El penado es educado, correcto, culto. Su conducta en prisión es muy buena. En libertad provisional durante años jamás intentó sustraerse a la justicia. Ha cometido delitos graves, pero ello no es en sí obstáculo a la clasificación en tercer grado si demuestra una adecuada respuesta al tratamiento o la innecesariedad del régimen cerrado. Ahora bien la pertenencia a un más elevado nivel social o cultural no significa que la pena no deba cumplir todos sus fines. No puede decirse que su inserción social previa era tan fuerte que este tipo de personas -la denominada delincuencia de cuello blanco- está reinsertada por definición y que, como la reinserción es el fin - único- de la pena, la pena sobra. El abogado del preso, letrado excepcionalmente preparado, maestro de juristas, sabe y puede explicar a su defendido que hay otras funciones en la pena que muy dudosamente se han cumplido, incluidas la retributiva y las de prevención, la primera porque la semilibertad cuando apenas se ha cumplido la décima parte de la pena tiñe la sanción de injusta por simbólica; la segunda en sentido general y positivo, porque una sanción mínima o minimizada no restaura la confianza social en el ordenamiento jurídico y en sentido especial porque no consta que el injusto ánimo de lucro que está en la raíz de la actuación del penado haya mejorado con el tratamiento. El Tribunal ha examinado la causa en la que se le condenó y ha observado que el penado no ha satisfecho las responsabilidades civiles. Es más, aparentemente es insolvente o su solvencia ha de indagarse dificultosamente en una maraña de sociedades interpuestas, con socios familiares muchas veces. Incluso se ha recurrido con motivos no aceptables el embargo de las acciones de una de esas sociedades. Pretendida solvencia mínima y dificultad de pago incompatible en términos de experiencia con la actuación delictiva que desarrolló. Reinserción y prevención enlazan aquí y no es sostenible que sólo se pretende vivir del trabajo cuando no se contribuye a la recuperación de lo injustamente obtenido. Reinserción no es igual a vocación de que los propios actos negativos no tengan consecuencias ni penales ni civiles. La actitud de responsabilidad individual y social que debe desarrollar el tratamiento (artículo 59-2 L.0.P.J) no puede medirse respecto de los actos futuros más que mediante juicios hipotéticos pero permite juicios categóricos respecto de los actos pasados. La actuación del penado no es irreprochable mientras intente conservar lo sustraído. Se desestimará el recurso. Auto 1550/01, 24 de julio de 2001, JVP nº1, Exp. 1065/00