FORMAS Y TÉCNICAS LITERARIAS 1. Las figuras literarias. El autor literario, con el propósito de dotar de belleza a su texto, manipula la lengua, experimentando y jugando con ella. Estas fórmulas o técnicas para dotar al texto de mecanismos que lo alejen de la normalidad se denominan figuras o recursos literarios. No se trata de fórmulas exclusivas de la literatura, sino que abundan en ámbitos muy distintos: el habla coloquial o familiar, el mundo de la publicidad, la oratoria, los textos periodísticos, los chistes… El uso que se ha hecho a lo largo de la historia de la literatura de estas figuras es diverso: en el Barroco o el Renacimiento, por ejemplo, se intensificó (metáfora, anáfora, hipérbaton…), mientras que en la literatura del s. XX su utilización es más selectiva o escasa. Estos recursos afectan, en ocasiones, a lo fónico, tratándose en consecuencia de figuras de carácter eminentemente oral; otras veces inciden directamente en la sintaxis; muy a mundo juegan con los significados de las palabras, o sea, con la semántica… De ahí que podamos dividirlas en diferentes apartados, dependiendo de estos aspectos. 1.1. Figuras descriptivas. Prosopografía: descripción física de un personaje (persona, animal, ser mitológico o fantástico…), atendiendo, por tanto a los aspectos externos. Los ojos bellos, la amorosa frente, los brazos, manos, pies, el claro viso, que me ha hecho de mí mesmo diviso, y en todo singular de la otra gente; los crespados cabellos de oro ardiente, el cuerdo resonar del dulce riso que en tierra hacer solía un paraíso, ya es un poco de polvo que no siente. Diego Ramírez Pagán Parece que la estoy viendo todavía con su cabellera abundosa, un poquito rizada naturalmente, los labios húmedos y rosados, los dientes como la más limpia porcelana, los ojos dulces y rasgados, la nariz un si es no es aguileña, en cada carrillo un hoyuelo, el cutis fino y transparente, y el cuello como de rosas y azucenas; después una pañoleta azul sobre el seno túrgido, y un vestidillo de percal, fresco y almidonado, cuyos pliegues descendían del esbelto talle hasta el suelo, formando cola por detrás, y no tan largos por delante que, al andar, los pisaran unos pies como dos almendras, prisioneros en sendos zapatitos bajos, sobre unas medias como los ampos de la nieve. José María de Pereda Etopeya: descripción de la personalidad, cualidades morales y espirituales de un ser vivo, expresando su subjetividad, carácter… Ella es golosa, chismosa, respondona, y alza el grito, ventanera y todo el día gasta en tratar de su aliño: pues ¿dónde has de hallar criada que cumpla más con su oficio? Tanto la prosopografía como la etopeya como el retrato pueden adoptar tintes burlescos, incidiendo en detalles físicos grotescos o en vicios esperpénticos; entonces se denomina caricatura. Uno de los maestros de la caricatura es Francisco de Quevedo. En el curso del conflicto que acabo de describir se había destacado entre los obreros un hombre llamado Vicente Puentegarcía García, hombre de carácter levantado y austero, equilibrado y enérgico, de recta intención y clara inteligencia y, además, de una probidad a toda prueba. Agustín Moreto Eduardo Mendoza Retrato: descripción tanto física como moral de un personaje; se trata, por tanto, de la combinación de los dos anteriores. Volvedle la blancura a la azucena, y el púrpuro color a los rosales, y aquesos bellos ojos celestiales al cielo con la luz que os dio serena. Volvedle el dulce canto a la sirena con que tomáis venganza en los mortales; volvedle los cabellos naturales al oro, pues salieron de su vena; a Venus le volved la gentileza, a Mercurio el hablar, de que es maestro, y el velo a Diana, casta diosa; quitad de vos aquesa suma alteza, y quedaréis con sólo lo que es vuestro, que es sólo ser ingrata y desdeñosa. Anónimo En el momento en que nos ponemos ahora con la imaginación, doña Luz era un sol que estaba en el zenit. Gallarda y esbelta, tenía toda la amplitud, robustez y majestad, que son compatibles con la elegancia de formas de una doncella llena de distinción aristocrática. La salud brillaba en sus frescas y sonrosadas mejillas; la calma, en su cándida y tersa frente, coronada de rubios rizos; la serenidad del espíritu, en sus ojos azules, donde cierto fulgor apacible de caridad y de sentimientos piadosos suavizaba el ingénito orgullo. Madrugadora, activa, acostumbrada a dar largos paseos, y a estar en casa empleada en algo útil, la ligereza y el brío de su cuerpo corrían parejas con su beldad y con su gracia. Juan Valera 33 UNIDAD 2 Topografía: descripción de los aspectos físicos de un lugar, paisaje, paraje, ciudad, pueblo… Cerca del Tajo, en soledad amena, de verdes sauces hay una espesura toda de hiedra revestida y llena, que por el tronco va hasta el altura y así la teje arriba y encadena que el sol no halla paso a la verdura; el agua baña el prado con sonido, alegrando la hierba y el oído. Garcilaso de la Vega, Égloga III En las figuras descriptivas abunda la adjetivación, para expresar cualidades y notas de los objetos, lugares, personas o partes del cuerpo que se describen. Vista de la Alcarria, en la meseta castellana. En la aliteración el sonido que se repite no se relaciona directamente con lo descrito, mientras que en la onomatopeya es profundamente evocador: la reiteración de la f o la ch en los primeros ejemplos es circunstancial, mientras que la s del fragmento de Garcilaso remite claramente al zumbido de las abejas que aparecen, y el que-que-que de san Juan es un claro tartamudeo o balbuceo. Desde el atajo, Brihuega tiene muy buen aire, con sus murallas y la vieja fábrica de paños, grande y redonda como una plaza de toros. Por detrás del pueblo corre el Tajuña, con sus orillas frondosas y su vega verde. Brihuega tiene un color gris azulado, como de humo de cigarro puro. Parece una ciudad antigua, con mucha piedra, con casas bien construidas y árboles corpulentos. Camilo José Cela, Viaje a la Alcarria 1.2. Figuras por repetición de sonidos. Aliteración: repetición continuada de un sonido, sílaba…, para conseguir musicalidad o un efecto sonoro. ¡Vive el Dador, que es moza de chapa, hecha y derecha y de pelo en pecho! Ni cogeré las flores, ni temeré las fieras, y pasaré los fuertes y fronteras. Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha San Juan de la Cruz, Cántico espiritual Onomatopeya: aliteración en que el sonido repetido evoca de alguna forma lo que se está describiendo o contando. Y déjame muriendo un no se qué que quedan balbuciendo. En el silencio solo se escuchaba un susurro de abejas que sonaba. Garcilaso de la Vega, Égloga III San Juan de la Cruz, Cántico espiritual Anáfora: repetición de una o más palabras al inicio de varios versos, frases…, para insistir en una idea o marcar las pautas gramaticales del texto. En soledad vivía, y en soledad ha puesto ya su nido, y en soledad la guía. San Juan de la Cruz, Cántico espiritual ¡Oh qué plaga! ¡Oh qué enojo! ¡Oh qué hastío es conferir con ellas más a aquel breve tiempo que son aparejadas de deleite! Fernando de Rojas, La Celestina Epífora: repetición de una o más palabras al final de varios versos, frases…, con lo que se consigue también una sensación reiterativa. ¿Y qué es amor? ¿Quién definió el amor? ¡Vienen los días de agua y sol! ¡Alegres días de agua y sol! –¡Soledad de mi amor!– …¡Los tristes días de agua y sol! Miguel de Unamuno, Niebla Juan Ramón Jiménez Concatenación o anadiplosis: repetición, al inicio de una frase o verso, de la palabra con que había terminado la frase, la cláusula o el verso anterior. Ideas sin palabras; palabras sin sentido; cadencia que no tienen ni ritmo ni compás. Gustavo Adolfo Bécquer Y así como suele decirse: el gato al rato, el rato a la cuerda, la cuerda al palo, daba el arriero a Sancho, Sancho a la moza, la moza a él, el ventero a la moza, y todos menudeaban con tanta priesa, que no se daban punto de reposo. Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha En el ejemplo del Quijote, el uso de la concatenación se corresponde perfectamente con la escena descrita, donde cada personaje golpea a otro de forma encadenada. Epanadiplosis: repetición de la misma palabra al principio y al final de un verso, frase… Y siembran en tus espumas palabras de amor, palabras. Gerardo Diego Deja que sólo el pecho, cual rendido, desnudo salga de tu esquivo fuego; perdido quede, Amor, ya lo perdido. Luis Carrillo y Sotomayor Reduplicación: repetición dentro de una frase o verso de una o más palabras, con el fin de reforzar la intensidad de la idea. Encontró (…) un teléfono que repicaba, repicaba, repicaba, hasta que él lo descolgó, entendió lo que una mujer angustiada y remota preguntaba en inglés, y le contestó que sí. Dije: No habrá quien alcance; y abatíme tanto, tanto, que fui tan alto, tan alto, que le di a la caza alcance. San Juan de la Cruz 34 Gabriel García Márquez, Cien años de soledad FORMAS Y TÉCNICAS LITERARIAS Rima: repetición, al final de un verso, de los mismos sonidos (pueden ser sólo los vocálicos o pueden ser vocálicos y consonánticos). Estaba un ratoncillo aprisionado en las garras de un león; el desdichado en la tal ratonera no fue preso por ladrón de tocino ni de queso, sino porque con otros molestaba al león, que en su retiro descansaba. La luna cuenta los perros. Se equivoca y empieza de nuevo. Ayer, mañana, negro y verde, rondas mi cerco de laureles. ¿Quién te querría como yo, si me cambiaras el corazón? Federico García Lorca Félix María Samaniego Similicadencia: en prosa, uso de palabras que rimen entre sí; en verso, utilización de rimas diferentes pero próximas fonéticamente. Con asombro de mirarte, con admiración de oírte, ni sé qué pueda decirte, ni qué pueda preguntarte. Pedro Calderón de la Barca, La vida es sueño Hacía solimán, afeite cocido, argentadas, bujelladas, cerillas, llanillas, unturillas, lustres, lucentores, clarimientes, albalinos y otras aguas de rostro: de rasuras de gamones, de cortezas de espantalobos, de taraguntia, de hieles, de agraz, de mosto, destiladas y azucaradas. Fernando de Rojas, La Celestina 1.3. Figuras por recursos morfológicos Las fábulas son historias protagonizadas por animales cuyo fin es mostrar una moraleja, o sea, una enseñanza de carácter moral. La fábula del león y el ratón nos advierte de que el más débil de los seres puede ayudar al más fuerte. Neologismo: creación de una palabra nueva, cuyo significado puede –en algunos casos– ser comprensible por contener lexemas existentes. Sulquivagante pretensor de Estolvo, pues que lo expuesto al Noto solificas y obtusas espeluncas comunicas despecho de las Musas a ti solo. Entre bondadosa y algo burlona, o zumbonachona, empezó a ocuparse del pobre desvalido. Julián Ríos, Amores que atan Francisco de Quevedo Arcaísmo: utilización de una palabra ya en desuso o extinguida, con el propósito de dar al texto un cierto aire añejo o antiguo. A diestra mano, la cuadra y el corral; a la siniestra, huerto y abejar, y, al fondo, una gastada escalera Antonio Machado, La tierra de Alvargonzález –¡Oh princesa Dulcinea, señora deste cautivo corazón! Mucho agravio me habedes fecho en despedirme y reprocharme con el riguroso afincamiento de mandarme no parecer ante la vuestra fermosura. Plégaos, señora, de membraros deste vuestro sujeto corazón, que tantas cuitas por vuestro amor padece. Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha Elipsis: supresión de algún elemento de la frase (por ejemplo un verbo), por sobreentenderse. ¡Esta prisa permanente, contenida con mi freno, cada instante! ¡Obra pujante y de picos retraídos, ajitadamente lenta, redondeada como el mundo; potro en mayo, por el verde campo de la primavera, eterna, libre esclavo de su dueño! Lo bueno, si breve, dos veces bueno; incluso lo malo, si poco, no tan malo. Baltasar Gracián, Oráculo manual y arte de prudencia Un neologismo puede ser sólo un artificio para llamar la atención o, si su uso se generaliza, pasar a la lengua habitual. En el caso del arcaísmo, su identificación puede resultar difícil sin un conocimiento mínimo de historia de la lengua. En el ejemplo del Quijote son arcaísmos expresiones como habedes, fecho, afincamiento o fermosura, ya que en la lengua del s. XVII ya no existían (la f- inicial típica de la Edad Media había ya desaparecido. Machado usa diestra y siniestra para darle al poema un tono cercano al de los romances antiguos. En la imagen, Laguna Negra, en los Picos de Urbión, donde se desarrolla la acción de la leyenda de los hijos de Alvargonzález. Juan Ramón Jiménez Pleonasmo: expresión en que un elemento o complemento es reiterativo, por estar explícito en la palabra a la que acompaña. Burgeses e burgesas, por las finiestras sone, plorando de los ojos, tanto habíen el dolore. De las sus bocas todos dizían una razone. Con esta ayuda de costa, medio derrengado, subí arriba. Francisco de Quevedo, El Buscón Anónimo, Poema de Mío Cid Epíteto: atribución innecesaria de un adjetivo a un nombre, por poseer éste la cualidad que denota, de forma inherente o contextual. Corrientes aguas puras, cristalinas, árboles que os estáis mirando en ellas, verde prado de fresca sombra lleno. Garcilaso de la Vega, Égloga I Se amasaron en una lucha alborotada y violenta; un remolino de sordos salpicones, donde se revolvían ambos cuerpos y aparecían y desaparecían los miembros resbaladizos, los músculos crispados y las cabezas que querían ansiosamente respirar. Rafael Sánchez Ferlosio, El Jarama En el ejemplo de Garcilaso los adjetivos puras, cristalinas, verde y fresca son epítetos inherentes al sustantivo al que se refieren; en cambio, en el fragmento de El Jarama, tanto resbaladizos como crispados son cualidades que, referidas a miembros y músculos, por el contexto (una pelea en el agua) resultarían innecesarias. En la fotografía, Estany Negre, un bucólico paraje del Parc d'Aigüestortes i Estany de Sant Maurici. 35 UNIDAD 2 Asíndeton: omisión de conjunciones (generalmente las coordinantes), para dar mayor vivacidad y rapidez al texto. Sigue, párase, vacila, suda, se abrasa, se hiela, gíranle en torno las casas, que se le hunde el cielo piensa. Convidan, despiden, llaman, niegan, señalan amor, pronuncian enemiga, ensáñanse presto, apacíguanse luego. Fernando de Rojas, La Celestina Duque de Rivas, Romances históricos Polisíndeton: contrario al anterior, consiste en la acumulación de conjunciones con el fin de remarcar la acumulación de ideas, objetos… Cien años de soledad representa un hito en la literatura hispanoamericana del s. XX. Narra la saga familiar de los Buendía durante siete generaciones en el ficticio poblado de Macondo, y representa la cumbre del llamado realismo mágico. Aracataca, localidad natal de Gabriel García Márquez e inspiradora del Macondo literario. Poco a poco, Magdalena; tú eres mujer y eres buena y perdonas; pero yo, a quien la calumnia oyó como canto de sirena, y la creyó y difundió y me ofendió y ultrajó y mi honor pisoteó, no he de perdonarle. ¡Oh! Pedro Muñoz Seca, La venganza de don Mendo Siguió el hilo de sangre en sentido contrario, y en busca de su origen atravesó el granero, pasó por el corredor de las begonias donde Aureliano José cantaba que tres y tres son seis y seis y tres son nueve, y atravesó el corredor y las salas y siguió en línea recta por la calle, y dobló luego a la derecha y después a la izquierda hasta la Calle de los Turcos, sin recordar que todavía llevaba puestos el delantal de hornear y las babuchas caseras, y salió a la plaza y se metió por la puerta de una casa donde no había estado nunca, y empujó la puerta del dormitorio y casi se ahogó con el olor a pólvora quemada, y encontró a José Arcadio tirado boca abajo en el suelo sobre las polainas que se acababa de quitar, y vio el cabo original del hilo de sangre que ya había dejado de fluir de su oído derecho. Gabriel García Márquez, Cien años de soledad Hipérbaton: construcción desordenada de las palabras de una frase, sea para llamar la atención del lector, sea por imperativos poéticos. ¿Es este señor de cuyo padre me dijistes vos tantas cosas?, ¡gran dicha ha sido nuestra conocerle según está de grande! Píramo fueron y Tisbe los que en verso hizo culto el licenciado Nasón, bien romo o bien narigudo. Francisco de Quevedo, El Buscón Luis de Góngora, Fábula de Píramo y Tisbe Paralelismo: construcción de dos o más oraciones o versos con el mismo orden sintáctico. ¿Para quién edifiqué torres? ¿Para quién adquirí honras? ¿Para quién planté árboles? ¿Para quién fabriqué navíos? Que es mi barco mi tesoro, que es mi dios la libertad, mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria, la mar. Fernando de Rojas, La Celestina José de Espronceda Interrogación retórica: pregunta de la que no se espera respuesta, ya que, en el fondo, es una exclamación o afirmación. ¿Do están agora aquellos claros ojos que llevaban tras sí, como colgada, mi alma, doquier que ellos se volvían? ¿Do está la blanca mano delicada, llena de vencimientos y despojos que de mí mis sentidos le ofrecían? Garcilaso de la Vega, Égloga I ¡Oh mi compañera buena! ¡Oh mi hija despedazada! ¿Por qué no quisiste que estorbase tu muerte? ¿Por qué no hubiste lástima de tu querida y amada madre? ¿Por qué te mostraste tan cruel con tu viejo padre? ¿Por qué me dejaste cuando yo te había de dejar? ¿Por qué me dejaste penado? ¿Por qué me dejaste triste y solo in hac lachrimarum valle? Fernando de Rojas, La Celestina La Celestina, publicada en 1499, es uno de los textos fundamentales de la literatura española. Su huella llega hasta obras pictóricas como esta Celestina, de Pablo Ruiz Picasso, el genial pintor malagueño. Apóstrofe o invocación: llamada, más o menos vehemente, a un ser real o imaginario, al que se transmite una idea, pensamiento o súplica. Para y óyeme, ¡oh Sol! Yo te saludo y extático mortal me atrevo a hablarte; ardiente como tú mi fantasía, arrebatada en ansia de admirarte, intrépidas a ti sus alas guía. José de Espronceda ¡Oh, gentes que venís a mi dolor! ¡Oh amigos y señores, ayudáme a sentir mi pena! ¡Oh mi hija y mi bien todo! Crueldad sería que viva yo sobre ti; más dignos eran mis sesenta años de la sepultura que tus veinte (…) ¡Oh mis canas, salidas para haber pesar! Fernando de Rojas, La Celestina 36 FORMAS Y TÉCNICAS LITERARIAS Correlación: construcción en que diversas oraciones, expresiones… aparecen fragmentadas en diferentes versos. De virtud, saber, belleza, dechado, pasmo y modelo. Duque de Rivas, Romances históricos Alma a quien todo un dios prisión ha sido, venas que humor a tanto fuego han dado, medulas que han gloriosamente ardido, su cuerpo dejará, no su cuidado; serán ceniza, más tendrán sentido; polvo serán, mas polvo enamorado. Francisco de Quevedo Exclamación: comunicación apasionada de los sentimientos de alguien: tristeza, rabia, alegría, melancolía… ¡Oh bien caduco, vano y presuroso! Acuérdome, durmiendo aquí algún hora, que, despertando, a Elisa vi a mi lado. ¡Oh miserable hado! ¡Oh tela delicada antes de tiempo dada a los agudos filos de la muerte! ¡Desdichado!… ¿Qué hiciste?… ¡Leonor! ¿Eras tú?… ¿Tan cerca de mí estabas?… ¡Ay! Aún respira… aún respira aquel corazón todo mío… Ángel de mi vida… vive, vive… yo te adoro… Duque de Rivas, Don Álvaro o la fuerza del sino Garcilaso de la Vega, Égloga I Reticencia o suspensión: interrupción de una frase por saberse ya el final o para dejar al lector con la incertidumbre de cómo acaba. Fisgona, ruda, necia, altiva, puerca, golosa y… basta, musa mía, ¿cómo apurar tan grande letanía? Francisco de Quevedo –No la tenga yo en el cielo –dijo el sobrebarbero– si todos vuestras mercedes no se engañan, y que así parezca mi ánima ante Dios como ella me parece a mí albarda, y no jaez; pero allá vayan leyes… Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha En el primer fragmento, Quevedo da a entender una larga lista de defectos que deja a medias. En el ejemplo del Quijote, el barbero no termina el refrán porque era ampliamente conocido en su época (do quieren reyes…). Perífrasis: rodeo con el que se evita la expresión directa de una palabra, concepto, objeto… Era del año la estación florida en que el mentido robador de Europa –media luna las armas de su frente, y el Sol todos los rayos de su pelo–, luciente honor del cielo, en campos de zafiros pace estrellas. En las quiebras de las peñas y en lo hueco de los árboles formaban su república las solícitas y discretas abejas, ofreciendo a cualquiera mano, sin interés alguno, la fértil cosecha de su dulcísimo trabajo. Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha Luis de Góngora, Soledad primera Quiasmo: uso de dos construcciones sintácticas idénticas, pero con los términos invertidos, como si de un espejo se tratara. Y entre las nubes mueve su carro Dios ligero y reluciente, horrible son conmueve, relumbra fuego ardiente, treme la tierra, humíllase la gente. En el texto de Góngora, del año la estación florida se refiere evidentemente a la primavera o al mes de abril, pero sin citarlos; además, el mentido robador de Roma es Júpiter, que adoptó forma de toro para engañarla. El fragmento del Quijote termina con el rodeo la fértil cosecha de su dulcísimo trabajo para significar la miel. Dichosa edad y siglos dichosos aquellos a quien los antiguos pusieron nombre de dorados. Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha Fray Luis de León, A Felipe Ruiz Zeugma: supresión de una palabra que debería aparecer en los distintos períodos de una frase, señalándose sólo en la primera. La rotación del fruto, la alegría del pájaro fomentas y el bienestar y la salud de paso. Pasó algún tiempo, y vino el de la feria de Mairena. Juan Valera, Quien no te conozca que te compre Miguel Hernández Coordinación heterogénea o zeugma complejo: sucesión de elementos coordinados en que el último rompe con la enumeración lógica. En la mesa de al lado, un jardín de señoras en domingo abonadas al orden del murmullo y del té con limón, en un café de invierno por la tarde. Desde aquel día que –ambos todavía lo ignorábamos– tanto iba a cambiar nuestros vidas, ha pasado mucho tiempo y mucha agua bajo los puentes del Manzanares. Arturo Pérez-Reverte, El capitán Alatriste Luis García Montero 37 UNIDAD 2 1.4. Figuras por juegos de palabras Quevedo juega, en el primer ejemplo, con el doble sentido de escudos (símbolo de nobleza pero también moneda que todo lo puede), mientras que en el segundo caso la dilogía estriba en el uso de buena cepa (que podría referirse a linaje noble, pero en realidad significa que era aficionado al fruto de la cepa, o sea, al vino). La partesana era una parte de la nave; además, él está en la parte sana, donde no corre peligro. El médico va a caballo a curar a los enfermos, pero también, como es mal profesional, va a acaballo –a acabarlo–, o sea, a matarlo. Dilogía o equívoco: uso de una palabra que puede poseer más de un significado, con lo que la frase contiene una cierta ambigüedad. Dicen que era de muy buena cepa, y, según él bebía, es cosa de creer. Sus escudos de armas nobles son siempre tan principales, que sin sus escudos reales no hay escudos de armas dobles. Francisco de Quevedo Francisco de Quevedo Calambur: juego de palabras consistente en unir dos palabras que, al ser pronunciadas juntas, producen otra de significado diferente. Llegué, señora tía, a la Mamora, donde entre nieblas vi la otra mañana, desde el seguro de una partesana, confusa multitud de gente mora. Luis de Góngora Mediquillo se consiente que al que enferma y va a curallo, yendo a mula, va a caballo, y por la posta el doliente. Francisco de Quevedo Polipote: aparición muy próxima de dos o más palabras pertenecientes a la misma familia léxica. Me respondió en lo que no dijo, a lo que, sin decirlo, dije. Juan Ramón Jiménez Los altos cielos que de vuestra divinidad con las estrellas os fortifican, y os hacen merecedora del merecimiento que merece la vuestra grandeza. Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha Paronomasia: frase en que aparecen juntas dos palabras fonéticamente muy parecidas, pero cuyo significado no tiene relación alguna. Quedó fijo su peso: un platillo en el cieno; un platillo en el cielo. Juan Ramón Jiménez Venía mi madre con sospechas de traerme en sus entrañas (que comenzamos a ser faltas de una vil materia), declaróse luego el preñado bien penoso y cogióla el parto en la misma navegación, entre el horror y la turbación de una horrible tempestad, para que se doblase su tormento con la tormenta. Baltasar Gracián, El Criticón Retruécano: repetición de una oración pero invirtiendo varios de sus términos, de forma que la frase pasa a tener un significado contrario. ¿No ha de haber un espíritu valiente? ¿Siempre se ha de sentir lo que se dice? ¿Nunca se ha de decir lo que se siente? Lo fácil se ha de emprender como dificultoso, y lo dificultoso como fácil. Baltasar Gracián, Oráculo manual y arte de prudencia Francisco de Quevedo Eufemismo: expresión de una idea dolorosa, inconveniente, obscena… de forma más sutil o decorosa. El eufemismo y el disfemismo son tendencias contrarias: en el primer caso se trata de suavizar la expresión (hacer lo que otro no pudiera hacer por él es sustituto de defecar y mujeres del partido lo es de prostitutas); en el segundo la intención es buscar una expresión más hiriente o malsonante que la habitual (criar malvas por morir o toda la descripción de Quevedo para referirse a una vieja que ha fallecido). Imagen del capitán Alatriste, genial creación de Arturo Pérez-Reverte. En esto, parece ser, o que el frío de la mañana, que ya venía, o que Sancho hubiese cenado algunas cosas lenitivas, o que fuese cosa natural – que es lo que más se debe creer–, a él le vino en voluntad y deseo de hacer lo que otro no pudiera hacer por él. Estaban acaso a la puerta dos mujeres mozas, destas que llaman del partido. Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha Disfemismo: contraria a la anterior, se trata de dotar a una idea de connotaciones negativas o, incluso, morbosas. Y pues hueles a cisco y alcrebite, y la podre te sirve de pebete, juega con tu pellejo al escondite. Francisco de Quevedo Mientras mi progenitor criaba malvas en tierra de herejes y el capitán se ganaba la vida como espadachín a sueldo, un cuñado mayordomo en palacio y una mujer madura pero aún hermosa ayudaron a Saldaña a medrar en Madrid. Arturo Pérez-Reverte, El capitán Alatriste 38 FORMAS Y TÉCNICAS LITERARIAS 1.5. Figuras semánticas. Símil o comparación: relación de semejanza entre objetos, personas, ideas…, por poseer éstos cualidades análogas, más o menos evidentes. Como un río de leones su maravillosa fuerza, y como un torso de mármol su dibujada prudencia. Federico García Lorca, Llanto por Ignacio Sánchez El gaznate largo como de avestruz, con una nuez tan salida, que parecía se iba a buscar de comer forzada de la necesidad; los brazos secos, las manos como un manojo de sarmientos cada una. Mirado de medio abajo, parecía tenedor o compás, con dos piernas largas y flacas. Francisco de Quevedo, El Buscón Antítesis: contraposición de dos palabras, construcciones o frases que poseen sentidos totalmente contrarios. Dichos y hechos hazen un varón consumado. En un día tiene el mar tranquilidad y tormenta; en un día nace un hombre y muere; luego pudiera un día ver mi amor sombra y luz, como planeta; pena y dicha, como imperio; gente y brutos, como selva; paz e inquietud, como mar; triunfo y ruina, como guerra; vida y muerte, como dueño de sentidos y potencias. Pedro Calderón de la Barca, El alcalde de Zalamea Hase de hablar lo mui bueno y obrar lo mui honroso. La una es perfección de la cabeça, la otra del coraçón, y entrambas nacen de la superioridad del ánimo. Las palabras son sombra de los hechos: son aquéllas las hembras, éstos los varones. Más importa ser celebrado que ser celebrador. Es fácil el dezir y difícil el obrar. Las hazañas son la substancia del vivir, y las sentencias, el ornato. La eminencia en los hechos dura, en los dichos passa. Las acciones son el fruto de las atenciones: los unos sabios, los otros hazañosos. Baltasar Gracián, Oráculo manual y arte de prudencia Paradoja: construcción en que aparecen dos términos en principio contradictorios, si bien en el contexto pueden poseer una cierta lógica. Aunque os pese, volveréis, porque libre y preso vais, pues en mis redes estáis; cuando más volar penséis, volveréis, y moriréis del mal que muero. El aire tenía una densidad ingenua, como si lo acabaran de inventar, y las bellas mulatas que esperaban sin esperanza entre pétalos sangrientos y discos pasados de moda, conocían oficios de amor que el hombre había dejado olvidados en el paraíso terrenal. Lope de Vega Gabriel García Márquez, Cien años de soledad Oxímoron: variante de la paradoja, caracterizada por el hecho de que los dos términos aparecen en el mismo sintagma. La música callada, la soledad sonora, la cena, que recrea y enamora. San Juan de la Cruz, Cántico espiritual La antítesis consiste en oponer entre sí términos antónimos para reforzar alguna idea. La paradoja y el oxímoron, en cambio, son más impactantes, ya que presentan conceptos, en principio, imposibles o ilógicos. Se reserva el término oxímoron para el caso concreto de un adjetivo y un sustantivo contradictorios. Son muy frecuentes en la literatura mística, para expresar lo inefable, esto es, la experiencia del contacto con Dios. Éxtasis de Santa Teresa, de Gianlorenzo Bernini. Se la sentaba en las piernas para alimentarla con cucharaditas de agua de azúcar. Parecía una anciana recién nacida. Gabriel García Márquez, Cien años de soledad Ironía: expresión de lo contrario de lo que se quiere afirmar, aunque, por el contexto, se puede deducir el sentido en que debe tomarse. DON ÁLVARO: Tratad con respeto. PEDRO CRESPO: Eso está muy puesto en razón. Con respeto le llevad a las casa en efeto del concejo, y con respeto un par de grillos le echad y una cadena, y tened con respeto gran cuidado, que no hable a ningún soldado. Y a todos también poned en la cárcel, que es razón, y aparte, porque después con respeto a todos tres les tomen la confesión. Y aquí para entre los dos, si hallo harto paño, en efeto, con muchísimo respeto os he de ahorcar, ¡juro a Dios! Detuvo su coche en la calle Ganduxer, una calle residencial, ancha y arbolada. Se abrió sola la puerta de un garaje al accionar Ivet el dispositivo destinado a tan fin, entramos, paró el motor, salimos del coche. En un ascensor de latón dorado, alfombra negra, techo de espejo y música cadenciosa subimos hasta un recibidor austeramente decorado con panoplias y cornamentas de ciervo. Eduardo Mendoza, La aventura del tocador de señoras A menudo se usa ironía como sinónimo de expresión mordaz o hiriente. En el ejemplo de Calderón, el alcalde de Zalamea, Pedro Crespo, le comunica al engreído don Álvaro que va a ser juzgado con mucho respeto, cuando en realidad no merece tal, ya que ha deshonrado a la hija de Crespo y se enorgullece de ello. Pedro Calderón de la Barca, El alcalde de Zalamea 39 UNIDAD 2 Sinécdoque y metonimia son muy usuales en el habla familiar: romperse un brazo (sinécdoque del todo por la parte: en realidad uno se rompe sólo un hueso), sobre el césped sólo hubo un equipo (sinécdoque de la parte por el todo: césped es únicamente una parte del campo); el balón dio en la madera (metonimia de materia por objeto); se tomó una copa de más (metonimia del continente por el contenido); es un donjuán (metonimia del personaje por la actitud); se tomaron un rioja (metonimia del lugar por el producto); amor a la bandera (metonimia del símbolo por lo designado); acudirán las mejores raquetas (metonimia del instrumento por la profesión); compró un Dalí (metonimia del artista por la obra); aquí construyen un cine (metonimia del arte por el local). Sinécdoque: designación de un objeto, persona, animal… por una de sus partes o, contrariamente, de algo concreto por un término más amplio. Miraba cómo en la corte de ese buen rey don Fernando era su voto el primero, y en guerra el mejor su brazo. La calle estaba oscura y no se veía un alma. Arturo Pérez-Reverte, El capitán Alatriste Anónimo, Romance de la venganza del Cid Metonimia: designación de un objeto, persona, animal… por un elemento próximo o relacionado con él. El crujir de los aceros sonó por breves instantes. Duque de Rivas, Romances históricos A fe mía que gran verdad es ésa –había sentenciado, risueño, guiñándome un ojo–. La pluma, Íñigo, es más rentable que la espada. Arturo Pérez-Reverte, El capitán Alatriste Metáfora: comparación entre dos ideas u objetos, si bien en el texto sólo aparece el segundo, con lo que el lector debe deducir su significado. Un rubí concede o niega, según alternar le plugo, entre doce perlas netas veinte aljófares menudos. Su cabellera llameó ensortijada sobre la nieve de sus hombros. Julián Ríos, Amores que atan Luis de Góngora, Fábula de Píramo y Tisbe Alegoría: conjunto de metáforas continuadas, de tal forma que el significado primario del texto oculta un significado más profundo. Vireno, aquel mi manso regalado del collarejo azul; aquel hermoso que con balido ronco y amoroso llevaba por los montes mi ganado; aquel del vellocino ensortijado, de alegres ojos y mirar gracioso, por quien yo de ninguno fui envidioso siendo de mil pastores olvidado: aquel me hurtaron ya, Vireno hermano; ya retoza otro dueño y le provoca; toda la noche vela y duerme el día. Nuestras vidas son los ríos que van a dar en la mar que es el morir: allí van los señoríos derechos a se acabar y consumir, allí los ríos caudales, allí los otros, medianos y más chicos, allegados son iguales, los que viven por sus manos y los ricos. Jorge Manrique, Coplas por la muerte de su padre Ya come blanca sal en otra mano; ya come ajena mano con la boca de cuya lengua se abrasó la mía. Lope de Vega Sinestesia: uso de un adjetivo referente a un sentido humano (vista, oído, olfato…) junto a un sustantivo que no puede poseer tal cualidad. ¡Qué bella eres, pobre cabeza adolescente, en la blandura tibia de la dulce almohada! Juan Ramón Jiménez En medio de aquella crasitud pegajosa salía un resplandor punzante. Clarín, La regenta Enumeración: descripción de algo o alguien de forma rápida, con acumulación de elementos. Desmayarse, atreverse, estar furioso, áspero, tierno, liberal, esquivo, alentado, mortal, difunto, vivo, leal, traidor, cobarde y animoso; no hallar fuera del bien centro y reposo, mostrarse alegre, triste, humilde, altivo, enojado, valiente, fugitivo, satisfecho, ofendido, receloso; huir el rostro al claro desengaño, beber veneno por licor suave, olvidar el provecho, amar el daño; Félix Lope de Vega y Carpio creer que un cielo en un infierno cabe, dar la vida y el alma a un desengaño: esto es amor: quien lo probó lo sabe. Lope de Vega 40 En el monte de la Dehesa la vegetación es dura, balsámica, una vegetación de espinos, de romero, de espliego, de salvia, de mejorana, de retamas, de aliagas, de matapollos, de cantueso, de jaras, de chaparros y de tomillos. Camilo José Cela, Viaje a la Alcarria FORMAS Y TÉCNICAS LITERARIAS Gradación: enumeración de diferentes elementos de forma ordenada, según tamaño, importancia… Cuanto tengo, confieso yo deberos; por vos nací, por vos tengo la vida, por vos he de morir, y por vos muero. Garcilaso de la Vega No sólo en plata o en víola troncada se vuelva, mas tú y ello juntamente en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada. Luis de Góngora Personificación o prosopopeya: atribución de cualidades y caracteres humanos a seres inanimados o abstractos. Cerca de cincuenta años caminando contigo, Poesía. Al principio me enredabas los pies y caía de bruces sobre la tierra oscura o enterraba los ojos en la charca para ver las estrellas. Más tarde te ceñiste a mí con los dos brazos de la amante y subiste en mi sangre como una enredadera. Cual turba de pilluelos, aquellas migajas de la basura, aquellas sobras de todo, se juntaban en un montón, parábanse como dormidas un momento y brincaban de nuevo sobresaltadas, dispersándose, trepando unas por las paredes hasta los cristales temblorosos de los faroles, otras hasta los carteles de papel mal pegados a las esquinas. Clarín, La regenta Pablo Neruda, Odas elementales Sinonimia: aparición de palabras que poseen un significado idéntico o muy semejante, con el fin de reforzar una idea. ¿No entendéis que os tengo amor puro, honesto, limpio y llano? En el cielo puro, límpido, sereno y azulado brillaban tímidamente algunas estrellas. Lope de Vega, La dama boba En la Oda a la poesía, ésta se convierte en un personaje gracias a la personificación que de ella hace el poeta. El poeta chileno Pablo Neruda. Eduardo Mendoza, La verdad sobre el caso Savolta Lítotes: expresión de la negación de lo contrario de lo que se quiere decir, con lo cual se da un pequeño rodeo para decir algo. ¡Quién pudiese no quereros tanto como vos sabéis! Sus facciones hacían pensar que en su juventud no fue moza mal favorecida. Garcilaso de la Vega Arturo Pérez-Reverte, Limpieza de sangre Hipérbole: exageración en una descripción o narración, tendiendo hacia lo imposible o lo inverosímil. ¡Quién hubiese tal ventura sobre las aguas del mar, como hubo el conde Arnaldos la mañana de San Juan! Con un falcón en la mano la caza iba a cazar, vio venir una galera que a tierra quiere llegar. Las velas traía de seda, la ejercia de un cendal, marinero que la manda diciendo viene un cantar que la mar facía en calma, los vientos hace amainar, los peces que andan en el hondo arriba los hace andar, las aves que andan volando en el mástil las hace posar. Anónimo, Romance del conde Arnaldos Tan pronto como José Arcadio cerró la puerta del dormitorio, el estampido de un pistoletazo retumbó en la casa. Un hilo de sangre salió por debajo de la puerta, atravesó la sala, salió a la calle, siguió en un curso directo por los andenes disparejos, descendió escalinatas abajo, subió pretiles, pasó de largo por la Calle de los Turcos, dobló una esquina ala derecha y otra a la izquierda, volteó en ángulo recto frente a la casa de los Buendía, pasó por debajo de la puerta cerrada, atravesó la sala de visitas pegado a las paredes para no manchar los tapices, siguió por la otra sala, eludió en una curva amplia la mesa del comedor, avanzó por el corredor de las begonias y pasó sin ser visto por debajo de la silla de Amaranta que daba una lección de aritmética a Aureliano José, y se metió por el granero y apareció en la cocina, donde Úrsula se disponía a partir treinta y seis huevos para el pan. ¡Quién hubiera tal ventura sobre las aguas del mar…! Gabriel García Márquez, Cien años de soledad Sentencia: frase breve que encierra algún tipo de verdad general o pensamiento profundo. Jamás se pagan los servicios hechos al justo precio ni al debido tiempo. Joaquín Setantí El sueño es alivio de las miserias de los que las tienen despiertas. Miguel de Cervantes, Limpieza de sangre 41 UNIDAD 2 2. La narración. Narrar, sea una anécdota cotidiana, una novela o un texto en verso, es el arte de contar una historia simple o extensa, de un personaje o de múltiples protagonistas, durante un breva lapso de tiempo o durante décadas o siglos… Una narración no suele ir sola, sino que se acompaña de abundantes descripciones, se combina con el diálogo e, incluso, da paso a las digresiones o reflexiones. Los elementos que integran una narración literaria son básicamente seis: narrador, personajes, hilo argumental, estructura, tiempo y espacio. 2.1. Narrador. Sherlock Holmes y el doctor Watson (ilustración de Sidney Paget) No es lo mismo narrador que autor. El autor es un personaje real que, solo o en asociación, con su nombre o con pseudónimo, es el creador o emisor de un texto literario; el narrador es un ente ficticio que –salvo autobiografías auténticas– simula ser el verdadero contador de las anécdotas. A lo largo de la historia se pueden encontrar diferentes fórmulas o puntos de vista narrativos: Narración en 3ª persona omnisciente. El relato es contado por un narrador fuera de la historia, que no tiene nada que ver con ella, pero que conoce acciones y pensamientos de los personajes y reflexiona sobre ellos. Ej: La ciudad de los prodigios (Eduardo Mendoza), El hereje (Miguel Delibes)… Narración en 3ª persona limitada. El relato sólo contempla acciones, pero no pensamientos ni reflexiones. Ej: La dama del lago (Raymond Chandler), Tormenta de verano (Juan Garcia Hortelano)… Narración en 1ª persona protagonista. Un personaje explica las situaciones, con lo que puede narrar los actos de los personajes que coinciden con él en un mismo contexto expacio–temporal, aparte de sus ideas, pero no tiene acceso a los pensamientos y reflexiones de los demás personajes. El Lazarillo (anónimo), Beltenebros (Antonio Muñoz Molina)… Narración en 1ª persona marginal. Un personaje secundario o que tiene estrecha relación con el protagonista cuenta la historia, después de recopilar los datos necesarios para ello. Ej: la serie de Sherlock Holmes (Arthur Conan Doyle), la del capitán Alatriste (Arturo Pérez Reverte), El nombre de la rosa (Umberto Eco)… Combinación de varios narradores (omniscientes o no, en 1ª persona o no…). Ej: La verdad sobre el caso Savolta (Eduardo Mendoza), las novelas de Wilkie Collins… Narrador editor: en ocasiones el autor simula haber encontrado casualmente un manuscrito digno de ser publicado y se erige en mero traductor o editor de un texto ajeno (el Quijote de Cervantes o El nombre de la rosa de Umberto Eco). 2.2. Personajes. Imagen característica de Hercule Poirot, interpretado por David Suchet 42 En una narración los personajes constituyen el elemento fundamental de la historia, ya que son los que sufren o gozan de las vicisitudes, aventuras, pasiones y conflictos que se cuentan. Según el papel que desempeñan en la historia, pueden ser: Principal o protagonista, que es el que lleva adelante la acción necesaria para lograr una finalidad. Los personajes que se oponen al protagonista interfiriéndose en ese logro se llaman antagonistas. Puede haber más de un protagonista e, incluso, existir un personaje colectivo (Manhattan Transfer de John Dos Passos, La colmena de Camilo José Cela). Secundarios, que intervienen en el desarrollo de la acción junto con el protagonista, pero no soportan el peso de la historia. En cuanto a la evolución que puedan sufrir durante la narración, los personajes pueden ser: Dinámicos o redondos, cuando cambia su forma de ser o pensar a lo largo del relato de una manera compleja e imprevisible, como consecuencia de las vivencias narradas. Es el caso de don Quijote, de Sancho Panza o de Lázaro de Tormes. Estáticos o planos, cuando no podemos apreciar que los avatares que viven cambien sus creencias, costumbres o visión del mundo. Su actuación es siempre la misma y se sabe cómo va a reaccionar frente a los conflictos. Ejemplos de ello podrían ser el Hercule Poirot de Agatha Christie o cualquiera de los Cinco de Enid Blyton. FORMAS Y TÉCNICAS LITERARIAS A veces los personajes no son más que meras trasposiciones o nuevas versiones de personajes anteriores o de gran tradición popular, en cuyo caso hablamos de estereotipos o arquetipos: el magnate cruel y despiadado, la vampiresa sin escrúpulos, el aventurero arrojado y desprendido, el detective amargado y curtido, el asesino en serie culto e inteligente… Los personajes pueden ser caracterizados de forma directa o indirecta. Conocemos a un personaje de forma directa cuando es el narrador quien nos describe sus rasgos físicos y psicológicos; y de forma indirecta cuando lo debemos intuir a partir de su comportamiento, palabras, opiniones y de lo que otros personajes dicen sobre él. 2.3. Argumento. El argumento lo constituye el conjunto de hechos, acciones y conflictos destacados que hacen discurrir o avanzar la historia. El hilo argumental puede ser muy rico, enrevesado o lleno de vueltas de tuerca (El último Catón, de Matilde Asensi), o recoger simplemente una anécdota o anécdotas mínimas desarrolladas o ampliadas (Corazón tan blanco, de Javier Marías). 2.4. Estructura. Una narración se desarrolla según un plan que el autor ha concebido previamente o durante su ejecución. Hablamos de estructura externa, según la cual un relato se divide en libros, tratados, partes, capítulos, secuencias… La estructura interna, en cambio, es la organización de la historia generalmente en tres partes: Planteamiento: es la presentación del contexto donde se van a desarrollar los hechos: los personajes y sus relaciones o sus primeros contactos, el ambiente y lugares, las circunstancias temporales y vivenciales que van a actuar como punto de partida y una situación inicial más o menos estable que se va a romper. Nudo o conflicto: el protagonista se enfrenta a elementos de la naturaleza, a otros personajes o a sí mismo. Este conflicto transforma la situación inicial y produce cambios en la situación de personajes, en sus relaciones, en el ambiente… El nudo recoge el grueso de la acción, vivencias y avatares. Desenlace: se resuelven los conflictos y se da paso a una nueva situación estable, muy alejada o muy cercana a la inicial. A veces el desenlace es abierto, de tal forma que es la imaginación del lector la que debe crear esta situación final. Esta estructura interna puede ser manipulada por el narrador, por lo que no siempre se corresponde estructura y orden lógico espacial-temporal. 2.4.1. Estructuras narrativas globales. Al estudiar la construcción global de una narración se pueden considerar varias posibilidades: Narración lineal: se cuenta la historia en el mismo orden cronológico en que ha sucedido (planteamiento-nudo-desenlace), de forma que primero se nos presenta a los personajes y sus conflictos, luego se desarrolla lo que es propiamente la acción y, por último, se culmina con un desenlace más o menos cerrado. Ej: Don Quijote de la Mancha, la mayoría de noticias de los periódicos, el orden normal de las películas. Comienzo in medias res: la narración empieza en un lugar intermedio de la historia para luego retroceder al inicio, llegar hasta ese punto y luego continuar hasta el final. Este orden se usa para suscitar la curiosidad o incertidumbre del receptor (¿cómo se ha podido llegar hasta aquí?). Ej: El amor en los tiempos del cólera (Gabriel García Márquez) o películas como Uno de los nuestros (Martin Scorsese). Retrospección o flash-back: nos colocamos en el final de la historia y a partir de aquí vamos a ver cómo se ha evolucionado hasta ese desenlace. Ej: El hijo del acordonista (Bernardo Atxaga), la película Titanic (James Cameron) o Carta de una desconocida (novela de Stefan Zweig trasladada al cine por Max Ophuls). Contrapunto: implica que las tres coordenadas temporales –presente, pasado y futuro– se entremezclan a lo largo de toda la narración. Ej: La verdad sobre el caso Savolta (Eduardo Mendoza) o el filme Pulp fiction (Quentin Tarantino). Fotograma de la versión cinematográfica de El amor en los tiempos del cólera, dirigida por Mike Newell y protagonizada por Javier Bardem y Giovanna Mezzogiorno 2.4.2. Estructuras narrativas parciales. A veces, complementando una estructura global de las anteriores, se pueden ver técnicas concretas que afectan a una parte del texto o bien, por su escaso cultivo, son más bien experimentos del autor. 43 UNIDAD 2 James Stewart en La ventana indiscreta, de Alfred Hitchcook Combinación de pasado y presente con acciones paralelas (La sombra del viento, de Carlos Ruiz Zafón). Estructura cíclica o, lo que es lo mismo, comienzo y final igual o relacionado (las películas La ventana indiscreta o 12 monos). La historia es contada al revés (el cuento El viaje a la semilla, de Alejo Carpentier, o la película Memento, de Christopher Nolan). En la narración se insertan anticipaciones de lo que va a suceder (Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez o cualquiera de las entregas de El capitán Alatriste, de Arturo Pérez-Reverte). Se presentan confusiones en el tiempo, haciendo aparecer a un personaje de un nivel cronológico en el pasado (la película El resplandor, de Stanley Kubrick). Inclusión de una historia supeditada a la principal o la narración dentro de la narración (El asesino ciego, de Margaret Atwood). 2.5. Espacio. Es el marco donde transcurren los acontecimientos de la historia y el lugar donde se mueven los personajes. Se distinguen paisajes exteriores e interiores, espacios urbanos y rurales, abiertos y cerrados, ambientes festivos, nocturnos, diurnos, lugares reales, recreaciones libres de parajes y poblaciones existentes y universos totalmente ficticios e inventados. El espacio puede ser un elemento relevante., que influya en el desarrollo de la acción. también puede resultar una metáfora o una personificación del estado de ánimo de los personajes. En otras ocasiones puede, incluso, condicionar o marcar el destino de la historia. En la historia de la literatura podemos encontrar autores que describen los lugares con gran minuciosidad (los de la época realista, por ejemplo) y otros que sólo sugieren, trazan unos pocos rasgos o detalles o, incluso, renuncian a cualquier referencia espacial. 2.6. Tiempo. El tiempo externo es la época o momento en que se sitúa la acción; puede ser explícito, con fechas perfectamente marcadas (1984, George Orwell), o bien deducirse de la descripción de ambientes, costumbres y referencias históricas (Lazarillo de Tormes). El tiempo interno, el propio de la narración, puede ocupar toda una vida (La familia de Pascual Duarte, Camilo José Cela), más de medio siglo (La catedral del mar, Ildefonso Falcones) o un solo día (Ulises, James Joyce). El autor selecciona aquellos momentos que juzga interesantes para la historia a través de la elipsis, técnica narrativa en que se omiten ciertos episodios, escenas o épocas enteras, para hacer saltos temporales y centrarse en los momentos más significativos. Muy habitual es la alternancia de acciones en una y otra época, para, por ejemplo, mostrar paralelismos entre dos historias alejadas cronológicamente (La sombra del viento, Carlos Ruiz Zafón). 3. Argumento y tema. Tópicos y motivos literarios. El escritor irlandés James Joyce, autor de Ulises, una de las obras capitales de la literatura contemporánea 44 Hemos tratado en el epígrafe anterior el concepto de argumento, o historia formada por unos hechos entrelazados que les suceden a unos personajes. Pero esto no es el tema. El concepto de tema es mucho más abstracto: se trata de la idea, enseñanza o reflexión que el autor quiere transmitir y que esconde detrás de una historia. Así como el resumen argumental de una novela, una obra teatral… puede ser desgranado en unas cuantas líneas, el tema o temas del texto literario se puede explicitar en una frase o un concepto. Pueden ser posibles temas de un texto (sea narrativo, lírico o teatral) ideas como las siguientes: el amor todo lo vence; la muerte como fuerza igualadora; más vale una vida tranquila sin grandes riquezas, que el poder y el capital con grandes sobresaltos; la fortuna es un azar caprichoso y voluble… De hecho, en la historia de la literatura no aparece gran cantidad de variación temática, sino que, de forma recurrente y cíclica, se va dando vueltas sobre ideas de carácter universal generalmente válidas para cualquier época: son los tópicos literarios, o conceptos, ideas o temas de carácter universal y atemporal repetidos por los diferentes autores literarios en distintas épocas. Normalmente proceden de la cultura y literatura greco-romana (de ahí que casi todos tengan denominación en latín) y, de forma más o menos periódica, cíclica o constante, han ido apareciendo en cada época literaria. Veamos los tópicos más cultivados o destacados. Carpe diem (aprovecha el dia). Invocación a una muchacha para que disfrute de la juventud antes de que sea tarde. Es de origen clásico (se puede encontrar en Horacio y FORMAS Y TÉCNICAS LITERARIAS Ausonio) y tiene gran resonancia durante el Renacimiento. También se le conoce como colligo virgo rosas (coge, muchacha, las rosas). En tanto que de rosa y azucena se muestra la color en vuestro gesto, y que vuestro mirar ardiente, honesto, enciende al corazón y lo refrena; y en tanto que el cabello, que en la vena del oro se escogió, con vuelo presto, por el hermoso cuello blanco, enhiesto, el viento mueve, esparce y desordena: coged de vuestra alegre primavera el dulce fruto, antes que el tiempo airado cubra de nieve la hermosa cumbre; marchitará la rosa el viento helado. Todo lo mudará la edad ligera por no hacer mudanza en su costumbre. Garcilaso de la Vega Recedant vetera! (atrás lo viejo). Expresión de rebeldía juvenil, consiste en el rechazo de lo establecido, de las costumbres arcaicas y el inmovilismo. Aparece en la literatura renacentista, pero también en el Romanticismo y el Modernismo. Y se requiere ardor, fuerza y audacia, la anciana edad carece de eficacia. Pero es la juventud rayo que aterra y abraza desde el cielo hasta la tierra cuanto encuentra el torrente de su fuego. Jóvenes somos, ataquemos luego; vamos a castigar delito tanto; José Cadalso El poeta latino Horacio ya planteó en varios poemas el tópico del carpe diem. Religio amoris (culto al amor). El amor es una enfermedad o servidumbre que coarta al hombre, por lo que debe liberarse, aunque se suele reconocer su imposibilidad.. Fuerza de amor ha puesto injustamente en duro estrecho mi cansada vida. Pero la volunta ciega, y rendida, ni escucha el mal, ni la desdicha siente. Da voces la razón, y ciegamente la mano adora, que le da la herida; y a veces castigada, y ofendida, la pena llora, y el rigor consiente. Libre vivía, y muero entre cadenas; no sé quien me venció, sé que estoy preso; un tiempo viví cuerdo, ahora loco. Aun no entiendo la causa de mis penas, pero por ella sin mi antiguo seso, cuanto he perdido me parece poco. Francisco de Borja Amada enemiga. El poeta no puede dejar de amar a una mujer que, sin embargo, le desdeña y desprecia, pero el impulso amoroso no puede detenerse. Dejad las hebras de oro ensortijado que el ánima me tienen enlazada, y volved a la nieve no pisada lo blanco de esas rosas matizado. Dejad las perlas y el coral preciado de que esa boca está tan adornada; y al cielo, de quien sois tan envidiada, volved los soles que le habéis robado. La gracia y discreción, que muestra ha sido del gran saber del celestial maestro, volvédselo a la angélica natura; y todo aquesto así restituido, veréis que lo que os queda es propio vuestro: ser áspera, cruel, ingrata y dura. Francisco de Terrazas 45 UNIDAD 2 Omnia vincit amor (el amor todo lo puede). El amor purifica a la persona y hace que nada la asuste ni nada la arredre. Todo lo vence el amor, todo lo espera, igual es con la muerte en poderío, divino ardor que no lo anega el río de la tribulación y angustia fiera. Luis de Ribera Beatus ille (dichoso aquel). Elogio de la vida solitaria del campo frente a la urbana, demasiado apegada a la gloria, el poder y el dinero, y nociva para el espíritu humano. Es previlegio del aldea que bivan los que biven en ella más sanos y mucho menos enfermos; lo qual no es assí en las grandes ciudades, a do por ocasión de ser las casas altas, los aposentos tristes y las calles sombrías, se corrompen más ayna los aires y enferman más presto los hombres. ¡Oh bendita tú, aldea, a do la casa es más ancha, la gente más sincera, el aire más limpio, el sol más claro, el suelo más enxuto, la plaza más desembaraçada, la horca menos poblada, la república más sin rencilla, el mantenimiento más sano, el exercicio más continuo, la compañía más segura, la fiesta más festejada y sobre todo los cuydados muy menores y los passatiempos mucho mayores! Fray Antonio de Guevara Caravaggio, Omnia vincit amor Aurea mediocritas (dorada medianía). Muy relacionada con el anterior, es la exaltación de la sencillez y el término medio, en contraste a los excesos, el poder y el destacar. Al igual que el beatus ille, suele ser muy del gusto de las corrientes estoicas y ascéticas. Quiero, Fabio, seguir a quien me llama y callado pasar entre la gente, que no afecto los nombres ni la fama. El soberbio tirano del Oriente, que maciza las torres de cien codos del cándido metal puro y luciente, apenas puede ya comprar los modos del pecar; la virtud es más barata, ella consigo misma ruega a todos. ¡Pobre de aquel que corre y se dilata por cuantos son los climas y los mares, perseguidor del oro y de la plata! Un ángulo me basta entre mis lares, un libro y un amigo, un sueño breve, que no perturben deudas ni pesares. Esto tan solamente es cuanto debe naturaleza al simple y al discreto, y algún manjar común, honesto y leve. Andrés Fernández de Andrada Fortuna mutabile (mudable fortuna). El azar, el destino o el sino gobiernan las relaciones humanas y pueden encumbrar o enterrar en un instante las ilusiones y estatus de los humanos. Ya desde la Edad Media se puede encontrar este tópico en nuestra literatura. Deseos de subir adonde pueda tener lugar que a todos me adelante me incitan a inquietar un noble amante, aunque de serlo yo la culpa exceda. A la fortuna le pusieron rueda, no sólo por ser fácil e inconstante, mas porque en ella un hombre se levante, pues si no la provoca, se está queda. Tan presto es liberal como es avara; ya los que estaban llenos se ven faltos, ya los que eran cobardes atrevidos. Ella, en efecto, es rueda, y nunca para y así, por fuerza, donde caen los altos, vienen a levantarse los caídos. Lope de Vega Edward Burne-Jones, La rueda de la Fortuna 46 Tempus irreparabile fugit (el tiempo pasa irremisiblemente). El tiempo pasa de forma fugaz e irrecuperable, lo que comporta una evidente angustia y pesimismo. Tiene gran auge, por ejemplo, en el Barroco. FORMAS Y TÉCNICAS LITERARIAS Mira con cuánta prisa se desvía de nosotros el sol al mar vecino, y aprovecha, Fernando, en tu camino la luz pequeña deste breve día, Antes que en tenebrosa noche fría pierdas la senda y de buscarla el tino, y aventurado en manos del destino vagues errando por incierta vía. Hágante ajenos casos enseñado, y el miserable fin de tantos pueda con fuerte ejemplo apercibir tu olvido. Larga carrera, plazo limitado tienes, veloz el tiempo corre, y queda sólo el dolor de haberlo mal perdido. Juan de Arguijo Contemptus mundi (desprecio del mundo). La vida es sólo un valle de lágrimas y de sufrimiento por lo que suele ir asociada a la creencia de que es un mero tránsito hacia otra vida, eterna, gozosa y preferible. Tiene gran arraigo en la época medieval. No tengamos tiempo ya en esta vida mezquina por tal modo, que mi voluntad está conforme con la divina para todo; y consiento en mi morir con voluntad placentera, clara y pura, que querer hombre vivir cuando Dios quiere que muera, es locura. Jorge Manrique Omnia mors aequat (la muerte iguala a todos). Carácter democrático de la muerte, que afecta a todos por igual y nadie puede evitar. Tiene gran importancia en el ideario medieval. A buena fe, señor -respondió Sancho-, que no hay que fiar en la descarnada, digo, en la muerte, la cual también come cordero como carnero; y a nuestro cura he oído decir que con igual pie pisaba las altas torres de los reyes como las humildes chozas de los pobres. Tiene esta señora más de poder que de melindre: no es nada asquerosa, de todo come y a todo hace, y de toda suerte de gentes, edades y preeminencias hinche sus alforjas. No es segador que duerme las siestas, que a todas horas siega, y corta así la seca como la verde yerba; y no parece que masca, sino que engulle y traga cuanto se le pone delante, porque tiene hambre canina, que nunca se harta; y, aunque no tiene barriga, da a entender que está hidrópica y sedienta de beber solas las vidas de cuantos viven, como quien se bebe un jarro de agua fría. Miguel de Cervantes Ubi sunt (dónde están). Relacionado con el anterior, es la pregunta sin respuesta de qué se ha hecho de la gloria, la opulencia y el poder de los tiempos pasados y las personas muertas, lo que invita a la reflexión de lo vano de su persecución. Tiene gran predicamento en la época medieval. ¿Qué se ficieron los emperadores, papas e reyes, grandes prelados, duques e condes, caballeros famados, los ricos, los fuertes e los sabidores, e cuantos sirvieron lealmente amores, faciendo sus armas en todas las partes, e los que fallaron ciencias e artes, doctores, poetas e los trovadores? (…) Pues, ¿do los imperios e do los poderes, reinos, rentas e los señoríos? A do los orgullos, las famas e bríos, a do las empresas, a do los traeres? ¿A do las ciencias, a do los saberes, a do los maestros de la poetría, a do los rimares de gran maestría, a do los cantares, a do los tañeres? Ferrán Sánchez Calavera Las ruinas –como las de Cartago– ejemplifican a la perfección el tópico del ubi sunt, de aquello que fue y ya no es. 47 UNIDAD 2 Sic transit gloria mundi (así pasa la gloria mundana). Carácter efímero de la gloria y poder humano, condenado a la muerte. Muy parecido al anterior, suele relacionarse con el ascetismo. Allí veréis que los teatros más magníficos de pompa y gloria se transforman en un instante en lúgubres panteones de esqueletos; que la risa se convierte en llanto; los adornos, en luto; el aplauso, en horror; y los más festivos epinicios, en tristes epicedios. Allí veréis, que las dignidades humanas son una luz de naturaleza tan rara, que, colocada sobre nuestras cabezas, deslumbra con sus humos, y, abatida debajo de nuestros pies, ilustra con sus rayos. ¡Ah, quiera el cielo, señores, que estas provechosas lecciones, que con voz igualmente persuasiva que muda, nos está dictando ese ilustrísimo polvo, hagan tan profundo eco en nuestras almas, que jamás dejemos de percibir su sonido! ¡Quiera el cielo que aprendamos de nuestro difunto Príncipe a encontrar nuestra mayor exaltación por la senda de las humillaciones; que aprendamos la ardua ciencia de ser mucho con sólo el estudio de ser nada; que aprendamos a comprar con el precio o desprecio de las glorias mundanas la eterna gloria! Juan Bautista de Aguirre Juan Valdés Leal, In ictu oculi Vanitas vanitatis et omnia vanitas (vanidad de vanidades, todo es vanidad). Las apariencias son engañosas, debe rechazarse toda ambición desmesurada, ya que todo es vano. ¡Infeliz del que busca en la apariencia la dicha y en la efímera alabanza, y muda de opinión con la mudanza de la versátil pública conciencia! El presente es su sola providencia; cede al soplo del viento que le lanza al bien sin fe y al mal sin esperanza; que en errar con el mundo está su ciencia. ¡Y feliz el varón independiente que, libre de mundana servidumbre, aspira entre dolor y pesadumbre Pieter Claesz, Vanitas a la eterna verdad, no a la presente, conociendo que el mundo y sus verdades son sólo vanidad de vanidades! Julio Arboleda Memento mori (recuerda que has de morir). Certeza y recuerdo de que la muerte llega tarde o temprano. Se trata de una advertencia de carácter ascético, muy en boga durante el Medioevo. Claro y sagrado río, y tu ribera de esmeraldas y pórfidos vestida corto descaso de una amarga vida, que entre amor y esperanza desespera. Cierto mal, bien incierto, ausencia fiera, gloria pasada y gloria arrepentida, tienen tan acabada y combatida la triste vida, que la muerte espera. Francisco de la Torre Nihil novum sub sole (nada nuevo bajo el sol). Carácter repetitivo y cíclico que se da en la vida, las civilizaciones… Ya aparecía en la Biblia. Uniforme, monótono y cansado es sin duda este mundo en que vivimos. En Oriente de rayos coronado, el sol que vemos hoy, ayer le vimos. De flores vuelve a engalanarse el prado, vuelve el otoño pródigo en racimos, y tras los hielos del invierno frío, coronado de espigas el estío. ¿Y no habré yo de repetirme a veces, decir también lo que otros ya dijeron, a mí a quien quedan ya sólo las heces del rico manantial en que bebieron? ¿Qué habré yo de decir que ya con creces no hayan dicho tal vez los que murieron, Byron y Calderón, Shakespeare, Cervantes, y otros tantos que vivieron antes? José de Espronceda 48 FORMAS Y TÉCNICAS LITERARIAS Nadie se libra del amor. El amor a todos tienta, incluso a los espíritus más remisos a ser heridos por sus flechas. Nadie de amor evita la asechanza, por remedios que oponga a su porfía. Vive desiertos, huye las ciudades, que amor te buscará en las soledades. Vicente García de la Huerta Amor post mortem (amor más allá de la muerte). Defensa del amor como un sentimiento que logra vencer a la muerte y la pervive. Muy presente desde el Renacimiento y el Barroco. Él murió a la media noche, ella a los gallos cantar; a ella como hija de reyes la entierran en el altar, a él como hijo de conde unos pasos más atrás. De ella nació un rosal blanco, de él nació un espino albar; crece el uno, crece el otro, los dos se van a juntar; las ramitas que se alcanzan fuertes abrazos se dan, y las que no se alcanzaban no dejan de suspirar. La reina, llena de envidia, ambos los mandó cortar; el galán que los cortaba no cesaba de llorar; della naciera una garza, dél un fuerte gavilán juntos vuelan por el cielo, juntos vuelan a la par. Anónimo Non omnis moriar (no moriré del todo). La creación artística es imperecedera: a través de su obra, el artista vence a la muerte y logra vivir en la memoria de las generaciones futuras. ¡No moriré del todo, amiga mía! de mi ondulante espíritu disperso, algo en la urna diáfana del verso, piadosa guardará la poesía. Manuel Gutiérrez Nájera Cunctis sua disciplet aetas (a todos desagrada su edad). También conocido como el "cualquier tiempo pasado fue mejor" o "edad dorada", es un menosprecio por la época en que uno vive, ensalzando los tiempos pasados, más puros y genuinos. Dichosa edad y siglos dichosos aquéllos a quien los antiguos pusieron nombre de dorados, y no porque en ellos el oro, que en esta nuestra edad de hierro tanto se estima, se alcanzase en aquella venturosa sin fatiga alguna, sino porque entonces los que en ella vivían ignoraban estas dos palabras de tuyo y mío. Eran en aquella santa edad todas las cosas comunes; a nadie le era necesario, para alcanzar su ordinario sustento, tomar otro trabajo que alzar la mano y alcanzarle de las robustas encinas, que liberalmente les estaban convidando con su dulce y sazonado fruto. Las claras fuentes y corrientes ríos, en magnífica abundancia, sabrosas y transparentes aguas les ofrecían. En las quiebras de las peñas y en lo hueco de los árboles formaban su república las solícitas y discretas abejas, ofreciendo a cualquiera mano, sin interés alguno, la fértil cosecha de su dulcísimo trabajo. Los valientes alcornoques despedían de sí, sin otro artificio que el de su cortesía, sus anchas y livianas cortezas, con que se comenzaron a cubrir las casas, sobre rústicas estacas sustentadas, no más que para defensa de las inclemencias del cielo. Todo era paz entonces, todo amistad, todo concordia; aún no se había atrevido la pesada reja del corvo arado a abrir ni visitar las entrañas piadosas de nuestra primera madre, que ella, sin ser forzada, ofrecía, por todas las partes de su fértil y espacioso seno, lo que pudiese hartar, sustentar y deleitar a los hijos que entonces la poseían. Miguel de Cervantes Delectare et prodesse (deleitar y aprovechar). Una obra artística en general y literaria en particular debe cumplir dos requisitos básicos: divertir y enseñar. Pietro da Cortona, La edad de oro ¡Escriba usted confesiones con el fin de deleitar e instruir a la juventud, ponga usted en ellas toda su alma, para que caigan en manos de un zafio que haga de ellas chacota, o de una maritornes que las emplee para encender la lumbre! Benito Pérez Galdós 49 UNIDAD 2 Et in arcadia ego (yo también he vivido en la Arcadia). La felicidad terrena es efímera y su pérdida conlleva una evidente nostalgia y desasosiego. Se relaciona con el mito del paraíso perdido. En fin, D. Manuel había tomado en aborrecimiento su domicilio, y estaba en él lo menos posible. La tranquilidad no existía para él más que en la oficina, donde no hacía más que fumar y recibir a los amigos, y en casa de alguno de estos, como Bringas, por ejemplo. ¡Oh!, ¡cuánto envidiaba la paz del hogar de D. Francisco y aquella dulce armonía entre los caracteres de uno y otro cónyuge! Él había sido feliz en sus tiempos; pero ya no. Et in Arcadia ego. Era un paria, un desterrado, y pedía por favor que le tuvieran cariño y aun que le mimaran, para consolarse de la tormentosa vida que llevaba en su casa. Benito Pérez Galdós Guercino, Et in Arcadia ego Latet anguis in herba (la culebra se esconde en la hierba). Carácter engañoso y vano de la Naturaleza y la realidad: a veces un exterior atractivo oculta el veneno, la traición o el dolor. ¿Por qué tienen los besos espinas? ¿Por qué ocultan ponzoña las flores, y el veneno las bocas divinas y la hiel los más dulces amores? Ernesto Noboa Caamaño Pecuniae omnia parent (todo obedece al dinero). La riqueza y el dinero tienen un poder absoluto y todo y todos se doblegan ante él. Responde a la famosa máxima de "poderosos caballero es don Dinero". Y es tanta su majestad, aunque son sus duelos hartos, que con haberle hecho cuartos, no pierde su autoridad; pero, pues da calidad al noble y al pordiosero, poderoso caballero es don Dinero. Francisco de Quevedo Los motivos literarios, en cambio, son elementos, objetos materiales o imágenes que, de forma también recurrente, son usados en la literatura para, generalmente, confirmar o ilustrar determinados tópicos. A veces es difícil la distinción entre tópico y motivo, ya que se presentan tan interrelacionados, que pueden llegar a considerarse un mismo concepto. Un ejemplo: que la gloria mundana pasa y se desmorona es un tópico; en cambio, las ruinas como constatación literaria de este principio es un motivo. Algunos de los más destacados y pródigos son: Locus amoenus (lugar deleitable): descripción de un paisaje idealizado y maravilloso (bucólico), con prados verdes, ríos de aguas cristalinas, pájaros de canto armonioso, árboles de sombra reconfortante… Puede tener la función de ser el escenario de un llanto amoroso, la constatación de la grandeza de Dios o un ejemplo de lo que se pretende con el tópico del beatus ille. Mira cómo del alto Guadarrama ya por toda la falda y asperezas, entre los pinos y húmedas malezas, dividido en arroyos, se derrama, siguiendo un desigual despeñadero, el cúmulo de nieve que endureció en la cumbre el frío Enero, y el suave Abril liquida, mientras mueve el sol los ejes de oro "Mira cómo del alto Guadarrama…" hacia la celestial mansión del Toro. Ya el pie de la montaña y los profundos valles inmediatos que deslizado aquel torrente baña, mostrándose a tal riego nada ingratos, tienden aquí de verde hierba alfombra; allí visten sus árboles de ramas que más fresca y opaca den la sombra. Más allá los tomillos y retamas, cantuesos y romeros, por llanuras y oteros exhalan aromáticos olores Tomás de Iriarte 50 FORMAS Y TÉCNICAS LITERARIAS Las ruinas, como símbolo del paso del tiempo y la volubilidad de las grandezas humanas. Itálica, ¿do estás? Tu lozanía tendida yace al peso de los años. ¿Quién a la luz que dan tus desengaños en la sombra veloz del tiempo fía? Cedió tu pompa a la fatal porfía de tirana ambición de los extraños; mas hízote el ejemplo de tus daños libro de sabios, de ignorantes guía. Mal dije; no humilló tus torres claras tiempo ni emulación con manos fieras; que, a resistirte, de las dos triunfaras. Tu morir fue deber; que si hoy vivieras, ni a tus héroes más triunfos les hallaras, ni del mundo en el ámbito cupieras. Pedro de Quirós Ruinas de Itálica, en Santiponce, cerca de Sevilla Las flores, como imagen o metáfora de lo efímero de la existencia humana. Pura, encendida rosa, émula de la llama que sale con el día, ¿cómo naces tan llena de alegría si sabes que la edad que te da el cielo es apenas un breve y veloz vuelo, y ni valdrán las puntas de tu rama, ni púrpura hermosa a detener un punto la ejecución del hado premurosa? Francisco de Rioja Descriptio puellae (descripción de una bella joven), con una tez blanca y mejillas rosadas, el cabello rubio, los ojos brillantes, los labios de rubí, el cuello altivo, los dientes como perlas… Su función puede ser diversa: descripción de una muchacha desdeñosa del amor del poeta, imagen de la juventud que hay que aprovechar… Quien hizo a mi pastora, ¡ay perdido!, aquel cabello de oro, y no dorado, el rostro de cristal tan escogido, la boca de un rubí muy extremado, el cuello de alabastro y el sentido muy más que otra ninguna levantado, ¿por qué su corazón no hizo ante de cera, que de mármol y diamante? Jorge de Montemayor El reloj como medidor del tiempo que pasa veloz e irrecuperable. ¿Qué tienes que contar, reloj molesto, en un soplo de vida desdichada que se pasa tan presto? Francisco de Quevedo La rueda asociado a la fortuna y destino, mudable y caprichoso: hoy está en un punto (arriba) y mañana en otro (abajo). Todavía está Apolo triunfante, todavía gira bajo su lumbre la rueda del destino y viértense del carro en el diurno camino las ánforas de fuego, las urnas de armonía. Rubén Darío La noche como símbolo de lo misterioso e insondable, como protector de los amantes furtivos o que deben esconder su pasión, o como símbolo de la grandeza del universo y de la pequeñez del hombre; y el alba, como elemento regenerador, imagen de un nuevo comienzo o como final de la dicha de los enamorados. Odilon Redon, El carro de Apolo 51 UNIDAD 2 Estando en esto, alzaron los sus ojos, y el bullir sintieron de la gente, que ya la noche, resfriando, daba señal de la venida del lucero. Y así, de miedo del luciente día, descubridor de tenebrosos hechos, se hubieron de partir los dos amantes, entre ellos debatiendo un muy gran rato cuál de los dos primero partiría, queriendo cada cual ser el postrero. Juan Boscán Las estaciones del año aparecen como símbolo de la edad del hombre: la primavera adolescente, el verano juvenil, el otoño de la madurez y el invierno de la vejez. Comienzo a recordar, comienzo a darme un baño de la ardiente primavera: la adolescencia una estricta flecha, los libros como urgentes madrugadas, los camaradas, las ideas como fuegos del tiempo, brisas de la vida. Comienzo a recordar, comienzo a valorar toda la vida: la infancia y la juventud incomparables, el amor, la amistad, los sentimientos, la madurez ya otoño equilibrado, los ideales: pan y primaveras. Luis María Martínez La música como fuerza cautivadora y sosegante, pero también como vehículo para la intuición de Dios. El aire se serena y viste de hermosura y luz no usada, Salinas, cuando suena la música extremada, por vuestra sabia mano gobernada; a cuyo son divino mi alma, que en olvido está sumida, torna a cobrar el tino y memoria perdida de su origen primera esclarecida. Fray Luis de León La tormenta o el mar tempestuoso, como símbolos de la fuerza de la Naturaleza, pero también como trasfondo del desasosiego del alma humana. Como nubes que en negra tormenta precipita violento huracán, y en confuso montón apiñadas, de tropel y siguiéndose van, y visiones y horrendos fantasmas, monstruos raros de formas sin fin, y palacios, ciudades y templos, nuestros ojos figuran allí Joseph Mallord William Turner, El naufragio José de Espronceda El río y el mar como símbolos de la vida y la muerte. Nuestras vidas son los ríos que van a dar en la mar, que es el morir, allí van los señoríos derechos a se acabar y consumir; allí los ríos caudales, allí los otros medianos y más chicos, y llegados, soniguales los que viven por sus manos y los ricos. Jorge Manrique 52 FORMAS Y TÉCNICAS LITERARIAS El viaje, también como imagen de la vida. Al breve viaje que llamamos vida, buscarle paz y bendición quisimos, la fe nos alumbró, la senda vimos, y en venturosa audacia para juntos seguirla nos unimos. Miguel Riofrío El teatro como metáfora de la vida, que es un drama único e irrepetible, con el éxito o el olvido como premio o castigo. ¡Venid, mortales, venid a adornaros cada uno para que representéis en el Teatro del mundo! Pedro Calderón de la Barca El sueño y la vigilia como imágenes de la vida terrenal y eterna. Y un sueño a la verdad pasa la vida, sueño al principio de dorada lumbre, senda de flores mil fácil subida que a un monte lleva de lozana cumbre; después vereda áspera y torcida, monte de insuperable pesadumbre, donde cansada de una en otra breña, llora la vida y lo pasado sueña. Sueños son los deleites, los amores, la juventud, la gloria y la hermosura; sueños las dichas son, sueños las flores, la esperanza, el dolor, la desventura. Triunfos, caídas, bienes y rigores el sueño son que hasta la muerte dura, y en cierto y continuo movimiento agita al ambicioso pensamiento. William E. Reynolds-Stephens, En los brazos de Morfeo José de Espronceda Captatio benevolentiae (captación benevolente), o la modestia como forma de ganarse el favor del público. Desocupado lector, sin juramento me podrás creer que quisiera que este libro, como hijo del entendimiento, fuera el más hermoso, el más gallardo y más discreto que pudiera imaginarse. Pero no he podido yo contravenir al orden de naturaleza; que en ella cada cosa engendra su semejante. Y así, ¿qué podrá engendrar el estéril y mal cultivado ingenio mío, sino la historia de un hijo seco, avellanado, antojadizo y lleno de pensamientos varios y nunca imaginados de otro alguno, bien como quien se engendró en una cárcel, donde toda incomodidad tiene su asiento y donde todo triste ruido hace su habitación? Miguel de Cervantes 4. La métrica. La métrica es la parte de la literatura que se ocupa de todos aquellos aspectos técnicos del verso. En un poema podemos encontrar cadenas de palabras –cada una de ellas en una línea diferente– que reciben el nombre de verso. Los versos se agrupan en estrofas y éstas, a su vez, en poemas enteros. Un poema puede estar formado sólo por dos versos o por miles. 4.1. Medida. La medida de un verso es el cómputo de sílabas, como si de una frase se tratara (los diptongos contarán como una sola sílaba y los hiatos como dos). Para determinar qué tipo de verso estamos analizando hay que tener en cuenta que: Si la última palabra del verso es aguda, se le sumará una sílaba: temblando se clavará tem/blan/do/se/cla/va/rá 7 + 1 = 8 sílabas Si acaba en llana, se contará normalmente: flor que toco se deshoja flor/que/to/co/se/des/ho/ja 8 + 0 = 8 sílabas Si acaba en esdrújula, se le restará una sílaba: verdes los tienen las Náyades ver/des/los/tie/nen/las/Ná/ya/des 9 - 1 = 8 sílabas 53 UNIDAD 2 4.2. Licencias métricas. Muy a menudo se encuentran en un verso vocales en contacto, sea dentro de una misma palabra, sea porque coinciden un final vocálico con un comienzo vocálico. Estas eventualidades se denominan licencias métricas, y son las siguientes: Sinalefa: cuando la vocal final de una palabra y la inicial de la siguiente se unen en una sola sílaba. La sinalefa es la forma natural de considerar este caso. Yo soy la ardiente nube que en el ocaso ondea; yo soy del astro errante la luminosa estela. Gustavo Adolfo Bécquer Diéresis: destrucción de un diptongo, haciendo aumentar en una sílaba la medida del verso. No es la forma natural de contar el verso, por lo que debería evitarse. No las francesas armas odi-osas, en contra puestas del airado pecho, ni en los guardados muros con pertrecho los tiros y saetas ponzoñosas; no las escaramuzas peligrosas, ni aquel fiero ru-ido contrahecho de aquel para Júpiter fu-e hecho por manos de Vulcano artificiosas. Garcilaso de la Vega Sinéresis: consiste en romper un hiato y convertirlo en un falso diptongo, disminuyendo en una sílaba la medida del verso. Es todavía más infrecuente que la diéresis. Vulcano forjando los rayos de Júpiter, de Peter Paul Rubens Confuso ca-os y Babilonia ciega pesada carga y temeroso cargo, dulce al dichoso, al desdichado amargo, que a uno excusa el morir y a otro le ruega Lope de Vega Hiato: ruptura de una sinalefa lógica, lo que tampoco es lo natural. De-áspera corteza se cubría los tiernos miembros, que aún balbuciendo estaban; los blancos pies en tierra se hincaban y en torcidas raíces se volvían. Garcilaso de la Vega 4.3. Cesura y hemistiquio. Los versos largos (12 o más sílabas), cuando son recitados, contienen una breve pausa en su interior (cesura). Situada generalmente en medio del verso, lo divide en dos mitades (hemistiquios), que deben contabilizarse como si de versos independientes se tratara, con todo lo que esto comporta (por ejemplo, un final agudo del primer hemistiquio sumará una sílaba y un final esdrújulo la restará). Mira el signo sutil / que los dedos del viento hacen al agitar / el tallo que se inclina y se alza en una rítmica / virtud de movimiento. Con el áureo pincel / de la flor de la harina Rubén Darío Dafne y Apolo, de Gian Lorenzo Bernini En este fragmento los versos son de 12 sílabas y se dividen en dos hemistiquios de 6 sílabas cada verso; para ello debemos tener en cuenta que en los versos primero, segundo y cuarto se suma una sílaba por ser final de hemistiquio en aguda, mientras que en el tercero el final esdrújulo hace que restemos una. 4.4. Encabalgamiento. A veces, por razones muy diversas, los poetas no hacen coincidir el final de un verso con el final de un período sintáctico, de forma que se produce un cierto desajuste entre la expresión poética y la gramatical. Los encabalgamientos pueden ser imperceptibles, pero a veces denotan brusquedad extrema, hasta el punto que pueden romper palabras enteras. El tren iba rodando sobre sus rieles. Era en los días de mi dorada primavera y era en mi Nicaragua natal. Rubén Darío 54 FORMAS Y TÉCNICAS LITERARIAS Junto a la cuna aún no está encendida la lámpara tibia, que alegra y reposa, y se filtra opaca, por entre cortinas de la tarde triste la luz azulosa. José Asunción Silva Por fin dejé el tenebroso recinto de mis paredes; por fin, ¡oh espíritu!, puedes por el espacio volar. Gertrudis Gómez de Avellaneda Se cuelga el espacio, limpio, de nardos que tejen rayos de sol con hilos de brisa, entrecielo puro y salado. Juan Ramón Jiménez "Se cuelga el espacio, limpio, de nardos que tejen rayos de sol" 4.5 Tipos de verso y nomenclatura. En la métrica española se consideran dos grandes tipos de verso: De arte menor (hasta ocho sílabas inclusive): bisílabos (2), trisílabos (3), tetrasílabos (4), pentasílabos (5), hexasílabos (6), heptasílabos (7), octosílabos (8). Estos dos últimos son los más empleados. De arte mayor (a partir de nueve sílabas): eneasílabos (9), decasílabos (10), endecasílabos (11), dodecasílabos (12), tridecasílabos (13), tetradecasílabos o alejandrinos (14), pentadecasílabos (15), hexadecasílabos (16), heptadecasílabos (17), octodecasílabos (18), eneadecasílabos (19)… Los versos de arte mayor más habituales y naturales en la literatura en español son el endecasílabo y el alejandrino. 4.6. El ritmo. Los poetas suelen construir sus versos repartiendo de forma regular las sílabas tónicas, de forma que los acentos importante de cada verso recaigan siempre en el mismo punto, lo cual se denomina ritmo. Cuando todos los versos tienen la misma sucesión de sílabas átona y tónicas se consigue un ritmo perfecto, lo que entraña una gran musicalidad. Los cinco tipos de ritmo más habituales son: Yambo: o ó: amor de ti nos quema blanco cuerpo. Troqueo: ó o: y eran una sombra larga. Dáctilo: ó o o: ínclitas razas ubérrimas, sangre de Hispania fecunda. Anfibraco: o ó o: la angustia soberbia de sus pabellones. Anapesto: o o ó: los suspiros se escapan de su boca de fresa. 4.7. La rima. La rima consiste en la repetición periódica de los mismos fonemas a partir de la última vocal acentuada de cada verso. La convención métrica establece que a cada tipo de rima le corresponde una letra diferente (mayúscula si el verso es de arte mayor y minúscula si es de arte menor). Hay dos tipos de rima: Consonante: cuando coinciden todos los sonidos (vocales y consonantes). Cual suele la luna tras lóbrega nube con franjas de plata bordarla en redor, y luego si el viento la agita, la sube disuelta a los aires en blanco vapor: A B A B Así vaga sombra de luz y de nieblas, mística y aérea dudosa visión, ya brilla, o la esconden las densas tinieblas cual dulce esperanza, cual vana ilusión. C D C D José de Espronceda 55 UNIDAD 2 Asonante: si sólo se repiten las vocales, mientras que las consonantes cambian. En medio del campo, tiene la ventana abierta la ermita sin ermitaño. Un tejadillo verdoso. Cuatro muros blancos. Lejos relumbra la piedra del áspero Guadarrama. Agua que brilla y no suena. En el aire claro, ¡los alamillos del soto, sin hojas, liras de marzo! A B A C A B – B A C A Antonio Machado A veces, el autor deja versos sin rimar, de entre los que distinguimos: Versos sueltos: aquéllos que quedan sin rima en una estrofa donde otros sí riman (el verso séptimo del poema anterior sería un ejemplo). Versos blancos: cuando ningún verso del poema rima (o sólo lo hace alguno de forma casi casual). El cielo que hace hoy, hermoso como el río y rumoroso como él, despacio va sobre las aguas que ennoblece el tiempo y lentas como el cielo que reflejan. Es ésta la ciudad. Somos tú y yo. Calle por calle vamos hasta el cielo. Toca –para creer– la piedra mansa, la paciencia del pretil. Jaime Gil de Biedma 4.8. Estrofas. Los versos de un poema se agrupan en estrofas, o sea, grupos de versos que responden a un patrón ya establecido. Existe una gran cantidad de estrofas y, de hecho, uno puede crear estructuras nuevas, si bien la tendencia del poeta suele ser usar las ya existentes. Las estrofas mas usuales de la métrica española son: De dos versos: f Pareado: grupos de dos versos que riman asonante o consonantemente entre sí. El cantor va por todo el mundo sonriente o meditabundo. El cantor va sobre la tierra en blanca paz o en roja guerra. Sobre el lomo del elefante por la enorme India alucinante. Rubén Darío De tres versos: f Terceto: tres versos de arte mayor con diferentes posibilidades de rima consonante (por ejemplo, que rimen consonantemente el primero y el último, quedando libre el segundo; que rimen los tres; etc.). "…sobre el lomo del elefante" Verdugos de ideales afligieron la Tierra, en un pozo de sombra la humanidad se encierra con los rudos molosos del odio y de la guerra. Rubén Darío f Tercerilla: tres versos de arte menor donde riman consonantemente el primero y el último y queda libre el segundo (a–a). Se miente más de la cuenta por falta de fantasía: también la verdad se inventa. Antonio Machado f Soleá: tres versos de arte menor donde riman asonantemente el primero y el último y queda libre el segundo (a–a). Demos tiempo al tiempo: para que el vaso rebose hay que llenarlo primero. Antonio Machado 56 FORMAS Y TÉCNICAS LITERARIAS f Terceto encadenado: grupos de tres versos de arte mayor donde riman consonantemente el primero y el último; el segundo, a su vez, rima con el primero y el tercero del grupo siguiente, hasta llegar al final, donde se añade un verso para que ninguno quede sin rimar, formándose, por tanto, un serventesio (ABA BCB CDC … XYXY). Si en ésta o en aquélla el desvarío o la fortuna me llevase un día y allí gastase todo el tiempo mío, el celoso temor con mano fría en medio del calor y ardiente arena el triste corazón me apretaría; y en el rigor del hielo, en la serena noche, soplando el viento agudo y puro que el veloce correr del agua enfrena, de aqueste vivo fuego, en que me apuro y consumirme poco a poco espero, sé que aun allí no podré estar seguro, y así diverso entre contrarios muero. "el veloce correr del agua" Garcilaso de la Vega De cuatro versos: f Cuarteto: cuatro versos de arte mayor con rima consonante entre el primero y el cuarto por un lado, y el segundo y tercero por el otro (ABBA). Como lirio del sol descolorido ya de tanto llorar tengo el semblante, y cuando venga mi gallardo amante, se pondrá al contemplarlo entristecido. Carolina Coronado f Serventesio: cuatro versos de arte mayor con rima consonante entre el primero y el tercero por un lado, y el segundo y el cuarto por el otro (ABAB). Yo arrastro esa cadena. Y tú, que un día, a cuya última luz morir debimos, tu alma sintió lo que sintió la mía y un alma sola para amar tuvimos. Gabriel García Tassara Cuarteto, serventesio, redondilla y cuarteta son cuatro tipos de estrofa muy parecidos, cuya diferencia estriba en ser de arte mayor o arte menor y presentar la rima consonante ABBA o ABAB f Redondilla: cuatro versos de arte menor con rima consonante entre el primero y el cuarto por un lado, y el segundo y el tercero por el otro (abba). Y amando el cuerpo la tierra, y el alma adorando al cielo, siempre están en su desvelo, carne y espíritu en guerra. Ramón de Campoamor f Cuarteta: cuatro versos de arte menor con rima consonante entre el primero y el tercero por un lado, y el segundo y el cuarto por el otro (abab). De tus labios, la sonrisa, la paz de tu lengua mana… leve, áurea como brisa de purpurina mañana. José Zorrilla f Copla: cuatro versos octosílabos con rima asonante entre el segundo y el cuarto, mientras que el primero y el tercero quedan libres (8– 8a 8– 8a). No extrañéis, dulces amigos, que esté mi frente arrugada: yo vivo en paz con los hombres y en guerra con mis entrañas. Antonio Machado f Seguidilla: el primer y tercer verso son heptasílabos y quedan libres, mientras que el segundo y el cuarto son pentasílabos y riman asonantemente (7– 5a 7– 5a). Yo suelo, caballero en sueños graves, cabalgar horas lenguas sobre los aires. José Martí 57 UNIDAD 2 f Cuaderna vía o tetrástrofo monorrimo: cuatro versos alejandinos que riman igual consonantemente (14A 14A 14A 14A). La verdura del prado, la olor de las flores, las sombras de los árboles de temprados sabores refrescáronme todo, e perdí los sudores: podrie vivir el hombre con aquellos olores. Gonzalo de Berceo De cinco versos: f Quinteto: cinco versos de arte mayor con rima consonante y libertad de rima siempre que no rimen tres versos seguidos, ninguno quede libre y los dos últimos no formen pareado. Ese vago clamor que rasga el viento es la voz funeral de una campana: vano remedo del postrer lamento de un cadáver sombrío y macilento que en sucio polvo dormirá mañana. José Zorrilla f Quintilla: las mismas condiciones que el quinteto, pero de arte menor. Si es cierto lo que se espera, es un consuelo en verdad; pero siendo una quimera, en tan frágil realidad quien espera desespera. José Zorrilla f Lira: cinco versos con la siguiente estructura: 7a 11B 7a 7b 11B. La lluvia baña el techo; envían largos ríos los collados; su trabajo deshecho, los campos anegados, miran los pastores espantados. "Ese vago clamor que rasga el viento es la voz funeral de una campana" Fray Luis de León De seis versos: f Sexteto: seis versos de arte mayor con rima consonante y libertad de rima siempre que no rimen tres versos seguidos, ninguno quede libre y los dos últimos no formen pareado. Filósofo he de ser; y tú que oíste mis versos amorosos algún día, oye sentencias con estilo triste y lúgubres acentos, Filis mía, y di si aquel que requebrarte sabe, sabe también hablar en tono grave. José Cadalso f Sexteto agudo: seis versos de arte mayor donde riman consonantemente los versos primero y segundo por un lado, cuarto y quinto por el otro, y tercero y sexto por último, con la particularidad de que esta última rima tiene que ser con palabras agudas (AABCCB). Ruega generoso, piadoso, orgulloso; ruega, casto, puro, celeste, animoso; por nos intercede, suplica por nos, pues casi ya estamos sin savia, sin brote, sin alma, sin vida, sin luz, sin Quijote, sin pies y sin alas, sin Sancho y sin Dios. Rubén Darío f Sextilla: las mismas condiciones que la sextina pero de arte menor. Yo he conocido esta tierra en que el paisano vivía. Y su ranchito tenía y sus hijos y mujer… Era una delicia el ver cómo pasaba sus días.. José Hernández 58 FORMAS Y TÉCNICAS LITERARIAS f Estrofa de pie quebrado o estrofa manriqueña: poema con rima consonante y estructura 8a 8b 4c 8a 8b 4c. Fortuna, no me amenaces, ni menos me muestres gesto mucho duro, que tus guerras y tus paces conozco bien, y por esto no me curo. Jorge Manrique De ocho versos: f Copla de arte mayor: estrofa de ocho versos dodecasílabos (con cesura) que riman consonantemente ABBAACCA. Al muy prepotente don Juan el segundo, aquel con quien Júpiter tuvo tal celo que tanta de parte le fizo del mundo cuanta a sí mesmo se fizo del cielo, al gran rey de España, al César novelo; al que con Fortuna es bien fortunado, aquel en quien caben virtud e reinado; a él, la rodilla fincada por suelo. Juan de Mena f Octava real: estrofa de gran arraigo que consiste en ocho endecasílabos con rima consonante ABABABCC. Con tanta mansedumbre el cristalino Tajo en aquella parte caminaba que pudieron los ojos el camino determinar apenas qué llevaba. Peinando sus cabellos de oro fino, una ninfa del agua do moraba la cabeza sacó, y el prado ameno vio de flores y de sombra lleno. Garcilaso de la Vega f Octava italiana: ocho endecasílabos con rima consonante –AAB–CCB (la rima de los versos cuarto y octavo debe ser forzosamente aguda). "Al muy prepotente don Juan el segundo, aquel con quien Júpiter tuvo tal celo" ¡Ay! Cuán hermosa, cándida y divina brilla en su frente la inocencia pura, más alba que la luz que el sol fulgura al nacer entre mares de carmín. Qué blondos sus cabellos aromados que en mil rizos descienden por su espalda, adornados tal vez de una guirnalda de azucenas y cándido jazmín. Juan Valera f Octavilla: el patrón es el mismo que la octava italiana (–abb–ccb) pero con versos octosílabos Ya el sol esconde sus rayos, el mundo en sombras se vela, el ave a su nido vuela. Busca asilo el trovador. Todo calla: en pobre cama duerme el pastor venturoso: en su lecho suntuoso se agita insomne el señor. José de Espronceda De diez versos: f Décima o espinela: estrofa de diez versos octosílabos con rima abbaaccddc. Cuentan de un sabio, que un día tan pobre y mísero estaba, que sólo se sustentaba de unas yerbas que comía. ¿Habrá otro –entre sí decía– más pobre y triste que yo? Y cuando el rostro volvió halló la respuesta, viendo que iba otro sabio cogiendo las hojas que él arrojó. Pedro Calderón de la Barca 59 UNIDAD 2 De catorce versos: f Soneto: sin duda alguna, la estrofa más usada en literatura. Son dos cuartetos seguidos de dos tercetos. La forma más habitual es la de catorce endecasílabos con rima ABBA ABBA CDC DCD o bien ABBA ABBA CDE CDE, si bien puede haber variantes como usar versos octosílabos o alejandrinos o construir rimas diferentes de las anteriores. Feliciano me adora y le aborrezco; Lisardo me aborrece y yo le adoro; por quien no me apetece ingrato, lloro, y al que me llora tierno, no apetezco: a quien más me desdora, el alma ofrezco; a quien me ofrece víctimas, desdoro; desprecio al que enriquece mi decoro y al que le hace desprecios enriquezco; si con mi ofensa al uno reconvengo, me reconviene el otro a mí ofendido y al padecer de todos modos vengo; pues ambos atormentan mi sentido: aquéste con pedir lo que no tengo y aquél con no tener lo que le pido. Sor Juana Inés de la Cruz De número indeterminado de versos: f Romance: serie indefinida –pueden ser 6 versos, pero también centenares– de octosílabos con rima asonante idéntica en todos los pares y libres los impares (8– 8a 8– 8a 8– 8a…). A media legua de Palos, sobre una mansa colina, que dominando los mares está de pinos vestida, de la Rábida el convento, fundación de orden francisca, descuella desierto, solo, desmantelado, en ruinas, no por la mano del tiempo, aunque es obra muy antigua, sino por la infame mano de revueltas y codicias, que a la nación envilecen y al pueblo desmoralizan, destruyendo sus blasones, robándole sus doctrinas. "está de pinos vestida, de la Rábida el convento" Duque de Rivas f Romance endecha: estrofa con las mismas condiciones que el romance pero con versos heptasílabos. "…notó el sabio elefante que entre ellos era moda incurrir en abusos" 60 Allá, en tiempo de entonces y en tierras muy remotas, cuando hablaban los brutos su cierta jerigonza, notó el sabio elefante que entre ellos era moda incurrir en abusos dignos de gran reforma. Afeárselos quiere y a este fin los convoca. Hace una reverencia a todos con la trompa y empieza a persuadirlos en una arenga docta que para aquel intento estudió de memoria. Tomás de Iriarte FORMAS Y TÉCNICAS LITERARIAS f Romancillo: estrofa con las mismas condiciones que el romance pero con versos hexasílabos. ¡Tristes de las mozas a quien trujo el cielo por casas ajenas a servir a dueños, que, entre mil, no salen cuatro apenas buenos, que los más son torpes y de antojos feos! ¿Pues qué, si la triste acierta a dar celos al ama, que piensa que le hace tuerto? Ajenas ofensas pagan sus cabellos, oyen sus oídos siempre vituperios, parece la casa un confuso infierno; que los celos siempre fueron vocingleros. Miguel de Cervantes f Romance heroico: estrofa con las mismas condiciones que el romance pero con versos endecasílabos. La primera persona de la Corte es Raquel; a su obsequio se dedican los grandes y pequeños, que presumen ser las bajezas puertas de la dicha. ¿Quién, Garcerán, no teme, aunque su ilustre nacimiento y conducta le distingan, caer en su desgracia? De su arbitrio penden honor, hacienda, fama y vida; agotados del Reino los tesoros tiene su profusión; su altanería, por sumisión, adoración pretende; besarla el pie, doblarla la rodilla, el medio de medrar es en la Corte. ¿Y esto los Ricos Hombres de Castilla deben sufrir? ¿Es esto ser leales? Esto no es lealtad, es villanía. Vicente García de la Huerta "La primera persona de la Corte es Raquel" f Villancico: poema con un número muy variable de versos que está formado por varias partes: la cabeza o tema iniciales (de dos a cuatro versos); la mudanza (que va variando) en cada parte; el verso de enlace (que rima con la mudanza pero se relaciona sintácticamente con el estribillo); y el estribillo (que rima con la cabeza e incluso toma palabras y expresiones de ella). Torna ya, pastor, en ti, dime, ¿quién te perturbó? ¡No me lo preguntes, no! Torna, torna en tu sentido, que vienes embelesado. Tan linda zagala he vido que es por fuerza estar asmado. Parte conmigo el cuidado. Dime, ¿quién te perturbó? ¡No me lo preguntes, no! Pues que saber no te mengua, da razón de tu razón. Al más sabio falta lengua viendo tanta perfección. Cobra, cobra corazón. Dime, ¿quién te perturbó? ¡No me lo preguntes, no! Juan del Encina Jacopo da Ponte, Escena pastoril 61 UNIDAD 2 f Silva: serie indefinida de versos endecasílabos y heptasílabos que riman a gusto del autor. "Cuando a la excelsa cumbre de Moncayo rompe luciente sol las canas nieves" A ti, clavel ardiente, envidia de la llama y de la Aurora, miró al nacer más blandamente Flora: color te dio excelente y del año las horas más suaves. Cuando a la excelsa cumbre de Moncayo rompe luciente sol las canas nieves con más caliente rayo, tiendes igual las hojas abrasadas. Mas, ¿quién sabe si a Flora el color debes, cuando debas las horas más templadas? Amor, Amor, sin duda, dulcemente te bañó de su llama refulgente y te dio el puro aliento soberano: que eres, flor encendida, pública admiración de la belleza, lustre y ornato a pura y blanca mano, y ornato y lustre y vida al más hermoso pelo que corona nevada y tersa frente, ¡sola merced de Amor, no de suprema otra deidad alguna, oh flor de alta fortuna! Francisco de Rioja f Estancia: muy parecida a la silva, pero, una vez establecida una estructura de diez, doce, veinte versos…, se va repitiendo tanto la sucesión de versos como de rimas. ¿Quién hay de amor esenta que tenga tal estremo de dar quexas al cielo, di, Solisa? Quien vive descontenta, quien teme lo que temo, ¿no ves que passa el tiempo e que me avisa? Mas di, la frente lisa, el rostro cristalino, el cabello dorado y el cuello delicado, ¿no ves que passa presto su camino? Tú misma da sentencia si esto aquexa más que no tu absencia. Passar puede en un punto la juventud preciada, la gracia d'aquel tiempo e hermosura, y el cuerpo estar difunto y el alma transformada en quien menos descanso le procura e ser la desventura tan grande en la pastora que el pastor no la quiera, e que ella por él muera mostrándole sus quexas cada hora; todo es como pintado al vivo mal d'ausencia comparado. Claude Lorrain, Paisaje con pastores 62 No puedes, Olinea, negar que tu cuydado por ser la causa tal te da contento, ni pueda haver quien crea que no es tu amor fundado en fe y en gran virtud de pensamiento; pues puede haver tormento d'ausencia ni otra pena que a trueque de olvidarte un poco e trasformarte en quien por ti la tiene por tan buena, no vivas más contenta que no tener de amor ninguna cuenta. Jorge de Montemayor FORMAS Y TÉCNICAS LITERARIAS f Serie monorrima: sucesión muy variable (de cuatro a centenares) de versos de medida muy diversa con rima asonante idéntica. Estas palabras dichas, la tienda es cogida, Mio Çid e sus conpañas cavalgan tan aina. La cara del cavallo torno a Santa Maria, alço su mano diestra, la cara se santigua: "¡A ti lo gradesco, Dios, que çielo e tierra guias! ¡Valan me tus vertudes gloriosa Santa Maria! Anónimo 4.9. Esquema. ESTROFA SÍLABAS RIMA C/A 2 Pareado Cualquiera AA, aa, Aa, aA C-A 3 Terceto Arte mayor A-A C Terceto encadenado 11 ABA BCB CDC … XYXY C Tercerilla Arte menor a-a C Soleá Arte menor a-a A Cuarteto Arte mayor ABBA C Serventesio Arte mayor ABAB C Redondilla Arte menor abba C Cuarteta Arte menor abab C Copla 8 -a-a A Seguidilla 7- 5a 7- 5a Cuaderna vía Alejandrino AAAA C Quinteto Arte mayor ABABA AABBA AABAB ABAAB … C Quintilla Arte menor ababa aabba aabab abaab … C Lira 7a 11B 7a 7b 11B Sextina Arte mayor AABABA ABCABC ABACCB … C Sextilla Arte menor aababa abcabc abaccb aabcbc … C Sexta rima Arte mayor ABABCC AABCCB C Copla de pie quebrado 8a 8b 4c 8a 8b 4c Copla de arte mayor 12 ABBAACCA C Octava real 11 ABABABCC C Octava italiana 11 -AAB´ -CCB´ C Octavilla 8 -aab´ -ccb´ C 10 Décma o espinela 8 abbaaccddc C 14 Soneto 11 ó 14 u 8 ABBA ABBA CDC DCD (CDE CDE) C Romance 8 -a-a-a-a-a-a-a… A Romance endecha 7 -a-a-a-a-a-a-a… A Romancillo 6 -a-a-a-a-a-a-a… A Romance heroico 11 -A-A-A-A-A-A… A Villancico Arte menor Varias condiciones con estribillo C Silva 7 y 11 A gusto del autor C Estancia Igual que silva, se repite el esquema de la primera estrofa. C Serie monorrima Varios A 4 5 6 INDETERMINADO 8 A C C AAA… BBB… CCC… 63 UNIDAD 2 5. El teatro. 5.1. Caracteres. Teatro griego de Taormina (Sicilia) El espectáculo teatral presenta una serie de caracteres particulares que lo diferencian de los demás géneros literarios: Necesidad de unas condiciones específicas para su transmisión: un teatro, unos actores y un director que han ensayado la obra, un día y hora concretos para la captación del público… Recurso exclusivo del habla (diálogos y monólogos) para el desarrollo del argumento y exposición del tema. Refuerzo de componentes externos que ayudan y dan verosimilitud a las actuaciones de los actores. Limitaciones en la simple lectura del texto (falta de tensión, neutralidad de los tonos de los personajes…). Adecuación de la historia a unos ingredientes espaciales y temporales muy concretos (una obra teatral no puede durar muchas horas, no se pueden hacer cambios continuos de escenario ni representar acciones multitudinarias o de gran amplitud) 5.2. Estructura. Teatro romano de Mérida (Badajoz) La obra teatral, creada o escrita por un dramaturgo, consta de dos partes básicas: El texto teatral: conjunto de diálogos y monólogos que el autor desea que sean recitados en el escenario. Las acotaciones: explicaciones y especificaciones que incluye como apoyo o referencia para la representación. Se trata de una serie de observaciones de actuación (movimientos, gestos, tonos de voz…), descripciones escenográficas, entradas y salidas de personajes… Una obra teatral se divide en: Actos (o jornadas), que se marcan en escena con la caída del telón o bien el oscurecimiento total del recinto. En el teatro antiguo solí haber 5 actos, que en el s. XVII se redujeron a 3, para ampliarse de nuevo en el XIX (a 5 o incluso 7) y advertir una total libertad en el teatro moderno. Normalmente los actos muestran un orden cronológico, aunque el autor puede incluir flash-backs o desórdenes temporales en su desarrollo (El tiempo y los Conway, J.B. Priestley). Escenas, que se marcan en el texto, pero pasan inadvertidas en la representación; se trata de cada cambio en el número de personajes encima del escenario (es decir, cada vez que uno de ellos entra o sale, se verifica un cambio de escena). Aparte de en actos y escenas la división de una obra puede hacerse en cuadros (cuando hay cambio de escenario), algo más común en el teatro moderno. 5.3. Verso y prosa. El teatro antiguo y clásico es enteramente versificado. Sólo en el Neoclasicismo (s. XVIII) empieza a usarse la prosa. El Romanticismo (primera mitad del XIX) alterna en sus obras verso y prosa; sólo en el s. XX encontramos la desaparición del teatro rimado. 5.4. Los personajes. La historia del teatro universal está plagada de obras y personajes arquetípicos, lo cual hace difícil su enumeración. Algunos de ellos serían: el galán, el aventurero, la dama, el gracioso, el viejo, arlequín, colombina, pantaleón, polichinela, el bufón, el criado, el antagonista… 5.5. La representación teatral. Corral de comedias de Almagro (Ciudad Real) 64 En el montaje de una obra teatral participan muchas personas, que deben funcionar como un engranaje, de modo que cada uno debe desempeñar su función subordinado a otros, para que el espectáculo logre su máxima eficiencia. Así, debe haber un dramaturgo (si bien en algunos montajes el texto se improvisa sobre la marcha), un director, un productor, los actores, un escenógrafo, un sastre, un iluminador, un técnico musical, una orquesta (para montajes complejos y con abundante música), un apuntador… FORMAS Y TÉCNICAS LITERARIAS 5.6. El escenario. Hoy día estamos acostumbrados a asociar el espectáculo teatral con un recinto cerrado y específico para las funciones. No obstante, con el paso del tiempo los lugares donde representar una obra han sido múltiples: Los griegos y romanos aprovechaban parajes naturales con la inclinación adecuada para erigir gradas desde donde poder seguir y oír convenientemente la función. En el teatro del Siglo de Oro español se utilizaban plazas o entradas de casas de vecinos (los corrales) para improvisar recintos de teatro. Las dependencias amplias de los palacios también eran empleados para funciones dramáticas. Los altares de las iglesias y, posteriormente, las plazas de delante de sus fachadas fueron lugares teatrales durante mucho tiempo. Por último, los recintos conocidos como teatros han alojado el espectáculo. Escena de la obra Fuenteovejuna, de Lope de Vega, un hito del teatro clásico español 65 UNIDAD 2 Actividades. 1. En cada fragmento literario de los que siguen identifica una o varias figuras literarias. Señala cuáles y justifica brevemente la respuesta. 1. ¡Oh mi voz condecorada con la insignia marinera: sobre el corazón un ancla y sobre el ancla una estrella y sobre la estrella el viento y sobre el viento la vela! 7. ¡Amoroso pájaro que trinos exhala bajo el ala a veces ocultando el pico; que desdenes rudos lanza bajo el ala, bajo el ala aleve del leve abanico! Rubén Darío Rafael Alberti 2. Paisajes que, por lo hondo de mi alma azul, veremos. Juan Ramón Jiménez 3. ¡Válgame el cielo, qué veo! ¡Válgame el cielo, qué miro! Pedro Calderón de la Barca 4. Apenas había el rubicundo Apolo tendido por la faz de la ancha y espaciosa tierra las doradas hebras de sus hermosos cabellos, y apenas los pequeños y pintados pajarillos con sus arpadas lenguas habían saludado con dulce y meliflua armonía la venida de la rosada aurora, que, dejando la blanda cama del celoso marido, por las puertas y balcones del manchego horizonte a los mortales se mostraba, cuando el famoso caballero don Quijote de la Mancha, dejando las ociosas plumas, subió sobre su famoso caballo Rocinante y comenzó a caminar por el antiguo y conocido campo de Montiel. 8. Los ojos verdes, rasgados; las pestañas, luengas; las cejas, delgadas y alzadas; la nariz, mediana; la boca, pequeña; los dientes, menudos y blancos; los labios, colorados y grosezuelos; el torno del rostro, poco más luengo que redondo; el pecho, alto; la redondeza y forma de las pequeñas tetas, ¿quién te la podrá figurar? ¡Que se despereza el hombre cuando las mira! La tez lisa, lustrosa; el cuero suyo escurece la nieve; la color, mezclada, cual ella la escogió para sí. Fernando de Rojas 9. Más emplea su cuidado quien se quiere aventajar, en lo que está por ganar, que en lo que tiene ganado. San Juan de la Cruz 10. Todos estos maniquíes que pasan y posan y mariposean ahora por el jardín, con sus vestidos blancos, me la recuerdan. Julián Ríos Miguel de Cervantes 5. Pero que ahí está, brillante, resplandeciente; y es que lleva una máscara. Únicamente el ojo pertenece a la realidad submascarina. Y desde allí periscópicamente nos contempla para fascinarnos mejor. ¿Pues, para qué tiene tan listo el ojo? ¡Para mirarnos mejor! ¿Para qué tiene tan alto el cuerno? ¡Para encornarnos mejor! Mientras mira el ojo escrutador, cuerpos abortados yacen resucitalcitrantes. Mientras masas inermes son mostradas como revolucionadas, cuerpos selectos yacentes gozan procumbentes penetraciones. Mientras sol nocturno hace inútiles vitaminas y eledones, la corteza de la naranja chupada permitirá el continuo crecimiento de genios elefantíasicos. Luis Martín–Santos 6. Sí, pues a tus reflejos puedo determinar (aunque de lejos) una prisión obscura que es de un vivo cadáver sepultura. Pedro Calderón de la Barca 11. Confusas estaban la ventera y su hija y la buena de Maritornes oyendo las razones del andante caballero, que así las entendían como si hablara en griego, aunque bien alcanzaron que todas se encaminaban a ofrecimientos y requiebros; y, como no usadas a semejante lenguaje, mirábanle y admirábanse y parecíales otro hombre de los que se usaban; y, agradeciéndole con venteriles razones sus ofrecimientos, le dejaron, y la asturiana Maritornes curó a Sancho, que no menos lo había menester que su amo. Miguel de Cervantes 12. El mismo dijo al Marqués de Cenete don N., hijo del cardenal don Pero González de Mendoza: Señor, hanme dicho que érades gentilhombre; yo digo que sois hombre gentil. Melchor de Santa Cruz 13. Vetusta, la muy noble y leal ciudad, corte en lejano siglo, hacía la digestión del cocido y de la olla podrida. Clarín 66 FORMAS Y TÉCNICAS LITERARIAS 14. Poesía para el pobre, poesía necesaria como el pan de cada día, como el aire que exigimos trece veces por minuto. Gabriel Celaya 15. De pura honestidad templo sagrado cuyo bello cimiento y gentil muro, de blanco nácar y alabastro duro fue por divina mano fabricado; pequeña puerta de coral preciado, claras lumbreras de mirar seguro, que a la esmeralda fina el verde puro habéis para viriles usurpado; soberbio techo, cuyas cimbrias de oro al claro sol, en cuanto en torno gira ornan de luz, coronan de belleza; ídolo bello, a quien humilde adoro, oye piadoso al que por ti suspira, tus himnos canta, y tus virtudes reza. Luis de Góngora 16. Por un camino va la Muerte, coronada, de azahares marchitos. Canta y canta una canción en su vihuela blanca, y canta y canta y canta. 21. Cipriano Salcedo se disponía a salir cuando entró en la sala la Reina del Páramo, una muchacha alta, pelirroja, fuerte, vestida al uso de las campesinas de la región: saya corta con faldilla debajo y mangas con papos a la moda antigua. Hacía ruido al andar con las galochas que calzaba. A don Segundo Centeno se le avivó el semblante: aquí tiene vuesa merced a mi hija Teodomira, la Reina del Páramo por mejor nombre –dijo. Ella no se alteró. Saludó escuetamente. La llama de la lámpara iluminaba su rostro, un rostro excesivamente grande para el tamaño de sus facciones. Pero lo que más sorprendió a Salcedo fue la palidez de su carne, especialmente extraña en una mujer campesina; un rostro blanco, no cerúleo, sino de mármol como el de una estatua antigua. No había sombra de vello en aquella cara y las cejas eran muy finas, casi inexistentes. Con el cabello caoba, resaltaban sus pestañas sombreando unos ojos vivaces, de color miel. La muchacha se movía airosamente a pesar de su volumen y cuando don Segundo le presentó como don Cipriano Salcedo, el señor de los zamarros, ella le felicitó diciendo que había ennoblecido una prenda desprestigiada. Entonces la miró de frente y ella le miró a su vez y, bajo su mirada intensa, dulce y afable, se enterneció. Nunca le había sucedido a Salcedo una cosa así y se sorprendió aún más porque, objetivamente, fuera de la expresión de sus ojos y de su presencia amparadora, no descubría en la muchacha especial encanto. Miguel Delibes Federico García Lorca 17. Hoy como ayer, mañana como hoy, ¡y siempre igual! Un cielo gris, un horizonte eterno y andar... andar. Gustavo Adolfo Bécquer 18. No sé si estaba en realidad en un laberinto de Creta o de cretino. Julián Ríos 19. ROSAURA: Si has nacido humano, baste el postrarme a tus pies para librarme. SEGISMUNDO: Tu voz pudo enternecerme, tu presencia suspenderme, y tu respeto turbarme. Pedro Calderón de la Barca 20. Era una dama bellísima, rubia, de piel muy clara. A pesar del sol agobiante presentaba una imagen ligera y fresca, como una ensoñación. Había acercado el caballo y me contemplaba desde cerca, con ojos azules en que me parecía ver brillar un relumbre burlón. 22. La plaza tiene una torre, la torre tiene un balcón, el balcón tiene una dama, la dama una blanca flor. Ha pasado un caballero –¡quién sabe por qué pasó!–, y se ha llevado la plaza, con su torre y su balcón, con su balcón y su dama, su dama y su blanca flor. Antonio Machado 23. Raso amarillo a cambio de mi vida. Los bordados doseles, la nevada palidez de las sedas. Amarillos y azules y rosados terciopelos y tules y ocultos por las telas recamadas plata, jade y sutil marquetería. Guillermo Carnero 24. D. JUAN: Descarga, pues, ese pecho. ¿Qué hiciste? BRÍGIDA: Cuanto me ha dicho vuestra paje..., ¡y qué mal bicho es este Ciutti! D. JUAN: ¿Qué ha hecho? . José Zorrilla José María Merino 67 UNIDAD 2 25. ¿Quién eres? Que aunque yo aquí tan poco del mundo sé, que cuna y sepulcro fue esta torre para mí; y aunque desde que nací (si esto es nacer) sólo advierto este rústico desierto, donde miserable vivo, siendo un esqueleto vivo, siendo un animado muerto. 31. El gemido comedido, muy bajo, de un banjo. Julián Ríos 32. ¡Qué ríos puesto de pie vislumbra su fantasía! Pero sigue con sus flores, mientras que, de pie, en la brisa, la luz juega el ajedrez alto de la celosía. Federico García Lorca Pedro Calderón de la Barca 33. Acompañando a este arzobispo a pie, como andaba cojeando de la gota, decíale el camarero: Ande vuestra reverencia, no haya miedo de caer. Respondió: No caigo porque he miedo, mas he miedo porque caigo. 26. Por dondequiera que fui, la razón atropellé, la virtud escarnecí, a la justicia burlé y a las mujeres vendí. Yo a las cabañas bajé, yo a los palacios subí, yo los claustros escalé y en todas partes dejé memoria amarga de mí. Melchor de Santa Cruz 34. Entre enfermedades y catástrofes entre torres turbias y entre sangre entre los labios así te veo así te encuentro. José Zorrilla Blas de Otero 27. ¿Cómo templará el destemplado? ¿Cómo sentirá el armonía aquel que consigo está tan discorde, aquel a quien la voluntad a la razón no obedece, quien tiene dentro del pecho aguijones, paz, guerra, tregua, amor, enemistad, injurias, pecados, sospechas, todo a una causa? Pero tañe, y canta la más triste canción que sepas. 35. Muchos turistas hoy en los jardines de Kensington; pero esos dos italianos, emigrantes lo más probable. Fernando de Rojas 28. Tengo comprobado que en presencia de un hábito ningún hombre puede reprimir la necesidad de proferir alguna sandez. Eduardo Mendoza 29. Pero véate yo y muera; que no sé, rendido ya, si el verte muerte me da, el no verte qué me diera. Fuera, más que muerte fiera, ira, rabia y dolor fuerte. Fuera muerte; desta suerte su rigor ha ponderado, pues dar vida a un desdichado es dar a un dichoso muerte. 36. Leer, leer, leer, vivir la vida que otros soñaron. Leer, leer, leer, el alma olvida las cosas que pasaron. Miguel de Unamuno 37. Diciéndole a un caballero que uno decía mal de él delante de todos, respondió: Más quiero que lo diga uno delante de todos, que todos delante de uno. Melchor de Santa Cruz Pedro Calderón de la Barca 30. Que parece, a las plantas de tantas rocas y de peñas tantas que al sol tocan la lumbre, peñasco que ha rodado de la cumbre. Pedro Calderón de la Barca 68 Julián Ríos 38. Cuando yo vi mis luces eclipsarse, cuando yo vi mi sol escurecerse, mis verdes esmeraldas enlutarse y mis puras estrellas esconderse, no puede mi desdicha ponderarse, ni mi grave dolor encarecerse, ni puede aquí sin lágrimas decirse cómo se fue mi sol al despedirse. Lope de Vega 39. –Y ¿qué se me da a mí –añadió Sanchica– que diga el que quisiere cuando me vea entonada y fantasiosa: «– Viose el perro en bragas de cerro...», y lo demás? Miguel de Cervantes FORMAS Y TÉCNICAS LITERARIAS 40. Mi alma se ha empleado y todo mi caudal en su servicio. 47. ¡No le saque usted de los brazos de Morfeo! Ramón del Valle–Inclán San Juan de la Cruz 41. Tanta es la ruina de tu imperio, tanta la fuerza del rigor duro y sangriento, que visto admira y escuchado espanta. Pedro Calderón de la Barca 42. Vivir quiero conmigo, gozar quiero del bien que debo al cielo, a solas, sin testigo, libre de amor, de celo, de odio, de esperanzas, de recelo. Fray Luis de León 43. Si por pensar enojaros pensase no aborresceros, pensaría en no quereros por no pensar desamaros; mas pensando en mi tormento, sin pensar por dónde vo, pienso que mi pensamiento no piensa que pienso yo. Francisco López de Villalobos 44. La vida nueva, que en niñez ardía, la juventud robusta y engañada, en el postrer invierno sepultada, yace entre negra sombra y nieve fría. 48. En la aldea no hay ventanas que sojuzguen tu casa, no hay gente que te dé codazos, no hay caballos que te atropellen, no hay pajes que te griten, no hay hachas que te enceren, no hay justicias que te atemoricen, no hay señores que te precedan, no hay ruidos que te espanten, no hay alguaciles que te desarmen, y lo que es mejor de todo, no hay truhanes que te cohecen ni aun damas que te pelen. Fray Antonio de Guevara 49. ¡Pasad, vanos devaneos de un amor muerto al nacer; no me volváis a traer entre vuestro torbellino ese fantasma divino que recuerda a una mujer! ¡Ah! ¡Estos sueños me aniquilan; mi cerebro se enloquece…, y esos mármoles parece que estremecidos vacilan! ¡Sí, sí; sus bustos oscilan, su vago contorno medra!... Pero don Juan no se arredra; ¡alzaos, fantasmas vanos, y os volveré con mis manos a vuestros lechos de piedra! José Zorrilla Francisco de Quevedo 45. Que es el cabo de esta gente don Lope de Figueroa, que, si tiene tanta loa de animoso y de valiente, la tiene también de ser el hombre más desalmado, jurador y renegado del mundo, y que sabe hacer justicia del más amigo, sin fulminar el proceso. 50. Tú sólo, tú, has suspendido la pasión a mis enojos, la suspensión a mis ojos. Pedro Calderón de la Barca 51. Tus lindos ojuelos me matan de amor. Ora vagos giren, o párense atentos, o miren exentos, o lánguidos miren. Juan Meléndez Valdés Pedro Calderón de la Barca 46. Una vieja con enaguas va salpicando de hechizos, con dos pocilgas por ojos, por espinazo un rastrillo, por piernas un tenedor, y por copete un erizo, por tetas unas bizazas y por cara el Antecristo. 52. Aquel verano ardía en fiestas fastuosas y una mujer era el foco –y la causa– de tanto fuego fausto. Julián Ríos Francisco de Quevedo 53. El agua toca su tambor de plata. Los árboles tejen el viento y las rosas lo tiñen de perfume. Federico García Lorca 69 UNIDAD 2 54. ¡El otro mundo!... ¡El otro mundo es el del puro espíritu! ¡Del espíritu puro! ¡Oh, terrible pureza, inanidad, vacío! 60. La dulce boca que a gustar convida un humor entre perlas distilado, y a no invidiar aquel licor sagrado que a Júpiter ministra el garzón de Ida. Luis de Góngora Miguel de Unamuno 55. Inmóvil bulto soy de fuego y hielo. Pedro Calderón de la Barca 56. Cualquiera caza a entrambos agradaba, pero la de las simples avecillas menos trabajo y más placer nos daba. 61. Corazón gastado, mofa de la mujer que corteja y hoy despreciándola deja la que ayer se le rindió. José de Espronceda Garcilaso de la Vega 57. ¡Qué miedo el azul del cielo! ¡Negro! ¡Negro de día, en agosto! ¡Qué miedo! ¡Qué espanto en la siesta azul! ¡Negro! ¡Negro en las rosas y el río! ¡Qué miedo! ¡Negro, de día, en mi tierra –¡negro!– sobre las paredes blancas! ¡Qué miedo! 62. Diciéndole a un caballero que uno decía mal de él delante de todos, respondió: Más quiero que lo diga uno delante de todos, que todos delante de uno. Melchor de Santa Cruz 63. Y yo no vi más que la Enriqueta golpeaba a la Segunda, la Segunda a los oficiales, los oficiales al aprendiz y el aprendiz a la gata. Carlos Arniches 64. Con planta incierta y paso peregrino, Lesbia, muerta la luz de tus centellas, llegaste a la ciudad de las querellas, sin dejar ni aun señal de tu camino. Juan Ramón Jiménez 58. Venid a mí, a mi sueño sin medida, caed en mi alcoba en que la noche cae y cae sin cesar como agua rota, y a vuestra vida, a vuestra muerte asidme, a vuestros materiales sometidos, a vuestras muertas palomas neutrales, y hagamos fuego, y silencio, y sonido, y ardamos, y callemos, y campanas. Ya el día, primavera y sol divino, de tus ojos, tu labio y trenzas bellas, dieron al agua, al campo, a las estrellas, luz clara, flores bellas, oro fino. Ya de la edad tocaste tristemente la meta, y pinta tu vitoria ingrata con pálida color el tiempo airado. Ya obscurece, da al viento, vuelve en plata, de los ojos, del labio, de la frente, el resplandor, las flores, el brocado. Pablo Neruda 59. Quisiera hallarme en términos, fermosa y alta señora, de poder pagar tamaña merced como la que con la vista de vuestra gran fermosura me habedes fecho; pero ha querido la fortuna, que no se cansa de perseguir a los buenos, ponerme en este lecho, donde yago tan molido y quebrantado, que, aunque de mi voluntad quisiera satisfacer a la vuestra, fuera imposible. Y más, que se añade a esta imposibilidad otra mayor, que es la prometida fe que tengo dada a la sin par Dulcinea del Toboso, única señora de mis más escondidos pensamientos; que si esto no hubiera de por medio, no fuera yo tan sandio caballero que dejara pasar en blanco la venturosa ocasión en que vuestra gran bondad me ha puesto. Miguel de Cervantes Pedro de Espinosa 65. Desde el balcón a la calle, desde la calle al balcón, si palabras de amor suben, bajan palabras de amor. Antonio Machado 66. Cerca del agua, en un lugar florido, estaba entre las hierbas degollada cual queda el blanco cisne cuando pierde la dulce vida entre la hierba verde. Garcilaso de la Vega 67. Porque tu signo es clave de llanura celeste donde naipe y herida se entrelazan cantando. Federico García Lorca 70 FORMAS Y TÉCNICAS LITERARIAS 68. Se les encontraba donde menos se suponía, siempre con su cloqueante cacareo de gallina clueca. 76. Siempre quisiste ver con tus ojos la Sábana Santa. Julián Ríos Gabriel García Márquez 77. Hay en mis venas gotas de sangre jacobina. 69. Al son de los instrumentos doña Alda adormido se ha, ensoñado había un sueño, un sueño de gran pesar Antonio Machado Anónimo 70. Cinco años más tarde hizo su aparición el antiguo y pobre enamorado convertido en magnate magnético, dotado de grandes poderes de atracción. Julián Ríos 71. Ese canto, juglar, es un encanto. Hame gustado desde su principio, y es prodigioso que entre tanto canto no exista ningún ripio. 78. Oyendo lo cual, la Dolorida dueña hizo señal de querer arrojarse a los pies de don Quijote, y aun se arrojó, y pugnando por abrazárselos, decía: –Ante estos pies y piernas me arrojo, ¡oh caballero invicto!, por ser los que son basas y colunas de la andante caballería; estos pies quiero besar, de cuyos pasos pende y cuelga todo el remedio de mi desgracia, ¡oh valeroso andante, cuyas verdaderas fazañas dejan atrás y escurecen las fabulosas de los Amadises, Esplandianes y Belianises! Miguel de Cervantes Pedro Muñoz Seca 72. A los cuatro días volvimos a saber el éxito de nuestra pretensión. –Vuelva usted mañana –nos dijo el portero–. El oficial de la mesa no ha venido hoy. –Grande causa le habrá detenido –dije yo entre mí. Fuímonos a dar un paseo, y nos encontramos, ¡qué casualidad!, al oficial de la mesa en el Retiro, ocupadísimo en dar una vuelta con su señora al hermoso sol de los inviernos claros de Madrid. Mariano José de Larra 79. Velador, que el castillo velas, vélale bien, y mira por ti, que velando en él me perdí. Lope de Vega 80. ¿Qué es nuestra vida más que un breve día, do apenas sale el sol, cuando se pierde en las tinieblas de la noche fría? Andrés Fernández de Andrada 81. Que en metamorfosis lloran, lluvia de oro, cisne y toro, Danae, Leda y Europa. Pedro Calderón de la Barca 73. Generosa deshaces tu globo de frescura en la consumación ferviente de la olla, y el jirón de cristal al calor encendido del aceite se transforma en rizada pluma de oro. 82. Viviendo todo falta, muriendo todo sobra. Lope de Vega Pablo Neruda 74. Los años pasados estuve un mes en la corte, y allí vi que, paseándose un señor muy pequeño, que decían que era muy grande, un hombre le seguía a caballo a todas las vueltas que daba, que no parecía sino que era su rabo. Miguel de Cervantes 75. Mis cantos son los cantos rodados que una mansa corriente milenaria suaviza y uniforma, y el murmullo del agua los va deletreando. Gabriel Celaya 83. Mas ¿qué ha de hacer un hombre, que de humano no tiene más que el nombre atrevido, inhumano, cruel, soberbio, bárbaro y tirano, nacido entre las fieras? Pedro Calderón de la Barca 84. Jarifo estás de cabeza, y valiente de cerviz, pues te adornan esa frente dos lunares de marfil. Jacinto Alonso Maluenda 85. Tornábamos contentos y gozosos, y al disponer de lo que nos quedaba, jamás me acuerdo de quedar quejosos. Garcilaso de la Vega 71 UNIDAD 2 86. De tanto en tanto se daba unos coquetos toques de raqueta en las pantorrillas. Julián Ríos 87. Después de un baño frío y algunas inhalaciones de amoniaco recuperó el sentido y el collar, que luciría en la cena de esponsales. Julián Ríos 94. El sol se turba y se embaraza el viento; cada piedra una pirámide levanta y cada flor construye un monumento; cada edificio es un sepulcro altivo, cada soldado un esqueleto vivo. Pedro Calderón de la Barca 95. El capitán Alatriste, por lo tanto, vivía de su espada. Arturo Pérez–Reverte 88. Un monte era de miembros eminente este que –de Neptuno hijo fiero–, de un solo ojo ilustra el orbe de su frente, émulo casi del mayor lucero; cíclope a quien el pino más valiente, bastón, le obedecía tan ligero, y al grave peso junco tan delgado, que un día era bastón y otro cayado. Luis de Góngora 89. Mi rostro de color negro aguanta la puerta y al fin no sé qué hacer con tanta fotocopia. ¡Estoy en la miseria! Se dice la miseria y nada es la miseria... ¡Dios mío qué miseria! Carlos Edmundo de Ory 90. Después de un baño frío y algunas inhalaciones de amoniaco recuperó el sentido y el collar, que luciría en la cena de esponsales. Julián Ríos 91. La tarde estaba hermosa; el ígneo sol de mayo sonriendo se moría, una canción de luces suspirando. Rafael Sánchez Ferlosio 97. Todas visten un vestido, todas calzan un calzar, todas comen a una mesa, todas comían de un pan. Anónimo Juan Ramón Jiménez 92. Alargó el brazo hacia la puerta más cercana, empleó un siglo en cerrar los dedos en torno a la manija, otro siglo en accionarla lenta, lentísimamente. Levantó el pie derecho con tanto cuidado como si anduviera sobre la espalda de un león dormido, se sostuvo durante años sobre su pie izquierdo, hasta que posó el derecho, nuevamente, más cerca de la puerta. La empujó. Si hubiera chirriado lo más mínimo uno de sus goznes, le habría dado un ataque cardíaco. Otro paso que duró tanto como un día de la Creación, otro más y estuvo dentro del cuarto. Cerró la puerta con millones de precauciones y encendió la linterna. Andreu Martín 93. Pero luego, ya en la canoa, nos besamos hasta perder la cuenta y casi el conocimiento. Julián Ríos 72 96. Había un puente de seis grandes ojos de ladrillo, y aún más atrás, el de Viveros, junto a las casas de la General. La arboleda, a los pies del ribazo, era una larga isla en forma de huso, que partía la corriente en dos ramas desiguales. La de acá, muy estrecha y ceñida al terraplén, se había dejado secar por el verano y ahora no corría. De modo que la isla estaba unida a la tierra por este costado y se podía pasar a ella en casi toda su longitud, sin más que atravesar el breve lecho de limo rojo y resbaladizo. Tan sólo a la derecha tenía un poco de agua todavía: un brazo muerto, que separaba de tierra el puntal de la isla, formando una península puntiaguda. Frente al vértice de aquella península, donde se unía el brazo muerto con el otro ramal, el agua estaba remansada en un espacioso embalse, contra el dique de cemento de una aceña molinera o regadía. 98. ¡Qué notable confusión! ¡Qué triste hado! ¡Qué suerte tan inconstante! Pedro Calderón de la Barca 99. Ojos claros, serenos, si de un dulce mirar sois alabados, ¿por qué, si me miráis, miráis airados? Si cuanto más piadosos más bellos parecéis a aquel que os mira, no me miréis con ira porque no parezcáis menos hermosos. ¡Ay, tormentos rabiosos! Ojos claros, serenos, ya que así me miráis, miradme al menos. Gutierre de Cetina 100. Yo ofendida, yo burlada, quedé triste, quedé loca, quedé muerta, quedé yo, Pedro Calderón de la Barca FORMAS Y TÉCNICAS LITERARIAS 101. Roja, la tarde muere en nubes suntuosas. Una algarada sorda nos llega de lo lejos. Juan Ramón Jiménez 102. Que por las bocas del viento les daba a soplos ayuda contra las cristianas cruces las otomanas lunas. Luis de Góngora 103. –Bien podrá ser –dijo Sancho–, mas yo no tengo la culpa, sino vuestra merced, que me trae a deshoras y por estos no acostumbrados pasos. –Retírate tres o cuatro allá, amigo – dijo don Quijote, todo esto sin quitarse los dedos de las narices–, y desde aquí adelante ten más cuenta con tu persona y con lo que debes a la mía; que la mucha conversación que tengo contigo ha engendrado este menosprecio. –Apostaré –replicó Sancho– que piensa vuestra merced que yo he hecho de mi persona alguna cosa que no deba. –Peor es meneallo, amigo Sancho –respondió don Quijote. 110. Posó un escudero en casa de un obispo deste reino, y hiciéronle la cama en un corredor, sin ponelle servicio ninguno de los necesarios. A la medianoche diéronle al escudero recias cámaras, que tuvo necesidad de levantarse cuatro o cinco veces. Fue tan grande la correncia que le recreció del frío, que hubo de henchir la cama. Y pareciéndole después que, si el obispo lo sabía, le sería gran afrenta, dijo a un criado del obispo, partiéndose muy de mañana: Decid a su señoría que, pues no me mandó dar cama en cámara, que aquí le dejo cámara en cama. Melchor de Santa Cruz 111. Mas desperté del dulce desconcierto; y vi que estuve vivo con la muerte, y vi que con la vida estaba muerto. Francisco de Quevedo 112. En esto se descubrieron de la Religión seis velas, y el cómitre mandó usar al forzado de la fuerza. Luis de Góngora Miguel de Cervantes 104. En este país no se lee porque no se escribe, y no se escribe porque no se lee. Mariano José de Larra 105. Nace el arroyo, culebra que entre flores se desata, y apenas, sierpe de plata, entre las flores se quiebra. 113. ...Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando; y se quedará mi huerto, con su verde árbol, y con su pozo blanco. Todas las tardes, el cielo será azul y plácido; y tocarán, como esta tarde están tocando, las campanas del campanario. Juan Ramón Jiménez Pedro Calderón de la Barca 106. Tengo dentro de un herbario una tarde disecada, lila, violeta y dorada. Caprichos de solitario. 114. En el hoy y mañana y ayer, junto pañales y mortaja, y he quedado presentes sucesiones de difunto. Francisco de Quevedo Antonio Machado 107. ¿Y no se habla, me dirás, porque no hay quien oiga, o no se oye porque no hay quien hable? Mariano José de Larra 108. La heroica ciudad dormía la siesta. El viento sur, caliente y perezoso, empujaba las nubes blanquecinas que se rasgaban al correr hacia el norte. Clarín 109. Empiezo observando lo mismo respecto a esta introducción, preliminar, advertencia, prólogo, proemio, prefacio, o lo que sea. 115. Pues bien, primero es necesario frotar el pedernal y la yesca, hasta que brote la chispa. La chispa prende la paja, la paja el leño. Ana María Matute 116. ¿Sabes tú la violencia, el sacrificio, el dolor, la tristeza, la desgracia, la inquietud, el pesar, el desconsuelo, la amargura, el tormento, la cachaza, la locura, el frenesí, la angustia, la pesadumbre, el molestar, la alarma, la cólera, la ira, la demencia, el esplín, la desazón, la rabia que en las catorce mil seiscientas noches he sentido al meterme yo en la cama? Ramón Crooke José Cadalso 73 UNIDAD 2 117. Cada otoño, la vida afirma, en un martirio lento, el ideal. ¡Hoguera altiva, inmortal primavera de fuego que da el oro, de oro que da la luz, de luz que da la muerte, de muerte que da a Dios la vida eterna! 120. El campanario, despojado de su adorno legítimo, se alzaba como un gigante exánime, de cuyas vacías órbitas hubiese desaparecido la luz de la vida. Enfrente de la entrada duraba aún una cruz de mármol blanco, cuyo pedestal, medio destruido, la hacía tomar una postura inclinada, como de caimiento y dolor. La puerta, antes abierta a todos de par en par, estaba ahora cerrada. Fernán Caballero Juan Ramón Jiménez 118. Amor y deseo son dos cosas diferentes; que no todo lo que se ama se desea, ni todo lo que se desea se ama. Miguel de Cervantes 119. Pues se me ha metido en la cabeza dedicarme a la honradez pobre, o a la pobreza honrada... 121. Casi todos los que se hacen ricos niegan el acaso, la fortuna, el hado o la suerte: éstos les parecen vanos nombres, detrás de los cuales procuran ocultarse la pereza, el despilfarro, el desorden y la tontería. De aquí que se tengan por las personas más prudentes, más razonables, más ingeniosas y más sabias de la tierra. Juan Valera Benito Pérez Galdós 2. Comenta qué tipo de narrador se utiliza en los fragmentos que siguen. Santos miraba un partido de fútbol, que proseguía encarnizadamente en un claro del soto, entre unos cuantos chavales en traje de baño y una pelota encarnada. «Tuya, tuya, chico...», murmuraba Santos. Corrían moviendo polvo bajo el sol. Todos los del grupo estaban sentados ahora tumbados o recostados con los codos en tierra, dando cara hacia el río. Fernando quedaba en pie, junto a Tito, y éste le rodeaba la alpargata con un palitroque, dibujando la horma en el polvo. Rafael Sánchez Ferlosio, El Jarama Llevábamos ya más de una hora de subir y aún nos faltaba un buen tramo para llegar a la cumbre que habíamos de trasponer. Pasado el lomo de las dos hoyadas, empezó Chisco a dar señales de tener mucha prisa por llegar a algún sitio determinado, y al fin resultó ser un arroyo de aguas purísimas y transparentes como el cristal, en que bebieron a un mismo tiempo y en una misma poza, el espolique y su caballo. Noté, al acercarme a ellos, que andaba el mío algo codicioso del mismo regalo, y no traté de negársele. José María Pereda, Peñas arriba Ha pasado muchísimo tiempo y me embrollo un poco con las fechas. Pero la historia que voy a contarles debió de ocurrir hacia el año mil seiscientos y veintitantos, poco más o menos. Es la aventura de los enmascarados y los dos ingleses, que dio no poco que hablar en la Corte, y en la que el capitán no sólo estuvo a punto de dejar la piel remendada que había conseguido salvar de Flandes, del turco y de los corsarios berberiscos, sino que le costó hacerse un par de enemigos que ya lo acosarían durante el resto de su vida. Arturo y Carlota Pérez-Reverte, El capitán Alatriste Barrabás llegó a la familia por vía marítima, anotó la niña Clara con su delicada caligrafía. Ya entonces tenía el hábito de escribir las cosas importantes y más tarde, cuando se quedó muda, escribía también las trivialidades, sin sospechar que cincuenta años después, sus cuadernos me servirían para rescatar la memoria del pasado y para sobrevivir a mi propio espanto. El día que llegó Barrabás era jueves Santo. Venía en una jaula indigna, cubierto de sus propios excrementos y orines, con una mirada extraviada de preso miserable e indefenso, pero ya se adivinaba -por el porte real de su cabeza y el tamaño de su esqueleto- el gigante legendario que llegó a ser. Aquél era un día aburrido y otoñal, que en nada presagiaba los acontecimientos que la niña escribió para que fueran recordados y que ocurrieron durante la misa de doce, en la parroquia de San Sebastián, a la cual asistió con toda su familia. Isabel Allende, La casa de los espíritus Me parece que ha llegado la ocasión de dar a la imprenta las memorias de Pascual Duarte. Haberlas dado antes hubiera sido quizás un poco precipitado; no quise acelerarme en su preparación, porque todas las cosas quieren su tiempo, incluso la corrección de la errada ortografía de un manuscrito, y porque a nada bueno ha de concluir una labor trazada, como quien dice, a uña de caballo. Haberlas dado después, no hubiera tenido, para mí, ninguna justificación; las cosas deben ser mostradas una vez acabadas. Camilo José Cela, La familia de Pascual Duarte 74 FORMAS Y TÉCNICAS LITERARIAS 3. Investiga sobre los lugares imaginarios que siguen y señala con qué autor puedes relacionarlos. Lugar Autor Región Macondo Vetusta Obaba Utopía Mágina Yoknapatawpha Kakania Orbajosa Tierra Media Ruritania Santa María Castroforte del Baralla Comala Sildavia Bergai Arkham Wessex Lilliput Villabermeja Marineda Terramar Oleza Celama Combray Artefa Anthony Hope Carmen Martín Gaite Gonzalo Torrente Ballester Jonathan Swift Juan Valera Marcel Proust Ursula Le Guinn Antonio Muñoz Molina Emilia Pardo Bazán Herge Juan Benet Leopoldo Alas Robert Musil William Faulkner Benito Pérez Galdós Gabriel García Márquez Howard Philip Lovecraft Juan Carlos Onetti Luis Mateo Díez Thomas Hardy Bernardo Atxaga Gabriel Miró J.R.R. Tolkien Juan Rulfo Manuel Talens Thomas Moore 75 UNIDAD 2 4. Investiga ahora qué autores literarios se han inspirado en estas ciudades reales para la localización de la mayor parte de su producción. Lugar Autor Buenos Aires Barcelona Montevideo Madrid San Petersburgo Lisboa Dublín Praga Londres Lima Viena Trieste Roma París Nueva York Venecia Tokio Ystad La Habana Los Ángeles Paul Auster Charles Dickens Fiodor Dostoievski Haruki Murakami Benito Pérez Galdós Henning Mankell Stefan Zweig Honoré de Balzac Jose Saramago James Ellroy Eduardo Mendoza Italo Svevo Jorge Luis Borges Alberto Moravia Guillermo Cabrera Infante Franz Kafka James Joyce Mario Vargas Llosa Donna Leon Mario Benedetti 5. Detecta en los fragmentos que siguen un tópico o motivo literario de los estudiados en el tema. El estado mejor de los estados es alcançar la buena medianía, con la cual se remedian los cuidados. Juan Boscán A la Fortuna le pusieron rueda no sólo por ser fácil y inconstante, mas porque un hombre en ella se levante, pues si no la provoca, se está queda. ¿Dó la doncella púdica y gallarda? El césped que los cubre nos advierte la condición que a todos nos aguarda. Murieron nuestros padres, moriremos; la muerte a nuestros hijos legaremos. José Joaquín Pesado Lope de Vega ¡Felice ingenio y venturosa mano que el deleite y provecho puso junto en juego alegre, en dulce y claro estilo! Miguel de Cervantes 76 FORMAS Y TÉCNICAS LITERARIAS Ilustre y hermosísima María, mientras se dejan ver a cualquier hora en tus mejillas la rosada aurora, Febo en tus ojos, y en tu frente el día, Nadie de Amor se libra: jamás dejan sus tiros de acertar. Es la ventura hallar, cual has logrado en tu feliz estado, la conveniencia con el gusto unida. y mientras con gentil descortesía mueve el viento la hebra voladora que la Arabia en sus venas atesora y el rico Tajo en sus arenas cría; Juan Meléndez Valdés Buenas cosas fazemos cuantas vezes pensamos las cosas non durables del mundo en que andamos; por ende Salomón dezié, segunt fallamos: «Todo esto es vanidat e cuanto nos tratamos». antes que de la edad Febo eclipsado, y el claro día vuelto en noche obscura, huya la aurora del mortal nublado; Pedro López de Ayala antes que lo que hoy es rubio tesoro venza a la blanca nieve su blancura, goza, goza el color, la luz, el oro . Luis de Góngora Verdes campos, florida y ancha vega, donde Bernesga próvido reparte su onda cristalina; alegres prados, antiguos y altos chopos, que su orilla bordáis en torno. ¡Ah, cuánto gozo, cuánto a vuestra vista siente el alma mía! ¡Cuán alegres mis ojos se derraman sobre tanta hermosura! ¡Cuán inquietos, cruzando entre las plantas y las flores, ya van, ya vienen por el verde soto que al lejano horizonte dilatado en su extensión y amenidad se pierde! Ora siguen las ondas transparentes del ancho río, que huye murmurando por entre las sonoras piedrezuelas; ora de presto impulso arrebatados se lanzan por las bóvedas sombrías que a lo largo del soto entretejiendo sus copas forman los erguidos olmos, y mientras van acá y allá vagando, la dulce soledad y alto silencio que reina aquí, y apenas interrumpen el aire blando y las canoras aves, de paz mi pecho y de alegría inundan. ¿Y hay quien de sí y vosotros olvidado viva en afán o muera en el bullicio de las altas ciudades? ¿Y hay quien, necio, del arte las bellezas anteponga, nunca de ti, oh Natura, bien copiadas, a ti, su fuente y santo prototipo? ¡Oh ceguedad, oh loco devaneo, oh míseros mortales! Suspirando vais de contino tras la dicha, y mientras seguís ilusos una sombra vana os alejáis del centro que la esconde. Gaspar Melchor de Jovellanos Bien te veo correr, tiempo ligero, cual por ancho mar despalmada nave, a más volar, como saeta o ave que pasa sin dejar rastro o sendero. ¿Dónde está el poderoso, dónde el fuerte? ¿Quién hace al tuerto galán y prudente al sin consejo? ¿Quién al avariento viejo le sirve de río Jordán? ¿Quién hace de piedras pan sin ser el Dios verdadero? El dinero. Francisco de Quevedo Estos de rubia mies campos agora, ciudad fue un tiempo: Itálica. Este llano, templo fue, en que a Teodosio y a Trajano puso estatuas su gente vencedora. En este cerro fueron Lamia y Flora llama y admiración del mundo vano; en este mismo el luchador ufano del aplauso esperó la voz señora. ¡Cómo se murió todo! Mas erguidas, a pesar de fortuna y tiempo, vemos estas piedras, del hado combatidas. Pues si vencen la edad y los extremos del mal piedras calladas y sufridas, como piedras suframos y callemos. Francisco de Medrano Tu principio en la aurora, tu fin en la partida del sol. ¡Qué breve día! ¡Y qué vana es tu pompa, honor de Flora! Como mis glorias eres, lirio, que apenas naces, cuando mueres. Antonio de Paredes Y en aquel otro mundo, y otra vida, mundo de sombras, vida que es un sueño, vida, que con la muerte confundida, ciñe sus sienes con letal beleño; mundo, vaga ilusión descolorida de nuestro mundo y vaporoso ensueño, son aquel ruido y su locura insana, la sola imagen de la vida humana. José de Espronceda Francisco de Quevedo 77 UNIDAD 2 En el secreto de la noche suelo, Sorino, contemplar las luces bellas, y mudo platicar así con ellas, porque envidioso no me estorbe el suelo. Rey de ese caduco imperio, cese, cese tu ambición, que en el teatro del mundo ya tu papel se acabó. Francisco de Medrano Pedro Calderón de la Barca 6. En el fragmento que sigue: a. Mide las sílabas de cada verso. b. Señala claramente las licencias métricas que detectes. c. Marca la rima. d. Indica qué tipo de estrofa usa el autor. e. Busca un error de rima. ¡Favor, favor! Con afanoso acento una mujer, en su desorden bella, súbito en el salón falta de aliento, y que en sus propios pasos se atropella, preséntase y mirando a los bandidos siente la voz helársele y suspira, y piedad implorando entre gemidos los bellos ojos temerosos gira. Ojos que vierten lágrimas que velan su clara luz realzando su ternura, mientras suspiros de sus labios vuelan con fatiga que aumenta su hermosura; y mientras caen los agitados rizos que la sofocan a su ansiosa faz, aumenta en su congoja sus hechizos la blanca mano que a apartarlo va. Y su voz, que se ahoga entre suspiros simpática enternece el corazón, ecos suaves, regalados tiros que al corazón de Adán lanza el amor. Sintió piedad mirándola afligida, que era su hermoso rostro como el cielo, cuando si llueve en la estación florida coloca el sol el transparente velo. José de Espronceda 7. Analiza los siguientes fragmentos poéticos y señala qué estrofa usa el autor en cada caso. Son de abril las aguas mil. Sopla el viento achubascado, y entre nublado y nublado hay trozos de cielo añil. Busca a tu complementario, que marcha siempre contigo, y suele ser tu contrario. Antonio Machado Antonio Machado La codicia en las manos de la suerte se arroja al mar, la ira a las espadas y la ambición se ríe de la muerte. El ojo que ves no es ojo porque tú lo veas; es ojo porque te ve. Antonio Machado Mediaba el mes de julio. Era un hermoso día. Yo, solo, por las quiebras del pedregal subía, buscando los recodos de sombra, lentamente. A trechos me paraba para enjugar mi frente y dar algún respiro al pecho jadeante; o bien, ahincando el paso, el cuerpo hacia adelante. Antonio Machado 78 ¿Y no serán siquiera tan osadas las opuestas acciones, si las miro de más ilustres genios ayudadas? Ya, dulce amigo, huyo y me retiro de cuanto simple amé; rompí los lazos. Ven y verás al grande fin que aspiro, antes que el tiempo muera en nuestros brazos. Andrés Fernández de Andrada FORMAS Y TÉCNICAS LITERARIAS Con diez cañones por banda, viento en popa, a toda vela, no corta el mar, sino vuela un velero bergantín. Bajel pirata que llaman, por su bravura, el Temido, en todo mar conocido del uno al otro confín. Y cuando llegue el día del último viaje, y esté al partir la nave que nunca ha de tornar, me encontraréis a bordo ligero de equipaje, casi desnudo, como los hijos dela mar. Antonio Machado José de Espronceda Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar, pasar haciendo caminos, caminos sobre la mar. Antonio Machado Entran de dos en dos en la estacada, con lento paso y grave compostura, sobre negros caballos, ocho pajes, negras la veste, la gualdrapa y plumas después cuatro escuderos enlutados y cuatro ancianos caballeros, cuyas armas empavonadas y rodelas con negras manchas que el blasón ocultan, y cuyas picas que por tierra arrastran, sin pendoncillo la acerada punta, que son, van tristemente publicando, de la casa de Lara y de su alcurnia. Que por mayo era, por mayo, cuando hace la calor, cuando los trigos encañan y están los campos en flor, cuando canta la calandria y responde el ruiseñor, cuando los enamorados van a servir al amor; sino yo triste, cuitado que vivo en esta prisión, que ni sé cuándo es de día ni cuándo las noches son, sino por una avecilla que me cantaba el albor. Matómela un ballestero; déle Dios mal galardón. Anónimo Duque de Rivas Desierto está el jardín... De su tardanza no adivino el motivo... El tiempo avanza... Duda tenaz, no turbes mi reposo. Comienza a vacilar mi confianza... El miedo me hace ser supersticioso. De los sos ojos tan fuertemientre llorando, tornaba la cabeça y estábalos catando. Vio puertas abiertas e huços sin cañados, alcándaras vazías sin pielles y sin mantos e sin falcones e sin adtores mudados. Sospiró mio Cid, ca mucho avié grandes cuidados. Fabló mio Cid, bien e tan mesurado: "Grado a ti, señor Padre, que estás en alto! Esto me han vuolto míos enemigos malos." Anónimo Ricardo Gil –Estrellitas del cielo son mis quereres, ¿dónde hallaré a mi amante que vive y muere? –Está muerto en el agua, niña de nieve, cubierto de nostalgias y de claveles. –¡Ay! caballero errante de los cipreses, una noche de luna mi alma te ofrece. Los vallados y los hoyos, en las viñas igualados, de nieve estaban cuajados, pareciendo los arroyos lazos de plata en los prados. Lope de Vega Vosotras, las familiares, inevitables golosas, vosotras moscas vulgares, me evocáis todas las cosas. Antonio Machado Federico García Lorca ¿Qué se hicieron las damas, sus tocados, sus vestidos, sus olores? ¿Qué se hicieron las llamas de los filegos encendidos de amadores? ¿Por qué volvéis a la memoria mía, tristes recuerdos del placer perdido, a aumentar la ansiedad y la agonía de este desierto corazón herido? ¡Ay! que de aquellas horas de alegría, le quedó al corazón solo un gemido, ¡y el llanto que al dolor los ojos aniegan, lágrimas son de hiel que el alma anegan! José de Espronceda Jorge Manrique 79 UNIDAD 2 El jardín puebla el triunfo de los pavos reales; Parlanchina, la dueña, dice cosas banales, y vestido de rojo piruetea el bufón. La princesa no ríe, la princesa no siente; la princesa persigue por el cielo de Oriente la libélula vaga de una vaga ilusión. Desmayarse, atreverse, estar furioso, áspero, tierno, liberal, esquivo, alentado, mortal, difunto, vivo, leal, traidor, cobarde y animoso; Rubén Darío Pura, encendida rosa, émula de la llama que sale con el día, ¿cómo naces tan llena de alegría si sabes que la edad que te da el cielo es apenas un breve y veloz vuelo, y ni valdrán las puntas de tu rama, ni púrpura hermosa a detener un punto la ejecución del hado presurosa? no hallar fuera del bien centro y reposo, mostrarse alegre, triste, humilde, altivo, enojado, valiente, fugitivo, satisfecho, ofendido, receloso; huir el rostro al claro desengaño, beber veneno por licor suave, olvidar el provecho, amar el daño; creer que el cielo en un infierno cabe, dar la vida y el alma a un desengaño: esto es amor: quien lo probó lo sabe. Lope de Vega Francisco de Rioja Tu aliento es el aliento de las flores; tu voz es de los cisnes la armonía; es tu mirada el esplendor del día; y el color de la rosa es tu color. Tú prestas nueva vida y esperanza a un corazón para el amor ya muerto; tú creces de mi vida en el desierto como crece en el páramo la flor. Sueña el rico en su riqueza que más cuidados le ofrece; sueña el pobre que padece su miseria y su pobreza; sueña el que a medrar empieza, sueña el que afana y pretende, sueña el que agravia y ofende; y en el mundo, en conclusión, todos sueñan lo que son, aunque ninguno lo entiende. Pedro Calderón de la Barca Gustavo Adolfo Bécquer El perdido, que es perdido por buscar a quien le pierde, que se pierda, ¿qué se pierde? Que se pierde que os perdáis, Niño, cuando vos queréis, pues por ganarme os perdéis y tan cierto me ganáis. Si el tiempo tan bien gastáis en buscar a quien se pierde, que se pierda, ¿qué se pierde? ¿Qué se pierde (bien mirado), si a recoger ha venido el más ganado perdido al más perdido ganado? Quien tan bien anda ocupado en buscar a quien se pierde, que se pierda, ¿qué se pierde? Alonso de Ledesma Luis de Góngora La cual me respuso: "Saber te conviene que de tres edades que quiero decir, pasadas, presentes, y de por venir, ocupa su rueda cada cual y tiene: las dos que son quedas, la una contiene la gente pasada, y la otra futura; la que se vuelve en el medio procura lo que en el siglo presente detiene." Detrás va su cortejo de dudas y sospechas... Y una marcha triunfal Saluda al crimen, viejo que ruge y canta endechas con su voz de puñal. Juan de Mena 80 Hermana Marica, mañana que es fiesta, no irás tú a la amiga ni iré yo a la escuela. Pondráste el corpiño y la saya buena, cabezón labrado, toca y albanega; y a mí me pondrán mi camisa nueva, sallo de palmilla, media de estameña; y si hace bueno, trairé la montera que me dio la Pascua mi señora abuela; y el estadal rojo con lo que le cuelga, que trajo el vecino cuando fue a la feria. Manuel Machado FORMAS Y TÉCNICAS LITERARIAS A una ciudad lejana ha llegado don Pedro. Una ciudad lejana entre un bosque de cedros. ¿Es Belén? Por el aire yerbaluisa y romero. Brillan las azoteas y las nubes. Don Pedro pasa por arcos rotos. Dos mujeres y un viejo con velones de plata le salen al encuentro. Los chopos dicen: no. Y el ruiseñor: veremos. El dulce lamentar de dos pastores, Salicio juntamente y Nemoroso he de cantar, sus quejas imitando; cuyas orejas al cantar sabroso estaban muy atentas, los amores, de pacer olvidadas, escuchando. Tú, que ganaste obrando un nombre en todo el mundo y un grado sin segundo, agora estés atento sólo y dado al ínclito gobierno del estado albano, agora vuelto a la otra parte, resplandeciente, armado, representando en tierra el fiero Marte; Federico García Lorca Si de mi baja lira tanto pudiese el son que en un momento aplacase la ira del animoso viento y la furia del mar y el movimiento. Garcilaso de la Vega Yo cantaré conforme a la avecilla, que canta así a la sombra de algún ramo, que el caminante olvida su camino, quedando transportando por oílla. Así yo de ver quien me ama y a quien amo, en mi cantar tendré gozo contino Juan Boscán La verdura del prado, la olor de las flores, las sombras de los árboles de temprados sabores refrescáronme todo, y perdí los sudores: podría vivir el hombre con aquellos olores. Gonzalo de Berceo Cabalgaba por agria serrania, una tarde, entre roca cenicienta. El plomizo balón de la tormenta de monte en monte rebotar se oía. Antonio Machado agora, de cuidados enojosos y de negocios libre, por ventura andes a caza, el monte fatigando en ardiente jinete que apresura el curso tras los ciervos temerosos que en vano su morir van dilatando: espera que en tornando a ser restituido al ocio ya perdido, luego verás ejercitar mi pluma por la infinita, innumerable suma de tus virtudes y famosas obras, antes que me consuma, faltando a ti, que a todo el mundo sobras. En tanto que este tiempo que adevino viene a sacarme de la deuda un día que se debe a tu fama y a tu gloria (que es deuda general, no sólo mía, mas de cualquier ingenio peregrino que celebra lo digno de memoria), el árbol de victoria que ciñe estrechamente tu gloriosa frente dé lugar a la hiedra que se planta debajo de tu sombra y se levanta poco a poco, arrimada a tus loores; y en cuanto esto se canta, escucha tú el cantar de mis pastores. Garcilaso de la Vega 8. Analiza el ritmo del fragmento que sigue. ¡Ya viene el cortejo! ¡Ya viene el cortejo! Ya se oyen los claros clarines. La espada se anuncia con vivo reflejo; ya viene, oro y hierro, el cortejo de los paladines. Ya pasa debajo los arcos ornados de blancas Minervas y Martes, los arcos triunfales en donde las Famas erigen sus largas trompetas, La gloria solemne de los estandartes llevados por manos robustas de heroicos atletas. Se escucha el ruido que forman las armas de los caballeros, los frenos que mascan los fuertes caballos de guerra, los cascos que hieren la tierra. Y los timbaleros, que el paso acompasan con ritmos marciales. Rubén Darío 81