La Diputación del Reino de Navarra durante los sucesos de 1820

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MARIA REPARAZ PADROS
Becaria del Gobierno de Navarra
Prof. Ayudante del Departamento de Derecho Civil de la Universidad de Navan'a
LA DIPUTACION DEL REINO DE
NAVARRA DlTRANTE LOS SUCESOS
DE 1820
SUMARIO
I.
11.
III.
IV.
V.
VI.
1.
INTRODUCCION.
LOS SUCESOS DE MARZO DE 1820.
LA SITUACION DE LA DIPUTACION.
LA PROPUESTA DEL SINDICO GARCIA GOYENA.
LA ACTUACION DE LA DIPUTACION.
CONCLUSION.
INTRODUCCION
La historia de Navarra durante la primera mitad del s,X]X puede decirse que es la de
su transformación de Reyno a mera provincia dentro de la nación española y, posterior­
mente, en provincia foral; a su vez, esta transformación queda enmarcada en la más general
del paso del Antiguo al Nuevo Régimen.
El objeto de este trabajo es el análisis de uno de los momentos claves de la historia
contemporánea de Navarra: la revolución de 1820, que abrió el Trienio Constitucional, y
más en particular, la actuación de la Diputación del Reyno durante aquellos días críticos
para las instituciones navarras.
Se trata de un tema sobre el que apenas existen estudios. Sobre estas fechas escribe
Huici Goñi que «en marzo de 1820, cesa la Diputación legítima al jurar el rey la Constitu­
ción»', Al referirse a la actuación de la Diputación del Reyno escribe Del Burgo que «el 11
1 HUle] GOÑI. M' Puy: «Las Cortes de Navarra durante la Edad Moderna». Ed. RJALP. Madrid.
1963, pág. 382.
2 DEL BURGO, Jaime Ignacio: «Origen. yfundame/1/o del régimen foral de Navarra». Ed. Aranzadi,
Pamplona, 1968. pág. 94.
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de marzo de 1820 el Virrey, el Consejo Real y la Diputación del Reino se vieron obligados a
asistir al acto de publicación y jura de la Constitución,,2 Algún dato más aporta Rodríguez
Garraza al matizar que Pamplona capituló «ante la sublevación de la guardia militar»).
Mina Apat es quien le dedica mayor atención. En su obra «Fueros y revolución libe­
ral en Navarra» afirma que «la historiografía fuerista ha silenciado o intentado justificar la
conducta de la Diputación del reino en tos momentos en que las instituciones liberales trata­
ban de abrirse paso»".
Sin entrar en los motivos del mayor o menor conocimiento de este momento histó­
ríco, en este trabajo se pretende conocer con más detalle lo ocurrido en Navarra en el mes de
marzo de 1820. Para ello hemos contado principalmente con dos fuentes:
-Las actas de la Diputación, los informes de los Síndicos y los de la Comisión de
Buen Gobierno de 1828.
-La correspondencia de la Diputación con su Síndico comisionado en Madrid, Flo­
rencia García Goyena.
11.
LOS SUCESOS DE MARZO DE 1820
El I de enero de 1820 se produce en Cabezas de San Juan un alzamiento militar diri­
gido por el coronel Quiroga y el comandante Riego. El golpe, que ni triunfó ni fracasó, se
siguió de dos meses de revueltas esporádicas; en marzo aumentaron los pronunciamientos,
se sublevaron diversas guarniciones y Fernando VII terminó por jurar la Constitución de
1812.
La proclamación de la Constitución de Cádiz significaba para NavaITa la pérdida de
sus instituciones privati vas y la incorporación en un plano de igualdad al resto de las provin­
cias españolas. Es clara, pues, la gravedad de la situación.
111.
LA SITUACION DE LA DIPUTACION
Para entender y enjuiciar el papel llevado a cabo por la Diputación, es necesario
recordar brevemente cuál era su misión dentro del sistema del Reino. Se trata de una de sus
instituciones claves. A medida que las reuniones de las Cortes de Navarra se habían ido
espaciando en el tiempo, surgió la necesidad de crear un órgano permanente encargado de
ejecutar los acuerdos de los Tres Estados y de velar por la defensa de los fueros: «De Cortes
a Cortes queda una Diputación permanente compuesta de siete individuos qe. se eligen en
un número sabido de los tres brazos ó estamentos qe. es la forma en qe. aquellas se celebran.
El principal encargo de la Diputación es oponerse a las irrupciones del poder egecutivo ó
judicial y amparar a los agrabiados por aquellos velando sobre la perfecta observancia de la
constitución (... ) Por lo demás la Diputación tiene ligadas las manos ... »'. Efectivamente, la
Diputación estaba limitada por las instrucciones recibidas de las Cortes"­
»).
RODRíGUEZ GARRAZA; Rodrigo, "Navarra de reino CI provincia. (1828-1841
Ed. EUNSA, Pam­
1968, pág. 54.
4 MINA APAT, M" Cruz.: «Fueros y revolución liberal en Navarra». Ed. Alianza Editorial, Madrid,
198}, pág. 76.
5
A.G.N. Sección «De la Dipllfaciól7 del Reino. ~'us Síndicos y Secretario, Jefes Políticos y diputa­
ciones provinciales». Legajo 3, carpeta 33 :«Cartas del síndico D. Florencia García comisionado en
Madrid comunicando á la diputación SLIS ideas sobre la conducta que convendría seguir en Navarra con
motivo de haberse restablecido la constitución española».
6 SALCEDO IZU. Joaquín: «La Diputación del Reino de Navarra». Ed. EVNSA. Pamplona. 1969,
pág. 15.
3
~ona,
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La Diputación de 1820, elegida por unas Cortes estamentales (clero, nobleza y uni­
versidades) y delegada de las mismas, se encuentra en lIna delicada situación ante la inmi­
nente proclamación de la Constitución de 1812 ya que «no puede tomar por sí resolución
alguna en este asunto y aun quando estuviese aUlorizada faltaría a sus más sagrados deberes
si se adelantase a manifestar su opinión sin saber cual es la del Pueblo Navarro a quien tiene
el honor de representar»'.
Así pues, la Diputación no estaba facultada para actuar en este asunto. Era necesaria
la convocatoria de las Cortes de Navarra para que éstas resolvieran jurar o no la Constitu­
ción gaditana. Pero dicha convocatoria tampoco era facultad de la Diputación sino que se
trataba de una prerrogativa real, «y é aquí la dificullad del día,,8.
IV.
LA PROPUESTA DEL SINDICO GARCIA GOYENA
El comprometido momento en que se encontraba la Diputación fue visto de forma
clara por su Síndico comisionado en Madrid, Florencio García Goyena. Los Síndicos eran
abogados del Reino elegidos por la Diputación para asesorar a ésta, ejecutar sus acuerdos,
etc. 9.
El 8 de marzo comunica García Goyena a la Diputación que Fernando vrr ha deci­
dido jurar la Constitución y convocar Cortes Generales: «El júbilo y alegría con qe. ha sido
recivído del público bien tan deseado sólo es comparable al disgusto causado por la gaceta
n.O 30»"1, que es precisamente en la que se convocan Cortes Generales.
Esta convocatoria plantea, a juicio de García Goyena, un grave problema. La Consti­
tución hace tabla rasa de los derechos de los españoles y se convocan Cortes. La Diputa­
ción, sujeta a lo jurado ante los tres Estados a quienes representa, no está habilitada para
jurar o no la Constitución. Es necesario convocar las Cortes de Navarra, pero esto es preno­
gati va real.
La simpatía del Síndico por el nuevo régimen no le impide denunciar, como Síndico
del Reino, la necesidad urgente de convocar las Cortes para así salvaguardar las formas en
la incorporación de Navarra al resto de la Monarquía en igualdad de condiciones. El 13 de
marzo escribe a la Diputación: «la situación de V.S.Il1ma. es harto crítica, pero no lo es
menos la mía. Se trata de allanar todo y parece inevitable el sistema de unidad. La ignoran­
cia que por desgracia se tiene en ésta de nuestras cosas espone a V.S.Il1ma. a ser envuelta en
la medida general sin salvar al menos las formas»11.
La solución propuesta por García Goyena es, como ya se ha dicho, la convocatoria
de las Cortes de Navarra, que es prerrogativa real: «En estas circunstancias, he creído qe. el
decoro de V.S.Hlma. yel bien del Reyno me imponían la obligación de hablar a dos amigos
qe. tengo en la Junta provisional, y haviéndome pedido instrucción he dado la que acom­
paña. V.S.TIlma. disimulará en atención a las circunstancias algunas espresiones aventura­
das: mi objeto es conseguir a todo trance qe. se covoquen Cortes en ese Reyno p' sacar a
V.S. Illma del embarazo en qe. la contemplo: de todos modos es un papel confidencial...» 12.
Tal y como comunica a la Diputación, el Síndico informa a la Junta provisional
sobre las especiales circunstancias de Navarra. Solicita la convocatoria de Cortes ya que, en
caso contrario, cree que la Diputación se resistirá. Toda real orden dirigida a Navarra (es el
7 A.G.N. Sección «De la Diputación », leg. 3, carpo 33.
8 A.G.N. Se,'ción «De la Diputación », lego 3, carpo 33.
9 SALCEDO lZL:, Joaquín:«La Diputación... », O.C. págs. 99 y ss.
lO A.G.N. Sección «De Casamientos y muertes de Reyes. sucesión en la Corona. proclamaciones y
juramentos reales», legajo 5, carpeta 8 ..
11 A.G.N. Sección «De la Diputación... », lego 3, carpo 33.
12 A.G.N. Ibídem.
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11I:------------------------------------­
caso de la convocatoria de Cortes Generales) se comunica a la Diputación y «hallándola
ésta contraria a su constitución ó leyes vigentes resiste su cumplimiento; lo propio sucederá
con la convocatoria á Cortes qe. se trata de espedir y demás decretos qe. se hayan espedido:
es en vano esperar otra cosa; la Diputación no faltará a su deber, y si faltare sobre ser nulo é
ilegal su proceder se acarrearía el odio de sus naturales» IJ Lejos estaba García Goyena de
pensar que justamente esto era lo que estaba sucediendo en Navarra por aquellos días, como
veremos más adelante.
Personalmente opina que, por medio del Ministerio de Gracia y Justicia, se debería
mandar al Virrey «enviando los poderes de estilo, qe. convoque á Cortes para dentro de 12 ó
15 días y efecto sólo de tratar de su incorporación lisa y llana con absoluta igualdad bajo el
nuebo Régimen Constitucional al resto de la Monarquía. Este es un medio de justicia, de
conciliación y de interés público (... ) qué se dirá si el nuevo orden de cosas, si el reinado de
Arbrea principia por el despojo violento á todo un Reyno de sus derechos constitucionales,
derechos qe. ha respetado ó no ha podido arrancar el despotismo de tres siglos?»".
La postura del Síndico es clara: aceptar el nuevo régimen siempre que se respeten las
formas. En esa misma exposición encontramos sus razones:«Vd. los verá unirse gustosos a
la gran familia española y renunciar a unos fueros qe. han amado puesque los hacía felices.
Vd. los verá orgullosos de qe. la nación entera se haya apropiado de lo fundamental de ellos
(...) nuestro interés nos dicta qe. en generalizarse nuestros derechos salen del estado preca­
rio y envates a qe. de continuo los esponía la ribalidad y nuestra pequeñez»ls. García
Goyena cree que con el nuevo sistema los derechos de Navarra saldrán reforzados al gene­
ralizarse al resto de la Monarquía y dejarán de ser acosados por el poder central.
Sin embargo, los acontecimientos en Pamplona, donde este oficio del Síndico así
como la noticia del juramento de Fernando VII no llegaron hasta la noche del día 1 l de
marzo, hicieron inútiles sus gestiones.
De esta correspondencia es interesante destacar la actitud favorable a los cambios
que conlleva la publicación de la Constitución de 1812. Actitud favorable en el Síndico,
como acabamos de ver, a quien se supone en armonía con la Diputación a la cual representa
en Madrid.
Otro dato puede confirmar lo dicho: durante los años de vuelta al absolutismo y de
persecución de todo elemento liberal, García Goyena, por razones que no son del caso, llegó
a amenazar a la Diputación con un juicio en el que «se hará público lo que tal vez conven­
dría al decoro de V.S. IIIma. quedase sepultado en el polvo del archivo,,'6 Yen otra oca­
sión: «no ocultaré a V.S.IIIma. que mi ánimo es someter a la censura de un juicio público y
al fallo de los tribunales el expediente, tal cual se halla vestido (se refiere a su expediente
durante el Trienio Constitucional, que comienza con lo ocunido en marzo de 1820), sin otra
añadidura que las actas de V.S.HIma. desde el 9 al 16 de marzo, de que tengo copia en
forma»".
Sigue diciendo en dicho escrito, fechado en febrero de 1833, que se decide a dar este
paso «para aclarar y fijar la opinión pública sobre la conducta de los diputados y el Sín­
dico... »'".
13 A.O.N. Ibídem.
14 A.O.N. Sección «De la Diplllarión... ", Ieg. 3, carpo 33.
15 A.O.N. Ibídem.
16 A.O.N. Sección «Negocios de la Diputación», legajo 5, carpeta 26: «Memoriales de D. Floren­
cio Oarcía Ooyena pidiendo copias de varios documentos concernientes <í su separación de Síndico del
Reino».
17 A.O.N. Ibídem.
18 A.O.N. Ibídem.
NOTAS Y COMENTARIOS
V.
LA ACTUACION DE LA DIPUTACION DEL REINO
¿Qué ocurrió en Navarra durante los días 9 a 16 de marzo de 18207 Escribe Rodrí­
guez Garraza que «ni siquiera hubo tiempo para una reacción oficial. La Diputación, el 9 de
marzo, aún pudo dirigir una proclama a los pueblos»)'9 Redactaron dicha circular el Abad de
Marcilla, el Conde de Guenduláin, los Sres. Echarri, Vidarre, Galdeano y Liones, diputados,
con el Síndico Sagaseta de llúrdoz. En ella se recuerda el origen del reino de Navarra para
después pedir obediencia al rey Fernando VII: «NavaITos: los vascones Navarros, nuestros
padres tenacísimamente amantes de su país, viendo la irrupción de los sarracenos, conocie­
ron la necesidad de unir los fueros y designios en una común cabeza de la cual dimanaren
los influjos con mayor eficacia y utilidad pública. Eligieron su primer rey en uso de su liber­
tad y templaron la autoridad que le dieron con la mezcla del poder de él y las conveniencias
de los súbditos. Todos los reyes que hemos tenido han jurado la observancia de estos fueros
y precediendo los Rs. juramentos se han seguido los del Reyno jurando a sus reyes obedien­
cia (...). Ese ha sido siempre el medio de la más inmutable firmeza para sacrificarse en ser­
vicio de sus Soberanos con gloria suya (... ).. EI Sr. Fernando 3 de Navarra y séptimo de Cas­
tilla (... ) domina en este Reyno como Rey suyo, no como rey de otros. Solo resta que
nosotros cumplamos el juramento de serie fieles, obedecerle y servirle (. .. ). Sin embargo de
los acontecimientos de Andalucía con una parte del Exército espedicionario de Ultramar,
(referencia a las sublevaciones de Riego y a los motines de Cádiz), no he roto mi silencio
asegurado de la profunda Paz que gozaba este Reyno y confiado en vuestro inmutable
carácter, pero acabo de saber por oficio del Exmo. VilTey que a las II y media de la noche
del día 8 del corriente se presentaron en la Ciudad de Tafalla dos oficiales con unos doce
hombres armados y sorprendiendo a su Alde. y forzado a acompañarles exigieron del admi­
nistrador del Rl. Noveno el dinero que perteneciente á ese ramo había en su poder dicién­
dole lo llevaban de orden de Espoz y Mina .. ,»'0. (Hay que tener en cuenta que Espoz y Mina
estaba a favor de la publicación de la Constitución). Termina la circular recordando que «la
lealtad y amor á los soberanos y á la conservación de nuestros fueros y leyes ha sido en
todos tiempos el carácter indeleble de los Navarros ... Sean hasta la muerte los fundamentos
de nuestra conducta el amor al rey yel zelo por el bien de la patria»ll.
Al día siguiente, 10 de marzo, recibió la Diputación noticias de su Síndico en
Madrid. La carta de éste, fechada el 6 de marzo, advierte que «las turbaciones han crecido al
punto de hacer bacilar á los más obstinados (... ) ó yo me engaño ó estamos próximos á una
esplosión. Me persuado que el Soberano sacrificará al sosiego público una parte de sus
derechos: de todos modos conviene que la diputación sepa todo esto para evitar la sorpresa
en cualquiera grande acontecimiento»".
A la vista de dichas noticias y conocidas las proclamas de Zaragoza, la diputación
decidió consultar esa misma tarde al Virrey. Antes de llegar a palacio, «tuvo la diputación la
noticia de que la Guarnición de Pamplona había resuelto jurar la Constitución y se asegu­
raba que la Ciudad también la juraría»2).
Reunida ya en palacio, se confirmaron las noticias, aunque se supo que la Guarnición
había resuelto jurar la Constitución «para sí sola sin mezclarse en los usos, costumbres y
leyes del país»'4. También se dijo que el Gobernador Mariscal de Campo Roselló había
19 RODRIGUF.Z GARRAZA, Rodrigo: «Navarra... " a.c. pág. 54.
20 A.G.N. Sección «De la Diputación... », legajo 5. carpeta 18: <<Informes de los síndicos y de la
Comisión de buen gobierno á las Cortes acerca de la conducta observada por la Diputación cuando se
publicó la Constitución de Cádiz en Pamplona en 1820 y de lo que se obró posteriormente hasta Abril
de 1823. Precede una copia simple de las actas de lo ocurrido en Marzo de 1820".
21 A.G.N.lbídem.
22 A.G.N. Ibídem.
23 A.G.N. [bídem.
24 A.G.N.lhídem.
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_ _1 - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - ­
dicho al Virrey que «la Curia, el Comercio y la industria querían la Constitución y que el
espresado Coronel le manifestado que por aquella noche había conseguido no se alterase la
tranquilidad pública y no por la tropa de cuya quietud respondía ... »'5.
Ante esta situación el Virrey y la Diputación acordaron «hacer un papel pasivo y no
concurrir á la publicación sino en el caso de ser apremiados». Para tomar esta decisión el
Virrey tuvo en cuenta «el juramento que hizo en favor de los fueros de este Reyno al tomar
posesión de su destino de Virrey»; por parte de Diputación «los poderes que le infirieron los
tres Estados, limitados á mirar por la conservación de dichos Fueros»26 A continuación la
Diputación rogó al Virrey, el Conde Ezpeleta de Beyre, que se encargara del mando político
y militar 27 .
Por la noche de ese mismo día, 10 de marzo, se reúne la Diputación en casa de uno
de sus miembros, el Conde de Guenduláin, para escribir al Virrey y al Rey: «En estas cir­
cunstancias Sr., he creído que no puedo hacer mayor servicio a este reyno, antes de cesar en
mis funciones que será el momento de jurarse la Constitución, que el suplicar encarecida­
mente como lo hecho al Illmo. Sr, Virrey, Conde de Ezpeleta de Beyre, que continúe en el
mando de este Reyno... 28.
Antes de firmarse estas cartas apareció Julián M' Ozdin, «presidente del Ayunta­
miento de Pamplona», quien dijo que, aunque no había resolución del Ayuntamiento para
jurar la Constitución, éste lo haria «si el pueblo lo pedía»'9. A continuación llegó la noticia
de que «peligraba sobremanera la tranquilidad pública, que había dentro de la Plaza más de
doscientos paisanos armados y que aun había rumores de saquear alguna ó algunas casas.
Que el General Espoz levantaba gente con objeto de publicar la Constituci6n»!o.
Estos últimos acontecimientos provocan en la Diputación una decisión distinta a la
tomada pocas horas antes. Si por la mañana había decidido no intervenir en la proclamación
en consideración a su naturaleza y falta de competencia, ahora resuelve jurar la Constitu­
ción justificándose en motivos de orden público: «Consideró S.S.Y. que su no concurrencia
podía ser ocasión de turbarse el orden público, que su asistencia contribuiría sin duda á
mantenerlo y que de uno u otro modo había de celebrarse la publicación (...) resolvió que su
primera obligación era la salud de la Patria y que ésta exigía su concurrencia a la publica­
ción y juramento de la Constitución Española y por plena conforlTÚdad quedó determinado
así»" .
Llegamos así al 11 de marzo de L820. La Diputación, que el día anterior había
resuelto jurar la Constitución para salvaguardar el orden público, parece que recuerda que
no tiene capacidad para tomar por sí sola una decisión en este asunto, y en consecuencia
redacta la siguiente circular: «Fidelísimos Navarros= vuestra Diputación se halla noticiosa
de que la Guarnición de esta Plaza, siguiendo el ejemplo de las de Zaragoza, Cataluña y
otras, va á jurar hoy la Constitución política de la Monarquía Española (... ). Las facultades
de Vstra. Diputación se hallan limitadas á las que comprenden los poderes que le dejaron
Jos tres Estados del reyno al tiempo de disolverse las Cortes; y de consiguiente no puede
tomar por sí resolución alguna en este asunto; y aun cuando estuviese autorizada cree que
faltaría a sus más sagrados deberes si se adelantase á manifestar su opinión sin saber cual es
la del Pueblo Navarro á quien tiene el honor de representar y no estando en sus atribuciones
la convocatoria de las Cortes no encuentra otro medio p. saber como se ha de conducir que
dirigir á esta Capital y á las cabezas de las otras cuatro Merindades p. que esciten á los pue­
blos y valles de sus respecti vos distritos á fin de que para el día que se señale enbíen á la
25 A.O.N. Ibídem.
26 A.O.N. Ibídem.
27 A.O.N. Ibídem.
28 A.O.N. Sección «De la Dipulaci6n .. », lego 5, caIlJ. 18
29.- A.O.N. Ibídem.
30 A.O.N. Ibídem.
31 A.O.N.lbidem.
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misma dos diputados con las instrucciones correspondientes y reunidos todos determinen si
la Diputación jurará y publicará la Constitución ó que es lo que deverá ejecutar (. .. ) y sin
aprobarla ni reprobarla (... ) pasaron los SS. Conde de Guendulain y Galdeano á verse con el
Sr. Virrey y con el Sr. Echarri y al primero le pareció bien ... »)'.
Sale del paso la Diputación con una solución absolutamente irregular: no convoca
Cortes (no está capacitada para hacerlo), pero sí convoca una representación del pueblo
navarro, representación que no sigue los criterios estamentales (clero, universidades y
nobleza) seguidos para la composición de las Cortes a las que representa.
Para Mina Apat «de esta forma se esquivaba el veto del clero, que de haberse reu­
nido en Cortes podía darse por seguro».'3 Esta afirmación contrasta con lo recogido en las
actas de la Diputación acerca de la postura favorable de la Curia a la publicación, como ya
se ha vislO (vd. n' 25).
Otro dato interesante es la coincidencia entre el Vin'ey y la Diputación en esta deci­
sión: al Virrey «le pareció bien»)4.
En cualquier caso, la circular no llegó a enviarse ya que esa misma mañana se anun­
ció que <da Guarnición trataba de publicar la Constitución (... ) y visto que la Ciudad estaba
dispuesta para el juramento, se vistieron de golilla los SS. diputados, Síndico, Secretario y
Porteros y con granallas los maceros»·\5. A las once de la mañana de ese día, 11 de marzo de
1820, juraban la Constitución «la tropa y sus Gefes, la Diputación de Navarra y el Ayunta­
miento de Pamplona, con el cuerpo de sus consultores»J6.
A continuación se acudió al VÍlTey, el Conde Ezpeleta de Beyre para que él también
lajurara, y así lo hizoJ?
Por la tarde se recibió la noticia de que el rey Fernando VII había jurado la Constitu­
ción. Según esto, recogido en las actas de la Diputación, en Navarra se juró la Constitución
antes de conocerse el juramento del rey (aunque se sabía, por la correspondencia con el Sín­
dico comisionado en Madrid que era muy probable que la jurase).
La afirmación de HUlel GOÑI de que «en marzo de 1820 cesa la diputación legítima
al jurar el rey la Constitución» (vd. na 1) podría matizarse: la Diputación debía cesar antes
del juramento de Fernando VII, al haberse proclamado en Navarra con anterioridad. Así lo
adviel1e la propia Diputación en la cal1a dirigida al rey que hemos transcrito en parte más
arriba (vd. na 26).
El mismo día 1 L de marzo la Diputación comunicó al Virrey que sus funciones
habían cesado; sin embargo, el Conde de Ezpeleta le solicitó que siguiera en su puesto espe­
rando «a que el nuevo arreglo, para que sea uniforme y ordenado, empieze desde el centro,
y baya descendiendo a las ramificaciones inferiores, y que mientras tanto no debe hacerse
nobedad en el sistema actual»'8.
Por fin el día 161a Junta gubernativa interina, nombrada por el ayuntamiento, comu­
nica a la Diputación su constitución. Componen la Junta Julián Ozcáin, Pedro Clemente
Ligués, José Luis Huarte, Mateo Manuel de Barbería, Pedro Villena y Agustín Armendá­
riz..'?
Cesa la Diputación ese mismo día y, por otra parte, el Conde de Ezpeleta es susti­
tuido en el mando por Espoz y Mina.
Años más tarde la Diputación de 1823 pedirá al Conde Ezpeleta su testimonio acerca
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A.O.N. Ibídem.
M1NA APAT, M" Cruz: «Fueros... » o.e" pág. 77.
A.O.N. Sección «De la Diputación... », leg. 5. earp. 18.
A.O.N.Ibídem.
A.O.N. Ibídem.
A.O.N. Ibídem.
A.O.N. Tbídem.
A.O.N. Ibídem.
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de la conducta política de la Diputación de marzo de 1820. Según él «no tomó determina­
ción que no fuese con mi acuerdo o con mi conocimiento, llevó sus deberes, se opuso al
cambio del sistema quanto estaba racionalmente en su poder (..,) una resistencia más obsti­
nada en aquellos momentos de efervescencia y de exaltación de las pasiones hubiera pare­
cido indudablemente un sacrificio no sólo inútil sino perjudicial>,40 Hay que tener en cuenta
que esto se escribe en agosto de 1823, finalizado el Trienio Constitucional y repuesto el
régimen absolutista en España.
En 1828 la Comisión de Buen gobierno examinó la conducta de la Diputación, dán­
dose por satisfecha con el modo en que se condujo «en aquellas delicadas circunstancias»,
con lo que quedó cancelado el asunto'l.
VI.
CONCLUSION
La Diputación, junto al resto de las instituciones navarras, juró la Constitución de
1812 antes de tener conocimiento de la proclamación de ésta por Fernando VII. Esto supone
una actitud menos pasiva que la habitualmente atribuida a la Corporación de 1820.
Parece deducirse cierta simpatía de al menos una parte de la clase dirigente navarra
hacia el nuevo orden político. Incluso personajes de la vida política de Navarra anterior a
marzo de 1820 ocuparon puestos políticos en el Trienio Constitucional. Es el caso, por
ejemplo, de Julián M" Ozcáin (Ayuntamiento de Pamplona) o Pedro Clemente Ligués
(diputado): ambos fOlmaron parte de la Junta Gubernativa provisional interina de la que ya
hemos hablado.
Junto a la mayoría del pueblo navarro, favorable a la conservación del régimen tradi­
cional, existía un sector (el comercio, la industria, algunos políticos, parte del clero) que
acepta con agrado la nueva situación política, Esto significa que la Diputación no actuó úni­
camente por la presión militar, sino también por la de otros sectores de la población con
influencia económica y social.
Por último, hay que destacar los dos intentos que existieron de contar con la opinión
de los representantes del pueblo navarro: en primer lugar, }a solución de la Diputación plas­
mada en la circular que convocaba a los diputados de los pueblos; la segunda, la propuesta
del Síndico García Goyena, comisionado en Madrid, con la que trataba de salvar las formas
al solicitar la convocatoria de Cortes en Navarra. Esta falta de legitimidad será, precisa­
mente, una de las armas de los enemigos del sistema constitucional instaurado en marzo de
1820.
40 A,G.N. Ibídem.
41 A.G.N.lhídem..
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