¿POR QUÉ ABANDONÉ LA IGLESIA EPISCOPAL? ¿Por qué abandoné la Iglesia Episcopal? por Keith Clayton “y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón” (Jer. 29:13). LA IGLESIA EPISCOPAL versus LA VERDAD Por favor, amigo mío, lea atentamente, y con su Biblia abierta, las siguientes comparaciones y contrastes entre lo que el buen pastor (Cristo) ha dicho en su palabra, y las prácticas y escritos de la Iglesia Episcopal. Estas diferencias no se presentan en algún tipo de orden de importancia. El hecho de que estas doctrinas no se alinean con la verdad de la Biblia es lo que exponemos, pues la Iglesia Episcopal no puede ser la iglesia de Cristo descrita en la Biblia, ya que no enseña lo que mandó el Maestro (cf. Mat. 28:20). Por tanto, la Iglesia Episcopal tiene alguna otra “cabeza” y sigue la “voz de un extraño” (cf. Ef. 5:23; Jn. 10:5). En cuanto a la autoridad en la iglesia, la Iglesia Episcopal enseña: “La iglesia tiene poder para decretar ritos o ceremonias, y la autoridad en las controversias de fe…” (Book of Common Prayer, p. 607, Articles of Religion, Article XX). La Iglesia Episcopal se erige a sí misma con la autoridad para enseñar lo que quiera, a pesar de que el Artículo luego siga afirmando lo contrario. La Iglesia Episcopal puede escribir sus Artículos de Religión y luego demandará que sean obedecidos. Esta Iglesia puede nombrar si lo desea, un nombre propio para sí misma (y de hecho así lo hace, “Iglesia Episcopal”), y un nombre propio para sus miembros individuales que la integran. La Iglesia Episcopal puede votar de vez en cuando para cambiar sus creencias y liturgia. En otras palabras, una organización humana es la "cabeza" de la Iglesia Episcopal. Sin embargo, la Biblia enseña algo totalmente diferente: “y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo” (Ef. 1:22,23). Jesús edificó su iglesia tal como él quería (Mat. 16:18). Él es la cabeza de su iglesia, la cual es su cuerpo. Su iglesia cree y practica sólo lo que indica la cabeza (Cristo), al igual que nuestros cuerpos físicos son dirigidos por nuestras cabezas físicas. Por lo tanto, ¿podría ser Cristo la “cabeza” de la Iglesia Episcopal, si su divina palabra no tiene autoridad exclusiva en ella? O es la voz del pastor, o la voz de un extraño. No pueden ser ambas. Para lo que creemos, enseñamos y practicamos en religion, ¿hay algún libro aparte de la Biblia, autorizado por Dios para los cristianos? La Iglesia Episcopal usa y obliga sobre sus miembros su “Book of Common Prayer” el cual contiene sus Artículos para las práctica religiosa. Sin embargo, la Biblia enseña algo totalmente diferente. “Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema” (Gal. 1:6-9). La respuesta es simple, “no”. Otras enseñanzas no están permitidas, incluso si proceden de un ángel. Sólo la Biblia es inspirada por Dios. El pastor nos habla sólo a través de su palabra, en cuanto a lo que debemos hacer para seguirlo. Ciertamente, un ángel es un ser superior que un mero hombre. Sin embargo, a los ángeles no se les permite hacer cambios, reducciones o adiciones a la palabra de Dios. Ciertamente, a los hombres no se les permite tampoco. *** Por Josué I. Hernández www.JosueEvangelista.com 1 ¿POR QUÉ ABANDONÉ LA IGLESIA EPISCOPAL? ¿Podemos llamar a alguien "Padre", como título religioso? La práctica de la Iglesia Episcopal es positiva con esto. Sus sacerdotes son llamados “Padre” y “Reverendo”. Algunos de sus sacerdotes asumen títulos aún mayores en el orgullo y elevación de la sabiduría humana. Sin embargo, la Biblia enseña algo totalmente diferente. “Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos” (Mat. 23:9). Tales títulos nunca fueron usados por los apóstoles inspirados del Señor, ni por los fieles cristianos en el Nuevo Testamento. Los títulos religiiosos de reverencia o elevación están prohibidos entre los discípulos de Jesús. Tales títulos son la voz de un extraño, no son la voz del buen Pastor. ¿Cómo deben ser llamados los seguidores de Cristo? Evidentemente, la Iglesia Episcopal enseña que deben ser llamados “Episcopalianos”. Sin embargo, la Biblia enseña algo totalmente diferente. “Y se congregaron allí todo un año con la iglesia, y enseñaron a mucha gente; y a los discípulos se les llamó cristianos por primera vez en Antioquía” (Hech. 11:26). Cualquier nombre que no es escritural provoca divisiones entre los que profesan seguir a Cristo, y por lo tanto, no está aprobado en la palabra de Dios. Considere lo que dice 1 Corintios 1:10-13. Es muy obvio que ningún seguidor de Jesús en el Nuevo Testamento fue llamado “cristianos episcopal”. Es la voz de un extraño que no está autorizado por el buen Pastor quien diría algo diferente. El mismo uso de un nombre no-bíblico de por sí causa division, a la vez que demuestra una falta de confianza en la voz del buen Pastor. Jesús habla sólo a través de su palabra, y él nunca dirigió a su pueblo a ser llamados por algún nombre denominacional. Las ovejas de Cristo, como individuos, se identifican solamente con su buen Pastor, Cristo, y se llamarán “cristianos”, el único nombre autorizado. Los cristianos llevan sobre sí tal nombre con gozo, porque son verdaderamente discípulos, seguidores, de Cristo, y de nadie más. Una iglesia local, un grupo colectivo de cristianos en una localidad determinada, no aceptaría ninguna designación antibíblica o engañosa. ¿Enseña la Biblia que los niños heredan la culpa por el pecado original, o que son pecadores, o que necesiten la redención? La Iglesia Episcopal dice que sí: “La razón por la que Cristo vino como un hombre fue para reconciliar a su Padre con nosotros, y para ser un sacrificio, no sólo por la culpa original, sino también por los pecados actuales de los hombres” (Book of Common Prayer, p. 603, Articles of Religion, Article II). Sin embargo, la Biblia enseña algo totalmente diferente: “El alma que pecare, esa morirá; el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el pecado del hijo; la justicia del justo será sobre él, y la impiedad del impío será sobre él” (Ez. 18:20). Jesús dijo a sus discípulos “Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos” (Mat. 19:14). Cristo destacó la inocencia y humildad de los niños. Pero, las doctrinas episcopales sobre este tema no solamente son una adición a la palabra de Dios, sino que también son una contradicción a la palabra del buen Pastor. Además, la reconciliación bíblica es totalmente al contrario de lo que afirma la Iglesia Episcopal. No es Dios quien pecó, sino el hombre. No es Dios quien necesitaba la reconciliación, sino el hombre, ¿ve la diferencia? ¿Somos justificados y salvos solamente por la fe? La Iglesia Episcopal enseña: “Somos justificados por la fe solamente, esta es una sumamente sana doctrina, y muy llena de consuelo” (Book of Common Prayer, p. 605, Articles of Religion, Article XI). Sin embargo, la Biblia enseña algo totalmente diferente. “Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan. ¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta? ¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre, cuando *** Por Josué I. Hernández www.JosueEvangelista.com 2 ¿POR QUÉ ABANDONÉ LA IGLESIA EPISCOPAL? ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? ¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras? Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios. Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe” (Sant. 2:19-24). La Iglesia Episcopal está contradiciendo la voz del buen Pastor. ¿Podrá un sistema sacramental (que consiste en una observancia especial de la cena y el bautismo) salvar a una persona? La Iglesia Episcopal practica y enseña mediante el Artículo XXV, página 607, definitivamente el concepto de salvación mediante los "sacramentos". En resumen, una persona puede negarse a escuchar la palabra de Dios y rechazar la sumisión a la verdad toda su vida, sin embargo, si se “bautizó” siendo un bebé (un sacramento episcopal) y es partícipe de la cena del Señor (el otro sacramento episcopal), entonces, será salvo de sus pecados. Sin embargo, la Biblia enseña algo totalmente diferente. La Escritura no habla de “sacramentos” o práctica “sacramental”. La Biblia ni siquiera insinua que exista alguna “salvación sacramental”. La Biblia dice: “El que aparta su oído para no oír la ley, su oración también es abominable” (Prov. 28:9). No importa cuántas veces alguno pueda ingerir el pan de la cena y el fruto de la vid, o cuántas gotas le salpicaron cuando era un bebé, nadie puede ignorar la palabra de Dios y esperar algún perdón de pecados, o el favor de Dios en el día del juicio final. La enseñanza de la Iglesia Episcopal, mediante su “sistema sacramental de salvación”, es la voz de un extraño, no es la voz del buen Pastor. El “bautismo de infantes” es una práctica común. Pero, ¿tiene semejante “bautismo” el poder de salvar un alma delante de Dios? La Iglesia Episcopal, enseña y practica, según the Book of Common Prayer, p. 608, Artículo XXVII, lo siguiente: “vemos la enseñanza de que el ‘bautismo de pequeños niños’ es registrada. Esta práctica se realiza en la esperanza de que un infante bautizado tomará por este acto el suyo propio cuando tenga la edad suficiente y sea ‘confirmado’”. Sin embargo, la Biblia enseña algo totalmente diferente. Es más, no hay ni un sólo versículo en todo el Nuevo Testamento que enseñe la necesidad de que los niños sean bautizados. Ellos no son pecadores. Ellos no han heredado ni el pecado, ni culpa del pecado. Ellos no tienen una naturaleza pecaminosa. En todos los casos de conversión del Nuevo Testamento, las personas que fueron convertidos eran personas responsables personalmente. Eran pecadores. Fueron primero capaces de oír la verdad (Mar. 16:15,16), de entender y creer la verdad (Hech. 2:37; 9:6; 16:30), y como resultado, voluntariamente descendieron a las aguas para ser bautizados en Cristo (cf. Hech. 8:12,36-38). Como ya vimos, Jesús no vino a la tierra por “la culpa original” de los pecados. Peor aún, Dios no mandó que los niños sean bautizados para el perdón de sus pecados (“bautismo” = “inmersión”, no “rociamiento”) en agua, en conexión con la muerte, sepultura y resurrección de Cristo (Rom. 6:3-7; Hech. 8:35-38; 22:16; 1 Ped. 3:21). Sin fe es imposible agradar a Dios (Heb. 11:6). La Fe viene por oír la palabra de Dios (Rom. 10:17). Y, el bautismo del cual habla la palabra de Cristo no es algo que una persona pueda realizar por otra (cf. Hech. 2:37,38), como ocurre en el bautismo de infantes que realiza la Iglesia Episcopal. Obviamente, un bebé no puede bautizarse por sí mismo, pues no puede, ni lo necesita. Ninguna creencia o práctica en cuanto al bautismo por aspersión, promovido y practicado por la Iglesia Episcopal, está en la palabra de Dios. Es la voz de un extraño, no la voz de Cristo. Podríamos seguir escribiendo, pero con esto es suficiente. Salí de la Iglesia Episcopal para ser un cristiano, y sólo un cristiano, no una persona perfecta, sino un pecador perdonado, salvado por la gracia y la verdad. La gracia está conectada a la verdad (Jn. 1:17). La gracia nunca está separada de la verdad de la palabra de Dios (Hech. 20:24,32). *** Por Josué I. Hernández www.JosueEvangelista.com 3 ¿POR QUÉ ABANDONÉ LA IGLESIA EPISCOPAL? Yo quería seguir la voz del buen Pastor y recibir el perdón de mis pecados, y ser añadido al rebaño del Señor, la iglesia de Cristo. Quería caminar hacia el cielo. Y quiero eso para usted, querido lector, con todo mi corazón. Cada alma es preciosa e inestimable, así como la mía, también la suya. Sé que hay gente buena y amable en la Iglesia Episcopal. Una vez fui un miembro de ella. Algunos de mis familiares son todavía miembros ahí. La parte triste en esto, es que ellos viven con la ilusión de tener paz con Dios. Pero, la realidad de la paz con Dios sólo viene al seguir al buen Pastor. Pero, al seguir la voz del “extraño”, se han vuelto resistentes a la voz de Cristo. Considere la consecuencia eterna de ser engañados por el error, mientras que a la vez creemos que estamos siguiendo al Señor. Esto pone de relieve la necesidad de permanecer abiertos al estudio de la palabra de Dios. Qué lástima sería llegar al final del camino, y saber que siempre estuvimos equivocados por las enseñanzas y practicas denominacionales. Podríamos afirmar que estamos sirviendo al Señor, pero si su palabra no ha autorizado nuestras acciones, éstas serán en vano (Mar. 7:7). Sin importar cuán sinceros seamos, no recibiremos una buena respuesta en el juicio final si hemos desobedecido a Cristo (Mat. 7:21-23). Siempre estaremos fuera de la voluntad de Dios si nos negamos a escuchar y seguir la palabra del Señor. ¡Qué terrible destino por creer que que la sinceridad reemplazará la obediencia! Amigo mío, estudie la palabra de Dios sin las gafas confesionales de la sabiduría humana. Su alma pende de un hilo. Cristo dijo, “Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan. Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces” (Mat. 7:13-15). Mis mejores deseos para usted en el estudio de la verdad de Dios revelada en las Escrituras. Este el camino menos transitado, pero, hará la diferencia para el bien de su alma. Sea uno de los pocos, como en los días de Noé (1 Ped. 3:20,21). *** Por Josué I. Hernández www.JosueEvangelista.com 4