El Verbo fue hecho carne…

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Adrián Correnti.
Día de Navidad - Ciclo C
“El Verbo fue hecho carne,… lleno de gracia y verdad” (Jn. 1:14)
Sal. 80:1-7; Miq. 5:2-5a; Heb. 10:5-10; Lc. 1:39-56
25 y 27-12-2015.
Hohenau,
Cap. Miranda,
Jesús.
1. El Verbo se hizo carne
Y el Verbo fue hecho carne. “Entre los griegos, los romanos y sus contemporáneos,
existían tradiciones que relataban cómo diferentes dioses habían venido a la tierra, y
durante un tiempo habían tomado la forma de un ser humano. El poeta romano
Ovidio cuenta que una vez los dioses Júpiter y Mercurio vinieron a la tierra
disfrazados como seres humanos. Anduvieron por mucho tiempo buscando un lugar
para descansar. Por fin, encontraron refugio en la casa de dos ancianos, Filemón y su
esposa Baucis. Después premiaron a los dos ancianos por su hospitalidad…
Sin embargo, este relato de Ovidio y muchos otros parecidos de la época del N.T.
nunca hablan de un dios que se encarna y que llega a ser un verdadero ser humano.
Los dioses simplemente se hicieron pasar por seres humanos por un momento. La
idea de una verdadera encarnación era sumamente repugnante para la mente
helenística [griega], porque la palabra ‘carne’ se usaba comúnmente para describir
al ser humano en su fragilidad y mortalidad. Se usa la palabra ‘carne’ para expresar
desprecio y desdén por la existencia humana. Decir que Dios se manifestó en carne
humana, equivale a afirmar que en Dios hubo abatimiento, degradación y
envilecimiento. Esto sería una gran ofensa, tanto para judíos como para griegos,
como afirma San Pablo cuando dice que Cristo crucificado es ‘para los judíos
ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura… pero nosotros predicamos a
Cristo crucificado… poder de Dios, y sabiduría de Dios (1 Co. 1:23, 24).”1
2. Y habitó entre nosotros
Y el Verbo fue hecho carne. “Los adeptos de otras religiones contemporáneas
podían aceptar que los seres humanos pudieran ser transformados y convertidos en
seres divinos, pero no podían aceptar que Dios pudiera transformarse y convertirse
en un ser humano.”2 Pero el apóstol Juan confiesa: el Verbo fue hecho carne.
Jesús, el Verbo divino, “llegó a ser un verdadero hombre sin perder su identidad
divina. Para expresar lo que pasó en la encarnación, los teólogos han utilizado la
palabra ‘asumir’”.3 Jesús, el Verbo, asumió, incorporó, la naturaleza humana en su
propia persona, sin dejar por eso de ser el Hijo único de Dios. Jesucristo: una
persona, aunque dos naturalezas, la divina y la humana, que se comunican sus
propiedades y atributos, pero sigue siendo una persona, el Verbo de Dios, que se
hizo carne. “Juan enfatiza este aspecto de la encarnación al declarar: ‘El Verbo se
hizo carne, y habitó entre nosotros’. Literalmente, la palabra griega que se traduce
como ‘habitar’ quiere decir levantar o extender un tabernáculo. El tabernáculo era
el lugar en el cual la gloria y la presencia de Dios se manifestaban en el A.T. (Éx.
1
Blanck, Rodolfo. (1999). Juan: Un comentario teológico y pastoral al cuarto evangelio, St. Louis: Ed. Concordia, p. 16.
Blanck, Rodolfo. (1999). P. 16.
3
Blanck, Rodolfo. (1999). P. 16-17.
2
40:34 ss)… En muchas partes de la Biblia la frase ‘hizo su tabernáculo entre
nosotros’ quiere decir que Dios se hizo presente entre los seres humanos.”4
3. Y vimos su gloria
Y el Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria
como del unigénito del Padre). “Y vimos su gloria. El precisamente cuando se
humilla, se encarna y se hace un verdadero ser humano para poder salvarnos, que el
Verbo divino revela su gloria. La gloria de Dios [que se muestra y se revela] en la
bajeza [y humillación] de la cruz, pone de manifiesto que Dios es amor, y no una
deidad platónica desapasionada, desinteresada y alejada, a quien no le importan
nuestros sufrimientos y nuestras lágrimas. Así, podemos ver que el prólogo [o la
introducción] del evangelio [según san Juan] es la confesión de fe de los creyentes,
que por la gracia [y la verdad] divina han llegado a conocer [a Dios revelado] en
Cristo Jesús. Precisamente porque han llegado a ver que Dios es amor [gracia y
verdad] es que elevan al cielo el himno cristológico [himno sobre Cristo] de Juan
1:1-18 como su canto de adoración y alabanza.”5
Este “himno cristológico [himno sobre Cristo] afirma que en realidad no llegamos
a conocer a Dios por medio de discusiones y prácticas esotéricas de los filósofos,
gnósticos y místicos; sólo lo llegamos a conocer cuando se presenta como un hombre
específico, que comparte nuestra existencia, y se ofrece en sacrificio por nosotros
sobre una cruz. No le preocupan mucho a Satanás las discusiones de los eruditos
sobre la existencia de un Verbo o un Dios que habita en soledad inalcanzable, al
algún rincón alejado del universo. En cambio, lo que sí hace temblar de terror a los
principados y potestades infernales es el anuncio de que el Verbo ha venido en carne
y sangre y que ha invadido el tiempo, el espacio y la historia para librar a los seres
humanos del pecado, la muerte y el poder del diablo.”6
“La Palabra de Dios, que una vez fue grabada en las dos tablas de piedra, ahora
ha sido grabada en la carne humana de Jesucristo. La gloria de Dios, que en un
principio se manifestó en el templo de Jerusalén, ahora se ve en [el cuerpo y
sangre] en Jesucristo, [y concretamente para nosotros hoy día en su Palabra y
Sacramentos. Allí, y sólo allí donde su Palabra es predicada fielmente, y donde su
Santo Bautismo y su sacramento del Altar son dados correctamente, allí Dios
revela su gloria eterna, su gracia y verdad]. Cristo [y su Palabra y Sacramentos
entregados por el Ministerio Pastoral] es la presencia real de Dios entre los seres
humanos. Como antes se veía la gloria de Dios en el monte Sión (Sal. 24:7 ss) o en
la columna de fuego, o en Moisés (Éx. 34:4-7), ahora se la ve en las palabra y
obras de Jesucristo. Antes Moisés entraba en el tabernáculo para encontrarse con
Dios y escuchar su voz; ahora los hombres pueden encontrar a Dios y escuchar su
voz en la carne de Jesucristo.”7
4. Aplicación
4
Blanck, Rodolfo. (1999). P. 17.
Blanck, Rodolfo. (1999). P. 17.
6
Blanck, Rodolfo. (1999). P. 18.
7
Blanck, Rodolfo. (1999). P. 18.
5
Por eso, despreciar la Biblia, es despreciar a Cristo; despreciar el Bautismo
como lavamiento de regeneración, es despreciar a Cristo; desprecio a la Santa
Cena como el cuerpo y sangre reales del Señor en el pan y el vino, es despreciar a
Cristo; despreciar a tu pastor, o al capellán, debidamente ordenado y llamados en
la Iglesia, es despreciar a Cristo; y no valorar, o burlarse de cualquiera de los hijos
de Dios, aun de los más pequeñitos, es despreciar a Cristo mismo, que habita en
ellos con su Espíritu Santo por el don de la fe; y despreciar el culto divino, donde
Dios revela su gloria por su palabra y sacramentos, es despreciar a Cristo, y en su
lugar preferir las tinieblas a la luz. Venir al culto solamente para Navidad y
Pascua, es jugar con Dios, es despreciar a Cristo, porque es un intento de decirle a
Dios “mirá, cumplí con vos dos veces en el año”. Y nadie llega al cielo por
cumplir la Ley. Eso es salvación por obras.
El texto de Juan concluye diciendo: “El verbo fue hecho carne… lleno de
gracia y verdad.” Querido hermano, no confundas a Cristo con un nuevo Moisés.
Jesús es evangelio, no ley. Jesús es la verdad que salva y libera. Jesús es la gracia
de Dios hecha carne. Jesús está lleno de amor por los pecadores perdidos y
angustiados, que desean el favor de Dios y no lo alcanzan por medio de las obras
de la ley. Jesús te libera del peso del pecado y de la ley con sus exigencias, al
donarte el don de la fe en su obra redentora. Él dijo: “Yo soy el Camino, la
Verdad, y la Vida” (Jn. 14:6). Y también: “Yo soy la resurrección y la vida; el que
cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no
morirá eternamente. ¿Crees esto?” (Jn. 11:25-26).
Hoy en Navidad, celebramos la gracia y la verdad que Dios nos mostró a través
del rostro de su Hijo único nacido en Belén. Dios no es ajeno a nuestra realidad. Si
quieres conocer a Dios, y ver su gloria, mira a Cristo, en el pesebre, en la cruz, en
el sepulcro vacío. Ahí el Verbo que se hizo carne, que asumió sobre sus hombros
el peso de nuestros pecados, que se comprometió con la humanidad perdida,
obtuvo la victoria sobre los poderes del mal por todos nosotros. Un Verbo, una
Palabra divina que viene cada día con su gloria, su gracia y su verdad liberadora,
por medio de las Santas Escrituras, a fin de que nosotros seamos cartas vivas de
Cristo para otros también. Que en esta Navidad, cobre valor nuevamente para la
iglesia la importancia del santo Bautismo, por el cual somos recibidos en la gracia
de Dios, quien nos hace así sus hijos adoptivos. Que en esta Navidad, cobre
importancia otra vez el sacramento del Altar, donde Cristo revela su gloria en
forma concreta y visible, donde podemos comer y beber la gracia de Cristo, su
propio Cuerpo y Sangre en el pan y el vino. Que en esta Navidad, cobre
importancia a los ojos de los jóvenes y de las familias cristianas, la importancia
del testimonio de vida, con vidas santas y con obras de misericordia. Y que en esta
Navidad también, la Iglesia ore con renovado interés por más vocaciones
pastorales, que ore por los varones que ya están en el Ministerio Pastoral, para que
no lo abandonen, por nuestro querido Seminario Concordia, y por los maestros de
escuela bíblica. Que la gracia y verdad de Dios, repose en todos sus corazones, por
medio de Cristo, el Verbo que se hizo carne, el cual habita en nuestros corazones
por medio de la fe. Amén.
Juan 1:1-14
1 En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. 2 Este era en el
principio con Dios. 3 Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho,
fue hecho. 4 En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. 5 La luz en las tinieblas
resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.
6 Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan. 7 Este vino por testimonio, para
que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él. 8 No era él la luz, sino para
que diese testimonio de la luz.
9 Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. 10 En el mundo
estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. 11 A lo suyo vino, y los
suyos no le recibieron. 12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les
dio potestad de ser hechos hijos de Dios; 13 los cuales no son engendrados de sangre, ni de
voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios. 14 Y aquel Verbo fue hecho carne, y
habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y
de verdad.
Textos paralelos
Gen 1:1 En el principio creó Dios los cielos y la tierra.
Gen 1:2 Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del
abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.
Gen 1:3 Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz.
Rev 19:11 Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se
llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea.
Rev 19:12 Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y
tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo.
Rev 19:13 Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE
DIOS.
Rev 19:14 Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían
en caballos blancos.
1Jn 1:1 Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros
ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida
1Jn 1:2 (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos
la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó);
1Jn 1:3 lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis
comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo
Jesucristo.
1Jn 1:4 Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido.
1Jn 1:5 Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay
ningunas tinieblas en él.
1Jn 1:6 Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no
practicamos la verdad;
1Jn 1:7 pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y
la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.
Joh 8:12 Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no
andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.
Joh 3:19 Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las
tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.
Joh 3:20 Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que
sus obras no sean reprendidas.
Joh 5:26 Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el tener
vida en sí mismo;
Joh 5:42 Mas yo os conozco, que no tenéis amor de Dios en vosotros.
Joh 5:43 Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro viniere en su propio
nombre, a ése recibiréis.
Joh 5:44 ¿Cómo podéis vosotros creer, pues recibís gloria los unos de los otros, y no
buscáis la gloria que viene del Dios único?
Mat 4:12 Cuando Jesús oyó que Juan estaba preso, volvió a Galilea;
Mat 4:13 y dejando a Nazaret, vino y habitó en Capernaum, ciudad marítima, en la región
de Zabulón y de Neftalí,
Mat 4:14 para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo:
Mat 4:15 Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí,
Camino del mar, al otro lado del Jordán,
alilea de los gentiles;
Mat 4:16 El pueblo asentado en tinieblas vio gran luz;
Y a los asentados en región de sombra de muerte,
Luz les resplandeció.
Mat 4:17 Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino
de los cielos se ha acercado.
Mat 4:18 Andando Jesús junto al mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, llamado
Pedro, y Andrés su hermano, que echaban la red en el mar; porque eran pescadores.
Mat 4:19 Y les dijo: Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres.
Mat 4:20 Ellos entonces, dejando al instante las redes, le siguieron.
Mat 4:21 Pasando de allí, vio a otros dos hermanos, Jacobo hijo de Zebedeo, y Juan su
hermano, en la barca con Zebedeo su padre, que remendaban sus redes; y los llamó.
Mat 4:22 Y ellos, dejando al instante la barca y a su padre, le siguieron.
Joh 11:21 Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría
muerto.
Joh 11:22 Mas también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará.
Joh 11:23 Jesús le dijo: Tu hermano resucitará.
Joh 11:24 Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero.
Joh 11:25 Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté
muerto, vivirá.
Joh 11:26 Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?
Joh 11:27 Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has
venido al mundo.
Joh 20:28 Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío!
Joh 20:29 Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no
vieron, y creyeron.
Joh 20:30 Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales
no están escritas en este libro.
Joh 20:31 Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y
para que creyendo, tengáis vida en su nombre.
Joh 14:5 Le dijo Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el
camino?
Joh 14:6 Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino
por mí.
Joh 3:3 Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de
nuevo, no puede ver el reino de Dios.
Joh 3:4 Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso
entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?
Joh 3:5 Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del
Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.
Joh 3:6 Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.
1Jn 4:1 Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque
muchos falsos profetas han salido por el mundo.
1Jn 4:2 En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha
venido en carne, es de Dios;
1Jn 4:3 y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y
este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en
el mundo.
1Jn 4:4 Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en
vosotros, que el que está en el mundo.
1Jn 4:5 Ellos son del mundo; por eso hablan del mundo, y el mundo los oye.
1Jn 4:6 Nosotros somos de Dios; el que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no
nos oye. En esto conocemos el espíritu de verdad y el espíritu de error.
1Jn 4:7 Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama,
es nacido de Dios, y conoce a Dios.
1Jn 4:8 El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor.
1Jn 4:9 En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo
unigénito al mundo, para que vivamos por él.
1Jn 4:10 En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que
él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.
Gal 3:23 Pero antes que viniese la fe, estábamos confinados bajo la ley, encerrados para
aquella fe que iba a ser revelada.
Gal 3:24 De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que
fuésemos justificados por la fe.
Gal 3:25 Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo,
Gal 3:26 pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús;
Gal 3:27 porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos.
Col 1:21 Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra
mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado
Col 1:22 en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin
mancha e irreprensibles delante de él;
Col 1:23 si en verdad permanecéis fundados y firmes en la fe, y sin moveros de la esperanza
del evangelio que habéis oído, el cual se predica en toda la creación que está debajo del cielo;
del cual yo Pablo fui hecho ministro.
Eph 1:3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda
bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo,
Eph 1:4 según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos
y sin mancha delante de él,
Eph 1:5 en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de
Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad,
Eph 1:6 para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado,
2Pe 1:16 Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor
Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas, sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su
majestad.
2Pe 1:17 Pues cuando él recibió de Dios Padre honra y gloria, le fue enviada desde la
magnífica gloria una voz que decía: Este es mi Hijo amado, en el cual tengo complacencia.
2Pe 1:18 Y nosotros oímos esta voz enviada del cielo, cuando estábamos con él en el monte
santo.
Joh 2:9 Cuando el maestresala probó el agua hecha vino, sin saber él de dónde era, aunque
lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo,
Joh 2:10 y le dijo: Todo hombre sirve primero el buen vino, y cuando ya han bebido
mucho, entonces el inferior; mas tú has reservado el buen vino hasta ahora.
Joh 2:11 Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y
sus discípulos creyeron en él.
Redactando el Sermón
Parte A
Paso 1: Oro para que el Dios Trino me ayude a presentar su mensaje a su Pueblo (oratio).
Paso 2: Leo los textos del leccionario para ese domingo (meditatio).
Paso 3: Busco los textos paralelos al evangelio del domingo (Sola Escritura).
Paso 4: Identifico palabras claves de mi texto (verbos, sustantivos, personajes, objetos,
frases, etc.), preguntando: A. ¿Qué? B. ¿Cómo? C. ¿Por qué? (o ¿Para qué?) D. ¿Cuándo? E.
¿Dónde? F. ¿Quién?” G. Identifico la idea central del texto, que es base del sermón.
Paso 5: Identifico la Ley y el Evangelio de mi texto (justicia demandada por Dios; justicia
donada por Dios). Pregunto al texto: A. ¿Qué suena más a Ley? B. ¿Qué usos de la ley? C.
¿Qué pecado revela la Ley? D. ¿Qué pecados, vicios, etc., de nuestra cultura condena la Ley
con este texto? E. ¿A qué filosofía, tradición humana, o religión condena? (Ej. relativismo,
invocación de santos, horóscopo, etc). (Aquí está la tentatio). Luego sigo preguntando: F.
¿Qué suena más a Evangelio? G. ¿Qué dice este texto sobre Cristo? H. ¿Cómo presenta mi
texto a Cristo como “don”? I. ¿Qué promesa divina muestra el texto? (Sola Gracia, Sola Fe,
Solo Cristo).
Parte B
Paso 6: Analizo el contexto histórico de mi texto (Biblia de estudio, Diccionario Bíblico).
Paso 7: Leo los Padres de la Iglesia, Lutero, las Confesiones Luteranas (Libro de Concordia),
comentarios bíblicos, para ver cómo la Iglesia ya interpretó este texto en la historia.
Paso 8: Si es necesario, busco ejemplos, anécdotas, historias, comparaciones, etc., que
ilustren el sermón, o bien como introducción al sermón.
Paso 9: Diseño el bosquejo o la estructura del sermón (lo que va 1°, 2°, 3°). Decido si va a
ser un sermón expositivo (enfocado en el texto) y un sermón doctrinal (enfocado en un tema
del texto).
Paso 10: escribo el sermón, luego la introducción y conclusión. Coloco un título al sermón
(de no más de 10 palabras).
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