querellante.legitimación procesal de la oficina anticorrupción del

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QUERELLANTE.LEGITIMACIÓN
PROCESAL
DE LA OFICINA ANTICORRUPCIÓN DEL
MINISTERIO DE JUSTICIA SEGURIDAD Y
DERECHOS HUMANOS
LEY 25.233. FACULTADES Y ATRIBUCIONES DE
LA OFICINA. FALLO “Gostanián” CSJN.
COEXISTENCIA ACUSATORIA JUNTO AL
MINISTERIO PÚBLICO FISCAL. VALIDEZ DEL
REQUERIMIENTO DE ELEVACIÓN A JUICIO
SOLICITADO.
PODER JUDICIAL DE LA NACIÓN R.S2.T94f*234/237
//Plata,28 de octubre de 2008.
VISTO:
Este
expediente
2962,
“Incidente de excepción de falta de acción y
nulidad promovido por la Defensa de M. R. D.
M. N.”, procedente del Juzgado Federal de
Primera
Instancia
en
lo
Criminal
y
Correccional n° 1 de Lomas de Zamora.
Y CONSIDERANDO:
EL DOCTOR COMPAIRED DIJO:
I.
Llegan
estas
actuaciones
a
conocimiento de la Alzada en virtud del
recurso de apelación interpuesto por la Sra.
Defensora Oficial, (...), en representación
de M. N., contra la resolución por la cual no
se hace lugar al planteo de falta de
legitimación
procesal
de
la
Oficina
Anticorrupción del Ministerio de Justicia,
Seguridad y Derechos Humanos para actuar en
el rol de parte querellante, y que rechaza el
planteo de nulidad del requerimiento de
elevación a juicio formulado por dicha parte
(...).
II. La apelante sostiene que la
introducción al proceso judicial de un órgano
integrante del Poder Ejecutivo Nacional no se
corresponde con el principio republicano de
gobierno, la división de poderes y las
atribuciones
y
prohibiciones
dispuestas
expresamente por la Constitución Nacional.
En tal sentido, argumenta que habría
una superposición de facultades, ya que la
intervención de la Oficina Anticorrupción
estaría justificada por la afectación del
patrimonio del Estado, mientras que la del
Ministerio Público Fiscal por la defensa de
los intereses generales de la sociedad.
Por otro lado afirma que habría una
violación del principio de legalidad, por
cuanto al momento de la comisión del hecho
investigado la Oficina Anticorrupción aún no
había sido investida, por ley y decreto
reglamentario, del carácter de “acusador” o
“querellante”, y que se está aplicando una
ley posterior que resulta más gravosa al
incluir otra parte acusadora en el proceso.
Respecto
al
requerimiento
de
elevación a juicio formulado por la aludida
parte querellante, la Sra. Defensora Oficial
argumenta
que
carece
de
una
relación
circunstanciada y precisa de los hechos que
se le imputan a M.N., por lo cual se verían
vulnerados su derecho de defensa y la
garantía del debido proceso.
III. Cabe destacar que en los autos
principales
tanto
el
Sr.
Fiscal
Federal,(...), como el Fiscal de Control
Administrativo de la Oficina Anticorrupción
del Ministerio de Justicia, Seguridad y
Derechos Humanos de la Nación, (...)han
formulado el requerimiento de elevación a
juicio contra M.N., ex titular del Instituto
Nacional del Agua y el Ambiente, en orden al
delito de peculado, previsto por el artículo
261 del Código Penal (...).
En forma sucinta puede decirse que
los hechos que se le atribuyen a M. N. están
relacionados
con
los
procedimientos
implementados
en
el
referido
instituto,
mientras el nombrado era su titular, para el
manejo
de
fondos
extra
presupuestarios
mediante
la
apertura
de
cuentas
de
fiedeicomiso en el Banco de la Ciudad de
Buenos Aires, en las cuales eran depositados
tales
recursos
sustrayéndolos
de
los
circuitos oficiales y mecanismos legalmente
establecidos para la custodia, transparencia
y seguridad de la actividad financiera del
Estado.
IV. A los efectos de resolver la
cuestión
que
ha
sido
sometida
a
la
consideración de esta Alzada, cabe destacar
que el actual artículo 22, inciso 23, de la
Ley
de
Ministerios
22.520
-con
las
modificaciones incorporadas por las leyes
25.233 y 26.338- establece que el Ministerio
de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos de
la
Nación
podrá
intervenir
como
parte
querellante en los procesos en los que se
encuentre afectado el patrimonio del Estado
nacional.
Asimismo, el artículo 13 de la citada
ley 25.233 dispuso la creación de la Oficina
Anticorrupción
en
el
ámbito
de
dicho
Ministerio,
para
la
elaboración
y
coordinación de programas de lucha contra la
corrupción en el sector público nacional.
Por otra parte, a través del decreto
102/99,
el
Poder
Ejecutivo
Nacional
reglamentó las funciones y estructura de
dicha Oficina, designándola como el organismo
encargado de “... velar por la prevención e
investigación
de
aquellas
conductas
que
dentro
del
ámbito
fijado
por
esta
reglamentación se consideren comprendidas en
la
Convención
Interamericana
contra
la
Corrupción aprobada por la ley 24759...” (ver
artículo 1° del decreto 102/1999).
A su vez, la Oficina Anticorrupción
fue dotada de la facultad de “Constituirse en
parte querellante en los procesos en los que
se encuentre afectado el patrimonio del
Estado,
dentro
del
ámbito
de
su
competencia...”, en “... aquellos casos que
el Fiscal de Control Administrativo considere
de significación institucional, económica o
social.” (conf. arts. 2, inc. e, y 3 del
mencionado decreto).
V. Ahora bien, después de analizar
las circunstancias del caso, a la luz del
contenido
de
las
disposiciones
legales
referidas precedentemente, considero que la
resolución apelada debe ser confirmada, por
cuanto se encuentra ajustada a derecho.
En primer lugar, se advierte que el
Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos
Humanos se encuentra expresamente facultado
para actuar como parte querellante en los
procesos en los que se encuentre afectado el
patrimonio del Estado nacional, conforme lo
previsto por el citado artículo 22 de la ley
de Ministerios.
De
acuerdo
a
la
reglamentación
dispuesta por el Decreto 102/1999, la Oficina
Anticorrupción es el organismo encargado de
actuar como querellante en representación de
dicho
Ministerio,
gozando
de
facultades
autónomas de actuación y de las atribuciones
que le otorga la ley 25.233 en el marco de su
competencia material en lo concerniente al
cumplimiento de la Convención Interamericana
contra la Corrupción (ley 24.759).
Respecto a los agravios expuestos por
la
apelante,
basados
en
una
supuesta
superposición de funciones con la actuación
del fiscal, cabe destacar que el Ministerio
Público
es
un
órgano
independiente
con
autonomía funcional y autarquía financiera,
que tiene por función promover la actuación
de la justicia en defensa de la legalidad y
de los intereses generales de la sociedad
(conf. art. 120 de la Constitución Nacional y
art. 1° de la ley 24.946).
Sentado ello, la actuación conjunta
de la Oficina Anticorrupción como parte
acusadora no implica, de ninguna
forma,
resignar el ejercicio de la acción pública en
un organismo dependiente del Poder Ejecutivo,
sino que dicha actuación está dada por la
posibilidad
del
Estado
nacional
de
presentarse
como
parte
en
determinados
supuestos.
Cabe consignar que la facultad del
Estado Nacional de asumir la función de
querellante -atribución que históricamente
fue ejercida por el Cuerpo de Abogados del
Estado- ya se encontraba prevista por el
texto originario del artículo 4 de la ley
17.516, para los delitos cometidos contra la
seguridad
de
la
Nación,
el
orden
constitucional, los poderes públicos y el
patrimonio
de
las
rentas
fiscales,
sin
perjuicio
de
la
intervención
de
los
respectivos fiscales en el ejercicio de la
acción penal pública.
Del mismo modo, nuestra Corte Suprema
ha
admitido
que
distintos
organismos
dependientes del Poder Ejecutivo actúen como
partes querellantes en causas en las que se
ha visto afectado el patrimonio del Estado
nacional (conf. Fallos 293:90 y 307:2153,
entre otros).
Respecto a la intervención de la
Oficina Anticorrupción, merece destacarse lo
decidido por el Alto Tribunal en el caso
“Gostanián,
Armando
s/
recurso
extraordinario”, fallado el 30 de mayo de
2006, remitiéndose al fundado dictamen del
Procurador Fiscal subrogante.
En dicho precedente, el representante
del Ministerio Público sostuvo que “El bien
jurídico protegido es, en este caso, la
administración pública, por lo que parece
legítimo que el Estado incoe contra el
supuesto autor acciones penales y civiles, y
por lo tanto -lejos de actuar como órgano
jurisdiccional- se constituya en parte del
proceso.”
“Separar en estas causas al ente
oficial que actúa como querellante, sería
poner en mejor condición al funcionario que,
abusando de tal calidad, cometió supuestos
delitos contra la administración pública, que
a
los
particulares
que
soportan
la
intervención conjunta de dos acusadores.”.
En tal sentido, sostuvo que resultan
insuficientes
“...
los
argumentos
que
pretenden que las facultades de elaborar
programas
preventivos,
recibir
denuncias,
promover
investigaciones
administrativas
contra funcionarios o reparticiones, pedir
informes a organismos públicos y privados, y
a
particulares,
recabar
colaboración
policial,
disponer
pericias,
evaluara
y
controlar las declaraciones juradas, analizar
la información producida por la Sindicatura
General de la Nación y la Auditoría General
de la Nación, denunciar ante la justicia los
hechos pesquisados que pueden ser delitos caso en que sus actuaciones tendrán valor de
prevención sumaria-, y seguir interviniendo
en estas causas como querellantes, (artículo
13 de la ley 25.233 y su remisión a los
artículos 26, 45 y 50 de la ley 24.946, y
Decreto Nacional 102/99), puestas en cabeza
de la Oficina Anticorrupción, estén reñidas
contra el orden constitucional argentino.”
“Considero,
más
bien,
que
esta
legitimación interna cumple estrictamente con
los fines y objetivos de la Convención
Interamericana
contra
la
Corrupción
(Preámbulo, y artículos 2, 3 -incisos 2, 8,
9- y artículo 7) aprobada por ley 24.759.”.
En el sub examine, más allá de sus
planteos generales respecto a la división de
poderes, la defensa no indica cual es el
agravio real y concreto que genera la
intervención de la Oficina Anticorrupción, ni
de qué manera se encontrarían vulnerados los
derechos y garantías que la Constitución y
las leyes le acuerdan al imputado al admitir
la actuación de un querellante particular aunque sea un persona de derecho públicojunto a un fiscal, cuando el ordenamiento
procesal vigente regula específicamente la
posibilidad de tal coexistencia acusadora.
Precisamente por el principio de
separación de los poderes, no hay ningún
riesgo de que se confundan el ente ejecutivo
y aquél que tiene la titularidad, la potestad
exclusiva y la facultad dispositiva de la
acción penal pública.
VI.
Tampoco
se
advierte
en
la
situación de autos cual sería el fundamento
para negarle el carácter de querellante a la
Oficina Anticorrupción, por la circunstancia
de haber sido creada con posterioridad a los
hechos que se investigan.
Tal argumentación, basada en una
suerte de garantía del “querellante natural”,
carece de sustento normativo y de ninguna
manera puede admitirse como una derivación
del principio del “juez natural” que rige en
el proceso, toda vez que la actuación del
órgano jurisdiccional no puede ser equiparada
bajo ningún aspecto a la de un acusador
particular
(conf.,
en
análogo
sentido,
C.C.C.Fed., expte. 32.179, “Massoni, José s/
solicitud ser parte querellante”, fallado el
2 de noviembre de 2000).
VII. En cuanto a la pretendida
nulidad del requerimiento de elevación a
juicio formulado por el representante de la
Oficina Anticorrupción, debo señalar que, más
allá del método empleado por el Fiscal de
Control Administrativo en su escrito (...) de
los
autos
principales,
están
precisados
cuáles son los hechos que se les atribuyen a
los imputados de autos y las pruebas en que
se basan tales imputaciones.
Por otra parte, guardan relación con
la descripción circunstanciada de los hechos
efectuada por el representante del Ministerio
Público
Fiscal
en
su
requisitoria
de
elevación a juicio (...), base fáctica que no
ha sido alterada durante el desarrollo del
proceso y sobre la cual deberá apoyarse el
debate
en
el
juicio
oral,
respetándose
cabalmente el principio de congruencia.
VIII. En orden a las consideraciones
que anteceden, propongo al Acuerdo confirmar
la resolución apelada.
Así lo voto.
LOS DOCTORES FLEICHER Y SCHIFFRIN
DIJERON:
Que adhieren al voto que antecede.
Por ello, el Tribunal RESUELVE:
I.- Confirmar la resolución apelada.
II.Regístrese,
notifíquese
y
devuélvase.Firmado:Jueces
sala
II,Dres.
Carlos
Román
Compaired.Gregorio
Julio
Fleicher.Leopoldo Héctor Schiffrin.
Ante mí: Dra. Ana Russo.Secretaria
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