya ofendido sin guardar rencor. Vivir con mayor libertad interior.