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OBAMA Y LA FE RACIAL (I)
Serie: Convivencia de los discursos de sexo, género y raza, en la Babilonia demócrata y el
cristianismo afroamericano.
Por Mónica Carrillo Zegarra*
Era un domingo de julio del año 2012 en Georgia. En el frontis de una de las iglesias bautistas, las
cabezas de mujeres afroestadounidenses discurrían con sombreros de alas anchas, más cortas que
los usados por Pippa y las asistentes a la boda real inglesa de Londres, aunque con vuelos no menos
glamorosos. Los alambres en forma de flor reposaban al lado izquierdo de las copas de los
sombreros, creando usualmente unos pétalos cuyos colores combinaban con algún elemento del
ajuar, ya sean los zapatos, las correas o los aretes.
El rol de las Iglesias Afroamericanas
“A la iglesia puedes ir vestida como quieras, aunque lo ideal es ir con ropa respetuosa”, me dijo,
mientras echaba ojo a mis escotes embellecidos por la lencería de Victoria Secret y a mis minifaldas
que se hacían más llamativas cuando enlongaba mis piernas enfundándolas en unas botas blancas a
la rodilla cuyos tacos número doce estaban engarzados en cristales Swarovski que daban un
luminoso efecto nocturno, incluso en el medio de la nieve. Un joven afroamericano egresado de la
Universidad de Harvard me cursó la invitación. Era la primera vez que asistía a una Iglesia Negra
Bautista afroamericana en Estados Unidos. Esta se ubicaba en el barrio de Queens en Nueva York y
participaban en promedio mil cuatrocientas personas, por cada ceremonia, animadas por un coro
de góspel de ciento veinte cantantes.
En Georgia, las dimensiones y características eran similares. Los más de ochocientos
afroamericanos -en una de las cuatro ceremonias de domingo- estaban ataviados con vestimentas
elegantes, algunos hombres, además del clásico terno, usaban smoking y lentes redondos de
montura negra rememorando el estilo de Malcolm X. Las mujeres llevaban vestidos y faldas a la
rodilla. Los escotes en cuello redondo o en “v” escondían sus protuberantes bustos. Las ropas,
aunque largas, eran suficientemente ceñidas para mostrar sus curvas pronunciadas, algunas en
magnánima expresión del fenotipo muscular afrodescendiente y otras en consecuencia del
sobrepeso de la población sureña – se dice a causa de la ausencia de transporte público, el consumo
de un tipo de soul food1 que tiene más grasas y la pobreza que limita la capacidad de consumir
comida balanceada.
Desde que las Black Churchs (Iglesias Negras) fueron creadas en 1774, hasta el día de hoy continúan
cumpliendo la función de cohesionar a la comunidad afro y establecer lazos económicos,
comerciales, sociales y políticos2. El asistir a reuniones de grupos de solteros y solteras brinda la
oportunidad de conseguir a una futura pareja, cuya compatibilidad con la fe cristiana es tan
importante como el estar ubicados en un status económico medio y pertenecer a una clase
educada.
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Comida tradicional afroamericana.
Misty Noel Johnson. THE BLACK CHURCH AND POLITICAL MOBILIZATION OF AFRICAN AMERICANS.
B.A., Louisiana State University, 2002.
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La educación garantiza y abre la posibilidad a una movilidad social. El ingreso a universidades top
(Harvard, Columbia, entre otras), se logra porque, de existir un buen desempeño académico en la
escuela secundaria, los afroamericanos acceden a becas o préstamos que garantizan su presencia
en estas universidades. Así, la participación en una iglesia donde se interactúe con pares que
permitan fortalecer las pequeñas, medianas o grandes fortunas familiares a la usanza de los
tradicionales matrimonios de los grupos blancos, muestran la función política, económica y social
de estas comunidades de fe.
Luego de acudir a la ceremonia de la iglesia de Georgia, a las once de la mañana, asistí a un
tradicional brunch estadounidense, mezcla de desayuno y almuerzo que se disfruta usualmente los
domingos para fraternizar luego de acudir a la iglesia o simplemente porque no se desea cocinar en
casa.
El lugar donde disfrutas el brunch, con quién conversas mientras esperas ser ubicado en una mesa
disfrutando de un cóctel- cortesía de la casa, a quién saludas y si algún prominente personaje de la
sociedad afroestadounidense te dirige el saludo, también son aspectos de interés. Estas dinámicas y
códigos de estatus, clase y raza, no incluyen a personas no afroestadounidenses, africanos o
afrolatinos, salvo que estos hayan contraído matrimonio con algún miembro de la sociedad
afroestadounidense o sean fiances – y no simples enamorados- de algún miembro de esta creme y
nate de la clase media alta y/o educada.
La fe racial a partir de una historia común
Como mujer en conciencia Rastafari, he participado con un mediano o alto grado de devoción en
diversas iglesias y grupos religiosos como el Candomblé, Regla de Ifá (orishas), Hare Krishna,
Cristianos, Católicos Focolares y he sido voluntaria con el grupo Jesuita y la congregación de la
Madre Teresa de Calcuta. Sin embargo, mi participación en las Iglesias Negras Bautistas, despertó
en mí algo que denominaré fe racial. La identidad religiosa cristiana bautista cree en Jesús Cristo
bajo el precepto de que ante Él todos somos hijos e hijas de Dios y por tanto iguales. Cree en el
poder de la raza afro por haber sido condenados a un padecimiento que merece ser redimido. Esta
redención ha tenido más de cuatro siglos de sangre esclavizada derramada y casi dos siglos de vivir
con las consecuencias de dicha empresa esclavista.
La fe racial, implica entonces, la fe del Pueblo Afro en nosotros mismos, desterrando el
endorracismo. En el convencimiento de nuestra capacidad de acceder al poder a partir de las luchas
callejeras, las revoluciones, las batallas ideológicas, los debates académicos, la producción cultural y
la participación en todas las dimensiones de los avatares políticos. En Latinoamérica, las cofradías
fueron estructuras primigenias parecidas a estas Iglesias Negras, ubicándose las más importantes
en Cuba y, en el caso peruano, expresado en cofradías como la del Señor de los Milagros.
Las cofradías estaban insertadas dentro de la Iglesia Católica, a diferencia de Estados Unidos donde
los afrodescendientes crearon las Iglesias Negras como estructuras independientes y espacios de
libres de movilización política y libertad espiritual.
¿Cómo esta identidad religiosa cristiana se acerca a las propuestas democráticas que plantean
reformas en políticas de género, la utilización de métodos de planificación familiar y una diversidad
de políticas contradictorias con la mayoría de preceptos de la filosofía cristiana?
Noviembre del 2012
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Por ello, el Pueblo Afroamericano tiene una memoria histórica viva, azuzada por los rezagos de
segregacionismo que viven hasta la actualidad. Me encontré con una de estas expresiones siniestras
en año 2004 en una tienda de hamburguesas de Carolina del Sur, que tenía una bandera de la
Confederación – grupo pro esclavista de la Guerra de la Secesión 1861-1865- de aproximadamente
tres por dos metros pegada en una de sus paredes. Este lugar, de propietarios blancos, tenía como
consumidores a la población afroamericana de la zona. Luego de protestas, la bandera que había
estado flameando afuera del local, fue colocada adentro en ejercicio de la libertad ideológica de los
dueños del restaurante. Me encontré también con esta bandera alrededor de las estatuas de los
líderes de la Confederación en los parques de la pujante y moderna Carolina del Norte.
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Cabe recordar, que a pesar de que la tradición demócrata ha sido favorable a la equidad racial, el
Partido Republicano, fue en sus inicios una plataforma antiesclavista siendo uno de sus líderes el
Presidente Abraham Lincoln. El largo proceso de revoluciones afroamericanas tuvo como grande
afrenta la creación de las leyes de Jim Crown (1876-1895) que legalizaron el apartheid con medidas
que segregaban a los afroamericanos de la participación en los espacios públicos y la educación.
Continuará…
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*Presidenta Ejecutiva de LUNDU Centro de Estudios y Promoción Afroperuanos. Poeta, compositora musical,
investigadora en temas de género y raza y activista afroperuana.
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