El bosque protector Restauración forestal: el marquesado del Zenete Las cumbres de Sierra Nevada, coronadas por el pico Mulhacén, conforman la segunda cordillera más alta del continente Europeo. A pesar de su escarpado relieve, se trata de un territorio poblado desde la antigüedad. Los pequeños pueblos blancos, reflejo de la herencia árabe, trepan por la ladera de la montaña y se aferran a su piedra. Mediante terrazas, se salva la pendiente haciendo posible el cultivo de la tierra. Al mismo tiempo, el ganado pasta en las laderas del monte. La prolongada alteración ecológica causada por el Hombre no ha estado exenta de consecuencias. En algunos lugares, como en la Alpujarra oriental, donde el estrés hídrico es más acusado, la cubierta arbórea ha sido completamente eliminada. El suelo azotado por el viento y las lluvias torrenciales, se ha transformado en un impresionante pero desolador paisaje árido cubierto por vegetación esteparia. Aunque rodeados por el desierto, los huertos pueden crecer donde se acumula el limo fértil. Pero al carecer de la protección del arbolado, se encuentran amenazados por los torrentes de montaña, que de cuando en cuando, se ciernen sobre ellos. Como respuesta a los problemas derivados de la deforestación, algunos lugares de Sierra Nevada han sido protagonistas de espectaculares repoblaciones que han dado origen a extensos bosques artificiales. Probablemente una de las recuperaciones de bosques de mayor extensión y calidad se encuentre aquí, en la cara Norte de Sierra Nevada, conocida como la comarca del Marquesado del Zenete. Todo este paisaje es fruto de una labor silenciosa y abnegada de un colectivo de forestales que ha vivido y vive por y para esta tierra. Desde este majestuoso Castillo de la Calahorra, testigo mudo de una singular historia forestal, mostraremos la peculiar relación entre el hombre y el bosque de esta comarca. El castillo de la Calahorra es el símbolo del poder feudal que un día dominó esta tierra. © El bosque protector © El bosque protector Construido incorporando las innovaciones de la Italia del Renacimiento, desde su promontorio lleva cinco siglos dominando toda la comarca. El Marquesado del Zenete, del árabe senet, que significa cuesta o pendiente, se extiende desde la ladera norte de Sierra Nevada, hasta la Sierra de Baza, ocupando toda la llanura del Zalabí. Se trata de un altiplano sedimentario de 530 Km. cuadrados comprendido entre las localidades de Guadix y Fiñana y repartido entre un decena de términos municipales. Este territorio fue arrebatado por la corona de Castilla a los nazaríes de Granada a finales del siglo XV. Posteriormente, los Reyes Católicos lo entregaron a Rodrigo Díaz de Mendoza, primer marqués del Zenete y constructor de la fortificación. El territorio tiene un alto valor estratégico, pues a través de él se accede al Puerto de la Ragua, que comunica con la Alpujarra en la cara sur de la sierra. El Zenete es una comarca tradicionalmente agrícola. Los pequeños minifundios son regados con el agua del deshielo, traída al llano mediante una compleja red de acequias y aljibes. En contraste con este paisaje centenario, los parques eólicos y las estaciones para el aprovechamiento de la luz solar, constituyen un nuevo activo económico en la comarca. A pesar de que pueda parecer extraño, el paisaje que hoy contempla- mos estuvo ocupado hace muchísimo tiempo por un enorme lago. Hace un millón de años, con la eclosión del Guadiana Menor, el agua cautiva comenzó a fluir hacia el mar dando lugar a un larguísimo proceso de desecación. Sobre la capa sedimentaria dejada por las aguas creció una densa cubierta forestal. Sin embargo, hoy, algunos vestigios de encinar son lo único que queda del arbolado originario de la zona. Las rozas llevadas a cabo por los agricultores, el pastoreo excesivo, así como las talas incontroladas para producir carbón, fueron haciendo retroceder al bosque de manera lenta pero constante. La minería supuso el golpe de gracia para un bosque extremadamente degradado. Aunque Sierra Nevada tiene una antiquísima tradición minera, fue a mediados del siglo XIX cuando se implantó una agresiva explotación industrial. En el Zenete, la mina del Alquife fue la más importante de toda la región. Hasta su cierre en 1996, produjo unos 110 millones de toneladas de mineral de hierro. A principios de siglo, la compañía escocesa Alquife Mines empleaba a un millar de trabajadores que en duras condiciones horadaban la tierra en busca del preciado mineral. Una vez extraído, el hierro se transportaba en ferrocarril a Almería, Restauración forestal: el marquesado del Zenete 2 © El bosque protector donde luego era cargado en buques con destino a las fundiciones británicas. El desembarcadero conocido como Cable Inglés, es el vestigio de estas operaciones portuarias. El combustible para las calderas, o la madera para fabricar las vigas para el entibado de las minas, se satisficieron con los bosques del lugar, provocando una degradación ecológica a cambio de un beneficio que escasamente repercutió en la comarca. Con el declive de la siderurgia, la mina fue perdiendo rentabilidad pero se mantuvo abierta hastafinales de los años 90. Hoy, las instalaciones en desuso y la maquinaria oxidada cubierta de polvo rojo, reposan en silencio, constitu- yendo un impresionante vestigio del pasado industrial del marquesado. La ausencia de arbolado dejó un paisaje desolado y sin ninguna protección. La escasa capa de suelo fue arrastrada por la lluvia, generalmente en forma de avenidas torrenciales, y la erosión se convirtió en la protagonista de la comarca. En 1928 un informe de la diputación forestal de Granada, denunciaba la situación de deforestación de la comarca y proponía emprender trabajos de repoblación forestal de manera urgente. La restauración fue iniciada pero desgraciadamente la Guerra Civil interrumpió los trabajos y aunque fueron continuados en la posguerra, su impulso definitivo no se alcanzó hasta la década de los años 50. © El bosque protector Restauración forestal: el marquesado del Zenete 3 © El bosque protector Los planes de la dictadura para paliar el subdesarrollo del campo andaluz impulsaron la repoblación forestal de la zona. Con la reforestación se pretendía aumentar la producción de madera, mitigar el paro agrícola e indirectamente crear un escudo contra la erosión y los torrentes. En la fecha en la que comenzaron los trabajos, el estado del monte era desolador, aún así hubo que superar las reticencias de los ayuntamientos y de la propia población local. Los pastores se mostraron especialmente contrarios al proyecto pues temían perder los pastos de montaña. Finalmente, casi la totalidad del monte público del Marquesado, unas 20.000 ha., fue puesto a disposición de los ingenieros. Uno de los primeros retos técnicos a los que se tuvo que enfrentar el proyecto fue la construcción de la red de pistas forestales, imprescindible para posibilitar tanto el tránsito por el monte como para la saca de la madera. Tanto la dificultad de consolidar las frondosas como las motivaciones económicas favorecieron la elección de los pinos como protagonistas de la repoblación. Los pinos fueron cultivados en una red de viveros instalados en el monte, lo que permitía iniciar su desarrollo en condiciones similares a las de su entorno de madurez. Cuando alcanzaban el punto de desarrollo óptimo, mediante caballerías se trasladaban al monte donde les esperaba una legión de obreros, que horadaban el suelo para introducir los pequeños arbolitos en su hoyo. Para las cotas superiores se empleaba el pino silvestre, laricio para las intermedias y negral en los pisos inferiores, reservando el carrasco para los suelos menos fértiles. A pesar de las dificultades, se llegaron a repoblar hasta 2.000 ha. anuales. A finales de los años 60, el total de la superficie repoblada alcanzaba las 15.750 ha. El contraste entre las imágenes del pasado, que muestran territorios baldíos, yermos, sin un solo árbol, y el verdor actual del paisaje es el mejor testimonio de la magnitud del proyecto. Restauración forestal: el marquesado del Zenete 4 © El bosque protector © El bosque protector La regeneración de la cubierta forestal ha conseguido detener el terrible proceso de erosión. No obstante, repoblar no es suficiente para asegurar una completa regeneración del bosque. Tanto para asegurar el éxito de la repoblación, como para incrementar la producción de madera, se manejaron densidades de en torno a los 2000 pies por ha, que hoy son como excesivamente elevadas. Los árboles crecen muy juntos estableciéndose una feroz lucha por los recursos. Al haber demasiados pies por unidad de superficie los pinos crecen escuálidos y no pueden desarrollarse por completo. Con el paso de los años, la competencia por los recursos edáficos y lumínicos es demasiado alta. El bosque detiene su desarrollo, se debilita y se hace más vulnerable a plagas e incendios. Las políticas más recientes buscan no sólo cubrir de árboles el monte sino también naturalizar las masas forestales. En algunos rincones del monte, las encinas ya han comenzado a reclamar su lugar, recordando a los pinos que su exclusividad es tan sólo algo temporal. En 1973 la UNESCO declaró a Sierra Nevada como reserva de la Biosfera y en 1989 fue declarada Parque Natural, con una extensión de 80.000 ha. Diez años más tarde, se creó el Parque Nacional de Sierra Nevada, que integra buena parte de los territorios del Zenete. Ambos espacios quedan unidos en 2005, en el Espacio Natural de Sierra Restauración forestal: el marquesado del Zenete 5 © El bosque protector © El bosque protector Nevada, uno de los más valiosos tesoros naturales de la Península Ibérica. La evolución administrativa y forestal ha planteado el debate sobre la idoneidad de integrar un bosque artificial en un Parque Natural. Sea cual sea la respuesta correcta, sólo con una adecuada gestión de esta herencia, se podrá desarrollar una masa forestal que se parezca cada vez más al bosque de pinos, encinas y sabinas que una vez creció en las empinadas laderas del Marquesado. Con su pensamiento cortoplacista, el hombre no sólo daña la naturaleza sino que agrede su propio hogar. La historia forestal del marquesado del Zenete es un claro ejemplo de ello. La destrucción de la cubierta forestal tiene consecuencias fatales que si no se detienen a tiempo convierten en eriales territorios que anteriormente fueron fértiles. El duro trabajo realizado en el Zenete ha frenado la extensión del desierto. Miles de brazos y miles de duras jornadas de trabajo, así como la labor de gestión y planificación de los ingenieros que dirigieron el proyecto, han devuelto a los habitantes de la comarca un bosque que aunque artificial, desarrolla su papel de bosque protector. Restauración forestal: el marquesado del Zenete 6