LA CARNE COMO ALIMENTO Quiero tocar un tema muy polémico

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LA CARNE COMO ALIMENTO
Quiero tocar un tema muy polémico, que yo se va a traer alguna controversia...
y, tal vez el enfado de algunos...espero que no sea así. Creo que es hora de hablar con la
verdad y cordura necesaria para prepararnos al gran cambio que se avecina, y...esto no
puede hacerse de otra manera que siendo sinceros con nosotros mismos pese a quien
pese.
Vamos a hablar de la carne como alimento. Muchas personas me preguntan por
qué yo digo que no debemos comer carne... y yo les pregunto... ¿por qué ustedes dicen
que hay que comerla? La respuesta siempre es la misma; porque la carne tiene
proteínas... tiene hierro y tiene calcio.
¡Es cierto! La carne tiene esos elementos y más... que fueron elaborados por los
animales herbívoros, o frugívoros; al igual que los carnívoros, los omnívoros, y los
carroñeros, que comiendo el alimento que la Naturaleza les otorgó como nutriente,
elaboraron las necesidades de su cuerpo para el desarrollo de sus funciones y su vida.
¿Pero esos elementos formados por el organismo de la vaca, o el cordero o cualquier
animal, son nutrientes para nuestro organismo? ¡No! Puedo asegurarles que no. Porque
son elementos de tercer orden elaborados por otro cuerpo.
Si razonamos un poquito, podemos llegar a la siguiente conclusión. ¿Qué es lo
que comió la vaca para elaborarlas las proteínas... el calcio... el hierro necesarios para su
desarrollo? La vaca, el cordero, el caballo son seres creados por Dios como mamíferos
herbívoros, al nacer, como todavía no están formada completamente su dentadura toman
leche de “su especie” no de cualquier otro animal, y comiendo hierba... bebiendo agua y
respirando aire puro, elaboraron las necesidades de su cuerpo. Y... si Yo Soy una
Creación de Dios como mamífero frugívoro... tomando leche de mi especie, esto es
leche humana... cuando no tengo dientes, comiendo frutas, bebiendo agua y respirado
aire puro... ¿no elaboraré mis propias proteínas, mi propio calcio y el hierro necesario
para el desarrollo de mi cuerpo? ¡Yo estoy seguro que sí! Porque no concibo como el
Creador… o la Naturaleza, como ustedes quieran llamar, haya hecho las cosas tan
simples para sus hijos inferiores y nos la complique tanto a sus seres más
evolucionados. Como comparación podemos decir que: el elefante alimentándose de
frutas y tallos de árboles tiene todo el calcio necesario para su gran osamenta, proteínas
para su gran volumen y el hierro y los elementos necesarios para su fortaleza y
longevidad.
Cuando el hombre quiere comer carne, no sigue el ejemplo de los animales
carnívoros, quienes comen este alimento naturalmente o sea crudo, el hombre, por
consiguiente tiene que prepararla a través del cocimiento, fritura, con salsa, etc. Al
punto que la salchicha le resulta comestible sólo con muchos condimentos fuertes,
tomados del campo vegetal.
Por consiguiente podemos decir con seguridad que los llamados animales
carnívoros realmente no son carnívoros, sino “animalívoros”, porque ningún ser, y con
menos razón el ser humano puede vivir solamente de carne.
Para dar testimonio de lo que digo, puedo asegurar que: según mi experiencia, de
muchos años tratando enfermos, jamás en la historia de la humanidad, hubo un solo
caso que haya superado un estado anémico comiendo carne... sin embargo se pueden
contar por cientos de miles, las personas que han superado su anemia comiendo frutas,
entre ellos quien les habla.
Tampoco existe una sola persona desde que el mundo es habitado, que se haya
sanado de osteoporosis comiendo carne ni tan siquiera tomando leche de vaca o
comiendo quesos... sin embargo se pueden contar por miles quienes comiendo frutas y
verduras crudas han sanado su sistema óseo de estas y otras dolencias.
Tampoco existe en la historia del hombre quien comiendo carnes haya curado su
cuerpo de dolencias crónicas... graves o terminales... sin embargo se pueden contar por
cientos de miles quienes hemos sanado nuestros cuerpos. Si se quieren testimonios de
ello les recomiendo leer el libro del gran Naturologo Don Manuel Lezaeta Acharán “LA
MEDICINA NATURAL AL ALCANCE DE TODOS” o mis libros “LA NARANJA
UN MILAGRO DE LA NATURALEZA” o “LA MEDICINA NATURAL PARA
BIEN DE TODOS” o cualquier libro de Naturismo del doctor Vicente Ferrándiz… o del
doctor Eduardo Alfonso. De ello existen pruebas fehacientes y documentadas.
Queridos amigos yo pido perdón si ofendí algún sentimiento de alguna persona...
no es esa mi intención. Solamente es mi deseo el de poner un poco de justicia a la
verdad. Estamos viviendo un mundo falsedad tras un sistema de consumismo que
pretende enriquecer a unos pocos en perjuicio de la salud de unos muchos. Pero estamos
en la era de la verdad y esta ya no se puede callar.
Si el ser humano hubiera sido carnívoro u omnívoro la naturaleza nos hubiera
preparado como lo hizo con estos animales de garras para matar y despedazar, y de
dientes puntiagudos para poder rasgar y tritura la carne y los huesos. Y No nos hubiera
dado uñas débiles, y dientes planos para poder corta las frutas y masticarlas, nuestros
jugos gástricos hubieran sido acordes a ese alimento y nuestros intestinos tan cortos
como lo de ellos.
Se vienen... mejor dicho, ya estamos teniendo grandes cambios energéticos y
climáticos, y debemos prepararnos para ello y quien no lo haga sufrirá las
consecuencias de ello y recuerden siempre las palabras del Gran Maestro de la Medicina
Hipócrates... “QUE TU ALIMENTO SEA TU MEDICINA Y QUE TU MEDICINA
SEA TU ALIMENTO” Esta aseveración nos fue dicha hace mil quinientos años atrás
por el Padre de la Medicina, pero es tan cierta ahora como cuando lo fue dicha en ese
tiempo, lo creamos o no.
La carne no es el alimento apto para una vida placentera y saludable del ser
humano. Nosotros no somos carnívoros, ni tan siquiera omnívoros como se nos quieren
hacer creer. Dotados por la Naturaleza el ser humano es: Mamífero – Frugívoro, como
lo es el elefante, o el gorila, o el orangután. La Creación ha dotado a cada ser con el
alimento necesario para su ciclo de desarrollo y ciclo natural de vida. O sea; las frutas
son el alimento dado a los seres más grandes, más fuertes y más longevos del planeta
tierra, incluido el ser humano.
Quiero transmitir algo que nos dijo el Dr. Eduardo Alfonso en su libro Curso de
Medicina natural: “CALIDAD DEL ALIMENTO HUMANO. CARNIVORISMO.
VEGETARISMO”:
“El hombre está constituido para alimentarse de substancias vegetales y se perjudica
grandemente con la ingestión de restos cadavéricos de animales. He aquí nuestra tesis:
No hemos encontrado ninguna razón científica que la contradiga, y carece de
legitimidad el tan socorrido argumento de que el hombre es omnívoro. Veamos.
Si la carne fuese el alimento natural del hombre, la Naturaleza, como lo ha
hecho con los demás animales carnívoros, le hubiese dotado ancestralmente, de garras,
colmillos ganchosos, vista y olfato agudísimos, rápida carrera y torvos instintos. Nada
de eso ha ocurrido. El hombre está provisto de de manos con débiles uñas propias para
poder coger pacíficamente los frutos que los árboles y la tierra les ofrecen, igual que
los animales de tipo frugívoros (monos); y carece de facultades para cazar sin armas y
de sentidos lo suficientemente afinados para seguir la pista de la presa. Es más, los
animales herbívoros no huyen ante su presencia, demostrando con este instinto de
confianza que aquél no tiene las características propias de los animales carnívoros,
ante los cuales huyen o se inquietan.
El ser humano al inventar el cuchillo o el arma se hizo el más terrible de los
animales que comen carne, puesto que sus víctimas se acercan a él confiando en sus
pacificas intenciones. Pero, el natural progreso que lleva consigo el cultivo de la
inteligencia y los sentimientos, priva a muchas personas de la insensibilidad necesaria
para sacrificar el animal que han de comerse, viéndose obligados a delegar en un
semejante el desagradable momento de matar. Esto, mirado con criterio de estricta
justicia, es francamente inmoral. No podemos reconocer el derecho de que se delegue
en segunda persona tan cruel acción, cuyo hábito degrada los sentimientos y estanca la
evolución del espíritu, mientras la primera sacia su apetito con la carne de la víctima,
sin descender de su plano intelectual o del disfrute de los goces espirituales. El matarife
es la primera víctima más desdichada porque lo es por embotamiento de su conciencia.
El animal herido por el cuchillo del sacrificador ofende nuestro oído con sus
gritos desgarradores; por el cuchillo del sacrificador ofende nuestro oído con sus
gritos desgarradores; el espectáculo de su cuerpo sangrante y sus entrañas al
descubierto ofenden nuestra vista; su cuerpo después de muerto tras intenso
sufrimiento, ofende nuestro olfato. (Está probado que el sufrimiento produce en la
carne gran cantidad de toxinas) y si tratáramos de comer la carne cruda, ofendería,
todavía nuestro gusto. ¿Osaremos aún defender como alimento propio de nuestra
naturaleza aquel que a todos nuestros sentidos ofende y repugna? Pero el hombre, sea
por perversión de instintos, sea por imperio de las circunstancias en determinada etapa
de su evolución, comió la carne, no sin antes modificar sus cualidades organolépticas
por medio del fuego, los condimentos y la sal. Hay que lograr que la carne no sepa a
carne para poderla comer. ¡Cuán distinto el caso de la ingestión de una fruta que
agrada nuestro olfato, recrea nuestra vista y satisface nuestro gusto sin modificaciones
de ninguna especie!
Una vez el alimento en nuestro poder, juzguemos desapasionadamente en
calidad sin inmiscuirnos por esta vez en consideraciones químicas ni físicas. Ingerir un
troza de carne supone dar al organismo un producto en el cual predominan las fuerzas
destructivas de la naturaleza, puesto que, como resto cadavérico no queda otra misión
que desintegrarse por la putrefacción: En cambio, ingerir una fruta es regalar a
nuestro cuerpo con elementos nutritivos donde se acumulan la fuerzas constructivas.
De una semilla o fruta por admirable plan constructivo surge una planta. Argumento
que hacemos extensivo a los huevos, que al fin son semillas animales. Además las
carnes, como consecuencia del trabajo muscular del animal de que proceden, contienen
gran cantidad de desechos o productos de desasimilación (urea, ácido láctico, etc.) que
someten a un trabajo suplementario de eliminación al organismo que las come; pues se
ve obligado a excrementar no solamente los desechos de su propio trabajo muscular,
sino los del trabajo del animal que ha comido.
En a boca, el alimento carneo se encuentra con una dentadura impropia para la
masticación, faltan las piezas desgarrantes que observamos en los animales carnívoros.
Por otro lado, la mandíbula inferior del hombre está dotada de movimientos laterales
característicos de los animales que se alimentan de sustancias vegetales y de los que
carece la mandíbula de los carnívoros. A esto hay que agregar que, las glándulas
salivares humanas encuentran injustificado su gran volumen e importante función con
el alimento carneo sobre el cual no tiene acción ninguna. En cambio, como sabemos las
abundantes féculas del alimento vegetal, son ingeridas y transformadas profundamente
por la ptialina salivar en dextrosa y maltosa. Considerando finalmente que los dientes y
molares están perfectamente dispuestos para la trituración de frutos y granos, es por
ello que todas las funciones bucales están en armonía con ello”
El consumo de carne hace al ser humano agresivo, despiadado, egoísta,
traicionero y desalmado. Produce gran cantidad de enfermedades que el hombre padece,
sin embargo se sigue insistiendo en su consumo sin ninguna base científica, solamente,
con la excusa de que el animal elaboró los elementos necesarios para su evolución y que
de ellos debemos nutrirnos nosotros.
El hambre en el mundo no se solucionará con la matanza de animales, sino con
el cultivo de la tierra.
José Marco Vallés
Dr. En Naturología Aplicada.
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