“La francesa”.

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La francesa
Adolfo Bioy Casares
La francesa
Adolfo Bioy Casares
Adolfo Bioy Casares
Me dice que está aburrida de la gente. Las conversaciones se repiten. Siempre los
hombres empiezan interrogándola en español: «¿Usted es francés?» y continúan con
la afirmación en francés: « J’aime la France». Cuando, a la inevitable pregunta sobre
el lugar de su nacimiento ella contesta «Paris», todos exclaman: «Parisienne!», con
sonriente admiración, no exenta de grivoiserie como si dijeran «comme vous devez
éter cochonne!». Mientras la oigo recuerdo mi primera conversación con ella: fue
minuciosamente idéntica a la que me refiere. Sin embargo, no está burlándose de mí.
Me cuenta la verdad. Todos los interlocutores le dicen lo mismo. La prueba de esto
es que yo también se lo dije. Y yo también en algún momento le comuniqué mi
sospecha de que a mí me gusta Francia más que a ella. Parece que todos, tarde o
temprano, le comunican ese hallazgo. No comprendo -no comprendemos- que
Francia para ella es el recuerdo de su madre, de su casa, de todo lo que ha querido y
que tal vez no volverá a ver.
FIN
1
La francesa
Adolfo Bioy Casares
La salvación
Adolfo Bioy Casares
Esta es una historia de tiempos y de reinos pretéritos. El escultor paseaba con el
tirano por los jardines del palacio. Más allá del laberinto para los extranjeros ilustres,
en el extremo de la alameda de los filósofos decapitados, el escultor presentó su
última obra: una náyade que era una fuente. Mientras abundaba en explicaciones
técnicas y disfrutaba de la embriaguez del triunfo, el artista advirtió en el hermoso
rostro de su protector una sombra amenazadora. Comprendió la causa. "¿Cómo un
ser tan ínfimo" -sin duda estaba pensando el tirano- "es capaz de lo que yo, pastor de
pueblos, soy incapaz?" Entonces un pájaro, que bebía en la fuente, huyó alborozado
por el aire y el escultor discurrió la idea que lo salvaría. "Por humildes que sean" -dijo
indicando al pájaro- "hay que reconocer que vuelan mejor que nosotros".
FIN
2
La francesa
Adolfo Bioy Casares
Post operatorio
Adolfo Bioy Casares
-Fueran cuales fueran los resultados -declaró el enfermo, tres días después de la
operación- la actual terapéutica me parece muy inferior a la de los brujos, que
sanaban con encantamientos y con bailes.
FIN
3
La francesa
Adolfo Bioy Casares
Retrato del héroe
Adolfo Bioy Casares
Algunos al héroe lo llaman holgazán. Él se reserva, en efecto, para altas y temerarias
empresas. Llegará a las islas felices y cortará las manzanas de oro, encontrará el Santo
Grial y del brazo que emerge de las tranquilas aguas del lago arrebatará la espada del
rey Arturo. A estos sueños los interrumpe el vuelo de una reina. El héroe sabe que tal
aparición no le ofrece una gloriosa aventura, ni siquiera una mera aventura -desdeña
la acepción francesa del término- pero tampoco ignora que los héroes no eluden
entreveros que acaban en la victoria y en la muerte. Porque no se parece a nuestros
héroes criollos, no sobrevive para contar la anécdota. ¿Quiénes la cuentan? Los
sobrevivientes, los rivales que él venció. Naturalmente, le guardan inquina y se
vengan llamándolo zángano.
FIN
4
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