Norman Mailer, tan sólo dos años después del aterrizaje en la luna

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EL
HOMBRE
EN
LA
Ya queda menos para que se cumpla el cincuenta aniversario
de que el Hombre pisara por primera vez en su Historia la Luna,
nuestro único, cercano y querido satélite, ¿fueron aquellos días
de julio de 1969 los más importantes de todo el siglo veinte?
LUNA
D
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entro de diez mil años
lo único que saldrá en
las enciclopedias sobre
lo que aconteció en el
siglo veinte es que el
Hombre llegó a la Luna. Sin duda, ni nada
ni nadie más saldrá mencionado.
Hay tantas imágenes de la luna, nuestro único
satélite está tan dentro del ser humano, que
seleccionar algunas es bastante difícil, ya que
van desde grabados en las cavernas hasta docenas de poemas que se están escribiendo ahora
mismo a la vez que este texto. Mis favoritas,
antes de ese 21 de julio de 1969 en el que Neil
Armstrong, Buzz Aldrin y Michael Collins
aterrizaron en el Mar de la Tranquilidad, son
el cohete en el ojo derecho de la luna del “Viaje a la luna” de la película de Georges Méliès
y el “Aterrizaje en la luna” por parte de Tintín
en uno de los mejores álbumes dibujados por
Hergé. Tras el viaje, me quedo con el estremecedor disco “Pink Moon” de Nick Drake
y con Tequila, por supuesto, en una de las
muchas biografías que de mí cantaron sin conocerme y que dice aquello de “Bien, nena, ya
lo sé, tú siempre cantas la misma canción pero
no te das cuenta que en la luna yo estoy”.
Otra de esas imágenes, esta vez no de ficción,
la escribió el escritor estadounidense Norman
Mailer tan solo dos años después del aterrizaje
en la luna con su soberbio libro “Of a Fire on
the Moon”, compilando en él los reportajes
que le había encargado sobre el proyecto y el
viaje del Apolo 11 la revista Life. Mailer, creador junto a Truman Capote del reportaje periodístico y literario a la vez, se metió de lleno
en la aventura -la última gran aventura- y creó
una de sus obras maestras, con permiso de los
magníficos “La canción del verdugo” y “Los
ejércitos de la noche”, algo así como novelas
Norman Mailer,
tan sólo dos
años después del
aterrizaje en la
luna, escribió su
soberbio libro
“Of a Fire on
the Moon”
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texto por JOSÉ MARTÍNEZ FERR EIR A • Fotografía por w w w.taschen.com
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de no-ficción, y de algunas de sus biografías,
como las de Marilyn Monroe y Lee Harvey
Oswald. Ese libro ahora se vuelve a editar
ampliado con el nombre de “Norman Mailer:
Moonfire, The Epic Journey of Apollo 11” y
lo hace la siempre efectiva editorial Taschen
dentro de su cada vez más imprescindible Bibliotheca Universalis.
¿De verdad fue para tanto llegar a la Luna?
Más, y la contra, ¿de verdad llegamos a pisar
su superficie o fue tan solo un montaje ideado
por los políticos estadounidenses de la Guerra
Fría y los “conspiranoicos” por una vez tienen
razón y todo se rodó en un decorado perdido
en algún desierto de Estados Unidos? ¡Pero si
la bandera de las barras y estrellas ondea en
las legendarias imágenes tomadas por Aldrin y
Armstrong cuando en la Luna no hay viento!
En fin, sí, llegamos y el trabajo durante años
de tantos y tantos ingenieros y demás personal se vio recompensado con la gloria eterna
de haber participado en aquel gran paso para
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¿De verdad fue para tanto llegar a la
Luna? Más, y la contra, ¿de verdad
llegamos a pisar su superficie?
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la Humanidad. Me los
imagino a todos abrazados llorando al recibir la
comunicación del aterrizaje, en una sala parecida a la que hemos visto
en cientos de películas,
con estrados, pantallas y
muchos señores en mangas de camisa hablando
todos a la vez mientras
analizan datos y más datos. Y hoy todavía sigue
allí la nave, abandonada
en el Mar de la Tranquilidad, pero con una placa en una de sus patas que dice “Here Men
From The Planet Earth First Set Foot Upon
the Moon, July 1969 A.D. We Came in Peace For All Mankind. President of the United
States of America, Richard Nixon”, justo al
lado de la huella como de Teletubbie de Neil
Armstrong, por si acaso alguien, humano o
no, vuelve en el futuro a cambiarle las pilas al
Monolito Negro y se encuentra nuestra nave
con forma de mosca. Que sepa cuando la vea
que los humanos del siglo veinte fuimos unos
campeones y llegamos a la Luna en ese trasto
endeble recubierto de papel de plata, un poco
como cuando le cuento a mis sobrinos que
mi padre nos llevaba a los siete de la familia a
Galicia de vacaciones en un Renault-8, antes
de hacerse la autovía, por una carretera de dos
carriles con seis mil curvas. Fuimos y volvimos
de la Luna.
Una de las cosas que más llama la atención
es la corta duración que tuvo la misión, cuatro días de ida y otros tantos de vuelta -como
una luna de miel en el Caribe- acostumbrados como estamos a los viajes intergalácticos
en los que cuando llegan los astronautas a la
Tierra son más jóvenes que sus hijos o nuestro planeta está habitado por simios con muy
malas pulgas a quienes solo puede hacer entrar
en razón a base de tortas Charlton Heston.
También muy corta, menos dos minutos, es la
canción “Serpentina” de Parade, que contiene
una de mis imágenes preferidas de la Luna, la
de una de sus habitantes, y así que cierro este
pequeño homenaje a nuestro satélite y a su
intensa e infinita relación con el hombre con
parte de su letra: “Esa selenita no me importa
nada, no me importa nada pero yo la quiero,
con su espalda alada y su abrigo viejo.”
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Texto conmemorativo que figura en una placa situada en
una de las patas del Apolo 11.
“Here Men From
The Planet Earth
First Set Foot
Upon the Moon,
July 1969 A.D.
We Came in Peace
For All Mankind”.
President of the
United States
of America,
Richard Nixon
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