ferrer i guardia y la escuela moderna

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Eduinnova
ISSN 1989-1520
Nº 26 – NOVIEMBRE 2010
Depósito legal: SE 76-17 - 2010
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FERRER I GUARDIA Y LA ESCUELA
MODERNA; IMPLICACIONES
PEDAGÓGICAS EN LA EDUCACIÓN
PRIMARIA HASTA NUESTROS DÍAS.
AUTORA: MARRÍA GARRIDO REYES
DNI: 44590046S
ESPECIALIDAD: EDUCACIÓN PRIMARIA
En la era de Internet mucha gente no sabe leer. Actualmente 875 millones de jóvenes y
adultos en el mundo son analfabetos y las tendencias predicen que uno de cada seis adultos
seguirá siéndolo. Es una época de contradicciones, un reto para los maestros actuales y del
futuro inmediato; el fenómeno del ‘aletrismo’—nombre que dan los expertos a la falta de uso
activo de la lectura y escritura aprendidas— se encuentra en medio de un flujo sin
precedentes de información y conocimiento que está vedado a una gran mayoría sumida en
el desempleo y la pobreza. Por lo mismo, la lucha por alfabetizar es imperativa e
indispensable. Ferrer i Guàrdia, nació cerca de Barcelona en 1859 e introdujo el racionalismo
en la educación; acusado falsamente de haber encabezado el motín conocido como la
‘Semana Trágica’ en la capital catalana, y que tras una farsa de juicio y escándalo
internacional, terminó su vida, a escasos cincuenta años, en los fosos del castillo de
Montjuich.
Fue el creador de la Escuela Moderna en una España en la que, salvo minorías ilustradas y
heroicas, prevalecía la ignorancia. En esa época surgían propuestas pedagógicas redentoras
por todos los países circundantes. Por ejemplo, un innovador sistema de kindergarden creado
por la señora María Montessori (calificado por Rusell como método sapientísimo), que, entre
otras cosas, decía que la disciplina y la obediencia no son deseables por sí mismas. En tanto,
a lo largo del siglo XIX varios maestros hicieron lo posible por despertar los centros de interés
de los niños, entre ellos Pestalozzi, Froebel, Decroly y Freinet. Por su parte, Ferrer i Guàrdia
decía constantemente que su propósito era hacer a los niños instruidos y protegidos contra
todo prejuicio y acostumbrarlos a los métodos científicos y críticos; con ello, por sí mismos,
encontrarían la verdad social. A tal fin, fundó en Londres una revista, La Escuela Renovada,
en la cual, con neutralidad sistemática, evitaba toda política y toda religión. En París, a su vez,
fundó L´École Renovée, que se mantuvo hasta 1909.
Militó en el federalismo y en la masonería; fue colaborador y amigo de Ruiz Zorrilla, de movida
historia dentro del republicanismo del siglo XIX, ya que ayudó en el intento de
pronunciamiento (1886) republicano de Santa Coloma de Farnés, cuyo jefe era el general de
brigada Villacampa. Tuvo que huir a Francia y ya en París se dedicó a traducir obras que
estimó útiles para abrir las mentes españolas. Hacia 1895, Ferrer oficiaba de profesor de
idiomas (especialmente de español) en el Liceo Condorcet. Durante ese tiempo trabó amistad
con la señora y la señorita Meunier, madre e hija, a las que expuso sus anhelos de crear una
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escuela para la libertad. Entre ellos se desató una lucha de ideas en la que venció Ferrer i
Guàrdia —no sin haber, en algunos momentos, alejamientos personales. Finalmente logró
que la riquísima heredera Ernestine Meunier hiciera propio el anhelo de fundar una institución
educativa en suelo hispano. Ferrer evolucionó profundamente y trabó contacto con grandes
personas —pensadores y escritores— que influyeron en sus caminos siguientes.
En 1901 la señorita Meunier murió y testó en favor de Ferrer, quien dio inicio al proyecto
soñado. Buscó colaboradores en Francia y en España.
El 8 de septiembre de 1901, con profesores preparados y textos propios, en un bonito local de
la calle de Bailén, en Barcelona, se inauguró la Escuela Moderna. Es decir, todo estaba en
marcha y el vigoroso movimiento liberal en toda España seguía ampliándose.
Al mismo tiempo, las ideas socialistas y anarquistas enraizaban en la Península, a
consecuencia de una interminable serie de injusticias. Había sed de educación y justicia
social. En suma, la Escuela Moderna de Ferrer continuaba la tradición de las escuelas laicas
fundadas por los republicanos y por las cada vez más activas sociedades obreras muy
influidas por las luchas, en el continente, de las facciones de la I y de la II Internacional contra
el estancamiento que hasta ese momento favorecía a un capitalismo de fase dura. La escuela
tenía por objeto último educar a la infancia en un sentimiento racionalista, con tintes
libertarios. Pronto dio inicio una campaña de desprestigio con el intento de destruir una
institución educativa que rompía con los moldes gregarios de la enseñanza que ‘ayudaba’ a
los niños con primacía y sumisión a preservar los principios reaccionarios y de explotación.
Ferrer estaba en la mira y pronto le propinaron los primeros zarpazos.
Hubo un momento propicio, centrado en la persona de Mateo Morral, hijo de un fabricante de
Sabadell, profesor y traductor en la Escuela Moderna, influido por las ideas de la II
Internacional con clara influencia bakuninista. Éste opinaba que Ferrer era uno de “esos
débiles de espíritu que opinan que nada se puede hacer sin discursos”. Es decir, nada había
de hacerse sin razonamientos. Él opinaba que había que emplear la ‘acción directa’. Y el 31
de mayo de 1906, Mateo Morral hizo algo que, sin duda, imaginaba más eficaz que un
discurso: lanzó una bomba sobre el cortejo real —la boda de Alfonso XIII— que mató algunos
guardias y caballos. Morral se suicidó dos días después, al ser apresado. La policía
aprovechó la ocasión para detener a Ferrer y juzgarlo por supuesta complicidad con el
atentado. No valieron, en esta ocasión, pruebas amañadas y Ferrer fue puesto en libertad,
pero la Escuela Moderna quedó clausurada, como ‘medida admistrativa’, en junio de 1907.
Nuestro pedagogo, como en ocasiones anteriores, se trasladó a Francia y Bélgica y fundó La
Liga Internacional para la Educación Racional de la Infancia, cuyo comité internacional
presidió. En la primavera de 1909 visitó Londres y multiplicó sus contactos, en tanto colaboró
en el diario La Huelga General, de línea marcadamente socialista.
En junio de 1909 regresó a España coincidiendo con graves acontecimientos que tuvieron
como corolario la ‘Semana Trágica’ barcelonesa. Lo sucedido fue una faceta más del clásico y
tenebroso reaccionarismo español. En síntesis, los continuados desastres en el Rif exigieron
nuevas levas de jóvenes para sacrificar en holocausto a los intereses mineros de Alfonso XIII
y su camarilla en África. El pueblo de la Ciudad Condal se rebeló contra el llamado ‘matadero
rifeño’; tras diversas batallas citadinas la rebelión fue aplastada y se desató una terrible
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represión con más de tres mil prisioneros. Pero hacía falta una ‘cabeza de turco’. Ferrer,
además de su labor como editor, anunció que iba a crear un museo pedagógico y una escuela
normal. A todas luces era demasiado. Aquí una pequeña digresión: la crisis revolucionaria fue,
en los años siguientes, el detonador para la puesta en marcha de fuertes sindicatos —uniones
obreras— en toda España. En esta ‘semana’ que soportó por entero el proletariado catalán,
se demostró patentemente que un movimiento insurreccional, cualesquiera que fueran el
empuje y la justicia de sus motivaciones, estaba condenado al fracaso y al martirio, falto del
apoyo concertado de los hermanos proletarios del resto de las provincias españolas.
El de 1909, aunque nacido en el desgarrado corazón de las madres ante una guerra colonial
absurda e impopular y nimbada por cruentas derrotas, el movimiento fue recogido de la calle,
encauzado y sostenido por el proletariado organizado en la federación regional catalana
Solidaridad Obrera. Aplastada la revuelta, el gobierno Maura-La Cierva pudo seguir aportando
hombres a la carnicería de Marruecos.
Ferrer i Guàrdia consideraba necesario que los niños y niñas tuvieran una formación integral,
libre de dogmas políticos y religiosos, mixta (algo muy mal visto por amplios sectores de la
sociedad que consideraban que niños y niñas no debían educarse juntos, ni recibir el mismo
tipo de educación) y en contacto con la naturaleza. Entre sus principios básicos se encuentra
el de la coeducación entre sexos y entre clases, marcándonos, ya entonces, que el principio
de igualdad es el punto de partida para consolidar una futura transformación de la sociedad.
Los puntos básicos de la escuela de Ferrer fueron:
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La ciencia como fuente del saber
El juego como forma de acceder al saber
La no coerción como generadora de libertad
La inexistencia de premios y castigos, la coeducación de clases y sexos.
La Escuela Moderna se aparta del dogmatismo religioso y político. Pretende una educación
basada en el laicismo y el humanitarismo, intentado buscar una mayor igualdad, para eliminar
a través de la pedagogía la violencia y la explotación. Todas las disciplinas de la Escuela
Moderna son científicas, buscando la educación sexual (tema tabú en la España de esa
época), el trabajo manual entre chicos y chicas sin discriminación.
Para Ferrer el desarrollo humano parte de una tabula rasa y es el entorno lo que va formando
a los hombres, y para que éstos crezcan en igualdad necesitan un entorno que predique con
el hecho.
Éstas son las tareas que la Escuela Moderna se proponía conseguir: un mejor ambiente
educativo para la consecución de una mejor sociedad. En ella se daban textos de destacados
pensadores libertarios, especialistas en algunos ambientes: Élisée Reclus, Sébastien Faure,
Charles Malato, etc. Un libro muy del gusto de la Escuela fue el de Jean Grave, Las aventuras
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de Nono. Este cuento destinado a los niños intentaba hacer ver desde un plano ético la
injusticia de la desigualdad. Junto con todo esto se publicó periódicamente el Boletín de la
Escuela Moderna, que mostraba los andares de la escuela de cara al público en general.
El mismo Ferrer señaló en Renovación de la escuela:
“El pedagogo es aquella persona que sabe combinar una preparación intelectual profunda y
vigorosa, unos conocimientos teóricos y una segura capacitad de investigación con una
experiencia práctica y viva de la educación. Hay que educar al niño de manera que crezca
libre de supersticiones y publicar los libros necesarios para alcanzar este resultado, éste es el
objetivo de la Escuela Moderna.
Nuestra enseñanza no acepta dogmas ni costumbres, pues no son si no formas que
aprisionan la vitalidad mental dentro de los límites impuestos por las exigencias de fases
transitorias de la evolucion social. Nosotros no enseñamos más que soluciones avaladas por
los hechos, teorias ratificadas por la razón y verdades confirmadas por pruebas ciertas. El
objeto de nuestra enseñanza es que el cerebro del individuo ha de ser el instrumento de su
voluntad. Queremos que las verdades de la ciencia luzcan con su propio resplandor e
iluminen todas las inteligencias, de tal manera que, llevadas a la práctica, puedan dar la
felicidad a la humanidad, sin exclusión de ninguno, por algún odioso privilegio.”
¿No son estas ideas la base para la escuela que todos y cada uno queremos hoy para
nuestros hijos/as?
Bibliografía:
-
La Escuela Moderna; Ferrer i Guardia, Francisco; Tusquets editores
http://www.archivodelaexperiencia.es
http://es.wikipedia.org/wiki/Escuela_Moderna
www.laic.org/cas/fig/escola/escola.htm
http://www.youtube.com/watch?v=AcwvfqSkEXQ
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