VISION MARXISTA DE MERCADO

Anuncio
Como es conocido, en su obra El Capital, Marx se propuso hallar la ley
económica que rige el movimiento de la sociedad capitalista y para ello,
estudió la economía capitalista haciendo abstracción del comercio
exterior. Esta metodología de análisis le permitió concentrar su atención
en los aspectos socioeconómicos de la producción capitalista, como
unidad de la producción, distribución, cambio y consumo. Ello le permitió
concentrar la atención en las consecuencias del desarrollo capitalista
sobre las condiciones de vida y de trabajo de los obreros, esto es, para la
mayoría de la población.
La expansión de la producción capitalista hizo que se perdiesen los límites
de los mercados locales y se hizo prioritaria la búsqueda de nuevos
horizontes y consumidores para la enorme masa de mercancías que la
producción era capaz de crear. Marx consideró que el comercio fue la
premisa para la transformación de la industria gremial y rural-doméstica y
de la agricultura feudal en la explotación capitalista. Al respecto, señaló
“Es el comercio el que hace que el producto se convierta en mercancía,
en parte creándole un mercado y en parte introduciendo nuevos
equivalentes de mercancías y haciendo afluir a la producción nuevas
materias primas y materias auxiliares y abriendo con ello ramas de
producción basadas de antemano en el comercio, tanto en la producción
para el mercado interior y el mercado mundial como en las condiciones de
producción derivadas de este.”
A su vez, Marx fundamentó que a medida que la producción industrial es
más masiva e inunda el mercado existente, empuja hacia la destrucción de
sus barreras, entonces lo que pone límite a esta producción no es el
comercio, sino la magnitud del capital en funciones y la fuerza productiva
desarrollada. El comercio termina convirtiéndose en servidor de la
producción industrial.
Las colonias y el mercado mundial permitieron a las metrópolis europeas
atraer hacia el sector industrial una mayor concentración de obreros
asalariados, obligados a asegurar sus condiciones de vida, pero esto
generó las causas para el propio exceso relativo de trabajadores y, con
ello, creó las condiciones para la carencia de medios de vida en otros
trabajadores, o sea el propio sistema con el trabajo no da riqueza a todo
hombre, como planteaba Smith, sino un mínimo para mantenerlos
trabajando y así asegurar a los que verdaderamente se apropian de ella
(los dueños de los medios de producción). Como dice Marx en el
Manifiesto Comunista
“El precio medio del trabajo asalariado es el mínimo del salario, es decir,
la suma de los medios de subsistencia indispensables al obrero para
conservar su vida como tal obrero. Por consiguiente, lo que el obrero
asalariado se apropia por su actividad es estrictamente lo que necesita
para la mera reproducción de su vida.”
Marx concluye que el propio desarrollo del capitalismo potencia las
contradicciones de este régimen de producción, de aquí que el verdadero
límite de la producción capitalista es el mismo capital. El desarrollo de las
fuerzas productivas choca constantemente con el fin, que es valorizar el
capital existente, por lo tanto, si el régimen capitalista de producción tiene
la misión de desarrollar la capacidad productiva material y de crear el
mercado mundial correspondiente, contradice las condiciones sociales de
producción del régimen.
Marx expresa:
“Pero el mismo comercio exterior fomenta en el interior el desarrollo de
la producción capitalista y, con ello, el descenso del capital variable con
respecto al constante, a la par que, por otra parte, estimula la
superproducción en relación con el extranjero, con lo cual produce, a la
larga, el efecto contrario.”
De este modo, Marx pone de relieve como el incentivo de exportar
desarrolla la producción para el comercio interno y a su vez, como el
excedente resultante se transforma en motivo para el comercio exterior.
En resumen, Marx puso de relieve cómo el régimen capitalista de
producción revolucionó las fuerzas productivas de su época y, a la vez,
puso límites al consumo de las masas y con ello al desarrollo de su
mercado interior, a la par que como exigencia de este modo de
producción, respondió fomentando cada vez más la fuerza productiva del
trabajo social y, consecuentemente, lanzándose por todo el mundo en
busca de nuevos consumidores. El mercado para Marx, en resumen,
constituye una relación de desigualdad.
A estas concepciones de Marx y Engels está muy unido el pensamiento de
V.I. Lenin, a quien correspondiera interpretar la realidad de Rusia como
escenario de la lucha de los oprimidos. El tema del mercado fue objeto de
su atención en su libro “Desarrollo del Capitalismo en Rusia”, donde por
primera vez se emplea la categoría mercado interior o interno y se
examina el papel que desempeña en el desarrollo del sistema capitalista.
Para Lenin, el mercado capitalista es creado por el propio capitalismo en
desarrollo, mediante la división social del trabajo y la desintegración de los
productores directos, convirtiéndolos en capitalistas y obreros. Lenin
dedujo la existencia de una correspondencia entre el grado de desarrollo
del mercado interior y el del capitalismo. En su opinión, el mercado
interior no debe interpretarse como una cuestión independiente y
diferente al nivel de desarrollo del capitalismo.
Marx predijo que el desarrollo del capitalismo conduciría inexorablemente
a la concentración del capital, una inmensa acumulación de riqueza por un
lado, y una acumulación igual de pobreza, miseria y trabajo insoportable
en el otro extremo del espectro social. Durante décadas, esta idea fue
desechada por los economistas burgueses y los sociólogos universitarios
que insistieron en que la sociedad se estaba volviendo cada vez más
igualitaria y que todo el mundo se estaba convirtiendo en clase media.
Ahora todas estas ilusiones se han disipado.
Businessweek recientemente publicó un artículo con el título Marx y el
mercado y advirtió que Marx podría haber tenido razón en algunas cosas,
pero en realidad estaba equivocado y era peligroso. Expresa su
preocupación por que "el pesimista y combativo filósofo parece encontrar
adeptos en cada nueva generación".
Y continúa:
"Incluso se podría decir que el Barbudo nunca ha tenido mejor aspecto. La
actual crisis financiera mundial ha dado lugar a un nuevo contingente de
insólitos admiradores. En 2009 el periódico oficial del Vaticano,
L'Osservatore Romano, publicó un artículo elogiando el diagnóstico de
Marx sobre la desigualdad de ingresos, lo cual es un gran reconocimiento,
considerando que Marx declaró que la religión es ‘el opio del pueblo’. En
Shanghái, el centro archicapitalista de la supuesta comunista China, en
2010 el público se agolpó para ver un musical basado en El Capital, la obra
más famosa de Marx. En Japón, El Capital ha salido en una versión cómic".
Y añade:
"El que Marx esté en boga debería verse natural en un momento en que
los bancos europeos están al borde del colapso y en que los niveles de
pobreza en los EE.UU. han alcanzado niveles nunca vistos en casi dos
décadas".
“A pesar de que Marx estaba equivocado acerca de muchas cosas, y de
que su influencia fue muy perniciosa en lugares como la URSS y China, hay
áreas de sus (voluminosos) escritos que son increíblemente perceptivos.
Uno de los argumentos más importantes de Marx era que el capitalismo
era intrínsecamente inestable. Uno sólo tiene que mirar a los titulares de
Europa –la cual está siendo perseguida por el fantasma de una posible
moratoria griega, un desastre bancario y el colapso de la zona del euro
como moneda única– para ver que tenía razón.
Marx diagnosticó la inestabilidad del capitalismo en un momento en que
sus contemporáneos y predecesores, tales como Adam Smith y John
Stuart Mill, estaban mayormente cautivados por su capacidad para
satisfacer las necesidades humanas".
Documentos relacionados
Descargar