Poemas homenaje

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Poemas homenaje
Raúl sus hermanas y sus papás
44
A mi padre
Daniel Garduño Chade
¿Qué decir de él?,
¿qué objeto precisa su voz?
¿qué recuerdo amarra el cordón de su palabra?
¿qué excusa guarda su consecuente huida?
En la puerta de despedidas sin fin
sin ataduras en apellidos que se entierran,
sin el lenguaje exacto de la llave
sin el color del día que se encima,
¿en qué parte del mundo quedó su mano?
donde habla el incesante aprecio del que escucha,
me descubro ante mi primer encuentro
siendo el último con la seguridad descrita del momento,
los hombres que descubren huesos en intentos
desesperados por culminar el día,
las casas bajas que se inclinan en el desorden
acostumbrado,
el ruido estrujante de los huesos
en un vacío que se siente
en un golpe que pronuncia la existencia,
y él se mira en sí
con el asombro que desconozco
con la frase partida en un cajón sin la cerradura
inventada.
Los hombres se apresuran ante el despojo del
desconocido
y lentamente aparecen los rastros sumergidos entre
el cemento de los sueños,
ante la expectativa pronta del que espera
ante el principio obligado del que lleva,
estar ahí,
con la duda,
en el afán imposible del viaje
con las maletas donde guardo lo que sé
con instantes de memorias colapsadas
con los guantes claros en razón de lo prohibido
con el sonido de la palabra
entre la muerte y la Oceanía del profundo mar que
callas,
este cráneo rodando hasta mis pies
estos símbolos que despuntan mis ideas
este acercarse a mi origen
el cual tomo con las manos
y el tiempo se detiene para darme una vaga idea de ti.
Este primer encuentro de ti,
este adiós en ti.
2010
inédito
45
Navegante de mil cantos
Raúl Garduño
Socorro Trejo Sirvent
José Falconi
E
xtendíamos la noche sobre una mesa del
quin’s y la diseccionábamos con habilidad
de cirujano en el café no hay nadie excepto
raúl sergio octavio y yo y la noche que raúl lleva a
sus labios y la hace rolar y la aspiramos a las diez
las calles de tuxtla están solas otro golpe de alcohol
otro golpe de noche de otra que no ésta y que nos
hemos sentado a construir “los cabellos de la selva
a caballo” raúl dice sergio escribe con un trozo de
vidrio un nombre en la madera graba este corazón
en las iniciales s y c y una flecha que lo hiere octavio
guarda la noche en el bolsillo de su saco cerca del
corazón cada uno coloca su pedazo de noche sobre
la mesa mientras un hombre dentro de mi taza de
café se decapita.
a Raúl Garduño
Ayer todavía la luna era canción
y la ciudad te acariciaba
Roberto Ovilla
I
¿Cómo hablar de las nuevas maneras de recordarte?
¿Cómo decir que tengo ganas de cabalgar tus horizontes?
¿Cómo nombrar al fantasma encarcelado en tu mirada?
Ambivalencia del claroscuro de la vida
Acertijo ritual de las palabras
II
Tú
el navegante de mil cantos
y cuentos de sirenas
—te gustaba el mar—
­te fuiste asesinándonos un poco
Raúl niño de amor
has comenzado a enternecer la muerte
Escribo un Árbol
1991
46
Para decir mañana
1991
Larghetto por Raúl Garduño
Roberto Rico
DONDE termina el malecón
se da la vuelta, por nueva vez camina, se detiene a mirar,
a oír el tumbo.
Al reanudar el paso, resucita un versículo, aunque
más lento ahora.
Titubea, se atranca,
ratifica al compás del minuto que la estrella de mar ocupa
en darse la vuelta toda.
Coge una garza en vuelo.
Dice “cal”
y su mente lleva espuma al nido en construcción de Leda.
Dice “carbón”
y el lápiz metido a la mitad de un cartapacio
le impele a borronear otro episódico trayecto en linfa,
un epitafio en la rijosa cresta de la hoguera en que inmolan
al somnílocuo.
Su sueño, intimidad que asoma a flor de párpados la muerte,
cataplasma de fría yerbasanta, latido vegetal,
ajeno al frenesí genésico del recién nacido,
es la carne reescrita por el lápiz
médium de que se vale la Huesuda,
moribundo Caronte
al que hipnotiza
la paletada espesa de su remo.
Reloj de Malvarena
1991
47
Raúl Garduño II
Elva Macías
Te vas con la generosidad
del que ha devuelto lo recibido:
desde la gestación en el vientre
alimentado por nísperos,
desde tu nacimiento acunado
en los amplios corredores,
hasta tu muerte,
esa provocadora que nos deja
una epidemia de puerta en puerta.
Nos queda el almud de tus caricias,
los besos rotos en la historia adolescente.
Del rostro de tus amigos
partes a la navegación de velas incendiadas
en la tormenta de tu deslumbramiento.
Viene el llanto
con el paso cansino del pueblo
y no suelto las prendas de tu desnudez.
Arropado como un niño muestras
tu melena crecida ante mi descuido.
Espanto una y otra vez
la mosca que ronda los muros de tu descanso,
mi fatiga y tu sueño.
¿De dónde que no conozcas?
¿Hacia dónde que no hayas recorrido?
Lejos de la memoria
1989
48
Elegía frente al río
Efraín Bartolomé
Las once de la noche
y el trópico descansa de un combate feroz contra sí
mismo
Sucedió hace dos noches
Iba a leer en público
y alguien dijo tu muerte de repente
Vuelan nocturnas mariposas torpes
Hiende la luz el agua
Canta un sapo en la sombra que parte en dos la
noche:
denso muro de grillos
Y estoy aquí
sin tus libros a mano
Ahí empezó todo esto
Oigo pasar el río
que un kilómetro abajo se junta con el mar
Sembrada está en el fondo del oído esta semilla
amarga
A orillas de mi voz pienso en Manrique: oigo el río de
Tuxpan que un kilómetro abajo se junta
con el mar
El trópico descansa
Fluye despacio la memoria:
te conocí bajo el árbol de imágenes
con el que reconstruiste el universo
Entra Raúl Garduño al pensamiento
Pardeaban los sesenta
Se hacía más confusa la confusión de los
dieciséis años
Muerde el tiempo:
las once de la noche
para siempre.
Adviene la palabra
Advino la palabra por tu voz
de algún modo
pero sucede que no será posible decírtelo
ni oírte
ni mostrarte jamás mi primer libro
A veces
la vida muestra todo su obsceno resplandor
Entonces el tiempo es una gota congelada
un golpe suave que nos calla un segundo
y fija con extraño poder la circunstancia
Música solar
1984
49
La rara orquídea
Francisco Álvarez Quiñónez
A la memoria de Raúl Garduño
Esta es la maravilla del tiempo verdadero:
entrar en el instante como quien sale del infierno
y respira la emoción que mueve las estrellas.
De nuevo en el jardín, rodeado de orquídeas,
con el amado amigo muerto, el amigo vibrante
y su palabra sobre la mesa
“como un diamante en llamas”.
Rasgar entonces su envoltura
y descubrir la construcción gigantesca,
el esfuerzo enorme de la palabra amorosa,
la exaltación de la inteligencia,
el cadáver iluminado
cosechando asombros.
Alta y robusta es la poesía
que cabalga sobre un destino en llamas.
sobre el azar enloquecido por la soberbia,
por los páramos mezquinos de la usura.
Resurrecta y visionaria por donde pasa
brota la honda palabra inagotable.
1981 inédito
50
Posdata para Raúl Garduño
Joaquín Vásquez Aguilar
Te lo digo:
Seremos el amigo llorado mañana
en los cafés en las cantinas.
Luego dirán que somos
los que no tuvieron la carga suficiente
de martirio
para ganar un patio en la tierra;
los que no supieron aceptar un poco de política
sincera entre las manos.
Te lo digo:
Llegarán incluso a vivir entre bejucos
y se abandonarán
a sus divinidades colosales.
Tú y yo no existiremos más en sus
oídos
ni en sus arterias ecuménicas
y rezarán entusiasmados cuando sus lentes
prodigiosas
llenen de multitudes sus fantasmas.
14 de junio de 1980
Flor de la Memoria, 2000
Joaquín Vásquez Aguilar
51
Eco por Raúl Garduño
Joaquín Vásquez Aguilar
Jamás estuve aquí
Nunca he estado aquí,
Sólo vine a partir,
a decirles adiós
como si los conociera
R. G.
I
Que ya es inútil decir cosas
decir lumbre cuando hay cenizas
decir sol bajo el aguacero
que ya es inútil la garganta
cuando sólo la nuez tirita
que ya todo es inútil
porque tu luna de cristal rueda por la hierba.
II
Reconocemos este nido de arañas
donde atrapados quedamos
por la eficaz sorpresa de tu muerte
reconocemos que morirse de un tajo
un brazo nuestro
un ojo nuestro
es faltarnos un pie
para cruzar el puente de la vida
reconocemos que tu rostro
que por tu rostro a punto de ensordecernos
nos acercabas la muerte.
III
No.
llorabas
corazón último y entero,
decías huracanes contenidos
cuando mirabas.
nos ardía tu lumbre
sabiéndonos de fuego.
No cabía la luz
en su función de lápida cuando le dabas
vértigo en la voz;
ni la sombra
en su función de lámpara cuando le dabas
vida en el silencio.
No.
No quisiste decirnos
cuánto te sudaba la desdicha
de querernos.
IV
Pero no es posible comerse
las luciérnagas
Digo que conociéndote
anónimo que pasa
no es posible
el tejado que te mira sin aves y
sin lluvia
no es posible
platicando
sin ti reviso mis papeles
normales
y te escribo.
5 de julio de 1980
Ciudad de México
Poesía reunida, 2010
52
A Raúl Garduño, poeta
Carlos H. Selvas
Adherido
al esqueleto de muros y calles
sin cumpleaños,
líquido por la lluvia,
infinito,
incurablemente poeta,
como un pez,
como un ejército borracho estás de pie
ante el diluvio.
1980
inédito
53
Garduño y el mar
Enoch Cancino Casahonda
Voy a decirle a Garduño
que en todos sus poemas
se le atraviesa el mar,
de los ojos, la boca,
de la manga de la camisa,
del acto amoroso,
de la noche profunda,
le brinca el mar,
lo salpica el mar,
El mar ha de ser su duende,
por algo lo será.
Cuando veo venir a mi amigo Garduño
siento sabor de sal.
Tedios y memorias
1982
Raúl y sus hermanas Leticia y Socoroo
54
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