democracia neoliberal, régimen neoautoritario y reformismo en crisis

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DEMOCRACIA NEOLIBERAL, RÉGIMEN NEOAUTORITARIO Y
REFORMISMO EN CRISIS.
Rafael Sandoval Álvarez
Guadalajara, Jal., octubre del 2000.
La nueva clase gobernante es más de lo mismo.
En las pasadas elecciones federales el pueblo mexicano tuvo un comportamiento
político que pone a prueba la capacidad de los analistas políticos, periodistas e
intelectuales en general en lo que se refiere a la forma de hacer sus análisis políticos y
de manera muy particular exhibirá el comportamiento político y moral de los partidos
políticos, los diputados y senadores en sus respectivas instituciones donde se
desempeñan como profesionales de la política. Hasta el momento han demostrado que
no pretenden representar el interés y la voluntad del pueblo. No es de otra manera como
se puede interpretar las posiciones y actuaciones que tienen para lograr las mayorías
requeridas para legislar. Vayamos a dos puntos de reflexión:
En el caso de que la composición porcentual actual en las cámaras reflejara la voluntad
e inclinación política de los ciudadanos, es decir, que por la forma en que se voto y se
abstuvieron de votar los ciudadanos, los legisladores estarían obligados a construir
consensos suficientes para poder legislar ya que a ninguno se le otorgo la confianza de
la mayoría y esto debería de considerar por tanto la puesta en práctica del Diálogo
Nacional, es decir, el involucramiento de los electores que se supone están detrás de
cada diputado en su distrito correspondiente para decidir sobre los asuntos del pais, pues
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si nos atenemos a la Constitución Política de México, los representantes populares,
están obligados a mandar obedeciendo.
Considerando lo anterior, no es justificable que ningún partido, ni funcionario del Poder
Ejecutivo de cualquier nivel, incluyendo al Presidente electo Fox, ponga por delante su
interés personal, el de su partido o el del grupo social que le haya aportado recursos
económicos a su campaña como candidato, por el de la población que se supone
representa.
En este sentido, no es válida la preocupación que deviene en lograr
mayorías artificiales y pragmáticas si la realidad es que la ciudadanía no le entregó la
mayoría a ningún partido en las pasadas elecciones federales. No reconocer esto es una
falta de respeto a la voluntad popular. En pocas palabras, el pueblo mexicano no le
confio a ningún partido el poder de que decidiera por todos solo por haberlo elegido.
Cabe la pregunta de si esto demuestra que la inteligencia política de los electores,
comúnmente despreciada, transmitió a través de su voto diferenciado un mandato que
exige una forma diferente de legislar que nada tiene que ver con la frase de "tú los
eliges y ellos deciden por ti". La reflexión no está demás sobre todo si tomamos en
cuenta las condiciones de libertad política y antidemocracia que privan en el país. Por
qué no interpretar que los electores mandatan que los Diputados y Senadores están
obligados a buscar consensos tomando en cuenta a la ciudadanía o es que las figuras de
plebiscito, referéndum e iniciativa popular son simples adornos de campaña electoral
para legitimar la restauración del régimen mediante reformas políticas que cambian las
leyes pero para que todo siga igual en los hechos de la vida cotidiana.
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En otro caso supuesto de que resulte justificado hacer cualquier tipo de maniobras para
lograr tener la mayoría suficiente y que al presentar iniciativas de ley se asegure su
aprobación, habría que preguntarse quién o quiénes y a partir de qué suponen que dicho
comportamiento cuenta con la aprobación de todos los mexicanos. El problema, como
se presenta aquí, sigue siendo la necesidad de construir el consenso que con plena
libertad y suficiente información deberá darse a través de un diálogo nacional con los
ciudadanos. Y cuando se alude aquí a la libertad no se hace referencia a la libertad
liberal sino a la que tiene en la autonomía , es decir a la que se constituye a partir de la
reflexión y la conciencia, su punto de partida para lograr el consenso colectivo.
Como no dudar, por ejemplo, de Fox y el PAN, si en tiempo de elecciones no aceptó la
iniciativa de ley de Zedillo para privatizar la Industria Eléctrica y ahora, después de
estar instalados como gobernantes preparan una iniciativa de ley para privatizar la
electricidad. De qué manera tenemos que entender que ante un público dice una cosa y
ante otro dice otra que contradice lo primero. En este sentido, la cuestión relevante es si
de verdad ya estamos en un nuevo régimen político y si la democracia ya está instalada
en las Instituciones Públicas, cuando los procesos políticos y el comportamiento de los
partidos y gobernantes sigue siendo más de lo mismo a pesar de la alternancia en el
gobierno por parte de los partidos políticos.
La pertinencia de observar con actitud crítica el tránsito que se vive en el país, tiene que
ver con cuidar de no caer en la lógica de la reproducción de la dominación autoritaria
que ahora se disfraza de transición a la democracia y que la mayoría de los intelectuales
y académicos mexicanos están avalando con su discurso y a veces como intelectuales
orgánicos de la nueva burocracia (asesores, consultores y agencias subcontratadas por
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los gobiernos locales y estatales). En este sentido, resulta sorprendente que sean
intelectuales extranjeros los que llamen la atención sobre la mascarada que representa la
llamada transición democrática en México (Roitman, Chomsky, Petras, Vázquez
Montalban, Saramago) y cause tanta irritación el que unos cuantos nacionales la
cuestionen.
También sorprende el silencio y la descalificación que sufren los pocos intelectuales que
han insistido en la mascarada que representa la alternancia del PAN por el PRI en
cuanto a un cambio real a la democracia y que son señalados como el grupito de
asesores del EZLN (Luis Javier Garrido, Luis Hernández, Sergio Rodríguez Lascano,
Carlos Fazio, Andrés Barreda, Carlos Montemayor, etc.), y por supuesto, el
subcomandante Marcos, que resulta tan irritante para los "bien pensantes" que todo lo
quieren ver bajo las viejas formas de hacer el análisis político.
Es paradójico que siendo los intelectuales, los profesionales con el encargo social de ser
críticos ante las apariencias de la realidad ( profesionales, pues no es de otro modo
como se puede entender que el pueblo aporta los recursos económicos con los que se les
paga en las instituciones universitarias y otras desde donde realizan sus estudios y
análisis) se plieguen al discurso hegemónico que desde las élites dominantes se dicta:
transición, alternancia, democracia formal y representativa, voto útil, gobernabilidad,
estabilidad, agenda ciudadana, compromisos de campaña, elecciones, pactos, etc. y
resulta paradójico también porque son estas formas de hacer política y de entender las
relaciones sociales implícitas en su discurso las que han entrado en una crisis, en un
cuestionamiento por parte de sectores diversos de la sociedad civil.
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II.- Inauguración y crisis del régimen neoautoritario.
La crisis de los partidos políticos y de la democracia representativa; de la que
ciertamente no se da cuenta en la realidad que observan los analistas políticos, los
periodistas ordinarios y los intelectuales orgánicos del nuevo régimen; es una crisis que
se vive con todas sus consecuencias por amplios sectores del pueblo que no se ven
representados ni por los programas de los partidos, ni por las políticas públicas de los
gobiernos de alternancia. Seguramente los ensayos de autogestión y autogobierno que
miles de grupos sociales experimentan no se alcanzan a observar con los anteojos de la
nueva ideología de la transición y el empoderamiento que se tramita como
interlocutores legítimos del nuevo régimen, pues es obvia la molestia que causan las
formas de hacer política de los "intransigentes e inmaduros" activistas de movimientos
como el zapatismo de las comunidades indígenas, los anarco-libertarios de las
organizaciones juveniles y en general de los grupos que reivindican las diversidades
disidentes en todos los ámbitos de la sociedad y la cultura, como son los grupos de
lesbianas y homosexuales, artistas e intelectuales.
Es contradictorio que la crisis de los partidos y la democracia representativa se dé en el
momento culminante de su consagración con lo que se ha dado en llamar la alternancia
gubernamental y a la que acompaña un fenómeno peculiar: todos los partidos son
similares (Partido Virtual de la Unidad como los define Kirchs). veamos en qué:
1) Los intereses particulares de las sectas y corrientes que constituyen su burocracia
siempre aparecen por encima del interés común del partido que se concreta en su
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programa y sus principios. Y si atendemos la idea de que en el programa se
suponen los intereses de amplios sectores de la población, pues resulta obvio.
2) Se transforman cada vez en un sistema corporativo y clientelar de militantes y
afiliados que responden coyunturalmente a los procesos de selección interna de
candidatos y líderes-dirigentes, y no como organización política en movimiento con
respecto a las luchas populares. Resultando una concepción sobre los ciudadanos
como de electores-consumidores.
3) Se convierten en una maquinaria electoral con sistemas complejos de competencia
interpartidaria que elabora programas de gobierno, campañas y promesas electorales
con una disociación extraordinaria con respecto a las políticas públicas que
concretan cuando se convierten en gobernantes y funcionarios públicos.
4) Son consumidores de sumas importantes de dinero para sostener el aparato
electoral, sus profesionales de la política y su propaganda.
5) Priorizan los medios por sobre los fines políticos de tal manera que sus estrategias
resultan con una identidad común alrededor de la toma y conservación del poder y
el gobierno.
6) Son promotores de la sustitución del sistema de control corporativo por otro de
coptación y subordinación neocorporativista que considera al sistema de redes de
Ong's financiadas como mediaciones óptimas entre los partidos y sus gobiernos con
respecto a los ciudadanos.
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7) Asumen el discurso de la transición a la democracia como la máscara pública de la
alternancia gubernamental y los límites de la democracia formal y representativa vía
procesos electorales hegemonizados por los partidos políticos.
8) Consideran en realidad innecesarias otras formas de organización social y política
para hacer valer el interés de la sociedad civil que no sean a través y por
intermediación del sistema de partidos y el sistema electoral, que junto con el
sistema de gobierno que se configura con la derrota del régimen de partido de
estado, inaugura el régimen moderno de la poliarquía al estilo que mejor gusta a las
instituciones internacionales que hoy dictan los programas de gobierno nacionales,
me refiero obviamente al FMI, OMC y BM.
Queda claro que para el caso mexicano uno de los procesos sobre los que descansa la
transición a la democracia que han impulsado desde el Fondo Monetario Internacional y
el Banco Mundial, algunas redes de Ong's, pasando por los partidos políticos, es el
sistema de partidos que sustituye al sistema de partido de estado que, junto con el nuevo
sistema electoral, se convierte en la estructura que posibilita la alternancia
gubernamental.
Es precisamente este proceso (iniciado en 1979 con la apertura
democrática y continuado a través de la reforma política de 1982 y las subsiguientes en
los 90's), que ha sido planificado y conducido por las élites políticas dominantes, el que
se ha acompañado de una descomposición y crisis de los partidos políticos, así como del
modelo o paradigma de la democracia representativa.
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Con esta reflexión se quiere llamar la atención sobre el hecho de que la recomposición
del bloque de poder dominante se ha estado dando a costa de la derrota y captación de
los proyectos partidarios que han entrado al juego político de la reforma y la transición
adecuada a los intereses de la clase dominante, capitalistas y políticos profesionales a su
servicio. Hoy estamos en presencia de un momento en que los partidos y las
organizaciones políticas nacionales, al haber aceptado entrar en la estrategia de la
distribución del poder gubernamental, sin ser parte del poder real, tendran que ser
instrumentos y operadores de la aplicación de las políticas neoliberales, tanto en el
ámbito de la economía como en lo social. No fue gratuito que las plataformas y
programas de todos los partidos políticos contemplen la continuidad de dicha tendencia
neoliberal pues sabían que era condición indispensable para aspirar a ser gobernantes,
asesores directos del nuevo gobierno o cuando menos intelectuales orgánicos del
"nuevo" régimen para acceder a becas, financiamientos de proyectos, etcétera. (algo que
ver con el síndrome Aguilar Camín o el Sánchez Susarrey a nivel local). Llama la
atención en todo esto, cómo precisamente uno de los saldos de este proceso transicional
es la incorporación de un gran ejército de intelectuales y académicos al discurso
hegemónico que domina en los espacios de los medios de comunicación
y que
reivindica de forma extraordinaria la democracia representativa y el sistema partidario
como los ejes sobre los que debería de moverse la sociedad civil.
III.- Estrategia de distribución de poder y recomposición del bloque de poder
dominante.
Caer en la cuenta de que a partir del 2 de julio del año 2000 en México se abre una
coyuntura que inicia un nuevo periodo histórico es necesario para poder disponer de los
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elementos que trae consigo la situación política que configura la correlación de fuerzas
y la confrontación entre las elites emergente y las desplazadas, y como inician una
forma diferente de convivir; de tal modo que no nos vayamos con la finta de supuestos
cambios.
Reconocer que se cierra un ciclo que se inició en 1968 nos permite observar las
posibilidades para continuar con la lucha, solo que ahora con un discurso y formas de
resistencia que enfrente las nuevas condiciones que impone el proceso de restauración y
modernización del régimen y que, como se insiste, sostiene su hegemonía y dominación
con la máscara de la democracia formal y la transición al sistema de los partidos en
alternancia gubernamental.
Desde 1982 hemos presenciado el espectáculo de una crisis en el bloque de poder
dominante y un largo proceso de reestructuración y rearticulación que este 2 de julio
concluye para dar paso a la constitución de una nueva clase política gobernante y el
inicio de la consolidación y estabilización del bloque de poder que, de acuerdo con las
políticas emanadas de los centros de poder internacional (el grupo de los 7; la OMC; el
FMI y el B.M.; así como el Departamento del Tesoro y las siete grandes Corporaciones
Financieras de Wall Street), se enfila para dar continuidad a la siguiente fase de
desarrollo que el plan global del capitalismo requiere.
La nueva mascarada la anunció desde hace varios años, pero con tono de mandato
irrefutable desde 1998, el FMI y el B.M., se trata de legitimar la Nueva Fase del
Neoliberalismo en función de un discurso y una práctica de gobierno basada en la
democracia formal de regímenes restaurados donde se instale el juego mercantil de las
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elecciones entre partidos políticos que acepten el modelo económico y se conviertan
prácticamente en un "partido virtual de unidad" a la hora de gobernar y distribuirse los
puestos de la administración pública. Con todo, el código bajo el cual se concentra el
poder, y la élite gobernante se somete a ello, no parece tener mayores cambios;
ciertamente se tratará de eliminar las viejas formas de la corrupción por otras donde
incluso se legalice la rapiña de las transnacionales y nacionales monopólicas que se
llama acumulación de capital, y en el caso de los funcionarios públicos la fórmula será a
través de bonos de compensación, jubilaciones y prestaciones extraordinarias que por
cierto son figuras que les fueron arrebatadas a los trabajadores de base al servicio del
estado.
En suma, estamos en presencia de la fase superior de la contrarrevolución neoliberal que
se echó a caminar para enfrentar los impulsos revolucionarios que amplios sectores
sociales manifestaron con mayor evidencia desde 1968.
IV.- La resistencia entre la revolución conservadora pasa por reconocer los
obstáculos y el lastre de las viejas formas de hacer política.
Estamos viviendo un proceso de revolución conservadora, no sin oposiciones, que
conlleva una serie de guerras de baja intensidad con un saldo impresionante de bajas
humanas y económicas:
Militarización y paramilitarización, hampa y crimen
organizado, política económica neoliberal y cooptación de cuadros intelectuales.
Paralelamente estamos viviendo una serie de insurgencias del pueblo que no son
visibilizadas en los medios de comunicación masivas; ciertamente con contradicciones y
discontinuidades, donde la resistencia y sus formas tan complejas enfrentan la situación
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económica que mantiene a 70 millones de mexicanos en la pobreza; así, la solidaridad
familiar, las redes de trueque, la autogestión y el apoyo mutuo y las redes de saberes
locales constituye los embriones de la nueva resistencia que no sin dificultades se va
constituyendo pues, la fragmentación y atomización de luchas y movimientos reproduce
el sectarismo gremial y no favorece la convergencia de las diversidades disidentes.
Algunos de los problemas que enfrentarán los movimientos y grupos en resistencia
tienen que ver con la política que algunos sectores de la sociedad civil están
implementando a partir de su concepción sobre el nuevo periodo histórico que se vive, a
continuación se describen algunos elementos que las caracterizan:
•
Que muchos grupos sociales ONG's y ciudadanos con presencia pública e
interlocución con el gobierno están legitimando al nuevo régimen anteponiéndose
como mediadores entre la sociedad civil y los gobernantes.
•
Que muchas ONG's se transmutan y convierten en fundaciones privatizadas o
empresas de caridad para mantener a sectores pobres de la población so-metidos en
un régimen controlado de asistencia social neocorporatista.
•
La emergencia, ahora muy visible y con renovada actividad pública de un bloque
de organizaciones de la sociedad civil de carácter conservador y de derecha
confesionales, disputará la hegemonía a los movimientos populares de resistencia
frente al pueblo en general y de cara al neoliberalismo ofreciéndose como
contrapeso a los movimientos de resistencia civil revolucionarios.
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El reconocimiento del carácter histórico de muchos movimientos sociales actuales y
sus posibilidades en potencia es necesario para dar cuenta de los sujetos
revolucionarios y sus proyectos alternativos a la nueva ideología de la transición y la
alternancia; debemos entender las iniciativas políticas como un proceso en constante
movimiento que reconozca los puntos de contacto, enlace e interacción entre los
diferentes movimientos y luchas. Así mismo las nuevas formas de hacer política que
se experimentan privilegian procesos y no la oportunidad política para hacerse de
poder. Estamos en presencia de una transición contradictoria y paralela en la que la
posibilidad de globalizar la resistencia no sólo enfrenta las limitaciones impuestas por
la clase dominante, sino las propias.
Ante todo esto se requiere poner atención en la necesidad de tener condiciones de
suficiencia en información y conocimiento políticamente pertinente; contar con un
mínimo de infraestructura tecnológica para facilitar la construcción de redes de
comunicación y movilización; reconocer los diferentes tiempos (histórico, político,
cultural, psíquico) para dar la confrontación, generar las iniciativas políticas y resistir en
el reflujo. Todo esto por supuesto lleva su ritmo, pero la esperanza y la posibilidad de
construcción de un nuevo tiempo de vida ahora está fincado en la paciencia histórica y
no se ignora que por el lado de la resistencia, la sociedad civil y los nuevos
movimientos sociales, se presentan problemas que de no reconocerlos para superarlos se
legitimará y enraizará el nuevo régimen neoautoritario, sino 70 años como el PRI, si
por 20 ó 30 años más.
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RAFAEL SANDOVAL ALVAREZ.
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