ESCRITURAS Miércoles, 25 febrero 2009 Escrituras Sílvia Alcàntara Olor de Colònia EDICIONS DE 1984 330 PÁGINAS 18 EUROS 2. La cocina económica “Un cop davant la cuina econòmica, van apartar l'olla del dinar que ningú no havia destapat, i mentre l'un treia la rotllana amb el ganxo, l'altre hi anava tirant aquells papers, que s'abrandaven de seguida, i la lletra de traç elegant plasmada amb tinta blava, es tornava negra”. 3. La escuela de niños “Les llibretes, totes de la mateixa mida, totes del mateix color, amb les taules de multiplicar al darrere, només es diferenciaven pel nom dels alumnes escrit a cadascuna, amb la lletra arrodonida i pulcra de la germana Maria. Era la mateixa lletra que es podia veure a l'enunciat de la pissarra situada al darrere de la tarima: Copiar cien veces: no seré tan habladora y no me moveré del sitio”. 4. La esclusa “La sirena sonava. No parava de sonar. A dalt a la Colònia el repic de campanes tocant a foc esmolava les teulades i feia sortir tothom al carrer. Mentrestant, la resclosa impassible deixava que l'aigua s'escolés mansa riu avall”. La novelista Sílvia Alcàntara PATROCINADO POR 01 LA FÁBRICA 1. La fábrica “A sota mateix hi tenia la fàbrica. A l'entrada, prop de la porteria, s'hi podia veure el taller dels manyans, el dels fusters, el garatge, i entremig de la nau de la filatura i de la dels telers, els magatzems, la quadra de les cosidores i les oficines”. JULIÀ GUILLAMON Olor de Colònia es uno de los libros más sólidos que se han publicado en catalán últimamente y la aparición de Sílvia Alcàntara un fenómeno equiparable al que representaron en su momento Maria Barbal y Pedra de tartera. A partir de una base autobiográfica (la vida en una colonia textil del Llobregat entre 1952 y la crisis de los sesenta), la autora, que nació en Puig-reig en 1944, construye una trama milimetrada. Empieza con un incendio que cambia las relaciones de poder. El contable murió en la catástrofe. Su esposa Teresa, con su madre y los niños, debe ceder la casa a Climent, el nuevo contable. En el paso de la infancia a la adolescencia, vivieron un amor que no han olvidado. A partir del conflicto provocado por el cambio de estatus y domicilio, Alcàntara desarrolla la historia en tres direcciones. El leitmotiv de la primera parte son las relaciones amorosas. La falta de valentía de Teresa y Climent que les impi- Los escenarios de ‘Olor de Colònia’ La novela de Sílvia Alcàntara se ambienta en la Colònia Vidal, en Puig-reig. Recogemos aquí fotografías de Lluís Casals para el libro de Rosa Serra ‘Colònies tèxtils de Catalunya’ publicado por Angle Editorial y Fundació Caixa Manresa (2000). Cerrado, absorbente, único 6 Cultura|s La Vanguardia Novela Sílvia Alcàntara demuestra una excepcional habilidad para narrar. Su ópera prima retrata la vida de una colonia textil catalana hacia los años 50 02 LA COCINA JORDI ROVIRALTA 5. El telar “Va treure el cap a la quadra dels telers petits, els de garrot, allà el foc no hi havia arribat i ja tornaven a funcionar com sempre. Sort en tindrien per poder servir les comandes més urgents”. 04 LA ESCLUSA Taparse las vergüenzas Olor de Colònia es una novela muy clásica, pero muy sabia, de una sorprendente madurez, equilibrada, que se lee sin parar, se aleja de los lugares comunes y los golpes de efecto que hacen infumables tantas novelas ambientadas en la Catalunya fabril y en la posguerra, y encuentra su propio camino en la construcción a través de múltiples facetas y en la contención de los sentimientos. Más allá de consideraciones sociológicas, la Colonia aparece como un lugar en que un grupo de gente “es tapen les misèries els uns als altres”. Repito: una de las mejores novelas catalanas de los últimos tiempos, comparable a Pa negre de Emili Teixidor. | 05 EL TELAR Con una obra sabia y de una sorprendente madurez, la irrupción de Alcàntara es un fenómeno equiparable al que supuso ‘Pedra de tartera’ de Barbal Dentro de pocas semanas darán comienzo, en los terrenos del antiguo Matadero de Madrid, las obras de la Casa del Lector, un viejo proyecto de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez al que el ayuntamiento madrileño ha dado pleno amparo y para el que ha facilitado los terrenos. Un proyecto vanguardista, con una superficie de 7.000 metros cuadrados, que con toda probabilidad se colocará entre los centros internacionales de referencia en su materia. La Casa del Lector pretende, según sus impulsores, establecer un espacio donde los ámbitos de formación, información, investigación, creación y difusión de la lectura se conviertan en epicentro de todas las actividades. Entendiendo la “lectura” como abierta tanto a los textos como a cualquier otra actividad cultural, de los audiovisuales a la música. ¿Por qué es hoy importante la reflexión en torno a este concepto? Por dos razones básicas: la lectura es un elemento nuclear del aprendizaje humano; leer, como dice José Antonio Marina, “hace a las personas inteligentes”. Y el negocio del libro es, con diferencia, la primera industrial cultural española. La Fundación Germán Sánchez Ruipérez, que dedica una inversión inicial de 30 millones de euros al proyecto, fue creada en 1981 por el veterano editor que le da nombre, fundador del grupo Anaya y hoy retirado de la vida profesional tras haberlo vendido a un grupo francés. Cuenta actualmente con dos sedes, una en Peñaranda de Bracamonte, dedicada al desarrollo sociocultural para el medio rural, y otra en Salamanca, consagrada a la literatura infantil y juvenil. La Fundación también impulsa los estudios más fiables realizados en Antonio Basanta DANI DUCH España sobre materias como la evolución de las bibliotecas públicas, a los que recurren por sistema todas las administraciones autonómicas y locales, y ha publicado una serie de obras sobre la historia del libro, como los de Hipólito Escolar, ineludibles para el interesado. Ahora mismo acaba de impulsar, junto con otras entidades del libro, el Informe 2008. La lectura en España que ha coordinado José Antonio Millán, y que constituye una util puesta al día de la materia. Antonio Basanta, director general de la fundación que preside Sánchez Ruipérez, me cuenta que la Casa del Lector “integrará la aportación de los distintos profesionales en torno a la lectura: libreros, bibliotecarios, editores, autores, diseñadores...” Su oferta incluirá biblioteca, zonas de lectura, auditorio, espacios para jóvenes “y bebés” y una sala de exposiciones de 1.200 metros cuadrados. Para Basanta la Casa del Lector coloca la lectura “en un contexto de actividades vanguardistas, como las del Centro del Diseño, el Centro Musical o la Nave del Teatro Español, también ubicados en el antiguo Matadero madrileño. Se trata de mostrarla orientada hacia el futuro, y no como esa práctica arqueológica que algunos presentan”. Que así sea [email protected] ESCRITURAS Miércoles, 25 febrero 2009 SERGIO VILA-SANJUÁN Cultura|s La Vanguardia 03 LA ESCUELA DE NIÑOS La Casa del Lector 7 Latidos dió defender su amor, el amor puro entre dos tullidos, la insatisfacción de las dos solteras, los abusos del director y el odio de su esposa, que espera inútilmente la llegada del hijo. El problema de fondo, la libertad, centra la segunda parte, con la relación entre la hija de Climent, una niña inadaptada, y una joven monja. En la tercera, que culebronea un poco, un problema de suministro de la fábrica obliga a volver al principio, reconstruir las causas del incendio y descubrir los tejemanejes de los encargados del depósito. A pesar de la naturaleza de los materiales narrativos (hijos secretos, crímenes y estafas) la novela no pierde fuelle ni ambición. La visita de Climent al antiguo mulero en el asilo o la escena en la que la esposa del director, Pilarín, escurre el jersey que tejía para su niño, son de gran categoría. Por no hablar del final: Teresa acude a despedir a Climent y a su familia, que abandonan la colonia, el humo del gasoil del coche de línea ensucia el aire de la mañana. Miran a los hijos enamorados, tal vez compartirán nietos: “Era tan poca cosa per qui havia somniat compartir els fills”. Plagada de soluciones genuinas que utiliza con naturalidad, la lengua permite a Sílvia Alcàntara recrear un mundo: la pastilla de jabón que se pierde en el lavadero, los tornillos que encajan las traviesas a la cabecera de la cama, el pedaleo de la máquina de coser, el clac de las gomas de una carpeta, las bombillas cubiertas de polvo, la araña sorprendida por la luz que corre a esconderse bajo los trastos. Un universo de pequeños detalles significativos, expresados en palabras justas, da credibilidad a los personajes y consistencia a las escenas. Cuando después de la denuncia de la superiora, Cèlia deja la escuela, la descripción de las naves con los telares es impresionante: la borra que forma barbas en vigas y embarrados, el aceite de las máquinas que empapa el esparto de las alpargatas. La fábrica se adueña de los que trabajan en ella, sometiéndolos a una implacable maceración.