El Simbolismo del Agua en el Libro VI de La Eneida

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El Simbolismo del Agua
en el Libro VI de La Eneida
Navarro, Claudia V.
Facultad de Humanidades - UNNE
Av. Las Heras 727 - (3500) Resistencia - Chaco - Argentina.
ANTECEDENTES
La bibliografía sobre la Eneida nos proporciona información sobre el contexto socio-político de la época, las
características de Eneas como héroe, la revelación del destino de Roma, la influencia de la religiones antiguas en
Virgilio etc. Hay pocos estudios que hacen referencia a los ríos mencionados en el Libro VI , por ello
consideramos conveniente realizar un análisis hermenéutico sobre el simbolismo de las aguas en el Infierno
virgiliano.
Federico Aldao señala al Averno como un lago que rodeaba la gruta donde Eneas se encuentra con la Sibila. La
abertura de esta cueva era la entrada conducente al reino de la sombras.
El río Aqueronte desemboca sus aguas en el Cocito, que a su vez es un brazo de la Estigia.
Es necesario aclarar la condición hidrográfica de la Estigia, mientras algunos autores piensan que es una laguna,
otros opinan que es un río. Recordemos que la corriente continua y caudalosa de un río, no es lo mismo que el
quieto depósito natural de una laguna.
Aldao nombra a la Estigia como un río cuyos nueve giros lo identifican con el cosmos; nosotros adherimos a su
postura y pensamos que si sus repliegues son los encargados de encerrar y rodear al inframundo lo más probable
es que esas aguas tengan todo el movimiento propio de un río.
Los límites de las masas acuosas antes mencionadas no aparecen en forma clara, lo cual complica la situación
hidrográfica.
No sucede lo mismo con el Piriflegetón y el Leteo. El Flegetón es el río de fuego que rodea la triple muralla del
Tártaro. El Leteo, que fluye por los Campos Elíseos, es el río del olvido, las almas beben de allí para borrar los
recuerdos de su vida pasada y prepararse para habitar un nuevo cuerpo. Su nombre se relaciona directamente con
el significado que el antiguo Egipto daba a la flor del Loto, emblema del agua y de la luz, elemento sagrado que
ocultaba el secreto de los dioses. En la Odisea también aparece mencionada, según Homero, ella ocasiona el
olvido de la vida y de sus penas.
MATERIALES Y METODOS
Realizamos una compulsa de material específico a efectos de determinar el léxico preciso, sobre todo el aspecto
hidrográfico, caracterizando las diferentes masas acuíferas, dato elemental para nuestro análisis.
Cimentamos nuestro trabajo en el valioso aporte de autores que han analizado la significación del agua desde
distintas perspectivas.
Gastón Bachelard en " El agua y los sueños " nos brinda su interpretación psicoanalítica tomándola como
símbolo de vida y de pureza.
Mircea Eliade en " Tratado de historia de las religiones ", considera al agua como elemento cósmico
primordial, origen de toda gestación y evolución. Por otro lado el mismo autor en "Metodología de la historia
de las religiones ", plantea de manera clara y eficaz la idea de símbolo sagrado, y su importancia desde una
filosofía de la religión.
Los métodos utilizados son: inductivo y hermenéutica del símbolo.
DISCUSION DE RESULTADOS
El agua es uno de los cuatro elementos constitutivos del universo, éste crea dentro del Hades su propio cosmos.
Tanto los ríos positivos, como los negativos forman parte de él, las aguas oscuras que encierran el mal son
también de origen sagrado, ya que el cosmos está conformado por antinomias que articulándose entre sí
conforman una unidad.
Aguas Negativas
Para llegar a los distintos lugares del Infierno es necesario atravesar los ríos que a lo largo del descenso se van
presentando. Ya desde el estadio previo a la entrada de la caverna, ésta aparece rodeada de las aguas negras y
pestilentes del Averno. Este lago se encontraba al Norte del Golfo de Nápoles, sus aguas termales y sulfurosas
sugerían un contacto clandestino con el inframundo. Se suponía que era la primera muestra del escalofriante
paisaje que éstas anticipaban. Por sus misteriosas características, su nombre también denominaba al Infierno,
pero generalmente en griego Aornos , " sin pájaros", no sólo las aves no podían vivir allí, tampoco podría
hacerlo ningún ser viviente, por que todo el lugar era una amenaza de muerte.
El Épiro es una antigua región ribereña del mar Jónico. Existía aquí un río llamado Aqueronte que suspendía su
recorrido en una profunda falla, y al reaparecer, cerca ya de su desembocadura, formaba un pantano
nauseabundo, sus misteriosas características contribuyeron a que inevitablemente se lo relacionara con el reino
de las sombras. Dentro de la topografía infernal este río es el camino que las almas de los que han sido
sepultados deben cruzar para llegar a la morada de los muertos; el barquero Caronte es el encargado de
transportarlas. Las aguas lívidas y estáticas del Aqueronte representan la retención de lo que más ha lacerado a la
Humanidad de todos los tiempos: el mal.
El Aqueronte guarda en su seno la oscuridad de la noche eterna del Hades. Sus turbios remolinos hacen patente
las faltas cometidas por las ánimas que esperan en sus orillas. La ausencia de claridad pone al desnudo el temor y
la incertidumbre que ellas padecen. El estancamiento de esta agua ocasiona el depósito irreparable de las
impurezas, vestigios de las culpas que cargan las penitentes almas. Esta ciénaga por su estado hirviente se
transforma en un espejo de las aflicciones y desesperación experimentadas por los insepultos ante la impotencia
de no ser pasajeros de la lúgubre barca.
El Cocito con sus hondos remansos representa lo opuesto a la fuerza purificadora de las aguas corrientes, por el
contrario, al igual que el Aqueronte retiene y alberga las impurezas conservándolas celosamente en su interior.
Este último es afluente de la Estigia, la misma aparece ya mencionada en la Teogonía de Hesíodo ; cuando
alguno de los dioses olímpicos profería un juramento, Zeus a modo de precaución, ordenaba que lo hicieran ante
aguas traídas de allí, ya que si la deidad no cumplía, sería por un año privada de respiración, ambrosía y néctar,
luego durante nueve años se la separaría de la deleitosa vida de los dioses.
"...ves los hondos remansos del Cocito y la laguna Estigia,
cuyo alto poder temen los dioses invocar con falso juramento. " L.VI, 323-324.
Hesíodo nos informa que la Estigia es un brazo del océano, la décima parte, los nueve círculos anteriores
aparecen en Virgilio identificándose con el cosmos.
"Pero una ley divina lo veda y les ciñen las aguas desoladas de la odiosa laguna
y se interpone la Estigia aprisionándolos en sus nueve repliegues." L.VI, 437-438.
Simbólicamente las espiras de la Estigia invitan a la evasión del mundo terrestre, y a una penetración más íntima
del más allá, sus giros llaman a una compenetración cósmica con todo el oscuro universo que encierran. Sus
aguas aluden a la misteriosa conexión que se establece entre el plano exterior y el interior, la tenue fusión del
plano terrestre con el mundo subterráneo, es más, en la doctrina egipcia se pensaba que el sol cuando se apaga
cada tarde permanece allí hasta el momento en que se vuelve a encender por la mañana; por el misterio que
provoca su ausencia cada noche, se lo asociaba a la muerte humana, es decir al enigma que sigue siendo hasta
hoy el destino del hombre después de la muerte.
Misterioso como el oscuro reino, es el modo en que Virgilio va dibujando, a través de la palabra, el paisaje,
haciendo que el mismo lector transite junto a Eneas y se estremezca con él, ante la imponente imagen del
Tártaro.
El Flegetón o Piriflegetón ( Flegetón de fuego ) es el río que con sus llamaradas lo rodea.
"Los ciñe en borbollones de llamas el Flegetonte del Tártaro, cuya rauda corriente
va rodando peñascos resonantes." L.VI, 548-549.
Materias opuestas se unen: tanto el agua como el fuego persiguen una finalidad purificadora y destructora del
mal. Las llamas del río que ansiosas se elevan, manifiestan la trascendencia, el contacto con la voluntad divina;
pero también el deseo de destruir la noción material de tiempo, ya que en el Tártaro el instante jamás concluye,
las almas deberán expiar eternamente las faltas cometidas.
" También allí podía verse a Ticio [... ] Un monstruoso buitre que mora en
lo hondo de su pecho le va royendo con su corvo pico su hígado siempre vivo y
las entrañas que crecen sin cesar para el castigo y las horada en busca de alimento
sin dar tregua a las fibras que renacen. " L.VI, 595-600.
Los bruscos movimientos son consecuentes a las equívocas opciones que en vida tomaran las almas alojadas en
el implacable recinto. La ruidosa y violenta corriente del Flegetón, representa la represalia cósmica, el repudio
manifiesto de los dioses hacia los excesos cometidos por los hombres.
Aguas Positivas
El agua es símbolo natural de la purificación, numerosas culturas de todos los tiempos incluso la nuestra
(bautismo cristiano) conciben la limpieza del alma por medio del lavado del cuerpo .
El agua clara, envuelta en luz, purifica los cuerpos para el ingreso a lugares sagrados; los compañeros de Eneas
la utilizan para ungir el cadáver de Miseno, y rociar con agua lustral a los que presenciaron dicho ritual. Mircea
Eliade dice: " La finalidad de las lustraciones y las purificaciones rituales con agua es actualizar en un instante
′ aquel tiempo ′, in illo tempore, en que tuvo lugar la creación ..."
La luz sobre el agua toma un brillo particular, otorga al objeto tal claridad que hasta la mirada que lo envuelve se
torna más límpida. Antes de entrar a los Campos Elíseos, Eneas rocía su cuerpo con agua viva.
Una vez reunido con Anquises repara en un valle algo apartado y pregunta a su padre por el río que atraviesa el
lugar, y se inquieta por saber quiénes forman esa muchedumbre que espera en sus riberas.
" A esto su padre Anquises: son las almas a que destina el hado a vivir otra
vez en nuevos cuerpos. A orillas del Leteo están bebiendo el agua que libra
de cuidados e infunde pleno olvido del pasado..." L.VI, 712-715.
Si analizamos etimológicamente el nombre del río, vemos que proviene del verbo griego -Lantháno- estar en sí,
ocultar, que latinizado da Lethe, olvido.
Del mismo vocablo, esta vez sustantivado encontramos la palabra Loto, flor de loto. Símbolo de lo naciente,
Eliade la concibe como "la primera forma cósmica", esto nos remite a una estrecha analogía con el río Leteo, ya
que sus aguas sagradas diluyen los recuerdos, y por su virtud germinativa regala a las almas la pureza necesaria
para experimentar una nueva existencia.
Los platonistas sostenían que el alma dentro del cuerpo se sentía prisionera, y que su único anhelo era salirse de
él para retornar liberada a su primer origen.
En la República de Platón las almas cumplen con el olvido como condición para volver al plano terrestre.
"Al llegar la noche, acamparon junto al río Ameleto, cuyas aguas no pueden ser
retenidas por vasija alguna. Es preciso que todas las almas beban de esta agua
cierta cantidad, pero aquellas que por imprudencia beben más allá de la medida,
pierden absolutamente la memoria." Libro X, 621.
En Platón las almas beben del río Ameleto, nombre que proviene del verbo griego -ameléo-Ameléto- que
significa pasar por alto, omitir, olvidar, que es lo necesario para reconciliarse con las fuerzas creadoras.
No es fácil el acceso a las aguas vivas. Su riqueza aparece fuertemente custodiada por monstruos y difíciles
pruebas que deben pasar quienes deseen llegar hasta ellas; sólo entonces el alma refleja su imagen en el cristal
del río, se mimetiza y fusiona con él, logra reunirse con la primitiva naturaleza para surgir renovada, debe
fundirse para volver a nacer. Cuando el agua se mueve se quiebra la imagen para construir un nuevo rostro,
genuino, sin historia, apto para iniciar una nueva vida. Dice Bachelard: "...el agua es también un tipo de destino,
ya no solamente el vano destino de las imágenes huidizas, el vano destino de un sueño que no se consuma, sino
un destino esencial que sin cesar transforma las sustancias del ser ."
Por el contenido simbólico del agua, las almas acceden a una realidad que difiere de la inmediata, más profunda
y misteriosa, las remite a un mundo previamente consagrado y directamente relacionado con los dioses.
CONCLUSION
El agua es uno de los cuatro elementos básicos del universo, está presente en la Eneida conformando su propio
cosmos, la connotación de estas aguas está estrechamente relacionada con los castigos y recompensas que
adquieren las almas de acuerdo con su modo de actuar durante el tiempo que permanecieron en los mortales
cuerpos.
Las almas están agrupadas categóricamente en función de los valores morales que ellas representan, a su vez
están situadas a orillas de los ríos, que por su condición les son análogos.
En las riberas del Aqueronte y la Estigia, divisamos ánimas penosas, desesperadas, impuras al igual que las
aguas. Ya en los Elíseos nos encontramos con la faz luminosa, aguas limpias, vivas, transparentes, y almas puras
que habiendo expiado ya sus culpas, esperan con ansias y regocijo beber del Leteo.
Virgilio lo presenta como la fuente capaz de borrar los recuerdos pasados; en Platón aparece mencionado pero
como un valle por el cual corren las aguas del río Ameleto. Leteo como aguas del olvido, sólo nuestro poeta le ha
dado tal significación. El siguiente cuadro intenta sistematizar lo antes mencionado.
Lugar
Entrada al infierno
Tártaro
Río
Aqueronte
Estigia
Flegetón
Campos Elíseos
Leteo
Aguas
lívidas, estáticas
oscuras, nefastas
calientes, encendidas
torrentosas, violentas
claras, mansas,
vivas , puras
Almas
desesperadas, temerosas
desahuciadas
penitentes, mortificadas
condenadas
tranquilas, pacientes
perdonadas
Aguas positivas y aguas negativas. Almas penitentes y almas perdonadas. Ambas imágenes antagónicas logran el
perfecto claro-oscuro existente en el Infierno que encuentra su síntesis en la esperanza de una nueva oportunidad
en el incierto y enigmático más allá .
BIBLIOGRAFIA
_ ALDAO, Federico. Significado espiritual del VI º Libro de la Eneida, en: Anales del Instituto de
Literatura Clásica, tomo III, UBA. (1945-1946).
_ BACHELARD, Gastón. El agua y los sueños . México. F.C.E, 1997.
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_ VIRGILIO. Eneida. Madrid. Planeta De Agostini, 1995.
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