unidad didáctica

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UNIDAD DIDÁCTICA:
¡Y SE HIZO LA LUZ! LA LITERATURA ESPAÑOLA DEL SIGLO
XVIII.
INTRODUCCIÓN:
La Unidad Didáctica que proponemos a continuación está destinada a estudiar las
producciones literarias del periodo ilustrado en España con alumnos1 de 1º de Bachillerato,
cuyas edades están comprendidas entre los dieciséis y los diecisiete años. En ese momento,
han desarrollado una serie de capacidades como la de razonar, analizar, relacionar, pensar y
recordar casi al nivel adulto. Esas capacidades son importantes para poder trabajar esta
unidad: así, por ejemplo, los alumnos necesitarán la capacidad de relación para no aislar las
características sociales, históricas, culturales, etc., del siglo XVIII, de su reproducción en las
obras. Al mismo tiempo, el análisis y el razonamiento serán fundamentales para deducir de la
lectura de los fragmentos de textos, rasgos propios del pensamiento ilustrado.
Durante el curso, se han estudiado ya las literaturas medieval, renacentista y barroca,
con lo cual, los contenidos de esta unidad responden a esa continuidad cronológica. Además,
los alumnos han aprendido recientemente las características de la sociedad y de la cultura del
siglo de Oro, lo que nos servirá como punto de partida para explicar el cambio que supone la
Ilustración.
Por otro lado, en las materias de Filosofía o de Historia, habrán adquirido una serie de
referencias contextuales e ideológicas que recordaremos para situar a los autores y obras.
OBJETIVOS:
Con el desarrollo de esta unidad pretendemos que los alumnos sean capaces de:
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1
Reconocer las características históricas, socioeconómicas y culturales del siglo
XVIII, para entender la literatura del momento desde esas coordenadas.
Entender la utilidad del subgénero de la fabula dentro de la literatura ilustrada.
Identificar los rasgos y finalidades del teatro neoclásico.
Conocer el tipo de producciones prosísticas del Siglo de las Luces en España y
relacionarlas con el pensamiento de la época.
Acercarse a los principales autores del periodo: Tomás de Iriarte, Samaniego,
Leandro Fernández de Moratín, José Cadalso, el padre Feijoo, Jovellanos, etc.
Leer fragmentos de los textos más representativos de la literatura española del
siglo XVIII y comprender a través de ellos en qué consistió la Ilustración.
Emitir juicios propios acerca de los temas planteados en los textos que se
ofrecerán.
Valorar la importancia otorgada por los ilustrados a la educación.
En adelante, utilizaremos el masculino genérico integrador.
EQUIPO DOCENTE
•
•
UNIDAD DIDÁCTICA - DEMO
Apreciar el vínculo que se estableció, dentro de la ideología iluminista, entre
literatura y educación.
Al trabajar estos objetivos, estamos contribuyendo a la consecución de los objetivos
generales establecidos por el Currículum para 1º de Bachillerato...
(...)
CONTENIDOS:
Conceptuales:
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Las características socioculturales del siglo XVIII en Europa y España.
Rasgos e intención del subgénero de la fábula.
El teatro neoclásico.
La prosa dieciochesca: géneros y finalidades.
Principales autores del periodo en España: Moratín, Jovellanos, Cadalso, Feijoo,
Torres Villarroel, etc.
Procedimentales:
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Esquematización de los géneros literarios cultivados en el siglo XVIII, junto con sus
autores y obras más destacadas.
Lectura de fragmentos representativos de las principales producciones literarias del
siglo XVIII en España.
Identificación en los textos de los rasgos del pensamiento ilustrado.
Elaboración de escritos propios opinando y enjuiciando los temas planteados.
Actitudinales:
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Apreciación de la importancia de la educación para los ilustrados.
Valoración de las relaciones entre literatura y educación.
Interés por la lectura y por el conocimiento de autores hasta ahora poco conocidos
para los alumnos.
Con estos contenidos, estaríamos trabajando los siguientes bloques de contenidos...
(...)
METODOLOGÍA:
Ya hemos hablado ampliamente de la metodología en nuestra Programación. No
obstante, conviene concretar aquí algunos de los principios educativos y de las orientaciones
metodológicas que serán necesarios para organizar lo que vamos a enseñar y cómo lo vamos a
enseñar en esta unidad.
No podemos obviar la importancia del aprendizaje significativo, de ahí, que, al
comenzar a trabajar, sea muy importante recordar con los alumnos aquellos contenidos
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EQUIPO DOCENTE
UNIDAD DIDÁCTICA - DEMO
previos que les ayudarán a asentar los nuevos: las etapas de la literatura, el barroco ( por ser la
etapa inmediatamente anterior), las características de la fábula o del ensayo, estudiadas
también previamente, etc. No está demás el presentar los contenidos que se van a desarrollar,
para que en todo momento tengan claro los estudiantes qué están aprendiendo y por dónde va
la unidad.
Por otra parte, es altamente beneficioso para nuestros alumnos que aprendan a
aprender por sí mismos. De este modo, el trabajo de investigación sobre la Enciclopedia,
Rousseau y Voltaire (véanse las actividades), les ofrece la posibilidad de trabajar con la
información, filtrándola y seleccionando aquello que les interesa para posteriormente
compartirlo con el resto de la clase.
La discusión en clase acerca de temas que surgirán de la lectura de los textos (la
educación de los jóvenes, las supersticiones, etc.) será muy útil para que los alumnos
reflexionen y vayan creándose opiniones propias, así como extrapolando los distintos temas a
su realidad más próxima. De este modo, el aprendizaje se hace funcional.
En cuanto a nuestra tarea, combinaremos la exposición, necesaria para introducir el
tema, presentar los contenidos más importantes u orientar las lecturas de fragmentos, con el
diálogo constante con el alumno, de forma que este vaya deduciendo por sí mismo muchas de
las ideas fundamentales.
(...)
ACTIVIDADES
Mostramos las actividades secuenciadas ya por sesiones:
1º Sesión: ACTIVIDADES DE INTRODUCCIÓN Y MOTIVACIÓN.
-
-
Comenzaremos presentando en la pizarra un guión con los contenidos que se
van a desarrollar durante la unidad.
A continuación recordaremos brevemente los contenidos previos necesarios a
través de una lluvia de preguntas.
Como actividad de motivación, visualizaremos una serie de obras pictóricas
dieciochescas de Watteau, Fragonard y Goya, a partir de las cuales los alumnos
podrán introducirse en el mundo que nos ocupa y deducir algunas
características sociales propias de él.
Realizaremos en la pizarra un esquema con las características más importantes
de la Ilustración. Para el próximo día, varios alumnos voluntarios de la clase
investigarán acerca del papel de la Enciclopedia y sobre los autores Voltaire y
Rousseau.
2º Sesión: ACTIVIDADES DE DESARROLLO.
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UNIDAD DIDÁCTICA - DEMO
(...)
Sesión 3º: ACTIVIDADES DE DESARROLLO.
(...)
Sesión 4º: ACTIVIDADES DE DESARROLLO.
-
-
Continuamos trabajando con la prosa, para lo que exponemos brevemente la
importancia y carácter ficticio-epistolar de las Cartas Marruecas de José
Cadalso. Esto nos servirá para trabajar con el Texto 4 y con las preguntas que
lo acompañan.
Tras comprobar las respuestas, y para introducir el género teatral,
visualizaremos un fragmento de la versión teatral televisada por RTVE de El sí
de las niñas.
Sesión 5º: ACTIVIDADES DE DESARROLLO.
-
En la pizarra se hace una tabla comparativa con las características del teatro
neoclásico y del barroco, para que se observen las diferencias.
-
A continuación, se trabaja con el texto 5 (ver las actividades enunciadas),
previamente leído e interpretado en voz alta por varios alumnos.
-
Se debate en clase sobre la educación de entonces y la de hoy, como punto de
partida de la última de las actividades propuestas para el texto 4. Así podrán
los alumnos ir creándose un juicio, contemplar distintas ideas, etc.
-
Se indicará a varios alumnos que busquen información, en casa, sobre Diego
de Torres y Villarroel.
Sesión 6º: ACTIVIDADES DE AMPLIACIÓN Y CONSOLIDACIÓN.
(...)
CRITERIOS E INSTRUMENTOS DE EVALUACIÓN
Entenderemos la evaluación como un proceso continuo basado en la observación
sistemática y en el análisis de las actividades realizadas por los alumnos. Como instrumentos
para guiarnos en esta valoración, tendremos en cuenta la práctica diaria, a través de:
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UNIDAD DIDÁCTICA - DEMO
(...)
Nuestros criterios de evaluación se basarán en una escala de valoración del trabajo
desarrollado que tendrá en cuenta:
(...)
Los criterios son los siguientes:
„ Reconoce las características históricas, sociales, económicas y culturales del siglo de las
luces.
„ Relaciona estas características con los temas de los textos presentados.
„ Entiende las relaciones entre literatura ilustrada y educación.
„ Es capaz de comprender el sentido general de un texto presentado, una vez introducido por
el profesor/a y contestadas las preguntas planteadas.
„ Participa en clase y muestra interés hacia los temas tratados, enunciando juicios propios.
„ Produce textos en los que expresa su reflexión y opinión personales organizando las ideas
correctamente, y con propiedad léxica y gramatical.
„ Sitúa a los principales autores de lírica, prosa y teatro dieciochescos y conoce algunas de
sus obras más importantes.
„ Trabaja en clase colaborando con sus compañeros.
„ Realiza las tareas individuales tanto de lectura en casa como de interrogantes planteados en
clase.
Con estos criterios, estamos dando concreción a los más generales establecidos por el
Currículum citado, como son:
(...)
RECURSOS Y MATERIALES DIDÁCTICOS
Como recursos para el desarrollo de esta unidad, emplearemos los siguientes:
(...)
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ANEXO (TEXTOS PARA LAS ACTIVIDADES)
Texto 1
Capítulo VI
Del pacto social
Supongamos que los hombres hayan llegado á un punto tal, que los obstáculos que
dañan á su conservación en el estado de la naturaleza, superen por su resistencia las fuerzas
que cada individuo puede emplear para mantenerse en este estado. En tal caso su primitivo
estado no puede durar más tiempo, y perecería el género humano sino variase su modo de
existir.
Mas como los hombres no pueden crear por sí solos nuevas fuerzas, sino unir y dirigir
las que ya existen, solo les queda un medio para conservarse, y consiste en formar por
agregación una suma de fuerzas capaz de vencer la resistencia, poner en movimiento estas
fuerzas por medio de un solo móvil y hacerlas obrar de acuerdo.
Esta suma de fuerzas solo puede nacer del concurso de muchas separadas; pero como
la fuerza y la libertad de cada individuo son los principales instrumentos de su conservación,
¿qué medio encontrará para obligarlas sin perjudicarse y sin olvidar los cuidados que se debe
á sí mismo? Esta dificultad, reducida á mi objeto, puede expresarse en estos términos:
«Encontrar una forma de asociación capaz de defender y proteger con toda la fuerza común la
persona y bienes de cada uno de los asociados, pero de modo que cada uno de estos,
uniéndose á todos, solo obedezca á sí mismo, y quede tan libre como antes.» Este es el
problema fundamental, cuya solución se encuentra en el contrato social.
Las cláusulas de este contrato están determinadas por la naturaleza del acto de tal
suerte, que la menor modificación las haría vanas y de ningún efecto, de modo que aun
cuando quizás nunca han sido expresadas formalmente, en todas partes son las mismas, en
todas están tácitamente admitidas y reconocidas, hasta que, por la violación del pacto social,
recobre cada cual sus primitivos derechos y su natural libertad, perdiendo la libertad
convencional por la cual renunciara á aquella.
Todas estas cláusulas bien entendidas se reducen á una sola, á saber: la enajenación
total de cada asociado con todos sus derechos hecha á favor del común: porque en primer
lugar, dándose cada uno en todas sus partes, la condición es la misma para todos; siendo la
condición igual para todos, nadie tiene interés en hacerla onerosa á los demás.
Á mas de esto, haciendo cada cual la enajenación sin reservarse nada; la unión es tan
perfecta como puede serlo, sin que ningún socio pueda reclamar; pues si quedasen algunos
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UNIDAD DIDÁCTICA - DEMO
derechos á los particulares, como no existiría un superior común que pudiese fallar entre ellos
y el público, siendo cada uno su propio juez en algún punto, bien pronto pretendería serlo en
todos; subsistiría el estado de la naturaleza, y la asociación llegaría á ser precisamente tiránica
ó inútil.
En fin, dándose cada cual á todos, no se da á nadie en particular; y como no hay socio
alguno sobre quien no se adquiera el mismo derecho que uno le cede sobre sí, se gana en este
cambio el equivalente de todo lo que uno pierde, y una fuerza mayor para conservar lo que
uno tiene.
Si quitamos pues del pacto social lo que no es de su esencia, veremos que se reduce á
estos términos: Cada uno de nosotros pone en común su persona y todo su poder bajo la
suprema dirección de la voluntad general; recibiendo también á cada miembro como parte
indivisible del todo.
En el mismo momento, en vez de la persona particular de cada contratante, este acto
de asociación produce un cuerpo moral y colectivo, compuesto de tantos miembros como
voces tiene la asamblea; cuyo cuerpo recibe del mismo acto su unidad, su ser común, su vida
y su voluntad. Esta persona pública que de este modo es un producto de la unión de todas las
otras, tomaba antiguamente el nombre de Civitas , y ahora el de República ó de cuerpo
político, al cual sus miembros llaman estado cuando es pasivo, soberano cuando es activo, y
potencia comparándole con sus semejantes. Por lo que mira á los asociados, toman
colectivamente el nombre de pueblo y en particular se llaman ciudadanos, como partícipes de
la autoridad soberana, y súbditos, como sometidos á las leyes del estado. Pero estas voces se
confunden á menudo y se toma la una por la otra; basta que sepamos distinguirlas cuando se
usan en toda su precisión.
J. Jacques Rousseau, El Contrato social
CUESTIONES SOBRE EL TEXTO:
(...)
Texto 2
EL CUERVO Y EL ZORRO
En la rama de un árbol,
bien ufano y contento,
con un queso en el pico
estaba el señor Cuervo.
Del olor atraído
un Zorro muy maestro,
le dijo estas palabras,
o poco más o menos:
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UNIDAD DIDÁCTICA - DEMO
“Tenga usted buenos días,
señor Cuervo, mi dueño;
vaya que estáis donoso,
mono, lindo en extremo;
yo no gasto lisonjas,
y digo lo que siento;
que si a tu bella traza
corresponde el gorjeo,
junto a la diosa Ceres,
siendo testigo el cielo,
que tú serás el Fénix
de sus vastos imperios.”
Al oír un discurso
tan dulce y halagüeño,
de vanidad llevado,
quiso cantar el Cuervo.
Abrió su negro pico,
dejó caer el queso;
el muy astuto zorro,
después de haberlo preso,
le dijo : “Señor bobo,
pues sin otro alimento,
quedáis con alabanzas
tan hinchado y repleto,
digerid las lisonjas
mientras yo como el queso".
Quien oye aduladores,
nunca espere otro premio.
Félix María Samaniego
CUESTIONES SOBRE EL TEXTO:
(...)
EL CAMELLO Y LA PULGA
Al que ostenta valimiento
cuando su poder es tal,
que ni influye en bien ni en mal,
le quiero contar un cuento.
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UNIDAD DIDÁCTICA - DEMO
En una larga jornada
un camello muy cargado
exclamó, ya fatigado:
“¡Oh, qué carga tan pesada!”
Doña Pulga, que montada
iba sobre él, al instante
se apea , y dice arrogante:
“Del peso te libro yo”.
Y el camello respondió:
“Gracias, señor elefante”.
Félix María Samaniego
CUESTIONES SOBRE EL TEXTO:
(...)
Los dos loros y la cotorra
Los que corrompen su idioma no tienen otro desquite que llamar puristas a los que le hablan
con propiedad, como si el serlo fuera tacha.
De Santo Domingo trajo
dos loros una señora.
La isla en parte es francesa,
y en otra parte española.
Así, cada animalito 5
hablaba distinto idioma.
Pusiéronlos al balcón,
y aquello era Babilonia.
De francés y castellano
hicieron tal pepitoria, 10
que al cabo ya no sabían
hablar ni una lengua ni otra.
El francés, del español
tomó voces, aunque pocas;
el español al francés, 15
casi se las toma todas.
Manda el ama separarlos,
y el francés luego reforma
las palabras que aprendió
de lengua que no es de moda. 20
El español, al contrario,
no olvida la jerigonza,
y aun discurre que con ella
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UNIDAD DIDÁCTICA - DEMO
ilustra su lengua propia.
Llegó a pedir en francés 25
los garbanzos de la olla;
y desde el balcón de enfrente
una erudita cotorra
la carcajada soltó,
haciendo del loro mofa. 30
Él respondió solamente,
como por tacha afrentosa:
«Vos no sois que una PURISTA».
Y ella dijo: «A mucha honra».
¡Vaya, que los loros son 35
lo mismo que las personas!
Tomás de Iriarte
CUESTIONES SOBRE EL TEXTO:
(...)
Texto 3
1. Este espantajo de las gentes, y coco de adultos, que llaman Magia, en todos tiempos hizo
gran ruido en el mundo. En todos tiempos digo, exceptuando acaso los antiquísimos, porque
juzgo muy verosímil, que hasta que empezó, y aun hasta que estuvo muy adelantada la
Idolatría, no se practicó, ni aun soñó en el mundo la Magia. Fúndome en la natural conexión,
y dependencia, que hay de esta profesión a aquélla. Habiendo sucedido aquella portentosa
inversión, de que olvidando el hombre la Deidad, que era autora de su ser, se metió él a
Autor de la Deidad, fabricando Dioses al arbitrio de su fantasía, se vino, como natural
secuela del primer error, el irlos multiplicando, no sólo por individuos, mas también por
clases. Colocada la Deidad en la criatura, era imposible no advertir la limitación de su
poder; y por consiguiente, que una sola Deidad no podía atender, o cuidar de todo; con que
ya metido el hombre en la errada senda, a cada nuevo ministerio que le ocurría propio de la
Providencia, y necesario, o conveniente para la vida humana, en la oficina de la imaginación
fabricada nueva Deidad, a quien consignaba aquella intendencia. [177]
2. Habituado ya a aquella infeliz libertad el entendimiento, y a proporción, depravada en
grado eminente la voluntad, fue fácil al hombre, y en algún modo natural, dar el último paso,
que le restaba, hacia lo más monstruoso del error, que fue multiplicar Deidades, no sólo ya
en atención a sus indigencias, mas también en contemplación a sus pasiones. Llegando el
hombre a una gran corrupción de costumbres, confunde las necesidades con los antojos, y
sólo confusamente distingue los vicios de las virtudes. En este estado se hallaba cuando ideó
Deidades favorables a sus apetitos. De aquí vino la introducción de Deidades protectrices de
la lascivia, del hurto, de la venganza, y otros delitos; de aquí la división de Dioses Benignos,
y Malignos, Celestes, y Tartáreos.
Teatro crítico universal, Benito Jerónimo Feijoo
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CUESTIONES SOBRE EL TEXTO:
(...)
Texto 4
Carta XII
Del mismo al mismo
En Marruecos no tenemos idea de lo que por acá se llama nobleza hereditaria, con que no
me entenderías si te dijera que en España no sólo hay familias nobles, sino provincias que lo
son por heredad. Yo mismo que lo estoy presenciando no lo comprendo. Te pondré un
ejemplo práctico, y lo entenderás menos, como sucede; y si no, lee:
Pocos días ha, pregunté si estaba el coche pronto, pues mi amigo Nuño estaba malo y yo
quería visitarle. Me dijeron que no. Al cabo de media hora, hice igual pregunta, y hallé igual
respuesta. Pasada otra media, pregunté, y me respondieron lo propio, y de allí a poco me
dijeron que el coche estaba puesto, pero que el cochero estaba ocupado. Indagué la ocupación
al bajar las escaleras, y él mismo me desengañó, saliéndome al encuentro y diciéndome: Aunque soy cochero, soy noble. Han venido unos vasallos míos y me han querido besar la
mano para llevar este consuelo a sus casas; con que por eso me he detenido, pero ya despaché.
¿Adónde vamos? Y al decir esto, montó en la mula y arrimó el coche.
Cartas Marruecas, José Cadalso
CUESTIONES SOBRE EL TEXTO:
(...)
Texto 5
ACTOIII, ESCENA VIII D. DIEGO, DOÑA FRANCISCA
D. DIEGO ¿Usted no habrá dormido bien esta noche?
DOÑA FRANCISCA No, señor. ¿Y usted?
D. DIEGO Tampoco.
DOÑA FRANCISCA Ha hecho demasiado calor.
D. DIEGO ¿Está usted desazonada?
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UNIDAD DIDÁCTICA - DEMO
DOÑA FRANCISCA Alguna cosa.
D. DIEGO ¿Qué siente usted? (Siéntase junto a D. Francisca.)
DOÑA FRANCISCA No es nada... Así un poco de... Nada.... no tengo nada.
D. DIEGO Algo será, porque la veo a usted muy abatida, llorosa, inquieta... ¿Qué tiene usted,
Paquita? ¿No sabe usted que la quiero tanto?
DOÑA FRANCISCA Sí, señor.
D. DIEGO Pues ¿por qué no hace usted más confianza de mí? ¿Piensa usted que no tendré yo
mucho gusto en hallar ocasiones de complacerla?
DOÑA FRANCISCA Ya lo sé.
D. DIEGO ¿Pues cómo, sabiendo que tiene usted un amigo, no desahoga con él su corazón?
DOÑA FRANCISCA Porque eso mismo me obliga a callar.
D. DIEGO Eso quiere decir que tal vez soy yo la causa de su pesadumbre de usted.
DOÑA FRANCISCA No, señor; usted en nada me ha ofendido... No es d usted de quien yo
me debo quejar.
D. DIEGO Pues ¿de quién, hija mía?... Venga usted acá... (Acércase más.) Hablemos siquiera
una vez sin rodeos disimulación... Dígame usted: ¿no es cierto que usted mira con algo de
repugnancia este casamiento que s la propone? ¿Cuánto va que si la dejasen a usted entera
libertad para la elección no se casaría conmigo
DOÑA FRANCISCA Ni con otro.
D. DIEGO ¿Será posible que usted no conozca otro más amable que yo, que la quiera bien, y
que la corresponda como usted merece?
DOÑA FRANCISCA No, señor; no, señor.
D. DIEGO Mírelo usted bien.
DOÑA FRANCISCA ¿No le digo a usted que no?
D. DIEGO ¿Y he de creer, por dicha, que conserve usted tal inclinación al retiro en que se ha
criado, que prefiera austeridad del convento a una vida más...?
DOÑA FRANCISCA Tampoco; no señor... Nunca he pensado así.
D. DIEGO No tengo empeño de saber más... Pero de todo lo que acabo de oír resulta una
gravísima contradicción. Usted no se halla inclinada al estado religioso, según parece. Usted
me asegura que no tiene queja ninguna de mí, que está persuadida de lo mucho que la estimo,
que no piensa casarse con otro, ni debo recelar que nadie me dispute su mano... Pues ¿qué
llanto es ése? ¿De dónde nace esa tristeza profunda, que en tan poco tiempo ha alterado su
semblante de usted, en términos que apenas le reconozco? ¿Son éstas las señales de quererme
exclusivamente a mí, de casarse gustosa conmigo dentro de pocos días? ¿Se anuncian así la
alegría y el amor? (Vase iluminando lentamente la escena, suponiendo que viene la luz del
día.)
DOÑA FRANCISCA Y ¿qué motivos le he dado a usted para tales desconfianzas?
D. DIEGO ¿Pues qué? Si yo prescindo de estas consideraciones, si apresuro las diligencias de
nuestra unión, si su madre de usted sigue aprobándola y llega el caso de...
DOÑA FRANCISCA Haré lo que mi madre me manda, y me casaré con usted.
D. DIEGO ¿Y después, Paquita?
DOÑA FRANCISCA Después..., y mientras me dure la vida, seré mujer de bien.
D. DIEGO Eso no lo puedo yo dudar... Pero si usted me considera como el que ha de ser
hasta la muerte su compañero y su amigo, dígame usted: estos títulos ¿no me dan algún
derecho para merecer de usted mayor confianza? ¿No he de lograr que usted me diga la causa
de su dolor? Y no para satisfacer una impertinente curiosidad, sino para emplearme todo en su
consuelo, en mejorar su suerte, en hacerla dichosa, si mi conato y mis diligencias pudiesen
tanto.
DOÑA FRANCISCA ¡Dichas para mí!... Ya se acabaron.
D. DIEGO ¿Por qué?
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DOÑA FRANCISCA Nunca diré por qué.
D. DIEGO Pero ¡qué obstinado, qué imprudente silencio!... Cuando usted misma debe
presumir que no estoy ignorante de lo que hay.
DOÑA FRANCISCA Si usted lo ignora, señor D. Diego, por Dios no finja que lo sabe; y si
en efecto lo sabe usted, no me lo pregunte.
D. DIEGO Bien está. Una vez que no hay nada que decir, que esa aflicción y esas lágrimas
son voluntarias, hoy llegaremos a Madrid, y dentro de ocho días será usted mi mujer.
DOÑA FRANCISCA Y daré gusto a mi madre.
D. DIEGO Y vivirá usted infeliz.
DOÑA FRANCISCA Ya lo sé.
D. DIEGO Ve aquí los frutos de la educación. Esto es lo que se llama criar bien a una niña:
enseñarla a que desmienta y oculte las pasiones más inocentes con una pérfida disimulación.
Las juzgan honestas luego que las ven instruidas en el arte de callar y mentir. Se obstinan en
que el temperamento, la edad ni el genio no han de tener influencia alguna en sus
inclinaciones, o en que su voluntad ha de torcerse al capricho de quien las gobierna. Todo se
las permite, menos la sinceridad. Con tal que no digan lo que sienten, con tal que finjan
aborrecer lo que más desean, con tal que se presten a pronunciar, cuando se lo manden, un sí
perjuro, sacrílego, origen de tantos escándalos, ya están bien criadas, y se llama excelente
educación la que inspira en ellas el temor, la astucia y el silencio de un esclavo.
DOÑA FRANCISCA Es verdad... Todo eso es cierto... Eso exigen de nosotras, eso
aprendemos en la escuela que se nos da... Pero el motivo de mi aflicción es mucho más
grande.
D. DIEGO Sea cual fuere, hija mía, es menester que usted se anime... Si la ve a usted su
madre de esa manera, ¿qué ha de decir?... Mire usted que ya parece que se ha levantado.
DOÑA FRANCISCA ¡Dios mío!
D. DIEGO Sí, Paquita; conviene mucho que usted vuelva un poco sobre sí... No abandonarse
tanto... Confianza en Dios... Vamos, que no siempre nuestras desgracias son tan grandes como
la imaginación las pinta... ¡Mire usted qué desorden éste! ¡Qué agitación! ¡Qué lágrimas!
Vaya, ¿me da usted palabra de presentarse así..., con cierta serenidad y... ? ¿Eh?
DOÑA FRANCISCA Y usted, señor... Bien sabe usted el genio de mi madre. Si usted no me
defiende, ¿a quién he de volver los ojos? ¿Quién tendrá compasión de esta desdichada?
D. DIEGO Su buen amigo de usted... Yo... ¿Cómo es posible que yo la
abandonase....¡criatura!.... en la situación dolorosa en que la veo? (Asiéndola de las manos.)
DOÑA FRANCISCA ¿De veras?
D. DIEGO Mal conoce usted mi corazón.
DOÑA FRANCISCA Bien le conozco. (Quiere arrodillarse; D. Diego se lo estorba, y
ambos se levantan.)
D. DIEGO ¿Qué hace usted, niña?
DOÑA FRANCISCA Yo no sé... ¡Qué poco merece toda esa bondad una mujer tan ingrata
para con usted!... No, ingrata no; infeliz... ¡Ay, qué infeliz soy, señor D. Diego!
D. DIEGO Yo bien sé que usted agradece como puede el amor que la tengo... Lo demás todo
ha sido.... ¿qué sé yo?..., una equivocación mía, y no otra cosa... Pero usted, ¡inocente!, usted
no ha tenido la culpa.
DOÑA FRANCISCA Vamos... ¿No viene usted?
D. DIEGO Ahora no, Paquita. Dentro de un rato iré por allá.
DOÑA FRANCISCA Vaya usted presto. (Encaminándose al cuarto de D. Irene, vuelve y se
despide de D. Diego besándole las manos.)
D. DIEGO Sí, presto iré.
EL SÍ DE LAS NIÑAS, Leandro Fernández de Moratín
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CUESTIONES SOBRE EL TEXTO:
(...)
Texto 6
Visión y visita décima
Los petimetres y lindos
Con su maleta de tafetán a las ancas del pescuezo, venía por este camino un mozo puta,
amolado en hembra, lamido de gambas, muy bruñidas las enaguas de las manos; más soplado
que orejas de juez, más limpio que bolsa de poeta, más almidonado que roquete de sacristán
de monjas y más enharinado que rata de molino; hambriento de bigotes, estofado de barbas,
echados en almíbar los mofletes; tan ahorcado del corbatín, que se le asomaba el bazo a la
vista, imprimiendo un costurón tan bermejo en los párpados, que los ojos parecían siesos. Era,
en fin, un monicaco de éstos que crían en la Corte como perros finos con un bizcocho y una
almendra repartido en tres comidas. Venía, pues, columpiándose sobre los pulgares como
danzarín de maroma, con sus vaivenes de borracho, ofendiendo las narices de cuantos le
encontraban con sus untos, aceites e inciensos. Paróse enfrente de un balcón, y mi discreto
difunto se quedó también observándolo. Dio el tal don Líquido dos palmaditas a las guedejas
cabrías de su peluca; sacó un reloj de pinganillos, con que se venía aporreando la ingle
derecha, y luego la caja del tabaco (y si hubiera tenido más cerca la cuchara, escarbadientes y
el tenedor, también hubiera salido a plaza); y tomó un polvo soplado cinco o seis veces. Y con
una dama que se asomó a sus hierros, se quebró y requebró nuevamente. Hubo aquello de Los
parienticos están que besan a vuesa merced los pies y Las señoras lo estimarán mucho; y por
despedida, la general de las señoras de la Corte a todo celibato, el Adiós, hijo mío; y marchó
el salvaje por la calle arriba, apestando consideraciones con la vanidad que iba vertiendo de
bien criado y de hermoso.
-Dime, Torres -dijo mi difunto-, ¿qué mozo es éste y otros mil vagabundos que he visto
rodar por esa Corte?
-A éstos -respondí yo- los crían sus padres para secretarios del Rey, y vienen a parar en
verederos de tabaco con dos reales y medio el día de pre. Éstos gastan tocador y aceite de
sucino porque padecen males de madre; gastan polvos, lazos, lunares y brazaletes, y todos los
disimulados afeites de una dama. Son machos, desnudos; y hembras, vestidos. Malogran los
años y el alma en estas insolentes ocupaciones; y el oficio que ves es el empleo de su vida,
porque acusan como infame el trabajo y el retiro. Viven haciendo votos a la lujuria y
promesas a la fornicación; y después de bien bañados en la desenvoltura que has visto en este
mentecato, marchan por las calles de la Corte a chamuscar doncellas y encender casadas. Su
paradero es la lonja de San Sebastián y el atrio de la Victoria, en donde a una misma hora
encuentras otros de su calibre; y aquellos reverentes sitios dedicados al culto divino los hacen
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bodegón de insolencias, tiendas del descrédito y campo de maldades. Hacen a los hombres del
tamaño de sus estaturas, y se llaman Periquitos, Manuelitos, Frasquitos; y el que tiene el
apellido acomodado para sisarle letras, le nombran también con esta rebaja. El Gobierno, el
Estado, la política ni la ética, que son los estudios y parolas útiles para instruir en virtudes
morales a un joven bien nacido, ni las saludan siquiera. Sus conversaciones empiezan en las
señoras, median en las mujeres y acaban con las hembras. Y esto, ¿cómo? Señor don
Francisco, segándoles la honra y haciéndolas tan fáciles de coger, que cada uno de los que
oyen ya las cuentan triunfos de sus antojos. Ésta es la vida de estos simples por la mañana;
retíranse a sus cuartos, y vuelve esta tarea a la tarde; y al anochecer los recogen sus madres
porque no los hechicen o no los acatarre el sereno. Los días de fiesta los dan un real de plata
para que jueguen con sus primas y se diviertan con los señoritos de la señora doña Fulana; y
pasa de los treinta años un barbolo de éstos, y los descalza, los espulga y los arropa la criada.
Y no te digo más por no emporcarte los oídos.
-No tanto, pero mucho de lo que me has contado de ese joven pasaba en mi siglo con los
que nacían de padres medianamente acomodados. El que mejor dirigía la crianza de su hijo,
era buscándole un maestro de danzar para quitarle la torpeza de los miembros y arreglándole a
pisar con arte el suelo de un estrado. A tal cual aleccionaban en la música, a otros en saber
domar a un bruto; que todas son bellísimas gracias para después de bien instruidos en el temor
de Dios y en la vida cristiana, que ésta se debe anteponer a la política, para después de haber
asegurado un ejercicio que haga felices los años con las tareas.
-Pues oye, muerto mío -le dije-; ni aun de esas habilidades se adornan, sí sólo de la
viciosa afeminada compostura que has visto. Y así, luego que mueren los padres, vienen a
sumirse en el podridero de los truhanes; y abunda tanto la Corte de estos perdularios, que no
hay esquina que no esté apuntalada de perdidos. Y porque me creas, mira hacia aquella calle
del Príncipe el envoltorio de retales vivientes que asoma por ella.
[…]
»Engañan con aquellos aparatos de adorno y de riqueza a una familia en donde se está
criando devotamente una señora joven. O ya porque se visitan los padres de unos y otros, o
por otro honesto motivo, se introduce el zamarro del don Lindo; y afectando modestias a la
madre y mintiendo suspiros a la hija, que esto se consigue con dos afectos de Calderón que
los traen en la faltriquera como pistolas, alcanzan parecer bien a la una y a la otra. Los casan
los padres, o se casan ellos. Descúbrese a pocos días su pobre talento y su poco caudal;
hállanse aburridos los suegros; y el bribón, aunque descontento en el pupilaje, come y calla, y
recibe con ceño los arrullos de su mujer hasta que se mueren los que le ponían la mesa. Queda
entonces señor de sí y de su mujer, y en cortos días la destruye a ella, come lo heredado y
divierte la dote; porque luego que se ve con dinero, va pagando los votos que había hecho a la
lascivia, da fin a todo, y empieza el salvaje inútil a idear pretensiones, y la inocente esposa a
decir que su marido tiene poca fortuna; y obligado de la hambre se mete por la primera rotura
que le abren los empeños. Regularmente sale de la Corte; hállase impaciente sin la comedia,
el paseo, la botillería y el chocolate en la casa del vecino, y mal con el trabajo; maldice a su
mujer y la castiga; se aburre con sus consideraciones y, entre desesperado e iracundo, hace
una trampa y se vuelve a Madrid a criar piojos y a vivir rasgado y sucio. Conciértase con la
desvergüenza y se casa con el desuello, y sale a buscar piadosos y tiernos de corazón. Conoce
a todos por sus motes y apellidos, sabe mejor que yo las fiestas del calendario, y con esta
receta rueda por la Corte, dando días y enhorabuenas de años a todo yente y viniente; y en
esta carrera deja la vida en un hospicio o en un zaguán. Hállase precisado el arrullador de
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tumbas a gorjearlo de balde, y la parroquia a recibirlo de mogollón; y son gorras en la vida y
en la muerte. Y habiendo visto uno de éstos, tienes repasados a los demás de esta calaña
gorrona y alcurnia desvergonzada.
-Si no me lo dijeras tú, que te contemplo hombre práctico y verdadero -exclamó don
Francisco-, no creyera que podían ser tan rudas y tan cerriles las almas de estas gentes; pues el
más apartado de la racionalidad sabe presumir el miserable progreso de su vida y el ceño de
las adversidades, y se previene en los primeros años para la elección de un estado católico y
menos infeliz. Te aseguro que está más escandalosa la Corte que en el tiempo que yo (por la
misericordia de Dios) la desfruté.
Muchas imágenes parecidas a éste, pero no tantas ni en tan rudo lienzo, había en mi
tiempo. Yo escuchaba las quejas de su fortuna, pero escondían las perezas de su desorden.
Nunca creí en desafortunados, que este nombre se equivoca con la poltronería y la huelga. No
hay fortuna, por loca que sea, que se arroje a maltratar una vida arreglada. En la primavera de
su salud, para comer y vestir, todos pueden ganar, y con esto ninguno es pobre ni miserable.
Si no lo consigue, es porque se le estorban sus vicios, no la desdicha, la suerte ni la fortuna;
que éstos son espantajos contra la Cristiandad. Dios, que se lo da a la hormiga, también se lo
dará al hombre; y más, trabajándolo. ¡Válgate Dios por mundo! ¡Cada día te llevan las locuras
de tus moradores más violento al fin! ¡Mientras más vida, menos conocimiento! ¡Mientras
más desengaños, menos enmienda! ¡Y a más avisos, más inconstancias! Vamos, Torres, y
guía donde sea tu voluntad.
Visiones y visitas de Torres con don Francisco de Quevedo por la Corte, Diego de Torres
Villarroel
CUESTIONES SOBRE EL TEXTO:
(...)
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CUESTIONARIO DE EVALUACIÓN
El Siglo XVIII
1. ¿Qué peculiaridades presentan el Neoclasicismo y el Prerromanticismo en España?
_ Aparecen en la 2ª mitad del siglo y en los últimos años coexisten.
_ Aparecen en la 2ª mitad del siglo y ambos defienden el valor de la razón por encima de
todo.
_ Coexisten en los últimos años del siglo, pero no en la obra de los mismos autores.
_ Coexisten en los últimos años del siglo y ambos valoran los sentimientos humanos.
2. ¿Cuál de los siguientes rasgos es consecuencia del carácter racionalista de la
Ilustración?
_ Natura dolens
_ Valoración de los sentimientos
_ Hedonismo
_ Utopismo
(...)
49. El teatro de Moratín se caracteriza por...
_ Respetar las normas aristotélicas.
_ Defender el principio de autoridad.
_ Intentar deshacer los errores populares provocados por el seguimiento de la tradición.
_ Utilizar personajes graciosos.
50. ¿Cuál es el problema de Dª Francisca en El sí de las niñas?
_ Ama a Don Diego pero quieren casarla con D. Carlos.
_ Le gustaría quedarse con los periquitos, pero su madre no le deja.
_ Ama a D. Carlos pero quieren casarla con D. Diego.
_ Dª Irene se enamora de D. Carlos y eso no le gusta.
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