el gran terremoto.

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INTRODUCCION SOBRE ALMORADÍ
Almoradí es un pueblo muy activo en el que la gente siempre está en la plaza, en los
parques, en las cafeterías del centro…
Almoradí es muy bonito y a pesar de ser grande sus habitantes hacen que Almoradí sea
uno de los pueblos destacados de la Vega Baja, porque participan en las actividades
que propone el ayuntamiento, como por ejemplo “la fiesta de la bici”, en la que acude
casi todo el pueblo en bici.
En resumen, que Almoradí es el mejor pueblo de la histori a. Antes de todo quiero
deciros que en 1829 ocurrió un terremoto que destruyó gran parte del pueblo y la
iglesia, menos mal que todo ha sido restaurado y ahora está bien por eso os quiero
contar una historia sobre este magnífico pueblo:
EL GRAN TERREMOTO.
Lara era una muchacha normal y corriente como otra cualquiera, tenía 11 años y vivía en
Almoradí con su familia.
Lara era muy lista, sabía leer y escribir, algo muy inusual en aquellos tiempos para una niña
de su edad.
Un día esta niña fue a la huerta a coger algodón con su madre y su hermano Pedro. Su padre
había ido a comprar ganado a un pueblo cercano.
Al regresar a casa se paró a observar una flor y su madre le dijo:
-Lara, cariño, no te quedes atrás a ver si te vas a perder.
-Mamá conozco la huerta de memoria, no te preocupes por eso. – le dijo la muchacha.
-Muy bien hija mía, pero no regreses tarde a casa. ¿De acuerdo? –le volvió a decir la madre.
-Si mamá. –le respondió Lara un poco cansada de las advertencias de su madre.
Mientras observaba la flor, y la madre y el hermano de la muchacha se habían alejado tanto
que ni se les veía, un conejo se puso al lado de la chica.
Lara se quedó mirando de una forma rara al animal:
-Me parece a mí o este conejo es distinto a los demás. –Pensó Lara por un instante.
-Si, puede ser que sea distinto a los demás. – le dijo el conejo.
-¿Qué? ¿Cómo? ¿Un conejo que habla? –Dijo la chica en menos de un segundo.
-Si, en efecto, hablo y leo la mente. A buenos días, se me ha olvidado presentarme, soy
Conejín, Cone para los amigos. –le volvió a decir el conejo.
-¡¿Conejín, en serio?!¿De verdad? ¿Quién te puso ese nombre? –dijo la muchacha riéndose.
-Entiendo las risas, lo eligió mi hermana, a todo le tiene que poner la terminación –in. Hasta a
una piedra que cogimos en el bosque le puso de nombre Pedrín.
-Vale y, ¿qué haces aquí? – dijo la muchacha.
-Pues quería advertirte de que el 21 de Marzo de 1829, ocurrirá un terremoto a unos pocos
kilómetros de aquí, en Almoradí, donde tú vives. – dijo el conejo.
-Pues creo que has llegado un poco tarde para avisarme, ¿no crees?, porque hoy es 21 de
Marzo de 1829.- respondió Lara.
-Pues entonces empieza a correr. – le dijo el conejo muy seguro.
-Pero mi madre, mi hermano… - dijo la muchacha
-Si no quieres morir… - le dijo el conejo.
-¡No, voy a buscarlos! – dijo Lara muy decidida.
-Que cabezota. – dijo Conejín en voz baja.
-¿Qué? ¿Has dicho algo? – preguntó Lara.
-No, no., yo no he abierto la boca. – le respondió el conejo mintiendo.
-A me había parecido oír algo, ¡Bueno venga date prisa! – le dijo la muchacha asustada.
Llegando a Almoradí ocurrió el terremoto, Lara y Cone se agarraron con fuerza a uno de los
árboles y no se soltaron hasta que no se acabaron los temblores, se acercaron al pueblo y lo
primero que hizo Lara fue intentar aguantarse sus lágrimas, no quería que los pocos paisanos
la vieran llorar y se aguantó, pero cuando llegó a su casa no lo pudo evitar se tiró al suelo,
destrozado y con grietas, y empezar a llorar. Ese había sido su hogar y ya no quedaban más
que los escombros.
Una vecina que pasaba por allí le dijo que se levantara no fuera a ser que entre grieta y
grieta se cayera, como le había pasado a muchos almoradidenses.
Lara empezó a gritar el nombre de su madre, su padre y su hermano, pero allí nadie
contestaba y Lara se empezó a asustar .La misma vecina que antes le había dicho que se
levantase del suelo le dijo:
-¿Cariño, donde estabais que no os he visto en todo el día?
-Pues en la huerta cogiendo algodón pero me he quedado atrás observando una flor y mi
madre me ha dicho que no llegara tarde, pero no sé donde están. – dijo Lara mientras se
quitaba las lagrimas de la cara.
- Bueno cariño ven vamos a un sitio más tranquilo y me lo cuentas todo tranquilamente. – le
dijo la vecina.
-Vale me vendrá bien desahogarme con alguien.
Lara y la vecina deambulaban por el pueblo entre escombros y cadáveres llamando a la
familia de la pequeña. Media hora más tarde en las cercanías de lo que fue el antiguo
convento, vieron llegar al hermano de Lara y lo primero que hizo Lara fue ir corriendo a darle
un beso.
El hermano de Lara le preguntó si habían visto a su madre o a su padre y ellas contestaron
que no.
-¿No estaba madre contigo?- preguntó la pequeña Lara
-Si pero al poco de llegar al pueblo me mandó a la tienda de Doña Rosita a comprar hilo para
coser.
-¿Qué vamos a hacer?- preguntó Lara a su hermano mayor.
Conejin le dijo a Lara :
-A lo mejor si volvéis por donde habéis venido os encontráis a alguien que os lo pueda decir.
-Vale me parece buena idea. - dijo Lara.
-¿Qué? ¿Un conejo que habla? – dijo Pedro.
-Si, se me había olvidado presentaros, Pedro, este es Conejín, Conejín, este es Pedro. – le dijo
Lara a su hermano y al conejo.
-Bueno, encantado. – dijo Pedro.
-Lo mismo digo. –dijo Conejín.
Los cuatro, Lara, Pedro, Conejín y la vecina se fueron al lado contrario del que estaban, de
donde habían venido antes Lara, Conejín y la vecina, que se llamaba Asunción.
Cuando llegaron otra vez a la casa de Lara y Pedro, Asunción dijo que lo sentía mucho, pero
quería buscar a una de sus amigas a la que todavía no habían encontrado.
Los chicos y el conejo siguieron su camino y como no encontraban a su madre, antes de
ponerse en lo peor y llorar por ella, decidieron ir a la huerta a ver si la encontraban allí. Y
efectivamente, allí estaba sentada en una piedra mirando el horizonte, nada más ver su
vestido hecho por ella y su largo y moreno pelo recogido con un moño, Lara comenzó a llorar
de alegría mientras corría en dirección a su madre, la madre de Lara se dio la vuelta y grito:
-¡ Hijos míos!
Lara se sentó en el suelo y Pedro a su lado y Lara le contó lo sucedido. La madre de Lara les
dijo que había ido a la huerta para buscarlos y para recordar esos momentos de su vida que
había pasado allí con ellos.
Lara le pregunto a su madre si en otros pueblos cercanos había llegado el terremoto y la
madre le dijo que seguramente, pero que tenían mucha suerte de estar vivos.
Pedro que todavía no había dicho nada, preguntó:
-¿Y entonces, que le habrá pasado a papá?
-Pues hijo si te digo la verdad, no lo sé. – le respondió su madre.
-Mamá podemos preguntar por los pueblos cercanos si alguien lo ha visto o si saben algo de él.
- dijo Lara a la que todavía no se le quitaban las fuerzas.
- Cariño no quiero que nos pase nada más, vamos a quedarnos aquí y no te preocupes que
papá vendrá.
A los tres días vieron la silueta de un hombre a lo lejos, y si efectivamente era el padre de
Lara y Pedro y aunque parezca imposible todos los miembros de esa familia seguían vivos y
ninguno con heridas graves.
Lara y Pedro nada más ver a su padre le dieron un abrazo y le dijeron que nunca más se
separarían de él.
El padre de Lara y de Pedro dijo que quería ir a buscarle, pero no le dejaron marchar hasta
que no viesen que estaba bien, gracias a las personas que habían colaborado este padre
pudo volver a por su familia.
FIN
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