Una mujer llamada Antígona por Yamila Grandi Para mi queridísima amiga la actriz Lucía Herrera, quien supo ser una Ismena maravillosa Palabras de la autora Otra versión de Antígona. Una más, después de tantas y seguramente antes que otras. Muchos se preguntaron, ¿qué hace que Antígona se repita y actualice a través de los años?. En ocasiones, la respuesta estuvo en la Historia: no es casual que Latinoamérica esté plagada de versiones de Antígona. Argentina cuenta con varias: la Antígona de Gambaro, que nos remite a la dictadura militar; la Antígona Vélez de Marechal, situada en el paisaje del drama del “desierto” de la Pampa, a pasitos de la frontera con el indio… sólo para citar las más emblemáticas del repertorio. Esta nueva versión pretende hablar justamente de esa repetición que se sucede cómo una imagen multiplicada y expandida en el tiempo y el espacio: mujeres que hacen de la búsqueda y entierro de sus deudos un acto de dignidad. Mujeres que se atreven a desafiar al poder imperante; fundamentalmente: mujeres que aman… Es por eso que no está situada en ningún tiempo ni espacio definidos. Podría ser del pasado o del futuro, al cabo no importa. 1 Nuestra protagonista no se llama Antígona, sino Anogítna, ella es el reflejo y la repetición. Ella es una suerte de Alicia adulta, que atraviesa el espejo para dar sentido al universo: “A través de este espejo, puedo ver con nitidez… a otra yo en algún sitio. Ella también entierra a su hermano. Esa otra yo es mi imagen invertida: este lunar que aquí toco en la mejilla derecha, ella palpa en su mejilla izquierda, y todo así. Si mi nombre es Anogítna… entonces el suyo es… Antígona. Sí, una mujer llamada Antígona acompaña desde lejos mis pasos. Es mi sombra y mi guía: mi repetición y mi punto de partida. Si existe una Antígona, no estoy sola“. Por último: la figura del caleidoscopio acompaña la escena. Y no es sólo un capricho estético, pretende expresar en imagen cómo un dibujo cambia a otro completamente diferente a causa de un único movimiento: de una decisión. En efecto, Antígona estaba a punto de casarse con Hemón, formar su familia, continuar su linaje, pero la muerte de su hermano y su decisión de enterrarlo lo cambió todo. Cambió su vida, su muerte y la de quienes la rodeaban. El caleidoscopio simboliza las decisiones que tomamos y nos afectan afectando también nuestro entorno. Es lo que permite que una pequeña mujer haga temblar al mismísimo poder imperante, y es por eso que sugiero atender y explorar en esta imagen para la puesta. 2 Escena 1 (Espacio interior) “Anogítna frente al espejo” Oscuro. Sonido caleidoscopio, también luces que ilustren o sugieran imágenes caleidoscópicas. Voz femenina, se escucha una canción (off)… La novia se fue al río En la mañana Cantó su canto Soñó su sueño… Ingresa Anogítna vestida de novia. Se suma a la canción La novia se puso rimel en las pestañas Pintó sus labios Peinó su pelo… 3 Ahora se desmaquilla y desviste frente al espejo que está representado por un marco enorme y vacío. Esta acción acompañará todo el texto de la escena. Cuarta pared. Anogítna: “yo nací para compartir el amor, no el odio”, y sin embargo… aquí estoy, dispuesta a borrar la virginal novia que soy, que pude haber sido. No habrá himeneo: he aquí la primorosa esposa asesinada por una decisión; la que acabo de tomar. Los dioses saben cuánto amo a Nómeh, mi prometido. Él lo sabe también… o lo sabía. Espero entienda. Nómeh… el bello Nomeh… su torso, su tez, su mirada… sus labios tersos y las palabras dulces y encendidas salidas de su boca. Esa boca dulce que supo encontrarse con la mía y hacer de ambas un tibio néctar; deseo encontrado: tesoro mío. Tantas veces imaginé su cuerpo desnudo junto al mío… tantas veces me observé frente a este espejo, soñando despierta el encuentro… Mi amado Nómeh… He aquí la primorosa amante asesinada por una decisión; la que acabo de tomar. 4 El amor es algo muy extraño… El amor… es para mí como un bebé sabio, frágil y fuerte a la vez… El amor es como un mapa despedazado y vuelto a trazar; ciudades encendidas por el fuego, inundadas por el mar… el amor es mutante y es azul, verde, rojo… El amor es como el pan, nutre y sabe de lo tibio, pero también de la dureza y del tiempo. Se aman los hombres y las mujeres. Aman los padres a los hijos, los hijos a los padres, los ciudadanos a su patria, a la familia… a los dioses… se aman los hermanos entre sí… El amor es un bien. Y un compromiso, una elección, una entrega: acaso un sacrificio. Eso. Yo sacrifico estos pechos que jamás sabrán cómo es alimentar a su cría. Sacrifico este vientre que no se incendiará nunca de vida. Sacrifico mi amor de hembra por mi amor de hermana. Y así debe ser; así lo elijo. He aquí la primorosa mujer asesinada por una decisión; la que acabo de tomar. Yo decido dar sepultura a mi hermano sencillamente porque lo amo. Es la ley del amor fraternal la que ilumina mi camino. Los dioses me acompañan, así lo siento. 5 La delicada novia que devendrá en enterradora, esa soy yo. Y está bien, porque me aterra pensar lo contrario, imaginar el espíritu de mi querido hermano vagando por toda la eternidad, torturado y suplicante por no haber sido sepultado debidamente. Me aterra esa imagen, y sé que me mataría la culpa si no hago lo correcto. Muchas veces hacer lo correcto duele. Duele mucho… Pero no debo pensar en esas cosas: es un lujo que no puedo permitirme. Haré lo que se debe y punto. Sí, yo he de enterrar a mi hermano Secinilop pese a la prohibición que hay de hacerlo. Y lo haré sola, sin la ayuda de nadie. Sin la compañía de nadie. Lo haré aunque sea una bofetada en la cara de nuestro rey. Aunque desafíe a todo su ejército al hacerlo, y vengan cargados de armas en mi busca; aunque mis compatriotas elijan apedrearme en las calles, y me escupan a la cara. Lo haré con estas manos. El hijo de mis padres tendrá su sepultura aunque me cueste la vida. Miro mi imagen en el espejo: este rostro que me es tan familiar y a la vez extraño. El espejo multiplica. Hipnotiza. Me miro en él, y es como si viera un caleidoscopio; como el caleidoscopio con que jugaba de niña: 6 brillante y hermoso, lleno de luces y colores, también sombras, y figuras que se arman y desarman; cambian con solo tocarlas. Detrás de este espejo puedo adivinar cientos, miles de mujeres haciendo lo mismo que yo: renunciando a sí mismas por un designio: encontrar y enterrar a sus deudos, a sus amados muertos. Sí, las veo: ellas buscan justicia en diferentes puntos del tiempo y el espacio, igual que yo aquí y ahora. Las veo gigantes de manos pequeñas y espaldas dignas como reinas. Las veo llorando y enjuagando sus lágrimas… las veo hembras fuertes y desafiantes a un poder que pretende negar lo innegable, lo sagrado: dejar a los muertos en paz. Hacer justicia de muertes injustas. ¿placer morboso?, ¿amistad con la muerte? No. Dignificar la vida. Sí, como un caleidoscopio, así funciona: una decisión, un golpe, un movimiento sutil y todo el dibujo cambia. La escena cambia, la disposición de las cosas, la vida… la muerte… Yo cambio, mi familia, mis sueños… Un golpe, un movimiento, una decisión y mi vestido de novia pasará a ser mi mortaja. Un golpe, un movimiento, una decisión y los hijos que tantas veces soñé se desvanecen en el aire como 7 pompas de jabón. Un golpe, un movimiento, una decisión y mi hermano tendrá la paz eterna que quieren robarle… A través de este espejo, puedo ver con nitidez… a otra yo en algún sitio. Ella también entierra a su hermano. Esa otra yo es mi imagen invertida: este lunar que aquí toco en la mejilla derecha, ella palpa en su mejilla izquierda, y todo así. Si mi nombre es Anogítna… entonces el suyo es… Antígona. Sí, una mujer llamada Antígona acompaña desde lejos mis pasos. Es mi sombra y mi guía: mi repetición y mi punto de partida. Si existe una Antígona, no estoy sola. Escena 2 (espacio familiar) “Anogítna frente al cadáver de su hermano” En lo oscuro: desierto. Sonido de viento y aves rapaces. Alguien escarba en la arena. Luz tenue emerge: hay un cuerpo; es el cadáver de Secinilop. Ella, tal cual quedara vestida en la escena anterior. Ahora los ornamentos y elementos que fueran de la novia servirán 8 para hacer los honores funerarios al difunto. La acción de rendir dichos honores acompañará todo el texto. Se sugiere: lavar el cuerpo, maquillarlo, cubrirlo de polvo, tierra, etc.; adornarlo con flores… Al llegar frente al cadáver, Anogítna espanta a las aves de rapiña que quieren disputárselo, y que por momentos pueden acercarse. Cuarta pared. Anogítna: “yo nací para compartir el amor, no el odio”, y sin embargo… aquí estoy, hermano mío, dispuesta a darte lo que el odio de nuestro rey pretende negarte: la dignidad del rito funerario. ¿Pero que han hecho de tu cara estas bestias? (se refiere a las aves) ¿es este tu rostro, tan parecido al mío…? siempre nos lo dijeron, te acordás? La forma de tu boca, los ojos… Mirarte es como mirarme en un espejo empañado… sucio. Sucio… La muerte es sucia. Todo lo corrompe. Tu cuerpo está sucio, pero yo lo limpiaré. Y a tu memoria. No temas, yo me ocupo. Lamento lo pobre del cortejo, querido hermano. Seré la única convidada en este entierro. ¿nuestra hermana Anemsi? Ella… ella no pudo venir. La detuvo una ley. La de enterrarte, Etnoerc la 9 dictó no bien supo de tu muerte. Él es hoy el rey de nuestro pueblo. Sí, es él quien manda ahora. Y dice que no mereces los privilegios del rito funerario. ¿Su fundamento? Que tu muerte fue atacando nuestra ciudad. Esa es su razón. Su explicación para dejar que tu carne se pudra y sea festín de estas bestias aladas (se refiere a los pájaros). Tu muerte… moriste joven, hermano. Moriste fuerte. ¡Moriste matando a tu propio hermano!: ¡¡¡¡nuestro hermano!!! ¡¿cómo fue eso posible?! Nadie que los hubiese conocido de niños, cazando juntos y cantando alegres canciones podría haberlo imaginado… Hermano contra hermano: muerte contra natura… hijos del mismo padre, salidos del mismo vientre materno y sin embargo… (… ríe irónica y agriamente) “contra natura”¡la tradición familiar!.. ¡si nuestro padre tuvo cuatro hijos con su propia madre! ¿te detuviste a pensar alguna vez que nuestra madre fue también nuestra abuela? (ríe histérica) … perdón, me cuesta contenerme. Será el cansancio, los nervios. El dolor. ¡¿Por qué tuviste que hacerlo?! ¿¡No fue suficiente la desdicha que ha vivido nuestra familia desde que nuestro padre se arrancó los ojos al enterarse que había desposado a su propia madre sin saberlo?! ¡¡¡¿no fue suficiente quedar huérfanos!!? ¿Haber visto el horror con 10 nuestros propios ojos?… Perdón otra vez. No sé qué me pasa. ¿Quién soy yo para juzgar a nadie?… Entiendo que la política y las jugadas del poder tienen sus razones y que debiste tenerlas para hacer lo que hiciste, pero ¡Yo también amaba a nuestro hermano! Y amo a Anemsi. La pobre quedará sola cuando yo… perdón otra vez, no sé que me pasa… acaso no sea tan digna como me creo y el dolor pueda doblarme la espalda… pero así son las cosas y cada uno a lo suyo: a mí me cabe darte el rito funerario y dejarte en orden con los dioses para que puedas descansar en paz, a Anemsi le quedará llorarnos. Llorarte a vos, a mí, a toda la familia. No le ha quedado un dulce papel a nuestra pequeña hermana… Pero, basta de charla. No vine a eso. (se esmera en preparar al muerto. Finalmente se quita un colgante del cuello para colocárselo al difunto ). ¿Te acordás? Es mi retrato, el que me tallaste y regalaste cuando cumplí diez años. Entonces todo era puro, transparente y posible… quiero que lo conserves. Esta es la imagen que quiero te lleves de tu hermana mayor. Esta es la imagen que elijo, y junto con ella el rumor del mar y la sal de las olas con que siempre 11 nos gustó jugar. También el sol y la promesa de fantásticos viajes, ¿te acordás cómo nos gustaba inventar historias de exóticas travesías?. Todo eso te dejo, hermano mío, para que la misma paz de esos días te arrulle por siempre... (Termina su labor. La vemos realizar un ritual de despedida, acaso murmure palabras que no llegamos a descifrar. Tal vez suene una música ritual acompañando la imagen. Una vez finalizado…) ¿Será que efectivamente existe el destino…? (A las aves) Mírenme bien a la cara, conozcan la profundidad de mi mirada ahora, porque acaso me toque a mí, muy pronto, convertirme en su alimento. Truenos. Lluvia. Se apaga la luz lentamente… Escena 3 (Espacio público) “Anogítna frente a la ciudad” 12 Se escucha una muchedumbre. Antígona es llevada a la cueva donde encontrará la muerte. Mismo vestuario que la escena anterior, que viste con dignidad pese a la desprolijidad en que ahora se encuentra: está despeinada y sucia; no se sabe si es por los rituales realizados, o por haber sido apresada. Está maniatada por delante. Le habla a un Creonte imaginario y a su pueblo. Sólo en esta escena, se dirige a público, en quien ve al pueblo. Acorde a las necesidades de la puesta se intercalarán con el texto de Anogítna las voces del pueblo. Voces (off): ¿Es Anogítna? Sí, es ella. Miren cómo va vestida… dicen que lo hizo… dicen que enterró a su hermano… Anogítna: Lo confirmo, sí; yo lo hice, y no lo niego. Sabía perfectamente del decreto que lo prohibía y lo hice igual. No creo haber transgredido una ley suprema al hacerlo. No fueron los dioses quienes dictaron semejante prohibición. Me guié por la ley del amor fraternal, de la sangre… siento mi conciencia en paz y la bendición de los dioses conmigo. Ninguna ley humana puede ser más fuerte. ¿Escuchás, ?, ¿¡Me escuchás, Etnoerc!? No iba yo a 13 desgarrar mi conciencia y atraerme el castigo de los dioses por temor a lo que pudiera pensar alguien: ya veía, ya, mi muerte ¿cómo no?-, aunque no hubieses decretado nada; y, si muero antes de tiempo, yo digo que es ganancia: quien, como yo, entre tantos males vive, ¿no sale acaso ganando con su muerte? Y así, no es, no desgracia, para mí tener este destino; y en cambio, si el cadáver de un hijo de mi madre estuviera insepulto y yo lo aguantara, entonces, eso sí me sería doloroso; lo otro, en cambio, no me es doloroso: puede que crean que obré como una loca, pero, poco más o menos, es un loco quien decretó semejante cosa. Voces: ¡qué escándalo! ¡¿cómo se atreve?! Mírenla: parece orgullosa… Está perdida… tiene razón… los dioses la amparen, pobre muchacha… sigue siendo hermosa… Anogítna: estoy lista para ser apedreada por mis compatriotas si así lo desean. Más será mi alma que mi cuerpo quien sufra semejante castigo porque… porque semejante conducta sólo diría que sienten igual que nuestro injusto rey. O peor: que 14 sienten distinto pero temen decirlo. No soy quién para juzgar conciencias ajenas… Cada cual a lo suyo; cada quien sabe qué le toca… Voces: … ¿¡Ella tiene razón, pero quién se atreve a desafiar a Etnoerc?! Ella es a penas una mujer… y tan joven… Anogítna: Que no se olvide: Anogítna nació para compartir el amor y no el odio. (Anogítna sigue su camino y sale de escena tarareando suavemente la canción del comienzo. Las voces del pueblo la siguen…) Voces: …hay que decirlo: tiene coraje, deberíamos seguirla… hay que acompañarla. No se puede desafiar a un rey… pero ¿si es injusto?… ¿qué hacer?… Siguen los murmullos. Se apaga lentamente la luz, se escucha en off la voz de una mujer… Voz de Antígona off: … A través de este espejo, puedo ver con nitidez… a otra yo en algún sitio. Ella también entierra a su 15 hermano. Esa otra yo es mi imagen invertida: este lunar que aquí toco en la mejilla izquierda, ella palpa en su mejilla derecha. Si mi nombre es Antígona… entonces el suyo es… Anogítna. Sí, una mujer llamada Antígona acompaña desde lejos mis pasos. Es mi sombra y mi guía: mi repetición y mi punto de partida. Si existe una Anogítna, no estoy sola. Apagón final Villa Giardino, 30 de julio 2010. 16