mmík ENCiCLOPÈDicA. - Servei de Biblioteques

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ENCiCLOPÈDicA.
biiena para novelas. — La úllima que he sacado
à pcnas ha tenido cien suscritoies. — ;Pero si
es la tercera ediciou! replico Chupete. — El editor no qiiiso convencerse de que la tercera edicion de una obra mala no dcbiese tener rauchos
süscritores, y por mas que Juan le bablasc con
entusiasmo de la literatura, intcntando hacerle
concebir lisonjeras esperanzus sobre el éxito de
su obra, negóse à publicaria.
i Van dos! se dijo Chupete. Arrinconó el mamiscrito y en algunos dias no tuvo deseos de
probar fortuna. La visita, emperò, debia tener
para él un resultado positivo, aunque no glorioso: encontróse con el segundo editor quien Ic
propuso la correccion de una obra que se estaba imprimiendo en su casa, però que editaba
otro sujeto; el descenso de autor à corrector era
muy poco agradable, però corao Juan no andaha
mu\ sobrado de dinero, y no se prcsenlan à
menudo las ocasiones de ganarlo à los que de
la pluma se proponen vivir, aceptó la oferta.
El nuevo sujeto con quien trabó relaciones
habia sido militar, segun se esplicaba, pcro como no era hombre vanidoso, no tenia inconvcnicntc en anadir que habia servido de soldado
raso. Gostóle mucho formular sus prnposiciones:
Chupete era jóvcn de entcndimiento despejado,
però no podia sacar en limpio lo que (picria el
cx-mililar. Por úllinio, despues de muchos rodcos , adivinó que publicabi una novela titulada
Las Sirtes, Las Tiria^, decia el editor, obra de
un ingenio (jue habia pasado à Amèrica en donde se habia propuesto haccr fortuna dedicàndosc
al cultivo de la cana de azucar en vista del poco fruto que sacaba del de las letras., llacia
trcinla anos que se habia publicado la primera
cdicion, y el ex-mililar se proponia eraprender
la scgunda conlando con un éxito fabuloso , pues
la novela se prestaba ;i la composicion de làminas horripilantes y cl titulo era Uaraativo.
— ^Llamalivo...? dijo Chupete.
— i Las Tiriasl, esclamó el editor con énfasis:
él, por si solo, indica lo que serà la novela.
Eslaba entusiasmado, por mas que, segun
confesion pròpia, la novela tuviese ciertos deíectillos y fuese preciso retocaria: hizo proposicioncs à Chupete, ofrecióle cuarenta duros por
la correccion de diez tomos en oclavo, y Juan
aceptó, pues, como ya hemos dicho, ccn frecuencia debia privarse de sus pequenos gastiilos
para comprar papel,
• Puso manos à la obra una vcz en su casa,
però al Icer el primer pàrrafo (jucdóse con la
Í)oca abierla; volvio à leerlo temiendo baberlo
heclio mal la primera vez, y se convenció de
(pu! alli se habia prescindido de la gramàtica y
del scnlido coraun; ni en los roniances (jue pre-
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lis
gonan los ciegos por las cailes habia visto tal
sarta de disparates—jY de esto se hacen segundas ediciones, murmuro tristemente, y no
hay quien torae mi novela, ni regalada!—El
desahogo le era permitido sin pecar de im-bodesto, pues él habia correjido y limado su obra,
habia en ella un plan bien combinado, un íin
moral, y eslaba en paz con la gramàtica.
Trató de ganar honradamenle los cuarenta
duros, però convencióse de que era imposiblc'—
Caballero, dijo al editor, aquello es tan malo,
que para correjirlo es preciso escríbirlo de nuevo— Corte V. por lo sano — No hay ni una linea
sana—^Tan mala es la obra,? — ^Cómo no se
cnleró V. de lo que era antes de su publicacion.—Hombre, yo ya sabia que era mala, però
como el titulo es bueno, Las Tiriasl ... en fin,
baga V. lo que quiera; corrija Y. lo mas garrafa!, lo de mas bulto; lo restanle pasarà,...—
Lo restante es el todo.—No importa
—No tendra un suscritor.—V. no conoce al publico; las
híminas son niuy buenas; el dibujante me ha
hecho una portada magnífica, y el titulo es 11amativo.
Chupete na insislió; convirtió el original en
unas solfas, però no hubo medio de liacer de
Las !Siile^ ni siquiera una cosa niedianamente
mala; lo era rematadamente. Cada vez que se
le presentaba ocasion de echar un pirrafo con
el editor, le hablaba de la conveniència de acabar con la literatura de pacotilla; cuando tuvo
con él alguna franqueza le propuso la publicacion de su novela.—^Qué titulo tiene?—Era la
pregunta sacramental.— La Perla del Valle, contesto Juan.—Mal titulo, dijo el editor; si lo cambiara V....—Pucdo ponerle el de la heroinaràr>?ie!í.—Peor que el otro; vearaos si le encuentro
uno : ^.cuàl es el argumento de la novela?-—Me
he propuesto poner de relieve los encanlos del
hogar....—(ílombre! esclamó el editor escandalizado. ^,Quién le mete à V. à escribir sobre semciantes cosas? V. es un chico de provecho, y
podríamios hacer algo. ^Quiere V. escribirme una
novela basada en el drama Los hijos de Eduardo?
— No conozco la historia de Inglaterra à fondo.
—jY eso, què importa! No quiero prostituir mi
pluma, replico Chupete con amargura.
Juan no se atrevio à presentarse à los editores;
escribió à algunos y no obtuvo conteslacion :—Esperemos, se dijo.—ï Chupete esperó, però esperó
en vano: viendo que no le quedaba otro recurso que escribir à gusto de los editores ó permanecer con los brazos cruzados, resoivió hacer
algunas traducciones, però debió desistir de esta
idea pues le ofrecieron pagarle la Iraduccion à
treinta reales la entrega de diez y seis pjpnPS,_Mas ganan los memorialistas, dijo cl jó-
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