Bulimia multiimpulsiva y bulimia nerviosa asociada a patología

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ORIGINALES
Bulimia multiimpulsiva y bulimia nerviosa
asociada a patología límite: algunas pruebas
acerca de su identidad clínica*
F.J. Vaza, E.M. Peñasb y J.A. Guisadoc
aFacultad
de Medicina de Badajoz. Universidad de Extremadura. Unidad de Trastornos Alimentarios de Badajoz. Consejería de Sanidad
y Consumo de la Junta de Extremadura. bFacultad de Medicina de Badajoz. Universidad de Extremadura. cHospital Psiquiátrico de Mérida.
Diputación Provincial de Badajoz.
OBJETIVOS: El presente estudio estuvo destinado a
explorar los límites clínicos de la denominada
“bulimia multiimpulsiva”, término propuesto por
Lacey y Evans en 1986 para hacer referencia a
aquellas formas de bulimia nerviosa en las que se
podía observar una alta prevalencia de conductas
disruptivas e impulsivas, ya que aunque la utilidad
clínica del término ha sido confirmada en parte por
los resultados procedentes de algunos estudios, otros
han puesto de manifiesto que los límites entre
multiimpulsividad y personalidad borderline no son
nítidos.
PACIENTES Y MÉTODO: Tras aplicar los criterios
propuestos por Lacey para la bulimia multiimpulsiva
sobre un grupo de 70 pacientes con bulimia nerviosa
DSM-IV, se observó que 12 de ellos reunían dichos
criterios (el 17,1% de la muestra). Estos pacientes
fueron comparados con los 58 pacientes bulímicos no
multiimpulsivos.
RESULTADOS: Ambos grupos fueron muy similares
y las diferencias no apoyaron la identidad clínica de
la bulimia nerviosa multiimpulsiva, diagnóstico que
se asoció estrechamente a la existencia de rasgos
clínicos de tipo límite y a un peor pronóstico a corto
plazo.
CONCLUSIONES: Teniendo en cuenta la mala
evolución de los pacientes multiimpulsivos, la
detección de rasgos multiimpulsivos podría tener
relevancia en relación con el pronóstico.
Palabras clave:
Bulimia nerviosa. Bulimia multiimpulsiva. Impulsividad. Patología
límite. Patología borderline.
Multiimpulsive bulimia and bulimia nervosa
associated with terminal disease: some
proofs about their clinical identity
OBJECTIVES: Our study was aimed at exploring the
clinical limits of the so-called “multiimpulsive
bulimia”, a term proposed by Lacey and Evans in
1986 in order to refer to those forms of bulimia
nervosa in which a high prevalence of disruptive and
impulsive behaviours were observed. Although the
clinical utility of the term has been partially
supported by the results from several studies, other
studies have shown that the limits between
multiimpulsivity and borderline personality disorder
are unclear.
PATIENTS AND METHOD: After the application of the
Lacey’s diagnostic criteria for multiimpulsive
bulimia nervosa to a group of 70 DSM-IV bulimia
nervosa patients, we found that 12 patients (17.1% of
the sample) fullfiled these criteria. These patients
were compared with the remaining 58 nonmultiimpulsive patients.
RESULTS: Both groups of patients were very
similar, and the differences between groups did not
support the clinical identity of multiimpulsive
bulimia nervosa, which was strongly associated with
bordeline personality features and poor short-term
outcome.
CONCLUSIONS: Taking into account the poor
outcome of multiimpulsive patients, the detection of
multiimpulsive features can have some implications
for prognosis.
Key words:
Bulimia nervosa. Multiimpulsive bulimia. Terminal disease. Bordeline
disorders.
*Investigación
subvencionada con cargo al proyecto 99/0993
(Ministerio de Sanidad y Consumo. Fondo de Investigación Sanitaria).
Correspondencia: Dr. F.J. Vaz Leal.
Área de Psiquiatría. Facultad de Medicina.
Avda. de Elvas, s/n. 06071 Badajoz.
Correo electrónico: [email protected]
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F.J. VAZ ET AL.– BULIMIA MULTIIMPULSIVA Y BULIMIA NERVIOSA ASOCIADA A PATOLOGÍA LÍMITE:
ALGUNAS PRUEBAS ACERCA DE SU IDENTIDAD CLÍNICA
INTRODUCCIÓN
El término bulimia multiimpulsiva fue propuesto por
Lacey y Evans1 en 1986 para hacer referencia a una forma específica de bulimia nerviosa caracterizada por la
existencia de una alta prevalencia de comportamientos
impulsivos no relacionados con la alimentación, como
abuso de drogas y/o alcohol, tentativas de suicidio, autolesiones, desinhibición sexual y cleptomanía. Posteriormente, Lacey2 ha propuesto un conjunto de criterios
diagnósticos para este trastorno, de modo que para poder aplicar el mismo deberían estar presentes al menos
tres de las siguientes conductas: a) beber al menos 36
unidades de alcohol a la semana; b) tomar heroína, LSD
o anfetaminas, o bien obtener psicofármacos de manera
ilegal al menos en tres ocasiones durante el último año;
c) robar al menos en 10 ocasiones durante el último año;
d) al menos una sobredosis durante el último año; y/o e)
autoprovocarse cortes o quemaduras de forma regular.
Lacey2,3 ha justificado su propuesta de aislar las formas multiimpulsivas de bulimia en función de la prevalencia de comportamientos impulsivos en la población
de pacientes con bulimia nerviosa, que incluyen, de
acuerdo con este autor, el uso de alcohol en uno de cada
cuatro pacientes, el uso de drogas en aproximadamente
un tercio de los pacientes, los robos en un 20% y la autoprovocación de lesiones en uno de cada 10 sujetos. De
acuerdo con este autor, los pacientes multiimpulsivos
tardan más tiempo en buscar ayuda, presentan un peor
nivel de ajuste social y a menudo carecen de empleo,
tienen mayores probabilidades de estar solteros o de carecer de una relación estable, tienen mayores probabilidades de estar unidos emocionalmente a alguien que
abusa del alcohol, proceden a menudo de familias con
padre alcohólico y refieren con frecuencia antecedentes
de abusos sexuales. En función de todo ello, propone establecer una clara diferenciación entre aquellos sujetos
que presentan “trastornos monoimpulsivos” (bulimia,
abuso de alcohol, adicción a drogas, etc.) y los que presentan un “trastorno de personalidad multiimpulsiva”,
en los que sería observable la coexistencia de varios de
estos comportamientos.
Con posterioridad a la acuñación del término, otros
autores han propuesto criterios diagnósticos más o menos coincidentes, que aparecen recogidos de forma resumida en la tabla 1.
La investigación clínica ha aportado resultados contradictorios al estudiar a esta subpoblación de bulímicos.
Así, por ejemplo, para Sohlberg et al4 la existencia de
rasgos multiimpulsivos es un claro predictor de mal pronóstico, mientras que para Fahy y Eisler5 los síntomas
bulímicos son más frecuentes en el grupo multiimpulsivo al comienzo del tratamiento, pero no al año de ini-
ciarlo, por lo que la multiimpulsividad no se asocia en
modo alguno a mal pronóstico. Fichter et al6, por su parte, plantean que la multiimpulsividad se asocia a mayor
psicopatología y a un peor funcionamiento social, por lo
que consideran que la bulimia multiimpulsiva debe considerarse una forma específica de bulimia nerviosa, en
tanto que Wiederman y Pryor7 concluyen que, aunque
son necesarios más estudios, de entrada la multiimpulsividad parece tener implicaciones en el pronóstico.
En relación con todo esto, parece obvio que la discusión debería pasar en estos momentos por determinar si
realmente existe una dimensión específica que podamos
identificar como “multiimpulsividad” y si tal dimensión
es suficiente para justificar la existencia de un grupo clínico específico (bulimia multiimpulsiva). Por ello, y en el
contexto general de un proyecto de investigación encaminado a validar diferentes formas de subtipificación de la
bulimia nerviosa, decidimos comparar dos poblaciones de
bulímicos (multiimpulsivos y no multiimpulsivos) con
vistas a explorar las diferencias entre ambos grupos.
PACIENTES Y MÉTODO
Muestra
La investigación se basó en el estudio de 70 pacientes de sexo femenino que consultaron de forma consecutiva en un centro universitario especializado en el tratamiento de trastornos
de la alimentación y fueron diagnosticadas de bulimia nerviosa con criterios DSM-IV. Todos los diagnósticos fueron realizados por la misma persona, utilizando como base una entrevista semiestructurada, la Entrevista para el Diagnóstico de los
Trastornos Alimentarios (IDED)8, traducida al castellano, validada y adaptada a los criterios del DSM-IV.
La muestra seleccionada tenía una edad media de 20,1 años
(desviación estándar [DE] 3,9; rango 14-33 años). El índice de
masa corporal medio era de 21,5 kg/m2 (DE 2,7; rango 18,8-37,6
kg/m2). La evolución del trastorno en el grupo en estudio era variable, con un promedio de 4,4 años (DE 3,5; rango 0-14 años).
Utilizando los criterios propuestos por Lacey2, se dividió el
grupo inicial en dos subgrupos según presentasen o no una
forma multiimpulsiva de bulimia nerviosa. De este modo, el
grupo multiimpulsivo quedó constituido por 12 pacientes (el
17,1% de la muestra), y el grupo no multiimpulsivo por las 58
pacientes restantes.
Instrumentos de evaluación
Además de hacer posible el diagnóstico, la IDED fue utilizada para obtener información acerca de la gravedad de diferentes manifestaciones clínicas propias de la bulimia nerviosa,
tales como atracones, vómitos, uso de laxantes y diuréticos,
ejercicio físico compulsivo y dietas estrictas. La psicopatología asociada se evaluó utilizando el inventario SCL-909. Los
síntomas alimentarios fueron valorados mediante el Test de
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PSIQUIATRÍA BIOLÓGICA. VOLUMEN 8, NÚMERO 6, NOVIEMBRE-DICIEMBRE 2001
TABLA 1. Diferentes criterios diagnósticos propuestos para la bulimia multiimpulsiva
Lacey y Evans1
(1986)
Sohlberg et al4
(1989)
Fahy y Eisler5
(1993)
Fichter et al6
(1994)
Wiederman y Pryor7
(1996)
Abuso de tóxicos
Intentos de suicidio
Autolesiones
Promiscuidad sexual
Robos
Abuso de tóxicos
Intentos de suicidio
Autolesiones
Abuso de tóxicos
Intentos de suicidio
Consumo de tóxicos
Intentos de suicidio
Autolesiones
Robos
Robos
Atracones
Abuso de tóxicos
Intentos de suicidio
Autolesiones
Promiscuidad sexual
Robos
Actitudes Alimentarias, versión de 40 ítems (EAT-40)10 y el
Test de Investigación de Bulimia de Edimburgo (BITE)11. La
personalidad se evaluó utilizando la Entrevista Clínica Estructurada para Trastornos del Eje II del DSM-III-R (SCID-II)12 y
el Sixteen Personality Factors (16-PF)13. A través de la historia
clínica de los pacientes se obtuvo información relativa al consumo presente y pasado de diversos tóxicos, incluyendo alcohol, cannabis, opiáceos, cocaína y similares, alucinógenos, tabaco, ansiolíticos y analgésicos. También a través de la historia
clínica se obtuvieron datos relativos a la conducta sexual, antecedentes de abusos sexuales en la infancia y/o la adolescencia,
prácticas autoeróticas y contactos homo y heterosexuales.
Todos los pacientes fueron evaluados tras su llegada al centro, antes de iniciar cualquier tipo de tratamiento. Los datos relativos a la respuesta terapéutica se obtuvieron a los 3 meses
de la primera evaluación, considerando que la respuesta al tratamiento era negativa si seguían estando presentes en ese momento síntomas que hiciesen posible el diagnóstico de bulimia
nerviosa con los criterios del DSM-IV.
Procedimientos estadísticos
En un primer momento los dos grupos de pacientes fueron
comparados utilizando la prueba de la t de Student para mues-
Robos
tras independientes. Posteriormente se realizó un análisis de
regresión logística (método forward Wald), utilizando como
variable dependiente la pertenencia a cada uno de los dos grupos aislados y como variables independientes los ítems procedentes de los instrumentos reseñados en el apartado anterior
para los que se encontró en la prueba t un valor de p inferior a
0,20 (para una descripción de las variables utilizadas en este
estudio, véase tabla 6).
RESULTADOS
En la tabla 2 se recogen los parámetros clínicos, procedentes básicamente del EAT-40, el BITE y la SCL90, relativos a los dos grupos aislados.
Como se puede observar, ambos grupos de pacientes
presentaron patrones alimentarios muy similares, sin
que apareciesen diferencias significativas entre ambos.
En el apartado de la psicopatología, tan sólo para un
factor de la SCL-90, el factor depresión, se obtuvieron
valores significativamente superiores en el grupo de pacientes multiimpulsivas.
En la tabla 3 se presentan los datos relativos a la per-
TABLA 2. Psicopatología y conducta alimentaria en los dos grupos aislados
Conducta alimentaria
Atracones
Vómitos
Dietas
Anorexígenos
Diuréticos
Laxantes
Ejercicio
Puntuación EAT-40
Puntuación BITE
Psicopatología
Depresión
Ansiedad
Somatización
Obsesivo-compulsivo
Sensitividad interpersonal
Hostilidad
Ansiedad fóbica
Ansiedad paranoide
Psicoticismo
Índice de severidad global (GSI)
BN multiimpulsiva*
BN no multiimpulsiva*
t
Sig.
3,75 (1,29)
3,08 (1,73)
1,25 (1,29)
0,58 (1,73)
0,33 (1,15)
2,08 (2,31)
1,17 (1,34)
60,75 (21,38)
20,92 (5,88)
3,46 (0,85)
3,40 (1,66)
1,04 (1,03)
0,63 (1,40)
0,72 (1,62)
1,96 (2,10)
1,19 (1,43)
53,00 (16,71)
21,11 (5,59)
0,757
–0,604
0,626
–0,104
–0,781
0,175
–0,058
1,389
–0,105
0,463
0,548
0,533
0,917
0,438
0,862
0,954
0,169
0,916
2,56 (0,51)
2,22 (0,66)
1,94 (0,62)
2,35 (0,70)
2,46 (0,62)
2,08 (0,93)
1,47 (0,92)
1,93 (0,48)
1,73 (0,47)
2,01 (0,55)
2,10 (0,53)
1,86 (0,78)
1,64 (0,80)
2,09 (0,86)
2,26 (0,80)
1,93 (0,87)
1,21 (0,84)
1,87 (0,86)
1,69 (0,76)
1,77 (0,60)
2,363
1,462
1,241
0,957
0,835
0,539
0,968
0,234
0,200
1,211
0,021
0,148
0,219
0,342
0,407
0,592
0,337
0,816
0,843
0,230
*Media (DE). BN: bulimia nerviosa; Sig.: significación.
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F.J. VAZ ET AL.– BULIMIA MULTIIMPULSIVA Y BULIMIA NERVIOSA ASOCIADA A PATOLOGÍA LÍMITE:
ALGUNAS PRUEBAS ACERCA DE SU IDENTIDAD CLÍNICA
TABLA 3. Ítems relacionados con la personalidad en los dos grupos aislados
BN multiimpulsiva*
BN no multiimpulsiva*
t
Sig.
Factores del 16-PF
Factor A
Factor B
Factor C
Factor E
Factor F
Factor G
Factor H
Factor I
Factor L
Factor M
Factor N
Factor O
Factor Q1
Factor Q2
Factor Q3
Factor Q4
6,09 (2,43)
4,91 (2,02)
4,73 (1,56)
6,00 (1,55)
5,91 (1,45
4,45 (1,75)
5,64 (2,16)
4,73 (1,49)
6,45 (2,30)
4,09 (2,07)
4,64 (1,80)
7,64 (2,29)
4,64 (2,01)
6,36 (1,50)
3,91 (1,87)
7,00 (1,67)
6,32 (2,01)
5,27 (2,02)
3,88 (2,31)
4,96 (1,96)
5,82 (2,22)
4,89 (1,72)
4,96 (2,68)
6,39 (2,10)
5,18 (1,99)
4,88 (2,14)
5,91 (1,71)
7,43 (1,92)
4,64 (2,00)
6,04 (2,04)
5,16 (1,79)
7,29 (1,83)
–0,336
–0,538
1,168
1,648
0,126
–0,769
0,783
–2,499
1,895
–1,116
–2,242
0,317
–0,010
0,505
–2,109
–0,480
0,738
0,593
0,247
0,104
0,900
0,445
0,437
0,015
0,063
0,269
0,028
0,752
0,992
0,616
0,039
0,633
Factores de la SCID-II
Paranoide
Esquizoide
Esquizotípico
Narcisista
Histriónico
Límite
Antisocial
Dependiente
Evitativo
Obsesivo-compulsivo
Pasivo-agresivo
0,63 (0,27)
0,32 (0,13)
0,38 (0,24)
0,40 (0,20)
0,45 (0,18)
0,74 (0,16)
0,11 (0,10)
0,50 (0,25)
0,53 (0,20)
0,44 (0,20)
0,44 (0,19)
0,53 (0,26)
0,32 (0,17)
0,39 (0,22)
0,37 (0,17)
0,38 (0,24)
0,56 (0,21)
0,09 (0,13)
0,48 (0,26)
0,53 (0,30)
0,48 (0,21)
0,35 (0,21)
1,200
0,017
–0,276
0,399
0,982
2,711
0,454
0,271
0,070
–0,505
1,477
0,234
0,987
0,783
0,691
0,333
0,009
0,651
0,787
0,944
0,615
0,144
*Media
(DE). BN: bulimia nerviosa; Sig.: significación.
TABLA 4. Ítems relacionados con la conducta sexual en los dos grupos aislados
BN multiimpulsiva
BN no multiimpulsiva
t
Sig.
11,67 (2,64)
13,00 (6,24)
13,13 (2,80)
18,14 (1,46)
10,61 (2,60)
13,33 (3,43)
13,67 (3,60)
18,87 (2,75)
1,278
–0,121
–0,402
–0,665
0,206
0,906
0,690
0,512
1 (8,3)
2 (16,7)
8 (66,7)
11 (91,7)
6 (50,0)
7 (58,3)
1 (8,3)
4 (7,0)
10 (14,5)
42 (73,7)
45 (78,9)
26 (45,6)
22 (38,6)
4 (7,0)
Cuatitativosa
Edad inicio prácticas sexuales (años)
Edad abuso sexual (años)
Edad inicio masturbación (años)
Edad primera experiencia sexual (años)
Cualitativosb
Abusos sexuales infancia
Abusos sexuales adolescencia
Masturbación
Contactos sexuales
Deseos sexuales
Coito
Relaciones homosexuales
aMedia
0,000c
0,000c
0,019c
0,382c
0,077
0,878c
0,000c
1,000
1,000
0,889
0,537
0,782
0,349
1,000
(DE); bn (%); ccon corrección de continuidad. BN: bulimia nerviosa; Sig.: significación.
sonalidad de los sujetos estudiados, obtenidos a partir
del 16-PF de Cattell y de la SCID-II.
Los dos grupos presentaron algunos rasgos diferenciales que se pusieron de manifiesto al analizar los perfiles
procedentes del 16-PF de Cattell (con puntuaciones inferiores para las pacientes multiimpulsivas en los factores I, N y Q3). La SCID-II, por su parte, puso de manifiesto la existencia de un mayor número de rasgos límite
de personalidad en las pacientes previamente identifica-
das como multiimpulsivas.
En la tabla 4 se ofrecen los datos referentes al comportamiento sexual en ambos grupos. Como se puede
observar, no se encontraron diferencias significativas
para ninguno de los ítems analizados.
En la tabla 5, por su parte, se exponen los datos obtenidos en relación con el consumo presente y/o pasado de diferentes tóxicos, sin que se detectaran diferencias significativas entre ambos grupos respecto a nin215
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PSIQUIATRÍA BIOLÓGICA. VOLUMEN 8, NÚMERO 6, NOVIEMBRE-DICIEMBRE 2001
TABLA 5. Consumo de tóxicos en los dos grupos aislados
BN multiimpulsiva*
Cafeína
Tabaco
Alcohol
Cannabis
Analgésicos
Benzodiazepinas
Opiáceos
Cocaína y similares
Alucinógenos
Inhalantes
*N
BN no multiimpulsiva*
Actual
Pasado
Actual
Pasado
9 (75,0)
9 (75,0)
7 (58,3)
1 (8,3)
5 (41,7)
3 (25,0)
–
–
–
–
1 (8,3)
1 (8,3)
3 (25,0)
3 (25,0)
4 (33,3)
4 (33,3)
1 (8,3)
2 (16,7)
–
–
44 (78,6)
31 (55,4)
20 (35,7)
1 (1,8)
18 (32,1)
11 (19,6)
–
–
–
1 (1,8)
7 (12,5)
10 (17,9)
11 (19,6)
6 (10,7)
13 (23,2)
5 (8,9)
–
2 (3,6)
2 (3,6)
1 (1,8)
χ2
Sig.
0,737
1,607
3,359
3,476
1,678
5,908
0,731
1,153
0,000
0,442
0,692
0,448
0,186
0,176
0,642
0,052
0,393
0,283
1,000
0,802
(%). BN: bulimia nerviosa; Sig.: significación.
TABLA 6. Resultados del análisis de regresión múltiple
χ2
Rasgos límite de personalidad
B
ET
–6,394
2,756
Wald
5,382
IC del 95% para Exp(B)
gl
Sig.
Exp(B)
1
0,020
0,002
Inferior
Superior
0,000
0,371
Variables excluidas de la ecuación
Puntuación total EAT-40; depresión (SCL-90-R); ansiedad (SCL-90-R); factor E (16-PF); factor I (16-PF); factor L (16-PF);
factor N (16-PF); factor Q3 (16-PF); edad inicio actividades sexuales; consumo de alcohol (en algún momento de la vida);
consumo pasado de alcohol; consumo actual de alcohol; consumo de benzodiazepinas (en algún momento de la vida);
consumo pasado de benzodiazepinas; consumo actual de benzodiazepinas; rasgos pasivo-agresivos de personalidad (SCID-II);
respuesta al tratamiento
IC: intervalo de confianza; B: coeficiente b; ET: error estándar; gl: grados de libertad; Sig.: significación; Exp (B): B exponencial (odds ratio).
guno de ellos.
Al analizar los datos relativos a la respuesta al tratamiento, se pudo observar cómo, al final del período considerado de 3 meses, ninguna de las pacientes del grupo
multiimpulsivo había respondido adecuadamente al tratamiento, respuesta que sí se había producido en 33 pacientes del grupo no multiimpulsivo (χ2 = 11,889; gl = 1;
p = 0,001).
Por último, en la tabla 6 se presentan los resultados
procedentes del estudio de regresión logística. El modelo resultante arrojó una solución basada en un solo paso,
que clasificaba correctamente al 86,4% de los sujetos,
siendo la variable seleccionada para la ecuación la existencia de rasgos borderline de personalidad.
DISCUSIÓN
La impulsividad ha sido definida como “un bajo umbral para las respuestas activas a estímulos internos o
externos” o, lo que es lo mismo, como “desinhibición
motora que se manifiesta como una tendencia hacia estrategias comportamentales y orientadas a la acción”14.
Desde el terreno de la psicopatología se ha defendido
216
tradicionalmente la existencia de un grupo de conductas,
identificadas como “impulsivas”, en el que han sido incluidas manifestaciones tan diferentes entre sí como el
consumo de tóxicos, las conductas explosivas intermitentes, la cleptomanía, la piromanía, el juego patológico,
la tricotilomanía, así como la tendencia a comprar, ingerir alimentos, tener relaciones sexuales y provocarse lesiones de forma irreflexiva. Dentro de este esquema, serían características del sujeto impulsivo la dificultad
para anticipar las consecuencias del propio comportamiento, para aprender a partir de la propia experiencia y
para retrasar las acciones, la tendencia a externalizar las
fuentes de las propias dificultades, la expresión excesiva
de la agresión y la frustración, y la baja tendencia a experimentar sentimientos de culpa o ansiedad14. Aunque
se ha propuesto que por debajo de todas estas conductas
y trastornos psicopatológicos existirían mecanismos fisiopatológicos comunes, es arriesgado afirmar, en función del conocimiento actual, que tal base común exista
para todos ellos. Del mismo modo, y a pesar de que se
haya propuesto la existencia de una dimensión “impulsiva” de la personalidad, es complicado defender sin objeciones la existencia de una “personalidad impulsiva” en
sentido estricto, así como el hecho de que la misma apa-
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F.J. VAZ ET AL.– BULIMIA MULTIIMPULSIVA Y BULIMIA NERVIOSA ASOCIADA A PATOLOGÍA LÍMITE:
ALGUNAS PRUEBAS ACERCA DE SU IDENTIDAD CLÍNICA
rezca asociada a una forma específica de bulimia nerviosa.
Una vía para explorar los límites de dicha asociación
ha sido el estudio de la relación existente entre impulsividad y disfunciones alimentarias en poblaciones no clínicas. En esta línea de trabajo, Peñas y Waller15 han encontrado que la puntuación en el BITE (escala que mide
específicamente la gravedad de los comportamientos
bulímicos) se asocia de forma significativa a la existencia de antecedentes de automutilaciones, robos, ideas o
impulsos suicidas, conductas de riesgo físico, uso de
drogas y consumo excesivo de alcohol. En sentido
opuesto, también existen algunos estudios que ponen de
manifiesto la especial prevalencia de los trastornos alimentarios entre los sujetos que se provocan autolesiones16-18. Este tipo de resultados parecen apoyar la
idea de la comorbilidad, como lo hace también un estudio de Dulit et al19, quienes trabajaron con una población de pacientes diagnosticados de trastorno límite de
la personalidad, agrupándolos según la gravedad de las
conductas autolesivas detectadas. Estos autores encontraron que la prevalencia de la bulimia nerviosa aumentaba a medida que lo hacían las conductas autoagresivas: 0,05 en los sujetos sin historia de autolesiones, 0,13
entre los sujetos con autolesiones poco frecuentes y 0,23
en los sujetos con comportamientos autolesivos frecuentes, aunque la interferencia del diagnóstico de trastorno
límite supone, dentro de la argumentación que nos ocupa, un sesgo muy importante, como más adelante tendremos oportunidad de demostrar.
Al margen de los anteriormente citados, existen pocos
estudios dirigidos a aislar la impulsividad en tanto que
dimensión específica de la bulimia nerviosa. En uno de
los escasos estudios sobre el tema, Gleaves y Eberenz20
proponen un modelo basado en 5 dimensiones específicas: trastornos afectivos, conductas autolesivas, conductas bulímicas, conductas de restricción alimentaria e
insatisfacción corporal. Dentro de la segunda de las dimensiones citadas quedarían comprendidas las autoagresiones y las tentativas de suicidio. Esta dimensión se correlaciona de forma significativa con la existencia de
síntomas afectivos y con el grado de insatisfacción corporal, sin que parezca guardar una relación significativa
con la intensidad de los síntomas de tipo alimentario.
Los autores del estudio, sin embargo, plantean en la discusión de sus resultados que quizá los síntomas afectivos y las conductas autoagresivas dependan de un mismo factor: la existencia de rasgos borderline de personalidad. La proximidad clínica de la impulsividad y la
depresión se ve confirmada en nuestro estudio cuando
observamos que el factor depresión de la SCL-90 es el
único ítem de la escala que permite diferenciar entre pacientes con manifestaciones de multiimpulsividad y pacientes sin dichas manifestaciones, del mismo modo en
que podemos observar cómo, al analizar los rasgos disfuncionales de personalidad detectados por la SCID-II,
los relativos al trastorno límite de la personalidad son
los únicos que diferencian entre ambas poblaciones.
Surge, de este modo, un conglomerado clínico tridimensional que tiende a asociar impulsividad con patología
límite y con depresión, en la base del cual podrían existir mecanismos fisio y psicopatológicos comunes.
La dificultad para aislar una dimensión puramente impulsiva dentro del ámbito de los trastornos de la personalidad se hace manifiesta cuando analizamos los criterios diagnósticos actuales para los diferentes cuadros
clínicos, ya que, con independencia de que utilicemos
criterios DSM-IV o criterios CIE-10, resulta fácil encontrar áreas importantes de solapamiento entre los rasgos que definen la supuesta personalidad impulsiva y
otros trastornos de la personalidad, como el trastorno disocial, el trastorno histriónico y, una vez más, el trastorno límite.
En lo referente al trastorno antisocial (o disocial) de la
personalidad, por ejemplo, el DSM-IV habla de la existencia de “impulsividad o incapacidad para planificar el
futuro”, así como de “irritabilidad y agresividad, indicadas por peleas físicas repetidas o agresiones”. Complementariamente, el trastorno disocial de la personalidad
de la CIE-10 incluye la existencia de “muy baja tolerancia a la frustración con bajo umbral para descargar la
agresividad, dando incluso lugar a un comportamiento
violento”. En lo relativo al trastorno histriónico de la
personalidad (CIE-10), uno de los criterios para su diagnóstico es la “búsqueda imperiosa de emociones”. Todos estos elementos tienen que ver, en la línea de lo que
se planteaba más arriba, con las características del sujeto impulsivo y hablarían de la existencia de una dimensión inespecífica, basada en la impulsividad y presente
en diferentes trastornos de la personalidad. Este solapamiento entre impulsividad y trastornos de la personalidad se hace más evidente aún, como ya hemos señalado,
cuando consideramos el trastorno límite de la personalidad. De acuerdo con el DSM-IV, para que se pueda establecer dicho diagnóstico es necesario que exista impulsividad en al menos dos áreas tales como gastos, sexo, abuso de sustancias, conducción temeraria o
atracones de comida, que existan “comportamientos, intentos o amenazas suicidas recurrentes, o comportamientos de automutilación” o “ira inapropiada e intensa,
o dificultades para controlar la ira, dando lugar a manifestaciones tales como muestras frecuentes de mal genio, enfado constante o peleas físicas recurrentes”. La
CIE-10, por su parte, al definir el trastorno de inestabilidad emocional (categoría clínica equivalente en gran
medida al trastorno límite del DSM-IV), habla de “marcada predisposición a actuar de un modo impulsivo, sin
tener en cuenta las consecuencias, junto a un ánimo
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PSIQUIATRÍA BIOLÓGICA. VOLUMEN 8, NÚMERO 6, NOVIEMBRE-DICIEMBRE 2001
inestable y caprichoso”, así como de “capacidad de planificación mínima [de manera que] es frecuente que intensos arrebatos de ira conduzcan a actitudes violentas o
a manifestaciones explosivas”.
Esta superposición de los rasgos que definen la denominada “personalidad impulsiva” con el trastorno límite
de la personalidad se hace evidente, en nuestro caso,
cuando consideramos los resultados procedentes del
16-PF, instrumento que parece capaz de dibujar un perfil bastante específico para cada uno de los subgrupos
aislados. Como se puede observar, los sujetos con manifestaciones multiimpulsivas tienden a presentar una personalidad caracterizada por la dureza y la baja sensibilidad (I-), así como por el infantilismo (asociación de Ny Q3-), que se traduce en una dificultad para captar las
señales sociales propias de las diferentes situaciones relacionales, con la consiguiente tendencia a actuar prescindiendo de las condiciones del entorno, y también en
la despreocupación por los protocolos, la orientación de
la conducta en función de las propias necesidades y la
falta de consideración por las exigencias sociales. Estos
rasgos son bastante frecuentes en los sujetos con manifestaciones borderline y disociales de personalidad, en
la línea de lo que se ha comentado más arriba. Esta
identidad aparece reforzada aún más cuando tenemos en
cuenta los resultados del análisis de regresión logística,
en el que podemos apreciar cómo aparece significativamente asociadas al grupo multiimpulsivo la existencia
de rasgos límite de personalidad.
Si reflexionamos sobre los resultados que acabamos
de comentar, podemos observar cómo la existencia en
tanto que entidad clínica específica de la bulimia multiimpulsiva queda en todo momento puesta en entredicho por la falta de un perfil clínico específico que la defina y por la aparición recurrente de las manifestaciones
propias del trastorno límite la personalidad, o asociadas
habitualmente a él. De ahí que la identidad clínica entre
bulimia multiimpulsiva y bulimia asociada a patología
límite se vea reforzada por nuestros resultados. No obstante, la relación con una mala evolución clínica a corto
plazo podría ser un elemento capaz de justificar, al menos parcialmente y no tanto como categoría diagnóstica
sino con fines pronósticos, la identidad de esta forma de
bulimia.
CONCLUSIONES
Teniendo en cuenta nuestros resultados y los aportados por otros estudios similares sobre la variante multiimpulsiva de la bulimia nerviosa, podemos concluir
que el término “bulimia multiimpulsiva” parece tener
utilidad con fines descriptivos, al hacer referencia a un
grupo de conductas específicas que aparecen con espe218
cial prevalencia en un subgrupo de pacientes con bulimia nerviosa, así como por su supuesta asociación con
un peor pronóstico a corto plazo. No está clara, sin embargo, la cuestión de la independencia del cuadro en relación con otros trastornos de la personalidad, y en especial con el trastorno límite. Por todo ello, parece evidente que es necesario realizar más estudios antes de asumir
el término como una categoría diagnóstica o un subtipo
clínico específico de bulimia nerviosa.
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