Debido a los hechos acontecidos el martes 11 de septiembre de 2001, han llegado muchas preguntas al Centro de Investigación White sobre el significado de algunas citas de Elena de White. A continuación se transcriben las citas de Elena de White sobre la ciudad de Nueva York con su contexto más amplio. En cuanto a la interpretación, ya es un poco más difícil. Tendemos a pensar que son predicciones generales, no profecías específicas. Por otra parte, necesitamos entender que todas son señales generales del fin, pero no razones para crear excitaciones no saludables. Creo que las mismas declaraciones nos orientan en este sentido. También se transcriben algunas citas que indican precaución en cuanto a los comportamientos extremistas o alarmistas. Declaración de Elena de White sobre ciudad de Nueva York “Desde que ocurrió el terremoto de San Francisco han circulado muchos rumores concernientes a declaraciones que yo he hecho. Algunos han informado que mientras estaba en Los Ángeles, yo pretendí haber predicho el terremoto y el incendio de San Francisco, y que Los Ángeles sería la próxima ciudad en sufrir. Esto no es cierto. La mañana después del terremoto, yo no dijo otra cosa sino que ‘vendrán terremotos; vendrán inundaciones’; y que el mensaje de Dios a nosotros es que no debemos ‘establecernos en las ciudades malvadas’. “No hace muchos años, un hermano que trabajaba en la ciudad de Nueva York publicó algunas noticias alarmantes con respecto a la destrucción de esa ciudad. Yo escribí inmediatamente a quien estaba a cargo de la obra allí diciéndole que no era sabio publicar tales noticias; que ello haría surgir una excitación que resultaría en un movimiento fanático, y que esto perjudicaría a la causa de Dios. Es suficiente presentar la verdad de la Palabra de Dios al pueblo. Las noticias alarmantes son perjudiciales para el progreso de la obra” (Review and Herald, 5 de julio de 1906”. El 3 de agosto de 1903, la Sra. White escribió además con respecto a este informe sensacional: “¿De dónde vino la noticia de que yo declaré que Nueva York ha de ser barrida por una ola gigantesca? Nunca lo he dicho. Yo he dicho, cuando veía los grandes edificios levantarse allí, piso tras piso: '¡Qué terribles escenas ocurrirán cuando el Señor se levante para sacudir terriblemente la tierra! Entonces se cumplirán las palabras de Apocalipsis 18:1-3'. Todo el capítulo 18 de Apocalipsis es una advertencia de lo que ha de suceder en la tierra. Pero yo no tengo luz en particular con respecto a lo que ha de venir sobre Nueva York, y lo único que sé es que algún día los grandes edificios de esa ciudad serán derribados por el poder trastornador de Dios. Por la luz que me ha sido dada, sé que la destrucción está en el mundo. Una palabra del Señor, un toque de su poder terrible, y estas masivas estructuras caerán. No podemos imaginarnos el carácter terrible de las escenas que ocurrirán”. El 1º de septiembre de 1902, la Sra. White escribió: “En las grandes ciudades, tales como San Francisco, deben realizarse reuniones en carpas bien equipadas, porque de aquí a no mucho tiempo estas ciudades sufrirán bajo los juicios de Dios. San Francisco y Oakland están llegando a ser como Sodoma y Gomorra, y el Señor las visitará con ira”. El 20 de junio de 1903 escribió: “Los juicios de Dios están en nuestro país. El Señor pronto vendrá. Con fuego, con inundación y con terremotos, él está advirtiendo a los habitantes de esta tierra de su próxima aparición. ¡Ojalá que el pueblo conozca el tiempo de su visitación! No tenemos tiempo que perder. Debemos hacer esfuerzos determinados para inducir a la gente del mundo a ver que el día del juicio está cercano”. El 3 de junio de 1903 escribió: “Hay muchos con los cuales está luchando el Espíritu de Dios. El tiempo de los juicios destructivos de Dios es el tiempo de misericordia para aquellos que no tienen ninguna oportunidad para enterarse de la verdad. El Señor los considerará con ternura. Su corazón de misericordia es tocado; su mano está todavía extendida para salvar”. El 12 de noviembre de 1902 escribió: “Está llegando el tiempo cuando vendrá la gran crisis de la historia, cuando todo movimiento en el gobierno de Dios será observado con intenso interés e inexpresable aprensión. En rápida sucesión los juicios de Dios caerán uno después de otro: fuego e inundación y terremotos, con guerra y derramamiento de sangre. Algo grande y decisivo tendrá necesariamente que ocurrir pronto” (Review and Herald, 5 de julio de 1906). En febrero 15 de 1904 leemos: “Cuando estuve la última vez en Nueva York, fui llamada a presenciar de noche como se levantaban los edificios, piso sobre piso, hacia el cielo. Estos edificios tenían garantía contra el fuego y eran erigidos para glorificar a los propietarios. Estas estructuras se levantaban más y más alto, y en ellas se usaba el material más costoso. . . “Mientras subían estos altos edificios, los propietarios se regocijaban, con un orgullo ambicioso, de que tenían dinero que invertir en glorificar el yo. . . Mucho del dinero que era invertido había sido obtenido por exacción, oprimiendo a los pobres. En los libros del cielo se guarda un registro de toda transacción comercial. Allí se registra todo trato injusto, toda acción fraudulenta. Viene el tiempo cuando los hombres en su fraude y en su insolencia llegarán a un punto que el Señor no les permitirá pasar, y ellos sabrán que hay un límite a la tolerancia de Jehová. “La escena que en seguida pasó delante de mí era de un fuego alarmante. Los hombres miraban los edificios elevadísimos, pretendidamente a prueba de fuego, y decían: 'Están perfectamente seguros'. Pero estos edificios eran consumidos como si estuvieran hechos de resina. Las bombas de incendio no podían hacer nada para detener la destrucción. Los bomberos eran incapaces de hacerlas funcionar. Se me ha instruido en el sentido de que, cuando venga el tiempo del Señor, si no ha ocurrido un cambio en los corazones de los hombres orgullosos y de los ambiciosos seres humanos, hallarán que la mano que ha sido poderosa para salvar será poderosa para destruir. Ningún poder terrenal es capaz de detener la mano de Dios. Ningún material puede ser usado en la erección de edificios que los preserve de la destrucción cuando llegue el tiempo señalado por Dios para mandar retribución a los hombres por su insolencia y el descuido de su ley” (Review and Herald, 26 de abril de 1906). Elena G. de White, Notas biográficas (Mountain View, California: Publicaciones Interamericanas, 1981), 450-453. Precaución en cuanto a los mensajes alarmistas "Los anuncios alarmantes son perjudiciales para el progreso de la obra. (Review and Herald, 5 de julio, 1906)" (El Evangelismo, 100) "Os aseguro que estamos orando por vosotros y por la obra en la ciudad de Nueva York. Pero, por favor, eliminad los anuncios alarmantes de vuestras reuniones. Si una ola de fanatismo hiriera a Nueva York en estos días, Satanás trabajaría en las mentes humanas, poniendo en marcha una obra que ninguno de vosotros está preparado para dominar. No es excitación lo que necesitamos en este tiempo, sino esfuerzo sereno, persistente y devoto para la educación de la gente. (Carta 17, 1902)" (El Evangelismo, 100, 101) "La verdad sagrada es deshonrada por la excitación.- Necesitamos ser reflexivos y tranquilos y contemplar las verdades de la revelación. La excitación no es favorable para el crecimiento en la gracia, para la verdadera pureza y la santificación del espíritu." (El Evangelismo, 444). "Dios quiere que tratemos con la verdad sagrada porque únicamente esto convencerá a los contradictores. Hay que llevar a cabo un trabajo sereno y sensato..." (El Evangelismo, 444) "Dios pide que su pueblo ande con sobriedad y santa consecuencia. Debieran ser muy cuidadosos para no representar erradamente ni deshonrar las doctrinas sagradas de la verdad mediante manifestaciones extrañas, por medio de la confusión y el alboroto. Esto hace que los incrédulos piensen que los adventistas son un conjunto de fanáticos. Así se crea el prejuicio que impide que las almas reciban el mensaje para este tiempo. Cuando los creyentes hablan la verdad tal como es en Jesús, manifiestan una calma santa y sensata y no un confuso alboroto. (Manuscrito 76a, 1901)" (El Evangelismo, 444) "No debemos estimular un espíritu de entusiasmo que produzca fervor por un tiempo, pero que luego se enfríe dando lugar al desánimo y la depresión. Necesitamos el pan de vida que procede del cielo para vivificar el alma. Estudiad la Palabra de Dios. No seáis controlados por los sentimientos. Todos los que trabajan en la viña del Señor deben aprender que los sentimientos no son fe. No es necesario estar siempre en un estado de exaltación. Pero sí se requiere que tengamos una fe firme en la Palabra de Dios como la carne y la sangre de Cristo." (El Evangelismo, 106, 107)