Descargar versión PDF

Anuncio
Humanismo y salud
Epidemias recurrentes en
el estado de Chiapas
Dr. E. De Ganges*
C
onocida de todos es la añeja historia
de doña María de Angulo, quién llega a
Chiapas en busca de una cura para su
hijo aquejado de un mal cutáneo, que nosotros
podemos interpretar como soriasis.
La dama española, cargada de medios económicos,
busca sin embargo un remedio milagroso y lo encuentra en las aguas sulfurosas de los Baños del Carmen.
No sabemos con certeza la fecha de estos hechos;
pero sí sabemos que ella implementa las primeras
medidas sanitarias aplicadas en nuestro territorio,
como algunos desparasitantes naturales, lo cierto es
que de alguna manera se honra aun su memoria en
la ciudad de Chiapa de Corzo, todos los años en el
mes de enero.
Pero las sombras del tiempo nos hacen olvidar
verdaderas epidemias acaecidas sobre la población indígena de estas latitudes, como la terrible
pandemia de “cocoliztli”, que arrasó con casi 90 %
de la población indígena carente de defensas contra
muchas de las enfermedades traídas por los europeos que conquistaron nuestro país.
Esta enfermedad desconocida se había presentado ya en 1545 y en otros años, pero fue en el
año de 1576 cuando causó mayor estrago entre
la población nativa de Chiapas.
Los síntomas, extrañamente, se parecían a los del
paludismo y de una mejor manera a los de la actual
chikungunya y a los del dengue hemorrágico:
fiebre alta, dolor de cabeza frontal, dolor retroocular, dolor muscular, dolor en articulaciones,
erupción maculopapular y en sus etapas finales,
náuseas y vómito incontrolable, lo que aunado a
graves carencias en atención y medicamentos y
a la absoluta falta de higiene en aquel tiempo, dio
como resultado una terrible mortandad y la disminución de la población indígena en nuestro país:
de 22 millones a 8 millones, según los datos que
nos aportan los escribanos de don Martín Enríquez
de Almanza, virrey de México en aquella época y
que, lo obligó a adoptar la política de congregaciones en la Nueva España.
Este tipo de pandemia se daba después de dos
años de sequías, lo que nos hace pensar que
la mortandad se debía a la desnutrición y la
consecuente baja de defensas en los individuos
susceptibles de contagio.
Pero también investigamos sobre la aparición
de otro mal similar, la matlazahuatl, acaecido
después de dos años de intensas lluvias, lo que
nos hace poner atención en epidemias producidas
por vectores artrópodos como el Aedes aegypti
y que, en la actualidad, atacan sin misericordia a
la población, claro, con menos decesos debido a
las medidas actuales de contención aplicadas por
las autoridades sanitarias, como la eliminación de
los hábitats acuáticos, la alimentación superior en
calidad y sobre todo en el refuerzo genético natural
en el mestizaje.
Estos antecedentes nos obligan a pensar en que
este tipo de epidemias tiene un origen histórico
y ancestral que se nos presenta en la actualidad
con nuevas facetas, derivadas de la mutación
de los virus que las provocan y que tratan de
subsistir a toda costa.
Debemos pues prever y estar atentos ante el
ataque, con renovados bríos, derivado de mutaciones de enfermedades casi erradicadas en
nuestro estado, como la producida por protozoos
del género plasmodium, como el paludismo,
transmitido por el vector anopheles, el cual
afecta en la actualidad a más de 3.5 millones de
habitantes, en alrededor de 97 países, pues no
tenemos idea de la fuerza con que ese tipo de
enfermedades se puedan presentar; así como la
malaria, endémica en muchos sectores humanos.
Frente a este panorama, es necesario abastecernos de buenos lotes de primaquina PQ que,
aunada a la cloroquina CQ, demostró en el
pasado ser un eficiente tratamiento; y sobre todo
procurar la eliminación de los hábitats acuáticos
por medio del spinosad, como agente larvicida
de bajo impacto ecológico, ya que se extrae de
la Saccharopolyspora spinosa y no representa un
riesgo inmediato para otras especies mayores.
* Consejo Estatal para las Culturas y las Artes. Chiapas, México.
204
www.salud.chiapas.gob.mx
Descargar