Viejo marinero, en tu piel transcurre las historias

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Viejo marinero, en tu piel transcurre las historias olvidadas, en tu piel está tu
poder, tu fuerza de supervivencia. En tu piel, veo tu corazón. Viejo marinero, se fiel
a ti mismo, no olvides los mares navegados.
En esas noches de insomnio, de alcohol desparramado por la mesa, de lágrimas en
la botella, mírate. Que el ancla en el hombro derecho te recuerde que tu hogar no
está en los brazos de una puta, sino entre las olas de ese mar rebelde tuyo. Que el
pez payaso en la cadera te recuerde que la vida es bella, que hay un niño grande
luchando porque su padre se sienta orgulloso de él. Que las letras árabes en la
pierna te recuerden que existe el odio, el miedo, el hambre, que lo peor no está en
uno mismo, sino en lo que nos rodea. Que la sirena desnuda en el antebrazo te
haga recordar, viejo amigo, en esa mujer que dio todas sus sonrisas y todos sus
besos por ti hasta el fin de sus días. Ella no querría verte así.
Déjame decirte, que esta tierra no es para ti. Que eres demasiado noble para estar
aquí. Príncipe de los mares, huye a tu palacio de corales y refúgiate; entre las
anémonas púrpuras, entre las burbujas de los pececillos, en los barcos hundidos.
Eres demasiado puro para este mundo; tus ojos, ya se han vuelto demasiado
oscuros; y tu piel, demasiado blanca. Descansa bajo tu reinado, antes de que te
vuelvas de piedra.
Hay hombres, que están hechos de agua, y se ahogan sobre tierra.
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