The Beatles, lecciones empresariales Por Fabio Novoa Director del Área de Operaciones y Logística de INALDE Los llamados cuatro de Liverpool formaron la más exitosa empresa musical del Siglo XX y, aún hoy, 40 años después de su disolución, no hay indicios de que alguien pueda alcanzarlos y menos superarlos. Sus integrantes son o fueron millonarios. Según la revista Forbes (2007), Paul McCartney poseía para ese año una fortuna que superaba los US$1.400 millones y la de Ringo Starr ascendía a unos US$250 millones. Yoko Ono fue nombrada albacea del patrimonio que dejó John Lennon en 1980 (año en que fue asesinado), que correspondía a una cantidad cercana a los US$600 millones. Por su parte, George Harrison, muerto en 2001, dejó a sus familiares e instituciones religiosas y de caridad la suma de US$500 millones. Un emprendimiento tan famoso como The Beatles se debe, además del talento de sus integrantes, a ciertos aspectos clave de talante empresarial que funcionaron tan bien, que hoy no podemos decir que fue el mejor grupo; tendríamos que decir que fue, y por ahora seguirá siendo… el único. Veamos cuáles pudieron ser esas estrategias clave que lo hicieron insustituible: 1. El emprendimiento no surgió de la amistad. Cada integrante aprendió a tocar sus instrumentos independientemente y de jóvenes tuvieron sus propios conjuntos musicales. Hacia 1956, cuando John tenía unos 15 años, formó su primer grupo con unos amigos de su escuela y se hacían llamar The Quarry Men. Poco a poco fue buscando a los mejores y reemplazando a los integrantes iniciales hasta lograr conformar The Beatles, tal como los conocimos. Esta sociedad no fue de amigos; quienes participaron en ella lo hicieron por méritos propios, porque en su campo y en ese momento eran los mejores. Así que ahí se cumplió uno de los célebres principios de la estructuración de empresas: “Apártate de los negocios nacidos de la amistad y cultiva la amistad nacida de los negocios”. 2. Inspiraron la noción de la creación de valor añadido. En la década de los 60’s se fundaron cientos de buenos grupos de rock: The Animals, Simon & Garfunkel, Dave Clark Five, The Who… Algunos de ellos aún subsisten, como los Rolling Stones, pero sería casi un irrespeto compararlos con The Beatles. El secreto: los cuatro de Liverpool entendieron que, aunque las canciones eran el core de su promesa comercial, debían acompañarse de otros ingredientes que los diferenciara de la buena música que se producía en esa época. Así es como vendieron una nueva forma de vida: nuevos modos de vestirse, de corte de pelo y de actuar en el escenario. Más 1 tarde enriquecieron su oferta al convertirse en capitanes de la paz, defensores de la ecología, en pregoneros del amor, de la mística, del yoga y de la meditación. ¡Increíble!. Nuestros artistas podían quedarse callados en un espectáculo y sus fans siempre dirían que asistieron al “concierto de su vida”. Parece que ese rancio adagio de las Escuelas de Negocios de “hay que hacer ese algo más para convertir a los clientes satisfechos en fanáticos de nuestros productos y servicios” cobra con The Beatles todo su esplendor. 3. Ficharon a los mejores colaboradores desde el inicio de la aventura. The Beatles siempre se rodearon de los mejores. Del mejor empresario musical, del mejor productor de discos, del mejor manager de medios, etc. Pero el personaje que más impresionó fue Mal Evans, el “utilero” del grupo. Trabajó tan fuerte y sirvió como nadie a sus superiores, que cuando The Beatles dejó de hacer giras en 1966, Evans ya se había convertido en su amigo y siguió trabajando con ellos hasta convertirse en músico; incluso hizo parte de varias grabaciones como corista, pianista, etc. Hace muchos años, un “beatlomano” me habló de una frase atribuida a Evans: “Servir es mandar”. Creo que fue mi primer aprendizaje real sobre lo que es la dirección de empresas. Quien más trabaja y mejor si es en forma desprevenida, se convierte en la persona más influyente de su entorno. 4. Inconformes y enamorados de lo que hacían: Curiosa hermandad, inconformidad y pasión. Esa es la esencia de los éxitos empresariales y The Beatles no fue la excepción. Cuando los reporteros formulaban la infaltable pregunta sobre cuál era el álbum que mas les gustaba, nunca obtenían una respuesta concreta. No por una razón cursi, sino porque ningún Beatle estuvo plenamente satisfecho con su trabajo, siempre creyeron que podía hacerse mejor. Los auténticos emprendedores son así. En conclusión, “porque tenemos pasión estamos inconformes con lo que hacemos, pero si no existiera la pasión no podríamos vencer la inconformidad. Pero al estar conformes, no nos sentimos bien, entonces … Ese es el ciclo virtuoso que anima a los emprendedores triunfantes”. 5. El sacrificio y el saber que el éxito no llega por suerte o talento. The Beatles, sobre todo en sus primeros tiempos, fueron “work-alcoholics”: ensayaban 24 horas al día. Empezaron por abajo, por donde inicia la mayoría de los grupos musicales, cantando en colegios y bares, y requirieron mucho tiempo para llegar a ser lo que finalmente fueron. En los emprendimientos, habitualmente se cree que el trabajo duro es apenas al principio, pero cuando se está adentro, el perfeccionismo y la hostilidad del entorno obligan a trabajar cada vez más. Lo maravilloso es que cada vez que uno se entrega al 2 trabajo llega a la conclusión que la única alternativa válida para triunfar es el trabajo íntegro y honesto. Por qué se separaron The Beatles En el primer semestre de 1970 se extendieron los rumores de la disolución del grupo y pronto la noticia se volvió oficial: The Beatles terminaban con más de 8 años de labores continuas y sus integrantes harían sus trabajos por separado. Muchos conocemos las causas de este triste hecho, pero tal vez pocos desde esta perspectiva empresarial. En mi opinión: Fue una empresa que empezó con sus socios solteros y al final todos tenían familias. Uno de los familiares políticos, Yoko Ono, quiso manejar asuntos de la empresa aprovechando su dominio sentimental sobre uno de los principales socios. Un socio empezó a cambiar de papel. George comenzó a publicar composiciones fabulosas, pisando los terrenos de John y de Paul. Contrataron a Allen Klein como nuevo manager y no a Hill Eastman, suegro de Paul. Supongo que generó en el compositor problemas personales con Linda, su esposa. Los dividendos habían disminuido y sus socios creyeron que les iría mejor solos. Sus integrantes no tenían motivación para hacer más competitiva su organización. “Pensé que no era buena idea tener nuevas ideas”, aseguró Paul. No se trazaron metas a mediano y largo plazo y cuando las propusieron, ya los socios tenían sueños personales. Se acabó la magia de lo que hacían. Desapareció el “animus societatis”. Por eso, ahora solo nos quedan los discos, las películas... y las enseñanzas empresariales del inigualable grupo de Liverpool. 3