Lo importante es el camino. I certamen de cuentos digitales

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Lo importante es el camino
Capítulo 1
Después de haber visto aquella noche tantas
estrellas fugaces, me hizo pensar que yo podía
encontrar mi propia estrella. Después de tanto
meditar decidí ir en busca de esa estrella, y nada ni
nadie me iba a impedir encontrarla. Pero a pesar de
todo, me prometí a mí misma que no me
entristecería si las cosas no salían bien.
Así, comenzó la mayor aventura de mi vida.
Capítulo 2
Para llegar a mi estrella tenía que subir muy alto, así
que debía ir al Volcán de La Corona.
El volcán se situaba en Haría. Para llegar, tenía que
atravesar varios pueblos, entre ellos Guatiza y Mala.
Decidida a emprender esta gran aventura, cogí lo
necesario, lo metí en la cesta de mi bici, me monté
y me fui camino a Haría.
Llegando a Guatiza, se rompió la rueda de mi bici y
tuve que continuar caminando, y para colmo, tenía
que ir cargando con la bicicleta.
Por el camino me encontré un perrito abandonado.
Le di un poco de pan que encontré en el saquito de
comida que había metido en la cesta de mi bici.
Y continué. Pero al llegar a Guatiza vi una casa un
tanto vieja. Y yo necesitaba descansar un ratito en
la sombra.
Toqué en la puerta de la casa y…
Capítulo 3
Yo no sabía lo que me esperaba después de haber
tocado en la puerta, lo único que sabía era que a
pesar de todo ya era muy tarde para marcharme de
la casa y seguir a Haría porque una vez que reuní el
valor necesario para tocar en la puerta, no me
podía arrepentir.
Después de haber esperado a que alguien me
abriese la puerta, ya tenía la esperanza casi perdida
del todo, y justo en ese preciso instante, una voz un
tanto aguda que procedía del interior de la casa me
preguntó:
-¿Quién es?
Y yo con la esperanza ya recuperada contesté:
-Hola, me llamo Paula vengo de Arrecife, estaba de
camino a Haría y se me ha pinchado la rueda de mi
bicicleta. Antes de continuar mi camino, ¿puedo
entrar para descansar un poco de esta gran
caminata por favor?
La señora cerró la mirilla y abrió la puerta de la
casa.
Capítulo 4
La señora había sido muy amable conmigo, al
dejarme hospedar en su casa.
Su casa era bastante oscura.
Mientras que limpiaba con el plumero y abría todas
las ventanas:
-Perdóname por todo este desorden, es que no
esperaba visita.
Me decía la señora mientras me enseñaba la
habitación donde podía dejar mis cosas.
Cuando la señora ya había terminado de adecentar
un poco la casa, me enseño sus bonitas tazas de
porcelana y preparo dos tazones de té.
Nos sentamos a charlar y yo le explique porque
quería llegar al Volcán de La Corona.
De pronto escuchamos unos ladridos y también
pudimos escuchar una especie de arañazos en la
puerta.
Yo fui a ver que estaba pasando y a descubrir que
estaba montando tremendo alboroto.
Cuando abrí la puerta, descubrí lo que estaba
haciendo todo ese ruido, ¡era el perrito que me
había encontrado buscando comida en la calle!
Cuando entré dentro de la casa con el perrito
cogido en brazos, la señora rompió a llorar, ella me
explicó que ese perrito era suyo, y que hace dos
años lo había perdido.
El nombre del perrito era Budy, y cuando me dijo el
nombre del perro yo le dije:
-Hablando de nombres, llevo aquí un montón de
horas y todavía no me has dicho tu nombre.
-Mi nombre es Carmita.
Me dijo la señora con delicadeza mientras se subía
a Budy al regazo y lo acariciaba.
Capítulo 5
Al día siguiente, por la mañana, me despedí de Budy
y Carmita, y cuando cogí mis cosas para irme,
Carmita me dio mi bici, ¡la rueda estaba arreglada!
Me subí a la bicicleta y continué mi camino. Pasé
por Mala y finalmente llegué al Volcán de La
Corona, que se situaba un poco antes de llegar a
Haría.
Dentro del volcán estaba mi estrella. Me agarré a
ella y me mostró todos los lugares hermosos de mi
isla, Lanzarote. Después me bajo con mucho
cuidado y delicadeza y finalmente desapareció.
Esta aventura me enseñó que hay que disfrutar el
camino y valorar mi isla.
FIN
Claudia Sánchez García 6-C
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