candomblé y salvación

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FRANZISKA CAROLINA REHBEIN
CANDOMBLÉ Y SALVACIÓN
Toda religión hace su propia oferta de salvación a los que la siguen. ¿Qué
características presenta la salvación ofrecida por las religiones africanas de los negros
trasplantados al Brasil? ¿Qué relación se da entre dicha salvación y la salvación
judeo-cristiana? ¿Qué actitud tomar con los fieles sincretistas que frecuentan ambas
religiones? Estas y otras preguntas hacen en gran manera interesante el presente
artículo, en que se compara y se presenta lo específico de la salvación judeocristiana y
la del Candomblé, religión africana de los negros del Brasil.
Candomblé e salvaçao, Perspectiva Teológica, 17 (1985) 201-220
El negro de hoy en el Brasil vive existencialmente el drama religioso provocado por una
sociedad injusta y discriminatoria, en muchos aspectos todavía reproducción fiel de la
sociedad colonial, en la que los blancos continúan siendo la clase dominante y su
religión la religión oficial, negando a las convicciones religiosas de los descendientes de
los africanos el carácter de religión y su valor trascendente. ¿Cuáles son para ellos las
posibilidades reales de conocer la verdad de Jesucristo?; ¿cómo evangelizar una
población cuya cultura, valores trascendentes, símbolos y lenguaje religioso se
desconocen?
Es cierto que el sentido último de todas las religiones es la salvación del hombre; pero,
¿cómo se relaciona esta salvación ofrecida por las religiones no cristianas con la única
salvación en Jesucristo?; más aún, ¿después de la venida de Jesucristo y de 2.000 años
de anuncio de su valor absoluto y escatológico, las religiones no cristianas poseen
todavía legitimidad?; y, en concreto, ¿en qué consiste el sentido y valor salvífico de la
práctica de las religiones africanas en Brasil actualmente?
El africano, también el trasplantado al Brasil, es un hombre profundamente religioso y
su religión impregna todas las esferas de la vida social y cultural de la comunidad. Cuál
es, de facto, el valor salvífico de sus manifestaciones religiosas? ¿Qué elementos
pueden ser asumidos por el cristianismo? ¿Qué es lo que constituye el mayor obstáculo
para la penetración del evangelio? ¿Qué actitud tomar con los fieles sincretistas que
frecuentan ambas religiones?
La comprensión cristiana de las religiones parte de la identidad del Dios único. Toda
búsqueda del hombre religioso, en cualquier época y en cualquier religión, es ya
siempre una respuesta a la previa autocomunicación del único Dios y Padre de
Jesucristo. De esta manera entre la concepción y práctica salvífica de las religiones no
cristianas y la soteriología cristiana hay una "continuidad", a la vez que se da también
una ruptura profunda. El problema para nosotros consiste en discernir dónde se
encuentran los límites de la continuidad y dónde los de la ruptura, y cómo se manifiesta
la superioridad de la salvación escatológica en Jesucristo.
En el caso que nos ocupa hay, además, que tener en cuenta que todas las religiones
afras, junto con una notable fidelidad a sus orígenes y tradiciones ancestrales, sufrieron
una reinterpretación en tierras brasileñas, para poder captar la cual es preciso conocer
primero su sentido original africano.
FRANZISKA CAROLINA REHBEIN
La religion de los orixás
La cosmovisión africana
En la "cosmovisión africana", profundamente dinámica, la fuerza vital que penetra toda
la realidad es la axé, que se manifiesta en el ciclón y la tempestad, en el coraje e
inteligencia de los jefes, en el árbol gigantesco, en la agresividad de los carnívoros... La
axé es vida y energía, concreta y mística a la vez; reside en las sustancias esenciales de
cada uno de los seres, animados o no, que componen el mundo. Dada la profunda
simbología del sistema vagó, toda ofrenda, todo sacrificio, así como los ritos de
iniciación y consagración, implican la transmisión y revitalización de la axé.
La comprensión de lo divino se inserta en esta cosmovisión. Olorum, un Ser Supremo
poco personalizado, apartado de la vida humana, es la fuente última de todas las
bendiciones, aunque todos los beneficios, incluso la misma creación, pasan por los seres
intermediarios, los orixás -antepasados divinizados y fuerzas de la naturaleza-,
establecidos por la voluntad divina.
En la unidad del clan familiar, en el que entran desde los antepasados vivos y fallecidos
hasta los últimos descendientes, aun los todavía no nacidos, el nagó intenta realizar su
ideal, la vida. Puesto que este ideal es cortado por la muerte, procura el africano
sobrevivir a través de la descendencia, aunque los ritos funerarios y el culto a los
antepasados también reflejan la fe nagó en la sobrevivencia del "alma" en un "más allá",
bien que de una forma disminuida.
Ante el mal surgen los ritos mágico-religiosos como medio de mantener el equilibrio de
fuerzas por la revitalización de la axé.
Por la esclavitud todo este mundo religioso-cultural fue trasplantado al Brasil. En la
sociedad colonial los esclavos tenían no sólo que integrarse como "piezas" en la
estructura esclavócrata, sino también que adoptar la religión del amo. Ante la
prohibición de sus cultos tradicionales y la hostilidad del ambiente, se refugiaron en los
terreiros, reconstrucción simbólica de su mundo religioso-cultural, donde consiguieron
recrear nuevas estructuras comunitarias y salvaguardar sus creencias. Una de las
características de las religiones africanas en Brasil es el sincretismo, no sólo
yuxtaposición de santos y orixás, sino también participación de los miembros del
candomblé en la vida de la iglesia católica, interpretando el cristianismo según la
concepción de lo sagrado en la cosmovisión nagó.
Ante el hecho de la perseverante conservación de esta creencia a lo largo de 400 años de
exilio, nos preguntamos: ¿qué es lo que ha hecho que esta fe se conservase tan viva pese
a todo? Ante las cuestiones existenciales, la vida, la muerte, las necesidades y angustias,
¿qué respuesta ofrece esta religión a sus adeptos?; ¿en qué consiste su praxis salvífica?
La salvación en el candomblé: concepción y práctica
En la concepción nagó, Olorum, Dios fuente de vida y creador de todo, en su
trascendencia soberana e infinita, queda muy por encima, "ausente", del mundo humano
con sus vicisitudes, en un apartamiento provocado por una falta humana.
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Por ello los sacrificios son ofrecidos no al Dios Supremo, sino a quienes aquél ha
entregado el mundo y sus habitantes, a los orixás, que necesitan de las ofrendas para
conservar y reforzar su axé y comunicarla a sus "hijos" o devotos. En esta comprensión
no sólo la naturaleza, sino también los acontecimientos son portadores del mensaje
divino y el africano procura descifrar su destino consultando al oráculo. Así la lucha
contra los males y la muerte, provinentes de una sociedad discriminatoria e inquieta, se
efectúa a nivel simbólico por sacrificios y ritos mágico-religiosos en los terreiros,
lugares salvíficos, donde lo divino se torna más palpable, de modo que en ellos los
fieles del candomblé, por la participación en la vida de las divinidades y la divinización
de la axé, obtienen salud, paz y larga vida. En el refugio del terreiro los ritos de
iniciación realizan, a costa de una alteración profunda del estado de conciencia, una
identificación completa del iniciado con su orixá, el cual le dicta el comportamiento,
haciéndole revivir las "historias" míticas que conservan el mundo en su ser.
Todo esto es vivido en "familias-de-santo", "comunidades de salvación", una salvación
que tiene su peso en esta tierra, pero que se continúa en el orum (cielo), en la
comunidad de los antepasados, el paso a la cual es un largo y penoso viaje, con duras
pruebas y sufrimientos. Así, según la fe nagó, los "muertos" no están muertos y viven
muy cerca de los vivos. La comunión con los muertos estrecha los lazos entre los vivos.
¿Qué significa toda esta práctica salvífica y la concepción de salvación que entraña ante
la plenitud de salvación manifestada en Jesucristo?
La salvación en Cristo
La acogida del camino de Jesús y el seguimiento de su praxis en pro del Reino es para
los cristianos el camino de salvación e implica la conversión de corazón y la adhesión
radical a Cristo y a sus exigencias de justicia y amor al prójimo, hasta los mismos
enemigos, con predilección por los más pobres.
Esta praxis salvífica pasa por mediaciones históricas, transformadoras de las estructuras,
marcadas por el pecado. Aunque construido en la historia, el reino de Dios encuentra su
plenitud en el más allá con la reconciliación de todos los hombres entre sí en la
participación eterna del amor del Padre, revelado en Jesús.
La salvación definitiva en Cristo, vocación y destino de todos los hombres, se realiza no
por el conocimiento teórico del Dios de Jesucristo, sino por el cumplimiento de su
voluntad, siguiendo la praxis de Jesús en su amor a los hermanos. Teológicamente, esto
significa que todo hombre, aun antes de su libre aceptación, es amado por Dios libre y
gratuitamente. Esta presencia de la gracia de Dios, aun no tematizada, es ya
experimentada en las opciones éticas de amor y justicia para con los semejantes,
constituyendo un auténtico acto de fe no-temático.
La forma externa concreta de la relación del hombre con Dios queda determinada por el
ambiente cultural, que le proporciona al primero explicaciones acerca del sentido más
profundo de su existencia a través de los mitos y los ritos. La "historia de salvación" que se concretiza también, de alguna manera, en las religiones no cristianas- es, no sólo
una historia de autocomunicación amorosa de Dios, sino también de rechazo,
desobediencia y pecado por parte del hombre.
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La confrontación de las dos soteriologías
No pueden ser indiferentes para la teología cristiana la doctrina y la praxis de la religión
nagó, pues constituyen el camino concreto por el que sus adeptos realizan su salvación.
Pero nos preguntamos: ¿se puede hablar de una continuidad entre la fe en un Ser
Supremo creador y la fe en el Señor de la historia? El nagó procura encontrar la
salvación en lugares especiales, ¿se da también esto en el cristianismo? ¿La praxis
salvífica del candomblé se concentra en el rito, mientras que para el cristianismo es la
acción histórica?; ¿hay aquí sólo ruptura o se da también una relación entre ambas?
En la confrontación de la soteriología nagó con los trazos fundamentales de la salvación
en Cristo es donde el cristiano puede descubrir con más nitidez los valores y
aspiraciones y también las limitaciones y no-realizaciones de la religión nago.
Dios creado r y señor de la historia
El fiel del candomblé cree que existe, por encima de todos los espíritus y seres
ancestrales, divinidades y entes luminosos, un Ser Supremo, creador del universo,
origen y fuente de vida de todos los seres, que por otra parte se encuentra "ausente" y
apartado del quehacer humano.
La característica más sobresaliente del "monoteísmo" afro es la "transparencia" de la
naturaleza. El Ser Supremo se manifiesta, sobre todo, a través de los fenómenos de la
naturaleza: la bóveda celeste patentiza su trascendencia sobre todo lo humano; la
violencia de los elementos -trueno, rayo, tempestad- manifiestan algo de su fuerza
creadora; la lluvia, los ríos, indispensables para la supervivencia, revelan qué Dios es la
fuente de la vida...
Pero las fuerzas de la naturaleza se "desligaron", por así decir, del Ser Supremo,
convirtiéndose en "divinidades" de la naturaleza: Oxalá, el primogénito y fuerza
creadora de Olorum, Xangó, trueno, rayo; Iansá, tempestad, fuego; Oxum y demás
divinidades del agua, lluvia y relámpagos; Iemanjá, fertilidad...
La confrontación de esta fe con la de Israel muestra hasta qué punto se diferencia del
absoluto monoteísmo bíblico y la revelación de Dios a través de la historia. Mientras
que, en la religión nagó, Olorum entregó la creación de los hombres y el "acabado" del
mundo a los orixás, Yahveh crea todo de la nada por su palabra omnipotente. Este
"todo" y "de la nada" es el fundamento del monoteísmo característico de Israel, pues,
creer en un solo Dios significa en el fondo que existe un solo poder que domina y
determina todo.
Ahora bien, la característica del monoteísmo del pueblo elegido no es, ante todo, su fe
en Dios creador, sino su percepción de la "transparencia" de la historia. Su Dios es un
Dios que es Señor de la historia, actuando e interviniendo en ella para salvar a su
pueblo. Mientras que Olorum deja al hombre entregado a las divinidades de la
naturaleza, ambiguas e inconstantes, como el mismo hombre, el Dios de Israel se revela
como creador y salvador de su pueblo. La fe de Israel en un Dios-creador-de-todo es un
fruto posterior, a partir de la experiencia del fracaso del exilio: Yahveh, Señor de Israel,
es también Señor y Creador del universo y de todos los pueblos (Is 6, 33ss; 44, 24-28;
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45, 1-6; Jr 10, 7). El establece asimismo una alianza con toda la humanidad (Gn 8, 21 s;
9, 8-18); su fidelidad a la misma se manifiesta en los fenómenos de la naturaleza, en el
ciclo anual de las estaciones que garantizan la sobrevivencia, la vida y la "salvación" de
la humanidad. Predomina no la transparencia de la naturaleza, como entre los nagó, sino
la de la historia.
En Jesucristo el propio Dios entra en la historia humana. La vida humana de Jesús es el
lugar de la plenitud de la revelación de Dios, Padre de todos los hombres. Un Dios,
presente no sólo en la historia de un pueblo, sino también en la vida de cada individuo
que conoce en sus mínimos detalles (Mt 10, 28-31; Le 21, 18), actúa amorosamente en
la vida del menor de los hombres. En el reino de Dios, anunciado e instaurado por Jesús,
la proximidad personal del Padre celestial puede ser experimentada aquí y ahora.
Mientras que el fiel nagó se dirige al Ser Supremo sólo como último recurso, cuando
todas las apelaciones a los orixás y seres ancestrales se han mostrado ineficaces, el
Padre de Jesús es aquél a quien el cristiano invoca sin cesar, pidiéndole hasta el pan de
cada día. Para el Dios infinito y santo el menor y más despreciado de los hombres tiene
un valor único (Mt 9,13).
La imagen de Dios
Lo dicho significa una superación insospechada de la imagen de Dios tal como es
experimentada en la religión nagó, en la que el adepto "sabe" que, por una parte el
hombre es culpable del "apartamiento" del Ser Supremo, que no debía darse ni se daba
originalmente, pero, por otra, el hombre es radicalmente incapaz de superar este abismo.
De ahí que se vuelva, en su práctica religiosa diaria, hacia las divinidades de la
naturaleza que encarnan los atributos divinos.
Esta conciencia de apartamiento está también en cierto modo presente en el N.T., donde
el pecado aparece como la causa que separa al hombre de Dios. Pero este obstáculo es
superado por la iniciativa amorosa de Dios, que va a la busca del hombre perdido e
incapaz de recuperarse por sus propias fuerzas (Le 15,440.11-32; Mt 20, 1-15).
Según los mitos nagó, la palabra tiene "origen divino" y una gran fuerza creadora y
transformadora; y también los escritos del A.T. atribuyen la creación a la Palabra y al
Espíritu de Dios personificados. Pero, y aquí se encuentra la superación decisiva, ni el
judaísmo ni la religión nagó pueden sospechar que esta Palabra es el mismo Dios (Jn 1,
1); menos todavía que pueda encarnarse y revelar a las criaturas, mediante su vida, al
propio Dios, de tal manera que Jesucristo es la plenitud máxima de la revelación de
Dios en la historia, y en su praxis se supera decisivamente la revelación a través de los
fenómenos y "divinidades" de la naturaleza y de los oráculos. La conformidad con la
voluntad del Padre se consigue no por técnicas de consulta, ni por seres
"intermediarios", sino a través del propio Hijo de Dios, que nos revela el designio del
Padre respecto a nosotros.
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La superioridad del cristianismo
En conclusión, podemos decir que la salvación en el cristianismo muestra su
superioridad en relación con la religión nagó en los siguientes puntos:
- Superación del "monoteísmo" difuso y poco personalizado del candomblé por el
monoteísmo absoluto de la fe bíblica, que culmina en el misterio trinitario como único
misterio salvífico, revelado por el propio Hijo de Dios encarnado.
- El Dios del cristianismo, único y soberano, camina con su pueblo en la historia,
próximo y salvador; creando todo el universo, se muestra como el único poder que
domina y salva todo.
-El propio Dios entra en la historia humana, interviniendo y actuando en ella por la
encarnación de su Hijo que se convierte así en el "lugar" por excelencia de la revelación
de Dios.
- El perdón y la misericordia de Dios Padre, que toma la iniciativa de aproximarse a los
pobres y pecadores, es algo totalmente desconocido en la fe nagó en un Ser Supremo
que deja la "salvación" de los hombres en manos de las divinidades de la naturaleza.
El trabajo pastoral entre los adeptos del candomblé habrá de enfatizar que los
fenómenos de la naturaleza, aunque revelan el poder y la fuerza de Dios no son
"divinos" ni personales y no pueden actuar de modo independiente de la voluntad
divina. La doctrina bíblica de la creación significa un mensaje de liberación para el
adepto a la religión nagó, sujeto a las "divinidades" de la naturaleza con sus
ambigüedades.
La búsqueda de un "lugar" de salvación
La "perdición" y los "lugares de salvación"
Como ya hemos visto, una de las características más destacadas de la vivencia religiosa
en el mundo africano es la "ausencia" de Dios, experiencia profunda de "no-salvación",
de "perdición", que se encarna en la experiencia de la naturaleza, salvaje y desconocida,
que amenaza la existencia humana de mil maneras. Los "lugares de salvación",
portadores de axé, ofrecen al ho mbre acceso al mundo divino, constituyendo un puente
entre esta tierra de perdición y el más allá. En estos lugares se siente inserto en la
comunidad familiar, donde participa de la misma corriente de sangre y de axé,
sintiéndose así salvado.
Podemos comparar esta experiencia de "perdición" con la situación del hombre bíblico,
expulsado por el pecado del paraíso, lejos del rostro de Dios. También el pueblo bíblico
reconocía la presencia salvadora de Yahveh en lugares especiales: el arca de Noé,
salvadora de las aguas del diluvio; el arca de la Alianza, que acompañaba al pueblo en
el desierto ayudándole en las luchas contra los enemigos (Nm 10, 33-35); la tienda de la
Alianza, sustituida más tarde por el templo de Jerusalem, el signo por excelencia de la
presencia de Dios o el "lugar de salvación" por antonomasia en el ámbito de la Antigua
Alianza.
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En el exilio de los esclavos en el Brasil el ambiente dé "perdición" lo constituye la
marginación, impuesta por una sociedad discriminadora e injusta, la enfermedad, los
bajos salarios, el desempleo, la violencia y otras amenazas a la vida. En esta situación
los terreiros del candomblé, como reconstrucción simbólica del santuario, del poblado y
de la comunidad clánica, constituyen hoy los "lugares de salvación".
Tanto el fiel de Nigeria y del Dahomey como el adepto al candomblé hacen,
anualmente, la peregrinación a su santuario. Allí ofrecen los sacrificios a su orixá, en la
certeza de que ahí donde el orixá se manifestó por vez primera en los ritos de iniciación
recibirán también ahora su protección.
Algo parecido a los terreiros son, a partir de la época del exilio, las sinagogas de Israel,
locales de aglutinación de la comunidad judaica en tierra extraña. Un fenómeno
semejante a las peregrinaciones a los santuarios de los orixás lo encontramos en los
orígenes de Israel en la experiencia de Abraham junto a la encina de Moré, a la que
volvía una y otra vez para adorar allí al Señor y, vigorizado, continuar su andadura (Gn
12, 6-9; 13, 1-4). También, en tiempos de Jesús, hacían los judíos por la Pascua su
pregrinación al templo (Dt 16, 1-16; Lc 2, 41 s; Jn 4, 20).
La comprensión del tiempo
En la religión nagó el acontecimiento salvífico se encuentra en el tiempo mítico
primordial, cuando el mundo fue creado por las manos de Olorum ayudado por las
"divinidades". Y, puesto que en la comprensión mítica frecuentemente la creación del
mundo y del clan se confunden, el fundador ancestral se convierte fácilmente en orixá,
cuyos actos pioneros tienen valor de modelo para sus hijos y descendientes. La
experiencia de fe, percepción de dependencia total del poder de un "Otro", se expresa en
la convicción de que los actos humanos no tienen valor en sí mismos, sino que lo que da
consistencia al mundo son los actos divinos de los orixá s, realizados en la aurora del
universo. Cuando el hombre los imita, mediante una acción ritual, el mundo se restaura
en su integridad original.
Fijándonos ahora en la historia de Israel, observamos que, más allá de algunas
semejanzas aparentes, hay en la comprensión del tiempo una ruptura respecto a la
religión africana por el hecho de que las celebraciones rituales no se refieren a
conmemoraciones míticas, sino a acontecimientos históricos. Para la revelación bíblica
no existe un tiempo primordial, divino (Gn 1,1); el tiempo sólo es "sagrado" porque
Yahveh se manifiesta en él. Las fiestas religiosas que, de acuerdo con el ciclo cósmico,
celebraban los pueblos del entorno, Israel las historiciza, reinterpretando el tiempo de la
naturaleza y transformándolo en "tiempo de historia", en el que Dios entra en relación
con el hombre mediante sus intervenciones salvíficas en la historia. Y tales
conmemoraciones no realizan automáticamente la salvación, sino que tienen por
finalidad el que cada generación asuma el compromiso de fe de las generaciones
precedentes en la observancia del pacto de la Alianza (Dt 30).
Además, Israel se separa de la concepción salvífica nagó -y aquí está la ruptura más
profunda- al colocar la salvación no en el pasado, sino en el futuro. Todo deseo de una
vuelta al pasado, a las ollas Egipto, es falta de fe (Ex 16,3). Yahveh da a Israel la tierra
como promesa y como don, pero el pueblo debe conquistarla (Nm 33, 52s); justicia y
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paz son promesas de Dios, pero el hombre debe realizarlas (Is 1,17). Las promesas de
Yahveh de un futuro salvífico son llamadas que provocan a la libre acción histórica del
hombre.
Lugar de salvación y comprensión del tiempo en el N.T.
En el N.T. esta búsqueda de un "lugar de salvación", en sentido geográfico-espacial o en
el cronológico-temporal, sufre una nueva ruptura, recibiendo su realización y plenitud
definitiva. Las tentativas de la religión nagó para establecer un lugar de salvación, en el
que el mundo recupere su identidad original, encuentran en Cristo su realización. En él
Dios se revela a los hombres como hombre, el encuentro con el cual es el encuentro
personal con Dios, inmerso y actuante en la historia humana.
Los orixás del candomblé revelan el poder y fuerza creadora del Ser Supremo, su
justicia y autoridad, vida y fecundidad, su figura "tremenda y fascinante", cuyo contacto
es mortal para el hombre. Jesús, por su parte, revela el rostro del Padre, que ama y
acoge al hombre sin condiciones, capacitándolo para que tenga el mismo
comportamiento con sus semejantes, a ejemplo del propio Jesús. De este modo la praxis
del hombre-Dios pasa a ser el tan ansiado "lugar de salvación". Lo que buscaban los
mitos se hace realidad histórica en la persona de Jesús. De ahí que el "lugar de
perdición" sea el corazón del hombre cerrado en su egoísmo (Mt 15,18s), rechazando a
su semejante, a Jesús y al propio Dios.
Anualmente el adepto al candomblé peregrina al terreiro donde se garantiza la
protección de su orixá. En cambio en Jesucristo Dios se ha hecho tan próximo al
hombre que se llega a identificar con los más necesitados (Mt 25, 31-45), siendo en
éstos accesible a los otros hombres. En su vida mortal fue Jesús el "nuevo templo" (Jn
2,21), lugar del encuentro con el Padre; después de Pascua el "templo" es la propia
comunidad cristiana (1 Co 3,16s; Ef 2,21). Hay, así, en la fe cristiana una revitalización
radical de ritos, prácticas y espacios religiosos, que sólo existen en función del amor
fraterno; el contexto del encuentro con Dios no es local sino antropológico.
También la comprensión del tiempo como salvífico sufre una nueva ruptura en Jesús:
mientras en la concepción nagó el tiempo salvífico se encuentra en el pasado mítico e
Israel lo esperaba en el futuro, en el "día de Yahveh", Jesús es, él mismo, la plenitud del
tiempo (Ga 4,4); es en el "hoy" de su vida cuando se realiza la salvación, en su libérrima
entrega al Padre por los hombres (in 10,17s; Ga 2,20; Ef 5,2.25). Y toda vida será
salvífica en la medida en que posea la doble característica de la "hora" de Jesús: entrega
al Padre y, simultáneamente, entrega a los hombres. Para el cristiano la "hora" decisiva,
salvífica, es la del encuentro con Jesús, que cambiará toda su vida (Jn 1,39). Esto
implica otra ruptura con relación al candomblé, en el cual la salvación consiste en la
repetición invariable de los modelos del pasado, mientras que el tiempo para el cristiano
es salvífico cuando en él acontece el kairós, la conversión, que es un cambio radical
respecto a la vida pasada.
Y aún otra ruptura importante. Fijándose en los modelos del pasado, valorando como
salvífica sólo la "historia sagrada" de los orixás, hay en la religión africana un
desconocimiento de la historia humana como "lugar salvífico". Teniendo los valores, los
modelos de vida, las instituciones sociales, un origen divino que determina el
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comportamiento del presente, ejercen una función inhibidora de la creatividad, de la
conciencia crítica y de la praxis histórica. La ruptura fundamental del cristianismo y su
superioridad consiste en el mensaje de liberación implicado en el anuncio del reino de
Dios. La praxis salvífica del cristiano no consiste en la imitación externa de "modelos
divinos", sino en la actuación de su libertad, que abarca la totalidad de la persona; no es
la imitación de los hechos históricos de la vida de Jesús, sino la reactualización de su
actitud profunda de entrega incondicional al Padre y a los hombres.
La superación del lugar salvífico de la religión nagó por el cristianismo está en el hecho
de que en éste el "lugar" del encuentro con Dios no es geográfico-espacial, sino la
propia persona de Jesucristo. Tampoco la salvación se encuentra en el pasado, sino en el
hoy de la hora presente, en medio de la historia, transformada en "lugar de salvación"
por la praxis de la construcción del Reino, praxis de amor y solidaridad.
Resumen y conclusión
En el trabajo pastoral con grupos afros se ha de tener muy en cuenta que, desconociendo
la novedad de un evento que viene del futuro de Dios, el cual va delante del hombre y
camina con él en la historia, la religión nagó carece de motivación divina para una
acción transformadora de la historia. La imitación ritual de los orixás es, en
consecuencia, profundamente alienante y ejerce una acción bloqueadora y reaccionaria
en la historia. Al mismo tie mpo la fijación de un lugar geográfico como "lugar
salvífico" provoca un movimiento centrípeto: la salvación es comprendida como un
refugio, una protección contra las amenazas y peligros externos. Falta totalmente el
sentido de misión como transformación de la historia humana por la salvación de Dios.
Los terreiros ayudan al nagó a conservar su identidad africana por la resistencia pasiva y
el silencio; pero por la propia índole de su religión falta el elemento de transformación
de la sociedad y de la historia, que son los verdaderos "lugares de perdición".
Tal vez sea esta comprensión del tiempo y del lugar salvífico una de las mayores
dificultades en la evangelización. La práctica ritual y la imitación de modelos fijos es
más fácil y acarrea menos riesgos que el seguimiento de la praxis y su acción
transformadora de la historia.
Pero, por otro lado, puesto que la acción del Espíritu se da también en las religiones no
cristianas y la iglesia procura asumir todo lo que de bueno y verdadero se encuentra en
sus ritos y cosmovisiones en una verdadera "catolicidad", puede el cristianismo
occidental, marcado por el espíritu pragmático de la era industrial y sujeto a la tentación
de eficacia, recibir de la religión africana un saludable correctivo, ya que ésta acent úa la
gratuidad de la salvación en la celebración ritual y en la conciencia de la dependencia
absoluta de Dios, tanto en la vida como en la historia humanas.
Tradujo y condensó: ENRIC COMAS DE MENDOZA
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