de la terminología fascista, para que lo traguen los

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de la terminología fascista, para que lo traguen los ingenuos e ignorantes que queden
en nuestro país y - si fuera posible - la Organización Internacional del Trabajo. Pero ¿a quién esperan engañar? Todos los adjetivos y eufemismos empleados, toda la
vacua fraseología del hoy eliminado Ministro de Información y de los comentaristas
oficiales, toda la retórica del caído Salís y de Espinosa Poveda no han podido anegar
o diluir el carácter esencialmente anti-democrático del citado proyecto de Ley Sindical y los principios que harían del organismo propuesto la negación total de todo lo
que los hombres han entendido como Sindicatos desde que éstos existen, principios de
corte fascista que quedan reflejados en los artículos 5, 15, 17 y principalmente 30, del
que ofrecemos el siguiente extracto: "Al frente de la Organización Sindical habrá un
presidente que será nombrado y separado libremente por el Jefe del Estado ... El
presidente de la Organización Sindical será ministro del Gobierno ... Al presidente
de la Organizacion Sindical le corresponde: . . . di1·igir y coordinar la acción
sindical y ostentar la plena representación de la Organización Sindical, ejercer la alta
inspección y tutela de los Sindicatos ... presidir el Comité Ejecutivo ... y el Congreso ... , así como disponer la ejecución de sus acuerdos; el nombramiento y remoción
del secretario general de la Organización Sindical, del secretario general técnico y de
los secretarios adjuntos para asuntos económicos, sociales, administrativos y asistenciales; de los directores de obras y servicios de ámbito nacional y de los delegados
provinciales de la Organización Sindical; el nombramiento y remoción de los Presidentes de los Sindicatos nacionales ... ; servir de enlace entre la Organización Sindical
y el Gobierno y entre éste y los Sindicatos ... ". - ¿Puede concebirse aberración más
grande que la de convertir en "representante" y portavoz supremo de ... las aspiraciones de emancipación y la voluntad de lucha de trece millones de trabajadores
españoles a un "hombre de confianza" del Jefe del Estado, que sería nombrado y revocado a su antojo, hoy por el agonizante Generalísimo, mañana por el Príncipe vacío
y frívolo de las regatas y de las fiestas aristocráticas, muñeco sin palabra, cuya educación se ha venido realizando en estrecho contacto con las más retrógradas Cortes y
familias reinantes, de Grecia al Irán? Ambos personajes, instrumentos de una torpe y
despiadada oligarquía capitalista que niega a nuestro proletariado el mínimo vital
¿habríande ser quienes decidieran en todo momento el nombre del presidente y "guía"
de ese proletariado, el cual nombraría a su vez "sus" delegados en cada provincia y
en cada sector industrial? Ese plan monstruoso no ha engañado a nadie, y así, por
ejemplo, el director de uno de los principales diarios de la capital, Antonio Fontán,
ha podido decir en un reciente editorial ("Madrid", 13. 10. 69) que "los sindicatos siguen
siendo verticales", que los "mandos políticos provinciales o nacionales son conservados
escrupulosamente con las mismas o más atribuciones" que antes y que se atribuyen,
por el contrario, "funciones meramente consultivas" - "velar", "proponer", "estudiar" ... - al órgano que en todos los auténticos sindicatos del mundo es el "máximo
órgano representativo de la Organización: el Consejo Sindical". -Para nosotros está
claro - si es que aún no lo está bastante para el Consejo de Administración de la
OIT- que mientras subsistan en España esos Sindicatos Verticales- cualquiera que
sea el disfraz que adopten para la circunstancia - no sólo quedará obstruida toda
posibilidad de progreso en la via de la emancipación económica y social y de la dignificación humana del trabajador, sino que las familias de los más conscientes y valerosos trabajadores de nuestra Patria seguirán pagando su tributo de dolor, de miseria
Y de cárcel a los Tribunales de Orden Público. Y es éste el sentido que tenemos que
dar a la cínica confesión del Secretario General de los Sindicatos Verticales, Señor
Espinosa Poveda, al declarar el 4 de octubre en Madrid que "la Ley Sindical no tiene
equivalente en los sindicalismos de ningún otro país". -Esa Ley Sindical, en efecto,
está en abierta contradicción con el "Convenio relativo a la libertad sindical y a la
Protección del derecho de sindicación" de la Organización Internacional del Trabajo,
establecido en San Francisco en 1948 y que rige las relaciones entre los Sindicatos y el
Estado en todos los países democráticos. Dicho Convenio (núm. 87) dice así en sus
artículos 2 y 3: "Los trabajadores y los empleadores, sin ninguna distinción y sin
autorización previa, tienen el derecho de constituir las organización que estimen con-
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