abril- mayo- junio, 2009 LA UNIDAD COMO FACTOR DE TRIUNFO. EL PSP 1961. UNA VISIÓN DESDE LA HISTORIA ENTRE 1952 Y Angelina Roj as Blaquier Es imposible abordar la actuación de l prime r Partido Comunista de C uba tras e l triunfo re volucionario de ene ro de 1959 sin re fe rencias a aspe ctos claves de su actividad desde el golpe de estado de Fulgencio Batista e l 10 de marzo de 1952. Como es conocido, en mensaje público de l 11 de marzo,[1] la dire cción de l PSP condenó e l golpe castre nse, de nunció que formaba parte de la cade na que estaba auspiciando EE.UU en dive rsos países de Amé rica Latina y llamó al pueblo, con consignas que podían se r asumidas por todos, a continuar la lucha por la ve rdade ra solución de los problemas de C uba,[2] asentada en la transformación de la estructura e conómica del país, fundamento para la libe rtad y e l progreso de la nación. Tales cambios de bían y podían lle gar, a juicio de l Partido, mediante la instauración de un gobie rno de Frente Democrático Nacional ganado mediante e l empuje de las masas.[3] Desde esa apre ciación insistía en la ne cesidad de intensificar la lucha por la formación de nue vos comités de Frente Único e n torno a tre s obje tivos principale s: vige ncia de la C onstitución; re spe to a las libe rtades públicas y los de re chos democráticos y por la cele bración de e le ccione s libres e l 1º de Junio de ese año, como estaba anunciado. Sim ultáneamente, e l joven abogado Fidel Castro, en documento titulado “Revolución no, zarpazo”, afirmaba que e l golpe no había sido dirigido contra Prío, sino contra e l pueblo, dado e l resultado que se espe raba pa ra las ele cciones de junio y anunciaba el inicio de una nue va e tapa de la gesta libe rtaria de l pueblo cubano. La dictadura de Batista, expresión de la quiebra de las posibilidades re form istas de l capitalismo en C uba, de spe jaba e l camino hacia una nue va e tapa del proceso nacional libe rador cubano, en cuyo de ve nir exitoso la unidad se alzó como principal factor de triunfo. Al iniciarse e l movimie nto re voluciona rio encabezado por Fide l Castro, e l PSP no tenía a la insurre cción a rmada como una táctica inmediata de lucha. Para e llos esta e ra imposible con un movim iento obre ro dividido; un partido ilegalizado y reprim ido, y una fue rte oposición re formista y sobre todo anticomunista, fortale cida por la ofensiva reaccionaria inte rnacional del impe rio. A e llo se unía que la dire cción partidista, por razones tácticas, no ve ía posibilidades de triunfo a una insurre cción armada indepe ndiente de la lucha de masas, y que no estuvie ra dirigida por la clase obre ra. Conse cuente con sus principios unitarios y de fide lidad a la de fensa de los inte rese s populares, pre cisó que , e n aque llas circunstancias, su mé todo 39 fundamental de lucha se ría la acción de masas, la propaganda de masas, la movilización de las masas, e l apoyo activo a las luchas de obre ros, los campesinos y los estudiante s, subrayando que respaldaría cuantas acciones de masas se opusie ran a la dictadura o plantearan reivindicaciones progresistas, conve rgentes al propósito fundamental de lograr la solución democrática de la crisis cubana. El partido se proponía, en ese ncia: crear un fre nte único de todas las fue rzas democráticas, obre ras y populares opuestas al gobie rno; promove r una pode rosa y combativa unión popular donde estuviese n no solo los partidos oposicionistas y populares, sino también las organizacione s obre ras, e studiantiles, campesinas y profesionales con un programa común basado en las re ivindicaciones y demandas inaplazables de l pue blo, sin que ello comprometie ra la identidad e indepe ndencia orgánica, política e ide ológica de cada una de las fue rzas que lo integraran. “Lucha común por el programa común; organización separada y plena independencia en los problemas ideológicos, así como en las cuestiones políticas o consideradas en el programa común”,[4] fue e l fundamento de su táctica. Cua ndo se produjo e l Asalto a l Cua rtel Monca da el 26 de Julio de 1953, los comunistas re conocie ron la intencionalidad revolucionaria de los moncadistas, aún con la discrepancia táctica respe cto a la dire cción de l movim iento y al mé todo de lucha. En Memorando escrito poco después de esos sucesos, a tiempo que reite raban su oposición al putchismo, en tanto lo entendían contrario a la movilización popular y, e n última constancia, a la insurre cción popular, se re conocía que e l 26 de Julio había “hecho esfuerzos por darle forma de masas a su movimiento”, afirmaba compre nde r los motivos e n que e l 26 basaba su posición, y le s propuso “una posposición de sus planes insurrecciónales y la adopción de la llamada línea de agosto, es decir, la línea del desarrollo de la lucha de masas y la preparación de la insurrección como culminación de esa lucha para asegurar el triunfo del pueblo.” Y afirmaban: “Sobre esa base podemos llegar a un acuerdo concreto y crear las condiciones objetivas y subjetivas que pue den y deben garantizar el derrocamiento de la tiranía, sin que quede nada al azar o a la aventura.” Pre cisaban además que, si la dire cción del Movimiento 26 de Julio de cidía seguir adelante con su táctica de lucha armada inmediata, el PSP, a pe sa r de su desacue rdo, ...como partido revolucionario de la clase obrera y del pueblo, declara que no se cruzará de brazos ante una acción armada seria, y que en esa eventualidad asumirá la actitud de llamar a las masas a tomar la calle para desarrollar la situación y conducirla a la derrota de la tiranía y a la apert ura ante el pueblo de Cuba de los caminos para poder plantear las soluciones de fondo que exigen los problemas cubanos. A partir de esa distinción e l PSP estuvo entre los iniciadores y principales conductores de la lucha por la amnistía de los moncadistas en 1955, y trabajó 40 desde muy temprano por la unidad con e sa fue rza eme rgente . El prime r contacto dire cto fue una entrevista que sostuvie ran e n La Habana, Fide l Castro y Raúl Valdés Vivó, antes de la salida de Fide l hacia la tie rra azte ca.[5] Ya en México continuaron estos encuentros e ntre Fidel y otros enviados de l Partido, a sabe r: Osvaldo Sánchez, Flavio Bravo, Antonio Ñico López y Lázaro Peña, entre vistas que puede n conside rarse como e l inicio de l proceso unitario con Fide l Castro y de ace ptación de la nue va táctica re volucionaria en cie rne s. La dire cción del PSP, conocedora por e l propio Fide l de l plan de desembarco que se proponía, instruyó a sus dirige ntes en la antigua provincia de O riente a que organizaran huelgas y otras formas de lucha cuando éste se produje ra . Los dirige nte s partidistas provinciale s se pusie ron en contacto con Frank País y otros compa ñe ros, y se coordinaron las acciones de l PSP y de los Com ités de De fensa de las Demandas Obre ras con las de l Movimiento 26 de Julio. Entre las más im portantes estuvo la de cisión de que la dire cción provincial de l Partido, mediante los re fe ridos Comités, convocara a la huelga de l 30 de noviembre, en tanto e l Movimiento 26 de Julio convocaría al alzamiento pa ra e sa misma fe cha . El Llamamiento apare ció en el pe riódico Oriente del día 29.[6] En re lación con e l de sembarco, dicho Com ité Provincial orientó al Comité Municipal de Manzanillo que ofre cie ra a los expedicionarios toda la ayuda política y organizativa que fue ra posible .[7] La comprensión de l PSP ace rca de la oportunidad y valide z de l movim iento gue rrille ro tuvo importantes manife staciones concre tas a partir de marzo de 1958 con la creación del fre nte gue rrille ro del Partido en Yaguajay, al mando de Félix Torre s. Es importante de sta ca r que todos los militantes que desde hacía varios meses se integraban a las gue rrillas, con la aprobación de l Partido, incluidos los de dicho destacamento, re cibie ron la orie ntación de pone rse a las órdenes de l Estado Mayor de l Ejé rcito Rebe lde e n e l a spe cto militar, lo cual fue otra muestra de l profundo sentido unitario de su accionar.[8] Los miembros de l PSP también se integraron al Segundo Frente O riental Frank País desde la ape rtura de éste , ampliando su incorporación gene ra l a la gue rrilla tras e l re vés de l 9 de Abril. Ya en octubre de 1957, la entre vista sostenida en la Sie rra Maestra e ntre Fidel y Ursinio Rojas,[9] así como dive rsos contactos con otros dirigentes de ambas agrupacione s, propiciaron e l estre cham iento de la colaboración entre la organización comunista y e l 26 de Julio.[10] La integración del FO NU (Fre nte Obre ro Nacional Unido) poco de spués, fue otra im portante expresión unitaria y de identidad con la gue rra re volucionaria. El propio Prime ro de Ene ro de 1959, el máximo líde r de la Re volución, a través de Radio Rebe lde, convocó a los trabajadores a la hue lga gene ra l re voluciona ria que fue respaldada de inmediato por e l FO NU. Desde e l prime r instante del triunfo, los comunistas mostraron su de cisión política a travé s del apoyo irre stricto a la Re volución y validaban e l he cho de que las re ivindicaciones populares tan larga y dolorosamente luchadas por los trabajadore s y otros se ctores populares e ran parte del proceso que se iniciaba. 41 Como es conocido, las campañas anticomunistas, los ataques a los dirigentes de l PSP, las distinciones que se hicie ron desde la prensa y por algunos representante s de las fue rzas re volucionarias en cuando al carácter anticomunista o no comunista de la Re volución triunfante, e ran contrarias a la concepción unitaria de la máxima dire cción de la Revolución. El 4 de ene ro de 1959 apa re ció en e l pe riódico Revolución un artículo de su dire ctor, Carlos Franqui. En é l se afirmaba que “el triunfo de Castro no es una victoria roja”. Ese mismo día, no obstante fue lega lizado e l P SP, y el 6 de e ne ro salió e l prime r núme ro de l pe riódico HOY ya en una nue va e tapa, a pesar de l clima anticomunista de la pre nsa. Todo e llo exa ce rbó m ucho más la lucha política anticomunista. Los dive rsos órganos de prensa emprendie ron una virule nta campa ña mediá tica contra e l Partido, manipulando al máx imo su actuación y de cisiones en los años pre cedentes, particularmente su alianza táctica con Batista en 1939. En aquellos prime ros día s de e ne ro, e l anticomunismo protagonizó muchos ataques a los comunistas de sde la de re cha y de sde algunos se ctores de la conside rada izquie rda. Pe ro éstos, desde la fundación de l Partido, habían encarnado de sde siempre la representación y la defe nsa más fiel de los re clamos y sus aspiraciones de todos los se ctore s populares, posición que siempre significó un duro golpe a los inte reses e conómicos y sociopolíticos de l capital, propio o foráneo. En la nue va coyuntura, los se rvidores del anticomunismo buscaron e l modo de ne utralizarlos como nunca antes. Entre otras razones, intentaban impedir a toda costa su a ce rcam iento a la nue va dire cción política de l país y por supuesto, su integración a cualquie r nue vo gobie rno que nacie ra del triunfo revolucionario. El enem igo actuante o potencial tampoco en esa oportunidad logró sus obje tivos. La máx ima dire cción partidista no se dejó manipular, y demostrando una vez más su fide lidad a la unidad que sirvie ra a los inte reses populares, entre el 24 y e l 28 de ene ro de ese año ce lebra ron e l Prime r Pleno de l Comité Naciona l de l PSP. El m ismo fue un llamado a la unión y al re spaldo a la Re volución triunfante, cuya ex presión se sintetiza e n la consigna aprobada pa ra e l desarrollo inmedia to de su actividad: DEFENDER LA REVOLUCIÓN Y HACERLA AVANZAR. En e se propio pleno los comunistas de finie ron las principales líneas de la actividad partidista, todas encam inadas a re spaldar y hace r avanzar a la Re volución por e l camino de las re ivindicaciones populares, sociale s y nacionales. Es por e llo que re coge n aspe ctos tales como la re baja de las tarifas e lé ctricas y te lefónicas, la nacionalización de las empresas de se rvicios públicos; la inte rvención de los centros laborales que provocaran conflictos con los trabajadore s, e l cie rre de la Base Naval de Guantánamo; la ex tensión a todo e l país de la Reforma Agraria aplicada e n la Sie rra Maestra; la restitución de los de re chos de hue lga, reunión y manifestación a los trabajadores; también los aumentos salariale s, y e l re spe to a los de re chos y libe rtade s sindicales aniquilados por e l mujalismo desde 1947. También se pronunciaron por la re construcción de las organizaciones de los campe sinos pobres y medios, viole ntamente aniquiladas por la dictadura batistiana. O tros aspe ctos fue ron la rebaja de los pre cios de los artículos de prime ra ne ce sidad y de l costo de la vida; e l aux ilio a los desocupados; la prote cción y fomento de la industria nacional; la anulación de la legislación de la tiranía y la 42 disolución del SIM y de l BR AC e ntre otras medidas re ivindicativas y políticas que forta le ce rían e l obje tivo democrático y nacional libe rador de la Re volución triunfante . De staque espe cial tuvie ron el repudio al plattismo y la propuesta de restable cim iento de re laciones come rciales y diplomáticas con la entonces UR SS y e l resto de los países socialistas e uroasiáticos, de beneficio e conómico y como e je rcicio de sobe ranía política nacional. Abogaron por la introducción de cambios en e l Gobie rno Provisional re cién constituido, que privilegiara en los dive rsos cargos públicos de todos los nive les la prese ncia de e lementos favorables a la Revolución, incluidos los m iembros de l Ejé rcito Rebe lde , en sustitución de todos aque llos que se iban pe rfilando como una re tranca al avance de l proceso re volucionario, posición que mantuvie ron firmemente en los meses siguientes, espe cialmente durante la crisis política de l mes de julio del propio 1959 que provocara la renuncia de Fidel a su responsabilidad como Prime r Ministro. Esta posición política de l PSP, mante nida invariablemente por su dire cción, y e vidente e n los varios plenos de la dire cción partidista y en su VIII Asamblea Nacional, e videnciaron, entre otras cosas, e l desmarque de los comunistas con respe cto a l rol de oposición que debie ron asumir en las nue vas condiciones, según los cánones de l movimiento comunista de la época. Tal definición política fue demostrativa de la fide lidad de l Partido a sus convicciones re volucionarias, unitarias y de respaldo a una gesta re volucionaria cuyo triunfo validaron de sde e l prime r momento, contribuye ndo a la autoctonía e n la profundización de los avance s del proceso nacional libe rador y de l propio nacim iento de l socialismo cubano, fruto de la unidad e ntre las dive rsas fue rzas re volucionarias que hicie ron posible su triunfo y de respaldo irrestricto a Fide l Castro y a la vanguardia re volucionaria que lo hizo posible, y no por las vías clásicas re conocidas por entonces para el triunfo e instauración de l socialismo. Este proceso no ocurrió sin contradicciones tambié n a lo inte rno del PSP En su propia dire cción se le vantaron voces que re clamaban el lide razgo de l nue vo proceso político que se iniciaba. Contra tales malsanas inte rpre taciones y ex igencias se pronunció siempre la mayoría de la dire cción comunista, muy espe cialmente su Se cre tario Gene ral, Blas Roca Calde río. Aunque este tema fue muy abordado tanto por é l como por otros dirigentes en re uniones y prensa partidistas, tuvo un importante momento de de finición durante la VIII Asamblea de l PCC , efe ctuada entre e l 16 y el 21 de agosto de 1960, cuyo discurso inaugural fue presentado por Lázaro Peña González. En la misma se hizo un análisis muy pormenorizado y crítico de la actuación histórica de l Partido y muy espe cialmente entre los años que mediaron e ntre la ante rior asamblea, e fe ctuada en febre ro de 1952, y la que e staban ce lebrando. Re conocie ron espe cialmente su falta de iniciativa para responde r con las acciones ne ce sarias que demandaba la situación política de l país ante la imposición de l régimen de marzo, a pesar de habe r vislumbrado que estaban dadas todas las condiciones para el surgimiento y desarrollo de una revolución social. Tras re conoce r que habían dejado a la espontane idad lo que debió se r organizativamente asum ido y dirigido, destacaron e l mé rito histórico de Fide l Castro “de haber preparado, organizado, instruido y dispuesto los elementos de combate necesarios para iniciar y sostener la lucha armada como medio de 43 derrocar a la tiranía y abrir el camino a la revolución cubana.”[11] Tal a firmación, se subra ya e n e l Informe Central, no im plica ba “desestimar el papel jugado por las otras formas de lucha, que cooperaron a alcanzar esos fines.”[12] La Asamblea analizó cómo algunos compañe ros no comprendie ron “los cambios radicales políticos que había introducido la revolución. No compre ndieron la quiebra histórica de una serie de partidos y su eclipse real de la vida del país” y por e llo cre ye ron que e l Partido tendría que seguir actuando con los mé todos y tácticas ante riore s, sin comprende r que la unidad de las fue rzas re volucionarias para hace r avanzar la Re volución seguía siendo el e je de la actuación de l Partido y de la dire cción re volucionaria en e se momento, y reflex ionaba: “La realización de este objetivo ahora depende, en primer término, de la justa coordinación, de la fusión, pudiéramos decir, de las fuerzas revolucionarias conscientes y radicales en un movimiento general único, bajo la dirección de Fidel Castro.”[13] Se analizó espe cialmente e l pape l divisionista de l dogmatismo y e l se ctarismo, y cómo e ste sólo se rviría para aplastar a la Re volución, toda ve z que la unidad enfocada de l modo en que la había asumido la dire cción de l Partido, e ra una garantía más de que la re volución cubana seguiría adelante. Con esa concepción unitaria, adaptada a las caracte rísticas del proceso re volucionario cubano, afirmaban, la Revolución sería invencible, dando nume rosos e lementos de por qué el se ctarismo, m uchas ve ces nacido hasta de la práctica rutinaria, haría tambalear a la Re volución. Pre cisando que e l PSP no asum iría semejante actitud, se a rgumenta ba e n e l Informe a la Asamblea: “...una de las maneras de cuidar la Revolución es luchar contra nuestro sectarismo... el sectarismo es la división... la actuación conjunta de las organizaciones es la garantía de la unidad y el avance de la Revolución.”[14] En septiembre de 1960, el PSP se hizo presente en la inte gración de l Buró de Coordinación de Actividades Re volucionarias, e l prime ro de los pasos de unificación del MR-26-7, e l DR 13 de Marzo y e l PSP en una sola organización política, de cuyo seno salie ron las Escue las de Instrucción Re volucionaria (EIR), prime r organismo unificado de las tres fue rzas re volucionarias, fundadas por Fidel e l 2 de diciembre de l propio 1960 y cuyo centro de más alto nivel re cibió e l nombre de Antonio “Ñico” López. Durante 1961 las acciones se pre cipitaron y la Re volución, como conse cuencia de l re crude cimiento de la inge rencia ex tranje ra, la acción contrarre volucionaria, y e l a vance hacia e l e nfre ntamiento y supe ración de los factores endógenos sistém icos e ideopolíticos que habían conducido al triunfo re volucionario, conduje ron a que el 16 de abril de 1961, e l máx imo líde r de la Re volución triunfante proclamara su carácte r socialista. Para la dire cción del Partido, desde hacía mucho tiempo no ex istía duda alguna con re spe cto a l lide razgo. Ya para entonces la mayoría de la militancia comunista y en espe cial su conductor, Blas Roca Calde río, habían resue lto el conflicto antinóm ico entre las conce pciones dogmáticas, ahistóricas y cosmopolitas, en mucho sostenidas por e l movim iento comunista inte rnacional, y las condiciones históricas concre tas de l país para e rradicar el sistema de dominación neocolonial a la luz de un marx ismo re novado en la expe riencia histórica re volucionaria de l pueblo cubano durante la dé cada de l 50, visión que se re fle ja e n todos los 44 documentos de análisis partidista a partir de l triunfo revolucionario. [15] Blas, tra s más de 25 a ños como Se cre ta rio Gene ral de l partido de los comunistas cubanos, comprendió muy bie n e l triunfo de un movim iento político re volucionario sin pre cedente s e n C uba, que al propio tiempo e ra sínte sis de l ideario re volucionario que había cre cido e n e l pueblo desde Céspedes hasta e l propio Blas, en esta oportunidad conducido por Fide l Castro. El 24 de junio de 1961, en otro histórico ple no de l Comité Ce ntral de l PSP, e l hombre modesto, firme y fie l que había conducido a los comunistas cubanos en las más dive rsas coyunturas por más de 25 años, propuso, sin vacilación alguna, en histórico pleno de la organización ce lebrado el 24 de junio de 1961, propuso la disolución del PSP, a fin de facilitar la integración de una nue va organización re volucionaria bajo la conducción de Fide l Castro, la cual fue aprobada por unanimidad. Re conociendo en el líde r re volucionario al conductor de un Movim iento que había guiado al pueblo a la victoria, afirmó: “con esos hombres nos fundimos hoy en las fuerzas revolucionarias integradas, en marcha hacia la construcción del Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba.”[16] Como señalara e l propio Fidel Castro al refe rirse a esa histórica de cisión: “Se iniciaba así la forja del primer Estado socialista en el hemisferio occidental.” [17] Para Blas, según é l mismo afirmara, “lo importante fue comprender en el momento preciso, que Fidel encarnaba la unidad y que por ello desde los primeros encuentros, él fue el dirigente para nosotros, por eso pusimos nuestro partido a la dirección de Fidel.”[18] Notas [1] Véase : Juan Marine llo y Blas Roca: “No resuelve los problemas de Cuba… Los socialistas condenan el golpe”, en: pe riódico Última hora, La Habana, 13 de marzo de 1952, No. 6, Año II, pp. 14. [2] Entre ellas se ñalaba: continuar e inte nsificar la lucha por la paz, contra la utilización de cubanos como carne de cañón; por la democracia; por la e rradicación de l gangste rismo y de l porrismo; por la e liminación de la discrim inación racial; por el 30 % de aumento en los salarios, sue ldos y pe nsiones; por 80 pesos de subsidio para los desocupados; por la Reforma Agraria que acabe con e l latifundismo y reparta la tie rra gratuitamente e ntre los campesinos, por la unidad obre ra y la democracia sindical y por la honestidad adm inistrativa. En: “No resuelve los problemas de Cuba…” Doc. C it. [3] El PSP, en su VII Asamblea Nacional, efe ctuada en febre ro de 1952, tras un porme norizado análisis de la situación política de l país, aprobó la adopción de la lucha por un gobie rno de Fre nte Democrático Nacional, expresión de la búsqueda de una unidad oposicionista que coadyuvara a la conse cución de un gobie rno unita rio de e sa índole con e l empuje de las masas. Para e llo priorizó la lucha por transformar e l carácte r de la anunciada convocatoria a e le cciones pa ra e l 1º de junio, a fin de garantizar la participación de todos los partidos políticos, incluido e l PSP, y por la vía e le ctoral y parlamentaria llegar a la formación de ingobie rno con repre sentación de todas las fue rzas políticas actuantes y la poste rior 45 adopción por é ste de l Plan Cubano contra la C risis, acordado de sde su V Asamblea, Nacional, efe ctuada e n noviembre de 1948. Para más información sobre el Plan cubano contra la C risis y el gobie rno de Frente Democrático Nacional, véanse los documentos y acue rdos adoptados por e l Partido en su V Asamblea (noviembre de 1948), VI Asamblea (febre ro de 1950) y VII Asamblea (febre ro de 1952) en el Fondo Prime r Partido Comunista de Cuba del Archivo del IHC y en e l Tomo 2 de la obra Prime r Partido Comunista de Cuba, pp. 178-198, de la autora de este artículo. [4] PSP: s/t, [1955] [30 Anive rsario del PCC] Partido, 1 / 2.4 / 1.1 – A.1 / 85 – 104, pp. 17. Archivo IHC, Fondo Primer [5] Según testimonios de Yolanda Fonse ca, ve cina del lugar, y de l propio Valdés Vivó, la reunión se e fe ctuó e n un apartamento del edificio situado en la calle 16 no. 214 entre 15 y 17 en e l Vedado, donde vivía Arace li He rre ra. [6] Es importante de sta ca r que e l mismo no de cía, por supuesto, que la hue lga se convocaba pa ra facilita r e l desemba rco del Granma, sino que se planteaba como parte de la lucha de los trabajadores contra el push que preparaban grupos politique ros de turno en contube rnio con Trujillo. [7] Esa a yuda no pudo coordinarse de inmedia to. No obstante , tras e l desembarco de l Granma, también a iniciativa de la provincia de O rie nte , esa instancia de l PSP publicó un manifiesto donde se aplaudía la lle gada de los expedicionarios, mie ntras la dire cción nacional, e n La Habana, comenzaba a hace r gestiones de dive rso tipo en su defensa. Según testimonio de Ladislao Gonzále z Carvajal, e l Com ité Provincial de l Partido de O riente prestó su mimeógrafo a los compañe ros de l 26 para que pudie ran ofre ce r una e valuación pública de los aconte cimientos del día 30, con cuyo respa ldo e l manifiesto pudo salir. Fue e l inicio de una colaboración sistemática que se fue desarrollando en la medida en que la Sie rra Maestra iba cre cie ndo en fortaleza, indepe ndientemente de que el Partido madurara con cie rto re trazo la compre nsión de la falibilidad de la lucha armada en aque l momento. Véase : Ladislao Gonzále z Carvaja l: “Re cue rdos de O riente ”, e n: re vista Del Caribe, Año 1, No. 2, 1984. Folle to, pp. 23. [8] Blas Roca: Entrevista, re vista Bohemia, La Habana, 28 de julio de 1978. [9] Dirigente de l PSP y de los trabajadores azucare ros. [10] Véase : Lione l Martín: El joven Fidel, Editorial Grijalbo, 1982, pp. 223 [11] PSP: VII Asamblea Nacional, informes, resoluciones, programa, estatutos, Ediciones Populares, La Habana, 1960, pp. 44. [12] Ibídem, pp. 45. [13] Ibídem, pp. 67-68. [14] Ibídem, pp. 388-391. 46 [15] Véase: Lucilo Batlle Re yes: Blas Roca, continuador de la obra de Baliño y Mella, Editorial de C iencias Sociales, La Habana, 2005, pp. 120. [16] Lucilo Batlle Re yes: Blas Roca. Virtud y ejemplo. La imagen de un hombre excepcional (Compilación), Editorial de C iencias Sociales, La Habana, 2008, pp. 15. [17] Ibídem [18] Blas Roca: Entrevista, re vista Verde Olivo, La Habana, 23 de julio de 1978. 47