La Poética de la Narración

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La Poética de la Narración: el combate por convertir la realidad
en palabras
RELATORÍA
Por Jennifer Cortés Jiménez
Comunicadora Social
Cuenta el autor de “Escribiendo historias”, Juan José Hoyos, que desde
el amanecer de la Poética de Aristóteles, otros autores apasionados por
la escritura, han replicado la intensión, de este legendario pensador, por
comprender la estructura de un género, y todo lo que a su conformación
le atañe. Lo que ha dado pie a que existan tantas “Poéticas” como
escritores, y que cada artesano de la palabra, está destinado por esta
pretensión, a enfrentar la contrariedad de convertir la realidad en
palabras, tal cual, como desde los tiempos inmemorables de la tragedia,
lo tuvo que hacer Esquilo, y todos los demás, que desde antaño hasta
hoy, han sentido vocación por la escritura y sus motivaciones más
profundas.
Todas las descendientes de la Poética de Aristóteles, que han
prolongado el viejo legado del oficio de narrar, como la novela, el
cuento, la poesía, y hasta el periodismo. Continúan regidas por las
mismas leyes que aquel genio griego descubrió como gobernantes del
impulso creativo en todos los poemas trágicos. En un plano general
todas las historias parecen disímiles, pero si se hace un zoom o un
primerísimo plano, encontramos que todas comparten una estructura,
unas bases arquetípicas, para que puedan marchar como una unidad
sistémica. Hallamos en todas, personajes, situaciones y acciones, que
conllevan una estrecha relación coexistente.
Como toda edificación, la historia necesita de materia prima, para que
dicha construcción sea posible y permanezca erguida. Encontramos
entonces como uno de esos materiales primordiales, la complicación.
Entendida como un problema o acontecimiento dificultoso que provoca
una situación que enreda nuestras vidas, y que involucra fuerzas
internas y externas a ella. Su valor literario está supeditado por lo
básico de la misma, el amor, el odio, el dolor, yo todos los dilemas
humanos esenciales.
Posteriormente, aparece la tensión o el suspenso cuando la
complicación se agranda antes de poder ser resuelta, y entonces el
lector se comienza a cuestionar sobre cómo será resuelta y lo que esta
significará para el personaje. A continuación, surge otro elemento
capital, la resolución; que consiste en su definición más simple, en
algún cambio en el personaje o en el problema que resuelve la
complicación.
Como ya se dijo, Aristóteles fue el primer pensador occidental, que sin
proponérselo, la mayor parte de sus postulaciones sobre la tragedia
griega son válidas para estudiar la composición y la estructura de casi
todas las narraciones, a pesar, de la diversidad de tramas, temas y
estilos, tenían una estructura dividida en tres partes principales, que
aunque luego serían denominas con otros nombres, si esencia literaria
es la misma. Ellas son: el prologo; que equivalía al planteamiento de la
historia, el episodio; que mostraba el conflicto principal y la llegada al
clímax, el éxodo; que establecía el desenlace de la historia.
Ulteriormente, la mayoría los escritores que se han dedicado al análisis
de obras dramáticas y narraciones han encontrado otro elemento clave,
la acción, ya que las historias son también una secuencia de acciones
que ocurren en el tiempo, ordenadas alrededor de uno o varios
personajes enfrentados a la complicación que confrontan y luego
resuelven. En conclusión, una historia es un cuerpo formado por
palabras, que busca representar la vida, el mundo, y como ya se dijo,
tiene una estructura, y que además puede ser representada de muchos
modos. Aparecerá entonces, el modo más simplificado y tradicional para
la historia clásica, conocido como el triángulo de Freitag. Un diagrama
que no es inefable pero si lo suficientemente representativo para gran
cantidad de historias escritas en todos los tiempos, su análisis y
evolución, Además de técnicas narrativas aplicadas a la escritura de
historias.
C
A
B
Inicio
Clímax o giro dramático
D
Dllo. Del conflicto
Resolución-desenlace
Subsiguientemente, en tiempos de la modernidad, surgiría otro
fenomenal artífice del análisis de la naturaleza de los relatos, Allan Poe,
y sus planteamientos plasmados en el ensayo, Filosofía de la
composición. Para él existen dos modos de imprimirle efectos de
dramatismo al relato: los incidentes y el tono, con una combinación
que puede generar un tercero. El considerado como el padre del cuento
moderno hacia hincapié en la importancia de la trama con el fin de
lograr un desenlace más fuerte y sorpresivo, estableciendo un modelo
que sigue vigente hasta el día de hoy, que en el triangulo de Freitag se
sintetiza así:
C
A
Clímax o giro dramático
B
Inicio
D
Dllo. Del conflicto
Resolución-desenlace
Más tarde, a finales del siglo XIX y comienzos del XX, surgieron
escritores de gran talento que combinaron de manera radical esta
fórmula de Poe, de los cuales se destaca Chejov y su condiscípulo James
Joyse, con un tipo de cuento de apariencia natural, sin rebuscamientos
de orden técnico y escritos sin principios ni finales fuertes. Él escogió el
tono como efecto dramático, recurrió a una sutil intensidad en el
clímax, con un relato más denso, poético y difícil de escribir. Que en el
triangulo de Freitag se sintetiza así:
C
A
Inicio
B
Dllo. Del conflicto
Clímax sutil
D
Resolución-desenlace
La diferencia que introduciría Joyse, sería un esquema que parecería
una línea quebrada, sin incidentes tremendistas, con historias sencillas,
diálogos y descripciones con carga subliminal. Un estilo que sería
adoptado por muchos cuentistas modernos posteriores a él. En
resumidas cuentas, existen dos tipos de básicos de historias: las que se
concentran en la anécdota y el desenlace sorpresivo, y las que logran
establecer un tono, una atmósfera con una paradoja íntima.
El caso es, que toda narración exige un entramado de acciones y un
nudo dramático, es decir, un elemento omnipresente en todas las
historias llamado anécdota. En ella se encuentra el planteamiento de la
historia que poco a poco se expande y que luego del giro de la acción
llamado clímax culmina en el desenlace, con una historia que nos ha
permitido ahondar en nuestra comprensión del mundo y de la vida.
El clímax es elemento que ofrece el momento clave en el cual todos los
elementos de la historia dan un giro en una dirección inesperada a
aquella a la que el escritor se había dirigido hasta el momento de la
narración y se presenta generalmente al final de ella, después de él la
historiase precipita hacia el desenlace. Este debe ser inesperado pero
coherente con el relato, el carácter de los personajes y al tono de la
historia; De no ser así, parecerá postizo e inverosímil para el lector. En
conclusión, todos los elementos deben estar conectados, y los esenciales
como en la Poética, son: el principio, el desarrollo y el final, y la cadena
que los une debe estar siempre en movimiento, siempre hacia adelante,
hasta llegar al final.
Ya en las últimas décadas, escritores y ensayistas de la lengua que se
han dedicado ampliar las postulaciones de Poe, como el escritor
argentino, Julio Cortázar, le antepuso a la intensidad y la tensión otro
concepto o elemento, la significación. Ella tiene que ver con la relación
significante entre el autor y el tema, los otros dos, al intensidad y la
tensión, con el tratamiento de la historia y con la pericia del escritor
para resolver los problemas que plantea el oficio de narrar.
La intensidad para Cortázar son los hechos despojados de cualquier
preparación, en pocas palabras. Son relatos contados sin prórrogas, en
los que el lector se halla pronto en medio de la historia, atrapado e
inconsciente en la obligación de leer hasta el final; este tipo de relatos
tienen una trama muy fuerte con un desenlace igual y sorpresivo. Por
eso este modo de contar hay más dramatismo y más revelación. A los
otros modos de contar en los que el autor dosifica la información y los
sucesos que nos van acercando lentamente a lo contado, Cortázar
prefiere darle el nombre de tensión, cuando la intensidad corresponde a
este orden.
La tensión es un elemento que tiene una fuerza que radica en el
manejo particular del tono y de la atmósfera, más que en el entramado
de los incidentes. Parafraseando a Cortázar, el concluye que toda
historia bien contada debe estar basada en un tema que tenga
significación, es decir, que el narrador debe trabajar con un material que
posea la propiedad de irradiar algo más allá de sí mismo. En pocas
palabras convertir un tema banal, obvio, sencillo, cotidiano y vulgar en
un resumen implacable de una cierta condición humana, que simbolice
un orden social e histórico. Que la significación es una alianza misteriosa
y compleja entre cierto escritor y cierto tema en un momento dado, así
como la alianza podría darse luego entre ciertos cuentos y ciertos
escritores. Es al final, un encuentro feliz entre el escritor y un tema que
lo hace vibrar, que le permite desplegar toda la riqueza de su
sensibilidad y toda la destreza de su oficio en la tarea de organizar las
palabras y los hechos para tejer una historia.
Por su parte, Hoyos aplica esto al periodismo, en tanto afirma que el
debe de apoyarse en estas estructuras arquetípicas como la propuesta
por la Poética de Aristóteles. Con la diferencia de que sus géneros como
la crónica, el reportaje, la entrevista, y todos los demás. Son
narraciones que no cuentan con un escenario ni actores, lo más
importante son las palabras. Ellas hacen todo el trabajo de los actores,
del escenario y hasta del coro trágico. Ellas deben asumir por completo
la función de expresar toda la realidad: representar los personajes,
dibujar los escenarios y tejer la trama…
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA
HOYOS, Juan José (2003). Escribiendo historias el arte y el oficio de
narrar en el periodismo. Editorial Universidad de Antioquia, colección
Periodismo. Medellín. Pp. 165-223
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